Versos lobunos
Normalmente en las fábulas no se da una buena imagen del lobo, que suele simbolizar la naturaleza malvada. Pero también hay excepciones, como “El Cordero y el Lobo” o “El Lobo y el Perro”, de las que presentamos la versión de Samaniego.
EL CORDERO Y EL LOBO
Uno de los corderos mamantones,
Que para los glotones
Se crían, sin salir jamás al prado,
Estando en la cabaña muy cerrado,
Vio por una rendija de la puerta
Que el caballero Lobo estaba alerta,
En silencio esperando astutamente
Una calva ocasión de echarle el diente.
Mas él, que bien seguro se miraba,
Así lo provocaba:
«Sepa usted, señor Lobo, que estoy preso,
Porque sabe el pastor que soy travieso;
Mas si él no fuese bobo,
No habría ya en el mundo ningún Lobo.
Pues yo corriendo libre por los cerros,
Sin pastores ni perros,
Con sólo mi pujanza y valentía
Contigo y con tu raza acabaría.»
«Adiós, exclamó el Lobo, mi esperanza
De regalar a mi vacía panza.
Cuando este miserable me provoca
Es señal de que se halla de mi boca
Tan libre como el cielo de ladrones.»
Así son los cobardes fanfarrones,
Que se hacen en los puestos ventajosos
Más valentones cuanto más medrosos.
EL LOBO Y EL PERRO
En busca de alimento
iba un Lobo muy flaco y muy hambriento.
Encontró con un Perro tan relleno,
tan lucio, sano y bueno,
que le dijo: “Yo extraño
que estés de tan buen año
como se deja ver por tu semblante,
cuando a mí, más pujante,
más osado y sagaz, mi triste suerte
me tiene hecho retrato de la muerte”
El Perro respondió: “Sin duda alguna
lograrás, si tú quieres, mi fortuna.
Deja el bosque y el prado;
retírate a poblado;
servirás de portero
a un rico caballero,
sin otro afán ni más ocupaciones
que defender la casa de ladrones”
“Acepto desde luego tu partido,
que para mucho más estoy curtido.
Así me libraré de la fatiga,
a que el hambre me obliga
de andar por montes sendereando peñas,
trepando riscos y rompiendo breñas,
sufriendo de los tiempos los rigores,
lluvias, nieves, escarchas y calores”
A paso diligente
marchando juntos amigablemente,
varios puntos tratando en confianza,
pertenecientes a llenar la panza.
En esto el Lobo, por algún recelo,
que comenzó a turbarle su consuelo,
mirando al Perro, le dijo: “He reparado
que tienes el pescuezo algo pelado.
Dime: ¿Qué es eso?” “Nada”.
“Dímelo, por tu vida, camarada”.
“No es más que la señal de la cadena;
pero no me da pena,
pues aunque por inquieto
a ella estoy sujeto,
me sueltan cuando comen mis señores,
recíbenme a sus pies con mil amores:
ya me tiran el pan, ya la tajada,
y todo aquello que les desagrada;
éste lo mal asado,
aquél un hueso poco descarnado;
y aún un glotón, que todo se lo traga,
a lo menos me halaga,
pasándome la mano por el lomo;
yo meneo la cola, callo y como”
“Todo eso es bueno, yo te lo confieso;
pero por fin y postre tú estás preso:
jamás sales de casa,
ni puedes ver lo que en el pueblo pasa”
“Es así” “Pues, amigo,
la amada libertad que yo consigo
no he de trocarla de manera alguna
por tu abundante y próspera fortuna.
Marcha, marcha a vivir encarcelado;
no serás envidiado
de quien pasea el campo libremente,
aunque tú comas tan glotonamente
pan, tajadas, y huesos; porque al cabo,
no hay bocado en sazón para un esclavo”
FUENTE: [url=http://es.wikisource.org]http://es.wikisource.org[/url]
Fuente (original y traducción) : [url=http://poemaseningles.blogspot.com/2005/06/rudyard-kipling-second-jungle-book-law.html]http://poemaseningles.blogspot.com/2005/06…e-book-law.html[/url]
The second jungle book
Rudyard Kipling (1865-1936)
The law of the jungle
Now this is the Law of the Jungle as old and as true as the sky;
And the Wolf that shall keep it may prosper, but the Wolf that shall break it must die.
As the creeper that girdles the tree-trunk the Law runneth forward and back
For the strength of the Pack is the Wolf, and the strength of the Wolf is the Pack.
Wash daily from nose-tip to tail-tip; drink deeply, but never too deep;
And remember the night is for hunting, and forget not the day is for sleep.
The Jackal may follow the Tiger, but, Cub, when thy whiskers are grown,
Remember the Wolf is a hunter go forth and get food of thine own.
Keep peace with the Lords of the Jungle the Tiger, the Panther, the Bear;
And trouble not Hathi the Silent, and mock not the Boar in his lair.
When Pack meets with Pack in the Jungle, and neither will go from the trail,
Lie down till the leaders have spoken it may be fair words shall prevail.
When ye fight with a Wolf of the Pack, ye must fight him alone and afar,
Lest others take part in the quarrel, and the Pack be diminished by war.
The Lair of the Wolf is his refuge, and where he has made him his home,
Not even the Head Wolf may enter, not even the Council may come.
The Lair of the Wolf is his refuge, but where he has digged it too plain,
The Council shall send him a message, and so he shall change it again.
If ye kill before midnight, be silent, and wake not the woods with your bay,
Lest ye frighten the deer from the crops, and the brothers go empty away.
Ye may kill for yourselves, and your mates, and your cubs as they need, and ye can;
But kill not for pleasure of killing, and seven times never kill Man.
If ye plunder his Kill from a weaker, devour not all in thy pride;
Pack-Right is the right of the meanest; so leave him the head and the hide.
The Kill of the Pack is the meat of the Pack. Ye must eat where it lies;
And no one may carry away of that meat to his lair, or he dies.
The Kill of the Wolf is the meat of the Wolf. He may do what he will,
But, till he has given permission, the Pack may not eat of that Kill.
Cub-Right is the right of the Yearling. From all of his Pack he may claim
Full gorge when the killer has eaten; and none may refuse him the same.
Lair-Right is the right of the Mother. From all of her year she may claim
One haunch of each kill for her litter, and none may deny her the same.
Cave-Right is the right of the Father to hunt by himself for his own:
He is freed of all calls to the Pack; he is judged by the Council alone.
Because of his age and his cunning, because of his gripe and his paw,
In all that the Law leaveth open, the word of the Head Wolf is Law.
Now these are the Laws of the Jungle, and many and mighty are they;
But the head and the hoof of the Law and the haunch and the hump is Obey!
El segundo libro de la selva
La ley de la jungla
Versión de Luis Cremades
Esta es la Ley de la Jungla -como el cielo vieja y cierta;
prosperará el Lobo que la cumpla, mas el Lobo que la transgreda habrá de morir.
