Don Juanismo de C C. en Viaje a Ixtlán

De: Alias de MSNCenzontle_Mx (Mensaje original) Enviado: 18/07/2005 13:48

DON JUANISMO DE C.C. EN VIAJE A IXTLÁN.
________________________________________________________

FRAGMENTOS
elegidos por Cenzontle.

INTRODUCCIÓN:

“La premisa básica de la brujería según don Juan me la presentó. Dijo que, para un brujo, el mundo de la vida cotidiana no es real ni está allí, como nosotros creemos. Para un brujo, la realidad, o el mundo que todos conocemos, es solamente una descripción.”

“Me señaló que todo el que entra en contacto con un niño es un maestro que le describe incesantemente el mundo, hasta el momento en que el niño es capaz de percibir el mundo según se lo describen. De acuerdo con don Juan, no guardamos recuerdo de aquel momento portentoso, simplemente porque ninguno de nosotros podía haber tenido ningún punto de referencia para compararlo con cualquier otra cosa. Sin embargo, desde ese momento el niño es un miembro. Conoce la descripción del mundo, y su membresía supongo, se hace definitiva cuando él mismo es capaz de llevar a cabo todas las interpretaciones perceptuales adecuadas, que validan dicha descripción ajustándose a ella.”

“Para don Juan, pues, la realidad de nuestra vida diaria consiste en un fluir interminable de interpretaciones perceptuales que nosotros, como individuos que comparten una membresía específica, hemos aprendido a realizar en común.”

“La idea de que las interpretaciones perceptuales que configuran el mundo tienen un fluir es congruente con el hecho de que corren sin interrupción y rara vez, o nunca, se ponen en tela de juicio.”

LAS REAFIRMACIONES DEL MUNDO QUE NOS RODEA.

“Contesté que tenía deseos muy serios de trabajar con él. Dije que necesitaba información, cualquier tipo de información, sobre los usos de las hierbas medicinales, y que estaba dispuesto a pagarle su tiempo y su esfuerzo.
-Estaría usted trabajando para mí -dije-. Y le pagaré un sueldo.
-¿Qué tanto me pagarías? -preguntó.
Detecté en su voz un matiz de codicia.
-Lo que a usted le parezca apropiado -dije.
-Págame mi tiempo… con tu tiempo -dijo él.”

“-Las plantas son cosas muy peculiares -dijo sin mirarme-. Están vivas y sienten.
En el momento mismo en que hizo tal afirmación, una fuerte racha de viento sacudió el chaparral desértico en nuestro derredor. Los arbustos produjeron un ruido crujiente.
-¿Oyes? -me preguntó, poniéndose la mano izquierda junto a la oreja como para escuchar mejor-. Las hojas y el viento están de acuerdo conmigo.”

“Una vez más le hice saber que tenía muchos deseos de aprender cosas de las plantas, especialmente del peyote. Le supliqué que se convirtiera en informante mío a cambio de alguna recompensa monetaria.
-No tienes que pagarme -dijo-. Puedes preguntarme lo que quieras. Te diré lo que sé y luego te diré qué se puede hacer con eso.
Me preguntó si estaba de acuerdo con el arreglo. Yo me hallaba deleitado. Luego añadió una frase críptica:
-A lo mejor no hay nada que aprender de las plantas, porque no hay nada que decir de ellas.”

“Repitió su afirmación tres veces, y luego toda la zona se estremeció con el rugido de un aeroplano de la Fuerza Aérea que pasó volando bajo.
-¡Ya ves! El mundo está de acuerdo conmigo -dijo, llevándose la mano izquierda al oído.
Me resultaba muy divertido. Su risa era contagiosa.”

“El cigarro y la bebida no son nada. Nada en absoluto si queremos dejarlos.
En ese mismo instante, el agua que hervía en la cafetera hizo un ruido fuerte y vivaz.
-¡Oye! -exclamó don Juan, con un brillo en los ojos-. El agua hirviendo está de acuerdo conmigo.”

“-Uno puede recibir acuerdos de todo lo que lo rodea.
En ese momento crucial, la cafetera produjo un gorgoteo verdaderamente obsceno.
Don Juan miró la cafetera y dijo suavemente: “Gracias”; asintió con la cabeza y luego estalló en carcajadas.”

“-¿Cuándo estará usted en su casa? -pregunté.
Me escudriñó.
-Cuando vengas -repuso.
-No sé exactamente cuándo pueda venir.
-Pues ven y no te preocupes.
-¿Y si usted no está?
-Allí estaré -dijo, sonriendo, y se alejó.”

9 Commentsto Don Juanismo de C C. en Viaje a Ixtlán

  1. Vaelia dice:

    Mensaje 2 de 11 en la discusión

    De: Alias de MSNThunderReceptor Enviado: 18/07/2005 19:47

    Como comentario, me parece uno de los mejores libros, aunque lo que yo
    aprendi es mas relacionado con “el segundo anillo de poder” y el
    conocimiento silencioso.

    Los puntos de vista contradictorios son mas bien de los ultimos libros.

    ______________________
    Por la ley y para siempre
    For the Rule and forever

  2. Vaelia dice:

    Mensaje 3 de 11 en la discusión

    De: Alias de MSNCenzontle_Mx Enviado: 18/07/2005 21:48

    BORRAR LA HISTORIA PERSONAL.

    “-No tengo ninguna historia personal -dijo tras una larga pausa-. Un día descubrí que la historia personal ya no me era necesaria y la dejé, igual que la bebida.”

    “-Entonces mírala por este lado -prosiguió-. Si quieres aprender los asuntos de las plantas, como en realidad no hay nada que decir de ellas, debes, entre otras cosas, borrar tu historia personal.
    -¿Cómo? -pregunté.
    -Empieza por lo fácil, como no revelar lo que verdaderamente haces. Luego debes dejar a todos los que te conozcan bien. Así construirás una niebla en tu alrededor.
    -Pero eso es absurdo -protesté-. ¿Por qué no va a conocerme la gente? ¿Qué hay de malo en ello?
    -Lo malo es que, una vez que te conocen, te dan por hecho, y desde ese momento no puedes ya romper el lazo de sus pensamientos.”

    “-Verás -prosiguió-: sólo tenemos una alternativa: o tomamos todo por cierto, o no. Si hacemos lo primero, terminamos muertos de aburrimiento con nosotros mismos y con el mundo. Si hacemos lo segundo y borramos la historia personal, creamos una niebla a nuestro alrededor, un estado muy emocionante y misterioso en el que nadie sabe por dónde va a saltar la liebre, ni siquiera nosotros mismos.”

    “-Cuando nada es cierto nos mantenemos alertas, de puntillas todo el tiempo -dijo él-. Es más emocionante no saber detrás de cuál matorral se esconde la liebre, que portarnos como si conociéramos todo.”

  3. Vaelia dice:

    Mensaje 4 de 11 en la discusión

    De: Alias de MSNCenzontle_Mx Enviado: 18/07/2005 21:59

    PERDER LA IMPORTANCIA.

    “Pareció haber leído mis pensamientos, y explicó que yo no advertía los beneficios de la “forma correcta de andar”, ni los de masticar las hojas, porque era joven y fuerte y mi cuerpo no percibía nada por ser un poco estúpido.
    Rió. Yo no estaba de humor para risas y eso pareció divertirle más aún. Corrigió su frase anterior, diciendo que mi cuerpo no era realmente estúpido, sino que estaba adormilado.
    En ese instante un cuervo enorme voló por encima de nuestras cabezas, graznando. Sobresaltado, eché a reír. Me pareció que la ocasión pedía risa, pero para mi absoluto asombro él sacudió con fuerza mi brazo y me calló. Su expresión era sumamente seria.
    -Eso no fue chiste -dijo con severidad, como si yo supiera a qué se refería.
    Pedí una explicación. Era incongruente, le dije, que se enojara porque yo reía del cuervo, cuando nos habíamos reído de la cafetera.”
    “-¡Lo que viste no era sólo un cuervo! -exclamó.
    -Lo que viste no era un acuerdo del mundo -dijo-. Los cuervos que vuelan o graznan no son nunca un acuerdo. ¡Eso fue una señal!
    -¿Una señal de qué?
    -Una indicación muy importante acerca de ti -repuso crípticamente.
    En ese mismo instante, el viento arrastró hasta nuestros pies la rama seca de un arbusto.
    -¡Eso fue un acuerdo! -exclamó él, y mirándome con ojos relucientes estalló en una carcajada.”

