Trabajando con el enemigo

Fuente: “Trabajando con el enemigo”, por Gabriel Ruiz; publicado en la revista Emprendedores (diciembre de 2001, núm. 51).

(…)

¿Qué es el mobbing?

Los expertos lo definen como psicoterror laboral u hostigamiento. Los perjudicados piden la baja y sufren en silencio, porque no está contemplado como enfermedad laboral.Un neologismo se ha incorporado al lenguaje de los expertos en relaciones laborales: mobbing, un término inglés que proviene del verbo to mob, que significa atacar, agredir, maltratar. Otra acepción indica muchedumbre, manada… es decir, grupo.
En nuestro país se conoce como “psicoterror laboral” u “hostigamiento psicológico en el trabajo”.

El profesor sueco Heinz Leymann, psicólogo del trabajo, puso nombre a esta práctica en la década de 1980 y realizó numerosos estudios sobre las repercusiones personales, empresariales y sociales de la misma. Antes, el etólogo Konrad Lorenz había utilizado este término para indicar el comportamiento de un grupo de animales que se alían contra otro de su mismo grupo y especie con el fin de excluirlo de la comunidad.

El mobbing se da en todo tipo de instituciones –empresas, colegios, fuerzas armadas…– y sus causas hay que buscarlas en una mala organización, fallos de gestión, conflictos irresueltos o cerrados en falso y en las propias relaciones personales dentro del grupo. Y no sólo entre compañeros sino también por parte de jefes y supervisores.
Otros factores adicionales que propician este comportamiento son la acumulación de trabajo, las presiones, los procedimientos y plazos, las prisas…Conducta continuada

Pero ¿cuál es la diferencia entre un toque del jefe por un trabajo mal hecho y el acoso psicológico? La reiteración, ésa es la respuesta.
Marie France Hirigoyen define en su libro El acoso moral en el trabajo el alcance de este concepto: “Toda conducta abusiva (gesto, palabra, comportamiento, actitud…) que atenta, por su repetición o sistematización, contra la dignidad o la integridad psíquica o física de una persona, poniendo en peligro su empleo o degradando el ambiente de trabajo”.

El propio Leymann ofrece un catálogo de 45 conductas, definidas en su Leymann Inventory of Psicological Terrorization, que pueden ser consideradas como acoso psicológico hacia los empleados y compañeros de trabajo.

  1. Víctimas. A las víctimas del mobbing se las suele considerar como seres débiles o en situación de debilidad, aunque en la mayoría de los casos no es así. Lo que sucede es que el agresor hostiga a la víctima para reafirmarse en su papel y, de paso, para buscar la destrucción moral de ésta. Por tanto, lo que hace débiles a las víctimas son las circunstancias y la presión a la que se ven sometidas. ¿Cómo se ejerce esa presión? Los ataques pueden afectar a las condiciones de trabajo, a la propia dignidad de la persona, a los cauces y flujos de comunicación dentro de la empresa en relación con el afectado e incluso llegar a la violencia física o verbal contra los trabajadores.
  1. Conflicto asimétrico. Otra característica de la situación de mobbing es que se trata de un conflicto asimétrico, donde la parte hostigadora tiene más recursos, apoyos o una posición superior a la del trabajador hostigado. En esta dinámica, el presunto agresor o agresores se revisten, normalmente, de algún argumento de poder como la fuerza física, la antigüedad, la fuerza del grupo, su popularidad o el nivel jerárquico para llevar a cabo sus acciones de hostigamiento.
  1. Impacto sobre el clima laboral. La peor parte se la lleva la víctima directa, aunque este comportamiento también tiene consecuencias desastrosas para la empresa: disminución de la producción y rendimiento, aumento de los accidentes en el trabajo, enrarecimiento del ambiente laboral… Las empresas sufren pérdidas en la producción y el clima se enrarece