Igual que trepa la hiedra alrededor del tronco del árbol avanza la Ley y retrocede…
pues es el Lobo la fuerza de la Manada. y la fuerza del Lobo está en la Manada.
Cada día lávate desde el hocico hasta la cola; bebe mucho, pero no muy deprisa nunca;
y recuerda que la noche para la caza está hecha, y no olvides que el día se debe al sueño.
Puede el Chacal seguir al Tigre, pero, Cachorro, cuando te hayan crecido los bigotes,
recuerda que el Lobo es un cazador -sigue adelante y por tu cuenta consigue la comida.
Mantén la paz con los Señores de la Jungla el Tigre, la Pantera, el Oso;
y no importunes a Hathi el Silencioso, ni te burles del Jabalí en su guarida.
Si una Manada con otra Manada se encuentra en la Selva, y no quiere ninguna retroceder,
descansa hasta que los jefes hayan hablado -tal vez las palabras justas prevalezcan.
Cuando pelees con un Lobo de la Manada, debes enfrentarte a solas, alejado,
pues otros tomarían parte en la disputa, y la batalla debilitaría la Manada.
La Guarida del Lobo es su refugio, donde ha construido su hogar,
ni siquiera el Jefe de la Manada puede entrar, ni siquiera el Consejo.
La Guarida del Lobo es su refugio, pero si no es profunda,
el Consejo enviará una orden y deberá otra vez mudarse.
Si antes de medianoche matas, hallo en silencio y no despiertes al bosque con tu aullido,
asustarás a los ciervos que en la maleza se esconden, y regresarán con las manos vacías tus hermanos.
Para ti puedes matar y para tus compañeros y para tus cachorros tanto como necesiten;
pero no mates por el placer de matar, y siete veces nunca mates al Hombre.
Si robas la Presa de uno más débil, no la devores con orgullo;
el Derecho de la Manada es el del más humilde, cédele pues la cabeza y la piel.
La Presa de la Manada es la carne de la Manada. Debes comerla allí donde se encuentre;
y nadie podrá llevar esa carne a su guarida, o morirá.
La Presa del Lobo es la carne del Lobo. Con ella puede hacer su voluntad,
y, hasta que dé su permiso, no puede la Manada comer de esa Presa.
El Derecho del Cachorro es el derecho del Primero. De cualquiera puede exigir en su Manada,
y hartarse de comer cuando haya comido el Cazador; y nadie podrá negárselo.
El Derecho de la Guarida es el derecho de la Madre. De cualquiera de su misma edad puede exigir
una pata de cada presa para su camada; y nadie podrá negárselo.
El Derecho de la Cueva es el derecho del Padre —(azar a solas para sí:
libre para no seguir a la Manada; por el Consejo sólo juzgado.
Por su edad y su astucia, por su fuerza y sus garras,
en todo aquello que la Ley deja abierto, es Ley la palabra del Jefe de los Lobos.
Estas son las Leyes de la Jungla. muchas y muy rígidas;
pero la cabeza y las uñas de la Ley y la patas y el lomo es ¡Obedece!
Que de vez en cuando me acuerdo de esta canción.
Por si a alguien no le suena, es para enseñar a los bebes los dedos de la mano, o algo así.
Cinco lobitos
tiene la loba,
blancos y negros,
detrás de la escoba.
Cinco parió,
cinco críó,
y todos ellos,
tetita les dió.
A farkasok dala – Canción de los lobos
Ruge y retumba la tormenta
por la enlutada bóveda del cielo,
y sobre el dorso de impetuosas ráfagas
cabalgan las deidades del invierno.
Ni el frígido erial donde vagamos sin acierto
buscando alguna senda,
ni un arbusto descubre la mirada
que el suspirado abrigo nos ofrezca.
Allí en la cueva el hambre que nos mata,
y fuera de ella el frío que nos hiela;
entre ambos, como rudos cazadores;
sin piedad nos acosan por doquiera.
Y píntaseles otro en la batida:
del cargado fusil la saña fiera
deja sobre la nieve señaladas
con nuestra roja sangre nuestras huellas…
Tenemos frío, sí; tenemos hambre
y el mortífero plomo nos asedia
pero ¿qué importa?… En cambio somos libres.
¡Oh, santa libertad! ¡Bendita seas!
Sandor Petofi (Hungría, 1823-1849)
[url=http://www.epdlp.com/escritor.php?id=3053]http://www.epdlp.com/escritor.php?id=3053[/url]
El lobito bueno, poesia infantil de José Agustín Goytisolo.
Fuente: [url=http://bibliopoemes.blogspot.com/2007/08/poema-can-infantilel-lobito-bueno.html]http://bibliopoemes.blogspot.com/2007/08/p…bito-bueno.html[/url]
José Agustín Goytisolo tiene un poema que hace contrapeso a los personajes de los cuentos clásicos. El poema está musicado y cantado por Paco Ibáñez en su disco: Paco Ibañez canta a José Agustín Goytisolo. La editorial Edebé ( colección Tren azul) editó unos libros infantiles, de narrativa, basándose en este poema, ilustrados por Juan Ballesta. Son cuatro lobros: El lobito bueno (…), El príncipe malo, La bruja hermosa, El pirata honrado.
EL LOBITO BUENO
(José Agustín Goytisolo)
Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.
Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.
Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.
Gloria Fuertes, basándose en este poema de Goytisolo, escribió “El lobito malo y el lobito bueno”.
El lobito malo y el lobito bueno
«Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos»
J. A. GOYTISOLO
*
Y érase también
un lobito malo,
al que obedecían
todos los vasallos.
*
El lobito malo
les metió en la guerra,
y no quedó pueblo
ni árbol en la tierra.
*
No se conocían
y se iban matando,
todo por la culpa
del lobito malo.
*
Y vino otra vez
un lobito bueno,
al que respetaban
los pocos corderos
-que quedaban-.
*
Quemaron las armas
y no hubo más guerra.
Lobos y corderos
jugando en la tierra.
(…)
( Nota: Ninguna relación con el libro de J. Bucay que lleva el mismo título)
Fuente: [url=http://www.lectivo.com.ar/expresion/cuentos_quintero001.html]http://www.lectivo.com.ar/expresion/cuentos_quintero001.html[/url]
Un lugar en el bosque, de Armando Quintero
1. Lobo Abuelo cuenta cuentos
Lobo Abuelo cuenta cuentos.
Cambia el cuerpo, las patas, los aullidos…
¡Cuánto cambia y cómo cambia en cada cuento!
Todos lo ven hacerse grande y gordo como un oso que roza su cabeza
con las nubes. Todos lo ven hacerse pequeño e inquieto como una
pulga que vive en un bosque de árboles pequeños, de hojas y raíces
pequeñas.
Lobo Abuelo cuenta cuentos y hace que todos viajen al bosque donde
cualquier cosa es posible, hasta los gritos del silencio.
2. Oír el silencio
Todos los momentos del día son hermosos. El amanecer, el mediodía,
la tarde… dijo Lobo Abuelo.
