Don Juan Matus

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NOTAS INTERESANTES SOBRE CARLOS CASTAÑEDA

NOTAS INTERESANTES SOBRE CARLOS CASTAÑEDA
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JOSHUAMORI
Para quienes le interesa el misterio, todo aquello concerniente con el chamanismo, lo que ello encierra, no pueden ignorar las aportaciones que nos legara Castañeda y que dejo bien desarrollada en sus obras.
El Diario Milenio de México, relata, que Carlos Castaneda afirmaba haberse convertido en chamán tolteca tras someterse a un entrenamiento de modificación de conciencia y percepción.

Conocido por sus libros en los que plasmó sus experiencias con alucinógenos, como el peyote y los hongos mexicanos, el antropólogo y escritor de origen sudamericano naturalizado estadounidense Carlos Castaneda afirmaba haberse convertido en chamán tolteca tras someterse a un entrenamiento de modificación de conciencia y percepción.
A 71 años de su nacimiento, Castaneda es recordado por sus libros, en los que mezcla datos autobiográficos con ideas del chamanismo, sus experiencias con diversas drogas y rituales toltecas, que han tenido un gran éxito que inició en la psicodelia y la Contracultura de los años 60 y 70 y llega hasta la generación actual.
El total de su obra está en inglés, no obstante que hablaba perfectamente el español. Se trata de un recuento de la cosmología que el brujo yaqui Don Juan Matus le inculcó, escrita en primera persona, que ya se convirtió en un clásico de la literatura espiritual y de la llamada Nueva Era. Existen versiones contrarias sobre su nacimiento.
Según él, vio la primera luz el 25 de diciembre de 1935, en Sao Paulo, Brasil. Su padre fue un profesor de literatura y su tío Oswaldo Aranha fue presidente de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y embajador en los Estados Unidos.
Pero de acuerdo con los registros de inmigración estadounidense, nació en Perú, en 1925. Su padre, Cesar Arana Burungara trabajaba como orfebre y su madre se llamaba Susan Castañeda Navoa. Creció en Cajamarca e hizo sus estudios en Lima.
Se casó en la década de los 50 con Margaret Runyon y tuvo un hijo, pero al poco tiempo los abandonó. En 1950 emigró solo a Estados Unidos. Comenzó a vivir con una familia que le dio asilo en Los Angeles. Obtuvo la ciudadanía de ese país y en 1959 terminó sus estudios en Psicología, en Los Angeles City College y entró a la Universidad de California, para estudiar Antropología.
A principios de los años 60, casi para finalizar sus estudios, viajó al desierto de Sonora, México, para recopilar información sobre el uso medicinal de ciertas plantas psicotrópicas entre los indios mesoamericanos.
En una estación de autobuses de Nogales, Arizona, conoció al brujo yaqui Don Juan Matus, quien pronto lo tomó como su aprendíz.Según Castaneda, Don Juan era líder de un grupo de brujos que le enseñó los usos del peyote como psicotrópico.
En 1968 comenzó a publicar sus libros sobre las enseñanzas de Don Juan, en los que plasmó sus experimentaciones con alucinógenos. Como parte de sus estudios, Castaneda experimentaba con las drogas, el peyote y las setas mexicanas, pero en 1965 dejó de consumirlas por el temor de volverse loco.
Sus escritos se convirtieron en un éxito instantáneo, aunque todavía hoy existe gente que duda sobre la veracidad de esos trabajos. Principalmente, porque nadie, aparte de Castaneda, llegó a conocer a Don Juan, no obstante que muchos críticos se dieron a la tarea de buscarlo.
La obra de Castaneda, desde su publicación, ha despertado una gran polémica, entre otras cosas se le acusa de haber incluido falsedades intencionadas en sus libros. En especial se ha señalado la falta de acuerdo entre sus estudios y los proyectos de investigación realizados por otros antropólogos sobre los indios yaquis y la doctrina religiosa que atribuye a Don Juan.
Su trabajo más importante fue “Las enseñanzas de Don Juan” (1968), que la Universidad de California aceptó como su tesis y posteriormente sacó a la venta, logrando el éxito internacional. Además, realizó “Una realidad aparte” (1971), “Viaje a Ixtlán” (1973), “Relatos de poder” (1975), “El segundo anillo de poder” (1977), “El don del águila” (1981), “El fuego interno” (1984), “El conocimiento silencioso” (1987), “El arte de ensoñar” (1993), “El lado activo del infinito” (1999), “Pases mágicos” (1999) y “La rueda del tiempo” (2000). Incluso la fecha de su deceso ha causado controversia.
Tambiénpor ejemplo, se ha escrito que en un Viaje Mágico con Carlos Castaneda de Margaret Runyan Castaneda (N. del T.: Publicado en España por Editorial Obelisco, Barcelona, 1999), como lo analiza Sandy McIntoshes un material valioso, pero también un libro difícil por varias razones. Parece haber sido compuesto con notas escritas en distintos momentos. Estas notas parecen, alternativamente, confirmar o negar la validez de don Juan y del resto de la empresa de Castaneda, lo cual contribuye a presentar un punto de vista inestable que desconcierta al lector. Por ser la esposa de un matrimonio antiguo y, según leemos, habiendo sido menospreciada repetidamente por Carlos, es razonable esperar que Margaret tenga un cierto interés personal en el tema. Sin embargo, al no definir nunca su posición, no sabemos cómo tomar su historia. De todas maneras, ciertos elementos de la historia nos presentan un aspecto de Castaneda que probablemente no podamos ver en ningún otro sitio. Según Margaret, Castaneda tenía como norma inventar su historia personal mucho antes de “encontrarse” con don Juan y pregonar el “Camino del Guerrero”, el cual, esencialmente, consiste de una amalgama de ideas convincentes procedentes de varias fuentes y de dudosos hábitos personales que trató de disfrazar de virtudes. El carácter de estas virtudes es, según un comentario de Calixto, engañoso, egoísta, centrado en sí mismo, narcisista, con ambición de poder, distante, frío, no comunicativo, arrogante, “despiadado”, y autoengañado. El Carlos de Margaret de los años 50 y principios de los 60 es un joven inmigrante pobretón pero ambicioso, con grandes inclinaciones artísticas, y muy sensible sobre su diminuta estatura física, pero con mucha seguridad en su habilidad para cautivar y manipular a las mujeres con mentiras grandiosas sobre su supuesto pasado heroico y sobre su presente misterioso y fascinante.
Según Margaret Ruyan, una vez cuando Carlos era estudiante en Los Angeles Community College le dijo que una chica rubia y bonita, que asistía a una de sus clases, se había entusiasmado con él y lo perseguía adonde quiera que fuera. Carlos dijo que la chica le había dicho que quería darle un regalo de Navidad. Esto molestó a Margaret, por supuesto, pues nunca se sentía segura de los fluctuantes afectos de Carlos. Después, cuando los dos iban en el coche de Carlos, un Chevrolet del 54, por Los Ángeles, él se volvió de repente y señaló vagamente hacia la acera.
“—¡Allí! —agitó su dedo en el aire—. ¡Aquella es la chica de la que te hablé! Esa es la chica que quería hacerme un regalo.
—¿Dónde? ¿Dónde está? —me di la vuelta en mi asiento. Había docenas de personas en el centro de la ciudad, docenas de rubias jóvenes—. No la veo. ¿Cuál es? No la veo.”
Carlos estaba silencioso. Finalmente, Margaret le preguntó el nombre de la chica. Carlos lo pensó rápidamente y contestó que su nombre era “Sue Childress”. Algún tiempo más tarde confesó que se había inventado el nombre de la chica. Le había dado el nombre de pila de la madre de Carlos, y el apellido de soltera de la madre de Margaret, Childress.
Pero Margaret no estaba segura de que ni siquiera ahora estaba diciendo la verdad. Gracias a los medios de que disponía como empleada de una compañía telefónica, Margaret buscó a todos los Childress en la zona, encontrando finalmente una guía telefónica con una Childress llamada Sue. Decidió llamar a esta Sue Childress y averiguar si era o no la persona de la que Carlos le había hablado. Sue Childress negó conocer a alguien con la descripción de Castaneda, pero de todas maneras accedió a reunirse con Margaret y Carlos en un restaurante.
Cuando Margaret le cuenta a Carlos lo que ha hecho, Carlos se mostró divertido.
“—Oh, ya sabes, no hay ninguna Sue Childress —dijo—. Mira, simplemente me inventé el nombre.
Me miró con aquellos traviesos ojos negros…
—Me lo he inventado todo —dijo—, era mentira. Puedes entenderlo, ¿no?”
Margaret estaba resuelta a seguir adelante con su descubrimiento, pero Carlos ya no la escuchaba. De repente se había quedado absorto. Ella lo cuenta así:
“Estaba de pie, en el centro de la habitación, con los brazos y las piernas muy rígidos. Era así como se ponía cuando estaba excitado. Cerró los ojos y, por un momento, comprendió. Yo había creado a Sue Childress, o para ser más precisos, había dispuesto los eventos de un modo tan radical que le había permitido aparecer en nuestra vida. Y lo había hecho todo con aquella insistencia mía, aquella determinación de acero para hacer que las cosas se convirtieran en realidad… Él se imaginaba un personaje, me lo decía, y yo le entregaba a cambio un ser humano real. Claro está que lo que aquí estaba operando era la propia lógica extraña de Carlos, y yo no la comprendía.”
Carlos se sienta entonces en un sofá, agarra un cuaderno y se pone a esbozar un retrato de Sue Childress.
“—No es una mujer baja, pongamos 1,70. Es rubia, pero tiene los ojos oscuros y una cara preciosa, ¿ves? —dijo mostrándome un esbozo en blanco y negro del aspecto que debería tener Sue.”
Cuando Margaret se reune con la Sue Childress real en un restaurante a media luz, parecía exactamente como Carlos la había descrito.
Mientras que Margaret se otorga el mérito de este milagro (“aquella determinación de acero para hacer que las cosas se convirtieran en realidad”), es probable que Castaneda se quedara petrificado pensando en aquella extraña conjetura, no maravillado por los poderes de su esposa sino por su propia presunción.
Con el paso del tiempo, se hizo evidente para Margaret que Carlos confiaba cada vez más en su poder para aparentar —intentar— que las cosas ocurrieran. En realidad, algo que podemos llamar vivir de ilusiones parecía haberse convertido en su modus vivendi. Algunos años más tarde, después de que Margaret y Carlos llevaran separados mucho tiempo, la invitó a Nueva York, en donde se encontraba trabajando con su corrector de estilo, Michael Korda, en un nuevo manuscrito. Margaret supuso que el propósito de su invitación era el mismo que tenía ella: buscar una reconciliación final en su relación. Pero lo que Castaneda tenía en la cabeza no era, al parecer, la reconciliación. Durante el fin de semana se dedicó unas veces a ignorarla y otras a intimidarla. Aunque le dio un cheque con una gran cantidad para el hijo de Margaret, C.J., su comportamiento fue tan malo que Margaret terminó por llamarlo, con desprecio, ‘Napoleón’ cuando dejaron el hotel. Algunos meses más tarde, después de que Castaneda recibiera la notificación de la demanda de divorcio, llamó a Margaret para preguntarle porque había presentado la demanda. Le recordó su indignante comportamiento con ella en aquel fin de semana en Nueva York. Carlos se quedó en silencio durante un rato, y después con mucha calma le explicó que no había sido él quien se había comportado tan mal en Nueva York. No había estado en Nueva York durante ese fin de semana. Él era ahora un brujo, le explicó, y a los brujos les ocurren cosas inexplicables. En este caso, el desagradable Carlos debe haber sido su doble.
Hay una patética tristeza en la historia de Margaret que probablemente tenga su origen en las grandiosas promesas de amor de Castaneda, y su habitual incapacidad para mantenerlas —en conjunción con la firme creencia de Margaret en el significado místico de su vida con él. Su historia termina con un encuentro con Carlos en el aparcamiento de un restaurante. Ahora, Carlos se encuentra rodeado por sus guardianes femeninos, que impiden que Margaret se aproxime. Finalmente, consigue acercarse a él. Ella le da una copia del libro recientemente publicado El arte de ensoñar y le pide que se lo dedique. Él la besa en la mejilla, pero se niega a firmar el libro. “Oh, tengo las manos muy cansadas”, le dice. Y esta es la última vez que lo ve
Castañeda falleció un 27 de abril de 1998, debido a un cáncer de hígado, en su casa de Los Angeles (EUA), aunque su muerte tardó dos meses en hacerse pública y no existen documentos en línea que la avalen.

Poder Personal.

Pues como el titulo dice, estaba interesado en saber exactamente que es el poder personal que don Juan menciona en viaje a ixtlan de Carlos Castaneda en reiteradas ocasiones. Ya que desde la ignorancia, admito que me resulta algo confuso y bizarro el concepto que se define sobre él en el libro y no termino de comprenderlo.

Antes de nada, pido disculpas por si esta pregunta esta fuera de lugar, ya que no deseo haceros perder el tiempo de forma innecesaria con mis preguntas. Acerca del tema, simplemente deseo aprender de una forma correcta y sin caer en errores y posibles engaños. Así que os agradezco la ayuda que podáis darme.

P.D: una última pregunta, como mucha gente, mi contacto con este mundillo vino de la mano de los libros de castaneda. Pero en base a cosas que he leído sobre él en los foros, no sé si es la mejor forma de iniciarse en este camino y si estaré errando al tomar sus libros como base, ya que mencionáis que en sus libros ahí extractos útiles pero no todos… y esa es la pregunta.

¿Es carlos castaneda una buena opción para iniciarse en este mundillo, o debería tomar otras bases?

