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El Iaido

De: alexander ojosabiertos.org
Fecha: Mar Nov 16, 2004 10:19 am
Asunto: El Iaido xandersukey

EL IAIDO

Es solo en el siglo XX que se comienza a usar el tèrmino IAIDO y que este arte pasa a ser considerado como una disciplina especfica en el seno de los demàs Budo. Hasta entonces, los tèrminos màs corrientemente utilizados eran: lai-Jutsu o Batto-Jutsu. La diferencia es esencial. En lai-Jutsu prima la eficacia combativa, mientras que en laido es el desarrollo espiritual y moral el que ocupa un lugar preponderante. En la obra del maestro Otake Risukc acerca de la Tenshin Shoden Katori Shinto Ryu, encontramos la siguiente definiciòn de lai-Jutsu : “es un arte con el cual uno mata a un enemigo”. Hoy en dia muchos practicantes ignoran este origen y se contentan con ejecutar ” figuras” estèticas que muy a menudo estàn vacias o si la oportunidad se presenta se dan la ilusiòn de reproducir las mismas tècnicas utilizadas por los Bushi de antaño (“Sìndrome del pequeño Samurai”). El origen de estas dos actitudes mentales suelen ser una experiencia y una comprensiòn insuficientes.

En efecto, el Budo considerado como “disciplina” espiritual, y en consecuencia poseedor de “fines màs elevados ” que el Bu-Jutsu, llega a tolerar o incluso incentivar una cierta inaptitud pràctica, lo cual no es solo el resultado de una comprensiòn insuficiente, sino incluso de una simple ignorancia intencionalmente disimulada y desviada tanto por el practicante como el profesor. No existe contradicciòn ni oposiciòn entre Jutsu y Do.

La utilizacin de un verdadero sable requiere por parte del practicante una vigilia constante, una estado de atenciòn sostenida, una presencia en todos los instantes. Luego Muestra, concentracin, respiracin son elementos indispensables en la pràctica marcial y el sable forjar la actitud mental necesaria para la buena ejecuciòn del kata.

Aquellos que crearon el laido pensaban que el sable y el arte de desenvainarlo podan ser la condiciòn de origen de un desarrollo espiritual del hombre. Es as que el concepto deSeishin Tanren (la forja del espìritu) introdujo una situacin donde los mètodos tècnicos necesarios para el despertar espiritual del individuo no son siempre absolutamente idènticos a aquellos dictaminados por la necesidad de eficacia combativa.

Pero, De que manera un sable, un amia de guerra, puede hacernos alcanzar el Amor? La guerra es el fruto de la pasiòn y la ceguera del hombre. La guerra, el conflicto, el combate està en cada uno de nosotros, en la vida cotidiana, en nuestras relaciones con los demàs, en nuestros actos banales de todos los dias. El ùnico verdadero combate es el combate contra nosotros mismos. Es mediante una perfecta coordinacin del cuerpo y del espritu, por la vigilia y la comprensiòn conciente y por la unificaciòn de nuestro “yo” que mejoraremos y ayudaremos a la humanidad, participando en la Armonìa universal: Este es el Amor y el sable nos lo enseña.

Consecuente con lo anterior, el practicante de laido debe desarrollar en è l, mediante una comprensiòn justa, dos aspectos aparentemente contradictorios de este arte, un medio para eliminar al adversario, y un medio al servicio del despertar espiritual. Los conceptos y pràcticas originales de esta disciplina no podìan ser ignorados bajo el pretexto de creer que la vìa haca el despertar espiritual aparentemente se manifestaba opuesto a tècnicas brutales necesarias para eliminar a un adversario real.

El Kendo es una evolución del Ken-Jutsu y Bujutsu, disciplinas en las que la búsqueda del realismo y su práctica, hacían peligrosa la utilización de armas verdaderas en el entrenamiento. Progresivamente se fue imponiendo en diversas escuelas el uso de la armadura, o parte de ésta (bogu), y de la espada de bambú (shinai) en los entrenamientos, y se modificaron los objetivos del ataque, a la vez que se evitaban riesgos innecesarios en el aprendizaje. Ya no se golpeaba contra los resquicios y lugares vulnerables de la armadura real, sino en las partes protegidas. Desde un método para sobrevivir, evolucionó hacia un camino – el camino de la espada – influido por el pensamiento Zen, en el que se buscaba perfeccionar el cuerpo y el espíritu.

El Kendo, sin embargo, no se ha convertido en un deporte de combate cuyo ùnico objetivo sea el de ganar al contrincante. Es un Arte Marcial en el que se busca el equilibrio, la unidad y la armona entre el espritu (KI), la espada (KEN) y el cuerpo (TAI). Un tipo de pràctica en la que màs importante que vencer a un contrincante es vencerse y superarse a uno mismo.

Nadie puede decir quien fue el fundador del Kendo o “Camino de la Espada”. Las
tècnicas del manejo de la espada han seguido una evoluciòn natural:
primitivamente, eran objetos destinados a vencer a animales salvajes;
posteriormente se les dio el uso de armas de ataque y defensa utilizadas entre
los hombres.

Sòlo se puede afirmar que el Kendo no ha sido creado ni desarrollado por una o varias personas en particular, y que es el resultado de una larga experiencia de combates reales. Sin embargo, no queda ninguna referencia de esta larga evoluciòn, que se remonta a los primeros dìas de la historia del hombre.

Algunos testimonios històricos nos muestran bien que el respeto por la espada existe desde hace mucho tiempo en la tradiciòn japonesa. Por ejemplo, una de las tres piezas del tesoro imperial es un sable, las otras dos un espejo y una joya. Desde los primeros tiempos, en los que el sable era solamente un arma destinada a vencer al adversario, los japoneses han volcado en esa arma el espìritu y la tradiciòn japonesa.

La disciplina del Kendo consiste en aprender a perfeccionarse en todos los aspectos. Su pràctica es apta para todo tipo de personas, de cualquier edad y nivel tècnico; los mas experimentados siempre adaptan su nivel al de la persona con la que practican para as lograr una armonìa que permita el aprendizaje.

No se requiere ninguna actitud fìsica ni espiritual en particular, pero se exige voluntad, perseverancia y disciplina. Con el tiempo los progresos se hacen visibles y se reflejan en la obtenciòn de los distintos grados o “dan” en una prueba o exàmen. En las competiciones de Kendo pue den no existir diferentes grados. Se compite independiente del peso, edad, sexo o nivel (dan), puesto que al utilizar un mismo tipo de arma y bajo unas mismas reglas, debe ser la tècnica, el dominio de cada practicante, lo que haga vencer a uno u otro.

Los golpes o ataques son cuatro:

Men, cabeza, se golpea en la parte superior y en ambas sienes.

Do, costados, se golpea cortando en ambos lados del tronco.

Kote, muñecas, no puntúa el golpe en la mano ni en el resto del antebrazo.

Tsuki, garganta, no existe corte, es una estocada en la garganta o externón.

Sin embargo, a pesar de ser tan sòlo cuatro golpes, las combinaciones de los
mismos y de las diferentes tècnicas hacen que las posibilidades sean
pràcticamente infinitas.

Los desplazamientos deben hacerse deslizando los pies, intentando no
levantarlos; es necesario evitar balanceos innecesarios y buscar la simplicidad
para conseguir mayor fluidez, equilibrio y rapidez.

Para que el golpe con el Shinai sea vàlido y se considere punto (IPPON), se
requieren cuatro elementos:

La consecución perfecta del equilibrio entre el espíritu, la espada y el cuerpo
requiere de una cierta unidad en el ataque. El golpe con el Shinai (KEN) debe
efectuarse al mismo tiempo que se golpea con el pie/cuerpo en el suelo (TAI), y
se grita, habitualmente el nombre del lugar atacado, pues es un ataque
voluntario y buscado (KI).

El golpe/corte ha de ser dado con el último tercio del Shinai para ser
considerado correcto y, por tanto, puntuable.

Debe golpearse en las partes permitidas mencionadas anteriormente.

Por último, se requiere una especial atención y vigilancia sobre los resultados
del ataque (ZANSHIN), demostrando el dominio de la situación.

LAS ESPADAS. Hay dos tipos de espadas, el Bokken, que es una espada sólida hecha
de madera de roble u otra madera resistente y que se usa para practicar las
Kata, o formas básicas del Kendo. Y el Shinai, formado por cuatro láminas de
bambú que se mantienen estrechamente unidas por el Sakigawa, el Nakayuki y la
Tsuka, en cuyo punto se atan conjunta y fuertemente por el Tsuru o cuerda. El
Shinai se usa para la práctica del combate.

EL UNIFORME o DOGI. Formado por el Keikogi, chaqueta de algodón que sirve de
protección y a su vez absorve la transpiración, y la Hakama, una falda pantalón
también de algodón.

LA ARMADURA. Compuesta de cinco elementos:

Tare, o protector de la cintura y la cadera, está hecho de varias capas de
algodón prensado que le dan rigidez para que pueda servir como protección.

Do, o protector de pecho, hecho de tiras de bambú pesado y cubierto de cuero
para hacerlo mas firme y mantener el bambú en su lugar; por encima va un
recubrimiento de piel que da mayor soporte al bambú y más protección a la parte
superior del pecho. La parte frontal de cuero va lacada y pulida.

Hachimaki o Tenugi, pañuelo-toalla, generalmente de algodón y que sirve para
absorver la transpiración evitando que caiga sobre los ojos; amortigua los
golpes que se reciben en el Men y protege del nudo hecho con los Himo del Men
en la parte de atrás de la cabeza.

Men, máscara/protector de la cabeza y la cara, también hecho de algodón
prensado.

Kote, guantes, para proteger manos, muñecas y antebrazos.

Una introducciòn al Kendo. No debemos olvidar que M. Ueshiba se basò en el Arte
de la Espada para crear sus tècnicas de Aikido. Ello lo comprobamos en que
todas las tècnicas de Aikido se pueden aplicar con la espada.

Aspecto espiritual del Iai: Iai y Zen

De: alexander ojosabiertos.org
Fecha: Mar Nov 16, 2004 10:18 am
Asunto: Aspecto espiritual del Iai: Iai y Zen xandersukey

ASPECTO ESPIRITUAL DEL IAI: IAI Y ZEN

KEN ZEN ICHI NYO

“SABLE Y MEDITACIÒN SENTADO, CONSTITUYEN UNA UNIDAD”

El laido es una pràctica fìsica, un ejercicio, en el sentido de
la terminologìa en latìn “exercitium”: entrenamiento fìsico.

Muchas personas comienzan la pràctica del lai abordando de
manera intelectual el arte marcial o incluso de manera mìstica: ellos se alejan
del verdadero significado ya que no estàn convencidos del valor del viejo
adagio: “Acciòn y conocimiento son lo mismo” o del otro: “Aprender mediante la
pràctica”.

