Bujutsu VII – El arte de la guerra

De: alexander ojosabiertos.org
Fecha: Mié Nov 10, 2004 5:36 am
Asunto: El calificativo de «marcial» (bu) y el arte de la guerra -Parte VII xandersukey

El calificativo de «marcial» (bu) y el arte de la guerra

Tal como se ha indicado en los párrafos anteriores, el adjetivo «marcial» está semánticamente ligado a empresas militares y, por tanto, a la función principal de los militares como clase: hacer la guerra. En este sentido, ¿podemos decir que todas las especializaciones del arte del combate deben considerarse como artes de guerra?

Es obvio, incluso con una mirada superficial a la diversas especializaciones y
subespecializaciones relacionadas en nuestro cuadro preliminar, que no todos
estos métodos pueden ser usados con eficacia en el campo de batalla; en
consecuencia, el calificativo general de «marcial» o bien es inexacto o bien
descansa sobre fundamentos no directamente relacionados con una efectividad
práctica sólo dentro de las amplias dimensiones del arte de la guerra general.
Los primeros cronistas del bujutsu, al fin y al cabo, establecieron una especie
de distinción al relacionar las especializaciones siguientes del arte del
combate como artes exclusivas del guerrero, y por tanto como artes de la
guerra: tiro con arco, lanzas, esgrima, equitación, fortificaciones, y el uso
de armas de fuego y náutica militar (que incluía la natación).

Entre los métodos de combate desarmado usado por el guerrero de un modo
subsidiario, los mismos cronistas mencionan el arte de la flexibilidad, o
jujutsu. En estos documentos militares se omite un número sustancial de
especializaciones -un hecho que no debería sorprendemos, puesto que desde el
punto de vista de un guerrero el arte del abanico de guerra difícilmente puede
compararse con el tiro con arco, ni el arte del palo de madera con la ciencia
de las armas de fuego. ¿Por qué, entonces, esta determinación tan aparente en
la doctrina general del bujutsu, y tan ampliamente desplegada por casi todos
los maestros de artes y disciplinas de combate, de usar el adjetivo «marcial»
(bu) para calificar todos estos métodos?

Al menos una respuesta parcial, creemos, puede obtenerse examinando la importancia asignada por los japoneses a la tradición militar en la historia de su país. Sin embargo, antes de pasar a discutir estas tradiciones en los párrafos siguientes, hemos de reiterar brevemente que el arte de la guerra como estrategias que implican a grandes cantidades de hombres en confrontaciones masivas en el campo de batalla no forma parte de este estudio. Aquí, nuestro principal interés se centra en el combate individual: el arte de la confrontación directa y personal entre dos ( o unos pocos) hombres y las armas, las técnicas, y las actitudes usadas al respecto. No debemos zambullimos en los debates doctrinarios relativos al grado de sofisticación del arte de la guerra japonés, que, en opinión de ciertos autores, era más bien rudimentario.

Brinkley, por ejemplo, al describir a los guerreros individuales del Japón como
componentes de «la mejor unidad de combate de Oriente, probablemente una de las
mejores unidades de combate que el mundo haya producido», añadía en el mismo
párrafo que «fue, quizá, debido a esta excelencia que sus capitanes no pasaron
de ser unos tácticos mediocres» (Brinkley[l], 1972). Pueden encontrarse
referencias repetidas en tratados antiguos sobre el arte de la guerra, del alto
nivel de desarrollo del arte de la guerra en China y de sus principales
teóricos, tales como el general Suntzu, que repetidamente puso de relieve el
carácter social masivo del combate en la guerra y el absoluto predominio de las
masas y de la logística para derrotar al enemigo.

Pero en los siglos precedentes al período Momoyana ( 1568-1600), los ejércitos
japoneses estaban todavía «formados por pequeñas bandas independientes de
soldados que luchaban más como individuos que como unidades de una formación
táctica» . Este era el modo en que el guerrero Japonés de un clan luchaba
contra los guerreros de otro clan; éste el modo en que luchó contra los coreanos durante la primera, legendaria, invasión del continente asiático, y ésta fue la manera en que se enfrentó a las hordas mongolas invasoras en 1274 y en 1281.

El carácter individual del arte de la guerra resultaba todavía
mucho más evidente en las colosales confrontaciones en Sekigahara, presenciadas
por William Adams (1564-1620), y en el castillo de Osaka en 1615. El «Japón
feudal», concluye Wittfogel, quizás un poco a la ligera, «igual que la Europa
feudal, no logró desarrollar el arte de la guerra» .

El carácter individual del arte de la guerra en el Japón feudal, tan románticamente resaltado en las sagas nacionales y por cronistas de la época, ciertamente facilita nuestro estudio de las especializaciones particulares del bujutsu, ya que nos permite adoptar la individualidad de la confrontación directa y personal como nuestro principal término de referencia.

A su vez, la matriz de nuestro estudio de todas las posibles aplicaciones del
bujutsu será el encuentro hombre a hombre -tanto en el campo de batalla como en
las calles de una populosa ciudad, en una solitaria carretera de montaña o en un
templo, o incluso dentro de los confines de la casa de un hombre. y esto facilitará también nuestra inclusión de todas las armas, técnicas y actitudes ideadas para resolver los problemas de la confrontación individual.

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