Reseña Vaelia

Enviada por Vaelia el 9/may/2005
Ahí va…

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Llevaba unos días acordándome de Alex (esto fue hace unos meses). A veces esto sucede, y entonces yo le escribo para saber si todo va bien, y ya.Esta vez fue algo diferente, llegó un momento en el que algo me dijo “Tienes que ir allí”, y realmente sonó como una orden. Escribí a Alex explicandole que ” percibía mucho movimiento, o, mejor dicho, un movimiento lento de algo grande y relativamente extraño, en el sentido de nuevo o desconocido hasta el momento”… Y le pareció bien que nos vieramos; teniamos muchas cosas que comentar desde la última vez.

Una o dos semanas antes del viaje nos vimos en Barcelona, por un desvío en la ruta de actuaciones del grupo al que Alex acompañaba. Siempre que le veo me pasa lo mismo, al primer vistazo me cuesta reconocerlo, tres segundos después, además de sentir que le conozco de toda la vida, tengo la impresión de haberlo visto recientemente.

Cenamos en un bar con el grupo, Alex iva y venía, y una vez que se levantó y se fue los del grupo empezaron a hablar entre ellos maravillas de él (algo de inglés sí entiendo). Luego actuación. Es verdad que no salgo prácticamente nunca, y el volumen ere muy alto. Pero mis orejas y yo estubimos bien. No hablamos mucho, pero ya quedamos para la próxima. Yo llevaba unos días muy estresantes en el trabajo, y obsesivos en la mudanza, y faltos de sueño – Alex me pasó ayer la foto… parezco la versión femenina de Jason Voorhees!!.-; el encuentro rompió con la dinámica raptándome por unas horas de mis “circunstancias”, y poniéndome en otro lugar, cosa que agradezco.

Peleé un poco en el trabajo por mis días de fiesta. La semana anterior al viaje, empecé a ponerme nerviosa, como si me faltara algún cabo importante por atar. Me bloqueé muchas veces. Me acordé de Ana, por los comentarios de algunos conocidos a los que comenté que iva a San Sebastián a ver a un amigo. Tal vez por esto, cuando alguien a quien de verdad importo se preocupó por mi seguridad (no saber con quién iva, ni dónde iva a estar, ni que iva a hacer allí) respondí a la defensiva, lo cual fue una gran necedad por mi parte; porque hubiera bastado con dar los datos que confirmaban que iba a estar bien. La cuestión es que en realidad yo no sabía seguro dónde iba a estar, ni que iva a hacer exactamente allí. Sólo que tenía que ir, que vería a Alex, y que contaba con los recursos necesarios para cuidar de mí misma. De hecho, no había otro proposito que el de seguir la orden, con la consigna del Coyote heredada de mis libros de cuentos: “Tal vez pueda hacer algo”.

Llené la mochila la noche anterior, y me llevé un cartel del cine, porque desde la primera vez que lo vi, pensé en Alex. Se trata del promocional de Alejandro Magno, no se ve ningún actor, sólo un general avanzando a caballo entre las filas de soldados; parece una pintura. Cuando subí al autocar, los nervios se evaporaron rápidamente, pasaron kilometros y kilometros y me alegré de ver los campos y el cielo y el bosque; los cuervos, las rapaces y el ganado.

Al fin llegué y Alex me vino a buscar, y se apropió instantáneamente de mi mochila ( todo un caballero). Comí un queso bueno y me llevó a la playa de la Concha. Todo allí me sorprendió; calles anchas y limpias, ausencia de multitudes, ausencia de ruidos, y naturaleza por todas partes, ¡incluso en el interior de la ciudad!. Incluso más animales.Pense que con semejante entorno, quedaba aún más claro que no se va a ir a Mexico de vacaciones. Es muy diferente a Barcelona, que cuando tiene un mal día no hay callejón por el que huír de una densidad pesada y envolvente, como una visión apocalíptica que trata de filtrarse en el cuerpo y en la mente. Cuando nos conocimos, la ciudad estaba de ese humor, casi nos volvimos locos buscando un luigar “seguro”. Pero esta vez nos sentamos cerca del mar, y charlamos un rato, de esto y de aquello. Hacía un sol de verano. Luego seguimos andando, que es nuestro sino.

De Alex me sorprendió que no podía dar tres pasos sin que alguien le saludara por la calle, y que no dejaba de sonarle el telefono.En serio, este hombre además de vivir como un ejecutivo, es un fenómeno de masas. En otra playa, visitamos una exposición sobre el Camino de Santiago, que era bonita y olía bien, pero decía poco. Y hablamos de cuando venga la expedición de Ojos Abiertos al Camino. Y Alex me presentó a una amiga que, de entrada, me dio miedo; pues parecía marcar territorio con la mirada.