El ideal lo constituye una pràctica cotidiana tal como se
realiza en ZAZEN, la meditacin en posiciòn sentada que consiste màs bien en una
meditacòin fsica y no cerebral.

Lo que constituye la gran fuerza (fìsica y moral confundidas) de
un maestro como Okada Morihiro, en comparaciòn a la de otros profesores de mucha
reputaciòn, radica justamente en esta pràctica personal, dìa tras dìa donde el
se entrena para si mismo, sin ninguna lasitud, con un rigor excepcional y un
entusiasmo siempre renovado aùn cuando èl tiene 90 años!… Todos los
educativos que preceden el entrenamiento de los Kata propiamente tales son
necesarios durante numerosos años, incluso habiendo alcanzado algùn grado
elevado. Los educativos, tal como su nombre lo indica deben precisamente educar
el cuerpo entero de manera que la utilizaciòn de este sea completa: la acciòn de
las caderas, sea sostenida por las piernas sòlidas y equilibradas, flexibilidad
en los hombros y ubicaciòn de las manos.

La obtenciòn de la unidad del cuerpo, del espiritu y del sable
(Ki Ken Tai Ichi) tanto en los golpes, como durante todos los instantes de las
diferentes fases del Kata solo podrà obtenerse al precio de numerosas
repeticiones. Ito Ittosai famoso maestro de sable recalcaba :”No existe
espontaneidad sin entrenamiento”. Estar concentrado (estar con su centro,
situado en el Hara, en el punto Kikai Tanden) requiere un entrenamiento
cotidiano. Para lo cual, el trabajo muy bajo sobre las piernas provocara bajar
el centro de gravedad y obtener la “estabilidad de una montaña” fortaleciendo
los muslos y calentando los tendones de Aquiles, que se someten a rudas pruebas
durante la ejecuciòn verdadera de los Kata.

Cuando se comienza en el lai, al igual que en el Zazen, primero
es necesario concentrarse en la postura. Un muy antiguo adagio del Budo expresa
categòricamente que “De una postura correcta brotarà el Ki”. La mayor dificultad
radica en conservar la correcta postura dentro del dinamismo de la acciòn para
hacer circular justamente esta energa vital. Es necesario pensar que cada Kata
de lai comienza mediante una postura de meditaciòn Zen, incluso en las formas
que se realizan de piè ; ya que todo correcto caminar debe ejecutarse
incluyendo todos los elementos de Kinhin, (el caminar en el Zen) considerando
solamente ciertas diferencias en los gestos, ritmos y detalles inherentes a la
situacion.es decir, no estamos tranquilamente instalados en un dojo de Zen sino
por el contrario confrontados al mundo exterior y màs aùn a una situacin de
combate.

Zazen, Seiza, Tate Iza, son exactamente lo mismo. es
indispensable en la pràctica y en el estudio de las artes marciales clàsicas,
sin la humildas la enseanza de las artes marciales no sera ni màs ni menos una
escuela de violencia. El estudio de las artes marciales y de las disciplinas
marciales (BU JUTSU y BUDO) esta estrechamente ligado al comportamiento humano.
Este estudio apunta ha alcanzar el desarrollo moral del practicante.

O SENSEI MORIHEI UESHIBA, fundador del Aikido, escribiò en sus memorias “La
ùnica verdadera victoria consigo mismo, es una victoria eterna”

MASAKATSU AGATSU, KATSU HAYABI

Vencer fìsicamente no es el objetivo de la pràctica marcial, la verdadera
victoria consiste en alcanzar sus objetivos evitando el combate. Aquì reside el
concepto de “WA”, el objetivo ultimo de HEIMO (ley de la paz).

Un sutra budista nos dice:

“La violencia no puede ser vencida por la violencia, solamente por el amor”. La
historia nos lo ha demostrado.

KEN NO MICHI: LA VIA DEL SABLE.

[span style=\\\’font-size:14pt;line-height:100%\\\’][span style=\\\’color:yellow\\\’]TEMA INDEXADO POR GOOGLE.[/span][/span]

De: alexander ojosabiertos.org
Fecha: Mar Nov 16, 2004 10:16 am
Asunto: Ken No Michi : La via del Sable xandersukey

De la misma manera que el espìritu es puro e incisivo como el
filo de una katana, tambièn debe estar recto y comprometido como el sable en un
corte perfectamente ejecutado. Esto depende esencialmente del recorrido del
sable, de su trayectoria en el espacio. Si la tècnica aùn no esta perfectamente
dominada, incluso un kimono de seda es muy difcil de cortar, en el entrenamiento
de Tameshi Giri ( pruebas de corte), si el sable no esta perfectamente
controlado, es decir si flota, uno da vuelta los bambù o los montones de paja o
lamentablemente incluso puede llegar a torcerse una excelente hoja.

Aquellos que han practicado el TODO, “la vìa del corte” con una
katana saben perfectamente que el hombro derecho acompaña el golpe mientras que
èste es formalmente prohibido en todas las tècnicas educativas y los Uchikomi
(entrenamientos repetitivos de los golpes) de la Vìa del sable, la energìa (Ki)
solo debe provenir del Hara y ùnicamente de èste. Asì mismo se sabe que la parte
de la hoja llamada Mono Uchi,es decir, el punto de corte ideal de un sable no es
exactamente el mismo que se utiliza en la realidad al cortar un objetivo. Este
punto de corte en la realidad esta mucho màs cerca del centro de la hoja.

En Kendo se trabaja totalmente de frente a fin de aprender a
ubicar las caderas y los hombros, deben ser ubicados en el mismo plano. Sin
embargo, històricamente esto no es asì, este hecho se encuentra en los viejos
maestros donde el Shinai, el sable de bambù, reviste el espìritu real de la
katana, ellos practican con el hombro derecho ligeramente adelantado o màs bien
el hombro izquierdo ligeramente retraìdo por una razòn pràctica, la de ofrecer
lo menos posible de objetivo al adversario y alejar el corazòn òrgano vital. En
todas las artes marciales podrìamos enumerar muchas formas pràcticamente
artificiales de aprender las tècnicas, de manera casi incongruente

Entonces surge la siguiente pregunta Porquè la razòn de ser de
estos artificios tanto en el laido, Kendo, Aikido y todas las otras artes
marciales? Parte de la respuesta se basa en que èstas son Vìas (Do, Michi),
vìas ideales, y es por esta razòn que ellas son educativas. Ellas apuntan a lo
absoluto, la realizaciòn del Ser. Si tuvièramos que decir algo relativo a los
objetivos de una tal bùsqueda, diramos que estos son eminentemente elevados.

Màs all de la eficacia, siempre relativa que se obtiene por
añadidura, cuando se alcanza un alto nivel de pràctica, es tan solo cuando se
logra un nivel de maestra perfecta que la relatividad de la eficacia se atenùa
para crecer en direcciòn a una efectividad absoluta. Sin embargo, incluso en
esta situaciòn, todos los maestros concuerdan que aquello no tiene realmente
tanta importancia!….. En resumen, el gran principio consiste en adaptarse a
las circunstancias cualquiera que ellas sean( laido), es decir, saber elegir
instantàneamente la tècnica adecuada en funciòn de las circunstancias que
dependen de los lugares, del espacio o del tiempo. Para poder lograrlo se
requieren una educaciòn fìsica y mental rigurosa y son indispensable tanto un
entrenamiento constante como sincero. En el fondo el laido, no es màs que la
cristalizacin junto a un arma (el magnfico sable japonès) de un principio de
vida cotidiano. De aquì que este tenga una aplicacin universal y que su
pràctica sea de gran interès: ya sea con un sable de cualquier longitud, con
una lanza, un bastòn, o sin armas, en todo caso la adaptaciòn resultar
altamente adecuada y perfecta.

En nuestras propias investigaciones personales y en razòn de una
preocupacin por alcanzar el control de la eficacia, nada impide la modificacin
de un gesto o una actitud (èsta es la razòn del interès del Todo para los
practicantes de sable, o del rompimiento para los karatecas o de la competencia
para otros, etc).

Sin embargo, no debemos jamàs perder de vista el verdadero
significado del Budo: la educaciòn del hombre a travès del HARA, del vientre,
que nuestros amigos japoneses no han cesado jamàs de perfeccionar durante màs
de 10 siglos.

En este sentido, el estudio del laido es un arte ejemplar ya que la longitud del
sable no le da ventaja a aquel que ignora la virtud (proverbio chino muy
antiguo).

IMPORTANCIA DEL REIGI

De: alexander ojosabiertos.org
Fecha: Mar Nov 16, 2004 10:14 am
Asunto: IMPORTANCIA DEL REIGI (CORTESÍA EN EL KENDO) xandersukey

El reigi es la etiqueta en el Kendo. El Reigi debe ser una actitud
sincera que convierte a la práctica de la esgrima en acto de disciplina
espiritual y no en un mero hecho donde 2 personas se golpean sin ninguna razón.
Existen varios tipos de reigi : hacia Dios, hacia los profesores, hacia los
compañeros ,etc.

KOKOROGAMAE ( ACTITUD MENTAL)

La palabra Kokoro significa espíritu y la palabra gamae viene de Kamae y
es guardia . Esta frase hace alusión al estado de guardia espiritual que debe
existir a la hora de la práctica. Es decir que Kendo no es solamente técnica o
velocidad sino es espíritu . Un practicante con mucha técnica pero sin Kokoro
Gamae es fácilmente vencido porque no posee penetración interior en el combate,
tan solo posee velocidad y potencia. En resumen, kokorogamae es la actitud
mental y espiritual del individuo ante el oponente.

OPORTUNIDAD DE DATOTSU

Datotsu significa golpear. Oportunidades en donde se puede golpear:

Debana: cuando el ataque del oponente esta comenzando.

Waza ga owaru toki: cuando el ataque del oponente ha terminado.

Itsuka toki: cuando el oponente se ha posicionado. Observe patrones de
respiración o movimiento.

Uketometa toki: después de un bloqueo o del evitar de un ataque.

Matou-toki: cuando el oponente esta inseguro o cuando el arsenal técnico del
adversario se agota.

¿POR QUE ES NECESARIO EL KIRIKAESHI?

El Kirikaeshi es necesario porque aporta al practicante las habilidades básicas
para la práctica del kendo:

TE NO UCHI: coordinación de los brazos , manos y muñecas.

ASHI SABAKI: ayuda ala coordinación del desplazamiento aportando gran agilidad
en las piernas.

MAAI: ayuda a coordinar todos los movimientos propios con el compañero.

SHIKAKE WAZA – OJI WAZA – DEBANA WAZA

Shikake waza: es una técnica de provocación en donde se motiva al adversario a
atacar y antes que lo haga uno se le anticipa.

Oji Waza: es una técnica de bloqueo y contra ataque.

