Mas Alla del Bien y del mal

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Tiempo Imaginario y Construcción de Sigilos

Tiempo Imaginario y Construcción de Sigilos
Por Wes Unruh

Nietzsche por Borges

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[size=]Algunos pareceres de Nietzsche[/size]

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[div align=\\\”center\\\”] Por Jorge Luis Borges
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Siempre la gloria es una simplificación y a veces una perversión de la realidad; no hay hombre célebre a quien no lo calumnie un poco su gloria. Para América y para España, Arturo Schopenhauer es primordialmente el autor de El amor, las mujeres y la muerte: rapsodia fabricada con fragmentos sensacionales por un editor levantino. De Friedrich Nietzsche, discípulo rebelde de Schopenhauer, ya observó Bernard Shaw (Major Barbara, Londres, 1905) que era la víctima mundial de la frase «bestia rubia» y que todos atribuían su renombre y limitaban su obra a un evangelio para matones. A pesar de los años transcurridos, la observación de Shaw no ha perdido en validez, si bien hay que admitir que Nietzsche ha consentido y tal vez ha cortejado ese equívoco. En sus años finales aspiró a la dignidad de profeta y sabía que ese ministerio es incompatible con un estilo razonable o explícito. El más famoso (no el mejor) de sus libros es un pastiche judeo-alemán, un prophetic book más artificial y harto menos apasionado que los de Blake. Paralelamente a la composición de su intencionada obra pública, Nietzsche apuntaba en otros cuadernos los razonamientos capaces de justificar esa obra. Esos razonamientos (y toda suerte de meditaciones afines) han sido organizados y editados por Alfred Baeumler y componen dos tomos de cuatrocientas y quinientas páginas cada uno. La obra general se titula -algo torpemente- La inocencia del devenir y ha sido publicada en 1931 por Alfred Kröner. «En los libros publicados», escribe el editor, «Nietzsche habla siempre ante un adversario, siempre con reticencias; en ellos predomina el primer plano, como lo ha declarado el mismo autor. En cambio, su obra inédita (que abarca de 1870 a 1888) registra el fondo de su pensamiento, y por eso no es obra secundaria, sino obra capital».

Este fragmento -el 1072 del primer volumen- es un testimonio patético de su soledad: «¿Qué hago al borronear estas páginas? Velar por mi vejez: registrar para el tiempo, cuando el alma no puede emprender nada nuevo, la historia de sus aventuras y de sus viajes de mar. Lo mismo que me reservo la música para la edad en que esté ciego.»

«Es común identificar a Nietzsche con las intolerancias y agresiones del racismo y elevarlo (o denigrarlo) a precursor de esa pedantería sangrienta; veamos lo que Nietzsche -buen europeo, al fin- pensaba hacia 1880 de tales problemas. «En Francia -anota- el nacionalismo ha pervertido el carácter; en Alemania, el espíritu y el gusto: para soportar una gran derrota -en verdad, una definitiva- hay que ser más joven y más sano que el vencedor».

La reserva final no debe impulsamos a creer que las victorias de 1871 lo regocijaban con exceso. El fragmento 1180 del segundo volumen declara: «Para entusiasmarnos por el principio, Alemania, Alemania encima de todo, o por el imperio alemán, no somos lo bastante estúpidos»; poco antes observa: «Alemania, Alemania encima de todo, es quizá el lema más insensato que se ha propalado jamás. ¿Por qué Alemania -pregunto yo- si no quiere, si no representa, si no significa algo de más valor que lo representado por otras potencias anteriores? En sí, es sólo un gran Estado más, una bobería más en la historia.»
El antisemitismo lo mueve a las siguientes observaciones: «Encontrar un judío es un beneficio sobre todo cuando se vive entre alemanes. Los judíos son un antídoto contra el nacionalismo, esa última enfermedad de la razón europea… En la insegura Europa son quizá la raza más fuerte: superan a todo el occidente de Europa por la duración de su proceso evolutivo. Su organización presupone un devenir más rico, un número mayor de etapas que el de los otros pueblos… Como cualquier otro organismo, una raza sólo puede crecer o perecer: el estancamiento es imposible. Una raza que no ha perecido, es una raza que ha crecido incesantemente. La duración de su existencia indica la altura de su evolución: la raza más antigua debe ser también la más alta. En la Europa contemporánea los judíos han alcanzado la forma suprema de la espiritualidad: la bufonada genial.»

«Con Offenbach, con Enrique Heine, la potencia de la cultura europea ha sido superada: las otras razas no tienen la posibilidad de ser ingeniosas de esa manera… En Europa son los judíos la raza más antigua y más pura. Por eso la belleza de la mujer judía es la más alta.»

Examinado con alguna imparcialidad, el párrafo anterior es muy vulnerable. Su propósito es refutar (o molestar) al nacionalismo alemán; su forma es una afirmación y una hipérbole del nacionalismo judío. Este nacionalismo es el más exorbitante de todos; pues la imposibilidad de invocar un país, un orden, una bandera, le impone un cesarismo intelectual que suele rebasar la verdad. El nazi niega la participación del judío en la cultura de Alemania; el judío, con injusticia igual, finge que la cultura de Alemania es cultura judía. Por lo demás, el pensamiento de Nietzsche debe haber sido más imparcial que sus afirmaciones; sospecha que se dirigía, in mente, a alemanes incrédulos e indignables.
En otro lugar escribe proféticamente: «Los alemanes creen que la fuerza debe manifestarse por el rigor y por la crueldad. Les cuesta creer que puede haber fuerza en la serenidad y en la quietud. Creen que Beethoven es más fuerte que Goethe; en eso se equivocan.»

