Gomorra (2008)

Basada en el libro del mismo título de Roberto Saviano, investigador de la Camorra, mafia asentada en Nápoles.

A través de cuatro historias aborda negocios ilegales o fraudulentos en el área del tráfico de drogas, el asesinato a sueldo, pero también la manufactura téxtil o la gestión de residuos tóxicos. Lo hace, además, rechazando todo el “glamour” de las grandes películas de mafiosos y sus altas esferas, situando la cámara entre las vidas de aquellos situados en lo más bajo de la jerarquía, gentes fácilmente deshechables que inflan sus vidas con peregrinas aspiraciones como si quisieran cerrar los ojos a su auténtica condición.

Presenta lo crudo de una situación que se prolonga en el tiempo como un pez que muerde su cola, un gigantesco enemigo como un enjambre de abejas, al que es difícil decir “no” sin pagar un alto precio, y al que no se ve demasiado claro por dónde empezar ( y esto lo sabe más que nadie el autor, cuya vida tiene ya un precio). Tal vez no resulte demasiado esperanzadora, pero resulta también una necesaria bofetada a esa imagen que suele tener Europa en las películas.

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Aprovecho, para postear una entrevista a Roberto Saviano, autor de la novela, que se le realizó con motivo del estreno de la película.

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“El éxito me condenó a muerte”

BORJA HERMOSO – Sevilla – 08/11/2008

Roberto Saviano tiene 29 años y casi toda la tristeza del mundo en los ojos. Da la mano con un gesto entre mecánico y desconfiado, sonríe leve, muy levemente, y toma asiento en el patio de un hotel sevillano. Se refugia Saviano en los parapetos de lo incierto y lo temeroso y lo furtivo. No lleva chaleco antibalas, ya sólo le faltaría eso, pero los cuatro escoltas rodean ya su campo de acción, miran debajo de las mesas, miran al periodista, miran a los balcones. Son cuatro agentes del Ministerio del Interior que han relevado, desde que Saviano llegó a Sevilla el jueves por la tarde, a los cuatro carabinieri habitualmente encargados de velar por su seguridad.

Poco después, perros policía adiestrados en la búsqueda de explosivos olisquean las instalaciones del teatro Lope de Vega de Sevilla, sede del Festival de Cine Europeo, porque el autor de Gomorra (Debate) -asfixiante y a ratos lírica denuncia del tinglado del terror instalado por la Camorra napolitana- está a punto de llegar.

La Camorra ha condenado a muerte a Saviano no por lo que ha escrito, sino más bien por el impacto de lo que ha escrito, un impacto cifrado en casi dos millones de libros vendidos. “Lo que más molesta a la Camorra no es exactamente la palabra, sino la palabra cuando genera tensión… La palabra como tal, así a secas, les trae sin cuidado; lo que no soportan es que esa denuncia tenga tantos lectores, y ésa es la diferencia entre Rushdie y yo. A Rushdie le condenaron con una fetua por el mero hecho de haber escrito Los versos satánicos; a mí me han condenado porque el libro se ha leído mucho; es el éxito lo que me ha condenado a muerte”, explica.

El caso es que la condena existe. Lo demuestran los policías, los perros y la mirada de Saviano, que se proyecta en el suelo con demasiada frecuencia. El caso es, también, que, según el diario italiano La Repubblica, hoy mismo, la policía de Nápoles ha detectado la llegada a la ciudad de una partida de 50 kilos de trinitotolueno que obra ya en poder del clan de los Casalesi, cuyo jefe absoluto, Francesco Schiavone, alias Sandokán, ha jurado matar al escritor por atreverse a desvelar los sucios negocios de la Camorra.

La presencia de Roberto Saviano en Sevilla fue un enigma casi hasta el final (también esta conversación), pero él decidió pasar cuatro días en la ciudad con motivo del estreno de Gomorra, la adaptación cinematográfica que de su libro ha firmado el director Matteo Garrone. “Me gusta Sevilla; es una ciudad con una luz que me recuerda al sur de Italia. Me fui a pasear ayer con mis escoltas y fue estupendo; hacía mucho tiempo que no paseaba así por las calles de una ciudad”, comenta Saviano con voz tenue. Un paseo en el que, por cierto, se encontró con un compatriota: un mimo italo-sevillano que se bajó de su taburete para gritarle “¡forza, Roberto!”. También, en el transcurso de esta entrevista concedida a EL PAÍS, un turista noruego interrumpirá la conversación para decirle que se ha tenido que frotar los ojos cuando le ha visto, y que ha llamado a toda pastilla a su mujer, que está en Oslo, para contárselo.