Debana Waza : es una técnica de anticipación, se aprovecha la distracción del
adversario para golpear.

CHUDAN NO KAMAE

Esta es la Guardia media, también llamada SEIGAN NO KAMAE. Es una guardia ideal
tanto para ataque como para defensa. En esta postura el shinai se sostiene con
ambas manos , la mano izquierda a un puño del ombligo debe sujetar firmemente
el shinai mientras la mano derecha lo sostiene levemente sin fuerza. La punta
del shinai debe apuntar a los ojos o la garganta .

CONCEPTO O IDEA DEL KENDO.

Kendo significa literalmente ken: espada y Do camino o sendero
espiritual. En otras palabras son las técnicas de esgrima japonesa que tienden
al desarrollo interno de cada persona a través de una práctica constante y
disciplinada . El Kendo nació en un principio siendo Ken jutsu es decir las
técnicas de espada para ser aplicadas al combate, Con el tiempo y la ayuda del
Budismo Zen el Samurai entendió que la esgrima no era solamente habilidad
técnica sino incluía un componente espiritual muy grande , a partir de eses
momento comenzó la práctica de la esgrima en forma conjunto :técnica y
espiritual. Luego a partir de la restauración Meiji en 1863 la clase Samurai
fue abolida y el Ken jutsu tomó la forma de Kendo .

ZANSHIN :

Es una actitud mental en donde luego del golpe de la victoria se sigue
en posición expectante por si hubiera algún contra ataque.

KI KEN TAI NO ICHI

Cuando en Kendo se realiza una técnica debe existir este principio. Es
decir KI (energía) KEN (sable) TAI (cuerpo) NO ICHI (uno solo) estos tres
elementos al mismo tiempo y no cada uno por su lado.

MAAI

Maai es la distancia. La distancia no solo es física ,puede ser distancia
corta (CHIKA MAAI) , a un paso y una katana (ISOKU ITTO NO MAAI) o distancia
larga (TOO MAAI) sino también puede ser psicológica y es lo que mantiene a un
practicante alejado del otro durante un combate.

YUKO DATOTSU (GOLPE EFICIENTE)

Se considera un golpe eficiente cuando se concentra en él tres elementos; KI (
energía demostrada a través del KIAI) KEN (movimiento del golpe realizado con
el shinai) y TAI (movimiento del ataque del cuerpo como un todo).

DATOTSU CON SEME

Datotsu significa golpe y seme se traduce como penetración, El datotsu con seme
sería golpear con previa presión .
El seme puede ser:

Ki o korosu: matar la voluntad del oponente.

Waza o korosu: matar la técnica del oponente, por ejemplo, cambiando la
distancia.

Ken o korosu: matar la espada, por ejemplo, golpear la espada haciéndola un
lado.

Como siempre en Kendo se necesita la unión de estos tres elementos (cuerpo.
técnica y espíritu). El seme es la técnica real que permite poder llegar a
golpear al adversario ya que el adversario no dejará nunca que se le ataque
tranquilamente.

Otros Conceptos Fundamentales

Hay muchos otros puntos importantes en kendo, incluyendo los siguientes. Su
posicionamiento en lo último de esta lista no significa que sean menos
importantes, mas bien, estos conceptos son tan fundamentales que son difíciles
de elaborar.

Kiai: mas que un grito fuerte, kiai significa la muestra del espíritu y el
coraje a traves de la voz. Kime: literalmente, decidir. Kime significa atacar sin titubeos y, mas importante, terminar el ataque con rapidez de decisión y convicción.
Shisei: postura.
Taisabaki: movimiento del cuerpo.
Kigurai: equilibrio.
Kensen: presencia y poder en la punta de la espada.

Gan – Soku – Tan – Riki (Los cuatro elementos clave del Kendo )

Gan (visión): la habilidad para ver tus oponentes, no solo su presencia física
pero también su carácter, sentimientos e intenciones.

Soku (trabajo de pies): el movimiento del cuerpo.

Tan (coraje, valor): el espíritu y la actitud hacia uno mismo y hacia nuestros
iguales seres humanos.

Riki (poder): la habilidad para poner en práctica el ki-ken-tai no ichi para
producir ataques poderosos y una presencia poderosa.

Kyo – Ku – Gi – Waku (Las cuatro cosas que se deben conquistar)

Kyo (sorpresa): no ser abarcado o tomado por sorpresa.

Ku (miedo): no dejar que el temor del adversario o el miedo a fallar le superen.

Gi (duda): no titubear o entrar en acciones poco entusiastas.

Waku (confusión): no dejar que su mente divague y se torne desordenada.

Las cinco posturas básicas son:

chudan no kamae (media)
joudan no kamae (alta, sobre la cabeza)
gedan no kamae (baja, apuntando abajo)
hasso no kamae (al hombro derecho)
wakigamae (al muslo derecho)

La posición de Chudan no kamae es: el pie derecho apoyado plano sobre el
suelo y el peso del cuerpo ligeramente sobre esa pierna, sin rigidez. Las puntas
de los pies hacia adelante. El pie izquierdo más retrasado y el talón algo
levantado, pero muy ligeramente. La punta del pie izquierdo a la altura del
talón derecho y separados uno de otro por unos 20 cm. (foto1)

Foto1

El shinai, cogido con las dos manos, con el puño izquierdo en el extremo
del mango y a un puño de distancia del ombligo. El puño derecho, unos veinte
centímetros más arriba, cerca del tsuba. El cordón del shinai hacia arriba y su
punta dirigida a la garganta del contrario. El cuerpo, frontal al adversario y a
una distancia tal que los shinais se crucen a unos cinco centímetros de sus
puntas. Se empuña el arma haciendo la fuerza con los dedos meñique y anular de
la mano izquierda, usando la derecha, más que para potencia, para dirigir el
golpe. El cuerpo, en postura no forzada, con hombros y brazos relajados. La
cabeza erguida y la mirada en los ojos del contrario. Las piernas, sin tensión,
prestas a realizar cualquier movimiento.(foto2)

Foto2

A partir de kamae ya podemos empezar a practicar los golpes básicos, que
solamente son cuatro: men, kote, do y tsuki. Toda la técnica del kendo gira en
torno a estos golpes, sus variaciones, series, combinaciones y defensas
respectivas.

En kendo, los golpes se dan con los brazos, pero acompañando la acción
con todo el cuerpo. Haciéndolo avanzar con el pie derecho decidido hacia
delante, golpeando en el suelo con un fuerte pisotón al tiempo de golpear con
nuestro shinai y lanzar el grito ikiai! correspondiente al lugar golpeado en
una acción rápida y simúltanea de un solo tiempo. Inmediatamente, el pie
izquierdo que nos impulsó hacia adelante se adelanta a su vez para ponerlo en
su posición habitual de kamae.

En el momento de golpear, los brazos se estiran completamente, girando
un poco las manos hacia dentro y recordando que la fuerza la aplicamos sobre
todo con el brazo izquierdo, y más concretamente con los dedos meñique y anular
de la mano izquierda.

Men-uchi (golpe a la cabeza): La cabeza (men) se puede golpear
frontalmente o de forma ligeramente ladeada.

Para los golpes laterales se procede de igual forma, pero al bajar el
arma se hace con una ligera inclinación de unos 45 grados.

Empezar el ejercicio con movimientos amplios y lentos, para poco a poco hacerlo
más corto y rápido.

Kote-uchi (golpe a la muñeca): Básicamente, se golpea siempre el koté derecho
del adversario.

Posición básica de guardia (chudan no kamae).

Mirar a los ojos y no a las manos de el adversario. Realizar el golpe de
la misma forma que para el ataque a men. No olvidar recoger rápidamente el pie
izquierdo, para no dejar las caderas atrás y el cuerpo muy abierto,

Do-uchi (golpe al tronco): La misma técnica básica que para los
anteriores. No mirar más que a los ojos, pero sin perder de vista todo el
cuerpo. Podemos ayudarnos en el giro de muñecas, cuando golpeamos frontalmente
en vez de un costado, subiendo la mano izquierda hasta juntarla con la derecha.
Es importante poner especial cuidado de no perder la vertical del cuerpo.

Tsuki (golpe a la garganta): Se puede hacer con una sola mano o con las
dos y se puede dar por el lado derecho del shinai contrario (omote-tsuki) o por
el izquierdo (ura-tsuki). Si se realiza con una sola mano -la izquierda-
(katate), se adelanta el cuerpo un paso, al tiempo que se golpea de punta el
cuello del adversario a la altura de la garganta, sin levantar el puño
izquierdo y con el cuerpo vertical. El kiai es “tsuki”. La mano derecha se pone
junto a la cadera en el momento del golpe, pero se vuelve en seguida a kamae.

Para darlo con las dos manos (morote) se procede prácticamente igual,
sin levantar los brazos y girando las manos hacia dentro al dar el golpe. El
golpe se da con todo el cuerpo y no sólo con los brazos.

El hecho de darlo por una parte u otra del arma del contrario no varía la forma
de ejecutarlo.
Golpe a la muñeca (kote uchi).
Golpe al tronco (do uchi), golpeando un costado.
Golpe a la garganta (tsuki) con las dos manos (morote).
Golpe al tronco (do uchi), golpeando frontalmente
Golpe a la garganta (tsuki) con una mano (katate).

Iai-Do

De: alexander@ojosabiertos.org
Fecha: Mar Nov 16, 2004 10:12 am
Asunto: Iai-Do xandersukey

El Iai-Do

El Iai-Do se basa en cuatro pasos, que a simple vista parecen
muy fáciles: desenvainar la espada (katana), cortar, limpiar el filo y guardar
la espada. No es una técnica de ataque, al contrario, es una técnica de defensa
pues la espada sólo se utiliza si su dueño necesita protegerse de un ataque.

En la actualidad el Iaido ya no corta a otra persona, corta en
el interior del ser humano, corta de raíz todo aquello negativo para el ser
humano, la negligencia, la flojera, las malas actitudes, y en ese proceso nos
hace mejores hijos, padres y ciudadanos.

Las artes marciales, como perenne testimonio de esta gesta humana a través de los siglos, a menudo ocultan tras su dinámica de gestos y formas preestablecidos, una dimensión del ser humano acorde con su verdadera naturaleza.

A pesar de su gran popularidad, las artes marciales son, paradójicamente, poco conocidas en nuestro país.

La televisión y cine han creado y extendido la tópica imagen de quien practica como un personaje fanático, que vive exclusivamente para la violencia y la venganza. Nada más alejado de la realidad: serenidad, armonía, respeto y paz con el mundo exterior y con uno mismo, son algunas de sus aportaciones al cuerpo y el espíritu. Millones de practicantes y estudiosos han reencontrado en las disciplinas guerreras el portal de acceso a una forma diferente de vida, basada en una época trascendental que permanece viva a pesar de los siglos.