Más que un asunto legal

(…) Begoña Rivero, abogada que comparte despacho con López Garrido, asegura que “sin una regulación específica es muy difícil articular una vía de recurso, aunque ahora existe la posibilidad de presentar una demanda en los tribunales de lo social por violación de derechos fundamentales por parte de la empresa”. El problema, afirma, “llega cuando se tiene que probar que existe un acoso psicológico, porque nadie se acuerda de cuándo empezó todo, ni conserva copias de las órdenes que recibió”.
Probar ante un tribunal el acoso psicológico es difícil, no se sabe cómo empieza todo. En realidad, en un primer momento las órdenes de los superiores o las acciones de tus compañeros podrían considerarse actos normales en la vida de la empresa. Debe darse una continuidad en el tiempo (seis meses) y una frecuencia (una vez a la semana) para que tengan el carácter de acoso psicológico.

Daños nada colaterales

Los efectos de estos ataques sobre las víctimas producen trastornos físicos, psicológicos, o ambos a la vez, como fallos de memoria y concentración, depresión, apatía, agresividad, inseguridad, pérdida de apetito, llanto espontáneo, soledad, sudoración, sequedad de boca, palpitaciones, dolores de espalda, cervicales o musculares, dificultad para conciliar el sueño, flojera… Por eso, también médicos y psicólogos buscan definir el problema, sus causas y efectos.Perder la cabeza. “El ciclo que se dispara en el organismo cuando una persona se ve sometida a una situación de tensión como ésta, depende de la experiencia personal, la genética y la personalidad”, dice Julio Moreno, médico y consultor de Hay Group.

El acosado necesita apoyo psicológico

(…) “la presencia continuada de altos niveles de corticoides en sangre afecta a la memoria y la capacidad de concentración, genera sensación de astenia con fatiga y depresión, aumenta la tensión arterial y el riesgo de sufrir enfermedades coronarias, puede provocar úlceras en el estómago, pérdida de masa ósea y el sistema inmune se altera, lo que favorece la aparición de cáncer y lesiones autoinmunes”.

No queda duda de que el mobbing supone problemas de los que es difícil salir sin la ayuda de fármacos y psicoterapia de apoyo.

6 Commentsto Trabajando con el enemigo

  1. Vaelia dice:

    ¿Por qué a mí?

    No existe una personalidad que predisponga a ser víctima del mobbing, pero algunas circunstancias pueden estimular al acosador.

    1. Personas con cargas familiares, obligadas por ello a permanecer en su empleo.
    1. Empleados con vida personal desestructurada y sin posibilidad de apoyarse en la familia.
    1. Representantes de un modo de vida que despierta envidias entre superiores y compañeros.
    1. Profesionales de alto nivel, salario elevado y con problemas para aceptar nuevas exigencias.
    1. Íntegros. Trabajadores de alta sensibilidad ética y estrictos con las normas, dispuestos a no tragar con lo establecido si no es correcto.
    1. Apreciados y sociables con sus compañeros, pero que despiertan celos entre sus jefes
  2. Vaelia dice:

    Buscando soluciones

    Un titán tras el despacho

    1. Se debe identificar la conducta de hostigamiento, tratando de comprobar que es algo que solamente pasa al afectado, y que no es general.
    2. Documentar y registrar las agresiones de las que se es objeto. Reunir elementos de prueba que más adelante pueden ser determinantes en un tribunal.
    3. Hablar y hacer públicas las agresiones de las que se es objeto. Comentar la percepción de hostigamiento con compañeros, superiores, directivos…
    4. Evitar entrar al trapo del agresor con resentimiento. En algunas ocasiones, si se hace frente al agresor éste puede cesar en su acción.
    5. Proteger el espacio de trabajo de manipulaciones interesadas. Guardar los datos, limitar el acceso a archivos importantes, cerrar los cajones…
    6. Tratar de evitar el aislamiento del grupo. Hacerse ver y notar en lugares de uso común y opinar abiertamente sobre cualquier cuestión.
    7. Evitar comprender y justificar a los hostigadores. Huir de razonamientos autodestructivos del tipo “a lo mejor tiene razón” o “ya no sirvo para esto”.
    8. Aceptar que se está en una situación de desequilibrio personal y psicológico y buscar ayuda médica y profesional. Evitar la destrucción psíquica a cualquier precio.
    9. Desarrollar una fuerte autoestima a prueba de hostigadores, mediante el incremento de la propia empleabilidad, la capacitación profesional o la formación.
  3. Vaelia dice:

    Respaldo familiar en casa

    En este momento (…) necesitamos ayuda, pero sobre todo nuestra autoayuda, racionalizando la situación. No debemos dejar que afecte a nuestra autoestima.
    Habla de la situación con tu familia, que no crean que se trata de una manía persecutoria que has inventado porque estás quemado en el trabajo o porque te han cambiado de despacho o de compañeros.