    “El trote me había agotado por completo, aunque me hallaba de mejor humor. Era extraña la forma en que había cambiado. Me sentía casi alborozado, pero cuando habíamos empezado a trotar, después de nuestra discusión, me hallaba furioso con él.
    -Es muy extraño -dije-, pero me siento de veras, bien.
    Oí a la distancia el graznar de un cuervo. Él se llevó el dedo a la oreja derecha y sonrió.
    -Eso fue una señal -dijo.
    Una piedra cayó rebotando cuestabajo y aterrizó con estruendo en el chaparral.
    Él río con fuerza y señaló con el dedo en dirección del sonido.
    -Y eso fue un acuerdo -dijo.”

    “-Voy a hablar aquí con mi amiguita -dijo, señalando una planta pequeña.
    Se arrodilló frente a ella y empezó a acariciarla y a hablarle. Al principio no entendí lo que decía, pero luego cambió de idioma y le habló a la planta en español. Parloteó sandeces durante un rato. Luego se incorporó.
    -No importa lo que le digas a una planta -dijo-. Lo mismo da que inventes las palabras; lo importante es sentir que te cae bien y tratarla como tu igual.
    Explicó que alguien que corta plantas debe disculparse cada vez por hacerlo, y asegurarles que algún día su propio cuerpo les servirá de alimento.
    -Conque, a fin de cuentas, las plantas y nosotros estamos parejos -dijo-. Ni ellas ni nosotros tenemos más ni menos importancia.”

    “Al llegar a la ladera encontré todo un racimo de las mismas plantas. Quise reír, pero don Juan no me dio tiempo. Quería que yo diese las gracias al montón de plantas. Sentí una timidez torturante y no pude decidirme a hacerlo.
    Él sonrió con benevolencia e hizo otra de sus aseveraciones crípticas. La repitió tres o cuatro veces, como para darme tiempo de descifrar su sentido.
    -El mundo que nos rodea es un misterio -dijo-. Y los hombres no son mejores que ninguna otra cosa. Si una plantita es generosa con nosotros, debemos darle las gracias, o quizá no nos deje ir.
    La forma en que me miró al decir eso me produjo un escalofrío. Apresuradamente me incliné sobre las plantas y dije: “Gracias” en voz alta.
    Él empezó a reír en estallidos calmados, bajo control.”

    “Me dijo, imperioso, que cuando yo anduviera con él tenía que observar y copiar todas sus maneras, o de lo contrario mejor haría no yendo.
    -No puedo estarte esperando como si fueras un niño -dijo en tono de regaño.
    Esa frase me hundió en las profundidades de la vergüenza y el desconcierto: ¿Cómo era posible que un hombre tan anciano caminase mucho mejor que yo? Me creía de constitución atlética y fuerte, y sin embargo él había tenido que esperar a que yo me le emparejara.
    Curvé los dedos y, extrañamente, pude mantenerme a su paso sin ningún esfuerzo.”

  4. Vaelia dice:

    Mensaje 5 de 11 en la discusión

    De: Alias de MSNCenzontle_Mx Enviado: 19/07/2005 0:25

    LA MUERTE COMO UNA CONSEJERA.

    “Dije que éramos tan distintos que, pensaba, no había posibilidad de llevarnos bien.
    -Uno de nosotros tiene que cambiar -dijo él, mirando el suelo-. Y tú sabes quién.”
    “En tono de gran excitación, le dije que podría jurar haber visto las facciones de un halcón en su rostro….
    -Yo cazaba halcones -dije.
    -Lo sé -repuso don Juan como si tal cosa.”

    “En los dos meses en que libré la extraña guerra contra el halcón albino, sólo una vez estuve cerca de él. Había estado cazándolo todo el día y me hallaba cansado. Me senté a reposar y me quedé dormido bajo un eucalipto. El grito súbito de un halcón me despertó. Abrí los ojos sin hacer ningún otro movimiento, y vi un ave blancuzca encaramada en las ramas más altas del eucalipto. Era el halcón albino. La caza había terminado. Iba a ser un tiro difícil; yo estaba acostado y el ave me daba la espalda. Hubo una repentina racha de viento y la aproveché para ahogar el sonido de alzar mi rifle 22 largo para apuntar. Quería esperar que el halcón se volviera o empezara a volar, para no fallarle. Pero el ave permaneció inmóvil. Para mejor dispararle, habría tenido que moverme, y era demasiado rápida para ello. Pensé que mi mejor alternativa era aguardar. Y eso hice durante un tiempo largo, interminable. Acaso me afectó la prolongada espera, o quizá fue la soledad del sitio donde el halcón y yo nos hallábamos; de pronto sentí un escalofrío ascender por mi espina y, en una acción sin precedente, me puse en pie y me fui. Ni siquiera vi si el halcón había volado.
    Jamás atribuí ningún significado a mi acto final con el halcón albino. Pero fue muy raro que no le disparara. Yo había matado antes docenas de halcones. En la granja donde crecí, matar aves o cazar cualquier tipo de animal era cosa común y corriente.
    Don Juan escuchó atentamente mientras yo narraba la historia del halcón albino.
    -¿Cómo supo usted del halcón blanco? -pregunté al terminar.
    -Lo vi -repuso.
    -¿Dónde?
    Aquí mismo, frente a ti.
    Ya no me quedaban ánimos para discutir.
    -¿Qué significa todo esto? -pregunté.
    Él dijo que un ave blanca como ésa era un augurio, y que no dispararle era lo único correcto que podía hacerse.
    -Tu muerte te dio una pequeña advertencia -dijo con tono misterioso-. Siempre llega como escalofrío.”

    “-La muerte es nuestra eterna compañera -dijo don Juan con un aire sumamente serio-. Siempre está a nuestra izquierda, a la distancia de un brazo. Te vigilaba cuando tú vigilabas al halcón blanco; te susurró en la oreja y sentiste su frío, como lo sentiste hoy. Siempre te ha estado vigilando. Siempre lo estará hasta el día en que te toque.”

    “Tú eres el muchacho que acechaba su caza y esperaba pacientemente, como la muerte espera; sabes muy bien que la muerte está a nuestra izquierda, igual que tú estabas a la izquierda del halcón blanco.”

    “¿Cómo puede uno darse tanta importancia sabiendo que la muerte nos está acechando? -preguntó.
    Sentí que mi respuesta no era en realidad necesaria… -Cuando estés impaciente -prosiguió-, lo que debes hacer es voltear a la izquierda y pedir consejo a tu muerte. Una inmensa cantidad de mezquindad se pierde con sólo que tu muerte te haga un gesto, o alcances a echarle un vistazo, o nada más con que tengas la sensación de que tu compañera está allí vigilándote.
    Volvió a inclinarse y me susurró al oído que, si volteaba de golpe hacia la izquierda, al ver su señal, podría ver nuevamente a mi muerte en el peñasco.
    Sus ojos me hicieron una seña casi imperceptible, pero no me atreví a mirar.
    Le dije que le creía y que no era necesario llevar más lejos el asunto, porque me hallaba aterrado. Él soltó una de sus rugientes carcajadas.
    Respondió que el asunto de nuestra muerte nunca se llevaba lo bastante lejos.”

    “La muerte es la única consejera sabia que tenemos. Cada vez que sientas, como siempre lo haces, que todo te está saliendo mal y que estás a punto de ser aniquilado, vuélvete hacia tu muerte y pregúntale si es cierto. Tu muerte te dirá que te equivocas; que nada importa en realidad más que su toque. Tu muerte te dirá: “Todavía no te he tocado.” “

  5. Vaelia dice:

    Mensaje 6 de 11 en la discusión

    De: Alias de MSNCenzontle_Mx Enviado: 19/07/2005 0:42

    HACERSE RESPONSABLE.