¿Y la noche? preguntó Loba Pequeña.
La noche también. Y no sólo por la luna y las estrellas. Hay un
momento en que el río se queda mudo. Parece que el agua está quieta,
como si no quisiera ir a ninguna parte. Ese silencio es tan hermoso
como las voces del bosque.
Tiene que ser hermoso oír el silencio dijo Lobo Pequeño.
3. Muchachita del Bosque
Escucha dijo Lobo Grande a Lobo Pequeño. Y atiende bien. Si por
ese sendero pasa una niña con una cesta y una caperuza de este
color le mostró unas guindas, ni le hables: ¡Es un ser muy
peligroso! Esa muchachita tuvo mucho que ver con el triste final de
tu tatarabuelo.
4. Por las nubes
En un claro del bosque, Loba Grande había descubierto a Lobo Pequeño
boca arriba, con los ojos en el cielo.
¿Qué haces?
¡Mirar las nubes! Las hay blancas, negras, azules, violetas…
Nubes con forma de lobo, de oso, de monstruo, de pájaro…. Según
sople el viento, se quedan paradas o corren veloces. A veces juegan
a esconderse entre ellas.
Lobo Pequeño hizo un largo silencio, y concluyó:
Quien dice que “no hay nada nuevo bajo el sol” es porque nunca mira
al cielo.
5. Regalos
A Lobo Pequeño le gusta intercambiar sus juguetes. Loba Pequeña
regala cosas suyas e inventa historias.
¿Dónde está la caja de las piedras que recogimos del río?
Se la regalé a Osa Gris.
¿Y el frasco de gotas de rocío?
Lo tiene Ardilla Negra. Se lo cambié por su libro de pétalos.
¿Qué haces con ese caballito de corazón de mazorca, con plumas de
paloma y la punta de un lápiz en la frente.
Loba Pequeña miró sorprendida:
No es un caballito, es el Unicornio Azul. Con su cuerno de oro va
en busca de paz para el bosque.
6. Cae la noche
Lobo Abuelo y Lobo Pequeño paseaban por el bosque cuando cayó la
noche.
¡Qué poca luz! ¡Nos vamos a perder! dijo Lobo Pequeño.
No tengas miedo lo calmó Lobo Abuelo. Nos guiaremos por las
estrellas.
Camino de la guarida, Lobo Abuelo le fue mostrando el cielo:
contemplaron el planeta Marte y el luminoso Venus, cómo titilan las
estrellas y los planetas no, y le enseñó a reconocer algunas
constelaciones… Lobo Pequeño estaba asombrado.
Cuando llegaron, Lobo Abuelo le dijo:
Una noche te mostraré a Loba Mayor y Loba Menor; son constelaciones
que sólo los lobos viejos conocemos.
7. Luz de luna
¡Aullad, aullad siempre! decía Loba Abuela a sus lobeznos. No es
que la luna sea terca, es que es viejecita; por eso anda tan
despacio y tarda en mostrar su cara oscura, y en dejarnos dormir.
Pero lo consigue. Claro que con los años que tiene, anda
desmemoriada, y cada poco tiempo vuelve a mostrarse con toda su luz.
8. Ternura
Acababa de nacer una nueva camada y todo el bosque estaba de fiesta.
La manada completa visitaba a Loba Grande y sus hijos recién nacidos.
Lobo Pequeño y Loba Pequeña, los más consentidos de la camada
anterior, se mantenían a un lado, silenciosos.
Loba Grande, que los observaba desde hacía rato, les hizo una seña
para que se acercasen.
Ambos se pegaron a su cuerpo, uno a cada lado. Entonces Loba Grande
les dijo:
– Ningún lobo en la manada los ha olvidado. Hay tanto que
agradecerle a la vida cuando nacen otros lobos que para todos parece
lo más importante. ¡Eso mismo sucedió cuando nacieron ustedes!
9. Barquitos de papel
Lobo Grande y Lobo Pequeño hicieron barquitos de papel para que se
deslizaran río abajo. Desde la ribera seguían sus recorridos, sus
escalas entre las piedras, sus giros y zozobras por las aguas.
Si se perdían o no, poco importaba.
Loba Grande entró en la guarida refunfuñando.
– ¡Qué manera de perder el tiempo!
Lobo Abuelo le dijo:
– No digas eso. Ya sabes que no son los barcos de papel sino Lobo
Pequeño y Lobo Grande los que viajan.
10. Boca de Lobo
Lobo Grande se había dormido.
En pleno sueño, abrió mucho la boca. Y quedó así un rato.
Lobo Chiquitito se acercó, como si estuviese calculando.
– ¿Qué haces ahí? le preguntó Loba Pequeña.
– Miraba. Para estar seguro de que la noche no es tan oscura como la
boca de un lobo.
11. Temor de lobito
El sol brillaba en un cielo despejado. Loba Abuela entró en la
guarida y preguntó:
– Lobo Chiquitico, ¿has visto cómo está la tarde? Hace muy buen día
para jugar en el bosque.
– Sí, ya lo sé.
– Entonces, ¿qué haces ahí como escondido?
– Como escondido, no. Escondido. ¿Piensas que voy a salir a jugar en
una tarde así? ¡Ni loco! ¡Seguro que el bosque está lleno de niños!
12. Lobo Abuelo y la música
Lobo Abuelo vive la música. Interpreta. Compone. Baila…
A los lobeznos les gusta escuchar sus rugidos de madera, sus
murmullos de viento y sus silencios de nube.
– Muchas veces, hasta parece el mismísimo bosque sonando dijo Lobo
Pequeño.
13. Primera salida
– Lobo Chiquitito, pídele permiso a mamá e iremos a dar un paseo
propuso Lobo Abuelo.
Salieron de la guarida y se adentraron en el bosque. Lobo Chiquitito
se acercaba cada vez más a Lobo Abuelo. Era su primera salida y
tenía miedo del tamaño gigantesco de los árboles.
– ¿No nos harán daño, Lobo Abuelo? -preguntó, casi pegado a él.
Lobo Abuelo le explicó que los árboles alargaban sus ramas para
sostener los nidos, que nos aliviaban del calor del sol y de la
lluvia. Le habló también de sus dulces frutos y de cómo el viento
esparcía el aroma de sus flores.
– ¡Qué buenos son! -exclamó Lobo Chiquitito-. ¡Suéltame! ¡Quiero
darles un abrazo y un beso!
14. Dueño de un universo
– Descubrí que puedo ser dueño de un universo -dijo Lobo Chiquitito
a Lobo Pequeño mientras caminaban por el bosque.
– ¿Eso es posible? -preguntó Lobo Pequeño.
– Cierra los ojos, aprieta fuerte los párpados con el dorso de las
patas delanteras y espera. Ya lo verás.
En efecto, en aquella oscuridad Lobo Pequeño podía ver estrellas
brillantes dentro de sus asombrados ojos.
– ¿Ves? Llevamos un universo dentro. Muchos no lo saben.
Y casi en secreto le confesó:
– Me lo acaba de enseñar Lobo Abuelo.