    Reconoce con tu pareja cuáles son tus motivaciones en el trabajo, así como tus expectativas, contrasta el precio que tienes que pagar por ello y reorienta tus prioridades si es necesario.

    La alimentación juega un papel importante en nuestra vida, por eso es recomendable variarla, evitando alcoholes, excitantes, quesos fermentados y vinos añejos. Intenta comer más ligero y natural, lácteos sin fermentar, pastas, frutas, verduras y pescados.

    Haz deporte. Apenas 30 minutos al día, aunque sea caminar a paso rápido. Se puede combinar con técnicas de respiración, como las basadas en la respiración abdominal, varias veces al día.

    Aborda la situación con naturalidad y sin dramas. Valora como un apoyo externo y transitorio la asistencia a las consultas de especialistas médicos.

    Plantea y valora en casa la posibilidad de reducir tus expectativas de consumo y de cambiar de trabajo. Se trata de reducir la presión del entorno más cercano sobre la persona sometida a presión en el trabajo.

  4. Banned Chipola dice:

    A lo mejor por eso no tengoun buen trabajo pero si uno sufre de mobbing, o que tu jefe inmediato superior sea un pinche tirano, hay que mantenerse integro y no abrirle puertas.

  5. admin dice:

    El problema de ser una MMV, es que se aplica en lo laboral tambien….

  6. Vaelia dice:

    [url=http://revista.consumer.es/web/es/20070501/interiormente/71511.php]http://revista.consumer.es/web/es/20070501…mente/71511.php[/url]

    (…) El conflicto y los roces son una realidad inevitable en las relaciones interpersonales, tanto en los grupos centrados en la persona como en los centrados en el trabajo. Las personas no tienen los mismos intereses, ni las mismas las actitudes, ni los mismos tipos de personalidad. La labor de socialización de la familia, el entorno y el sistema educativo incluye dotar a los miembros de una sociedad de las habilidades suficientes como para abordar esos conflictos. Sin embargo, no siempre es posible. Y el mundo laboral es una de las mayores muestras. Cuando alguien dice “no aguanto a mi jefe”, nos podemos encontrar ante un superior insoportable o ante un empleado incapaz de asumir cualquier tipo de autoridad.

    En primer lugar es importante distinguir entre las tensiones “necesarias” y las que se generan gratuitamente como consecuencia de desajustes personales. Por “tensiones necesarias” entendemos las que se producen inevitablemente como consecuencia de tener que responder a los objetivos de la organización. Cualquier actividad humana necesita una tensión necesaria para poderla desarrollar. Sin esa activación imprescindible las tareas no se realizan de la forma adecuada.

    El problema viene cuando las organizaciones endurecen los ritmos productivos, generando presiones en cascada, de manera que cada jefe las va transfiriendo a los miembros de su equipo. Cuando alguien dice aquello de “no soporto a mi jefe” puede querer decir “no aguanto esta organización”. La razón: en numerosas ocasiones los jefes que presionan son a su vez víctimas de la presión de sus superiores y se convierten en cooperadores necesarios de la tensión que produce la organización.

    El “mobbing”

    Sin embargo, en otras muchas ocasiones el jefe es algo más que una víctima. Es alguien que se convierte en un agresor gratuito que, por su tipo de personalidad, “disfruta” con el cargo y necesita “chivos expiatorios”. Una vez más a este tipo de situaciones se las ha bautizado con un nombre en inglés: mobbing.