En mi imaginación hubiera dado su aspecto a una señora noble de la antiguedad, que viene a significar que a su lado me sentía bastante torpe y pequeña, aunque ella no es mayor. Traté de pasar desapercibida, pero al rato seguiamos con ella, y no hubo de otra que relacionarse, sobretodo cuando Alex nos dejó a solas. Tragué saliva. Ella dejó claro que como vieja conocida tenía ciertos derechos, como el de saber quién era yo, de dónde salía, y que relación tenía con Alex. Reconociendo esos derechos, fui respondiendo a sus preguntas, desde lo que en una manada de lobos seria el rango de “individuo juvenil “. Curiosamente, una vez resueltas sus dudas, empezamos a encontrar puntos en común dejando de lado a Alex. Una parte de mí me observaba como lo haría un etólogo, o un etólogo con mucha imaginación.

Al rato, Alex se reunió con nosotras, y entramos en materia para hablar de Ojos Abiertos, y el viaje de Alex a Mexico. Ella hacía valer sus derechos: Mas que nada, el derecho de saber, de obtener respuestas… Y me pareció que en esto no había un deseo de tratar de cambiar la trayectoria de ninguna decisión, sino el deseo de recolectar aquello que es necesario para asumir lo inevitable. Me pareció algo justo. Alex intentaba explicarse desde dentro, con los tecnicismos pertinentes, eso suele ser compliado y agotador para ambas partes.El ambiente se puso un poco tenso, pensé en ir a darme una vuelta, pero al final me quedé.Pensé que tal vez podía hacer algo por llevar a las dos posiciones a un punto intermedio, que es parte de mi trabajo en este mundo. Y entonces me puse a intentar explicar qué era Ojos Abiertos… a lo llano.

Dejé de lado el tema del Nagualismo en sí, pues es algo que se me escapa. Damos por supuesto que todas las escuelas de conocimiento tienen como propósito la evolución personal y a ésta no se le puede fijar una meta final única, pues depende de cada cuál. Ahora bien, en el tema de las concrecciones están los actos. Le dije que Ojos Abiertos era una de las vías de expresión en internet de un grupo mayor de personas que se fijaban objetivos individuales y grupales, y trabajaban individualmente y en coordinación por alcanzarlos, basándose en la optimización de recursos. Y que con esto se obtenían resultados sólidos.

Hablamos también de los “elegidos”; pues ella no entendía porqué Alex podía ir a Mex y ella no. Yo no puedo hablar de las aptitudes concretas de Alex y su función allí. Pero ya que todo tiene un precio; basta con hacer balanza y observar sinceramente qué estás dispuesto a tomar y que a dejar, para empezar, partiendo del momento en que estás viviendo, desde tu aspecto más íntimo, hasta el más terreno y vulgar. Creo que es la única manera de saber dónde debes estar, porque la cuestión es elegirse a uno mismo de primeras, y luego ver para qué, y luego, ponerse a ello. Le conté por qué yo no iria a Mex -hipotesis-; y de paso me lo expliqué a mi misma.

La verdad es que sólo me faltaba temblar, si me hubiera parado a pensar lo que estaba haciendo me hubiera puesto roja como un tomate, pero preferí dejar la autoescucha en off. Me hubiera gustado tranquilizarlos a ambos, creo que al menos di suficientes datos como para dejar claro que Ojos Abiertos no es una secta, y Alex no es un cordero de camino al altar del sacrificio. Luego fuimos a cenar los tres, y el ambiente fue más distendido y agradable.Comí más queso del bueno, y en otro momento que nos quedamos a solas, confirmamos la alianza mujeril.

Alex y su mamá me alojaron en su casa. me sentí como cuando tenía 15 años y pasaba la noche en casa de alguna amiga. Me dió la impresión de ser una mujer fuerte y me recordó en algo a mi propia madre. Se me ocurrió que tal vez cuando tenemos unas madres que confían en nosotros y no hacen nunca demasiadas preguntas, no acostumbramos a dar explicaciones a los que tenemos alrededor, y se nos puede hacer incómodo y difícil. Alex me regaló un libro, titulado “En la frontera”; lo he acabaré de leer hoy; pero harán falta tres veces más para empezar a digerirlo

A la mañana siguiente, Alex tuvo la amabilidad de ir a sellar mi boleto de regreso, esa misma noche. A la gente de allí les sonó extraña la brevedad del viaje. La cosa es que de peque a mi padre le encargaban mudanzas regionales, y solia acompañarle. Me gustaba pasar las horas tragando kilometros, escuchando música y mirando por la ventanilla, al llegar haciamos lo que teniamos que hacer, y regresábamos. No me puse en modo “vacaciones” (aunque descansé, me limpié y recargué), creí que con un día bastaba para lo que fuera que pudiera hacer allí, y que no estaría bien quedarme más tiempo. (Basta imaginar la longitud de la reseña!!).