Textos en un foro sobre opiniones de Carlos CYa es astaneda

poco dificil hallar materiales novedosos o por lo menos otros puntos de vistas sobre Carlos castaneda sobre lo ya publicado aqui mismo, sin embargo en una de esas halle lo siguiente:
[url=http://foro.elaleph.com/viewtopic.php?t=890]http://foro.elaleph.com/viewtopic.php?t=890[/url]

Lo último que supe de Carlitos (es un chisme no confirmado por mis vías)según me cuenta una amiga Mexicana, es que al pobre aprendiz de \”nagual\” (lider brujo de linaje tolteca) lo han internado en un manicomio.
Esto no quita que su obra (la cual resulta una crónica de sus experiencias durante su aprendizaje como brujo bajo la guía de un Indio Yaqui Don Juan Mathus)bueno, en nada desvaloriza su trabajo y en contrario se ajusta a la perfección a su contenido.
La locura, es uno de los posibles destinos del brujo en su camino, como \”hombre de conocimiento\”.
También, si estudias la obra de Carlitos, nada nos dice que esto de estar en un loquero no sea una de tantas travesuras que estos muchachos (son una pandilla de brujitos y brujitas)acostumbran hacer y jugar en el seno mismo de la sociedad tanto como en zonas rurales apartadas, nada más que para ejercitar sus artes de disimulo y mimetismo, el arte de la ilusión, que conocen como \”el asecho\” o someterse a terribles pruebas dentro de un espacio delirante de estados alterados de conciencia.
¿Te he mareado?
La historia es larga, Carlos escribió varios libros, no los recuerdo todos pero he leido cinco o seis, me parece, y excepto el primero en el que Carlos se muestra como un verdadero idiota con ínfulas pero aun shockeado por sus primeras experiencias con plantas alucinógenas, luego son muy pintorezcos, entretenidos y emocionantes, ricamente simbólicos, Don Juan y Genaro, los dos maestro brujos de Carlos, muestran una maestría didáctica y una alegría de vivir sorprendentes.
Don Juan y Genaro, son solo un par de Brujos entre varios del mismo linaje, y están educando a una nueva generación de brujitos.
Juan y Genaro la pasan muriendo de risa a costillas de los sustos y torpezas de sus discípulos, que más o menos se van encaminando, aunque no muy bien hasta el último libro que leí, cuando tras el alejamiento de los maestros, quedando el grupo de discípulos librados a su suerte y con Carlos como el más inútil de los líderes…al fin ni Carlos sabía si seguiría por el camino del conocimiento o no.
¿Que hacen estos Brujos?
Hacen cosas raras, cuanto más raras mejor y absolutamente inútiles.
Los aprendices son reclutados entre gente bastante especial, son en general personas que están destinadas a morir pronto o a enloquecer por completo e incluso algunos fueron encontrados por sus futuros maestros agonizando por enfermendades o accidentes, o son personas definitivamente enfermas psicologicamente como ellos mismo lo dicen.
Ciertamente, las historias que cuentan los discípulos, corresponden a cuadros a veces graves de melancólía o depresión, histericas perversas, maníacos y hasta psicópatas.
Carlos mismo me da la impresión de haber sido bastante próximo a los cuadros depresivos severos y el mismo Don Juan casi muere de un colapso nervioso, en el que simbólicamente, sí, dice haber \”muerto\”.
En realidad, este linaje de brujos, no parece hacer otra cosa que devolver a la vida a su modo a personas que por sus modos de ser están destinados a la perdición.
Excluyendo el primer libro de Carlos \”Las enseñanzas de Don Juan\”, todas las prácticas de brujería y las experiencias vividas por el discípulo, más las disquisiciones místicas y filosóficas de los maestros indios, se presentan como especiales modos de percibir la realidad en estados alterados de conciencia accesibles a cualquiera sin siquiera necesidad de usar drogas.
En el primer libro, Carlitos creía que el poder estaba en las plantas, y hasta el final de lo que he leido persistía preguntándose si sus experiencias eran reales
o hipnóticas, cuando que eran hipnóticas y reales, porque eran experiencias experientadas realmente, con significado y con objetivos claros.
El principal ojetivo del maestro Juan, era romperle esa cabeza de adoquín a su discípulo.Enseñarle a ver el mundo de distintas maneras, que caiga en cuenta de que todo lo que el creía real e inamovible era su particular modo de ver las cosas y que podían verse distintas, cosa indispensable para cambiar, para mejorar y aprender, para ser un hombre de conocimiento.
Hacen entonces una cantidad de cosas extrañas como convertirse en cuervos, volar, luchar contra presencias y entes peligrosos, pelearse entre ellos mismo, delirar por el desierto, los caminos y las noches, se disfrazan y juegan papeles impresionantes ante otros a los que logran hacer presas de la ilusión y ellos mismos viven experiencias hipnagógicas e hipnóticas como son esas citadas como vuelos, conversiones zoomórficas,luchas contra \”aliados\” que son entidades tan peligrosas como útiles según el trato que se logre con ellas.
Comienza por \”Las enseñanzas de Don Juan\”, si quieres leer, creo que no es ningún desperdicio de tiempo, es más, yo he estudiado a Castaneda y lo tendré en cuenta en mis investigaciones y trabajos de religiones comparadas.

Nos vemos Sergio Olmos

Goliardo

¿cuando hable de \”sicopatía\”?
Nada que ver.
Estoy de acuerdo con su apreciación ecuanime para con las distintas \”descripciones del mundo \” de cada cultura.
Pero las enfermedades del espíritu son las mismas en todas la latitudes y épocas posibles, así como una posible dirección evolutiva.
El Indio Juan y su Linaje, muestra una manera de crecer espiritualmente y verás en ciertos libros ultimos de la serie que ha curado casos graves de histeria y depresión y melancolía.
Es más, aclaré que pienso aprender de él y lo estudio.
La mistica tolteca, que fue desarrollandose por esta linea de escuela de brujos, da posibilidades de curación y de desarrollo espiritual.
No pongas lineas en mi discurso, por favor.
Diste vuelta mi admiración por Don Juan como si lo estuviera criticando.

Exigo ser redimido
Goliardo

usted dispense:

como antropofago de profesion (digo, antropologo), tuve por fuerza que chutarme los librajos de carlitos castañeda, y cuando digo \”librajos\”, aclaro, solo fueron dos.
definitivamente no fue en la universidad donde los lei, fue antes de entrar a la carrera.
y tal como ustedes, quede muy impactado por las descripciones de estados alternos de conciencia expuestos por Castañeda. desafortunadamente para mi.
cuando tuve oportunidad de comer peyote (el mezcalito de castañeda), solo sufri una intoxicación grave y un estado de angustia y pesar que casi me lleva a asesinar a alguien.
definitivamente las sustancias psicoactivas usadas por los curanderos de las zonas indigenas o rurales no son cosas de juego.
en otras palabras, son venenos.

y es que dentro de esa cosmovision tolteca a la que se refiere, era necesario para poder convertirse en chamán o brujo, llegar a la muerte.
esto es, morir temporalmente y regresar, y esque solo asi es posible curar al paciente.

que locochon no?

definitivamente no comparto su idea occidentalista de los psicopatas que prueban las plantitas para ver que se siente. quien ha sufrido un \”delirium tremens\”, casi con seguridad todos aquellos que han probado los alucinogenos de manera tradicional, llamense toloache, hongos, hierbas para fumar como la damiana divinorum y demas demonios, saben que no es cosa de juego.

no es la droguita de laboratorio tipo la tacha.

no, la medicina tradicional es y sera un veneno desde el punto de vista del occidental.

por otro lado, les aseguro que el dizque antropologo Castañeda, no empleo ninguna de las tecnicas o de los metodos de estudio de los estados alterados de conciencia.
estos obligan al investigador a conocer las propiedades y funciones de la planta, tanto inherentess a ella como su implicacion en el nucleo social que las usa.

castañeda es un farsante.
logico es saber que llego al manicomio, y antes no cayo al nosocomio con ese tipo de experiencias trascendentales.

pero para no ser nomas destructivo, le contare brevemente mi propia experiencia con el peyote, segun se, la planta con mayor numero de alcaloides del mundo, y la favorita del susodicho pelafustan castañeda.

para comenzar, se me hizo mucho hincapie de que debia meterme el peyote en el desierto y nunca en la ciudad o cualquier lugar habitado.
asi pues nos largamos a varios dias de cualquier centro habitado y lo probamos solo tres amigos y un servidor.
el pedo primero fue encontrarlo, es una planta de dificil visualizacion.
luego, hicimos un té del peyote, este té no te pone pues es en la \”carne2 del peyote donde esta el psicoactivo, por eso era llamado \”la carne de los dioses\”.
en fin que el té no estuvo tan malo pues le quitamos el amargor con naranja y azucar. una vez que comimos fue entonces en que entramos en una barrera espacio-temporal jija de la verdadera chingada.

estuvimos mas de 14 horas con el cerebro dando vueltas sobre todo ser por infimo que fuera que alguna vez haya pasado por nuestras vidas.
algo espantoso. fue como tener un golpe de memoria tan fuerte que tuvieras todos tus recuerdos al mismo tiempo.
estuvimos echados en la tierra pues era lo unico que nos hacia tener una nocion de \”realidad\”.
no me refiero a fantasticas visiones o mundos alternos cruzando tu cabeza. me refiero a el mas profundo sentimiento de angustia jamas sentido por un srevidor.

el caso es que uno de estos chicos estaba de muy buen humor, y pues imaginate!
ademas, el tiempo pasaba tres minutos y retrocedia 9.

ha pasado el tiempo, y aun ahora sospecho que todavia estoy en algun lugar del desierto empeyotado hasta los huesos y queriendo regresar a mi casa.

Biedma, nada, las psicopatías son solo uno de los generos de las enfermedades psicopatológicas, son las denominadas \”conductas antisociales\”.

O sea, solo un tipo de transtornos psicopatológicos, y justamente uno que no había nombrado.
Pero de lo que me defiendo es de que me ha hecho acreedor de una óptica que no profeso.

Aparte, también Don Juan ha demostrado ser un orientador de comportamientos psicopáticos, o sea, digamos que ha enderazado y hecho sus discipulos a gente que suelta sería bastante peligrosa.

El nagual Julián, justamente, creo, maestro de Don Juan, era un bonito y pintorezco psicopata antes de hacerse brujo.

El linaje de don Juan, es de hombres de conocimiento, lo he valorado, no denostado, y el hecho de que sean capaces de convertir en filósofos y buscadores a cualquier persona incluso los más enfermos, habla a favor de ellos.

Aparte, como para hacerse brujo es necesario romper con al visión del mundo de la sociedad de origen, una persona desadaptada de esa sociedad, es un buen candidato.

Pero los brujos toltecas consideran que la propia visión del mundo tolteca, es tambien solo una de las posibles.

Las plantas psicotrópicas, solo tenían el objetivo de provocar dudas al respecto de la percepción del mundo, perturbando la percepción se percibe que uno no percibe las cosas tal como pueden ser, sino apenas tal como uno las pueda estructurar.

No tengo críticas \”occidentalistas\” hacia el linaje tolteca.

Goliardo

no puede usted hacer una critica no occidentalista.

Eso que dice es muy cierto,Demographic Control (no podrías acortar tu nic),pero me refería a que yo no haría una crítica \”occidentalista\” con la intención de poner a occidente por arriba de los orientales.

Solo que además si Ud conociera mis antecedentes, sabría que tampoco podría yo hacer una crítica \”no orientalizada\”.

Estoy impregnado de ambas cosmovisiones,como tantos otros, y en realidad, estudiándolas en profundidad, encontrará solo unos pocos puntos de fractura entre ambas tendencias a lo largo de la historia.

Es cuestión de ver si se hace más hincapié en las diferencias que en las comuniones.

Porque si estudia la historia, encontrará puntos de reunión y no solo de fractura, entre oriente y occidente.

En este momento, las nuevas generaciones de occidente se ponen a mirar hacia oriente, mientras las nuevas generaciones de oriente se ponen a mirar hacia occidente.

En cierto modo, desde el 60 ya es moda el orientalismo por aquí, y desde principios de siglo docenas de Marcos Polos han incursionado en el mundo de Oriente, el transculturalismo está muy afirmado.

Ya no se trata tanto de resistencias contra la exocultura, sino de problemas con la idealización que por ejemplo ellos ya hicieron del industrialismo y nosotros del magiscismo.

Somos más oriental de lo que cree y ellos más occidentales de lo que saben.

A veces sobredimensionamos las cosas, por ejemplo, se plantea que los signos orientales son más \”plenos\” que los occidentales, pero eso depende de quien los lee.

Desgraciadamente, un ideograma chino, es tan chato para un ignorante chino como una palabra occidental para un ignorante occidental.

Hay poetas y mercenarios en ambas partes del mundo amigo mío.

Y recuerde que, no todos los indios llegan a brujos, por el solo hecho de ser indios.

Un budista planteaba hace poco que cualquier gran religión puede ser practicada en distintos niveles cualitativos según el desarrollo espiritual del practicante devoto.

Y esos niveles, desde la practica más grosera hasta la más elevada y sutil, se dan tanto en oriente como en occidente.

El maniqueismo introducido al cristianismo es de raiz persa oriental y aun pesa.
El islamismo tiene mucho de cristiano.

No pretendo considerarme un \”civilizado occidental\” que critica a los \”bárbaros\” de oriente…si eso pensaba, puede quedarse tranquilo.

De todos modos me disculpo, querido amigo Controlador de Natalidad, porque me he enhervado más de lo proporcionado.

Pero es que me parece, que a veces los foristas vienen con las armas cargadas y con ciertas flechas listas, y no se fijan a quien las disparan ni si corresponde.

Si uno quiere hacer de heroe, en todo caso no equivocarse y seleccionar un verdadero villano.

Si se pone mejor leche a la hora de considerar la opinión de los compañeros foristas, alcanzaría para ver que se suele atacar la opinión de otro que dice lo mismo que uno.

Como se ve incluso en este foro, el malentendido no se debe solo a problemas transculturales, sino que se puede discutir entre vecinos que piensan igual, como si estuvieran sosteniendo posturas opuestas.

Si Ud hace una valoración positiva de oriente, pues estamos de acuerdo, sin más.

Oriente me gusta.

Aunque prefiero comer aquí.
Mis hábitos alimenticios son irreductiblemente occidentales.

Goliardo
(-Pizza y fainá-)
Y si no es argentino y pasa por Buenos Aires, comuníquese y será convidado a un buen asado a la parrilla.

[Este mensaje ha sido editado por Goliardo (editado 10 Diciembre 2000).]

Las enseñanzas de don juan matus

Texto que parte de la idea de que castaneda no habia engañado en sus libros al no haber tenido referentes de otras tradiciones y en haber mencionado a don juan como persona real. Francamente no se en que foro poner el texto:
[url=http://es.philosophy-of-religion.org.ua/teachings_of_juan_matus.html]http://es.philosophy-of-religion.org.ua/te…juan_matus.html[/url]

La Enseñanza de Don Juan Matus fue descrita en detalle por Carlos Castaneda, un norte americano, contemporáneo nuestro de la cuidad de Los Ángeles. Sus libros, que nosotros conocemos, fueron publicados entre 1966 y 1987. Existe también el libro de D. C. Noel «Visitando a Castaneda», el cual contiene entrevistas con él.