    “-Piensa ahora en tu muerte -dijo don Juan de pronto-. Está al alcance de tu brazo. Puede tocarte en cualquier momento, así que de veras no tienes tiempo para pensamientos y humores de cagada. Ninguno de nosotros tiene tiempo para eso.”

    “-Lo que andaba mal contigo cuando te vi, y lo que anda mal contigo ahora, es que no te gusta aceptar la responsabilidad de lo que haces -dijo despacio, como para darme tiempo de entender sus palabras-. Cuando me estabas diciendo todas esas cosas en la terminal, sabías muy bien que eran mentiras. ¿Por qué mentías?
    Expliqué que mi objetivo había sido hallar un “informante clave” para mi trabajo.
    Don Juan sonrió y empezó a tararear una tonada.
    -Cuando un hombre decide hacer algo, debe ir hasta él fin -dijo-, pero debe aceptar responsabilidad por lo que hace. Haga lo que haga, primero debe saber por qué lo hace, y luego seguir adelante con sus acciones sin tener dudas ni remordimientos acerca de ellas.”

    “-Mírame a mí -dijo-. Yo no tengo duda ni remordimiento. Todo cuanto hago es mi decisión y mi responsabilidad. La cosa más simple que haga, llevarte a caminar en el desierto, por ejemplo, puede muy bien significar mi muerte. La muerte me acecha. Por eso, no tengo lugar para dudas ni remordimientos. Si tengo que morir como resultado de sacarte a caminar, entonces debo morir.
    “Tú, en cambio, te sientes inmortal, y las decisiones de un inmortal pueden cancelarse o lamentarse o dudarse. En un mundo donde la muerte es el cazador, no hay tiempo para lamentos ni dudas, amigo mío. Sólo hay tiempo para decisiones.” ”

    ” “Hacernos responsables de nuestras decisiones significa estar dispuestos a morir por ellas.” ”

    “En tono de dramatismo paródico, anunció que iba a contarme un cuento.
    Dijo que había una vez un joven…
    el joven preguntó: “¿Qué lleva usted en estos guajes?” El anciano, en vez de responder, le dijo que iba a mostrarle un compañero que podía aliviar sus penas y darle consejo y sabiduría en los caminos del mundo.
    Don Juan hizo un gesto majestuoso con ambas manos y dijo que el anciano hizo venir al venado más hermoso que el joven había visto en su vida. El venado era tan manso que se acercó a él y caminó en torno suyo. Resplandecía y brillaba. El joven, cautivado, supo en el acto que se trataba de un “espíritu venado”. El viejo le dijo que, si deseaba tener ese amigo y su sabiduría, lo único que debía hacer era soltar los guajes…
    “¿Qué lleva usted en estos cuatro guajes enormes?”…
    El anciano, dijo don Juan, repuso serenamente que llevaba comida: pinole y agua…
    Don Juan dijo que, por supuesto, el joven no creyó una sola palabra. Calculó que si el viejo, quien obviamente era un brujo, se hallaba dispuesto a dar un “espíritu venado” a cambio de sus guajes, éstos debían estar llenos de un poder más allá de lo imaginable.
    Don Juan contrajo nuevamente su rostro en una sonrisa demoníaca y dijo que el joven declaró que deseaba quedarse con los guajes…
    Dije que su reacción era natural: cualquiera en su lugar habría hecho lo mismo.
    La respuesta de don Juan fue que el joven era un tonto que no sabía lo que andaba buscando. Ignoraba lo que era el “poder”, de modo que no podía decir si lo había encontrado o no. No se hizo responsable de su decisión, por ello lo enfureció su error…
    Luego explicó la conducta del viejo. Astutamente, alimentó al joven para darle el “valor de un estómago lleno”, de modo que el joven, al hallar sólo comida en los guajes, los rompió en un arrebato de ira.
    -Si hubiera estado consciente de su decisión y se hubiera hecho responsable de ella -dijo don Juan-, se habría dado por bien satisfecho con la comida. Y a lo mejor hasta se hubiera dado cuenta de que esa comida también era poder.”

  6. Vaelia dice:

    Mensaje 7 de 11 en la discusión

    De: Alias de MSNCenzontle_Mx Enviado: 19/07/2005 0:53

    VOLVERSE CAZADOR.

    “-A veces es necesario hallar aprisa un sitio benéfico, a campo abierto -prosiguió don Juan-. O a lo mejor es necesario determinar aprisa si el sitio en que uno va a descansar es o no un mal sitio. Una vez, nos sentamos a descansar junto a un cerro y tú te pusiste muy enojado y molesto. Ese sitio era enemigo tuyo. Un cuervito te lo advirtió, ¿recuerdas?”

    “-¿De qué habla usted?
    -El cuervo era un augurio -prosiguió-. Si supieras cómo son los cuervos, le habrías huido a ese sitio como a la peste. Pero no siempre hay cuervos que den la advertencia, y tú debes aprender a hallar, por ti mismo, un sitio apropiado para acampar o descansar.”

    “-El truco es sentir con los ojos -dijo-. Tu problema es el no saber qué sentir. Pero ya te vendrá, con la práctica.
    -Quizá usted debería decirme, don Juan, qué es lo que debo sentir.
    -Eso es imposible.
    -¿Por qué?
    -Nadie puede decirte lo que debes sentir. No es calor, ni luz, ni brillo, ni color. Es otra cosa.
    -¿No puede usted describirla?
    -No. Sólo puedo darte la técnica. Una vez que aprendas a separar las imágenes y veas dos de cada cosa, debes poner atención en el espacio entre las dos imágenes. Cualquier cambio digno de notarse ocurrirá allí, en ese espacio.”

    “-Tienes facilidad para la cacería -dijo-. Y eso es lo que debes aprender: a cazar. Ya no vamos a hablar de plantas.
    Infló las quijadas un instante; luego añadió con candidez:
    -De todos modos creo que nunca hablamos, ¿verdad?- y rió.”

    “-Los cazadores siempre cazan -dijo-. Yo también soy cazador.
    -¿Quiere usted decir que caza para vivir?
    -Cazo para poder vivir. Puedo vivir de la tierra, en cualquier parte.
    Indicó con un ademán todo el derredor.
    -Ser cazador significa, que uno conoce mucho -prosiguió-. Significa que uno puede ver el mundo en formas distintas. Para ser cazador, hay que estar en perfecto equilibrio con todo lo demás; de lo contrario la caza sería una faena sin sentido. Por ejemplo, hoy agarramos una culebrita. Tuve que pedirle disculpas por quitarle la vida tan de repente y tan definitivamente; hice lo que hice sabiendo que mi propia vida se cortará algún día en una forma muy semejante: repentina y definitiva. Así que, a fin de cuentas, nosotros y las culebras estamos parejos. Una de ellas nos alimentó hoy.”

    “-Los cazadores tienen que ser individuos excepcionalmente agudos -prosiguió-. Un cazador deja muy pocas cosas al azar.”

    “-Digamos que alguien me enseñó a cazar como yo quiero enseñarte ahora -dijo rápidamente, y cambió el tema.
    -Creo que en otro tiempo la caza era una de las mayores acciones que un hombre podía ejecutar -dijo-. Todos los cazadores eran hombres poderosos. De hecho, un cazador tenía que ser poderoso por principio de cuentas, para soportar los rigores de esa vida.”

    “-¿Crees que tú y yo somos iguales? -preguntó con voz nítida.”
    “-Por supuesto que somos iguales -dije.
    Naturalmente, condescendía. Le tenía mucho afecto al anciano, aunque a veces no supiera qué hacer con él; sin embargo conservaba aún en el trasfondo de mi mente -sin que jamás fuera a darle voz- la creencia de que, siendo un estudiante universitario, un hombre del refinado mundo occidental, yo era superior a un indio.
    -No -dijo él calmadamente-, no lo somos.
    -Por supuesto que lo somos -protesté.
    -No -dijo él con voz suave. No somos iguales. Yo soy un cazador y un guerrero, y tú eres un cabrón.”

  7. Vaelia dice:

    Mensaje 8 de 11 en la discusión

    De: Alias de MSNCenzontle_Mx Enviado: 19/07/2005 1:09

    SER INACCESIBLE.