XIV Kiaijutsu

De: alexander ojosabiertos.org
Fecha: Jue Nov 11, 2004 5:30 am
Asunto: Kiaijutsu – Parte XIV xandersukey

Kiaijutsu

El arte del kiai,es la culminación de la especialización estratégica del
haragei. Son pocos los detalles disponibles sobre las verdaderas técnicas de
entrenamiento que se empleaban para desarrollar esa preliminar unificación de
poderes en el hara que permitían a ciertos bujín paralizar, matar o, por otro
lado, salvar la vida de otro guerrero mediante un grito concentrado. El arte,
en efecto, parece estar al borde la extinción; sólo ocasionalmente se menciona
un experto aislado en los círculos del bujutsu moderno en Japón, acompañando
dicha mención por vagos ya menudo no fiables detalles de sus hazañas.

Parece indiscutible, sin embargo, que el kiai era el haragei vocal, es
decir, la centralización abdominal canalizando su poder coordinado hacia un
objetivo a través de las cuerdas vocales de un hombre. Indicando su creencia en
la identidad fundamental de la esencia del aiki y el kiai, el señor Harrison
cuenta sobre sus primeros encuentros con maestros japoneses de kiaijutsu a
principios del siglo xx que consideraban el poder del aiki como silencioso,
mientras el grito del kiai, como vector de poder, era «algo en la naturaleza de
un agente auxiliar que contribuía a la concentración mental sobre un objeto»
(Harrison). En kiakijutsu, también, «la práctica del ki-ai se supone que tiene
el efecto de fortalecer la región del saika-tanden (la parte del abdomen
situado unos 5 cm por encima del ombligo), y debe por tanto sobresalir en gran
parte como un factor en el desarrollo del coraje físico y de poder oculto»
(Harrison).

Los efectos de tal concentración de poder vocal sobre un ser humano vivo
, en relación específica a la tradición japonesa. En occidente, aquellos autores
que han intentado llegar a algo que se aproxime a una explicación científica de
la naturaleza de este poder generalmente han hablado en términos de «subsónicos
y supersónicos», pero, por lo que sabemos, ningún análisis del kiai, basado en
experimentos y observaciones verificados, ha sido publicado hasta el presente.
En consecuencia, debemos aguardar a nuevas exploraciones científicas que,
esperemos, puedan arrojar más luz sobre este interesante fenómeno.

JiuJitsu – XIII

De: alexander ojosabiertos.org
Fecha: Jue Nov 11, 2004 5:29 am
Asunto: Jujutsu – Parte XIII xandersukey

Jujutsu

No hay prácticamente duda alguna de que casi todas las principales escuelas de jujutsu, basadas como están en el interesante principo de flexibilidad estratégica (ju), fueron influidas por (cuando no dependían completamente de) la doctrina del haragei. A menudo se practicaban métodos de combate sin armas en las mismas salas y bajo la dirección de exactamente los mismos maestros que enseñaban bujutsu con armas (considerándose los métodos sin armas como artes subsidiarias), permitiendo de este modo las ideas y conceptos de centralización interna, de poder coordinado activador de lo anterior, que fluyeran libremente y fueran adoptados por lo primero.

A principios del siglo xx comenzaron a emerger revelaciones relativas a
estos factores y dimensiones internas del arte, cuando el declive temporal de
la clase militar tras la restauración Meijí habían convertido en un poco
intrascendentes la mayoría de los métodos de combate, ocasionando de este modo
una relajación del paralizante secretismo que la competición entre diferentes
escuelas y clanes había hecho antes imperativo. Fue en aquel tiempo, de hecho,
cuando el señor Kunishige Nobuyuki, un famoso maestro del ryu Shinden Isshin,
ofreció a Harrison una de las presentaciones más sistemáticamente claras e
impresionantes de la importancia estratégica del haragei en el jujutsu, que
Harrison relató en su antes mencionado Fighting Spirit of Japan. Este maestro
comenzó afirmando cuan fundamental era desarrollar la región abdominal de la
anatomía (shita-hara), sutilmente distinguiendo la centralización activa del
hombre de armas (bujín) de la centralización pasiva del hombre contemplativo,
aunque ambos solían desarrollarse inicialmente mediante el ejercicio de
sentarse en meditación (zazen) y de respiración abdominal.

Al señor Kunishige le gustaba relatar con muchas risitas de aprecio la
forma en que muchos años atrás tuvo un conflicto con uno de los sacerdotes de
la secta zen que inculcaba la respiración profunda como una cuestión esencial
concomitante de su sistema de concentración mental, los beneficios de la cual,
por lo que respecta a la misma, ni siquiera el señor Kunishige se hubiera
molestado en negar […] La cuestión importante es que la meditación no es lo
único importante ni el único fin de la existencia mundana, y en relación con
esta fase del sujeto el señor Kunishige y el sacerdotal defensor del zen se
enfrentaron a bofetadas verbales. «Sí», dijo el primero, tras escuchar cortés y
atentamente una larga disquisición de su antagonista sobre las virtudes del
sistema, «que todo él está muy bien siempre y cuando sigas agachándote sobre tu
plataforma de 1 metro por 1 metro sin que nadie te moleste. Allí podemos
desarrollar nuestro shita-hara en proporciones enormes libre de rudas y
sacnlegas interferencias; pero en el momento en que descendemos de nuestra
elevada posición y tropezamos con un bujín que ha desarrollado su shita-hara,
no mediante flexiones constantes sino mediante movimientos constantes, ¿dónde
estamos?» y el señor Kunishige le enseñaba, tal como me había enseñado a mí, la
forma en que mediante un simple contacto con un solo dedo pudo derribarlo. No
hace falta decir que el discípulo sacerdotal de zazen se mostró encolerizado
por este ataque y el modo en que se lo habían ilustrado, partiendo muy enojado
(Harrison).

El objetivo de la forma activa de centralización en jujutsu era
claramente el de coordinar los poderes combativos de los bushi, hasta el punto
de que todos los términos empleados por la doctrina del bujutsu -carentes de
sentido cuando se consideran individualmente- adquieren significado al
fusionarlos. Manuscritos antiguos de jujutsu habían intentado analizar los
factores internos del bujutsu, presentando una lista de términos que iban desde
las capas más internas de la personalidad humana hasta sus elementos físicos o
musculares. Uno de estos intentos es descrito por Mr. Harrison como sigue: «Los
términos técnicos shi, ki y chikara pueden definirse en general como idea,
espíritu y poder. La intención de un hombre de recoger algo es shi; su sumisión
al dictado del shi es ki, y el verdadero manejo del objeto se debe al chikara
que obedece el impulso del ki (Harrison). La primera fusión parecía mezclar la
fuerza interior de la intención, la determinación coordinada (ki), con la
fuerza exterior del sistema muscular (chikara) en casi la misma medida,
convirtiendo de este modo lo uno en complemento de lo otro. Pero el ki se hizo
innegablemente más importante que el chikara en las altas esferas de la
doctrina del jujutsu, porque si se da prioridad al poder (chikara), el
resultado está condenado a ser desventajoso. El poder o fuerza física debe
relagarse a una posición secundaria y hay que esforzarse para ganar experiencia
en el control y empleo del espíritu o de la mente (ki), puesto que, cuando se
consigue, la correcta aplicación de la fuerza se convertirá en espontánea
(Harrison).

Así, también en jujutsu, el problema de diferenciar entre poder muscular
(chikara) -que en el bujutsu con armas aumentaba por las armas y la técnica (los
factores externos del arte )- y la energía intrínseca de volición o voluntad, de
coordinación mental y extensión del ki (los factores internos), fue reconocido y
superado fundiendo las dos esferas. A los factores internos (ki), sin embargo,
se les solía conceder una posición predominante que se hizo más absoluta a
medida que cada arte se fue refinando cada vez más por los esfuerzos de
estudiantes avanzados, expertos y maestros de larga experiencia.

A menudo se observó que un guerrero joven, lleno de la natural
exhuberancia de la juventud pero carente de experiencia, solía confiar mucho en
el poder muscular (chikara); pero este poder externo, dependiente de la plenitud
de la juventud, tendía a desaparecer con el transcurso del tiempo. Por otro
lado, el estudiante que basaba su entrenamiento y estrategia de combate en la
coordinación de sus poderes mentales, activando y controlando de este modo sus
poderes físicos desde dentro, parecía hacerse más fuerte con el paso de los
años o, al menos, mantener una condición de positiva coordinación estratégica
durante un período de tiempo más largo que el primero. Tal como expuso
Kunishige: hombre viejo debe, por lo general, ser inferior a la de un joven que
tenga la misma asiduidad por el Bujutsu, mientras que el bujín veterano (experto
en las artes de combate) experto en el esoterismo del Ju-jutsu siempre puede al
final vencer a su antagonista más joven aun cuando en la lucha esotérica puede
ser derribado una y otra vez (Harrison).

Por esoterismo del jujutsu, los maestros de este principio estratégico
de combate se referían al control del poder coordinado basado en el centro
abdominal de integración. «El estudiante hará bien en entrenar su shira-hara
hasta que haya puesto su ki a su disposición» (Harrison). Este entrenamiento,
como de costumbre, ponía énfasis en la práctica de la respiración abdominal y
en ejercicios activos de coordinación, más que en aquellos ejercicios de
meditación y concentración que Kunishige consideraba demasiado estáticos para
los fines del guerrero.

La pregunta que naturalmente se presenta es: ¿Era el guerrero japonés,
entrenado en los «factores esotéricos del jujutsu» (tal como solían referirse
al haragei en el contexto de este arte), un guerrero tan poderoso como nos
podría hacer creer este interesante principio de combate? La única respuesta
posible a esta pregunta debe basarse en la información recogida en los
documentos y manuscritos de las diversas escuelas de jujutsu, referencias que,
hemos de recordar, han sido calificadas incluso por los investigadores
japoneses como frecuentemente «no fiables», «sectarias», «contradictorias» e
incluso a veces simplemente «ridículas». Por nuestra parte sólo podemos citar
una vez más los relatos personales de Harrison sobre las exhibiciones dadas por
el maestro Kunishige del ryu Shiden Isshin de jujutsu a principios del siglo xx,
tras haber explicado que el poder que iba a desplegar no se basaba en aquel
famoso poder de sugestión empleado por tantos maestros de artes marciales. Este
maestro, heredero de una antigua tradición, procedió entonces a demostrar unos
pocos ejemplos prácticos de haragei aplicados al combate sin armas (anticipando
de este modo otras demostraciones dadas por maestros de artes marciales más
modernas), comenzando con el ejercicio de una postura inamovible que se halla
también en varias formas de la doctrina del aikido.