Este fragmento -el 1168- no carece tal vez de actualidad y aun de futuridad: «Todos los verdaderos germanos emigraron; la Alemania actual es un puesto avanzado de los eslavos y prepara el camino para la rusificación de la Europa.» Inútil agregar que esa doctrina puede congregar escasos prosélitos en la Alemania de hoy. El país está regido por germanistas que preconizan la anexión de ciertos vecinos porque son de raza germánica y de ciertos otros vecinos porque son de raza inferior. Esos peligrosos etnólogos afirman un predominio germánico en Escandinavia, en Inglaterra, en los Países Bajos, en Francia, en Lombardía y en Norteamérica: hipótesis que no les prohíbe atribuir a Alemania la exclusiva representación de esa ubicua raza.

En otro lugar dice Nietzsche: «Bismarck es un eslavo. Basta mirar las caras de los alemanes: emigraron todos los que tenían sangre varonil, generosa; la lamentable población que no se movió, el pueblo de alma servil se mejoró después con alguna adición de sangre extranjera, principalmente eslava. La mejor sangre de Alemania es la sangre aldeana: por ejemplo, Lutero, Niebuhr, Bismarck.»

Movilizar contra Alemania el párrafo que acabo de trasladar sería una ligereza y una injusticia. Una de las capacidades geniales del intelectual alemán -no sé si del francés- es la de no ser accesible a las supersticiones del patriotismo. En trance de ser injusto, prefiere serlo con su propio país. Nietzsche -no nos dejemos desviar por su nombre polaco- era muy alemán. Una de las amonestaciones que hemos leído nos exhorta a no confundir la mera violencia y la fuerza: así no hubiera hablado Zarathustra si hubiera tenido presente esa distinción.

En el fragmento 1139, Nietzsche condena con plenitud la obra de Lutero; en el fragmento 501 escribe, sin embargo: «El hombre hace que un acto sea meritorio, pero es imposible que un acto dé méritos a un hombre.» También es imposible formular con menos palabras la doctrina que opuso Martín Lutero a la doctrina de la salvación por las obras.

En aquel ruidoso y casi perfectamente olvidado volumen -Degeneración- que tan buenos servicios prestó como antología de los escritores que el autor quería denigrar, Max Nordau vio en el carácter fragmentario de las obras de Nietzsche una demostración de su incapacidad para componer. A ese motivo (que no es lícito excluir y que no es importante) podemos agregar otro: la vertiginosa riqueza mental de Nietzsche. Riqueza tanto más sorprendente si recordamos que en su casi totalidad versa sobre aquella materia en que los hombres se han mostrado más pobres y menos inventivos: la ética.

Excepto Samuel Butler, ningún autor del siglo XIX es tan contemporáneo nuestro como Friedrich Nietzsche. Muy poco ha envejecido en su obra, salvo, quizás, esa veneración humanista por la antigüedad clásica que Bernard Shaw fue el primero en vituperar. También cierta lucidez en el corazón mismo de las polémicas, cierta delicadeza de la invectiva, que nuestra época parece haber olvidado.

Fuente: Diario “La Nación”, Buenos Aires, 11 de febrero de 1940.

Sobre la Naturaleza Humana

El Anticristo
Sobre la naturaleza humana [div align=\\\”left\\\”]
Hemos rectificado conceptos. Nos hemos vuelto más modestos en toda la línea. Ya no derivamos al hombre del “espíritu”, de la “divinidad”; lo hemos reintegrado en el mundo animal. Se nos antoja el animal más fuerte, porque es el más listo; una consecuencia de esto es su espiritualidad. Nos oponemos, por otra parte, a una vanidad que también en este punto pretende levantar la cabeza; como si el hombre hubiese sido el magno propósito subyacente a la evolución animal. No es en absoluto la cumbre de la creación; todo ser se halla, al la do de él, en idéntico peldaño de la perfección…

Y afirmando esto aun afirmamos demasiado; el hombre es, relativamente, el animal más malogrado, más morboso, lo más peligrosamente desviado de sus instintos, ¡claro que por eso mismo también el más interesante! En cuanto a los animales, Descartes fue el primero en definirlos con venerable audacia como machinas; toda nuestra fisiología está empeñada en probar esta tesis. Lógicamente, nosotros ya no exceptuamos al hombre, como lo hizo aun Descartes; se conoce hoy día al hombre exactamente en la medida en que está concebido como machina.

En un tiempo se atribuía al hombre, como don proveniente de un orden superior, el “libre albedrío”; ahora le hemos quitado incluso la volición, en el sentido de que ya no debe ser interpretada como una facultad. El antiguo término “voluntad” sólo sirve para designar una resultante, una especie de reacción individual que sigue necesariamente a una multitud de estímulos en parte encontrados, en parte concordantes; la voluntad ya no “actúa”, ya no “acciona”…

En tiempos pasados se consideraba la conciencia del hombre, el “espíritu”, como la prueba de su origen superior, de su divinidad; para perfeccionar al hombre, se le aconsejaba retraer los sentidos al modo de la tortuga, cortar relaciones con las cosas terrenas y despojarse de lo que tiene de mortal, quedando entonces lo principal de él, el “espíritu puro”. También en este rcspecto hemos rectificado conceptos; la conciencia, el “espíritu” se nos aparece precisamente como síntoma de una imperfección relativa del organismo, como tanteo, ensayo, y yerro, como esfuerzo en que se gasta innecesariamente mucha energía nerviosa; negamos que nada pueda ser perfeccionado mientras no se tenga conciencia de ello.