Debe destacarse que en sus libros Castaneda describe el período de su relación con Don Juan que duró aproximadamente tres décadas. Durante este tiempo no solamente fue Castaneda quien avanzó en su desarrollo, sino también Don Juan. Es decir, al leer los libros de Castaneda uno puede ver también la búsqueda espiritual de Don Juan, desde la más temprana, que no estuvo libre de errores, hasta la más avanzada. Por eso, el concepto espiritual de su Escuela debe ser evaluado, basándose no en lo que Don Juan habló e hizo en el transcurso de estas décadas, sino en lo que él logró al finalizar su vida terrenal.

Carlos Castaneda, el futuro autor de bestsellers, acerca de la Escuela de Don Juan Matus, estaba terminando la Universidad en los Estados Unidos, titulándose en antropología, cuando fue a México con el fin de recolectar información para su tesis, al estudiar la experiencia de los nativos en el uso de plantas medicinales. A su llegada, en su automóvil, comenzó a buscar personas competentes en aquella materia. Entonces fue presentado a un indígena cuyo nombre era Juan Matus quien acordó en proporcionar a Castaneda los datos que él necesitaba sin cargo alguno.

Así se conocieron, y comenzó su trabajo en conjunto. Con el tiempo Castaneda descubrió que Don Juan poseía no sólo el conocimiento acerca de las cualidades de las plantas, sino también el del arte antiguo de la brujería* de los indios Toltecas. Es más, Don Juan resultó ser un brujo él mismo. Por primera vez en su vida, Castaneda se encontraba con cosas que estaban absolutamente más allá del ámbito de sus nociones profanas y religiosas. Por ejemplo, resultó que las lagartijas se mostraban capaces de hablar con voz humana, que las personas podían volar en sus cuerpos y extraer varias cosas «de la nada» y así sucesivamente. Castaneda se encontró cautivado por todo esto y también crecientemente interesado, como científico, en esta área del conocimiento, nueva para él.

Una vez Don Juan invitó a Castaneda a una reunión donde estaban consumiendo substancias alucinógenas hechas por ellos mismos. Castaneda las probó también. Y entonces ocurrió algo que por primera vez hizo que Don Juan viera a Castaneda como un discípulo potencial serio.

Don Juan era un místico y percibía al mundo entero de un modo místico. En particular, él daba gran importancia a las así llamadas «señales» que venían a él desde «la otra realidad».

Lo que sucedió fue que Castaneda, después de tragarse unos pocos bocados de peyote, comenzó a jugar un extraño juego con el perro. Ellos comenzaron a orinarse uno al otro. Fue la conducta del perro, la cual era absolutamente inusual para un perro, la que tuvo importancia allí. Esto fue interpretado por Don Juan como una señal de Dios (a Quien se llamaba con la palabra «Poder» en esta Escuela) que indicaba la importancia de un discípulo no indígena para la Escuela. Desde aquel momento Castaneda se transformó en un verdadero miembro del partido (es decir, del grupo) de los discípulos de Don Juan. Y Don Juan comenzó gradualmente a iniciarlo en los conocimientos secretos de su Escuela.

¿Cuál es la visión conceptual de esta Escuela?

Es que el mundo entero consiste en dos mundos «paralelos», el primero se llama «el tonal» (el mundo de las cosas materiales), el segundo, «el nagual» (el mundo no material).

Nosotros nos comunicamos con el mundo material a través de la así llamada «primera atención», es decir, la atención que se realiza por medio de los órganos del sentido del cuerpo físico.

Para llegar a ser capaz de conocer el nagual, hay que desarrollar «la segunda atención», es decir, la clarividencia.

También existe «la tercera atención», por medio de la cual uno alcanza al Creador y a Su Manifestación, de la cual Don Juan hablaba como el «Fuego».

Según la mitología compartida por los predecesores de Don Juan, el mundo está gobernado por la divina Águila universal. Esta era su noción de Dios. Aunque parece fantástica, es monoteísta.

Esta Águila se alimenta de las almas humanas que dejan sus cuerpos físicos. Pero el Águila también confiere la oportunidad a algunas personas de «pasar» por su pico después de la muerte y obtener la inmortalidad, a condición de que durante sus vidas en sus cuerpos ellas adquirieran habilidades necesarias, desarrollaran la conciencia al nivel debido y acumularan el poder necesario.

Este concepto contenía un elemento atemorizante, el cual impulsaba a una persona a hacer esfuerzos de auto-perfeccionamiento. Pero Don Juan, así como Jesús, se opuso tenazmente a esta actitud hacia Dios basada en el temor. Él decía que hay que ir al encuentro de Dios por «el sendero del corazón», es decir, por el sendero del amor. Es interesante que Don Juan haya llegado a esta comprensión independientemente de la influencia de otras tradiciones espirituales. Él no estaba familiarizado con la Enseñanza de Krishna ni con la de Jesús el Cristo, tampoco había leído libros sufíes o taoístas. Es evidente que él no leía el Nuevo Testamento, de otro modo con seguridad lo hubiera citado.

El que se decidiera a reclamar la inmortalidad, primero, debe llegar a ser un «cazador» espiritual. Pero no un cazador que mata a la presa, sino el del conocimiento, el que camina por «el sendero del corazón», es decir, que cuida y ama a la Tierra, así como a los seres que viven en ella.

Habiendo pasado la etapa de «cazador», él puede después llegar a ser un «guerrero», es decir, el que «rastrea» el Poder (Dios), esforzándose por «colarse» a Él y conocerlo.

A menudo Don Juan enseñaba, a Castaneda y a sus otros discípulos, durante caminatas en el desierto y en las montañas, en las condiciones naturales de contacto directo con el mundo multiforme que nos rodea.

Por ejemplo, una vez ellos cazaron a un conejo salvaje. Don Juan sabía que este conejo ya no debería vivir más en la Tierra según su destino. Y él sugirió que Castaneda lo matara con sus propias manos. Castaneda exclamó: «¡Yo no puedo hacerlo!». Don Juan objetó: «¡Pero has matado animales antes!». Y Castaneda respondió: «Pero yo los he matado con mi rifle, desde cierta distancia, sin verlos morir…».

Castaneda rehusó matar, por primera vez reflexionó en su derecho ético para hacerlo y en los sufrimientos de una criatura al ser muerta.

Pero el conejo, a pesar de todo, murió enseguida, por sí solo, ante los ojos de Castaneda, porque el tiempo de su permanencia en la Tierra realmente se había terminado.

Otra vez Don Juan y Castaneda andaban por un camino y vieron a un caracol cruzando la vía. Y en el acto Don Juan empezó a explicar, usando esta situación, la filosofía de la participación de una persona en los destinos de otras criaturas.

De este modo Castaneda, que al principio estaba muy orgulloso de ser una persona erudita y civilizada, llegó a estar más y más convencido de que la verdadera sabiduría no le pertenece a él, sino al anciano indígena, un gran Maestro espiritual, que vivía la vida de un cazador y de un guerrero en armonía con el mundo natural que lo rodeaba.

Después de que los discípulos hubiesen dominado las bases de la ética y de la sabiduría, Don Juan procedía a enseñarles los métodos psicoenergéticos.

Debe destacarse que solamente un número muy limitado de estudiantes eran reclutados en la Escuela de Don Juan. El criterio de selección era el tener desarrolladas las estructuras energéticas del organismo (los chakras). Por supuesto, los indígenas no sabían tales palabras como chakras o dantyanes. Pero ellos hablaban de los segmentos en el «capullo» energético del hombre. Y solamente los discípulos con chakras desarrollados tenían la perspectiva para soportar el camino de cazador y guerrero.

Por lo tanto, los discípulos enrolados en la Escuela ya poseían una gran «reserva» de trabajo psicoenergético, adquirida, incluso, en sus vidas anteriores en la Tierra. Es decir, estaban listos psicoenergéticamente para un trabajo serio.

Esto permitió comenzar el entrenamiento psicoenergético no desde la limpieza y el desarrollo de los meridianos y los chakras, sino inmediatamente con el desarrollo de la estructura principal de poder en el organismo: el hara (el dantyan inferior).

Después del trabajo con el hara, seguía la etapa de la división del «capullo» en dos partes, las que se llamaban «las burbujas superior e inferior de percepción». ¿Por qué las «burbujas»? Porque estas partes del «capullo», vistas por medio de la clarividencia, se parecen a la vejiga natatoria de algunos peces. ¿Por qué «de percepción»? Porque uno puede percibir el tonal y el nagual desde éstas, respectivamente.

La división del «capullo» en dos «burbujas de percepción» fue considerada como un paso importante para realizar etapas posteriores de auto-perfección psicoenergética. Y uno tenía que dominar la concentración de la conciencia en ambos «polos» del «capullo» dividido.

Después se realizaba el trabajo para desarrollar la «burbuja» inferior. Pero sólo se comenzaba después de que la conciencia había sido propiamente refinada, o, como se decía en la Escuela de Don Juan, después de limpiar la luminosidad del «capullo».

Es decir, como en todas las otras Escuelas espirituales avanzadas, las técnicas del refinamiento de la conciencia precedían al proceso de su «cristalización». Sin embargo, Castaneda no describe métodos de la «limpieza de la luminosidad» excepto uno, el cual puede considerarse más bien como un chiste, este es inhalar el humo de la hoguera.

Debido al refinamiento de la conciencia y al trabajo con «la burbuja inferior de la percepción», los discípulos lograron el estado de Nirvana (aunque ellos no estaban familiarizados con este término). Primero, ellos dominaron la variante estática del Nirvana en el Brahman, y después, la variante dinámica.

Una vez Don Juan dio una palmada a Castaneda en la espalda (él usaba a menudo esta técnica para cambiar «el punto de encaje», es decir, la zona de la distribución de la conciencia del discípulo), y Castaneda, preparado para esto por medio de los ejercicios precedentes, entró en la variante estática del Nirvana, en uno de los estados Brahmánicos. En ese momento él por primera vez experimentó un estado de paz profunda, por primera vez percibió a Dios, conoció que Dios es en realidad Amor.

Pero repentinamente oyó la voz de Don Juan que le decía que este estado, aunque bello, no era al cual él tenía que aspirar ahora. ¡Tienes que ir más allá! No pienses que éste es el límite de tus habilidades… Con estas palabras Don Juan instó a Castaneda, quien había conocido la beatitud suprema del Nirvana, a no «quedarse atado» a aquello, sino a seguir más allá. Al principio, Castaneda se ofendió y se enfadó con Don Juan, pero él fue inflexible: ¡tienes que ir más allá!

¿Y qué es más allá? Más allá es el aspecto dinámico del Nirvana cuando la conciencia «cristalizada» actúa activamente en los eones sutiles. En este estado uno puede tocar con la conciencia cualquier ser dentro de los límites de la Tierra y alrededor de ella, todo lo que se necesita es solamente tener información sobre este ser.

Después los discípulos en la Escuela de Juan Matus dominaron el estado de Nirodhi, conocido en todas las Escuelas desarrolladas de buddhi yoga. Este estado Don Juan describió en los términos endémicos, específicos para su Escuela. Se trataba de «la fuerza rodante» o «la tumbadora». A los discípulos se explicaba que existen ondas de energía que constantemente ruedan hacia todas las criaturas vivientes y de las cuales estamos protegidos por nuestros «capullos», y que existe la posibilidad de usar el poder de estas ondas para transferirse a los mundos desconocidos. Estos mundos desconocidos son otras dimensiones espaciales. Para que esto suceda, uno tenía que dejar que las ondas inundaran el «capullo». Entonces uno se convertía en «nada», su «yo» desaparecía.

Y solamente después de alcanzar el estado de la desaparición en el Brahman llegaba la posibilidad de conocer a Ishvara y desaparecer para siempre en Él, habiendo conquistado de esta manera la muerte de uno. Es decir, como Don Juan lo entendió, no había que «pasar» por el pico del Águila, sino que, al contrario, entrar en el Dios-Poder universal.

Prestemos atención, que con la ayuda del Fuego es posible lograr la desmaterialización del cuerpo físico. Lo que Don Juan y sus compañeros hicieron.

Así, hemos considerado las etapas principales del trabajo en la Escuela de buddhi yoga de Don Juan Matus. Éstas son comunes para todas las Escuelas del buddhi yoga, independientemente de donde se encuentren estas Escuelas en la superficie de la Tierra o si se conectan entre sí o no, así como los idiomas y términos que se usen allí. Esto es así debido al hecho de que Dios, según las mismas leyes, guía a las personas que han consagrado sus vidas a Él y tuvieron éxito en esto.

Ahora examinamos con más detalle los métodos específicos del trabajo en la Escuela de Juan Matus, los que fueron descritos por Castaneda y los que podemos aplicar a nosotros.

Éstos pueden ser divididos en dos grupos: preparatorios y principales.

El primero de los métodos preparatorios es «la reexaminación». En esencia, esto es igual que el arrepentimiento que existe en todas las religiones principales. Los discípulos, normalmente mientras estaban en un retiro que duraba varios días, tenían que recordar todos los errores que habían hecho en sus vidas, y revivir esas situaciones nuevamente, pero esta vez de forma correcta. Para que los discípulos tengan más «interés personal» en este muy duro trabajo, se les decía que durante «la reexaminación» recobrarían la energía malgastada durante sus reacciones emocionales incorrectas. La calidad del trabajo penitencial no se deterioró debido a esta treta, porque su meta principal —dominar las formas éticamente correctas de reaccionar y aprender a no pecar— se lograba con los esfuerzos debidos.

También había que destruir «el sentimiento de la importancia de uno mismo» y «el sentimiento de la auto-compasión», como las cualidades que producen una gran pérdida de la energía de la persona. Pues, si uno se siente tan importante, y alguien atenta contra tal importancia con su actitud irrespetuosa, uno reacciona con la descarga emocional del resentimiento y la cólera y así sucesivamente. En este proceso la energía del organismo se malgasta intensamente.

He aquí un hecho interesante e instructivo de la biografía de Castaneda: a pesar de que él se volvió millonario después de publicar sus libros, pudiendo llevar una vida libre de las limitaciones materiales, una vez que su estudio en la Escuela de Don Juan llegó a su fin, él y su compañera más íntima, la Gorda, se emplearon bajo nombres falsos como sirvientes en la casa de un hombre rico y sufrieron humillaciones desde la rudeza hasta la alevosía de otros sirvientes. Castaneda y la Gorda hicieron esto para destruir completamente «el sentimiento de la propia importancia», para borrar de su memoria su propia «historia personal» y para lograr la humildad. Pues, todo lo que pasa con un guerrero en el mundo físico, como Castaneda lo puso, no importa; la única cosa que importa es el estado de la conciencia.