    El mobbing, acoso moral u hostigamiento psicológico en el trabajo, identifica una situación en la que una persona o un grupo de personas ejercen una violencia psicológica extrema, de forma sistemática durante un tiempo prolongado, sobre otra persona en el lugar de trabajo. En el caso del mobbing hay que destacar que el agresor se sitúa siempre por encima de la víctima en la escala jerárquica de la empresa.

    El hostigamiento se puede manifestar de muchas maneras

    Ningunear al empleado, no encomendándole tareas.
    Despreciar sistemáticamente las labores realizadas por el empleado o empleada.
    Aislar a los compañeros de trabajo, impidiéndoles la comunicación entre ellos.
    Hacer comentarios de menosprecio a la persona por su apariencia, sus convicciones o su raza.
    Ridiculizar al trabajador ante los demás.
    Acosar manifiesta o encubiertamente con insinuaciones o provocaciones de carácter sexual.
    Gritar o insultar a las personas empleadas.
    Amenazar verbalmente.
    Extender calumnias sobre las personas empleadas en el trabajo.
    Poner sistemáticamente en entredicho el trabajo del empleado.
    Consecuencias del hostigamiento en la persona empleada
    Las personas afectadas por jefes patológicos pasan un particular calvario que se manifiesta de múltiples formas, que afectan tanto a su persona como al entorno más próximo.

    Síntomas psicosomáticos

    Físicos: Cefaleas tensionales, insomnio, alteraciones cardiovasculares, trastornos del sueño, trastornos digestivos…

    Psíquicos: Irritabilidad, ansiedad, crisis de pánico, depresión, dificultades de atención y concentración, alteraciones de la memoria. En algunos casos la persona llega incluso a dudar de sí misma y a sentirse inferior.

    Se resiente el propio trabajo. Disminuye la cantidad y calidad de trabajo. Dificultades para trabajar en equipo, frecuentes bajas laborales, ganas de cambiar de empresa. La suma de personas insatisfechas genera un clima desagradable en el lugar de trabajo que afecta tanto a las personas como a la propia organización. Aumentan las distracciones y por tanto el riesgo de accidentes por causa de los descuidos y las negligencias.

    Afecta al ambiente familiar. Las frustraciones se traspasan. Cuando alguien pasa un tercio de su vida o más agobiado por jefes que presionan desmesuradamente, termina desplazando la ansiedad que le produce esa presión a los que menos culpa tienen en todo esto: los seres queridos, el cónyuge o los hijos, que acaban sufriendo también las consecuencias.

    ¿Cómo defenderse?

    Cada persona afectada, por su salud mental y la de los suyos, debe ir generando sus propias defensas:

    Reforzando la propia personalidad.
    Trabajando la asertividad: capacidad para ser firmes y aprender a decir que no.
    Utilizar técnicas para combatir la ansiedad y el estrés.
    Desarrollar al máximo los aspectos positivos de la propia persona.
    Perder el miedo a solicitar la ayuda de un profesional tanto para rebajar los niveles de ansiedad, como para aprender a afrontar todo tipo de situaciones adversas.

    (…) En general, esperar que las organizaciones cambien es poco menos que un milagro. La solución a nivel individual tampoco consiste en aconsejar a la persona que cambie de empresa porque en la nueva puede encontrar más de lo mismo o incluso una situación peor.

    ¿Cómo es la personalidad del jefe patológico?

    Hay una serie de rasgos frecuentes en ese tipo de personas:

    Para compensar sus carencias internas, necesitan mandar, tener a alguien debajo a quien poder presionar y experimentar así la satisfacción del “yo soy más que tú”.
    No suelen tener aprecio por los valores personales. Están más centrados en las tareas y consideran a las personas como meros instrumentos que terminarán convirtiéndose en residuos humanos.
    Son personas ególatras y narcisistas para quienes su “YO” es el centro del universo.
    Apenas tienen sentido de culpa. No ejercitan la autocrítica ni dudan de sus ideas o actuaciones y, si lo hacen, es sólo bajo la presión de sus superiores o simplemente para agradarles y caerles bien.
    Suelen ser cobardes cuando se les hace frente.