    “De pronto se irguió y, con la mano izquierda, señaló una zona oscura en el matorral del desierto.
    -Allí está -dijo, como si hubiera estado esperando algo que de repente había aparecido.
    -¿Qué es? -pregunté.
    -Allí está -repitió-. ¡Mira! ¡Mira!
    Yo no veía nada, sólo los arbustos.
    -Ahora está aquí -dijo con gran urgencia en la voz-. Está aquí.
    Una repentina racha de viento me golpeó en ese instante e hizo arder mis ojos…
    -Acabas de sentirlo -repuso. Ahora mismo. Se te metió en los ojos y te impidió ver.
    -¿De qué habla usted?
    -A propósito te traje a la punta de un cerro -dijo-. Aquí nos notamos mucho y algo se nos viene encima.
    -¿Qué cosa? ¿El viento?
    -No sólo el viento -dijo con severidad-. A ti te parece viento porque el viento es todo lo que conoces…”

    “-Aquí está -dijo don Juan. En ese momento sentí una bocanada de aire en la cara. Al parecer, el viento había en verdad empezado a soplar después de que nos levantamos. Yo no podía creerlo; tenía que haber una explicación lógica.
    Don Juan soltó una risita suave y me dijo que no forzara mi cerebro buscando las razones.
    -Vamos a juntar otra vez los arbustos -dijo-. No me gusta hacerles esto a las plantitas, pero hay que pararte.
    Recogió las ramas que habíamos usado para cubrirnos y apiló piedras y tierra sobre ellas. Luego, repitiendo los movimientos que hicimos antes, cada uno de nosotros juntó otras ocho ramas. Mientras tanto, el viento soplaba sin cesar… Con mucha rapidez puso las ramas sobre mi cuerpo, y luego se tendió y se cubrió a su vez…
    el viento volvió a cambiar, de una racha dura y continua, a una vibración apacible.”

    “La voz de don Juan me arrancó de mis deliberaciones. Me decía que era hora de irse. Hice tiempo; quería quedarme para comprobar que el viento amainaría.
    -Yo no vi nada, don Juan -dije.
    -Pero notaste algo fuera de lo común.
    -Quizá debería usted volver a decirme qué se suponía que viera.
    -Ya te lo dije -repuso-. Algo que se esconde en el viento”

    “El mundo es un sitio misterioso. Sobre todo en el crepúsculo.
    Señaló hacia el viento con un movimiento de barbilla.
    -Esto puede seguirnos -dijo-. Puede fatigarnos, o hasta matarnos.
    -¿Ese viento?
    -A esta hora del día, en el crepúsculo, no hay viento. A esta hora sólo hay poder.”

    “Todo el día habíamos permanecido cerca de la casa por razón del “viento”. Don Juan explicó que habíamos molestado adrede al viento, y que lo mejor era no buscarle tres pies al gato. Incluso debería dormir cubierto de ramas.
    Una racha repentina hizo a don Juan incorporarse en un salto increíblemente ágil.
    -Me lleva la chingada -dijo-. El viento te anda buscando.”

    “Si vivieras aquí en el desierto sabrías que durante el crepúsculo el viento se transforma en poder. Un cazador digno de serlo, sabe eso y actúa de acuerdo.
    -¿Cómo actúa?
    -Usa el crepúsculo y ese poder oculto en el viento.
    -¿Cómo?
    -Si le conviene, el cazador se esconde del poder cubriéndose y quedándose quieto hasta que el crepúsculo pasa y el poder lo tiene envuelto en su protección.
    Don Juan hizo gesto de envolver algo con las manos…
    Un cazador puede quedarse a campo raso sin que ningún puma o coyote o bicho pegajoso lo moleste. Un león de montaña puede acercarse a la nariz del cazador y olfatearlo, y si el cazador no se mueve, el león se va. Te lo garantizo.
    “En cambio, si el cazador quiere darse a notar, todo lo que tiene que hacer es pararse en la punta de un cerro a la hora del crepúsculo, y el poder lo acosará y lo buscará toda la noche. Por eso, si un cazador quiere viajar de noche, o quiere que lo tengan despierto, debe ponerse al alcance del viento.
    “En eso consiste el secreto de los grandes cazadores. En ponerse al alcance, y fuera del alcance, en la vuelta justa del camino.” ”

    “Él dijo que yo no lo había comprendido, y que ponerse fuera del alcance no significaba ocultarse ni guardar secretos, sino ser inaccesible.
    -Deja que te lo diga de otro modo -prosiguió, pacientemente-. No tiene caso esconderte si todo el mundo sabe que estás escondido.”

    “-Ser inaccesible significa tocar lo menos posible el mundo que te rodea. No comes cinco perdices; comes una. No dañas las plantas sólo por hacer una fosa para barbacoa. No te expones al poder del viento a menos que sea obligatorio. No usas ni exprimes a la gente hasta dejarla en nada, y menos a la gente que amas.”

    “-Ponerse fuera del alcance significa que evitas, a propósito, agotarte a ti mismo y a los otros. -prosiguió él-. Significa que no estás hambriento y desesperado, como el pobre hijo de puta que siente que no volverá a comer y devora toda la comida que puede, ¡todas las cinco perdices!
    Definitivamente, don Juan golpeaba debajo del cinturón. Reí y eso pareció complacerlo. Tocó levemente mi espalda.
    -Un cazador sabe que atraerá caza a sus trampas una y otra vez, así que no se preocupa. Preocuparse es ponerse al alcance, sin quererlo. Y una vez que te preocupas, te agarras a cualquier cosa por desesperación; y una vez que te aferras, forzosamente te agotas o agotas a la cosa o la persona de la que estás agarrado.”

    “ser inaccesible no significa esconderse ni andar con secretos”

    “Un cazador usa su mundo lo menos posible y con ternura, sin importar que el mundo sean cosas o plantas, o animales, o personas o poder. Un cazador tiene trato íntimo con su mundo, y sin embargo es inaccesible para ese mismo mundo.
    -Eso es una contradicción -dije-. No puede ser inaccesible si está allí en su mundo, hora tras hora, día tras día.
    -No entendiste -dijo don Juan con paciencia-. Es inaccesible porque no exprime ni deforma su mundo. Lo toca levemente, se queda cuanto necesita quedarse, y luego se aleja raudo, casi sin dejar señal alguna.”

  8. Vaelia dice:

    Mensaje 9 de 11 en la discusión
    De: Alias de MSNCenzontle_Mx Enviado: 19/07/2005 8:57
    Este mensaje ha sido eliminado por el autor.

    Mensaje 10 de 11 en la discusión

    De: Alias de MSNCenzontle_Mx Enviado: 20/07/2005 8:39

    Éste mensaje contiene una corrección al Mensaje anterior, que se elimina.
    _______________________________________________________

    “Reunimos algunas varas y nos pusimos a construir las trampas. Yo tenía la mía casi terminada y me preguntaba con excitación si funcionaría o no, cuando de pronto don Juan se detuvo y miró su muñeca izquierda, como consultando un reloj qué nunca había tenido, y dijo que era la hora del almuerzo. Reí. Su sonido de sirena era perfecto. Caminé hacia él y noté que me miraba con fijeza. Meneó la cabeza de lado a lado.
    -Con una chingada -dijo.
    -¿Qué pasa? -pregunté.
    Volvió a hacer el ulular de un silbato de fábrica.
    -Se acabó el almuerzo -dijo-. Regresa a trabajar.
    Por un instante me sentí confundido, pero luego pensé que don Juan estaba bromeando, acaso porque en realidad no había nada con que preparar el almuerzo.”
    “-Ahora te dispones a convertir la caza en una rutina -prosiguió-. Ya has marcado tu paso en la cacería; hablas a cierta hora, comes a cierta hora, y te quedas dormido a cierta hora…
    -Ya conoces mucho de caza -continuó don Juan-. Te será fácil darte cuenta de que un buen cazador conoce sobretodo una cosa: conoce las rutinas de su presa. Eso es lo que lo hace buen cazador.”

    “Has progresado en la caza. Has aprendido rápido y ahora puedes ver que eres como tu presa, fácil de predecir.”