El “espíritu puro” es pura estupidez; si descontamos el sistema nervioso y los sentidos, lo que tiene de mortal el hombre, nos equivocamos en nuestros cálculos; ¡nada más! …
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[div align=\\\”left\\\”]http://www.demasiadohumano.com.ar/nietzsche_cuerpo-alma-nathu.htm
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Ecce Homo

Prologo de Ecce Homo, F. Nietzche

1. Como preveo que dentro de poco tendré que dirigirme a la humanidad presentándole la más grave exigencia que jamás se le ha hecho, me parece indispensable decir quién soy yo. En el fondo sería lícito saberlo ya: pues no he dejado de “dar testimonio” de mí. Mas la desproporción entre la grandeza de mi tarea y la pequeñez de mis contemporáneos se ha puesto de manifiesto en el hecho de que ni me han oído ni tampoco me han visto siquiera. Yo vivo de mi propio crédito; ¿acaso es un mero prejuicio que yo vivo?… Me basta hablar con cualquier “persona culta” de las que en verano vienen a la Alta Engadina para convencerme de que yo no vivo… En estas circunstancias existe un deber contra el cual se rebelan en el fondo mis hábitos y más aún el orgullo de mis instintos, a saber, el deber de decir: ¡Escuchadme!, pues yo soy tal y tal. ¡Sobre todo no me confundáis con otros! 2. Por ejemplo, yo no soy en modo alguno un espantajo, un monstruo de moral, – soy incluso una naturaleza antitética de esa especie de hombre venerada hasta ahora como virtuosa. Dicho entre nosotros, paréceme que justo esto forma parte de mi orgullo. Yo soy un discípulo del filósofo Dionisio, preferiría ser un sátiro antes que un santo. Pero léase este escrito. Tal vez haya conseguido expresar esa antítesis de un modo jovial y afable, tal vez no tenga este escrito otro sentido que ése. La última cosa que yo pretendería sería “mejorar” a la humanidad . Yo no establezco nuevos ídolos; los antiguos van a aprender lo que significa tener pies de barro. Derribar ídolos (tal es mi palabra para decir “ideales”) – eso si forma parte de mi oficio. A la realidad se le ha despojado de su valor, de su sentido, de su veracidad en la medida en que se ha fingido mentirosamente un mundo ideal… El “mundo verdadero” y el “mundo aparente” – dicho con claridad el mundo fingido y la realidad… Hasta ahora la mentira del ideal ha constituido la maldición contra la realidad, la humanidad misma ha sido engañada y falseada por tal mentira hasta en sus instintos más básicos – hasta llegar a adorar los valores inversos de aquellos solos que habrían garantizado el florecimiento, el futuro, el elevado derecho al futuro.

3. Quien sabe respirar el aire de mis escritos sabe que es un aire de altura, un aire fuerte. Es preciso estar hecho para ese aire, de lo contrario se corre el peligro no pequeño de resfriarse en él. El hielo está cerca, la soledad es inmensa – ¡más que tranquilas yacen todas las cosas en la luz! ¡con qué libertad se respira!, ¡cuántas cosas sentimos por debajo de nosotros! – La filosofía, tal como yo la he entendido y vivido hasta ahora, es vida voluntaria en el hielo y en las altas montañas – búsqueda de todo lo problemático y extraño en el existir, de todo lo proscrito hasta ahora por la moral. Una prolongada experiencia, proporcionada por ese caminar en lo prohibido, me ha enseñado a contemplar las causas a partir de las cuales se ha moralizado e idealizado hasta ahora, de un modo muy distinto a como tal vez se desea: se me han puesto al descubierto la historia oculta de los filósofos, la psicología de sus grandes nombres . – ¿Cuánta verdad soporta, cuánta verdad osa un espíritu?, esto se fue convirtiendo cada vez más, para mí, en la auténtica unidad de medida. El error (-el creer en el ideal-) no es ceguera, el error es cobardía… Toda conquista, todo paso adelante en el conocimiento es consecuencia del valor, de la dureza consigo mismo, de la limpieza consigo mismo… Yo no refuto los ideales, ante ellos, simplemente, me pongo los guantes… Nitimur in vetitum (nos lanzamos hacia lo prohibido): bajo este signo vencerá un día mi filosofía, pues hasta ahora lo único que se ha prohibido siempre, por principio, ha sido la verdad.-

4. Entre mis escritos ocupa mi Zaratustra un lugar aparte. Con él he hecho a la humanidad el regalo más grande, que hasta ahora ésta ha recibido. Este libro, dotado de una voz que atraviesa milenios, no es sólo el libro más elevado que existe, el auténtico libro del aire de alturas -todo el hecho “hombre” yace a enorme distancia por debajo de él-, es también el libro más profundo, nacido de la riqueza más íntima de la verdad, un pozo inagotable al que ningún cubo desciende sin subir lleno de oro y de bondad. No habla en él un “profeta”, uno de esos espantosos híbridos de enfermedad y de voluntad de poder denominados fundadores de religiones. Es preciso ante todo oír bien el sonido que sale de esa boca, ese sonido alciónico , para no ser lastimosamente injustos, con el sentido de su sabiduría. “Las palabras más silenciosas son las que traen la tempestad. Pensamientos que caminan con pies de paloma dirigen el mundo-” .