A media mañana, me llevó al monte… se me hacía extraño ver un monte real al lado de la cuidad; que estubiera tan limpio y tranquilo. Al pie del monte estaba el mar, que era más azul que el nuestro -más verdoso-. Por lo demás, me pareció que la vegetación era similar, aunque en distinta proporción. Hacía otro claro día de verano. Mientras caminaba absorvía los matices de la luz, y los olores de la tierra; reconfortándome al confirmar una vez más que lugares así aún existen, que son reales. Con eso basta para recargar las baterías… si me hubiera implicado más, al volver a casa hubiera pasado algunos días, tal vez semanas, atrapada en la añoranza; y es algo que no puedo permitirme en este momento, ya que hay cosas que hacer. Había una placa que decía “Honor a los Héroes que sólo Dios conoce”.Me gustó.

Después de comer, le di una sorpresa a Alex con un CD, que en breve irá para allí.Hablamos de música y otras cosas, de lo inapropiadas que pueden ser en ocasiones las canciones amor, que salen hasta de debajo de las piedras. Tal vez está supravalorado y banalizado, como ya está sucediendo con el sexo cada vez más. Igual hubo un tiempo en que casi toda la musica era religiosa, o marcial. Es una lástima que estas cosas se conviertan en obstaculos. Esto lo pienso ahora que escribo.

Volvimos a salir a recorrer las calles, solos, y Alex me mostró una librería muy interesante acerca de esoterismo y fantasía. Coincidió que le hacían una entrevista para la radio al señor de la librería, habló con conocimiento de causa, y francamente. Toda una excepción. Alex no me dejó que le regalara, pero compramos a medias un libro de Claude Lecoteux, que habla del doble y de cuándo habían chamanes en nuestra vieja Europa, y de cómo se fue diluyendo la cuestión hasta tergiverarse en mitos más recientes, como el del hombre-lobo.

Luego, tomando un café, retomamos, esta vez a solas, el tema de Ojos Abiertos. Alex me contó cosas que yo no sabía y no hubiera sospechado, acerca de personas que quieren ir de viaje a lejanas constelaciones, y molestar lo que se pueda antes del “viaje”. Esto es tan triste que me deja muerta, insensible, rompe todos los vínculos, hace extraño lo que antaño fuera conocido; como si nunca hubiera existido. Y deja de importarme. Pienso en las convulsiones, en la transformación de la misma lista. Cómo yo no se ver en profundidad, estas cosas me parecen salidas de la nada, como conejos de una chistera. Otros pueden percibir que rumbo tomarán las cosas antes de que sucedan, yo no.

Esto me hace alegrarme de que hayan agentes tan diferentes a mi en Ojos abiertos, aunque en ocasiones no coincidan las afinidades, porque que es un proyecto que admiro y vale la pena su supervivencia. Aunque en lo pesonal, creo que poco queda que yo pueda aportar. Creo que la voluntad interna se encarga de dejar a cada uno en el lugar apropiado para él, o destruirlo desde dentro.

Hablamos del viaje de Alex otra vez; de cosas meramente materiales, y del mundo común con el resto de los mortales; cosas que parecen haberse convertido en mi “especialidad” en los últimos tiempos. Esto me hizo darme cuenta de que estaba llegando al fin de una etapa, sin alcanzar a ver aún de que se trata la próxima. Me pareció que Alex es muy capaz, y entregado a su labor hasta tal punto que lo que se encuentra alrededor puede llegar a hacérsele extraño.Creo que para el caso que nos ocupa, es un mal menor. Lo importante está decidido, y todo está en marcha, de modo que lo que quede en medio de la trayectoria se apartará o se colocará en el modo adecuado por sí solo.

Hablamos también del desapego y el cambio de dirección. Alex puede hacerlo a voluntad, lo que a mi me sucede, si es algo que se pueda llamar bajo esos nombres, está ahí, pero no lo domino yo. Si intento dominar algo me vuelvo como loca, me comen los nervios, me bloqueo y hago el tonto. Le conté que se que hay algo diferente en mí, pero no me cae bien, así que llegamos a un acuerdo; eso no me interrumpe en la vida cotidiana, y, a cambio, cuando cree necesario salir, yo le dejo via libre; reconozco las ordenes y no hago preguntas. -De todos modos, nunca ha querido responderlas-.Alex me contó otras cosas que había intentado con éxito, me alegré sinceramente por él. Yo soy incapaz, pero, de todos modos, realmente no sabría qué hacer con ellas, y por tanto, no es lógico desearlas…

Envidio sanamente a aquellos que han encontrado su camino y lo siguen, como un niño que espera en la puerta del colegio que lo vengan a buscar y ve cómo se va quedando solo y que se hace tarde. No puedo ir a casa de mis compañeros, porque no es mi lugar. Pero aún no sé si aún espero, o si ya me cansé e intento volver al hogar con mis pasos íntimamente inseguros, incluso a veces me pregunto si es que ya llegué y pase de largo. Esto me entristece un poco, y supongo que desde fuera se puede percibir, aunque al rato me da igual; estoy donde estoy y hago lo que creo mejor.