    “me interesan las cosas que los animales hacen; los sitios donde comen; el sitio, el modo, la hora en que duermen; dónde anidan; cómo andan. Éstas son las rutinas que te estoy señalando para que tú puedas darte cuenta de ellas en tu propio ser…
    tú en mi parecer te portas como tu presa. Una vez en mi vida alguien me señaló a mí lo mismo, de modo que no eres el único. Todos nosotros nos portamos como la presa que perseguimos. Eso, por supuesto, nos hace ser la presa de algún otro. Ahora bien, el propósito de un cazador, que conoce todo esto, es dejar de ser él mismo una presa.”

    “-Pero hay ciertos animales que son imposibles de rastrear -prosiguió-. Hay ciertas clases de venado, por ejemplo, que un cazador con mucha suerte puede encontrarse, a lo mejor, una vez en su vida…
    -¿Qué crees que los hace tan difíciles de hallar, y tan únicos? -preguntó.
    Alcé los hombros porque no sabía qué decir.
    -No tienen rutinas -dijo él en tono de revelación-. Eso es lo que los hace mágicos.”

    ” “Un ser mágico es cosa de verse. Yo tuve la fortuna de cruzarme con uno. Nuestro encuentro tuvo lugar cuando yo ya había aprendido y practicado mucha cacería. Una vez estaba en un bosque de árboles densos, en las montañas de Oaxaca, cuando de repente oí un silbido muy dulce. Era desconocido para mí; nunca, en todos mis años de andar por las soledades, había escuchado un sonido así. No podía situarlo en el terreno…
    “Volví a oír el encantador silbido; parecía venir de todas partes. Entonces me di cuenta de mi buena suerte. Supe que era un ser mágico, un venado. Sabía también que un venado mágico conoce las rutinas de los hombres comunes y las rutinas de los cazadores.
    “Es muy sencillo figurarse qué haría un hombre cualquiera en una situación así. Primero que nada, su miedo lo convertiría inmediatamente en una presa. Una vez que se convierte en presa, le quedan dos cursos de acción. O corre o se planta.
    “Un cazador, en cambio, cuando se adentra en el monte, nunca se mete a ninguna parte sin fijar sus puntos de protección; por tanto, se pone de inmediato a cubierto. Deja caer su poncho al suelo, o lo cuelga de una rama, como señuelo, y luego se esconde y espera a ver qué hace la pieza.
    “Así pues, en presencia del venado mágico no me porté como ninguno de los dos. Rápidamente me paré de cabeza y me puse a llorar bajito; derramé lágrimas de verdad, y sollocé tanto tiempo que estaba a punto de desmayarme. De pronto sentí un airecito suave; algo me estaba husmeando el cabello atrás de la oreja derecha. Traté de voltear la cabeza para ver qué era, y me caí al suelo y me senté a tiempo de ver una criatura radiante que me miraba. El venado me veía y yo le dije que no le haría daño. Y el venado me habló…
    -Me habló -dijo don Juan sonriendo.
    -¿El venado habló?
    -Eso mismo.”

    “-El venado mágico dijo: “¿Qué tal, amigo? -prosiguió don Juan-. Y yo respondí: “Qué tal”. Entonces me preguntó: “¿Por qué lloras?” y yo le dije: “Porque estoy triste”. Entonces, la criatura mágica se acercó a mi oído y dijo, tan clarito como estoy hablando ahora: “No estés triste”.
    Don Juan me miró a los ojos. Tenía un resplandor de malicia pura. Empezó a reír a carcajadas.
    Dije que su diálogo con el venado había sido algo tonto.
    ¿Qué esperabas? -preguntó, riendo aún-. Soy indio.”
    _____________________________________

    LA ÚLTIMA BATALLA SOBRE LA TIERRA.

    “-Un cazador no sólo debe conocer los hábitos de su presa; también debe saber que en esta tierra hay poderes que guían a los hombres y los animales y todo lo que vive.
    Dejó de hablar. Esperé, pero parecía haber llegado al final de lo que quería decir.
    -¿De qué clase de poderes habla usted? -pregunté tras una larga pausa.
    -De poderes que guían nuestra vida y nuestra muerte.”

    “Para ti el mundo es extraño porque cuando no te aburre estás enemistado con él. Para mí el mundo es extraño porque es estupendo, pavoroso, misterioso, impenetrable; mi interés ha sido convencerte de que debes hacerte responsable por estar aquí, en este maravilloso mundo, en este maravilloso desierto, en este maravilloso tiempo.”

    “El cambio del que hablo nunca sucede por grados; ocurre de golpe…
    Le expliqué que, si me estaba preparando para el cambio, sin duda estaba cambiando en forma gradual.
    -No has cambiado en nada -repuso-. Por eso crees estar cambiando poco a poco. Pero a lo mejor un día de éstos te sorprendes cambiando de repente y sin una sola advertencia.”

    “el cambio llega de pronto, sin anunciar, y lo mismo la muerte.”

    “Los actos tienen poder -dijo-. Sobre todo cuando la persona que actúa sabe que esos actos son su última batalla. Hay una extraña felicidad ardiente en actuar con el pleno conocimiento de que lo que uno está haciendo puede muy bien ser su último acto sobre la tierra.”

    “Sólo un imbécil dejaría de notar la ventaja que un cazador tiene sobre sus semejantes. Un cazador da a su última batalla el respeto que merece. Es natural que su último acto sobre la tierra sea lo mejor de sí mismo. Así es placentero. Le quita el filo al temor.”

    “Me hallaba meditando todavía en la insólita pericia necesaria para moverse con tal rapidez, cuando él me dijo, en seca voz de mando, que rastreara un conejo, lo atrapara, lo matara, lo desollase, y asara la carne antes del crepúsculo.
    Miró el cielo y dijo que tal vez me alcanzara el tiempo.
    Puse automáticamente manos a la obra… no tuve ninguna dificultad en atrapar un conejo macho.
    -Ahora mátalo -dijo don Juan secamente.
    Metí la mano en la trampa para agarrar al conejo. Lo tenía asido de las orejas y lo estaba sacando cuando me invadió una súbita sensación de terror…
    Solté el conejo y miré a don Juan.
    -No puedo matarlo -dije.”

    “-Pero has matado cientos de aves y otros animales.
    -Con un rifle, no a mano limpia.
    -¿Qué importancia tiene? El tiempo de este conejo se acabó…
    Dijo que sus correrías por aquel hermoso desierto habían llegado a su fin. No tenía caso perder tiempo, porque el poder o espíritu que guía a los conejos había llevado a ése a mi trampa, justo al filo del crepúsculo.
    -Al carajo -dije en voz alta-. No voy a matar nada. Ese conejo queda libre.
    Una profunda emoción me estremecía. Mis brazos temblaban al tratar de asir al conejo por las orejas; se movió aprisa y fallé. Hice un nuevo intento y volví a errar. Me desesperé. Al borde de la náusea, patee rápidamente la trampa para romperla y liberar al conejo. La jaula resultó insospechadamente fuerte y no se quebró como yo esperaba. Mi desesperación creció convirtiéndose en una angustia insoportable. Usando toda mi fuerza, pisotee la esquina de la jaula con el pie derecho. Las varas crujieron con estruendo. Saqué el conejo. Tuve un alivio momentáneo, hecho trizas al instante siguiente. El conejo colgaba inerte de mi mano. Estaba muerto.”

    “Don Juan me puso la mano en la cabeza y me susurró al oído que debía desollar y asar al conejo antes de terminado el crepúsculo.
    Sentía náuseas. Él me habló con mucha paciencia, como dirigiéndose a un niño. Dijo que los poderes que guían a los hombres y a los animales habían llevado hacia mí ese conejo, en la misma forma, en que me llevarán a mi propia muerte. Dijo que la muerte del conejo era un regalo para mí, exactamente como mi propia muerte será un regalo para algo o alguien más…
    -Tu trampa fue su última batalla sobre la tierra. Te lo dije: ya no tenía más tiempo para corretear por este maravilloso desierto.”