Es normal. A Saviano le llegan centenares de cartas y de correos electrónicos; también bragas y sujetadores, porque no faltan en Italia quienes piensan que por fin hay un hombre como Dios y San Gennaro (patrón de Nápoles) mandan, un hombre que planta cara a la Camorra. “Volvería a escribir el libro; no me arrepiento de haberlo hecho, pero al mismo tiempo no puedo decir que lo ame. Soy un prisionero de mi libro. Vivo una situación que me agota; es un gasto de energía brutal, una energía gastada no en escribir, sino en estar alerta, en estar encerrado en lugares horribles, en perder tiempo inútilmente… Y todo eso me vuelve loco”.

Para Saviano, periodista y novelista, la diferencia entre géneros estriba en la capacidad del autor a la hora de entresacar lo esencial, y hacerlo de una forma tan subjetiva como eficaz: “A Orhan Pamuk le amenazaron por relatar el genocidio armenio… ¡Pero eso lo sabía todo el mundo!, lo que pasa es que él escribió de ello de una forma que puso en un compromiso al Estado turco, y entonces se convirtió en un símbolo. Conmigo pasó igual: ¡todo el mundo sabía que existía la Camorra napolitana! ¿Y Anna Politkóvskaya? Cantidad de cronistas habían escrito antes sobre Chechenia, pero ella lo hizo de tal modo que la cuestión chechena llegó a todo el mundo; se convirtió en un problema mundial, ya no local”.

Como no podía ser de otra forma, Saviano admite que las historias reales de la Mafia en general y de la Camorra en particular -ésas que transcurren en las calles de Scampia o Casale del Principe- constituyen un material literario de primer orden: “La Camorra es un material narrativo excelente, porque está la épica de por medio. Son historias de poder, de vida y de muerte, es decir, los temas a los que todo escritor debe confrontarse, sobre personajes que deciden -sin justificación ni máscaras- sobre la vida y la muerte, sobre la riqueza y la pobreza, sobre la construcción y la destrucción”.

En cuanto al resultado de la película de Matteo Garrone sobre su libro (él tomó parte en el guión), Saviano confiesa: “Me gusta. Creo que Garrone no ha traicionado el espíritu del libro, aunque obviamente son diferentes: a mí me obsesionaba la parte de los negocios, y a él, la de la antropología”. Y hablando de cine, se muestra bastante escéptico ante los excesos mitificadores que películas como El Padrino o series de televisión como Los Soprano han llevado a cabo del mundo mafioso: “Los criminales se fijan en el cine para ver cómo pueden publicitar su poder, porque lo ven como un escaparate, como un amplificador… A los jefes mafiosos les chifla el cine; se venden mejor si se presentan como un héroe del cine, claro. Pero, en cualquier caso, el modelo de las organizaciones criminales mafiosas no es El Padrino de Coppola, sino el Scarface de Brian de Palma, porque su personaje, Tony Montana, es alguien que se hace a sí mismo, sin hacer caso a las reglas, aunque con sus propias reglas”.

Mientras apretamos el botón off de la grabadora, Roberto Saviano todavía tiene tiempo para exponer la que para él es una de las mayores anomalías del mundo mafioso: “Para ellos, ni existe una sacralización de la vida, ni la muerte es un concepto negativo. Para la Camorra, la muerte no es un riesgo, sino una parte del oficio”. Del oficio de asesino, se entiende. No del de escritor. Aunque, por desgracia, a Roberto Saviano le han aplicado la regla. Pero él seguirá escribiendo. Porque “escribir es resistir”.

One Commentto Gomorra (2008)

  1. TATANKA dice:

    Excelente pelicula, la volvería a ver y la recomiendo 100%. Larga, sobre las 2 horas, casi 3 si mal no recuerdo, pero no pierde intensidad a pesar de eso.