15. Por un amigo
– ¿Qué haces así? preguntó Lobo Abuelo a Lobo Pequeño.
Estaba pintado de blanco de punta a rabo y con la piel toda rizada.
Además, colgado al cuello con un lazo verde, llevaba un cencerro.
– Esta tarde quiero jugar en la pradera con mi mejor amigo. Pero su
padre no deja ni que me aproxime al rebaño. Dice que los lobos no
pueden jugar con los corderos.
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Armando Quintero nació en 1944 en Olimar (Uruguay). Naturalizado venezolano. Es escritor, narrador, pintor e ilustrador. Ha publicado los libros: Los cuentos de la vaca azul (2000), Un lugar no bosque (Kalandraka, 2003) -traducido al gallego-, Un lugar en el bosque (Kalandraka, 2004). Tiene, además, Mitos y leyendas de Venezuela (Ediciones B, Bogotá) y De tiempos inmemoriales (Editorial La Casa Tomada, Caracas). Aparece en varias publicaciones colectivas como El cuento y los cuentacuentos. Diversas publicaciones digitales, tales como Letras-Uruguay, contienen información o textos de este
autor.
LA LOBA
Unos meses la sangre se vistió con tu hermosa
figura de muchacha, con tu pelo
torrencial, y el sonido
de tu risa unos meses me hizo llorar las ásperas espinas
de la tristeza. El mundo
se me empezó a morir como un niño en la noche,
y yo mismo era un niño con mis años a cuestas por las calles, un ángel
ciego, terrestre, oscuro,
con mi pecado adentro, con tu belleza cruel, y la justicia
sacándome los ojos por haberte mirado.
Y tú volabas libre, con tu peso ligero sobre el mar, oh mi diosa,
segura, perfumada,
porque no eras culpable de haber nacido hermosa, y la alegría
salía por tu boca como vertiente pura
de marfil, y bailabas
con tus pasos felices de loba, y en el vértigo
del día, otra muchacha
que salía de ti, como otra maravilla
de lo maravilloso, me escribía una carta profundamente triste,
porque estábamos lejos, y decías
que me amabas.
Pero los meses vuelan como vuelan los días, como vuelan
en un vuelo sin fin las tempestades,
pues nadie sabe nada de nada, y es confuso
todo lo que elegimos hasta que nos quedamos
solos, definitivos, completamente solos.
Quédate ahí, muchacha. Párate ahí, en el giro
del baile, como entonces, cuando te vi venir, mi rara estrella.
Quiero seguirte viendo muchos años, venir
impalpable, profunda,
girante, así, perfecta, con tu negro vestido
y tu pañuelo verde, y esa cintura, amor,
y esa cintura.
Quédate ahí. Tal vez te conviertas en aire
o en luz, pero te digo que subirás con éste y no con otro:
con éste que ahora te habla de vivir para siempre
tú subirás al sol, tú volverás
con él y no con otro, una tarde de junio,
cada trescientos años, a la orilla del mar,
eterna, eternamente con él y no con otro.
Gonzalo de Rojas, poeta chileno nacido en 1917.
Fuente: [url=http://amediavoz.com/rojasG.htm]http://amediavoz.com/rojasG.htm[/url]
La loba
En fin, que no hay respuestas simples al aullido solitario de una loba.
Debí nacer en la manada, donde la orfandad no existe.
Cómo habría de descifrar los signos en las múltiples vestiduras de la soledad,
la altivez mortal del que comió de tu mano y atrás dejó el amor sin despedida,
como una choza maloliente.
Cómo hacer recuento de los nombres incontables del amar que van a morir tan lejos.
Debí cerrar puertas y entendimiento, la piel desbocada y sin bridas, el corazón maltrecho,
y hacerme de la idea que no escuché su aullido auuuuu
Etnairis Rivera, poetisa nacida en Puerto Rico en 1949.
Fuente: [url=http://www.redyaccion.com/biograetnairis.htm]http://www.redyaccion.com/biograetnairis.htm[/url]
La Loba
A la memoria de mi desdichada amiga J.C.P. porque éste fue su verbo.
“Yo soy como la loba.
Quebré con el rebaño
Y me fui a la montaña
Fatigada del llano.
Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley,
que yo no pude ser como las otras, casta de buey
con yugo al cuello; libre se eleve mi cabeza!
Yo quiero con mis manos apartar la maleza.
Mirad cómo se rien y cómo me señalan
porque lo digo así: (Las ovejitas balan
porque ven que una loba ha entrado en el corral
y saben que las lobas vienen del matorral).
¡Pobrecitas y mansas ovejas del rebaño!
¡No temáis a la loba, ella no os hará daño.
Pero tampoco riaís, que sus dientes son finos
y en el bosque aprendieron sus manejos felinos!
¡No os robará; la loba al pastor, no os inquieteís;
yo sé que alguien lo dijo y vosotros lo creéis
pero sin fundamento, que no sabe robar
esa loba; sus dientes son armas de matar!
Ha entrado en el corral porque sí, porque gusta
de ver cómo al llegar el rebaño se asusta,
y cómo disimula con risas su temor
bosquejando en el gesto un extraño escozor…
Id si acaso podéis frente a la loba
¡Y robadle el cachorro! no vayaís en la boba
conjunción de un rebaño ni llevéis un pastor…
¡Id solas! ¡Fuerza a fuerza oponed el valor!
Ovejitas mostradme los dientes. ¡Qué pequeños!
No podréis, pobrecitas, caminar sin los dueños
por la montaña abrupta, que si el tigre os acecha
no sabréis defenderos, moriréis en la brecha.
Yo soy como la loba. Ando sola y me río
del rebaño. El sustento me lo gano y es mío
donde quiera que sea, que yo tengo una mano
que sabe trabajar y un cerebro que es sano.
La que pueda seguirme que se venga conmigo,
pero yo estoy de pie, de frente al enemigo,
la vida, y no temo su arrebato fatal
porque tengo en el mano siempre pronto un puñal.
El hijo y después yo y después… ¡lo que sea!
aquello que me llame más pronto a la pelea.
A veces la ilusión de un capullo de amor
que yo sé malograr antes que se haga flor.
Yo soy como la loba.
Quebré con el rebaño
Y me fui a la montaña
Fatigada de llano”.
Alfonsina Storni (1892-1938)
Poetisa argentina, nacida en Suiza.
Fuente del poema: [url=http://www.nodo50.org/mujerescreativas/la%20loba.htm]http://www.nodo50.org/mujerescreativas/la%20loba.htm[/url]
Bio de Storni; [url=http://es.wikipedia.org/wiki/Alfonsina_Storni]http://es.wikipedia.org/wiki/Alfonsina_Storni[/url]
Zamira ama los lobos
Zamira ama los lobos.
Yo quisiera ir con ella a buscarlos
a las tierras más altas,
donde los robledales rojos de Sotillo
han perdido sus hojas en las fuentes,
allá donde los caballos
beben el agua helada de las cascadas
y se espera la nieve
como una bendición.