  9. Vaelia dice:

    Mensaje 11 de 11 en la discusión

    De: Alias de MSNCenzontle_Mx Enviado: 20/07/2005 11:46

    HACERSE ACCESIBLE AL PODER.

    “Dijo que Mescalito, al permitirme jugar con él, me había señalado como un “escogido” y que don Juan, aunque el oráculo lo desconcertaba porque yo no era indio, iba a pasarme ciertos conocimientos secretos. Dijo que él mismo había tenido un “benefactor” que le enseñó a convertirse en “hombre de conocimiento”…
    -Te voy a enseñar a hacerte guerrero del mismo modo que te he enseñado a cazar. Pero te hago la advertencia de que aprender a cazar no te ha hecho cazador, ni el aprender a ser guerrero te hará guerrero.”

    “-Nunca te he dicho del soñar, porque hasta ahora sólo me proponía enseñarte a ser cazador -dijo-. Un cazador no se ocupa de manipular poder; por eso sus sueños son sólo sueños. Pueden calarle hondo, pero no son soñar.
    “Un guerrero, en cambio, busca poder, y una de las avenidas al poder es el soñar. Puedes decir que la diferencia entre un cazador y un guerrero es que el guerrero va camino al poder, mientras el cazador no sabe nada de él, o muy poco.”
    “La decisión de quién puede ser guerrero y quién puede ser sólo cazador, no depende de nosotros. Esa decisión está en el reino de los poderes que guían a los hombres. Por eso tu juego con Mescalito fue una señal tan importante.”

    “-¿Qué propone usted que haga? -pregunté.
    -Hacerte accesible al poder; abordar tus sueños -repuso-. Los llamas sueños porque no tienes poder…
    Lo que tú llamas sueños son realidades para un guerrero.”

    “-¿Quiere usted decir entonces, don Juan, que el soñar es real?
    -Claro que es real.
    -¿Tan real como lo que estamos haciendo ahora?
    -Si se trata de hacer comparaciones, yo diría que a lo mejor es más real. En el soñar tienes poder; puedes cambiar las cosas; puedes descubrir incontables hechos ocultos; puedes controlar lo que quieras.”

    “-Esta vez será distinto -dijo-. De ahora en adelante vamos a ir a sitios de poder; vas a aprender a ponerte al alcance del poder.”

    “Conversamos a gritos durante un rato, y luego me hizo seña de bajar. Cuando estuve a su lado, me susurró al oído que los gritos eran necesarios para dar a conocer nuestra presencia, pues yo tenía que hacerme accesible al poder de ese ojo de agua específico.
    Miré en torno, pero no vi el ojo de agua. Don Juan indicó que estábamos parados sobre él.
    -Aquí hay agua -dijo en un susurro- y también poder. Aquí hay un espíritu y tenemos que sonsacarlo; a lo mejor viene tras de ti.”

    “Me dijo que debíamos esperar hasta el crepúsculo y que me condujera en la forma más natural posible, lo cual incluía preguntar cuanto quisiera.
    -Sé que el espíritu anda por ahí, al acecho -dijo en voz muy baja.
    -¿Dónde?
    -Ahí, en los matorrales.
    “-Saldrá a la puesta del sol -dijo-. Nomás tenemos que esperar.
    Permanecí en silencio. Me había quedado sin preguntas.
    -Ahora es cuando hay que seguir hablando -dijo-. La voz humana atrae a los espíritus. Hay uno ahí acechando en estos momentos. Nos estamos poniendo a su alcance, así que sigue hablando.”

    “-Yo en realidad no sé lo que es el poder -dije.
    -El poder es algo con lo cual un guerrero se las ve -repuso-. Al principio es un asunto increíble, traído a la mala; hasta pensar en el poder es difícil. Eso es lo que te está pasando ahora. Luego, el poder se convierte en cosa seria; uno capaz ni lo tenga, o ni siquiera se dé cuenta cabal de que existe, pero uno sabe que hay algo allí, algo que no se notaba antes. Es en ese entonces que el poder se manifiesta como algo incontrolable que le viene a uno. No me es posible decir cómo viene ni qué es en realidad. No es nada, y sin embargo hace aparecer maravillas delante de tus propios ojos. Y finalmente, el poder es algo dentro de uno mismo, algo que controla nuestros actos y a la vez obedece nuestro mandato.”

    “-Voy a enseñarte aquí mismo el primer paso hacia el poder -dijo como si me estuviera dictando una carta-. Voy a enseñarte cómo arreglar los sueños…
    -Tienes que empezar haciendo algo muy sencillo -dijo-. Esta noche, en tus sueños, debes mirarte las manos.
    Solté la risa. Su tono era tan objetivo que parecía estarme indicando algo común y corriente.
    -¿De qué te ríes? -preguntó, sorprendido.
    -¿Cómo puedo mirarme las manos en sueños?
    -Muy sencillo, enfoca en ellas tus ojos, así.
    Inclinó la cabeza hacia adelante y se quedó viendo sus manos, con la boca abierta.”

    “-Cada vez que miras una cosa en tus sueños, esa cosa cambia de forma -dijo tras un largo silencio-. La movida de arreglar los sueños, está claro, no es sólo mirar las cosas, sino mantenerlas a la vista. El soñar es real cuando uno ha logrado poner todo en foco. Entonces no hay diferencia entre lo que haces cuando duermes y lo que haces cuando no estás dormido.”

    “-No tienes que mirarte las manos -dijo-. Como ya te dije, escoge cualquier cosa. Pero escógela por anticipado y encuéntrala en tus sueños. Te dije que tus manos porque tus manos siempre estarán allí.”

    “-Vámonos -dijo-. Tenemos que caminar al sur hasta que el espíritu del ojo de agua se manifieste.”

    “En ese momento, una racha muy fuerte de viento me sacudió. El cuerpo de don Juan giró en la dirección del viento, hacia el oeste…
    Lo seguí. Flanqueamos el cerro pelado, por el costado oriental, hasta hallarnos en su parte media; allí se detuvo, volviéndose a encarar el oeste.”
    -¡Allí! -dijo en un susurro y señaló un objeto en el suelo.
    Esforcé los ojos por ver. Había algo en el suelo, a unos seis metros de distancia. Era café claro y se estremeció mientras lo miraba. Enfoqué allí toda mi atención. El objeto era casi redondo y parecía acurrucado; de hecho, se veía como un perro hecho bola.
    -¿Qué es? susurré a don Juan.
    -No sé -respondió, también susurrando, mientras observaba el objeto-. ¿Qué te parece a ti?
    Le dije que parecía ser un perro.
    -Demasiado grande para perro -aseveró él.
    Di unos pasos hacia el objeto, pero don Juan me detuvo con gentileza. Lo examiné de nuevo. Era definitivamente algún animal dormido o muerto. Casi podía verle la cabeza; sus orejas sobresalían como las de un lobo. Para entonces, me hallaba seguro de que era un animal acurrucado. Pensé que podía ser un ternero café. Se lo dije a don Juan, en susurro. Él respondió que era demasiado compacto para ternero, y además tenía las orejas picudas.
    El animal volvió a estremecerse y entonces noté que estaba vivo. Pude ver que respiraba; sin embargo, no parecía respirar rítmicamente. Los alientos que tornaba eran más bien como temblores irregulares. En ese momento me di cuenta de algo.
    -Es un animal que se está muriendo -susurré a don Juan.
    -Tienes razón -respondió susurrando-. ¿Pero qué clase de animal?…
    -Cuidado -me susurró don Juan al oído-. Si es un animal moribundo, puede saltarnos encima con sus últimas fuerzas.
    El animal, fuera lo que fuese, parecía estar al borde de la muerte; su respiración era irregular, su cuerpo se estremecía espasmódicamente, pero no cambiaba de postura. En determinado momento, sin embargo, un espasmo tremendo lo elevó por encima del suelo. Oí un chillido inhumano y el animal estiró las patas: sus garras eran más que aterradoras, eran repugnantes. El animal cayó de lado después de estirar las patas y luego rodó sobre el lomo.
    Oí un gruñido formidable y la voz de don Juan que gritaba:
    -¡Corre! ¡Corre!
    Y eso fue exactamente lo que hice. Corrí hacia la cúspide del cerro con increíble rapidez y agilidad. A medio camino me volví y vi a don Juan parado en el mismo sitio. Me hizo seña de bajar. Descendí corriendo la ladera.
    -¿Qué pasó? -pregunté, sin aliento.
    -Creo que el animal está muerto -dijo.
    Avanzamos cautelosamente hacia el animal. Estaba tendido de espaldas. Al acercarme, casi grité de susto. Me di cuenta de que todavía no se hallaba muerto por completo. Su cuerpo temblaba aún. Las patas, estiradas hacia arriba, se sacudían frenéticamente. El animal estaba sin duda en sus últimas boqueadas.
    Caminé delante de don Juan. Una nueva sacudida movió el cuerpo del animal y pude ver su cabeza. Me volví hacia don Juan, horrorizado. A juzgar por su cuerpo, el animal era a las claras un mamífero; sin embargo, tenía pico de ave.”