Los higos caen de los árboles, son buenos y dulces: y, conforme caen, su roja piel se abre. Un viento del norte soy yo para higos maduros. Así, cual higo, caen esta enseñanzas hasta vosotros, amigos míos: ¡bebed su jugo y su dulce carne! Nos rodea el otoño, y el cielo puro y la tarde .-

No habla aquí un fanático, aquí no se “predica”, aquí no se exige fe: desde una infinita plenitud de luz y una infinita profundidad de dicha va cayendo gota tras gota, palabra tras palabra, – una delicada lentitud es el tempo (ritmo) propio de esto discursos. Algo así llega tan sólo a los elegidos entre todos; constituye un privilegio sin igual el ser oyente aquí; nadie es dueño de tener oídos para escuchar a Zaratustra… ¿No es Zaratustra, con todo esto, un seductor?… ¿Qué es, sin embargo lo que él mismo dice cuando por vez primera retorna a su soledad? Exactamente lo contrario de lo que en tal caso diría cualquier “sabio”, “santo”, “redentor del mundo” y otros décadents … No sólo habla de manera distinta, sino que también es distinto…

¡Ahora yo me voy solo, discípulos míos! ¡También vosotros os vais ahora solos! Así lo quiero yo. En verdad, éste es mi consejo: ¡Alejaos de mí y guardaos de Zaratustra! Y aún mejor: ¡avergonzaos de él! Tal vez os ha engañado. El hombre del conocimiento no sólo debe saber amar a sus enemigos, tiene también que saber odiar a sus amigos. Se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre discípulo. ¿Y por qué no vais a deshojar vosotros mi corona? Vosotros me veneráis: pero ¿qué ocurriría si un día vuestra veneración se derrumba? ¡Cuidad de que no os aplaste una estatua! ¿Decís que no creéis en Zaratustra? ¡Más que importa Zaratustra! Vosotros sois mis creyentes, mas ¡qué importan todos los creyentes! No os habéis buscado aún a vosotros: entonces me encontrasteis. Así hacen todos los creyentes: por eso vale tan poco toda fe. Ahora os ordeno que perdáis y que os encontréis a vosotros; y sólo cuando todos hayáis renegado de mí, volveré entre vosotros…

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Entrevista a Curt Paul Janz

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Músico de profesión, destacado investigador de la vida y obra de Richard Wagner, Curt Paul Janz es autor del famoso catálogo de las obras musicales de Nietzsche. Fue uno de los primeros autores que aclararon el rol que jugó la música en el pensamiento del filósofo alemán. Curt Paul Janz es el autor de una biografía monumental sobre Nietzsche, aparecida en 1978 en Alemania (la edición francesa se publicó abreviada en tres volúmenes), biografía que hoy puede parecer definitiva. Ya ha tenido varias ediciones alemanas y traducciones al italiano, al español y al francés. Solamente los ingleses rechazan la importancia de esta obra. Curt Paul Janz se basó especialmente en la abundante correspondencia de Nietzsche. Esta metodología además le ha permitido seguir con gran precisión los diferentes momentos de la vida de Nietzsche y las influencias que esta ha ejercido sobre su pensamiento. Curt Paul Janz, con más de ochenta años, vive actualmente en Muttenz, en las afueras de la ciudad de Basilea. Entrevistador: ¿Qué razón lo llevó a comprometerse con ese enorme trabajo?

Curt Paul Janz: “Esto puede sonar sorprendente, yo no soy filósofo de profesión. Originalmente soy músico y durante cuarenta años fui miembro de la orquesta sinfónica de Basilea. Pero mi hobby es la filosofía y la filología griega.
“Descubrí a Nietzsche por medio de Wagner. Cuando hacía mis estudios en el conservatorio descubrí un texto donde se hacía mención de un horrible autor que había escrito un libro horrible sobre Wagner: se trataba del Caso Wagner. Fui entonces a buscarlo a la biblioteca y lo encontré junto con El crepúsculo de los ídolos. Mi profundo conocimiento de Wagner y de sus obras musicales, sus escritos y su correspondencia, me ayudaron mucho en mi trabajo sobre Nietzsche. Nietzsche, efectivamente, nunca dejó de luchar contra Wagner. Eso tampoco se detuvo con su separación. Cuando se leen los fragmentos póstumos uno constata que siempre y de un modo totalmente imprevisto – pero insistente- Nietzsche vuelve a Wagner. Esa es una discusión que no ha terminado nunca.
“Pero tengo otras afinidades con Nietzsche: la ciudad de Basilea donde he vivido siempre y donde participé de ese mismo seminario de griego que Nietzsche dictó durante diez años y que desde entonces no se ha interrumpido.”Pero siempre lo que más me acercó a Nietzsche fue la música. Tuve la ocasión de trabajar sobre la importancia de las formas musicales en el Zaratustra. Sobretodo me ocupé de una edición de la obra musical póstuma de Nietzsche. Eso fue durante los años cincuenta. En esa época un tal Richard Blunck trabajaba en una biografía de Nietzsche cuyo primer tomo, que se extendía hasta los comienzos de su vida profesional, apareció en 1953. El segundo volumen, siempre anunciado, no se pudo editar ya que Richard Blunck murió repentinamente en 1962 de una crisis cardíaca.
“Fue en ese momento cuando el profesor Karl Schlechta, que había realizado una edición de las obras de Nietzsche -y que yo conocía- buscaba a alguien que pudiera seguir el trabajo comenzado por Blunck. Lo que pudo hacer primero fue rescatar los manuscritos que había dejado Blunck pero no encontró a nadie que los retomara. A mi me prometió que esos manuscritos de Blunck no demandarían más que un trabajo de redacción. Pero cuando me llegaron los documentos constaté que no había una sola frase escrita: encontré solamente una enorme cantidad de citas y notas. Tuve entonces que controlar todo, revisar todo y verificar las fuentes. Se había equivocado bastante. Además Blunck no tenía ningún conocimiento de la música de Nietzsche. Por eso tuve que revisar el primer volumen. Con Montinari (otro editor de las obras de Nietzsche) también trabajamos juntos: nos ayudábamos mutuamente; yo le daba las indicaciones musicales que él necesitaba y él me ayudaba a leer los manuscritos que yo no alcanzaba a comprender”.