¡De hecho, todo esto no tiene importancia comparado con la Meta Suprema! Y lo que es de mayor importancia es la habilidad de ser «nada», la habilidad de no defenderse cuando alguien es injusto conmigo, sino de estar protegido, como lo enseñaba Don Juan. Y el estado de estar protegido viene siempre y cuando «yo no existo» y exista sólo Dios.

Uno de los elementos preparatorios más esenciales del trabajo en la Escuela de Don Juan Matus era «la limpieza del tonal» que corresponde a la observancia del aparigraha en la ética del yoga hindú.

Nosotros ya hemos discutido la habilidad sabia de Don Juan para explicar de una manera fácil de entender la mayoría de las materias filosóficas complicadas, usando ejemplos de la vida cotidiana. Esta vez él hizo lo mismo, explicando este principio a sus discípulos.

Habiéndolos congregado, Don Juan tomó un saco y puso adentro un radio, una grabadora y varias otras cosas que encontró en la casa de uno de ellos. Después puso el saco en la espalda de ese hombre, puso una mesa en la espalda de otro discípulo y los llevó a las montañas. En medio del valle les dijo que bajaran la mesa, y vació el contenido del saco encima de ésta. Entonces les llevó a un lado y les pedio que dijeran qué están viendo.

Ellos dijeron que estaban viendo un aparato de radio y así sucesivamente.

Entonces Don Juan se acercó a la mesa y empujó todas las cosas fuera de ésta. «Echen otra mirada y digan ¿qué ven ahora?» Sólo entonces los discípulos entendieron a Don Juan: él quería que ellos vieran no sólo las cosas en la mesa, sino la mesa misma, y más aún, el espacio alrededor y debajo de la mesa. Pero las cosas en la mesa atrajeron su atención y les impidió hacerlo.

De esta manera Don Juan demostró a sus discípulos que para conocer el nagual, y luego a Dios, uno tiene que limpiar el tonal alrededor de uno mismo.

Quizás, sea apropiado recordar el ejemplo de observancia del mismo principio en la historia del cristianismo: algunos monjes dejaban en sus celdas sólo libros, íconos y ataúdes, en los que dormían, para acordarse constantemente de su inevitable muerte, un recuerdo que motiva a intensificar los esfuerzos espirituales.

También Don Juan enseñó a destruir los patrones rígidos de la vida material, por ejemplo, la observancia estricta del régimen del día. ¿Con qué propósito?, para lograr libertad. La destrucción de los patrones irrazonables de conducta, pensamiento y reacción, inculcados en el proceso educativo por tradiciones y moralidad, debe dar como resultado «la pérdida de la forma humana», es decir, el estado cuando una persona aprende a actuar no según sus reflejos o porque es una costumbre, sino de acuerdo con la conveniencia objetiva. «La pérdida de la forma humana» no es una acción mecánica a corto plazo, como algunos discípulos de Don Juan fantaseaban, sino es un proceso prolongado, que acompaña a la aproximación gradual del hombre a Dios. Este proceso termina cuando el buscador aprende a ver todas las situaciones con los ojos del Creador.

Pero lograr «la pérdida de la forma humana» no significa en lo más mínimo que una persona empiece a comportarse «diferente a los demás» en la sociedad. Pues, primeramente, causaría conflictos inevitables con otras personas que le impedirían cumplir su deber principal. En segundo lugar, la conducta que es «desafiante» en forma, resulta ser una violación de la ley principal de la ética objetiva: no hacer daño a otros seres. Por eso, a los discípulos se les prescribía observar las normas convencionales de la conducta, a veces ridiculizándolas en secreto, jugando en el tan llamado «desatino controlado».

Para ilustrarlo, una vez Don Juan dejó pasmado a Castaneda cuando se quitó su vestimenta usual indígena y se puso un traje inmaculado europeo durante su viaje al pueblo.

En relación a esto, Don Juan además enseñó a sus discípulos a hablar con las personas en el idioma que ellas pudieran entender. Así, una vez él y Castaneda estaban sentados en una banca cerca de un templo y vieron como dos señoras, no muy ancianas, después de salir de la iglesia vacilaban demasiado para descender unos pocos peldaños. Entonces Don Juan brincó elegantemente hasta ellas, las ayudó a bajar, y las aconsejó que en caso de que en algún momento en el futuro se cayeran, ¡no deberían moverse por ningún motivo hasta que llegara el doctor! Las señoras agradecieron sinceramente este breve consejo.

El próximo método esencial es recordar la propia muerte.

Hoy la mayoría de las personas está acostumbrada a ahuyentar los pensamientos de su muerte. E incluso cuando nos encontramos con los hechos del fallecimiento de otras personas, por ningún motivo queremos imaginar estar en su lugar. Nos convencemos de que aun cuando esto va a pasar, todavía queda mucho tiempo por delante.

Y si cada uno de nosotros se pregunta ahora: «¿Cuándo moriré yo?», las fechas serán muy lejanas, aunque teóricamente todos sabemos que las personas mueren a cualquier edad.

Don Juan propone imaginar que nuestra muerte personificada siempre está a nuestro lado. Y si uno mira atrás rápidamente sobre el hombro izquierdo, puede verla como una sombra que apareció. «Por el momento, la muerte está sentada al lado en la misma estera, esperando un error tuyo», dijo a Castaneda. Y nadie es consciente del momento en el que va a morir, por eso, no debemos tener ningún asunto sin terminar en nuestras vidas.

Lo siguiente es lo que Don Juan dijo sobre la muerte:

«¿Cómo puede uno darse tanta importancia sabiendo que la muerte nos está acechando?

Cuando estás impaciente, lo que debes hacer es pedir consejo a tu muerte. ¡Una inmensa cantidad de mezquindades se pierde con sólo un gesto de tu muerte, o que alcances a echarle un vistazo, o nada más con que tengas la sensación de que tu compañera está allí vigilándote!

¡La muerte es la consejera sabia que tenemos (…)! ¡Tienes que pedir consejo a la muerte y dejar la maldita mezquindad de los hombres que viven sus vidas como si la muerte nunca los fuera a tocar!

¡(…) Si no te acuerdas de tu muerte, tu vida entera no será sino un caos personal!

(El guerrero) sabe que la muerta le apura y no le permite apegarse a algo (…). Y así, con la conciencia de su muerte (…) y con el poder de sus decisiones, un guerrero arma su vida en forma estratégica; (…) y lo que él escoge es siempre estratégicamente lo mejor; así cumple todo con gusto y con eficiencia lujuriosa.

La vida, para un guerrero, es un ejercicio de estrategia.

Si no se tiene en cuenta a la muerte, todo es ordinario, trivial. Sólo porque la muerte nos anda al acecho el mundo es un misterio sin principio ni fin.

Te queda muy poco tiempo, y ninguno para idioteces. ¡Espléndido estado! Yo diría que lo mejor de nosotros siempre sale a flote cuando estamos de espaldas contra la pared, cuando sentimos que la espada se cierne sobre la cabeza. En lo personal, yo prefiero ese estado y no viviría de ningún otro modo».

Otro aspecto muy esencial del trabajo con sus discípulos era el dominar «la pausa mental» o, en otras palabras, la detención del «diálogo interno» (el primer término es preferible considerando que además de los «diálogos internos» existen también los «monólogos internos»).

Éste es un requisito previo —completamente necesario— para dominar el nagual. Porque el nagual se domina por medio de la meditación, y la meditación, como Osho lo dijo muy bien, es el estado de «no mente». Es decir, para aprender a sumergir la conciencia en el nagual, uno tiene que aprender a detener, a apagar la mente por cierto tiempo.

Con el propósito de lograr «la pausa mental» Don Juan empleó las siguientes técnicas:

1. Substancias psicodélicas. Pero debe destacarse que, en primer lugar, Don Juan usó este método sólo al principio de su trabajo en conjunto con Castaneda y después lo dejó. En segundo lugar, aunque Castaneda estaba inmensamente agradecido a Don Juan por todo lo que había hecho, su hígado todavía estaba marcado con cicatrices, como él mismo decía. Por lo tanto, no hay que seguir de ningún modo este ejemplo, conociendo que existen otros medios a nuestra disposición, más eficaces y menos dañinos, de dominar «la pausa mental».

2. «El mirar fijamente»: uno tenía que mirar algún objeto durante un largo tiempo y de manera fija, por ejemplo, un barranco, agua fluida y así sucesivamente. Como resultado, «la primera atención» se agotaba y se desconectaba para dejar espacio a «la segunda atención».

3. La suspensión prolongada del cuerpo en las construcciones tipo columpio.

El entrenamiento anteriormente expresado tenía como resultado el logro del estado que en el yoga chino se llama «wu-wei», «la no acción», es decir, «la no acción» en el plano físico, cuando la mente de uno (manas en sánscrito) se detiene y surge la oportunidad para la meditación dirigida, para la actividad de la conciencia (buddhi en sánscrito). Pues, manas y buddhi son antagónicos: no pueden actuar simultáneamente, en el mismo tiempo opera sólo una de las dos. (Eso no significa que una persona sin cuerpo o en un estado de meditación pierde la razón. No. La conciencia «cristalizada» desarrollada piensa. Pero lo hace de otra manera, no de la manera mundana).

Otra técnica excepcional, que fue desarrollada en esta Escuela por los predecesores de Don Juan, es la interacción intencional con las personas-tiranas. Esta técnica era empleada para pulir «la impecabilidad del guerrero», es decir, la habilidad de seguir principios éticos y mantener la estrategia de la conducta objetivamente válida en las situaciones de emergencia. En algún tiempo, en el pasado, el propio Don Juan fue enviado por su maestro a un feroz inspector-tirano para semejante entrenamiento. Se consideraba que aquellos eran muy raros en México y encontrar a uno era como una gran suerte para los guerreros.

Ahora enumeramos los métodos del trabajo psicoenergético usados en la Escuela de Don Juan:

1. Limpieza de la luminosidad interna (es decir, el refinamiento de la conciencia).

2. El uso de «los sitios (lugares) de poder», los lugares que son energéticamente significativos para las personas, en particular, para dominar unas u otras meditaciones.

3. «El ensueño», a lo que se le dio mucha atención en el trabajo de la Escuela. ¿Qué es esto? Muchas personas, que han leído los libros de Castaneda, han intentado usar su sueño nocturno para este propósito, y sin éxito. No, ésta no es la manera como se debe hacer. «El ensueño» es el sinónimo de la palabra «meditación». Debido a que los indígenas centroamericanos normalmente no son tan familiares con los términos comúnmente aceptados en otros países, ellos tuvieron que encontrar sus propias palabras para denotar algunas técnicas claves, fenómenos y objetos de la práctica espiritual. Así nació el uso del término «ensoñar», debido a que las imágenes meditativas a veces tienen realmente similitud con las imágenes que uno ve en los sueños.

El entrenamiento especial en el «ensueño» permitió a los discípulos, separándose del cuerpo, correr sobre las paredes, subir a lo largo de los rayos de energía («las líneas del mundo») y así sucesivamente.

4. El dominio de la actuación (conducta) correcta en las situaciones mágicas extremas, creadas deliberadamente por el preceptor. Para este propósito, fueron usados defectos de los discípulos. Por ejemplo, cuando un discípulo todavía tenía la inclinación a atacar egoístamente a otras personas, le sugerían que participara en una lucha de magia (donde perdería de antemano según la intención del preceptor), que resultaba beneficiosa para todos los participantes.

5. La técnica de cambiar «el punto de encaje» debido al impacto energético del preceptor (esto se llamó «la palmada del nagual»; el término «nagual» tenía otro significado en este caso: un líder que ha dominado el nagual y es capaz de actuar en éste y por medio de éste).

6. La práctica de la nivelación meditativa de «las emanaciones» energéticas dentro del «capullo» con «las emanaciones» exteriores de las dimensiones espaciales más altas.

7. El trabajo con el hara. Tenía como objetivo el desarrollo del aspecto de poder.

8. El empleo de «los aliados» (es decir, de los espíritus). Esto se hizo en dos variantes. El primero es «el amansamiento» de los espíritus que tenían, según el plan, convertirse en los ayudantes y protectores de un brujo. Ambos Don Juan y su amigo Genaro tenían tales «aliados» al principio de su búsqueda espiritual.

Pero todos deben ser advertidos que esto es una práctica errónea y peligrosa, la cual de ninguna manera uno debe tratar de imitar. A propósito, tanto Don Juan como Genaro la dejaron después.

La otra variante del trabajo con los «aliados» consistía en cazarlos. No sorprende que tal tendencia fuese creada por indígenas que vivían en una comunión constante con la naturaleza.

Así que, a los discípulos se les dijo que en algún momento se encontrarían con seguridad con algún «aliado» en la forma humana masculina que los desafiaría a un combate. Uno puede perder en este combate abriéndole la puerta al miedo, pero también es posible ganar. En el último caso el guerrero adquiere el poder de ese espíritu.

Los discípulos se preparaban para semejante lucha, que podría tener lugar en cualquier momento, desarrollando la vigilancia (prontitud) y otras cualidades necesarias para los guerreros.

A base de este juego educativo, los discípulos realizaron, en particular, el trabajo para desarrollar «la burbuja inferior de percepción».

Para resumir todo lo antedicho, señalaremos aspectos esenciales de esta Enseñanza, excepcionalmente rica en elementos teóricos y prácticos muy valiosos.

Don Juan señaló tres secciones: a) el arte del acecho el arte del intento y c) el arte de la conciencia.

En la historia de la tradición espiritual indígena el arte del acecho inicialmente consistió en la habilidad de pasar, de colarte entre las personas que no te entienden (es decir, las personas de las etapas más tempranas de psicogénesis) y lograr tu Meta.

Pero después, debido en particular a la contribución personal de Don Juan, esta tendencia fue extendida considerablemente hasta incluir también el acecho de los propios vicios (defectos) de uno. Nosotros hemos discutido esto bastante. Permítanme sólo repetir una fórmula excelente, dada por Don Juan: Dios (en su lenguaje, el Poder) nos da según nuestra impecabilidad. Es decir, Dios nos da la oportunidad de acercarnos a Él, de sumergirnos en la felicidad de la creciente Unión con Él a medida que nos perfeccionamos éticamente.

La segunda sección es el arte del intento. «Intención» es lo mismo que «aspiración» a la Meta Suprema. El verdadero guerrero, en el sentido de la palabra de Don Juan, es una persona con «la intención» correctamente desarrollada.

La tercera sección es el arte de la conciencia, que es el buddhi yoga.

Así que, hemos visto una vez más que Dios guía a todas las personas, que han logrado un cierto nivel de madurez en su psicogénesis, usando el modelo metodológico unificado, independientemente del país y de la cultura religiosa en la que ellas viven. Debemos estudiar estos principios y tendencias y aplicarlos a nosotros mismos y a las personas que nos siguen.