Kunishige sabía, por supuesto, que era posible hipnotizar a un oponente,
poniéndolo así bajo una forma de control mental. Usando el poder del ki, sin
embargo, los efectos eran más seguros, pensaba, y procedió a demostrarlo
permaneciendo tan quieto e inmóvil como una roca mientras Harrison y uno de los
estudiantes avanzados del maestro intentaban en vano moverlo de la posición que
había asumido sobre la estera -incluso usando cinturones atados alrededor de su
cuello para incrementar la presión. El señor Harrison observó con su usual raro
sentido del humor que Kunishige procedió entonces a arrastrar a los dos hombres
alrededor de la habitación, a pesar de su resistencia, y con apenas ninguna
indicación de tensión o esfuerzo excesivo por parte del maestro.

Puede conjeturarse que quizá tales hazañas eran posibles debido a que un
experto bujín como el maestro Kunishige estaba extremadamente bien desarrolIado muscularmente, como cabe esperar de un hombre que ha pasado la mayor parte de su vida sobre el tatami de una antigua escuela de bujutsu. Pero, tal como comentó Harrison, el maestro, a pesar de su larga experiencia en jujutsu, tenía bastante más de sesenta años y su peso no superaba los 72 kg -un peso que lanzó con éxito contra un sumotori en otra demostración de este mismo poder .

Kenjutsu – parte XII

De: alexander@ojosabiertos.org
Fecha: Jue Nov 11, 2004 5:28 am
Asunto: Kenjutsu – Parte XII xandersukey

Kenjutsu

El arte de la espada dominó la última parte de la historia feudal
japonesa, y durante más de 300 años fue objeto de un intenso estudio y
experimentación. Con el tiempo, se desarrolló una teoría global del poder
coordinado aplicado en la esgrima, una teoría resultante de una adaptación
particular del haragei. Es posible, en efecto, seguir la evolución de los dos
conceptos básicos de centralización abdominal y de extensión coordinada de la
energía intrínseca o interior en los documentos de esta especialización del
bujutsu (que hizo famosos a ciertos hombres en todo el Japón por su habilidad
con la katana y/o su habilidad como maestros de kenjutsu).

Una diferenciación básica, lamentable pero inevitable, fue hecha por los
antiguos maestros de esgrima entre los factores externos e internos de la
especialización. Entre los primeros factores, por ejemplo, encontramos armas,
técnicas, posturas y todos los «detalles prácticos, como el que llamamos las
cinco maneras de poner el cuerpo, designadas cada una de ellas por un carácter
(chino»> (Suzuki). Estos factores, eran las características externas que
diferenciaban el estilo de una escuela de los de todas las demás escuelas de
kenjutsu. Entre los factores internos de esgrima ortodoxa descubrimos aquella
independencia de pensamiento que permitió el desarrollo de las técnicas y su
libre flujo, sin obstáculos ni interrupciones paralizantes, es decir, del
inconsciente, en plena potencia.
Hubo evidentemente escuelas de kenjutsu que se sobre especializaron asignando
mayor importancia a una clase de factores, con lo cual minimizaban o negligían
casi completamente la importancia de otra clase o grupo de factores. De hecho,
uno de los mayores teóricos del kenjutsu, el monje Takuan, reaccionando quizá
contra una tendencia común de poner un énfasis indebido en los factores
externos del kenjutsu (es decir, sobre el arma y sus técnicas), lanzó la
advertencia de que «el conocimiento técnico no es suficiente. Debe trascenderse
la técnica de modo que el arte se convierta en un arte natural, que emane del
inconsciente» (Suzuki). Pero, al mismo tiempo, lanzó repetidamente advertencias
contra poner un énfasis indebido sobre factores internos del kenjutsu. «El
entrenamiento detallado de la técnica», escribió, no debía «descuidarse»,
puesto que el conocimiento solamente de los factores internos de la esgrima «no
podía conducir al dominio de los movimientos del cuerpo y de las extremidades…
Hay que comprender el principio de espiritualidad (esto se consigue sin
palabras) pero al mismo hay que entrenarse en la técnica de la esgrima»
(Suzuki).
Tal como implica el consejo de Takuan a sus discípulos, hubo evidentemente
muchas escuelas de esgrima cuyos adeptos ponían énfasis en un grado exagerado
en los factores internos del combate, que iba desde lo físico o espiritual
hasta el puro mesmerismo y la prestidigitación. Respecto a esta última
interpretación de los factores internos del arte, nos hemos encontrado ya con
el ninjutsu , un arte que dependía en gran medida de la teoría y de la práctica
de técnicas esotéricas de lo que hubieran sido considerados como ejemplos de
magia negra, brujería o hechicería en la Europa medieval.

En su excelente trabajo The Fighting Spirit of Japan, Harrison escribió
que, según muchos de los maestros de bujutsu con los que habló a principios del
siglo xx, los guerreros que usaban «fuerzas hipnóticas, mesmerizantes u
odílicas» en combate no eran raros. De uno de éstos se dijo incluso que no
había «experimentado ninguna dificultad» para derrotar al famoso Miyamoto
Musashi «con nada más formidable que un ordinario abanico de papel» (Harrison).
Era (y todavía es hoy) extremadamente difícil concretar dónde está la línea que
separa los trucos o la prestidigitación del verdadero poder y estabilidad
mental, la pura sugestión del genuino coraje y energía, la ilusión de la cruda
realidad. Pero está claro que de los bushi -por limitados que fueran en su
imaginación ética y en su libertad de elección dentro del sistema- generalmente
se esperaba que se abstuvieran de usar la primera categoría de tácticas, que
eran consideradas fraudulentas e indignas de cualquier guerrero consciente de
su dignidad. Por consiguiente, dejaremos sin respuesta esos poderes esotéricos
basados en la capacidad de un hombre para nublar la mente de otro hombre.
Nuestra principal preocupación aquí es explorar la evolución doctrinaria de
estos poderes internos que permiten a un hombre enfrentarse a un espadachín
diestro y mentalmente independiente, conservando la calma, preparado para
luchar (y, además, luchar bien) con coraje y poder igual al exhibido por su
oponente.

En opinión de Takuan (uno de los puntos de vista sobre el tema más
equilibrado e integrador), los factores interiores y exteriores de la esgrima
debían considerarse como «las dos ruedas de un carro», y, en consecuencia, el
entrenamiento en el arte «nunca debía ser de un solo lado» (Suzuki). No
obstante, es incuestionablemente cierto que virtualmente todos los maestros de
kenjutsu reconocieron la importancia primordial de la independencia mental en
el control del combate. Además, todos ellos ponían de relieve que la mente
debía estar libre de cualquier atadura, cualquiera que fuese su fuente y
naturaleza, si se quería ejercer el control con éxito. Por encima de todo, la
mente debía apartarse de la perturbadora influencia de las circunstancias
«externas» del combate, tales como las armas empleadas, puesto que «cuando la
mente se ocupa de la espada nos convertimos en nuestro propio cautivo. Esto se
debe a que nuestra mente se ve frenada por algo externo ya que pierde su
dominio» (Suzuki). No se debe permitir que las actitudes, los gestos o las
técnicas influyan o limiten la independencia de la mente. «En el caso de la
esgrima, por ejemplo, cuando el oponente intenta golpearnos, nuestros ojos
atrapan instantáneamente el movimiento de su espada y puede que nos esforcemos
por seguirla. Pero tan pronto como ocurre esto, dejamos de ser dueños de
nosotros mismos y con seguridad seremos batidos. A esto se le llama “pararse”»
(Suzuki).

Estas observaciones fueron repetidas en crónicas de otras artes
marciales, incluso de las desarmadas. El legendario Iso, del ryu Tenjin-Shinyo
de jujutsu, dicen que había escrito en un manual de instrucción para esa
escuela: «si nos ponemos una armadura y llevamos otras armas militares, no
dejemos que nos influyan, puesto que estas “cosas” no son más que apariencias»
(Judo, Kodokan, Spring, 1951). En un estudio más moderno de kenjutsu, otro
autor parece estar de acuerdo e incluso cita a un maestro del arte sugiriendo
un método para situar las cosas en perspectiva: «Pensad demasiado en la espada
y perderéis de vista el fin. Quizás entenderéis esto (con mayor facilidad) si
véis la esgrima sin espada, dijo» (Gluck). En un kenjutsu clásico, por ejemplo,
un discípulo fue firmemente censurado por su maestro por mostrar íra y caer así
directamente en la trampa de un oponente (Durckheim).

Esta independencia mental y su estabilidad concomitante al enfrentarse
al combate, con todas sus implicaciones externas e internas, se consideraban la
base de la conciencia general y de la claridad de percepción, que eran, por sí
mismas, expresiones de control sobre el combate porque permitían a un hombre
anticipar un hecho estratégico o hacerle frente como si realmente estuviera
produciéndose.

Un claro ejemplo del primer tipo de percepción preventiva (es decir,
mediante la conciencia de un ataque inmediato) lo ofrece el siguiente episodio
del Gekken Sodai. Un famoso maestro de kenjutsu estaba descansando en su jardín
con uno de sus estudiantes, que llevaba una espada. Viendo a su maestro relajado
e inmerso en una contemplación ociosa, el muchacho pensó en lo fácil que sería
lanzar un ataque por sorpresa (usando una técnica de iajutsu) antes de que su
maestro ni siquiera se diese cuenta de lo que estaba ocurriendo. En ese
momento, el maestro levantó la mirada con el ceño fruncido. Todavía con el ceño
fruncido, se puso en pie y comenzó a investigar el terreno, mirando detrás de
los árboles y matorrales como si esperase encontrar a un enemigo acechando
allí. No hallando a nadie, se fue inquietando cada vez más y al final se retiró
a su habitación, donde, ante las ansiosas preguntas de sus estudiantes, replicó
que, debido a su largo adiestramiento y variadas experiencias en el bujutsu,
generalmente podía percibir un ataque inmediato o un aire mortífero antes de
que dicho ataque se materializara realmente. Aquel día, en el jardín, había
«percibido» ese aire, pero no había ocurrido nada y no parecía haber nadie en
los alrededores con excepción de su alumno. Sólo cuando el estudiante le
explicó que había sido él quien había pensado que había una abertura para
lanzar un ataque efectivo contra su maestro, este último se relajó y recuperó
su compostura. El maestro había percibido la intención agresiva del alumno, aun
cuando no había habido ningún movimiento o señal abierta por parte del muchacho.