Tú y yo estamos en este hospital
esperando a la muerte.
No la muerte tuya ni la muerte mía,
sino la de aquellos que nos dieron la vida.
Y éstos, ¿a quienes pasarán,
cuando mueran, sus muertes?
Tú y yo esperando el final,
El vacío del límite,
mientras la vida brilla y tiembla entre nosotros
como un cuchillo inocente.
Y es que, esperando la muerte de los otros,
esperamos, un poco, la muerte nuestra.
Quizá, por ello, Zamira ama los lobos.
Quizá, por ello, yo deseo también
salir a buscarlos con ella este mes de diciembre
a los páramos altos,
a los prados remotos.
Y podríamos ver los espinos,
y las brasas de sangre del sol
en mimbrales morados.
Puesta ya en nuestros ojos
la venda de la nieve,
que no pensemos más, que ya no nos deslumbre
el acre resplandor de los quirófanos.
Zamira ama los lobos,
quiere escapar del laberinto de piedra y cristal
del dolor.
Zamira: partamos y no regresemos.
Antonio Colinas
Poeta, novelista, biógrafo, ensayista, traductor y periodista español, nacido en La Bañeza, León, en 1946.
Fuentes:
[url=http://personales.ya.com/poesias/ac0014.htm]http://personales.ya.com/poesias/ac0014.htm[/url]
[url=http://amediavoz.com/colinas.htm]http://amediavoz.com/colinas.htm[/url]
LOBOS Y OVEJAS
A Enrique Lihn
Hay un lobo en mi entraña
que pugna por nacer
Mi corazón de oveja, lerda criatura
se desangra por él
&&&&
Por qué si soy oveja
deploro mi ovina mansedumbre
Por qué maldigo mi pacífica cabeza
vuelta hacia el sol
Por qué deseo ahogarme
en la sangre de mis brutas hermanas
apacentadas
&&&&
Me parieron de mala manera
me parieron oveja
Soy tan desgraciada y temerosa
No soy más que una oveja pordiosera
Me desprecio a mí misma
cuando escucho a los lobos
que aúllan monte adentro
&&&&
Yo, la oveja soñadora,
pacía entre las nubes
Pero un día la loba me tragó
Y yo, la estúpida cordera,
conocí entonces la noche
la verdadera noche
Y allí en la tiniebla
de su entraña de loba
me sentí lobo malo de repente
&&&&
Si me dieran a optar
sería lobo
Pero qué puedo hacer si esta pobre pelleja
no relumbra como la noche negra
y estos magros colmillos no muerden ni desgarran
Si me dieran a optar
sabría acometer como acometa ahora
esta mísera alfalfa, famélica, ovejuna
Si me dieran a optar
los bosques silenciosos serían mi guarida
y mi aullido ominoso haría temblar a los rebaños
Pero qué hacer con mis albos vellones
Cómo transfigurar mi condición ovina
&&&&
Yo, la obtusa oveja,
huía tropezando con mis hermanastras
El lobo nos seguía acezando
y entonces yo, la oveja pródiga,
me quedé a la zaga
El lobo bautista me dio alcance
Se me trepó al lomo derribándome
y enterró sus colmillos en mi cuello
Vieja lobo, me dijo
Vieja loba piel de oveja
Quiero morir contigo
esperaré a los perros
La sangre me manaba a borbotones
Parecíamos un sol enterrado de cabeza
en el suelo
&&&&
Yo era una oveja mansa
Siempre miré hacia el suelo
Yo era sólo una oveja rutinaria
Yo era un alma ovejuna
sedienta de aventuras
Yo era en el fondo
una oveja aventurera
Yo deseaba convertirme
en oveja descarriada
Expreso aquí mis sinceros agradecimientos
a la piadosa águila humana
que me desgarró la yugular de un picotazo
&&&&
¡ No es menester un amo !
Amor es menester, amor lobuno
El lobo más feroz ama a su loba
y escarba y huele y hurga
y le clava los ojos y la escucha
y la loba celeste de las constelaciones
mueve la cola y ríe y lo saluda
&&&&
El lobo dio alcance a la loba
Yo lo estaba viendo
La cogió de los flancos con el hocico
lamió su vientre y aulló
irguiendo la cabeza
Yo lo estaba viendo
Yo que no soy más que una oveja asustadiza
Y puedo afirmarlo nuevamente
El lobo y la loba lloraban
restregando sus cuellos
La oscuridad les caía encima
Había un gran silencio
No había más que piedras
y los astros rodaban por el cielo
&&&&
Lobo a penalidad
Lobo y a ciegas
Lobo a fatalidad
Lobo a porfía
Lobo de natural
Lobo de ovejas
Pastor a dentelladas
Aullador de estrellas
&&&&
¡ A la loba !
gritaron los hombres ya bebidos
La bestia alzó las orejas
y corrió a refugiarse entre mis patas
Me miró a los ojos
y no había fiereza en su semblante
¡ A la loba !