La Eñe de Carlos Castaneda

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La Eñe de Carlos Castaneda

Un posible libro inédito de Carlos Castaneda ha sido descubierto en Mount Angel, un convento benecditino de Oregon. El peruano Efraín Díaz Horna es el autor del hallazgo.

En las publicaciones del autor de Las enseñanzas de don Juan, no aparece foto ni indicación alguna sobre su identidad ni sobre su país de origen. El descubrimiento de Díaz Horna parece mostrar otra faceta del misterioso antropólogo. A lo mejor, éste habría sido antes de hacerse famoso, un joven monje benedictino.

Díaz Horna, quien dedica una paciente jubilación a los estudios históricos, encontró refundidos entre textos medievales de la biblioteca del convento, unos cuadernos de poesía mística dedicados a San Juan Evangelista cuyas hojas amarillentas muestran la firma de Carlos Castañeda cuando todavía no perdía la “eñe” de su apellido.

Según asevera Díaz Horna, desde hacía años, había escuchado a algunos lugareños referirse a un joven peruano de ese nombre que habría habitado en la comunidad en los años que corresponden a su llegada a USA. Al parecer, la vida monástica no fue de su agrado, y de allí partió hacia la UCLA, la universidad de Los Ángeles donde estudiara.

El único error de su vida

Vendió ocho millones de copias de Las enseñanzas de don Juan, su primera obra. Dio vueltas sobre el tema del chamanismo en otros ocho libros que le produjeron más de 50 millones de dólares. Fue traducido a 20 idiomas. Se le consideró profeta y, por fin, a partir de él un grupo de intelectuales desesperanzados fundó una “Nueva Edad” (el movimiento gringo del New Age). Pero cometió un solo error en la vida: se casó, aunque después se separara, negara el matrimonio y afirmara a gritos que un profeta casado es un personaje ridículo.

Carlos Castañeda no protestó cuando los editores le quitaron el rabito de la eñe a su apellido, y no aceptó cuando le pidieron una foto para la contracarátula. Sus libros no tenían más identificación que aquel nombre debajo del cual no aparecía ninguna reseña biográfica, y por eso nadie supo jamás, a ciencia cierta, de dónde era, qué edad tenía, qué había estado haciendo antes, y ni siquiera si el nombre que estaba usando era un nombre real.

En las poquísimas entrevistas que concedió, aseguró que provenía de Brasil, aunque también dijo ser un príncipe persa, un sabio portugués y un faraón egipcio reencarnado. Ahora se sabe que era cajamarquino.

En cuanto a su personaje, el sentencioso chamán mexicano don Juan Mateus, Castaneda sostuvo que lo había conocido en una estación de autobuses de Los Ángeles: en estos momentos se duda de si de veras existió.

La sabiduría de don Juan, o tal vez la del propio Castaneda, provenía supuestamente de haber ingerido la raíz del peyote y, gracias a los poderes alucinógenos de aquél, de haberse puesto en contacto con los viejos maestros mayas del ayer.

El asombroso brujo del libro tenía recetas para volar, para hacerse invisible, para transformarse en un animal, para caminar sobre otros mundos y para vivir eternamente, pero sobre todo para llegar a ser feliz. Es natural que fuera escuchado, en los sesentas, por una generación que veía el fracaso de Estados Unidos en Vietnam. El libro fue una suerte de manifiesto contra la razón y la cultura que no habían podido impedir el apocalipsis del superpaís en desgracia.

Recetas para hacerse brujo

De Norteamérica, el sortilegio saltó a los otros países, y de un momento a otro todo el mundo estaba contagiado de brujería. Cuando conocí en París al escritor peruano José Manuel Gutiérrez Sousa, aquél llevaba el nombre de Kurfú Orifuz que se había puesto con el afán de convertirse en brujo pues, según los mayas del libro, para adquirir poderes y conocimiento es preciso borrar la identidad y la historia personal de uno.

Recuerdo que una noche, en casa de Julio Ramón Ribeyro, Kurfú nos relató que había pertenecido a una secta de las selvas de Colombia en la que era necesario devorar al Maestro para adquirir su nombre y su talento. Me parece que ése fue el instante en que Julio dejó de aceptar que Kurfú lo llamara “maestro”, y creo recordar que nunca más lo invitó a su casa, ni aceptó encontrarse en un café con él a solas.

Sin embargo los poetas Elqui Burgos y Abelardo Sánchez León fueron pronto convencidos por el discípulo de Castaneda. Los tres recorrieron todas las cuadras de Champs Elysées, una tarde, dando saltos sobre el pie derecho, la cual –según me contaron, pero no practico– es una forma de recibir los efluvios de la tierra y asimilar las fuerzas mágicas de los peatones.

Lector apasionado de Don Juan y autor de una tesis sobre ese personaje, Teodoro Rivero-Ayllón viajó en esa época a la Isla de Pascua para entrevistarse allí con un Maestro desconocido. Por su parte, Juan Morillo Ganoza, por su propia designación sacerdote peruano de la creencia, impuso a nuestro amigo Arturo Corcuera la condecoración de Responsable de los Sonidos del Universo y encargado de evitar las malas rimas y el exceso de versos asonantes.

Estoy hablando sobre algunos castanedistas peruanos, aunque debo confesar que los hubo en uno y otro lado del mundo, y que el único vínculo que los juntaba, por encima de sus disímiles creencias, era su ignorancia sobre la real nacionalidad del autor… ¿persa? ¿brasileño? ¿portugués? ¿egipcio? ¿cajamarquino?

Al respecto, el artista gráfico –ya fallecido– José Bracamonte Vera me contó una vez que había estudiado con él en la Escuela de Bellas Artes de Lima. Por su parte, Douglas F. Sharon, director del Museo del Hombre de San Diego, me dijo que habían sido condiscípulos en la universidad de Los Ángeles.

Y, por fin, cuando era profesor visitante de la universidad de Berkeley, Mario Vargas Llosa recibió a Carlos Castaneda. Me contó Mario que el recién llegado se resistió a revelarle su nacionalidad y, más bien, le quiso hacer creer que había recorrido a pie el trecho entre Los Ángeles y San Francisco (más o menos 500 kilómetros) tan sólo para conocerlo.

Decía al comienzo de esta nota que casarse fue el único error de Carlos Castaneda, y lo ratifico. Hace unos años apareció Margaret Evelyn Runyan de Castaneda quien vive en Charleston, West Virginia. Papeles en mano, prueba que hubo matrimonio, que se celebró en 1960, y que su marido no fue un príncipe persa sino un imaginativo cajarmarquino.

En cuanto a don Juan Mateus, parece que éste no existió. Según la viuda, el apellido tiene un curioso origen. Castaneda adoraba un vino portugués de marca “Mateus”, y en una ocasión en que lo bebían, proclamó a toda voz: “De aquí, del vino, provienen toda la magia y los conocimientos del universo”. En total coincidencia con él, creo que esa vez sí dijo la verdad.

Las enseñanzas de Don Juan; Carlos Castaneda

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INTRODUCCIÓN

Cuando me planteo la realización de este trabajo, en primera instancia me asalta la misma pregunta que probablemente asaltó a Octavio Paz cuando se le encargó la realización del prólogo: ¿se trata de antropología o de ficción literaria?. En mi opinión para Carlos Castaneda no quedaría otra forma de mostrarnos el significado de su aprendizaje antropológico más que de esta forma más o menos novelesca.

Así, Las enseñanzas de Don Juan en su primera parte se nos muestro en forma de diario personal. Carlos Castaneda nos describe una por una y minuciosamente todos sus encuentros con Don Juan, su maestro. Lo hace en primera persona y como si de una novela se tratase nos describe lo que hace, lo que ve y lo que piensa para trasladarnos al mundo que en ese momento le rodea y podamos situarnos en su aprendizaje. Sin embargo, en mi opinión no es criticable por ello y siguiendo de nuevo a Octavio Paz esta “ficción literaria” constituye en si misma un documento etnográfico.

Como documento etnográfico, tal como se ha construido, Las Enseñanzas de Don Juan pueden inmiscuirnos en un gran debate científico que ha recorrido gran parte de la teoría sociológica y la antropología, se trata de la neutralidad de la posición del investigador. De este modo Carlos Castaneda, aunque en un primer momento y ante el miedo a lo desconocido manifiesta su intención de buscar su trabajo antropológico en la observación termina por inmiscuirse de tal forma en su objeto de estudio de modo que no es ya observación participante sino participación activa.. Por un momento podemos pensar que la antropología ha caído derrotada por el mundo de la magia, que el objeto de la antropología se ha vengado al convertir al antropólogo en hechicero, pero este tema es algo que trataré con más profundidad más adelante.

Se intercambia aquí entonces sujeto y objeto, Don Juan acaba por ser el sujeto que estudia a Castaneda, de forma que la relación se torna entonces a una relación maestro/alumno.

De esta forma lo que comienza como un trabajo de etnografía sobre las plantas alucinógenas en las prácticas rituales de la hechicería yaqui se acaba convirtiendo en una verdadera escuela de hechicería en la que la relación científica que tiene su máxima en conocer se torna en una relación mágico-religiosa cuya máxima es convertirse, convertirse en otro. Sin embargo veremos como detrás de ello si aparece la cientifidad.

Otro de los temas interesantes a los que nos acerca la lectura de esta obra, es que Castaneda nos muestra en ella una antropología de la otredad muy distinta a la construida por sus compatriotas mexicanos que se limitan a hacer una etnografía basada en la clasificación, en la construcción de un listado de productos culturales y constituye a la vez una crítica a la ciencia clásica.

En definitiva, tal como nos ha enseñado la antropología, el mundo recibe definiciones diferentes en sitios diferentes y Castaneda trata de describirnos los destellos del mundo que Don Juan le ha mostrado, el mundo de un hechicero yaqui bajo la influencia de sustancias alucinógenas. Así, la verdadera virtud de esta obra consiste en su capacidad para mostrarnos la otredad explicada desde dentro, encontrándose a su paso con la verdadera dificultad que entraña el hecho de que nuestra propia cultura y lenguaje imponen a nuestras percepciones.

2 DISTINCIÓN SUJETO-OBJETO

Esta investigación empieza como un simple estudio de plantas alucinógenas, en concreto tres: peyote, datura y hongos, que son las usadas en las prácticas de la hechicería yaqui, sin embargo según avanza la obra, nos damos cuenta de lo difícil que puede llegar a ser distinguir y reconocer el sujeto que estudia del que es estudiado. No solo por lo indescirnibles que parecen ser en esta obra las fronteras de dicho límite, sino porque esa dualidad sujeto/objeto se desvanece apareciendo un sujeto (observador/método/sujeto) observado, donde cada personaje, por una parte el antropólogo iniciado y por otra el brujo yaqui, pueden intercambiarse, ser interlocutor e intérprete a la vez.

Es entonces cuando nos cuestionamos el papel de Castaneda en esta historia: aprendiz, investigador o sujeto en conversión. Aunque en un principio se nos presente como observador, en tanto antropólogo, a lo largo de su experiencia va cambiando su rol, desde observador científico a aprendiz o amigo: investiga y a la vez contacta y se relaciona, vinculándose con el otro, con Don Juan.

Él giro definitivo no se produce hasta un año después de su contacto con Don Juan, cuando este por fin le confiesa que posee ciertos conocimientos que ha recibido d un maestro o benefactor y que lo ha elegido a él como aprendiz.

Sin embargo no se trata simplemente de una conversión de un investigador científico en brujo, ni tampoco como nos los planteaba Octavio Paz en el prólogo como una victoria de la magia sobre la antropología, cino más bien un modo de poner a prueba el privilegio de la ciencia clásica occidental, se pone de este modo en cuestión el método empírico de la ciencia positivista.

De este modo Castaneda no se convierte totalmente en brujo, no se convierte en otro, sino que se relaciona con la otredad. Así, desde una perspectiva antropológica podríamos identificar el trabajo de Castaneda con el tema central en antropología: el concepto de emic y etic, al observar un fenómeno desde “dentro” o “fuera” respectivamente, se podría calificar entonces como una visión emic de un indio yaqui.

3.REALIDAD Y REALIDAD ONTOLÓGICA.

En esta obra como se ha comentado en la introducción se puede intuir un esbozo de crítica hacia la ciencia clásica. En este sentido como nos indica Octavio Paz podemos ver una oposición de la antropología al marxismo en tnato que esta posición no constituye ciencia sino teoría histórica que solo se refiere a las etapas que según la organización económica ha vivido la sociedad occidental reduciendo toda a cultura a esta misma. Es decir, la crítica en cuestión se centra en la ignorancia de lo otro, lo extraño o desconocido. En este sentido el uso y la acción de los alucinógenos resulta ser una crítica de la realidad, es decir, la racionalidad sostenida por las percepciones, la ficción de la realidad fijada por los sentidos, unos límites impuestos por la propia cultura que se niega a aceptar otras posibilidades.

Así, Castaneda a través de sus experiencias pone en duda el concepto de realidad y termina por aceptar que la realidad consiste en simples “descripciones del mundo”, que generamos nosotros mismos como observadores, pues las descripciones del mundo cotidiano llegan a ser hasta menos consistentes e intensas que las visiones que le produce el peyote, la datura o los hongos a Castaneda.

Sin embargo no es su interés desmontar la visión del mundo real o hacerlo inconsistente, sino mostrarnos la consistencia de la visión mágica del mundo. Por ello poco a poco va aceptando la existencia de otra realidad distinta que su “descripción” inicial del mundo y se abre a las creencias y pensamiento de Don Juan como un sistema de conocimiento coherente.

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4 METODOLOGÍA Y ANÁLISIS

Considerando Las Enseñanzas de Don Juan como una investigación antropológica, ese relato novelesco junto con el análisis estructural que logra Castaneda consigue elaborar una comprensión íntegra de un fenómeno cultural a través de ciertas consideraciones, distinciones y métodos. De esta forma, la obra constituye una investigación en toda regla, pues entra en contacto con el “otro” y el otro es en este caso el mundo de la brujería yaqui, que se trata de un mundo cerrado.

Podríamos considerar que el intento de Castaneda se encamina hacia una comprensión crítica y objetiva del saber de un cultura, si consideramos como tal a la brujería yaqui, que coexiste con la cultura moderna mexicana y que además posee un conocimiento o sistema de creencias que le es propio y con una amplia coherencia conceptual que incluye determinadas reglas conductuales.