E. : Se dice que la música de Nietzsche no era muy buena.

Curt Paul Janz: “Es la reputación que le hizo Hanz von Bülow en 1872 en una carta donde le responde a Nietzsche que le había enviado su meditación de Manfredo: “Entre todos los bosquejos musicales que observo, hace mucho tiempo que no veía algo con un estilo tan extravagante, tan desagradabe y tan antimusical”. Y a continuación se preguntaba si no se estaría tratando de una broma. Esa crítica no dejó de tener sus efectos: rompió todas las pretensiones musicales de Nietzsche y eso justo en el mismo momento en que Nietzsche publicaba su primer gran trabajo filosófico -El nacimiento de la tragedia- violentamente condenado por Wilamowitz.
“Pero esa crítica es muy injusta. Nietzsche era un buen músico, tocaba muy bien el piano y es autor de buenas piezas musicales. Después de su hundimiento en 1889 continuó tocando el piano. En Jena, por ejemplo, asistía a un restaurante donde lo dejaban tocar el piano y allí improvisaba durante horas todos los días. Siempre tocó el piano, especialmente obras de Wagner. Nietzsche empezó a componer desde muy chico, en sus años de liceo: bosquejos de un requiem (sin duda inspirado en Mozart), una misa, un oratorio de navidad, un muy hermoso miserere que debió componer bajo la influencia de Palestrina. Escribió además hermosísimas piezas para piano, una quincena de lieders y bosquejos de sinfonías, que -más allá de lo que se hacía en su tiempo- anunciaban la música de Richard Strauss.
“Nietzsche reelaboraba las impresiones que recogía escuchando a otros, como si estuviera discutiendo con aquellos que podían sentir como él: por ejemplo con Beethoven o Chopin. Después hizo lo mismo en filosofía, con Kant o con Platón.
“En 1874 Brahms estaba en Basilea para dirigir la primera de sus “triomphlied” para coro y orquesta que había compuesto para la victoria (alemana) de 1871. Obviamente Nietzsche siguió a Brahms a Zurich donde iba a brindar el mismo concierto. Nietzsche hizo una transcripción para piano de ese concierto y luego se la dio a Wagner, haciéndole los más grandes elogios. Pero éste parece que lo tomó a mal. Ese fue sin duda uno de los motivos de la separación.
“En la misma época Nietzsche estaba ensayando grandes composiciones que ya no estaban influidas por Wagner. Hay una divertida pieza para piano que se desarrolla repentinamente transformándose en una sonata de Beethoven, que Nietzsche apreciaba especialmente y que la interpretaba como Chopin”.

E. : ¿Es posible entender la filosofía de Nietzsche sin la música?

Carl Paul Janz: “La mayor parte de sus composiciones musicales datan de sus años de estudio, antes de sus años de filósofo. Sus primeras composiciones reflejan el estilo romántico de su tiempo y son testimonio de la influencia de Schumann. Luego, en esa gran composición que es la fantasía para piano, Nietzsche menciona explícitamente el Sigfrido de Wagner. Si Nietzsche es un músico romántico, como filósofo, en cambio, busca superar el romanticismo. Haberse quedado en el romanticismo es uno de los reproches que le dirige a Wagner. Prefería las piezas más cinseladas, perfectas, cerradas en sí mismas y bien identificadas, como se las encuentra en las óperas de Mozart, en el Carmen de Bizet o en Liszt”.