Episodios que ilustran casos de. alerta preventiva tales como el antes
relatado son tan numerosos en la literatura del Japón que han llegado hasta las
modernas películas chambara que ilustran aquellos tiempos épicos. En un clásico
film japonés que ganó el aplauso internacional (Los siete samurai, de
Kurosawa), es interesante observar que precisamente esta profundidad y alcance
de alerta y percepción fue desplegado por el líder de los guerreros en sus
esfuerzos por distinguir a un verdadero samurai de los muchos falsos ronín que
atestaban las carreteras en aquellos días. La prueba que inventó era sencilla:
se situaba a un hombre armado con un palo detrás de la puerta por donde los
candidatos iban a entrar .De los siete guerreros sin señor invitados a cruzar
el umbral, sólo uno (de origen campesino y, por tanto, que no era un legítimo
miembro de la clase militar, ni versado en haragel’) no adoptó medidas de
precaución habituales y que se adoptaban automáticamente bajo tales
circunstancias. Él (el campesino) fue el único atrapado estando desprevenido y
que, por supuesto, recibió de lleno un golpe en la cabeza. En otra importante
película que trataba del Japón feudal, exhibida en los Estados Unidos bajo el
título Hara-kiri, un hombre dispuesto a vengar el injusto suicidio de su yerno
(injusto porque había sido forzado y brutalmente ejecu- tado) espera a su
primera víctima y comienza a seguirlo. Casi automáticamente, el último percibe
una amenaza (aunque no se ha dado todavía una clara indicación de hostilidad),
y se prepara para el combate.

Se ha desarrollado una teoría completa sobre este tipo de alerta, basada
y derivada de la centralización interior en el hara, el único centro capaz de
asegurar la necesaria claridad y profundidad de percepción. Esta teoría ha
llegado hasta la era moderna y hasta el hemisferio occidental en los valiosos
escritos de Durckheim, autor de uno de los estudios más agudos sobre el hara.
Al respecto, cuenta la historia de un potencial agresor que es «detectado» por
su víctima y, por consiguiente, no ataca, siendo el intercambio de información
y de percepción de un hombre a otro automático y muy preciso, aunque ninguno de
los dos mira al otro ni da ninguna indicación de que se haya hecho contacto.

No es una cuestión de «sensaciones», sino de percibir la realidad y los
hechos reales; no es una cuestión de una repentina y efímera intuición, sino de
un tipo de antena que siempre está disponible para el que la adquiere. Ocurre
asimismo que, donde se ha desarrollado el haragei, no sólo hay una receptividad
sino también una fuerza activa. El adepto del haragei no es sólo un receptor
ultrasensible, sino también un igualmente poderoso transmisor. (Durckheim)

Respecto a la percepción, el haragei como teoría usa las famosas
imágenes de mizu-no-kokoro y tsuki-no-kokoro para visualizar el tipo de actitud
mental que se debe desarrollar si uno quiere enfrentarse a la vida ya cada uno
de sus problemas en particular, o en general. Mizu-no-kokoro significa
literalmente «un espíritu como el agua tranquila», e indica ese tipo de mente
tan uniformemente tranquila como la superficie lisa de un lago que refleja
claramente todo lo existente o que se mueve en los alrededores, sin poner un
énfasis indebido sobre nada en particular. Pero si el viento sopla sobre esta
superficie, estos nítidos reflejos se dispersan en innumerables fragmentos que
distorsionan la imagen original y confunden el conjunto. Tsuki-no-kokoro, por
otro lado, significa «un espíritu tranquilo como la luna» y representa una
actitud desapasionada hacia todas las cosas, como la luna que brilla sobre todo
con imparcialidad y que es por tanto «consciente» de la totalidad del paisaje en
general, así como de sus distintos detalles. Pero si pasa una nube entre la luna
y la tierra, todo se oscurece; el paisaje se vuelve tenebroso, sombrío y con
frecuencia estremecedor.
En ambas imágenes la idea central es: la mente puede percibir y evaluar lo
general y lo particular, lo más lejano y lo más próximo con total
independencia, únicamente si está centralizada y por tanto protegida de las
distracciones o perturbaciones de cualquier tipo. Por tanto, de acuerdo con la
mayoría de los maestros de kenjutsu, esta percepción general de la realidad
expresada mediante la imagen de la luna (tsuki) incluiría también una
percepción especializada de los detalles significativos, de los elementos
particulares importantes del combate, del mismo modo que las ramas individuales
de un árbol que crece junto a un lago se reflejarían en sus aguas tranquilas
(mizu).

Tal como se ha observado antes, esta capacidad de la mente para
concentrar todo su poder de percepción sobre un solo objeto, permaneciendo al
mismo tiempo consciente de los elementos que lo rodean, fue usada por doctrinas
antiguas de desarrollo y liberación final en la India, China, Tíbet y Japón,
como técnica para liberar la mente de cualquier dependencia sobre la diversidad
multiforme y confusa de los fenómenos en la realidad del hombre.

El primer paso, en consecuencia, era disciplinar y concentrar los poderes
mentales de la persona a fin de conseguir un primer nivel de independencia, paz
y armonía, el necesario preludio para seguir explorando la esencia social y
cósmica de la realidad, en una serie de expansiones progresivas de la
personalidad humana. Esta técnica de concentración se convirtió en un arte en
la escuela budista de pensamiento que tomó su nombre del método usado para
alcanzar y perfeccionar tal concentración de la conciencia en un solo punto,
conociéndose las escuelas de meditación en la India como Dhyana, en China como
Ch’an ven Jadon como Zen. Naturalmente. un énfasis excesivo sobre la
concentración, tal como se ha dicho antes, podría convertirse en una aberración
cuando se intepretaba (como sucedió a menudo) en un sentido absoluto y como un
fin en y para sí mismo. En tales casos, la mente del hombre sería capturada y
quedaría congelada en una situación de dependencia total sobre el objeto
percibido, hasta la exclusión absoluta de todos los demás elementos existentes
en esa realidad.

Para los maestros de bujutsu, sin embargo, esta intensa percepción del
único elemento y factor significativo del combate, conseguida mediante las
disciplinas de concentración y meditación, era considerada como un requisito
básico del arte del kenjutsu.
La mente debía estar preparada para percibir, por ejemplo, un árbol entero,
para obsevar con una intensa claridad una sola hoja entre las muchas existentes
en sus ramas, manteniendo al mismo tiempo una percepción de todas las demás,
cada una de ellas de forma clara y precisa, pero sin dejarse capturar ni
distraer por ninguna. Estas ideas relativas a la sucesión rápida de
percepciones concretas unidas unas a otras mediante la percepción general del
bushi de la totalidad, su concentración sobre el detalle inmediato a mano,
mientras mantenía simultáneamente su percepción de todas las demás, fueron las
bases metodológicas de muchas escuelas de kenjutsu, así como de todas las
mejores escuelas de bujutsu en general.
Ayudan a explicar la fama de tales escuelas como el ryu Koto-Eiri, cuyos
cánones de combate contra un grupo de oponentes más que contra un solo
espadachín han figurado de modo destacado en algunas de las mejores películas
japonesas de los años sesenta, incluidos Yojimbo, Sanjuro y Hara-kiri, donde el
héroe, con una increíble velocidad, procede a eliminar (o a defenderse contra)
espadachines y lanceros que convergían sobre él desde todos los lados. Siglos
atrás, Takuan escribió: Supongamos que hay diez hombres que se te enfrentan,
dispuestos a atacarte sucesivamente con una espada. Tan pronto como te hayas
librado de uno debes pasar al siguiente sin dejar que la mente se «detenga» en
ninguno. Por mucha que sea la rapidez con que un golpe puéda seguir a otro, no
hay que dejar tiempo para intervenir entre los dos. De este modo te ocuparás
sucesivamente y con éxito de cada uno de los diez. Esto sólo es posible cuando
la mente se mueve de un objeto a otro sin dejarse «detener> o parar por nada.
(Suzuki)

Este tipo de independencia mental en medio de los enemigos en
convergencia era todavía más efectiva al enfrentarse con un solo oponente, por
supuesto. En este contexto, Takuan especificó: Sin duda vemos la espada que
está a punto de golpearnos, pero no debemos dejar que nuestra mente se
«detenga» allí. No hemos de albergar ninguna intención de contraatacar en
respuesta a su movimiento amenazador, ni abrigar ningún tipo de pensamiento
calculador. Simplemente debemos percibir el movimiento del oponente, sin dejar
que nuestra mente se «pare» con ello, tenemos que seguir moviéndonos tal como
lo estábamos haciendo. (Suzuki)

El principio de independencia mental llegó a un punto culminante
especial en la teoría y en la práctica del kenjutsu con la eliminación del
obstáculo más humano y paralizante de la fluidez de la acción: la preocupación
subjetiva por la propia supervivencia. Desde hacía tiempo se sabía, por
supuesto, que un hombre que, mediante un entrenamiento disciplinado, hubiera
renunciado a cualquier deseo o esperanza de supervivencia y tuviese un solo
objetivo -la destrucción de su enemigo- podía ser un terrible oponente y un
luchador verdaderamente formidable que no pidiera ni diese cuartel una vez
hubiese desenvainado su arma. De este modo, un hombre aparentemente ordinario
que, por la fuerza de las circunstancias más que por la profesión, se hubiese
visto en la situación de tener que tomar una decisión desesperada, podía ser
peligroso incluso para un diestro maestro de esgrima.

Un episodio famoso, por ejemplo, es el de un maestro de esgrima al que un
superior le había pedido que le entregase un sirviente culpable de una ofensa
punible mediante la muerte. Este maestro, deseando probar una teoría propia
relativa al poder de esa condición que llamaremos «desesperación», desafió al
hombre condenado a un duelo. Sabiendo perfectamente lo irrevocable de su
sentencia, al sirviente ya no le importaba ni mucho menos tener cuidado, y el
duelo que siguió demostró que incluso un diestro espadachín y maestro del arte
puede verse en grandes dificultades al enfrentarse con un hombre que, debido a
su aceptación de la muerte inminente, puede ir hasta el límite (e incluso más
allá) en su estrategia, sin una sola vacilación o consideración que pudiera
distraerle. El sirviente, en efecto, luchó como un hombre poseído, forzando a
su maestro a retroceder hasta que su espada se halló casi contra la pared. Al
final el maestro tuvo que derribarlo en un último esfuerzo, cuando la propia
desesperación del maestro le facilitó la plena coordinación de su coraje,
habilidad y determinación (Suzuki).

Esta combatividad tan intensa y determinada en un sirviente de un
espadachín puede que no sea tan sorprendente, puesto que es concebible que un
hombre así pueda haber aprendido cómo manejar una espada como resultado de una
continua exposición a las enseñanzas de su maestro. Pero una concentración de
un tipo tan especializado y total decían que producía la misma fanática
determinación y reacción sin temor en hombres de paz que se habían entrenado y
que se habían formado con los distintos cultos de no violencia, tranquilidad,
contemplación y similares.

