La Carcajada de Nietzsche

LA CARCAJADA DE NIETZSCHE

  • Gilles Deleuze

    -¿Cómo se ha establecido la edición de las Oeuvres philosophiques complètes de Nietzsche?(1)

    Gilles Deleuze.- El problema consistía en reclasificar las notas póstumas – el Nachlass- según las fechas en las que fueron redactadas por Nietzsche y colocarlas a continuación de las obras de las que eran contemporáneas. Un buen número de estas notas se utilizaron abusivamente, tras la muerte de Nietzsche, para componer La voluntad de poder. Se trataba, por tanto, de restablecer la cronología exacta. Por ello, más de la mitad del primer volumen, La gaya ciencia, está formada por fragmentos inéditos que datan de 1881- 1882. Nuestra concepción del pensamiento de Nietzsche, y, también de sus métodos creativos, puede cambiar profundamente como consecuencia de esto. Esta edición aparecerá a la vez en Italia, en Alemania y en Francia. Pero los textos se deben a dos italianos, Colli y Montinari.

    – ¿Cómo explica usted que hayan sido italianos, y no alemanes, quienes hayan realizado este trabajo?

    G.D.- Puede que los alemanes estuviesen peor situados para ello. Tenían ya muchas ediciones a las que acudir, a pesar de la disposición arbitraria de las notas. Por otra parte, los manuscritos de Nietzsche se encontraban en Weimar, es decir, en Alemania oriental, donde los italianos fueron mejor acogidos que los alemanes occidentales. Finalmente, los alemanes se sentían molestos, porque habían aceptado la edición de La voluntad de poder realizada por la hermana de Nietzsche. Elisabeth Forster- Nietzsche hizo un trabajo muy nocivo, que favoreció todas las interpretaciones nazis. No falsificó los textos, pero todos sabemos que hay otras maneras de deformar el pensamiento, simplemente mediante una selección arbitraria de los papeles del autor. Conceptos nietzscheanos como el de «fuerza» o el de «amo» son demasiado complejos como para traicionarlos mediante cortes de esta clase.

    – ¿Las traducciones son nuevas?

    G.D.- Completamente nuevas. Esto es importante sobre todo en los escritos últimos (había habido malas lecturas, responsabilidad de Peter Gast y de Elisabeth Nietzsche). Los dos primeros volúmenes, La gaya ciencia y Humano, demasiado humano han sido traducidos por Pierre Klossowski y Robert Rovini. Lo cual no significa que las traducciones anteriores, de Henri Albert y Geneviève Bianquis, fueran deficientes, todo lo contrario; lo que sucede es que, al publicar finalmente las notas de Nietzsche junto con sus obras, era preciso comenzar de nuevo para unificar la terminología. En este sentido, es importante conocer la manera en que se introdujo a Nietzsche en Francia: no desde la «derecha», sino gracias a Charles Andler y a Henri Albert, que representaban toda una tradición socialista con aspectos anarquistas.

    – ¿Piensa usted que hay en Francia, en este momento, un «retorno a Nietzsche» y, si es así, por qué razones?

    G.D.- Es un asunto complicado. Quizá se ha producido o se está produciendo un cambio en relación a los modos de pensar que nos resultaban familiares tras la Liberación. Pensábamos ante todo dialécticamente, históricamente. En la actualidad parece haber un reflujo del pensamiento dialéctico en beneficio del estructuralismo, por ejemplo, y también de otros sistemas de pensamiento.

    Foucault insiste en la importancia de las técnicas de interpretación. Puede que en la idea actual de interpretación haya algo capaz de superar la oposición dialéctica entre «conocer» y «transformar» el mundo. Freud es el intérprete por excelencia, pero Nietzsche también lo es, en otro sentido. La idea de Nietzsche es que las cosas y las acciones son ya interpretaciones. Interpretar es, entonces, interpretar interpretaciones, y en esa medida cambiar las cosas, «cambiar la vida». Lo evidente, para Nietzsche, es que la sociedad no puede ser la última instancia. La última instancia es la creación, el arte: mejor dicho, el arte representa la ausencia y la imposibilidad de una última instancia. Desde el principio de su obra, Nietzsche plantea que hay fines «más elevados» que los del Estado y la sociedad. Él instaló toda su obra en una dimensión que no es ni la de lo histórico (al menos dialécticamente comprendido) ni la de lo eterno. Esta nueva dimensión, que esta en el tiempo y a la vez contra él, es la que llama lo intempestivo. De esa fuente bebe la vida como interpretación. La razón de un «retorno a Nietzsche» podría ser el redescubrimiento de este intempestivo, de esta dimensión que se distingue tanto de la filosofía clásica, y su empresa «eterna», como de la filosofía dialéctica en su comprensión de la historia: un singular elemento de inquietud.

