Bujutsu XI – KyuJutsu

De: alexander ojosabiertos.org
Fecha: Jue Nov 11, 2004 5:24 am
Asunto: Kyujutsu – Parte XI xandersukey

Kyujutsu

En esta especialización tradicional del bujutsu, las cualidades
siguientes eran consideradas de importancia fundamental por los maestros del
arte: independencia de visión, abarcando un campo lo más vasto posible; una
aguda percepción de los detalles significativos, sin distraer la atención por
culpa del miedo o de la confusión, y potencia para tensar el enorme arco, para
controlar el disparo de la flecha y su trayectoria hacia el objetivo. Respecto
a los dos primeros requisitos, la doctrina del kyujutsu hacía una clara
distinción entre la idea de apuntar hacia un objetivo (monomi) y la de
concentrarse y estabilizar la mirada (mikomi); en el vocabulario de este arte,
la concentración y la estabilización eran generales y difusas, mientras que la
acción de apuntar era específica. El arquero debía ser capaz de agrandar o
empequeñecer su campo de visión y atención a voluntad, a fin de ser consciente
y poder controlar su ambiente como un todo. Al mismo tiempo, debía poder
percibir una sombra particular acechando en su vecindad, o incluso un solo
pequeño tintineo en la armadura de un enemigo al galope cargando hacia sus
líneas en el campo de batalla.

En este contexto, el arte del tiro con arco se dotaba de doctrinas relativas al
control mental que ya eran antiguas cuando llegaron al Japón desde la India
junto con los primeros manuales de budismo. Los japoneses sabían de memoria la
historia de Arjuna el arquero, por ejemplo. Invitados a un torneo en que se
ponía a prueba la habilidad en el tiro con arco haciendo que los arqueros
apuntaran al ojo de un pescado de madera pintado y puesto en lo alto de un
palo, un maestro les pedía a muchos participantes, antes de lanzar sus flechas,
que dijeran qué es lo que veían. Con una excepción, todos respondieron, «un
pescado». Arjuna replicó que él veía solamente el «ojo» del pescado, y, como
sería de esperar, sólo acertó él en el objetivo. Para desarrollar esta
capacidad para ver claramente la totalidad y todas sus partes, el kyujutsu
hacía un uso abundante del haragei, «este arte del vientre que corre a través
de todas las artes del Japón y cuyo dominio es una condición sine que non en
cada uno de ellos» (Acker,).

Los ejercicios de meditación y concentración abdominal, ejecutados a
menudo por arqueros en las mismas salas monásticas donde los líderes
espirituales empleaban aquellos mismos ejercicios para otros fines, tales como
la iluminación mística (satori), eran costumbre en el Japón feudal. Dicho
entrenamiento tenía como intención producir un guerrero que pudiera lanzar
tranquila e inexorablemente todas sus flechas contra enemigos seleccionados,
incluso en medio del clamor de la batalla, o cuando se enfrentaba a una horda
de enemigos a caballo echándosele encima.

Respecto a la potencia usada por los expertos de kyujutsu en el manejo
de sus poderosos arcos, incluso los manuales más modernos que tratan de este
arte no pueden evitar mencionar el concepto de ki (a menudo utilizando la más
arcaica y autoritaria denominación china, ch’i). Acker, que escribió una breve
introducción sobre el tiro con arco japonés, se refiere a esta energía
«nerviosa» o «plástica» que «corre por nuestros nervios desde una parte del
cuerpo hasta la otra como la electricidad a lo largo de un cable» (Acker). Esta
energía, para la cual es difícil encontrar una definición exacta en la lengua
inglesa, puede presumiblemente desarrollarse mediante unos ejercicios
apropiados para usarla con eficacia en el kyujutsu.

«La «respiración sistemática», centrada en el hara, era considerada naturalmente
el ejercicio «más poderoso de todos» (Acker) puesto que la relación entre la
energía del ki y el aire de la respiración, ese «señor de la fuerza» (Smith),
era considerada como una identidad sustancial. Incluso hoy, a los practicantes
de la moderna derivación del kyujutsu conocida como «el camino del arco y la
flecha» (kyudo) se les enseña la importancia primordial de la respiración
abdominal en el desarrollo de la potencia.

Este ejercicio, nos dice Murakami Hisahi, se llama ikiai, añadiendo que «cada
acción (en kyudo) debe sincronizarse con el ritmo de la centralización
abdominal como prerrequisito para la extensión del cuerpo en plena coordinación
de la intención con la acción, de la voluntad con la respiración, y de ambas con
cada movimiento en la práctica del tiro con arco, desde el tensado del arco y el
disparo de la flecha, hasta la proyección mental que debe acompañar a la flecha
hasta su objetivo. De este modo la coordinación física y mental del tiro con
arco, hoy como ayer, da la vuelta completa regresando al haragei, el arte de la
centralización abdominal sin el cual, en Japón, la coordinación se considera
inconcebible en teoría e inalcanzable en la práctica.

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