Al respecto, la doctrina del kenjutsu contiene el interesante episodio del
maestro del té del señor Yamanouchi de la provincia de Tosa, que se había visto
forzado por las insistentes peticiones de su señor a abandonar el tranquilo
castillo de Tosa y seguir a su maestro a Edo, donde, evidentemente, el señor
Yamanouchi deseaba mostrar la destreza de su sirviente en la ejecución del
cha-no-yu. En Edo, un día, el pacífico maestro del té (que no era de rango
samurai, aunque debido al protoco tenía que vestirse como si lo fuera) tuvo un
encuentro que había esperado y temido desde que se había ido de casa: se
encontró a un ronín que le desafió a un duelo. El maestro del té explicó cuál
era su estatus, pero el ronín, esperando sacar dinero a su víctima, continuó
amenazándolo.
Pagar para que le dejase tranquilo hubiera supuesto, para el maestro del té,
para su señor y para su clan una acción deshonrosa. La única alternativa era
aceptar el desafío. Una vez se hubo resignado a morir, el maestro del té solo
deseaba morir de una manera propia de un samurai. Por consiguiente pidió
permiso a su oponente para posponer el encuentro y luego se precipitó hacia una
escuela de esgrima que había visto cerca de allí, esperando recibir al menos la
información básica que precisaba, es decir, los rudimentos para morir
honorablemente a espada. Sin una carta de presentación, solía ser difícil
lograr ser recibido por el maestro de una escuela, pero, en este caso, incluso
los porteros no pudieron evitar darse cuenta de lo seriamente trastornado que
estaba el maestro del té, y se quedaron finalmente impresionados por la
desesperada urgencia con la que suplicaba que se le permitiera entrar.
Al fin fue presentado al maestro, quien, habiendo escuchado atentamente la
historia, pidió que el maestro del té le sirviese un poco de té a él antes de
aprender el arte de morir. Contemplando cómo representaba la ceremonia del té
con una total concentración y serenidad mental, la continuación de la historia
es que el maestro de esgrima, en un determinado momento, «se golpeó la rodilla,
una señal de absoluta aprobación, y exclamó»: ¡Eso es! ¡No necesitas aprender el
arte de morir!

El estado mental en el que estás ahora es suficiente para hacer frente a
cualquier espadachín. Cuando veas al ronín proscrito, haz lo siguiente:
primero, piensa que vas a servir té a un invitado. Salúdale cortesmente,
disculpándote por el retraso, y dile que ahora ya estás preparado para el
enfrentamiento. Quítate el haori (el abrigo ), dóblalo cuidadosamente, y luego
pon tu abanico sobre el mismo tal como lo haces cuando trabajas. Ahora átate la
cabeza con el tenugui (toalla), átate las mangas arremangadas con la cuerda y
recoge tu hakama (falda partida). Desenvaina la espada, levántala por encima de
tu cabeza, listo para golpear con ella a tu oponente, y, cerrando los ojos,
concentra tus pensamientos para un combate. Cuando le oigas lanzar un grito,
golpéalo con tu espada. Probablemente acabaréis muriendo los dos (Suzuki).

Dando profusamente las gracias al espadachín, el maestro del té regresó
a donde había dejado al ronín, se preparó y esperó. El ronín vió «una persona
totalmente distinta» y «pidió al maestro del té perdón por su ruda
exigencia…abandonando el campo apresuradamente» (Suzuki).

Episodios como el anterior y otros contados frecuentemente por
investigadores del kenjutsu nos traen a la memoria los ejemplos de
comportamiento extraordinario bajo circunstancias de gran tensión que se
mencionan en las doctrinas de otras artes marciales. En aikido, por ejemplo,
hay numerosas ilustraciones del concepto de perfecta fusión de toda la
personalidad y de todos sus poderes (físicos, funcionales, psicológicos, etc.)
al intentar resolver cualquier problema. Tal concentración y determinación
totales, en sus formas extremas, se parecen a la fija intensidad del fanático o
incluso, tal como lo exponían algunos maestros de kenjutsu, del «hombre loco»
(Suzuki).

El haragei proporcionó a los maestros de kenjutsu el concepto de
centralización interior en el hara, y con el concepto de extensión de la
energía vital o coordinada (ki) procedente de este centro que, cuando se
adaptaba adecuadamente a los propósitos de su arte de la espada, podía ayudar a
desarrollar aquellas cualidades de independencia mental, alerta general,
intensidad de percepción y acciones poderosas no debilitadas de las que depende
la efectividad del combate. Yamaoka Tesshu, un gran maestro de kenjutsu,
aconsejaba: No fijar la mente en la actitud adoptada por el rival ni fijarla
tampoco en nuestra propia actitud ni en nuestra propia espada. Por el
contrario, fijemos la mente en nuestro saika-tan-den (esa parte del vientre
situada debajo el ombligo) y no pensemos ni en dar un golpe a nuestro oponente
ni en recibir un golpe del mismo. Descartemos todas las ideas específicas y
lancémonos al ataque en el momento en que veamos a nuestro enemigo en el acto
de blandir su espada sobre su cabeza (Harrison).

Una dedicación igualmente clara a la teoría ya la práctica del haragei
como prerrequisito interior del kenjutsu es evidente en los escritos de Adachi
Masahiro, quien es considerado como el fundador del ryu Shimbu. Este maestro
comenzó sus Essentials of Swordsmanship ( Heijutsu Yokun, 1790) reconociendo
que tanto la «técnica» como «el entrenamiento psíquico» eran esenciales y que
el último consistía principalmente en estar «tranquilo y no alterado en lo más
mínimo» al enfrentarse en combate a un enemigo. Especificó además que el
espadachín «debe tener la sensación de que no está ocurriendo nada
extraordinario.
Al avanzar, sus pasos son firmes en el suelo, y sus ojos no brillan fijos sobre
el enemigo como puede ocurrir con los de los locos. Su comportamiento no es en
nada distinto al de su comportamiento cotidiano. En su expresión no se produce
ningún cambio» (Suzuki). ¿Cómo se puede desarrollar esta actitud? El haragei
facilitó la respuesta. Según Adachi Masahiro, «ser capaz de actuar de este
modo, cuando el espadachín se enfrenta a su oponente y cuando su vida está en
juego en cada movimiento, significa que el espadachín debe haber logrado
“inmovilizar la mente”. Hablando fisiológicamente (tal como se dice hoy en día)
debe haberse entrenado la conciencia en el mantenimiento de su kokoro bien abajo
en la región abdominal» (Suzuki). ,

Sin embargo, muchos maestros de kenjutsu comprendieron muy claramente
que una concentración absoluta sobre el hara (evidentemente una situación muy
común) podía producir un robot luchador pero no necesariamente un buen
espadachín, ni mucho menos un excelente espadachín. Takuan, ese gran
«integrador» del kenjutsu, no veía ninguna diferencia entre una exagerada
concentración en los detalles externos (contra lo cual advertían muchos
maestros de kenjutsu) y una concentración exagerada en el hara (que muchos de
estos maestros a menudo parecían defender). Volviendo en sus escritos a las
fuentes antiguas de haragei asociadas con el budismo en la versión japonesa del
zen, se extendió sobre las estrechas interpretaciones de los eruditos japoneses,
repitiendo la vieja verdad de que «al Zen no le gusta la parcialización o
localización» y que, en consecuencia, era un error interpretar el haragei de un
modo tan especializado que la mente era mantenida «prisionera en la región
inferior del abdomen», puesto que tal «encarcelamiento» impediría a la mente
«operar en ningún otro sitio» (Suzuki).

Para Takuan -y un escaso número de otros maestros claramente más
alejados de una dimensión tan mutilada y especializada del kenjutsu pensado
solamente como un arte de combate- el haragei ‘ tenía, por supuesto, una
importancia reconocible durante las fases iniciales del entrenamiento puesto
que ayudaba al alumno a disciplinarse contra la tendencia humana a caer presa
de las emociones, sugestiones, impresiones y similares. Pero poco después de
que la «mente propensa a huir» se estabilizaba y unificaba, Takuan decía que
«la cuestión no es localizar la mente en ningún sitio sino dejar que llene todo
el cuerpo, dejar que fluya por la totalidad de nuestro ser». La mente (de
acuerdo con su naturaleza) debe tener libertad para ejercer sus funciones. «Sin
obstáculos ni inhibiciones», puede «enfrentarse con el oponente cuando se mueve
tratando de golpearnos. Cuando necesitamos nuestras manos, ellas están allí
para responder a nuestras órdenes. Con nuestras piernas, lo mismo.» En
síntesis, la mente «debe dejarse sola, totalmente libre para moverse de acuerdo
con su propia naturaleza» (Suzuki).

El logro de este estado de libertad mental era, en efecto, el «fin del
entrenamiento espiritual», por encima y más allá de los estrechos confines de
la especialización, que, en el caso de los bushi, era de naturaleza profesional
y rígidamente militar .

Aparentemente, Takuan estaba imaginando a una persona más global que un mero
guerrero -una personalidad que se siente a gusto no sólo en la dimensión
militar de la existencia sino «en cualquier otro sitio». Así, Takuan parece
estar sustancialmente de acuerdo con otro gran maestro de la escuela zen en el
siglo XVI, Dokyo Etan (1641-1721), conocido entre los bushi como el «viejo
caballero» (shoju ronín). Este maestro podía neutralizar hábilmente ataques con
espadas usando un abanico, con independencia de la «técnica» usada por el
espadachín, debido, se creía, al hecho de que el «correcto conocimiento» de la
existencia, tal como se enseña en el budismo (magga, el primero del óctuple
camino) era universal y podía aplicarse a cualquier arte humano, incluido el
kenjutsu. Pero, a este nivel, el haragei emerge de la dimensión militar del
bujutsu y se expande hacia ios reinos de la «centralización» espiritual, que,
debido a su complejidad, no se pueden explorar adecuadamente en un estudio
general de las artes marciales.

En cuanto a las técnicas o métodos de entrenamiento particulares
desarrollados y adoptados por las diversas escuelas de kenjutsu a fin de ayudar
a desarrollar este tipo de centralización interior que puede segurar un cierto
grado de control sobre el yo, hallamos, en la doctrina de este arte de combate,
muchas referencias directas así como oblicuas a las técnicas de introspección
usadas en los monasterios y otros centros de mejora espiritual donde se
perseguían austeramente los objetivos del budismo y del taoísmo. Las técnicas
de una secta concreta (zen) parecen haber sido las preferidas para los bushi,
quienes, tal como se ha visto antes, la convirtieron en la «religión» de su
profesión.