volvió a escucharse el grito ya cercano
Ella agitó la cola
dio un lengüetazo en el agua
y vi sus ojos negros
recortados contra el azul del cielo
Después huyó hacia el monte
Entonces yo, la oveja libre de sospecha,
me vi sola ante los hombres
y sus negras bocas de escopeta
&&&&
Toda la tierra es tierra para el lobo
Si lluvias, lodo
Si soles, polvo
Y de rumbo los montes, las estepas
y de casa el umbral, la roca viva
y de pan el más duro de los panes
&&&&
Yo, la tonta oveja,
nadie más ignorante que yo,
me pregunto
Quién tendrá piedad del lobo
y más todavía
Quién dará sepultura al lobo
cuando muera de viejo
miope y lleno de piojos
&&&&
Se te extraña
Se te busca
Se te indaga
Se te persigue en vano
tu oculto nombre en vano
No levantar falso testimonio
contra el lobo
contra el prójimo lobo
que aúlla por su prójima
&&&&
Pasa el rebaño en fila funeraria
y atraviesa el pueblo con su fuente
Pasa el rebaño y pasa en seguimiento
de la oveja mayor, la más borrega
Pasa el rebaño en procesión sombría
y tras la huella los lobos cancerberos
van dejando un reguero de saliva
un rastro de sangre y poluciones
Pasa el rebaño y pasa por el puente
Pasan los vagabundos y los trenes
Pasa la loba amarga con sus tetas
Pasa el rebaño y pasa lentamente
Pasa la loba vieja, la más vieja
Pasa la oveja negra a guarecerse
Pasa la noche eterna, nunca aclara
Pasa el rebaño y bala hasta perderse
&&&&
Cayó la noche de bruces sobre el rebaño
La descastada oveja sintió la crispadura
Fatalizada se apartó del corral
No deseó nada más en el mundo
que la roja vaharada de la loba
&&&&
Se declaró la peste en mi familia
Vi a mis torpes madrastras
gimiendo con la lengua reseca
Murieron resignadas
arrimadas unas contra otras
Yo resistí la plaga
Ayuné, no bebí agua
Rechacé los cuidados
Y una noche a matarme
vinieron los pastores armados de palos
A matar a la loba
La única en pie
en medio del rebaño diezmado
&&&&
Déjenme a mí, la loba
Déjenme a mí, la fiera solitaria
Déjenme a mí, la bestia asoladora
Déjenme la cordera
Déjenmela a la puritana
Yo soy su sacramento
A mí me espera
&&&&
Mi palabra de honor, dijo el lobo
tan sólo quiero amarte, no te haré ningún daño
Esta bien, no hay más remedio,
arrímate a mi lado, contestó la borrega
El lobo la miró con los ojos ardiendo
La oveja le devolvió la ardiente mirada
Se estuvieron largo tiempo mirando
El lobo y la cordera tuvieron este sueño
Uno en el monte donde azota el viento
La otra en el corral
pisoteada por sus propias hermanas
&&&&
No seré nunca más prenda de nadie
Mucho menos de ti
pastor dormido contra el árbol
No debiste confiar en la oveja mendiga
No debiste confiar
en mis estúpidas pupilas aguachentas
Serás víctima de la oveja belicosa
Ya no habrá paz entre pastor y oveja
&&&&
El pastor y la loba buscaban la cordera
Persiguiendo a la oculta treparon la ladera
Se encontraron los dos, báculo y zarpa
El pastor fue más hábil, la loba derrotada
Y a los pies del zagal, la cordera perdida
surgió de los despojos de la loba abatida
&&&&
Se engaña el pastor
Se engaña el propio lobo
No seré más la oveja en cautiverio
El sol de la llanura
calentó demasiado mi cabeza
Me convertí en la fiera milagrosa
Ya tengo mi lugar entre las fieras
Ampárate pastor, ampárate de mí
Lobo en acecho, ampárame
______________________
Manuel Silva Acevedo poeta chileno nacido en 1942, en Santiago de Chile . La crítica chilena lo considera una de las expresiones poéticas más destacadas de la Generación del 60.
Fuentes: [url=http://lavquen.tripod.com/manuelsilvaacevedo.htm]http://lavquen.tripod.com/manuelsilvaacevedo.htm[/url]
[url=http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Silva_Acevedo]http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Silva_Acevedo[/url]
Espejos
Baja la loba al llano, y muerde las ventanas.
No con dientes las muerde, sino con sus pupilas
agrandadas y hambrientas.
Con envidia las mira, a las ventanas,
sus lámparas, sus sombras
ocultas y encendidas.
Porque ella vaga sola, sin lugar y con frío,
y allí, tras los cristales,
se agazapa ese algo
que aún no sabe qué es,
pero que late y vive.
Baja la loba al río y mira arriba,
y aúlla a las ventanas
que brillan como soles
y taladran la noche
tan triste de la vida.
¿Quién ama? ¿Cuántos comen?
¿Cómo será la silla?
Lame la loba el suelo, y lame las ventanas
encendidas de luz,
y sus pupilas rojas
son un livor de frío.
Juana Castro, Poeta española nacida en Villanueva de Córdoba en 1945.
Fuentes: [url=http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/60270625543458363269235/p0000001.htm?marca=loba#121]http://www.cervantesvirtual.com/servlet/Si…?marca=loba#121[/url]
[url=http://amediavoz.com/castrojuana.htm]http://amediavoz.com/castrojuana.htm[/url]
De la loba negra…
De la loba negra de la noche
amamántate.
Tiene el vientre lleno de constelaciones,
de amarga dulcedumbre,
de suave melancolía,
de leche argentada.
Sus pezones son Sirio y Aldebarán,
su ombligo es la Luna.
¡Abrévate en áspero jugo de idealidad!
¡Golpea con tu frente en el seno de la noche!
¡Bebe luz blanca!¡Bebe luz blanca!
Los perros lanzan sus ladridos irrisorios.
Los canes te persiguen con fauces crueles.
¡Aguarda el Sol!
¡Sube a los montes!
¡Cruza los mares!
¡Reina sobre todo lo creado!…
Y luego,
vete a la cabaña en que llores y gustes las propias lágrimas.
Ramón Pérez de Ayala (1880 -1962), escritor y periodista español.
Un lobo
Furtivo y gris en la penumbra última,
va dejando sus rastros en la margen
de este río sin nombre que ha saciado
la sed de su garganta y cuyas aguas
no repiten estrellas. Esta noche,
el lobo es una sombra que está sola
y que busca a la hembra y siente frío.
Es el último lobo de Inglaterra.
Odín y Thor lo saben. En su alta
casa de piedra un rey ha decidido
acabar con los lobos. Ya forjado
ha sido el fuerte hierro de tu muerte.
Lobo sajón, has engendrado en vano.
No basta ser cruel. Eres el último.
Mil años pasarán y un hombre viejo
te soñará en América. De nada
puede servirte ese futuro sueño.
Hoy te cercan los hombres que siguieron
por la selva los rastros que dejaste,
furtivo y gris en la penumbra última.
Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986), fue un escritor argentino, uno de los autores más destacados de la literatura en español del siglo XX. Sus obras consisten en cuentos, ensayos y poesía.
[url=http://letrasdelmundo.blogia.com/2007/041401-jorge-luis-borges-buenos-aires-argentina-.php]http://letrasdelmundo.blogia.com/2007/0414…-argentina-.php[/url]
[url=http://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Luis_Borges]http://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Luis_Borges[/url]
El lobo y la oveja
Te atrapé -dijo el lobo y bostezó. La ovejita lo miró con los ojos llenos de lágrimas.
-¿Tienes que comerme? ¿ En verdad es necesario?
-Desgraciadamente, debo hacerlo. Así reza en todos los cuentos: Una vez una ovejita desobediente se alejó de su mamá. En el bosque encontró a un lobo malo, y éste…
-Discúlpame, pero aquí no es ningún bosque sino el corral de mi amo. No me alejé de mi mamá, soy huérfana. A mi mamá también se la comió el lobo.
-No importa. Después de tu muerte van a preocuparse por ti los autores de aleccionadores textos de lectura. Añadirán el fondo, los motivos y la moraleja. No me tengas rencor, tú no sabes qué estúpido es ser un lobo malo. Si no fuera por Esopo, nos sentaríamos en las patas traseras para contemplar la puesta del sol. ¡Cómo me gustaría!
Así, así es, queridos niños. El lobo se comió a la oveja y después se relamió. No imiten al lobo, queridos niños. No se sacrifiquen por la moraleja.
Zbigniew Herbert, poeta polaco, (1924-1998)
Fuente: [url=http://www.jornada.unam.mx/1998/11/22/sem-polacos.html]http://www.jornada.unam.mx/1998/11/22/sem-polacos.html[/url]
Otros versos que aparecen en El Libro de las Tierras Vírgenes, cuando el enfrentamiento con los perros rojos.