De este modo nos lo transmite el autor:

“lo que había experimentado era la enseñanza de un sistema coherente de creencias por medio de un método pragmático y experimental (…) resultaba claro que el conocimiento de Don Juan y su método de transmitirlo eran los de su benefactor, así, mis dificultades debieron ser análogas a las que él mismo experimentó…”

Podríamos entresacar de este fragmento que la cultura yaqui es como una subcultura que se transmite de generación en generación en un círculo cerrado, o más bien entre los elegidos como aprendices, con un sistema de aprendizaje o transmisión que podríamos calificar como oral.

Castaneda trata así de ahondar en lo más significativo de esa subcultura a través de distintos métodos y técnicas.

En primer lugar y parece evidente, se sirve de lleno de la observación participante, pues aunque quizás obligado por Don Juan que probablemente no le hubiese enseñado de otro modo y mucho menos después de haberlo elegido como aprendiz, no se limita a observar sino que experimenta en si mismo las prácticas de un brujo yaqui. La observación participante es una técnica que está presente en toda la primera parte del libro, Las Enseñanzas, aunque si nos detenemos aquí, podríamos calificarla más bien como participación observante, pues se trata de una interacción-acción, en la que el sujeto investigador, Castaneda, es activo.

A través de la narración y el relato en primera persona Castaneda nos sitúa en cada una de sus experiencias, nos las describe al detalle recreando la realidad experimentada. A través de estas notas de campo nos presenta sus experiencias relativas a esos estados que denomina de “realidad no ordinaria” que tienen lugar tras la ingesta de las plantas alucinógenas o la inhalación en su caso. Revelan así una visión subjetiva de lo que el autor percibe en al atravesar la experiencia. Estas notas de campo manifiestan a la vez el contenido del sistema de creencias de un brujo yaqui, Don Juan.

Del mismo modo esta participación activa del autor así como las enseñanzas de Don Juan no se limitan a la práctica con las plantas alucinógenas, sino que también se refiere a las enseñanzas pragmáticas de los procesos, es decir, cómo recoger las plantas, cómo tratarlas, los procesos de ingestión etc. Es aquí donde observamos un ritualismo estricto, pues Don Juan advierte cómo rigurosamente hay que realizar estas tareas de un modo específico, todos los procesos deben ser realizados de una determinada forma y en un determinado orden, muchas veces advierte el maestro que se corre peligro de muerte en caso de no llevar a cabo la tarea o ritual correctamente. De ahí el estricto ritualismo y rigidez de las creencias de don Juan en esa cultura paralela de la brujería yaqui, pues para él los daños o la muerte por una equivocación nimia por ejemplo en la forma de plantar la datura o yerba del diablo o que se muera una lagartija en el ritual de la yerba pueden tener consecuencias mortales para el iniciado. Así, el ritualismo está presente durante todas las enseñanzas.

En segundo lugar, y también formando parte de la primera parte del libro Castaneda se hace valer de la entrevista etnográfica para obtener más información. El autor se centra exclusivamente en un informante, su maestro Don Juan, y no puede hacer uso de la grabadora, así, probablemente lo reproducido en el libro no se corresponda libremente con la realidad. Se trata de entrevistas abiertas, de persona a persona, donde Castaneda trata de abrir caminos hacia el conocimiento de ese sistema de creencias, formulando preguntas cortas y concisas sobre los conceptos que utiliza Don Juan o la realización de lo procesos o el significado de las experiencias.

Sin embargo, bien es cierto que en muchas ocasiones Don Juan se convierte en un informante difícil, pues se niega a contestar y es que el maestro considera a Castaneda como antropólogo sino como su aprendiz y por ello debe aprender ciertas cosas por si solo a través de su experiencia.

5. ANÁLISIS ESTRUCTURAL

Como hemos visto la obra se divide en dos partes bien diferenciadas. La primera de ellas, ya descrita, es una parte narrada y aunque no sigue una forma sistematizada logra mostrarnos los procesos dinámicos a través de los cuales conocemos, aprehendemos e investigamos. La segunda de ellas, en la que nos centraremos en este apartado, es esquemática, es la parte más científica o antropológica del libro, de modo que se procura construir mapas, modelos, esquemas, representaciones científicas…

Aunque en este análisis estructural sobre este otro conocimiento yaqui no encontramos ese encanto y riqueza presente en la narración, en este esquema conceptual el autor nos revela las estructuras lógicas que se van construyendo al reflexionar sobre todo lo aprendido e investigado permitiéndonos adentrarnos en eses esquema lógico, operativo y conceptual que constituye la cultura yaqui. Se trata así de un intento de revelar la cohesión interna y la fuerza lógica de las enseñanzas de Don Juan. Asimismo Castanida organiza todo lo aprendido en conceptos y subconceptos jerarquizados que contienen un orden y una estructura coherentes, de modo que descubrimos las estructuras cognitivas implícitas en el relato.

En resumen, en esta parte del libro Castaneda reflexiona sobre todas sus experiencias a los largo de los seis años que duró su aprendizaje con Don Juan y se da cuenta de que esa experiencia constituye un verdadero aprendizaje, pragmático, que paso a paso le descubre el maestro, ese hechicero de la etnia yaqui que abre a su paso el conocimiento de una tradición cerrada, la de la sociedad de los brujos de México.

6. VISIÓN CRÍTICA

Aunque tomado por partes diferenciadas el libro puede no decirnos apenas nada de lo que significa la cultura yaqui, en su conjunto constituye un verdadero relato etnográfico que nos revela algunos de los supuestos básicos sobre los cuales reposa la ciencia antropológica.

Hubiera faltado quizás una mayor conexión entre la narración de la historia, con ello me refiero a los relatos de su diario de campo donde nos describe día a día durante seis años sus experiencias con esa subcultura yaqui, y el análisis estructural, que da forma a toda esa narración haciendo de ella un sistema de pensamiento o más bien otro sistema de pensamiento. Así, considero que Castaneda nos pone un poco difícil llegar a descubrir los conceptos implícitos en el relato por más que nos lo explique en la segunda parte de libro, faltaría quizás haber incluido desde el principio la esquematización final, haber entrelazado desde eses mismo estilo literario, categorizaciones de interpretación y descripciones de las experiencias.

Esta crítica, que considero en todo caso constructiva o práctica, no quita para que Castaneda haya logrado desvelarnos en su obra ciertos conceptos que considero clave en antropología como otredad, realidad, realidad ontológica, representación, investigación científica, unidad sujeto-objeto… a través de los cuales la antropología se predispone a observar y ser capaz de recrear una realidad social y cultural que constituye la etnia de los brujos yaqui.

De este modo me pareció más apropiado hacer un breve recorrido por los conceptos clave que evoca la lectura de esta obra que un mero resumen de las experiencias en sí.

Una entrevista con Daniel C. Noel

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Daniel C. Noel
Una entrevista con Daniel C. Noel

Por Sandy McIntosh
traducción por José González Riquelme

Daniel C. Noel, autor de Seeing Castaneda: Reactions to the “Don Juan” Writings of Carlos Castaneda (1976) [traducida al español como “Castaneda a examen: Debate en torno al autor de «Las enseñanzas de Don Juan».], se ha dedicado a la enseñanza no tradicional de Filosofía y Letras en programas para adultos durante veinte y cinco años, primero en el Goddard College y desde 1981 en el Vermont College de la Universidad Norwich en Montpelier. Es también profesor adjunto en el Pacifica Graduate Institute en Carpinteria, California. Ha publicado otros cinco libros, el más reciente Paths to the Power of Myth. Da conferencias con frecuencia y realiza seminarios en las islas Británicas y el sudoeste americano.

Introducción

Tratando de encontrar sentido al torbellino crítico e ideológico que se ha producido a la muerte de Carlos Castaneda, algunos de nosotros hemos vuelto a leer las críticas que se habían publicado sobre sus obras. Dos de estas primeras críticas aparecieron en 1976: Castaneda´s Journey: The Power and the Allegory de Richard de Mille [traducida al españo como “La aventura de Castaneda: el poder y la alegoría] y Seeing Castaneda: Reactions to the “Don Juan” Writings of Carlos Castaneda de Daniel C. Noel. Aunque ninguno de los dos estaba al corriente del proyecto del otro, ambos se concentraron en lo que era el “punto clave” de la brujería de Castaneda en ese momento: la sospecha de que los libros de Castaneda fueran ficción. Sin embargo, mientras de Mille se dedicaba a perseguir las pistas que probaban el engaño literario y antropológico de Castaneda, Noel se concentraba en algo diferente. Vio que Castaneda estaba haciendo algo significativo, es decir, que estaba aportando una forma de chamanismo al mundo occidental, y lo hacía, al parecer, a través de un engaño. “Castaneda”, escribió más tarde, “parece que ha aportado la experiencia viva del chamanismo indígena a la cultura occidental que había suprimido esta expresión espiritual en su propia historia, acallando a sus practicantes y relegándola al irrelevante apartado de las curiosidades de los museos y al estudio de excéntricos intelectuales”.

En 1977, después de más de veinte años de la publicación de Seeing Castaneda, Daniel Noel publica The Soul of Shamanism: Western Fantasies, Imaginal Realities [El Alma del chamanismo: Fantasías occidentales, realidades imaginadas]. En este libro explora el mundo de lo que llama neochamanismo, presentando una perspectiva general de cómo el mundo occidental ha imaginado al chamán mediante las obras de sus escritores, como Castaneda. Y lo que es más importante, evalúa cómo podemos llegar a entender estas aportaciones, dándole todo su valor tanto en nuestros sueños como en nuestro estado de vigilia.

P: Si le parece podría hablarnos del interés que ha tenido por Carlos Castaneda durante más de tres décadas. ¿En primer lugar qué le aportaron sus escritos y cómo ha evolucionado su opinión sobre él a lo largo del tiempo?

R: La primera vez que oí hablar de Las enseñanzas de Don Juan fue a un estudiante en el Lafayette College, creo que en 1970. Había estado dando clases allí durante varios años en el departamento de Religión, ocupándome de la filosofía de la religión, aunque por entonces yo estaba realmente más interesado en la correlación entre la religión-literatura y la religión-psicología. De todas maneras, publiqué algunas cosas sobre la teología radical de los años sesenta conocida como “Dios ha muerto”, participé en algunas protestas políticas menores, experimenté con halucinógenos blandos —bueno, creo que sólo marihuana, aunque estuve en reuniones en donde circulaban otras substancias, etc. Tenía una familia joven y no me sentía muy aventurero, claro, de manera que mi “preparación” para Castaneda por entonces era intelectual. Cuando leí el primer libro de Castaneda me pareció una dramatización maravillosa de temas que me habían fascinado en mis lecturas más abstractas de Nietzsche, Feuerbach, Wallace Stevens, Owen Barfield, y otros: relativismo, nihilismo, la muerte de “Dios” pero el retorno de lo sagrado, el poder de la metáfora en el lenguaje religioso. Las Enseñanzas se convirtieron así en una herramienta pedagógica, algo con lo que animar a mis estudiantes en un curso bastante abstruso llamado “Interpretaciones modernas de la Religión”. Fue muy bien recibido, y durante el curso apareció publicado un pasaje del libro siguiente, Una realidad aparte, en la revista Esquire. Y con esto quedé enganchado.

Un par de años más tarde estaba en el State College, Pennsylvania, visitando la Penn State University, y vi en una librería una serie de libros llamados “Escritores de los setenta” publicados por Warner Paperback Library. La serie tenía comentarios sobre los más atractivos escritores del momento: Hesse, Tolkien, Brautigan, Pynchon. Decidí proponer un comentario sobre Castaneda; y aceptaron. De manera que ahora sólo tenía que ahondar en los libros de Castaneda —ya eran tres— así como en otras fuentes de información secundarias, e intentar decir cual era su significado. Me enfrasqué mucho —puedo decir que me sumergí casi halucinogénicamente— en estas obras. Me di cuenta que lo que pasaba (en parte) era que el lector se veía arrastrado a un aprendizaje con los escritos de Castaneda, de una manera que se asemejaba al aprendizaje del Carlos de los libros de don Juan. Eso es lo que quise presentar, intentando demostrarlo, en el manuscrito que hice para Warner, y que acabé alrededor de 1974.

En ese momento no había reconocido la condición de ficción embaucadora de los libros. Sabía que eran raros, pero me sentía feliz de poder trabajar con ellos como materializaciones maravillosas de temas trascendentes en las postrimerías modernistas de la vorágine de la cultura occidental. Me encantaba que un chamán indígena estuviera constantemente llevándole la delantera a un estudiante graduado, representante de la racional cultura occidental —aunque esto empezó a parecerme un poco sospechoso, una confabulación, con Carlos el hombre de paja a quien el lector se sentiría agradablemente superior.

Cuando el libro Carlos Castaneda: Writer For The Seventies, estaba a punto de publicarse en 1975 tropecé con un obstáculo que hizo más densa la trama. Simon and Schuster, el editor de Castaneda, le negó la autorización a mi editor para poder citar las palabras de don Juan en mi libro. Ya he contado esta pequeñez de brujería editorial en The Soul of Shamanism [El alma del chamanismo], así que no lo repetiré aquí. Baste decir que me sentí descorazonado: mi libro se apoyaba en citas textuales y no me podía permitir una demanda, de manera que el libro fue machacado como un bicho por la negativa tan poco corriente de Simon and Schuster.

Pero esto aumentó mi fascinación por Castaneda al envolver aún más en el misterio quién era y lo que pretendía. Lo localicé por carta y me telefoneó cuatro veces (que se relatan en mi libro de 1997). Recuerdo que pensé que el origen de la palabra “phony” [falso o farsante] era el sonido de voces por teléfono [“telephone” o, abreviando, “phone”], pero la persona que me llamó desde el nevado Vermont parecía ser Carlos —que dijo algunas cosas encantadoras y también algunas cosas engañosas. Como solía hacer de costumbre, según averigüé después.

Con esto llegamos a 1976: Publiqué una colección de artículos para Putnam (Seeing Castaneda) [Castaneda a examen], con objeto de recuperar un poco del esfuerzo perdido con el libro para Warner. Incluso aquí tuve que tomar las citas de Castaneda de los artículos ya publicados e incluidos en Castaneda a examen y parafrasearlos por miedo a que Simon and Schuster me persiguiera. Por entonces ya había leído —y publicado en mi colección— unas palabras de la novelista Joyce Carol Oates que dudaba de la veracidad de Castaneda. Mientras rumiaba esto —Oates no presentó muchas pruebas de sus sospechas— se publicó el libro de Richard De Mille, Castaneda´s Journey [La aventura de Castaneda]. Por entonces no creía que demostrar que Castaneda nos engañaba fuera posible realmente, pero el no estar seguro si los libros eran realidad o ficción era suficiente para despertar algunas dudas —y algunas posibilidades.