    “Reí de mi estupidez y, excitado, expliqué a don Juan que el viento, al soplar a través de la rama, la había hecho parecer un animal vivo. Pensé que le complacería la forma en que resolví el misterio, pero él dio la media vuelta y empezó a subir al cerró.”

    “-Lo que has hecho no es ningún triunfo -dijo-. Desperdiciaste un poder hermoso, un poder que infundió vida en aquella rama seca.
    Dijo que el triunfo verdadero habría sido dejarme ir en pos del poder hasta que el mundo hubiera cesado de existir. No parecía disgustado conmigo ni desilusionado con mi desempeño. Declaró repetidas veces que éste era sólo el principio, que manejar poder llevaba tiempo. Palmeándome el hombro, dijo en son de broma que ese mismo día, unas horas antes, yo era la persona que conocía qué era real y qué no.”

    “-No importa -dijo él-. Esa rama era un animal verdadero y estaba viva en el momento en que el poder la tocó. Siendo el poder lo que le daba vida, la movida era, como en el soñar, prolongar su visión. ¿Ves a qué me refiero?
    Quise preguntar otra cosa, pero me calló y dijo que yo debía permanecer en completo silencio, pero despierto, toda la noche, y que él iba a hablar un rato.
    Dijo que, como el espíritu conocía su voz, podía aplacarse al oírla y dejarnos en paz. Explicó que la idea de hacerse accesible al poder tenía graves implicaciones. El poder era una fuerza devastadora que fácilmente podía conducir a la muerte, y había que tratarlo con enorme cuidado. Había que ponerse sistemáticamente al alcance del poder, pero siempre con gran cautela.”

    ___________________________

    EL ÁNIMO DE UN GUERRERO.

    “-Éste es un sitio de poder -dijo tras una pausa momentánea-. Éste es el sitio donde los guerreros se enterraban hace mucho tiempo.
    En aquel instante un cuervo voló sobre nuestras cabezas, graznando. Don Juan siguió su vuelo con una mirada fija…
    -¿Vamos a pasar la noche aquí? -Eso pensaba yo, pero un cuervito acaba de decirme que no lo hagamos.”

    “-¿Todavía están sepultados aquí los huesos de los guerreros?
    Don Juan hizo un cómico gesto de desconcierto y luego sonrió ampliamente.
    -Éste no es un cementerio -dijo-. Nadie está sepultado aquí. Dije que en otro tiempo los guerreros se enterraban aquí. Quise decir que venían a enterrarse una noche, o dos días, o el tiempo que necesitaran. No decía que aquí estuvieran enterrados huesos de muertos. No me interesan los cementerios. No hay poder en ellos.”

    “-Cualquier guerrero podría llegar a ser hombre de conocimiento. Como ya te dije, un guerrero es un cazador impecable que caza poder. Si logra cazar, puede ser un hombre de conocimiento.”

    “me guió por el denso chaparral hasta el centro del círculo. Allí utilizó unas gruesas ramas secas para barrer un sitio donde sentarnos. El sitio era también perfectamente redondo.
    -Tenía la intención de enterrarte aquí toda la noche -dijo-. Pero ahora sé que todavía no te da. No tienes poder. Nada más voy a enterrarte un ratito.
    Me puse muy nervioso con la idea de verme sepultado y le pregunté cómo planeaba enterrarme. Rió como un niño travieso y empezó a juntar ramas secas. No me dejó ayudarlo; dijo que me sentara y aguardase.
    Echó las ramas que juntaba dentro del círculo despejado. Luego me hizo acostarme con la cabeza hacia el este, puso mi saco bajo mi cabeza e hizo una jaula en torno a mi cuerpo. La construyó clavando en la tierra suave trozos de ramas, de unos 75 centímetros de largo; las ramas, terminadas en horquetas, sirvieron de soportes para unos palos largos que dieron a la jaula un marco y la apariencia de un ataúd abierto. Cerró esa especie de caja colocando ramas pequeñas y hojas sobre las varas largas, encajonándome de los hombros para abajo. Dejó mi cabeza fuera, con el saco como almohada.
    Luego tomó un trozo grueso de madera seca y, usándolo como coa, aflojó la tierra en torno de mí y cubrió con ella la jaula.
    El marco era tan sólido y las hojas estaban tan bien puestas que no entró tierra. Yo podía mover libremente las piernas y, de hecho, entrar y salir, deslizándome.
    Don Juan dijo que por lo común el guerrero construía la jaula y luego se metía en ella y la sellaba desde adentro.
    -¿Y los animales? -pregunté-. ¿Pueden rascar la tierra de encima y colarse en la jaula y hacer daño al hombre?
    -No, ésa no es preocupación para un guerrero. Es preocupación para ti porque tú no tienes poder. Un guerrero, en cambio, está guiado por su empeño inflexible y puede alejar cualquier cosa. Ninguna rata, ni serpiente, ni puma podría molestarlo.
    -¿Para qué se entierran, don Juan?
    -Para recibir instrucción y para ganar poder.”

    “Bajando la voz casi hasta un susurro, dijo que, si en verdad sentía yo que mi espíritu estaba deformado, simplemente debía componerlo -purificarlo, hacerlo perfecto- porque en toda nuestra vida no había otra tarea más digna de emprenderse. No arreglar el espíritu era buscar la muerte, y eso era igual que no buscar nada, pues la muerte nos iba a alcanzar de cualquier manera.”

    “Sentí el peso de mis acciones pasadas como una carga insoportable y estorbosa. Admití que no había esperanza para mí. Empecé a llorar, hablando de mi vida. Dije que llevaba tanto tiempo de andar errante que me había encallecido al dolor y a la tristeza, excepto en ciertas ocasiones en las que me daba cuenta de mi soledad y de mi impotencia.
    Don Juan no dijo nada. Me tomó por los sobacos y me sacó a rastras de la jaula. Me senté al verme libre. Él también tomó asiento. Un silencio incómodo se ahondó entre nosotros. Pensé que me estaba dando tiempo de recobrar la compostura. Tomé mi cuaderno y, por nerviosismo, me puse a garabatear.
    -Te sientes como una hoja a merced del viento, ¿no? -dijo al fin, mirándome…
    Dijo que mi estado de ánimo le recordaba una canción…
    “Qué lejos estoy del suelo donde he nacido. Inmensa nostalgia invade mi pensamiento. Al verme tan solo y triste cual hoja al viento, quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento.” ”

    “-Por mucho que te guste compadecerte a ti mismo, tienes que cambiar eso -dijo con voz suave-. No encaja con la vida de un guerrero…
    -Lo más difícil en este mundo es adoptar el ánimo de un guerrero -dijo él-. De nada sirve estar triste y quejarse y sentirse justificado de hacerlo, creyendo que alguien nos está siempre haciendo algo. Nadie le está haciendo nada a nadie, mucho menos a un guerrero…
    Dijo que había tenido que sacarme aprisa de la jaula porque mi ánimo era intolerable y él temió que el sitio resintiese mi debilidad y me hiciera daño.
    La pena no encaja con el poder -dijo-. El ánimo de un guerrero implica que el guerrero se controla y al mismo tiempo se abandona.”