    – ¿Podría entonces hablarse de un retorno al individualismo?

    G.D.- Un extraño individualismo en el cual, sin duda, la conciencia moderna no se reconoce apenas. Pues Nietzsche acompaña este individualismo de una intensa crítica de las nociones de «Yo» y de «Sujeto». Para Nietzsche, hay una especie de disolución del yo. La reacción contra las estructuras opresivas ya no se realiza, según él, en nombre de un «Yo» o de un «Sujeto» sino que, al contrario, es como si el Yo o el Sujeto fuesen sus cómplices.

    ¿Significaría esto que el retorno a Nietzsche implica un cierto esteticismo, una cierta renuncia a lo político, un «individualismo» tan despolitizado como despersonalizado? Quizás no. La política es también un asunto de interpretaciones. Lo intempestivo, de lo que acabamos de hablar, nunca se reduce al elemento político- histórico. Pero ocurre a veces, en grandes momentos, que pueden coincidir. Cuando la gente se muere de hambre en la India, es un desastre histórico- político. Pero cuando un pueblo lucha por su liberación siempre hay una coincidencia de los actos poéticos y los acontecimientos históricos o las acciones políticas, encarnación gloriosa de algo sublime o intempestivo. Las grandes coincidencias, como por ejemplo el chasco de Nasser al nacionalizar el canal de Suez, y sobre todo los gestos inspirados de Fidel Castro, o esa otra burla, Giap entrevistado por televisión… (2) En todo ello hay algo que recuerda las invectivas de Rimbaud y de Nietzsche, y que viene a redoblar a Marx: un gozo artístico que coincide con la lucha histórica. También en política hay creadores, movimientos creativos que en algunos momentos ocupan la historia. Hitler, por el contrario, carecía esencialmente de este elemento nietzscheano. Hitler no es Zaratustra, como tampoco lo es Trujillo. Representan más bien lo que Nietzsche llamaba «el mono de Zaratustra». No basta con tomar el poder para ser lo que Nietzsche consideraba «amo». Son, al contrario, los «esclavos» quienes más frecuentemente toman el poder, y quienes lo conservan, sin dejar de ser esclavos mientras se mantienen en él.

    Los amos, según Nietzsche, son los Intempestivos, los que crean, los que destruyen para crear, no para conservar. Nietzsche decía que bajo los grandes acontecimientos ruidosos hay pequeños eventos silenciosos que son algo así como la formación de mundos nuevos: una vez más, la presencia de lo poético bajo lo histórico. En Francia no tenemos apenas grandes acontecimientos estridentes: los más terribles están lejos, en Vietnam. Pero hay pequeños acontecimientos, imperceptibles, que quizá anuncian una salida del actual desierto. Puede que el retorno a Nietzsche sea uno de estos «pequeños acontecimientos» y también una reinterpretación del mundo.

    ——————————————————————————–

    NOTAS:

  • Declaraciones a Guy Dumur. Le Nouvel Observateur, 5 de abril de 1967, pp. 40- 41.

    (1). Hemos restablecido la pregunta que faltaba en el texto original. Se trata de la edición de las Oevres philosophiques completes de Nietzsche (Gallimard, París, 1967) para la cual Deleuze y Foucault habían escrito juntos una introducción general en Gai savoir, Fragments posthumes (1881-1882), tomo V, pp. I-IV.

    (2) T. Vo Nguyen Giap, general de Hô Chi Min, ministro de Defensa de la República Democrática de Vietnam y artífice militar de la derrota del ejército colonial francés en la decisiva batalla de Diên Biên Phu, en 1954. y de la victoria definitiva sobre Saigón en 1975 (N. del T.)

    __________________

    Texto extraído de “La isla desierta y otros textos”, Gilles Deleuze, págs. 167/170, editorial Pre-textos, Barcelona, España, 2005.

    [url=http://caosmosis.acracia.net/?p=722#more-722]http://caosmosis.acracia.net/?p=722#more-722[/url]

  • Comments are Closed