De Mille y yo intercambiamos algunas cartas durante unos cuantos años, no llegando a ponernos de acuerdo totalmente sobre el valor que los libros pudieran tener, dada su ambigüedad entre realidad y ficción, y sobre qué enseñanza nos podría transmitir esa ambigüedad. Al final de los años setenta ambos hicimos una crítica de un libro de Castaneda en el mismo número de la revista Parabola y comentamos nuestras respectivas críticas. Cuando en 1980 publicó su segundo libro, The Don Juan Papers, yo ya había aceptado que probablemente tenía razón: los libros de Castaneda eran ficción. Aunque De Mille hizo su desenmascaramiento con un gran sentido del humor —no se percibía desilusión o enojo— aún no contemplaba a mi entera satisfacción el potencial docente (por ejemplo, el efecto “postmodernizador” de no tener realmente un don Juan, pero haber reintroducido una forma de sabiduría indígena en un contexto secular occidental) de los libros que estaban siendo reconocidos y considerados como ficticios. ¿Qué nos decía el éxito del engaño sobre los lectores? ¿Y sobre el poder de la imaginación en ausencia de objetos reales?

Yo sabía que algún día hablaría de todo esto en otro libro, pero pasaron diecisiete años antes de que esto ocurriera. No volví a hablar con Castaneda cara a cara o por teléfono, y sus libros posteriores me fueron pareciendo cada vez más difíciles de leer. Pero nunca dejé de admirarlo por lo que hizo —o mejor dicho, por lo que su engaño hizo posible, tal como yo lo percibo y que finalmente he contado en The Soul of Shamanism. La vuelta del chamanismo al mundo occidental como un movimiento religioso —como “neochamanismo”— tuvo lugar gracias a un poder ficticio, un término que he tomado y adaptado del novelista Ronald Sukenick, para definir el poder y el proceso imaginativo que tuvo lugar al escribir Castaneda y leer nosotros las obras que creímos reales, verdaderas, sabias e incluso transformadoras. Pero parece bastante seguro que no hubo ningún don Juan, ningún desierto, ningún don Genaro, ningún Mescalito, ninguna Gorda, ningún nada de nada que estuviera basado en hechos. Sólo palabras mágicas en historias mágicas —una representación que apunta hacia el verdadero chamanismo que encuentro en el trabajo de Castaneda y en el de otros occidentales que lo siguieron.

Q: A muchas personas que, aparte de leer a Castaneda, asistieron a sus seminarios de Tensegridad y a sus clases privadas, las pruebas documentales recientes que revelan contradicciones y falta de honradez en su comportamiento y en el de sus compañeras les ha causado tristeza y rabia. Sin embargo, usted considera que hay algo genuino que deberíamos considerar: un “verdadero chamanismo” en el trabajo de Castaneda. En The Soul of Shamanism usted escribe que “el poder ficticio de la imaginación literaria que secretamente ha fomentado el neochamanismo es también el poder imaginativo de la psique, el ‘alma’ del mundo occidental y de sus buscadores actuales, para ser redescubierta y recuperada con actos y artes de imaginación chamánicos”. ¿Cómo deberíamos entender esto?

R: Creo que esta afirmación de The Soul of Shamanism debería entenderse como una provocación para reconsiderar algo que nuestra cultura ha tratado de rechazar tanto como ha rechazado el valor del chamanismo indígena: el poder y el proceso de imaginar como una realidad con implicaciones chamánicas. Esta reconsideración es difícil —¡tendría que escribir todo un libro recomendándola!— porque normalmente no damos a la realidad de la imaginación la importancia que tiene. Convencionalmente comparamos la imaginación con la realidad, en ver de verla como una realidad independiente, no-literal y no-objetiva por derecho propio. Esto significa que es más que algo que nosotros inventamos (aunque también podemos hacer eso) como decisión del ego, como un juguete. O incluso como una herramienta poderosa, tal como la “visualización creativa” para perder peso, ayudar en las actividades atléticas, o convocar a las células T asesinas contra la leucemia. Estos son unos usos valiosos de la visualización, como si fuera un animal doméstico que te ayudara, una mula o un perro de ciego. Pero esa visualización más profunda en la que pienso es espontánea —viene a ti como un animal salvaje, o un poder animal, como digo en el libro. Esto sería equivalente a los “espíritus” que encontramos en el chamanismo indígena: una fuerza formidable con la que bailar y conversar. El valor de la tradición Junguiana/posjunguiana en psicología es que no es solamente una psicología de la imaginación sino también una psicología “imaginativa”. Reconoce y participa en esta “imaginación salvaje” al mismo tiempo que ayuda a explicarla. Fue el trabajar con las ideas de James Hillman en particular —mientras reflexionaba sobre las lecciones que nos ha dado la dedicación a imaginar de Castaneda— lo que me hizo ver que una cierta relación con la imaginación podía ser un recurso chamánico o neochamánico. Es decir, que podía tomar el engaño de Castaneda como un ejemplo de su imaginación literaria en funcionamiento, suscitando nuestra imaginación como lectores. Fue tan poderosa la realidad de este factor que propició la formación de todo un movimiento. Y ni siquiera estoy seguro de que participar en seminarios —o tomar halucinógenos, — realmente “vaya más allá” de la experiencia básica de leer esas palabras halucinógenas que escribe Carlos. Puede ser un paso atrás, si me apuras. O tal vez sólo sea un paso al lado, pero no hacia adelante. Pero ahora que los seminarios y el mecanismo social que los rodea están en cuestión, puede que se esté presentando una oportunidad de aprender —una oportunidad chamánica de aprender, si te parece.

P: Algunos de nosotros, al tratar de desmantelar los elementos de las enseñanzas de Castaneda, nos hemos preguntado si la cultura de la que Castaneda extrajo sus revelaciones (“las chamanes del México antiguo”) es accesible a los occidentales. Esta inquietud refleja aquellos comentarios desdeñosos de Robert Bly sobre Castaneda de que “Nadie puede echar cimientos en la tierra de nadie”. Para obtener algún beneficio de la oportunidad de aprendizaje chamánico que usted sugiere ¿qué importancia tiene esta consideración para nosotros?

R: Creo que las consideraciones de “apropiación cultural” —o apropiación indebida o inadecuada — son muy importantes en todo esto. Entre las muchas cosas que me gustan de los libros de Castaneda, no se encuentra la deformación de las culturas indígenas, empezando por la de los yaquis. Hemos oprimido a estos pueblos durante tanto tiempo como para que pensemos, como “occidentales”, que existe un terreno de juego común y que nuestras buenas intenciones son suficientes para traspasar el límite que nos separa de la sabiduría chamánica de tales culturas. Yo no descartaría en absoluto la posibilidad de que un “buscador” occidental sea capaz de llevar a cabo un entrenamiento auténtico con un maestro indígena. Pero las posibilidades de que esto ocurra son muy remotas; en su lugar, lo que tenemos es decepción, engreimiento y explotación. Cuando Castaneda empezó a hablar de los “Toltecas” y sus ideas sobre el “cuerpo energético” me pregunté cómo había llegado la jerga de la Nueva Era al México antiguo (!). No, para mí la mejor opción es tratar de desarrollar algo partiendo del propio legado del mundo occidental que pueda tener fructíferos paralelismos con los chamanismos indígenas. Casi inevitablemente un esfuerzo así requeriría la ayuda de la psicología, y mi propuesta, como ya he dicho, utiliza la psicología post-Junguiana porque me parece la mejor preparada para estar a la altura así como explicar el poder y el proceso de imaginar que el fraude de Castaneda nos presenta como un recurso válido. Si fuéramos capaces de desarrollar un auténtico neochamanismo occidental, entonces tendríamos algo para devolver a los pueblos indígenas cuando ellos nos ofrecen libremente algo de su sabiduría espiritual —en lugar de simplemente agarrar su regalo sin nada a cambio, excepto nuestras buenas intenciones envueltas en dólares gringos.

P: Usted conjura a Merlín, el famoso Merlín de los tiempos del Rey Arturo, como un probable arquetipo en el que basar un neochamanismo occidental. Usted lo relaciona con Jung, contando que durante el proceso de construcción de su torre de retiro en Bollingen en el lago Zurich, Jung grabó imágenes y frases en un gran cubo de granito porque le recordaba la vida de Merlín en el bosque, después de que este sabio desapareciera del mundo. ¿Por qué Merlín en particular, y qué es lo que lo relaciona con Jung y con nosotros?

R: Como mencioné antes, no creo que podamos comprender estas materias —es decir, cómo identificarnos, como occidentales, con la espiritualidad chamánica— sin la ayuda de la psicología. Así que esto es lo que nos relaciona con Jung, entre otros forjadores de la modernos psicología occidental. Además, Jung estaba involucrado en áreas que para mí son las más apropiadas: la imaginación, la realidad de la psique, los sueños, la necesidad de espiritualidad y de “la vida simbólica”, etc. La relación entre Jung y Merlín no es rigurosa, en absoluto, pero su propia fascinación personal con la figura y la leyenda de Merlín, como se muestra en parte por la anécdota que usted ha recordado sobre su piedra en Bollingen, parece al menos una relación sugerente, una oportunidad para imaginar posibles paralelismos. También insinúo en mi libro que cuando Merlín desaparece de los asuntos mundanos de la corte de Arturo y de las ocupaciones militares, y es encantado volviéndolo invisible por Niniane/Viviane/Nimue, se convierte en un personaje de leyenda, en un figura íntima, en una parte de la psique occidental. De esta manera reside en un reino en donde la psicología y la estética se entremezclan —es como decir que se lleva consigo su “chamanismo celta”— y en ese reino es en donde Jung se estableció en este siglo. Merlín es un posible modelo de comportamiento chamánico occidental —uno que yo relaciono, un tanto libremente, con Jung. Pero hay otras figuras que han sido consideradas como archi-chamanes occidentales: Orfeo, por ejemplo, o Fausto. Necesitaba un modelo, con una historia, que materializara mis puntos de vista abstractos sobre el (neo)chamanismo occidental como objetivo posible, viable. Pero no hay ninguna ortodoxia Merliniana. Podía haber tomado a Orfeo o a Fausto e incluso haberles encontrado relaciones con Jung. Pero Merlín, y la relación Merlín-Jung, tal como es, me resultaba muy evocadora, provocando mi imaginación, que se encuentra a mitad de camino de la práctica chamánica, para gente como yo.

P: Incluso así, usted persiguió a Merlín de una manera muy concreta, viajando hasta Carmarthen en Gales, a la “Ciudad de Merlín”. Allí olvidó tomar su medicina para el corazón, se esforzó subiendo un camino muy empinado hasta un castillo que se encuentra al parecer cerca de la caverna en donde Merlín duerme hechizado. Usted escribió: “Decido continuar el ascenso, diciéndome que los dolores desaparecerán cuando llegue a la cima y pueda descansar. Aún así, temo que esto sea una estúpida hazaña temeraria que pueda llegar a costarme la vida.” Usted describió su ascenso como “controlado por el ego” y “heroico”, aunque advierte la incómoda sospecha de que debajo de estas cualidades hay algo —algún conocimiento— que pugna por salir. Después, usted habla del cuento de los hermanos Grimm “El espíritu de la botella”, en el cual un joven que camina por el bosque oye una voz que le dice: “¡Sácame de aquí! ¡Sácame de aquí!” Estas cosas me llevan a la situación actual de los que hemos seguido a Castaneda. Cuando hablamos entre nosotros, algunos repetimos eslóganes tales como “Estoy siguiendo el camino del guerrero” o “Los hechos de la vida cotidiana carecen de importancia; lo único que importa es nuestro encuentro con el infinito”, mientras que otros desacreditan y ridiculizan estos eslóganes, a veces con contra-eslóganes. E incluso hay otros que aseguran que la auténtica solución radica en encontrar un maestro mejor. Me pregunto si, bajo todo esto, no habrá algo tratando de salir de nosotros que quiere deshacerse de los eslóganes, de los contra-eslóganes, e incluso de los maestros, y ponerse en pie y hacerse oír. ¿Cómo reacciona usted a esto?

R: Sí, he buscado a Merlín “de una manera concreta”, pero concreta no tiene que ser literal, o literaria. Los poemas son concretos; las historias son concretas; las imágenes y la imaginación son concretas —sin necesidad de hacer literatura. Mi experiencia en Gales fue sentida con el corazón, en el sentido de que sufrí dolores en el pecho que parecían ser una angina. Pero la relación que tienen con Merlín es, sobre todo, por la naturaleza emotiva de mi ascenso por aquella colina galesa. Quise ser tentativo sobre el significado final de mi experiencia, tentativo y metafórico. Sé que Merlín yace durmiendo en muchos lugares de las Islas Británicas y de la Bretaña —he visitado varios de ellos sin ningún problema con el corazón, al menos a nivel físico. Me surgieron como invitaciones para imaginar, aperturas al “otro mundo” de la imaginación. Y con la imaginación llega el sentimiento; para mí en esa época de mi vida —al menos tal como lo vi en retrospección cuando escribí el libro— la experiencia en Gales estaba aderezada con el final devastador de una relación así como la preocupación por mi estado de salud. Cualquier conocimiento que pudiera llevar conmigo —y creo que alguno había— no era metafísico. Era conocimiento del lugar adecuado para imaginar en el paisaje y en mi vida, al encontrar ese paisaje y buscar aprender de él. Hillman lo llama “el pensamiento del corazón”, viendo al corazón como el “órgano” de la imaginación. De la misma manera me referí a las palabras de Thomas Moore sobre “el problema del corazón” después de contar mi encuentro en la colina de Gales. Por último, usted puede preguntar que fue lo que encontré después de todo. Me repetiré: el poder y el proceso, chamánico en muchos aspectos, de imaginar. No un proceso intencionado de inventarse cosas sino la aparición espontánea de imágenes, alimentadas por la leyenda —no por ningún hecho— de Merlín y de esa colina, por molestias físicas (Elaine Scarry en The Body in Pain escribe cómo el dolor provoca imágenes), por asociaciones emocionales. ¿Fueron de este tipo “mi” imágenes? Jung dice que el inconsciente llega hasta Dios sabe donde —no sabemos donde termina. Lo mismo se puede decir de la imaginación: podemos participar con ella cuando está en un primer plano, pero su parte oculta llega más allá del ego, más allá de uno mismo, tal vez extendiéndose hasta el misterio. Para mí, con mis antecedentes particulares y mi experiencia, Merlín, el Merlín chamánico, es uno de los nombres de ese misterio.