E. : ¿Cómo fue recibida la filosofía de Nietzsche durante su vida?

Curt Paul Janz: “Durante su vida Nietzsche fue practicamente un desconocido. Después de la publicación de El nacimiento de la tragedia por ejemplo, tuvo que enfrentar al “establishment” filológico, representado en ese momento por la pluma de Wilamowitz. Al año siguiente no tuvo ningún estudiante en sus clases. Hay que recordar que en aquella época – en toda la universidad de Basilea – no había más de doscientos estudiantes y al seminario de Nietzsche asistían normalmente tres estudiantes. En el final de su carrera llegó a tener hasta diez estudiantes.
“Su reconocimiento comenzó después de su hundimiento, en los años 90. Su derrumbamiento físico y mental tuvo una importancia positiva para aumentar su popularidad, así como la tuvo la muerte de Sócrates o la muerte de Cristo. Casi sonó como un milagro. Fue su fin trágico lo que hizo que Nietzsche resultara interesante para el público, primero entre sus amigos, después en el círculo de los wagnerianos y hasta en la universidad. También tuvo importancia el trabajo realizado por su hermana Elizabeth, la creación del Archivo Nietzsche en Weimar (en oposición explícita al Archivo Goethe) y toda la mitología que ella construyó alrededor de su hermano, transformándolo en un autor absolutamente original, que había pensado todo por sí mismo y que había sido independiente de toda influencia”.

E. : ¿Qué piensa ud. de Nietzsche como persona, con la que tuvo que convivir durante tanto tiempo?

Curt Paul Janz: “Yo viví quince años con Nietzsche, recorriendo en un año lo que él vivía en dos. Guardó la imagen de una figura trágica, seguramente a causa de sus terribles enfermedades, sus terribles sufrimientos – que lo acompañaron durante toda la vida – y contra las cuales debió luchar constantemente. Pensaba que sus dolencias eran consecuencia del clima: por eso buscaba permanentemente el lugar donde pudiera encontrarse mejor. Su vida fue especialmente penosa. Su filosofía está hecha de pasiones. No se trata de una filosofía cerebral, racional, una filosofía del conocimiento desligada y desencarnada. En él todo proviene de la experiencia y de las emociones. Su filosofía es una lucha contra él mismo, contra el cristianismo y contra los intérpretes del cristianismo. Tengo una gran admiración por su vida. Nietzsche pensaba que tenía una misión. Creo que no nos corresponde a nosotros juzgar si realmente ha vivido totalmente para ella.
“Era una compañía muy agradable: hablaba suavemente, era muy tranquilo, muy amistoso, en especial con las mujeres. Estaba siempre muy bien dispuesto, muy arreglado y se perfumaba. Pero no era un hombre alegre. Fue muy querido por la sociedad de Basilea y por los estudiantes. Prácticamente vivió en una absoluta soledad hasta convertirse en un extraño entre los hombres – es la otra dimensión de esta figura trágica – aunque buscó contante e infructuosamente la compañía de amigos y ocasiones para conversar. También buscó contactos epistolares.
“Pero, aunque tenga que dar conferencias sobre algún aspecto de la vida o de la obra de Nietzsche y aunque siga trabajando en su correspondencia, siempre trato de tomar cierta distancia de ella.

Objetivos del Sub-Foro

La idea general es la de recoger información sobre el pensamiento de NIetzsche (1844 –1900) enfocada a lo relativo a su mirada sobre la moral. Sobre este punto central, Nietzsche establece una referencia para entender “la moral”, no como algo innato o natural en la civilización, sino que toda moral es vista como un sistema en el contexto de unas relaciones de poder que se dan, a través de la historia, bajo dos formas muy claras y diferenciables: 1. moral de sometimiento, o esclava y 2. moral del señorío, aquella que busca aplastar los obstáculos impuestos a su voluntad.

Los textos aquí recogidos deben ser entendidos en su contexto, en el marco del despunte de la revolución industrial y el descrédito de las filosofías “racionalistas”. Sin embargo algunas ideas de Nietzsche han llegado a nuestros días y siguen siendo estudiadas intensamente ya que apuntan a entender la cultura como un “combate” de fuerzas y poderes complemetarios, a saber: fuerzas activas y reactivas, que actuan y son visibles tanto en lo social como al interior del individuo.

“Más allá del bien y del mal” no es un sub-foro de imposición del pensamiento nietzscheano, sino de su estudio y ordenamiento. Por lo mismo se intenta dar diversidad de fuentes, para generar contrastes: entre las del mismo Nietzsche y otros autores contemporáneos que lo reinsertan en lecturas más actuales.
La idea no es pues, la de abrir debates “filosoficos” (a pesar de que en relación al autor abundan los textos de cierta densidad académica) sino la de extraer elementos que sirvan para marcar pautas a las preguntas sobre el bien, el mal y su punto de referencia: Dios (o dioses).

Es valido, todavía hoy, preguntarnos por esos dioses y el sistema moral que permite que salgan a la luz de una u otra forma. Es esa pregunta la que da motivo a este sub-foro.

\”Ciertamente: cuando un pueblo se hunde; cuando siente desaparecer de modo definitivo la fe en el futuro, su esperanza de libertad; cuando cobra consciencia de que la sumisión es la primera utilidad, de que las virtudes de los sometidos son las condiciones de conservación, entonces también su Dios tiene que transformarse (…) De hecho, no hay ninguna otra alternativa para los dioses: o son la voluntad de poder – y mientras tanto serán dioses de un pueblo – o son, por el contrario, la impotencia de poder – y entonces se vuelven necesariamente buenos…\”

El Anticristo. Friedrich Nietzsche. Alianza, Madrid, 2006, págs. 46-47.