Fuente: [url=http://asde.scouts-es.net/gs608/Recursos/Biblioteca/El%20Libro%20de%20Las%20tierras%20V%EDrgenes/selva06.html]http://asde.scouts-es.net/gs608/Recursos/B…es/selva06.html[/url]
¡Por nuestras claras, límpidas noches,
por las noches de los rápidos corredores,
por el hermoso batir la selva, la vista
de largo alcance, por la buena caza,
por la astucia de resultados certeros!
¡Por el aroma matinal, que humedece
el rocío aun no evaporado!
¡Por el placer de ir tras las piezas
que con terror incauto locas huyen!
¡Por los gritos de nuestros compañeros
cuando al derrotado sambhur(1) han cercado!
¡Por los riesgos de los excesos de la noche!
¡Por el grato y dulce dormir de día
a la entrada del cubil!
¡Por todo esto vamos a la lucha!
¡Muerte, guerra a muerte juramos!
____
(1) Es un tipo de ciervo del lugar.
Fuente: [url=http://edimemorias.blogspot.com]http://edimemorias.blogspot.com[/url]
Fragmentos de la obra “Oráculo de Lobo” (2005) de la venezolana Rosol Botello
El lobo que yo soy
Hace tiempo que no veía al lobo
Que tengo adentro
Mi lobo está marcando su territorio
Hay un mensaje cuando paso
Los otros se quedan sobrecogidos
Muertos
Sólo los más perturbados
No se dan cuenta
En su desvarío
Los ignoro
_______
Los lobos aúllan cuando se sienten solos.
Esperaba en una roca
en el agua veía el mundo al revés
El lobo es un espíritu amigo
una vez vino
me dio un mordisco
El viejo entiende
sabe lo que dicen
toca un tambor y no conoce la impaciencia
No hay huérfanos entre los lobos
_____________
Sin luna llena
hoy tengo espíritu de lobo
Quiero salir a buscarte
para darle una vuelta a la noche
por esos parajes
que tú conoces
Tienes más poder
más fuerza
Nunca he visto uno como tú
Un día de éstos
desataré mi libertad
y jugaré contigo
Confía en tus instintos
no pondré trampas
te dejaré morderme
Fuente: [url=http://unagotalmar.blogspot.com/2007/03/catalina-pastrana-iguala-gro-1926-2003.html]http://unagotalmar.blogspot.com/2007/03/ca…-1926-2003.html[/url]
Preámbulo de la loba
Debe quedar grabado en la conciencia.
que la justicia no es madera que crece en la montaña.
y mientras no sea semilla que se deposite en la tierra
para que el campesino la cultive,
seguirá siendo adorno en la elocuencia.
privilegio en las mentes cultivadas.
punto de apoyo en la ambición desmedida;
porque es la justicia como masa amorfa.
que cada quien ajusta a su medida.
La loba
Está cincelada en mi conciencia,
una efigie de barro humedecido,
y no en la sola conciencia de mi cuerpo
por la inútil protesta enmohecido,
sino en la recia conciencia de la idea,
en la fuerza de la razón,
y en la tibia dignidad que nos rodea.
En la efigie de una mujer,
de barro dije,
porque es la tierra la que nutre sus pesares;
es la tierra donde finca sus altares,
donde crece el débil y el más fuerte,
donde siembran la vida y cosechan la muerte.
Mientras canta el cenzontle
se trabaja la tierra;
mientras toda la flora se cubre de rocío,
la tierra se trabaja.
La yunta corta el surco cual filo de navaja
con la ilusión más santa,
que el jornal se termina,
cuando el sol ya declina
y el cenzontle no canta.
Ahí entre la huizachera y entre los matorrales,
muy cerca del encino donde la fronda oculta
la historia del nagual,
ahí vivió Nemecia,
su casita de palma tenía como chinámil
un cerco de acahual.
Fue ahí donde sus cantos arrullaron al hijo,
lo vio crecer sumiso y madurar violento,
siempre con la mirada perdida bajo el sol.
Crisanto era rebelde,
creía que era indigna la vida de su pueblo,
que era vano el esfuerzo y que era inútil su queja,
porque en la resolana siempre se confundía
su pena con la tierra y su cuerpo con las bestias.
y era peor que la bestia, más que todas las bestias,
porque dentro de su alma sangraba la protesta.
Nemecia era tan mansa como una corderita,
era enjuta y pequeña, olía siempre a campo
y a la fragancia tenue de las flores marchitas.
Era como una espiga entre flores de cactus,
y prodigaba su aroma en el sonido de su voz,
cual canto de la paloma.
Anudaba a sus trenzas la cinta de colotes
cobijando sus sueños bajo del toronjil,
cuando escuchó muy cerca el angustioso grito,
un niño la llamaba corriendo entre el calmil.
-¡Nemecia! -le decía-
Se llevan a Crisanto porque robó una vaca,
que’s quel es abigeo y te lo van a colgar.
Lo llevaron pal’cerro, -el niño repetía-,
se fueron por la joya y en el amate prieto
te lo van a colgar.
Mientras lloraba el niño. Nemecia se encrespaba
como animal salvaje a punto de atacar.
surgiendo el cambio brusco,
el cardo por el nardo, pantera por cordera.
de la ovejita mansa a la loba matrera.
Con la fuerza salvaje y transformada en fiera.
se levantó la madre,
ya no miró aquel niño
que triste suplicaba: ¡Reza Nemecia, reza!
¡Reza pa’que la Virgen te oiga, la Virgen es muy buena
y a ti te quiere mucho, porque le llevas flores
pa’que adorne su altar!
-¡No Chamol, ya no hay tiempo pal’rezo!
Nemecia ya no pensó en la Virgen, no suplicó a los santos
ni dobló las rodillas. Buscó entre los troncones
el machete de cinta y bien puesta la razón, .
y bien medida la calma, se fajó el corazón
y se fajó bien el alma.
Ni marañas ni piedras detuvieron sus pasos,
conocía bien las brechas porque sus pies enjutos
hicieron los caminos.
Y cortó esos caminos por los desfiladeros
como bestia acosada, la loba azuzada,
la garra afilada de una pantera.
Rastreando aquel monte no pensaba en nada,
olfateaba al hijo.
No pensaba en Dios que a las ciervas mansas
siempre las bendijo.
Maldijo las piedras que estorbaban sus pasos,
el charco lodoso que torció su camino;
maldijo a la mujer que parió la maldad en los hombres,
y que amamantó la mente que engendró la codicia.
Maldijo mil veces, todas las injusticias.
Olfateando cual perro de caza
no sintió fatiga ni sintió cansancio,
olvidó su sed y olvidó su hambre,
escalando el monte y pensando en su hijo.
Caminaba y dejaban sus pasos una sombra triste,
huella de martirio, huella de dolor.
huella de calvario.
Caminaba a grandes zancadas
con todo el impulso de su amor materno.
La guiaba su instinto, su rabia, su fuerza,
y el poder que lleva la madre en el alma,
como escapulario, clavado en el pecho.