Copyright © 1999, Sandy McIntosh y Daniel C. Noel

Polemica en torno a Carlos Castaneda

De wikipedia:
[url=http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Castaneda]http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Castaneda[/url]

La obra de Castaneda ha despertado desde su publicación una gran polémica: entre otras cosas, se le ha acusado, especialmente desde entornos académicos antropológicos, de haber incluido falsedades intencionadas en sus libros haciendo pasar por sucesos reales experiencias totalmente inverosímiles, si bien la consideración de realidad que Castaneda emplea en sus obras es de tal naturaleza que bien podría eludir todos estos cuestionamientos. Con todo y en especial, se ha señalado la falta de acuerdo entre los estudios realizados por antropólogos entre los indios yaquis y la doctrina que atribuye a don Juan en sus relatos \”autobiográficos\”.

No existe ninguna evidencia de que Don Juan haya existido siquiera. Castaneda no permitió a los antropólogos (ni siquiera a sus ex-compañeros de la Universidad de California) acceder a sus notas de campo, y tampoco existen fotos o grabaciones. Todo esto resultaría extraño en una verdadera investigación antropológica, cosa que por otro lado no es, ni ha pretendido ser, la obra de Castaneda, pero ha hecho sospechar a muchos que podría tratarse de una mera invención.

Por otro lado debe considerarse que no existe evidencia en ninguna universidad de que se haya presentado el libro original, Las enseñanzas de Don Juan, ya sea en la UCLA o ninguna otra Universidad, y el mencionar a Castaneda como antropólogo es parte de la leyenda. Sí se sabe que en el tiempo que Castaneda estuvo en los Angeles, se impartía un curso sobre antropología. No hay que desestimar sin embargo la importancia de Castaneda en la antropología moderna.

Otra consideración distingue las profundas diferencias que existen entre los cuatro primeros libros (hasta Relatos de Poder, incluido) y el resto. Mientras en los primeros se percibe cierta evolución tanto en el enfoque como en los contenidos, el resto de libros se pueden considerar meros productos comerciales sin ningún viso de autenticidad. Tanto por el hecho de que apenas ahondan en el contenido de los anteriores (más bien se dedica a tratar materias de lo más peregrinas) como la recreación en supuestas experiencias paranormales más espectaculares que significativas.

Lo mismo se puede decir de la tensegridad. Mientras en los primeros libros Don Juan apenas hace algunas referencias aisladas a la postura de las manos, un modo especial de mirar bizqueando y una peculiar manera de desplazarse llamada marcha de poder, Carlos surge casi al final de su obra con una supuesta gimnasia enseñada por Don Juan.

Muchas personas que conocieron personalmente a Castaneda, como Alejandro Jodorowsky, no han revelado una imagen ciertamente positiva de él, mostrándolo básicamente como un advenedizo. Tanto el propio Carlos como sus seguidores afirman que esa confusión es parte del juego del brujo.

Esta confusión no acaba aquí. En ocasiones contaba en persona, a un público numeroso formado por seguidores, experiencias que habían tenido lugar con Don Juan en determinado lugar y determinada fecha. Como las anécdotas de Castaneda suelen estar fechadas en sus libros con mucha precisión y sus seguidores por lo general conocen su obra casi a la perfección, era habitual que estos preguntaran entonces cómo era posible aquello, ya que según determinado libro, en esas fechas estaba en otro lugar haciendo otra cosa. Castaneda invariablemente respondía que en ese momento, como brujo que es, estaba en dos o más lugares simultáneamente. Este tipo de contradicciones no dejaron de calar entre sus seguidores, que llamaron a estas explicaciones \”disonancias cognitivas\”, no tanto de modo crítico como denotativo.

Parece ser que en este tipo de reuniones también era muy frecuente que Castaneda ridiculizara a algún asistente imitando su forma de hablar o respondiendo de manera poco cortés a las preguntas.

Aún dando por buena la veracidad esencial del relato de Castaneda, Marvin Harris dedicó un capítulo de su Vacas, cerdos, guerras y brujas (Cows, Pigs, Wars and Witches, 1974) a criticar lo que consideraba un trabajo antropológico de poca calidad, que admite sin crítica el punto de vista emic del sujeto de estudio y no mantiene la objetividad necesaria en un investigador digno de tal nombre. Critica también la ideología de la obra, que vuelve paradójico su éxito entre los rebeldes de la Contracultura. Harris señala: ¿Acaso hay un ejemplo más desolador de tecnócrata que el mago yaqui, para quien los problemas sociales de su pueblo no merecen ni un minuto de atención?, a propósito de un pasaje descrito por Castaneda en el que el chamán yaqui dice que los niños que mendigan por el sitio donde se encuentra –en compañía de Castaneda– jamás podrán ser hombres de saber. (esto es incorrecto: Castaneda era el que decía que los niños que mendigaban no tenían posibilidades; don Juan afirmaba que esos niños y Carlos tenían las mismas posibilidades de llegar a ser hombre de conocimiento.)
Acaso crees que tu riquísimo mundo podría ayudarte a llegar a ser hombre de conocimiento? -preguntó don Juan [a Carlos] con leve sarcasmo (…)

-En otras palabras -dijo, sonriendo con franqueza, obviamente al tanto de que yo tenía conciencia de su ardid-, ¿pueden tu libertad y tus oportunidades ayudarte a ser hombre de conocimiento? -¡No! -dije enfáticamente.
-¿Entonces cómo pudiste tener lástima a esos niños?-dijo con seriedad-. Cualquiera de ellos podría llegar a ser hombre de conocimiento. Todos los hombres de conocimiento que yo conozco fueron muchachos como ésos que viste comiendo sobras y lamiendo las mesas.

De 1976 en adelante se han publicado varios libros que cuestionan el relato de Castaneda, considerándolo una patraña:

Richard de Mille

* Castaneda’s Journey: The Power and the Allegory (1976) (en inglés, \”El viaje de Castaneda: el poder y la alegoría\”)
* The Don Juan Papers (1980) (en inglés, \”Los papeles de Don Juan\”). Afirma que Don Juan nunca existió, entre otras muchas cosas.

Jay Courtney Fikes

* Carlos Castaneda, Academic Opportunism and the Psychedelic Sixties (1993) (en inglés, \”Carlos Castaneda, oportunismo académico y los sicodélicos años sesenta\”). Sugiere que Don Juan podría haber sido inventado combinando dos o tres auténticos chamanes.

Castaneda solía contraargumentar diciendo que él escribía sobre estados de la mente y la percepción fuera de las convenciones de la conciencia usual y desde un \”corpus\” de conocimiento tradicional que definía como hechicería, si bien no se corresponde a lo que convencionalmente conocemos como tal. Así pues, su trabajo no es de tipo científico o racional y por lo tanto no puede ser encuadrado en la antropología por más que, incidentalmente, tuviera ese origen. Todo ello no impide que pueda ser riguroso, exhaustivo e incluso pragmático en su elaboración.

En cierto modo la autenticidad del personaje de don Juan y de las peripecias relatadas en los libros pasa a ser una cuestión secundaria si se considera exclusivamente el valor literario de la obra de Castaneda. Son libros muy bien escritos, entretenidos y repletos de enseñanzas y reflexiones que pueden considerarse válidas. Hay que recordar que, según Castaneda, un guerrero no cree en nada y no da nada por cierto, por lo que es posible que en verdad sus relatos sean ficticios y tengan el único propósito de transmitir estas enseñanzas, que a fin de cuentas, es el mismo lector el que las evalúa y decide adoptar o no.

Otros muchos autores han apologizado a favor del autor o han sido directamente influidos por sus planteamientos, incluso poniendo en práctica sus enseñanzas. Es el caso de Víctor Sánchez, que en Las Enseñanzas de Don Carlos (1998) elabora experiencias y metodologías de trabajo basadas en las referencias pragmáticas de los libros hasta entonces publicados.

Sus compañeras Taisha Abelar y Florinda Donner-Grau, discípulas también de Don Juan Matus, han escrito también varios libros sobre su aprendizaje.

Otras fuentes [editar]

Otros citan distintos datos de lugares, años y fechas:

* Se dice por ejemplo que hubo otro Carlos Castaneda que nació en Perú, habiendo así confusiones conforme a su nacimiento y datos personales.
* Según los registros de inmigración estadounidense, nació en Cajamarca, Perú, el 25 de diciembre pero en 1925.
* Que fue hijo de un profesor de literatura, y sobrino de Osvaldo Aranha quien fue presidente de la Asamblea General de la ONU y embajador en los Estados Unidos.
* Que estudió escultura en Milán, Italia.
* Que fue hijo de un orfebre dueño de una joyería.
* Que creció en la ciudad andina de Cajamarca, donde realiza sus primeros estudios, trasladándose luego a Lima, donde los completa. Más tarde estudiaría pintura y escultura en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
* Se casó en 1960 con Margaret Runyan en Tlaquiltenango, México. En agosto del mismo año la abandonaba por Mary Joan Barker, y en ese verano encontrará a la persona que cambiaría su vida para siempre: Juan Matus.
* Castaneda y Margaret Runyan se separarían entonces en 1973; sin embargo, se seguirán frecuentando hasta que Margaret deje Los Ángeles en 1966.
* En 1961 nace Carlton Jeremy Castaneda, aceptado legalmente por Carlos. Dada la supuesta evidencia de no paternidad biológica, Carlton mantiene pleitos actualmente con la asociación oficial \”Cleargreen\” creada por su padre, por la herencia ultramillonaria que le pertenecería.
* La escritora Amy Wallace, hija del escritor Irving Wallace, publica un libro en el que habla de su estrecha relación con Carlos Castaneda. En el libro lo describe como alguien voluble que tiraniza a sus acólitas, (todas mujeres), por simple capricho, y que además tiene relaciones sexuales con todas ellas. (Carlos estaba vasectomizado). Su círculo más íntimo, según Amy Wallace, estaba formado por Florinda Donner, Patty Partin y Taisha Abelar, entre otras. En declaraciones posteriores, Amy Wallace dice estar convencida de que estas tres mujeres, junto con Talia Bey y Kilie Lundhal, de Cleargreen, pactaron un suicidio colectivo después de la muerte de Carlos. No se sabe nada de ellas desde 1998. En 2003 se hicieron pruebas de ADN a unos restos humanos encontrados en Death Valley. Según la policía pertenecían a Patty Partin, también conocida como Nury Alexander o el explorador azul.

Posibles fuentes y Generalidad

Parte del problema que presenta el material de los libros, es la calidad y estilo variables entre uno y otro, aunque hay eventos que hacen pensar que las fuentes son otras. Por ejemplo, el primer libro \”Las enseñanzas de don Juan\” usa la metáfora \”camino con corazón\”, pero el término y el contexto son casi idénticos a lo escrito por el Samurai Miyamoto Musashi en el libro de los cinco anillos, donde literalmente se habla de camino del guerrero y que debe llevarse hasta el final (Sección es el porqué de este libro en cinco manuscritos)

Hay comentarios sobre casos de plagio en el libro Shabono de Florinda Donner-Grau, sobre reproducción textual de pasajes enteros de terceras personas, y Taisha Abelar usa conceptos que no son verificables y a la vez sesgados, siendo uno de ellos el consejo de respirar por la vagina.

Debido a la diferente calidad entre los escritos, generalizaciones mayores y probables plagios deben tomarse precauciones ante la posibilidad de que el material literario sea un compendio. Defender uno o dos puntos aislados, no puede ser en ningun caso defender el conjunto.

La razon y el conocimiento silencioso

Me acorde de este texto por lo de Ingeneratus. Y algo me hizo pensar que era algo que habia leido el.

http://www.monografias.com/trabajos45/razon-y-conocimiento/razon-y-conocimiento.shtml

https://rojointenso.net/adjuntos/7387-monografia_Conocimiento_Silencioso.pdf (Click derecho para descargar)

Recordatorio

Hace unos momentos movi un tema con terminos prehisanicos no relacionadso con Castaneda, a el foro offtopic.

La regla de este foro (DJM) es :

Para todos los interesados e interesadas en ntercambiar opiniones y experiencias en relacion con las enseñanzas de Don Juan Matus y los libros de Carlos Castaneda. Esta lista es para hablar del conocimiento de Castaneda, no de cosas Toltecas, ni mayas, ni aztecas, impulsadas generalmente por sudamericanos. Tampoco es una lista para hablar de Tensegridad o Voladores. Solo Castaneda, no de sus brujas suplentes. Las reglas son simples.
No promocionar informacion tolteca o prehispanica, ni publicidad de lucro de nada.
No dobles identidades.
No hacer enfasis en \”pedos, miados, vomitos\”, y \”tocarse el pito\” aludiendo a que son terminos de Castaneda.
No promocionar Tensegridad ni libros finales.

El problema de Castaneda es que no proporciona nada relevante que sea comprobable en cuanto a fuentes prehispanicas reconocidas. Usa una version romantica de terminos como nagual cuando debe ser “nahual” y crea un subtipo de toltecas inexistentes (del que solo presenta a DJM), pero recordemos que se sabe muy poco de los toltecas reales.

El idioma nahuatl, como tal, es un idioma aglutinante y metaforico, donde se han derivado diversos dialectos y dioses por el fenomeno de aglutinacion. Tezcatlipoca viene de culturas anteriores, y Castaneda, entre las muchas cosas que no sabia, era nahuatl.

No tenemos nada en contra de lo prehispanico, pero no porque algo prehispanico sea dicho en lenguaje nahuatl (o idiolectos nawatls de comerciantes, que se demostro que no tienen la mas minima idea), vamos a permitir que NADIE, en nombre del AMOR, o de lo que sea, justifique tolerancia a sectas o comerciantes o personas que viven del pasado porque no tienen futuro.

Cuando se fundó este foro, hace mas de 10 años , se decidió por varias razones solo permitir material prehispanico comprobable, u opiniones fundadas en la experiencia personal, pero no se permite por sentido comun, de ningun modo hablar de tolerancia a personas que promueven sectas o tes toxicos.

Si se comenta que en otros foros lo hacen, hablenlo alla. Yo no me contamino permitiendome estyar donde alguien habla de AMOR o “UNIDAD MEXICA”, para justificar el comercio de lo sagrado o interpretaciones de “antiguas palabras”, de PUEBLOS DEROTADOS, que son traducidas a conveniencia por aquellso que no saben citar una ficha bibliografica o alteran fuentes como Sejournee y Leon Portilla.

El Nahuatl VALIDO puede conservarse, debe conservarse, pero no apoyando por AMOR, MEXICANIDAD o lo que sea a comerciantes de lo sagrado.

Contra el comercio y alteracion de lo sagrado y de lo prehispanico, No hay tolerancia, y no debe haberla.