Edit. Correcciones varias

La Carcajada de Nietzsche

LA CARCAJADA DE NIETZSCHE

  • Gilles Deleuze

    -¿Cómo se ha establecido la edición de las Oeuvres philosophiques complètes de Nietzsche?(1)

    Gilles Deleuze.- El problema consistía en reclasificar las notas póstumas – el Nachlass- según las fechas en las que fueron redactadas por Nietzsche y colocarlas a continuación de las obras de las que eran contemporáneas. Un buen número de estas notas se utilizaron abusivamente, tras la muerte de Nietzsche, para componer La voluntad de poder. Se trataba, por tanto, de restablecer la cronología exacta. Por ello, más de la mitad del primer volumen, La gaya ciencia, está formada por fragmentos inéditos que datan de 1881- 1882. Nuestra concepción del pensamiento de Nietzsche, y, también de sus métodos creativos, puede cambiar profundamente como consecuencia de esto. Esta edición aparecerá a la vez en Italia, en Alemania y en Francia. Pero los textos se deben a dos italianos, Colli y Montinari.

    – ¿Cómo explica usted que hayan sido italianos, y no alemanes, quienes hayan realizado este trabajo?

    G.D.- Puede que los alemanes estuviesen peor situados para ello. Tenían ya muchas ediciones a las que acudir, a pesar de la disposición arbitraria de las notas. Por otra parte, los manuscritos de Nietzsche se encontraban en Weimar, es decir, en Alemania oriental, donde los italianos fueron mejor acogidos que los alemanes occidentales. Finalmente, los alemanes se sentían molestos, porque habían aceptado la edición de La voluntad de poder realizada por la hermana de Nietzsche. Elisabeth Forster- Nietzsche hizo un trabajo muy nocivo, que favoreció todas las interpretaciones nazis. No falsificó los textos, pero todos sabemos que hay otras maneras de deformar el pensamiento, simplemente mediante una selección arbitraria de los papeles del autor. Conceptos nietzscheanos como el de «fuerza» o el de «amo» son demasiado complejos como para traicionarlos mediante cortes de esta clase.

    – ¿Las traducciones son nuevas?

    G.D.- Completamente nuevas. Esto es importante sobre todo en los escritos últimos (había habido malas lecturas, responsabilidad de Peter Gast y de Elisabeth Nietzsche). Los dos primeros volúmenes, La gaya ciencia y Humano, demasiado humano han sido traducidos por Pierre Klossowski y Robert Rovini. Lo cual no significa que las traducciones anteriores, de Henri Albert y Geneviève Bianquis, fueran deficientes, todo lo contrario; lo que sucede es que, al publicar finalmente las notas de Nietzsche junto con sus obras, era preciso comenzar de nuevo para unificar la terminología. En este sentido, es importante conocer la manera en que se introdujo a Nietzsche en Francia: no desde la «derecha», sino gracias a Charles Andler y a Henri Albert, que representaban toda una tradición socialista con aspectos anarquistas.

    – ¿Piensa usted que hay en Francia, en este momento, un «retorno a Nietzsche» y, si es así, por qué razones?

    G.D.- Es un asunto complicado. Quizá se ha producido o se está produciendo un cambio en relación a los modos de pensar que nos resultaban familiares tras la Liberación. Pensábamos ante todo dialécticamente, históricamente. En la actualidad parece haber un reflujo del pensamiento dialéctico en beneficio del estructuralismo, por ejemplo, y también de otros sistemas de pensamiento.

    Foucault insiste en la importancia de las técnicas de interpretación. Puede que en la idea actual de interpretación haya algo capaz de superar la oposición dialéctica entre «conocer» y «transformar» el mundo. Freud es el intérprete por excelencia, pero Nietzsche también lo es, en otro sentido. La idea de Nietzsche es que las cosas y las acciones son ya interpretaciones. Interpretar es, entonces, interpretar interpretaciones, y en esa medida cambiar las cosas, «cambiar la vida». Lo evidente, para Nietzsche, es que la sociedad no puede ser la última instancia. La última instancia es la creación, el arte: mejor dicho, el arte representa la ausencia y la imposibilidad de una última instancia. Desde el principio de su obra, Nietzsche plantea que hay fines «más elevados» que los del Estado y la sociedad. Él instaló toda su obra en una dimensión que no es ni la de lo histórico (al menos dialécticamente comprendido) ni la de lo eterno. Esta nueva dimensión, que esta en el tiempo y a la vez contra él, es la que llama lo intempestivo. De esa fuente bebe la vida como interpretación. La razón de un «retorno a Nietzsche» podría ser el redescubrimiento de este intempestivo, de esta dimensión que se distingue tanto de la filosofía clásica, y su empresa «eterna», como de la filosofía dialéctica en su comprensión de la historia: un singular elemento de inquietud.

    – ¿Podría entonces hablarse de un retorno al individualismo?

    G.D.- Un extraño individualismo en el cual, sin duda, la conciencia moderna no se reconoce apenas. Pues Nietzsche acompaña este individualismo de una intensa crítica de las nociones de «Yo» y de «Sujeto». Para Nietzsche, hay una especie de disolución del yo. La reacción contra las estructuras opresivas ya no se realiza, según él, en nombre de un «Yo» o de un «Sujeto» sino que, al contrario, es como si el Yo o el Sujeto fuesen sus cómplices.