Muchas veces pienso que todo lo que digo son tonterías, pero me alegro de tener a quien contarlas, es reconfortante y se aprenden cosas. Al lado de Alex me siento bien, a veces hablamos y otras no, y no hace falta. No alcanzo a imaginar de qué le puede servir a él.

Bueno ya en la tarde/noche me despedí de la dama que me presentó Alex el día anterior, y fuimos a un conato de concierto que llenó la sala hasta los topes y no se podía entrar. Todo el mundo saludó, y le preguntó a Alex cuándo se iva a Mex, y qué iva a hacer con su grupo, cuyos miembros son como sus cachorros. La verdad parece ser que cachorros de varios tipos se acercan a Alex en busca de protección y seguridad, y que con la partida de Alex van a tener que espavilarse todos. Tiene mérito que Alex se vaya de todos modos, otra persona permanecería encadenada.

Conocí a una damita de esta categoría, amiga de Alex también, un torbellino. Se me hizo extraño percibirla tan terriblemente joven; resplandecía como el verde de las yemas nuevas de los avetos, una gran fuerza y todo aún por definir, todas las posibilidades abiertas… Tras ella se erguía la sombra del peligro ignorado, de la carrera contra el tiempo por hacer la eleción adecuada antes de que la vida se encargue de hacerlo en su lugar.

Del mismo modo que me sentí torpe con la primera amiga de Alex, por percibirla mayor, me sentí más torpe aún ante esta juventud. Mi acompañante invisible se lo pasó bastante bien a mi costa, mientras yo trataba de rescatar con naturalidad algunos temas de la vida en el instituto. Lo cierto es que vi un abismo que tal vez nunca había sentido con tanta intensidad, y me dió un poco de vértigo – metafórico.

Alex y yo hablamos en varias ocasiones del sentimiento cachorril. De cómo sienta de bien que te digan cómo eres tu, y cómo son las cosas y cómo debes manejarte con ellas. De como se siente uno de torpe e inseguro cuando estas indicaciones faltan, cómo al pasar de los años seguimos buscando la confirmación del “mayor”, aunque no exista. Como cisnes que no se atreven a mirarse en el reflejo del agua, por creer que siguen siendo patitos feos.Y cómo algunos matan la transformación antes de que se realice.Del peligro de las obsesiones y la fascinación, que no es más que proyectar los ideales de uno sobre otro y esperar que respondan a sus espectativas, en lugar de hacerlas realidad en la propia existencia.

Alex dice que no le gusta que las mujeres seamos como somos, y yo le respondo que raramente es algo que tenga remedio. Aunque tal vez no hablabamos de todas las mujeres; pues no tengo demasiado trato con ellas. De hecho, no tengo demasiado trato con las personas en general. También hablamos del “Poder”, de sus pruebas y sus precios. Y yo le dije a Alex que el Poder es antipático muchas veces, y sí es verdad que tenemos que pagar; pero que no hace falta darle propina.

Después de esto, ya tomé el autocar de regreso. A pesar de lo que le habían dicho a Alex, me tocó asiento de pasillo, y compartido. Apagaron las luces, no me quedó de otra que intentar dormir, aunque no era fácil. Así que decidí aprovechar la circunstancia para hacer un experimento y conspirar con la luna.Me pareció que hacia siglos que no hacía algo así, pero que es como lo que dicen de las bicicletas, que no se olvida.Ya veremos que tal funciona, si así ha de ser.

Igual, no sé si cumplí el mandato, pero lo intenté.

Al volver me encontré con el kit de conexión a i-net. Entré en Ojos, y en otras listas a las que pertenezco, de las que he estado prácticamente ausente en los últimos meses, en los que he estado acunando ideas para algunos proyectos pequeños. Me llevé muchas sorpresas, una fue entrar a Ojos como si me hubiera estado paseando por allí el día anterior, y otra lo que encontré al entrar en Lobo Guardián. Pero esta es ya otra historia.

Que reseña más larga ha quedado, a pesar de que no pasara nada, y que yo intentara abreviar.Sorry.

Vae.

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