Las técnicas de meditación y concentración en la postura inmóvil conocida como
zazen deben haber sido (tal como son todavía en general) predominantes; esto es
válido también para los varios métodos de respiración abdominal, uno de los
cuales es descrito por Takuan en su Kitsu Yoshu, donde también pone de relieve
la estrecha relación entre el budismo zen y el kenjutsu: «Munen mushin
(literalmente, “sin idea y sin mente”), ése es el nombre del Buda. Cuando
abrimos la boca de par en par para expulsar el aire obtenemos na, y cuando la
cerramos para inhalar obtenemos mu.
Cuando abrimos la boca conseguimos a, y cuando la cerramos conseguimos mi.
Cuando volvemos a abrir la boca obtenemos da y cuando la volvemos a cerrar
obtenemos butsu. Así, las exhalaciones e inhalaciones repetidas tres veces
equivalen a la invocación budista “namu amida butsu ” que es simbólico de las
letras a y um. El sonido a se produce abriendo la boca y el sonido um
cerrándola. Por consiguiente, puede decirse que en el estado de ausencia total
de mente (munen mushi) estamos repitiendo siempre el nombre de Buda, aunque no
lo pronunciemos en voz alta». Así se verá que el secreto del budismo se encarna
en a y um, es decir, el arte de regulación de la propia respiración (Harrison).

No obstante, con el fin de ser fluidas y poderosamente efectivas en
combate, las técnicas estáticas de meditación, concentración y respiración
abdominal en la postura zazen debe necesariamente haberse modificado a fin de
aplicar poder centralizado a las circunstancias dramáticas y azarosas de un
enfrentamiento armado (en este caso, con espadas). Muy pocas de estas técnicas
dinámicas de haragei en acción sobrevivieron a la era feudal, o si llegaron a
las escuelas modernas de kenjutsu o kendo, se hacían públicas de tal modo que
resultaban comprensibles para el profano, aunque algo oscurecidas por las
representaciones poéticas del intuitivo enfoque japonés de la instrucción. Los
ecos de las advertencias dadas por antiguos maestros de kenjutsu a sus
estudiantes son apenas discernibles en el arte moderno del aikido, que, más
abiertamente que muchos otros, reconoce su deuda con la teoría y la práctica
del kenjutsu antiguo y, también más que la mayoría, recomienda que sus
estudiantes actúen en combate con la mente y el cuerpo completamente unificados
mediante el hara, derramando su poder coordinado (ki) en todo momento,
canalizando su fuerza a lo largo de modelos circulares y espirales de guía y
control ideados y usados sistemáticamente por los mejores maestros de esgrima
del Japón feudal.

Bujutsu XI – KyuJutsu

De: alexander ojosabiertos.org
Fecha: Jue Nov 11, 2004 5:24 am
Asunto: Kyujutsu – Parte XI xandersukey

Kyujutsu

En esta especialización tradicional del bujutsu, las cualidades
siguientes eran consideradas de importancia fundamental por los maestros del
arte: independencia de visión, abarcando un campo lo más vasto posible; una
aguda percepción de los detalles significativos, sin distraer la atención por
culpa del miedo o de la confusión, y potencia para tensar el enorme arco, para
controlar el disparo de la flecha y su trayectoria hacia el objetivo. Respecto
a los dos primeros requisitos, la doctrina del kyujutsu hacía una clara
distinción entre la idea de apuntar hacia un objetivo (monomi) y la de
concentrarse y estabilizar la mirada (mikomi); en el vocabulario de este arte,
la concentración y la estabilización eran generales y difusas, mientras que la
acción de apuntar era específica. El arquero debía ser capaz de agrandar o
empequeñecer su campo de visión y atención a voluntad, a fin de ser consciente
y poder controlar su ambiente como un todo. Al mismo tiempo, debía poder
percibir una sombra particular acechando en su vecindad, o incluso un solo
pequeño tintineo en la armadura de un enemigo al galope cargando hacia sus
líneas en el campo de batalla.

En este contexto, el arte del tiro con arco se dotaba de doctrinas relativas al
control mental que ya eran antiguas cuando llegaron al Japón desde la India
junto con los primeros manuales de budismo. Los japoneses sabían de memoria la
historia de Arjuna el arquero, por ejemplo. Invitados a un torneo en que se
ponía a prueba la habilidad en el tiro con arco haciendo que los arqueros
apuntaran al ojo de un pescado de madera pintado y puesto en lo alto de un
palo, un maestro les pedía a muchos participantes, antes de lanzar sus flechas,
que dijeran qué es lo que veían. Con una excepción, todos respondieron, «un
pescado». Arjuna replicó que él veía solamente el «ojo» del pescado, y, como
sería de esperar, sólo acertó él en el objetivo. Para desarrollar esta
capacidad para ver claramente la totalidad y todas sus partes, el kyujutsu
hacía un uso abundante del haragei, «este arte del vientre que corre a través
de todas las artes del Japón y cuyo dominio es una condición sine que non en
cada uno de ellos» (Acker,).

Los ejercicios de meditación y concentración abdominal, ejecutados a
menudo por arqueros en las mismas salas monásticas donde los líderes
espirituales empleaban aquellos mismos ejercicios para otros fines, tales como
la iluminación mística (satori), eran costumbre en el Japón feudal. Dicho
entrenamiento tenía como intención producir un guerrero que pudiera lanzar
tranquila e inexorablemente todas sus flechas contra enemigos seleccionados,
incluso en medio del clamor de la batalla, o cuando se enfrentaba a una horda
de enemigos a caballo echándosele encima.

Respecto a la potencia usada por los expertos de kyujutsu en el manejo
de sus poderosos arcos, incluso los manuales más modernos que tratan de este
arte no pueden evitar mencionar el concepto de ki (a menudo utilizando la más
arcaica y autoritaria denominación china, ch’i). Acker, que escribió una breve
introducción sobre el tiro con arco japonés, se refiere a esta energía
«nerviosa» o «plástica» que «corre por nuestros nervios desde una parte del
cuerpo hasta la otra como la electricidad a lo largo de un cable» (Acker). Esta
energía, para la cual es difícil encontrar una definición exacta en la lengua
inglesa, puede presumiblemente desarrollarse mediante unos ejercicios
apropiados para usarla con eficacia en el kyujutsu.

«La «respiración sistemática», centrada en el hara, era considerada naturalmente
el ejercicio «más poderoso de todos» (Acker) puesto que la relación entre la
energía del ki y el aire de la respiración, ese «señor de la fuerza» (Smith),
era considerada como una identidad sustancial. Incluso hoy, a los practicantes
de la moderna derivación del kyujutsu conocida como «el camino del arco y la
flecha» (kyudo) se les enseña la importancia primordial de la respiración
abdominal en el desarrollo de la potencia.

Este ejercicio, nos dice Murakami Hisahi, se llama ikiai, añadiendo que «cada
acción (en kyudo) debe sincronizarse con el ritmo de la centralización
abdominal como prerrequisito para la extensión del cuerpo en plena coordinación
de la intención con la acción, de la voluntad con la respiración, y de ambas con
cada movimiento en la práctica del tiro con arco, desde el tensado del arco y el
disparo de la flecha, hasta la proyección mental que debe acompañar a la flecha
hasta su objetivo. De este modo la coordinación física y mental del tiro con
arco, hoy como ayer, da la vuelta completa regresando al haragei, el arte de la
centralización abdominal sin el cual, en Japón, la coordinación se considera
inconcebible en teoría e inalcanzable en la práctica.

Bujutsu X – Bujutsu y Haragei

De: alexander@ojosabiertos.org
Fecha: Jue Nov 11, 2004 5:23 am
Asunto: El haragei en especializaciones antiguas de bujutsu – Parte X xandersukey

El haragei en especializaciones antiguas de bujutsu

El concepto de centralización (hara), en su forma activa de extensión
del poder centralizado (ki) encarnado en la doctrina del haragei, impregnó y
fue absorbido en la corriente principal de las antiguas escuelas de bujutsu,
cuyos maestros sagazmente adivinaron las poderosas posibilidades de la
aplicación de esta doctrina a sus varias especializaciones.

La visión de monjes, tales como los del monte Hiei, saltando hacia una
muerte ardiente sin un momento de vacilación había impresionado a los bushi.
Este tipo de coraje y dedicación a un ideal atraía al guerrero japonés, puesto
que la violenta naturaleza de su profesión exigía que estuviese siempre alerta
en lo concerniente a las formas en que pudiera mejorar sus poderes de
concentración va los métodos que le ayudasen a asegurar una tranquila mente
independiente, y por tanto una capacidad de juicio equilibrada, cuando se
comprometía en la turbulenta realidad del combate. De hecho, tal como señalaron
muchos maestros de artes marciales, casi no había ninguna otra forma de
actividad tan dramáticamente cargada de vida vista como energía, movimiento y
transformación explosivos (incluida la transformación definitiva, la muerte).
No había tampoco ninguna otra forma de acción que requiriese una tan completa
coordinación, un tan ininterrumpido flujo de poder centralizado (ki) para
alcanzar estos fines.

El concepto de energía centralizada emanante del hara se convirtió así
en una piedra angular de las artes marciales. Con el tiempo, casi ninguna
escuela respetable o especialización en el arte del combate (es decir, entre
aquellas que se distinguían ellas mismas de las escuelas «inferiores» de
combate centradas en el concepto de fuerza bruta o de técnica solamente)
olvidaba mencionar, o incluir en su programa de entrenamiento, el estudio del
haragei y de las disciplinas particulares desarrolladas para esta aplicación
práctica en respuesta a las exigencias dramáticas del combate. Desde las
enrarecidas y metafísicas esferas de aplicación práctica en las escuelas
médicas, eugenésicas y artísticas de la expresión, el haragei fue así
finalmente cambiado para ayudar a resolver los dramáticos problemas de la
realidad en la dimensión del combate.

Naturalmente, tanto la teoría como las disciplinas asociadas sufrieron
alteraciones al pasar de la dimensión genérica y universal del hara y el ki a
la dimensión especializada y muy práctica del bujutsu antiguo. Fue
efectivamente el concepto de ki como hara en acción, el centro en su momento de
«conversión», cuando la integración se convertía en acción pura, lo que interesó
a los bushi y a sus sensei. Su concentración sobre esta aplicación particular
del haragei se hizo, en la mayoría de los casos, tan absoluta, y los resultados
de los métodos de entrenamiento empleados para el desarrollo y empleo de la
energía centralizada tan asombrosos, que al ki se le consideró de naturaleza
«esotérica» e intrínsicamente «divino». Además, este punto de vista ha
persistido en Asia a lo largo de los siglos. El maestro japonés de jujutsu que
dijo a Harrison a principios del siglo xx que «un hombre que ha dominado en
profundidad el arte del ki limita con lo divino» (Harrison) parece el eco del
maestro chino de boxeo shaolín que calificó al ch ‘i como «verdaderamente
misterioso y divino» (Smith).

Un estudio de ciertos textos de tiro con arco japonés (kyujutsu),
esgrima (kenjutsu), lucha tradicional (sumo) y combate sin armas (jujutsu)
ayudará a clarificar aquellos aspectos y conceptos del haragei que el maestro
de bujutsu y los bujín de cualquier clase encontraron particularmente adecuados
para la resolución de problemas concretos de combate, así como aquellos que
facilitaron aquella plataforma de control y poder interior tan vitales para una
efectiva acción o reacción en una situación de combate.