    ¿Significaría esto que el retorno a Nietzsche implica un cierto esteticismo, una cierta renuncia a lo político, un «individualismo» tan despolitizado como despersonalizado? Quizás no. La política es también un asunto de interpretaciones. Lo intempestivo, de lo que acabamos de hablar, nunca se reduce al elemento político- histórico. Pero ocurre a veces, en grandes momentos, que pueden coincidir. Cuando la gente se muere de hambre en la India, es un desastre histórico- político. Pero cuando un pueblo lucha por su liberación siempre hay una coincidencia de los actos poéticos y los acontecimientos históricos o las acciones políticas, encarnación gloriosa de algo sublime o intempestivo. Las grandes coincidencias, como por ejemplo el chasco de Nasser al nacionalizar el canal de Suez, y sobre todo los gestos inspirados de Fidel Castro, o esa otra burla, Giap entrevistado por televisión… (2) En todo ello hay algo que recuerda las invectivas de Rimbaud y de Nietzsche, y que viene a redoblar a Marx: un gozo artístico que coincide con la lucha histórica. También en política hay creadores, movimientos creativos que en algunos momentos ocupan la historia. Hitler, por el contrario, carecía esencialmente de este elemento nietzscheano. Hitler no es Zaratustra, como tampoco lo es Trujillo. Representan más bien lo que Nietzsche llamaba «el mono de Zaratustra». No basta con tomar el poder para ser lo que Nietzsche consideraba «amo». Son, al contrario, los «esclavos» quienes más frecuentemente toman el poder, y quienes lo conservan, sin dejar de ser esclavos mientras se mantienen en él.

    Los amos, según Nietzsche, son los Intempestivos, los que crean, los que destruyen para crear, no para conservar. Nietzsche decía que bajo los grandes acontecimientos ruidosos hay pequeños eventos silenciosos que son algo así como la formación de mundos nuevos: una vez más, la presencia de lo poético bajo lo histórico. En Francia no tenemos apenas grandes acontecimientos estridentes: los más terribles están lejos, en Vietnam. Pero hay pequeños acontecimientos, imperceptibles, que quizá anuncian una salida del actual desierto. Puede que el retorno a Nietzsche sea uno de estos «pequeños acontecimientos» y también una reinterpretación del mundo.

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    NOTAS:

  • Declaraciones a Guy Dumur. Le Nouvel Observateur, 5 de abril de 1967, pp. 40- 41.

    (1). Hemos restablecido la pregunta que faltaba en el texto original. Se trata de la edición de las Oevres philosophiques completes de Nietzsche (Gallimard, París, 1967) para la cual Deleuze y Foucault habían escrito juntos una introducción general en Gai savoir, Fragments posthumes (1881-1882), tomo V, pp. I-IV.

    (2) T. Vo Nguyen Giap, general de Hô Chi Min, ministro de Defensa de la República Democrática de Vietnam y artífice militar de la derrota del ejército colonial francés en la decisiva batalla de Diên Biên Phu, en 1954. y de la victoria definitiva sobre Saigón en 1975 (N. del T.)

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    Texto extraído de “La isla desierta y otros textos”, Gilles Deleuze, págs. 167/170, editorial Pre-textos, Barcelona, España, 2005.

    [url=http://caosmosis.acracia.net/?p=722#more-722]http://caosmosis.acracia.net/?p=722#more-722[/url]

  • Ni sepulturero ni pastor.

    En el libro asi hablaba Zarathustra, hay un pasaje en el cual El decide no ser ni sepulturero cargando cadavers, ni pastor de perdidos en el espacio.

    Solo como comentario.

    Alucinados del Ultramundo

    Cierto día Zaratustra proyecto su ilusión mas allá de los hombres como todos los alucinados del ultramundo. Entonces le pareció el mundo la obra de un dios doliente y atormentado.

    -El sueño y la invención de un dios me pareció ser el mundo. Algo semejante a nubes de colores delante de los ojos de un divino insatisfecho. Bien y mal, alegría y dolor, tu y yo; tales eran para mi las nubes de colores ante los ojos de un creador. El creador quería desplazar los ojos de su dolor y olvidarse. alegría embriagadora y olvido de si mismo; tal me pareció un día el mundo. este mundo, eternamente imperfecto, imagen, e imagen imperfecta de una eterna contradicción, una alegría embriagadora para su imperfecto creador. Tal me pareció un día el mundo. De igual manera yo proyecte mi ilusión mas allá de los hombres, del mismo modo que todos los alucinados del ultramundo ¿Mas alla de los hombres en realidad? ¡Ay, hermanos míos! este dios que yo he creado era obra de manos humanas y LOCURA humana, como lo son todos los dioses. No era mas que un hombre, pobre fragmento de un hombre y de un yo. Surgió de mis propias cenizas y de mi propio rescoldo este fantasma. Y, verdaderamente ¡no me vino del mas alla! ¿que sucedió entonces, hermanos míos? yo, que sufrida me supere, he llevado mi propia ceniza a la montaña, he inventado para mi una llama mas clara. Y he aquí que el fantasma se alejo de mi, ahora seria para mi un sufrimiento y una humillación creer en semejantes fantasmas […]

    (Así hablo Zaratustra – Friedrich Nietzsche)

    “En otros tiempos las blasfemias hacia Dios era la mayor de las blasfemias; pero dios a muerto y con él sus blasfemadores” (F. Nietzsche)

    3 preguntas-3 respuestas

    * ¿Qué es malo? Todo lo que procede de la debilidad.
    * ¿Qué es bueno? Todo lo que eleva el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo en el hombre.
    * ¿Qué es felicidad? El sentimiento de que el poder crece, de que una resistencia queda superada.