    “-Los sueños comunes se vuelven muy vívidos apenas empiezas a arreglar los sueños -dijo-. Esa vividez y claridad es una barrera formidable…
    -¡Déjalo! -dijo él, imperioso-. No sirve de nada. Lo único que estás haciendo es distraerte del propósito del soñar, que es el control y el poder.”

    “-Voy a recordarte todas las técnicas que debes practicar -dijo-. Primero enfocas la mirada en tus manos, como punto de partida. Luego pasas la mirada a otras cosas y les echas vistazos cortos. Enfoca la mirada en tantas cosas como puedas. Recuerda que si sólo miras un momento las imágenes no cambian. Luego regresa a tus manos.
    “Cada vez que te miras las manos renuevas el poder necesario para soñar, conque al principio no mires demasiadas cosas. Cuatro cada vez serán suficientes. Más adelante, podrás irlas aumentando hasta que cubras todas las que quieras, pero apenas las imágenes empiecen a cambiar y sientas que estás perdiendo el dominio, regresa a tus manos.
    “Cuando te sientas capaz de mirar las cosas indefinidamente, estarás listo para una nueva técnica. Te la voy a enseñar ahora, pero no espero que la utilices sino hasta que estés listo.”
    -El siguiente paso para arreglar los sueños es aprender a viajar -dijo-. De la misma forma en que has aprendido a mirarte las manos, puedes moverte con la voluntad, ir a cualquier sitio. Primero tienes que determinar a dónde quieres ir. Escoge un lugar bien conocido -puede ser tu escuela, o un parque, o la casa de un amigo- y luego pon tu voluntad en ir allí.
    “Esta técnica es muy difícil. Debes realizar dos tareas: debes trasladarte con la voluntad al sitio específico, y luego, cuando hayas dominado esa técnica, tienes que aprender a controlar el tiempo exacto de tu viaje.”…
    -¿Qué me está usted haciendo, don Juan? -pregunté, sin querer decirlo realmente.
    Pareció sorprendido. Me miró un instante y luego sonrió.
    -Ya me has preguntado mil veces lo mismo. Yo no te estoy haciendo nada. Tú te estás poniendo al alcance del poder; lo estás cazando y yo nada más te guío.”

    “-Este lugar está lleno de pumas y otros gatos de monte más chicos -dijo don Juan como si tal cosa.
    Corrí a su lado y él soltó la risa.
    -De plano, yo no vendría por aquí para nada. -dijo-. Pero el cuervo señaló en esta dirección. Debe haber algo especial en este sitio.
    -¿Tenemos realmente que estar aquí, don Juan?
    -Sí. De lo contrario, evitaría yo este sitio.”

    “-A lo mejor algún día necesitas atrapar un gato montés -dijo don Juan-. Tienen poderes especiales. Son tremendos y muy listos, y la única manera de atraparlos es engañándolos con el dolor y con el aroma de los sauces de río.
    Con rapidez asombrosa armó una trampa, y tras larga espera capturó tres roedores rechonchos, con aspecto de ardillas…
    Me indicó cortar un puñado de mimbres de la orilla del pantano y frotar con ellos mi ropa. Él hizo lo mismo. Luego, con rapidez y habilidad, tejió con juncos dos sencillas redes portadoras, recogió del pantano un gran montón de lodo y plantas verdes, y lo llevó a la meseta, donde se ocultó.
    Mientras tanto, los roedores habían empezado a chillar a todo volumen.
    Don Juan habló desde su escondite para indicarme que usara la otra red, juntara una buena cantidad de plantas y lodo, y trepase a las ramas bajas de un árbol cercano a la jaula donde estaban los roedores.
    Don Juan dijo que no quería hacer ningún daño al puma ni a las ratas de agua, de modo que iba a arrojarle lodo al león si éste se acercaba a la trampa.
    Me dijo que estuviese alerta y golpeara al puma con mi bulto de lodo después de que él lo hubiera hecho, para asustarlo. Me recomendó mucho cuidado para no caer del árbol. Sus instrucciones finales fueron permanecer tan quieto que me confundiera con las ramas…
    Percibí el súbito sonido cercano de pasos suaves y una exhalación felina amortiguada, luego un gruñido muy suave y las ratas de agua cesaron de chillar. En ese mismo instante vi la masa oscura de un animal justamente debajo del árbol donde me encontraba. Incluso antes de que yo pudiera estar seguro de que era un puma, se lanzó contra la trampa, pero no llegó a alcanzarla porque algo lo golpeó y lo hizo recular. Arrojé mi bulto, como don Juan me había dicho. No dio en el blanco, pero hizo mucho ruido. En ese instante don Juan soltó una serie de gritos penetrantes que me produjeron escalofríos, y el puma, con extraordinaria agilidad, saltó a la meseta y desapareció.
    Don Juan siguió haciendo un rato los ruidos penetrantes y luego me dijo que bajara del árbol, recogiera la jaula con las ratas de agua, corriera a la meseta y llegara lo más rápido posible a donde él se hallaba.
    En un tiempo increíblemente corto me encontré parado junto a don Juan. Me dijo que imitara sus gritos lo mejor posible para tener al gato a distancia mientras él desarmaba la jaula y liberaba a los roedores.
    Empecé a gritar, pero no podía producir el mismo efecto. Mi voz estaba ronca a causa de la excitación.
    Él dijo que me dejara ir y gritara con verdadero sentimiento, porque el león todavía andaba por ahí. De pronto cobré plena conciencia de la situación. El león era real. Prorrumpí en una magnifica serie de gritos penetrantes.
    Me dejó gritar un momento y luego dijo que debíamos dejar ese sitio lo antes posible, pues, el puma no era ningún tonto y probablemente estaba en ese momento desandando sus pasos dirigiéndose a donde nos hallábamos.
    -De seguro nos va a seguir -dijo-. Por mucho cuidado que tengamos, dejaremos un rastro del ancho de la carretera panamericana.”

    “-De cualquier modo, la lección no tenía nada que ver con cazar leones.
    -¿Y con qué tenía que ver?
    -El cuervito me señaló ese sitio específico, y en ese sitio vi la oportunidad de hacerte entender cómo actúa uno cuando tiene ánimo de guerrero.
    “Todo lo que hiciste anoche lo hiciste con un ánimo correcto. Tenías control y a la vez estabas abandonado cuando saltaste del árbol para recoger la jaula y llevármela corriendo. No te paralizó el miedo. Y luego, casi en lo alto del risco, cuando el león soltó un grito, te moviste muy bien. Estoy seguro de que no creerías lo que hiciste si vieras el risco de día. Tenías cierto grado de abandono, y al mismo tiempo cierto grado de control sobre ti mismo. No te soltaste al grado de orinarte en los calzones, pero te soltaste y trepaste ese muro en completa oscuridad. Podrías haber dado un paso en falso y matarte. Trepar ese muro en la oscuridad requería que te contuvieras y te soltaras al mismo tiempo. Eso es lo que yo llamo el ánimo de un guerrero.” ”

    “-Uno necesita el ánimo de un guerrero para cada uno de sus actos -dijo-. De otro modo uno se enchueca y se afea. No hay poder en una vida que carece de este ánimo.”

    “-Un guerrero podría sufrir daño, pero no ofensa -dijo-. Para un guerrero no hay nada ofensivo en los actos de sus semejantes mientras él mismo esté actuando dentro del ánimo correcto.
    “La otra noche, no te ofendiste con el gato. El hecho de que nos persiguió no te hizo enojar. No te oí maldecirlo, ni te oí decir que no tuviera derecho a seguirnos. Fácilmente podría haber sido un gato cruel y malicioso. Pero eso no te preocupaba mientras tratabas de huirle. Lo único que venía al caso era sobrevivir. Y eso lo hiciste muy bien.
    “Si hubieras estado solo y el puma te hubiera alcanzado y hecho garras, jamás habrías pensado siquiera en quejarte o en sentirte ofendido por sus actos.” ”

    “-Lograr el ánimo de un guerrero no es cosa sencilla. Es una revolución. Considerar iguales al puma y a las ratas de agua y a nuestros semejantes es un acto magnífico del espíritu del guerrero. Se necesita poder para llevarlo a cabo.”