Trasudando llegó hasta la loma .
frente a aquella turba que arrastraba a su hijo.
Levantó el machete y les gritó con rabia:
-¡Suéltenlo!-Y retumbó su voz entre las montañas-
¡Suéltenlo! ¡Suéltenlo! Y golpeó en el instinto de las alimañas.
Y fue ese grito un impulso, un rugido
que fue rebotando por todas las rocas,
por todas las piedras del monte;
y se hicieron mil voces,
mil voces rugiendo.
-¡Suelten a mi hijo, perros del infierno!
¡La voz retumbaba por toda la punta del cerro,
Por todas las grietas, por todas las cuevas!
-¡Suelten a mi hijo, perros del infierno!
Por toda la punta del cerro.· La voz retumba,
por todas las grietas, por todas las cuevas.
¡Por esos parajes guaridas de zorras,
y por las guaridas que reptan las víboras!
¡Suéltenlo perros del demonio!
Con saltos violentos llegó a donde estaba la reata colgada,
y con el machete la partió en pedazos.
¡Malditos, mil veces malditos!
¡Malditos de cielo, de tierra y de infierno.
Poco vale pa’ustedes un hombre,
vale menos aun que los perros,
vale menos aun que las vacas.
y lo iban a’horcar por justicia,
y la justicia no está en las tinajas,
y no es nada que puedan guardar en sus arcas.
Mijo no robó la vaca, le sangró las patas,
y fue por venganza.
Ustedes humillan y estafan al peón
que trabaja por unas migajas.
Ustedes han robado muchísimo más que una vaca,
y nadie se atreve a colgados,
y nadie les sangra las patas.
Ustedes han matado toda la esperanza…
Sólo han dejado el hambre en la casa,
esa hambre que enferma y que cansa.
¡Yo soy el pueblo Elías, soy pueblo…
no me busques pleito,
no me des motivo pa’que arda la mecha
que ya está queriendo!
Guarda bien tu casa… Guarda bien tus vacas…
Y guárdate las ganas de matar a mi’jo.
porque muy adentro me punza el coraje,
y puede que me anime a encender la mecha.
¡Algo había en Nemecia…!
¡Ese amor de madre que es amor y fuerza!
Toda aquella turba se quedó muy tensa,
se quedó en silencio, sintiendo vergiienza,
frente a la mujer que estrujó sus torcidas conciencias.
Fue así que aquellos maleantes soltaron su presa
y se dispersaron…
Sólo se quedaron Crisanto y Nemecia,
la madre y el hijo.
¡Y es que Dios bendijo a las siervas mansas,
y a las lobas que llevan la garra en el alma,
también las bendijo!
Catalina Pastrana, poeta mexicana, 1926-2003.
impresionante
CABEZA DE LOBO
A Franz Biberkopf
Como cabeza de lobo llevas el poema,
para que te paguen tu labor lo muestras,
se ríen de ti, y te dicen
que ya no sirven para nada los poetas,
que los lobos hace tiempo que desaparecieron…
Te vas a otra tierra, buscas otro lugar,
enseñas tu cabeza de lobo, tu poema,
y te responden con las mismas burlas.
Vete a tu casa de piedra,
siéntate junto a la hoguera,
mira cómo el humo lamenta su ligereza,
cómo quiere rebelarse contra su propio cuerpo.
No puede volver atrás
porque el viento lo aleja del lugar.
Demasiado tarde.
El humo no sabe lo que le pasa,
se toca la frente pero no tiene frente,
quiere pensar y no tiene cabeza,
mira y sólo ve abajo una hoguera que se apaga.
El frío y la noche se apoderan de él…
Y tú vuelves a encender la hoguera
con las hojas de este libro.
En el cielo se verá algún día
una humareda que cubrirá la tierra.
Y volverán los lobos milenarios,
en estos siglos del miedo volverán,
y buscarán por todos los lugares
al cazador de lobos, al criminal,
y él se habrá esfumado,
como la piel del humo,
con su cabeza de lobo,
con su poema.
La canción está incluida en el CD “El viaje del agua. De Romances. Cantigas e Danzas” (1999), del grupo Odres Mayrat. Aunque en él se recupera en gran medida texto medieval, el fragmento que sigue es de nueva creación, con letra de Alberto Alonso, basada en un relato de Álvaro Cunqueiro.
No ha habido manera de encontrar la letra, así que es posible que yo cometa algún error de transcripción.
Nueva Historia de Clemence
Yo descansaba, mi madre,
sentada bajo el laurel, laurel,
peinando los mis cabellos,
sentada bajo el laurel, laurel,
iva vestida de oropel.
Yo descansaba, mi madre,
sentada bajo el laurel, laurel,
cantaban los ruiseñores,
sentada bajo el laurel, laurel,
tan dulce como la miel.
Cuernos de caza sonaban,
que hacían estremecer.
Vi venir al postillón,
y cantaba Clemence:
¿Divisaste por los montes
al ciervo de blanco piel?
Si lo viereis caballero,
mis nuevas llevad con él,
decidle que él es mi amado,
mi señor y mi doncel.
(…)
Saliera del romeral el ciervo de blanco piel;
– Señora, no puedo amaros, pues ciervo siempre seré,
pues ciervo siempre he de ser.
– ¿ Cómo romper tal sortilegio, y devolveros el ser ?
– No podeis, no podeís no, mi Señora,
pues es fuerte este poder.
En cierva vos tornaría, si vuestro amor es con fe.
– Encantadme, pues, mi amado,
deje yo de ser mujer.
Encantadme, pues, mi amado,
junto a vos caminaré.
es bello
[url=http://blogs.20minutos.es/poesia/post/2009/06/27/-mi-lbra-blanca-victoriano-craomer-1907-2009-]http://blogs.20minutos.es/poesia/post/2009…omer-1907-2009-[/url]
‘Mi loba blanca’, de Victoriano Crémer (1907 – 2009)
Me seguían sus ojos y yo era menos que un niño;
bosques y primaveras me arañaban el pecho
brotándome en los cauces borbotones calientes
en los que el alma yergue su furia fundadora.
Su gran calma de esposa apretaba los círculos
y me sentía centro de su raudal sangriento;
con el galope oscuro de la sangre apremiando
la altiva meta blanca de su dormida carne.
¿Fue su voz? De más hondo que el deseo, rompiendo
su corteza de plomo, me llegó aquel balido
que estrellaba su espuma, como un ala arrancada
en mis rubias arenas palpitantes de soles.
¡Oh, sequedad del aire, oprimiendo el latido
con que la luz rehizo su primera llamada
¡Fue su voz! Su inefable mensaje acordonado
por airados cuchillos de escarcha matutina.
El espanto y la tierra tiraban de mi cuerpo
y un altivo universo desgarraba mis hombros.
Sentí que entre los brazos florecían sus pechos
y que éstos me clavaban contra un aire reciente.
¡Huir! ¡Huir! Perderme por bruñidos desiertos.
Borrar de mis pupilas sus ojos insaciables
y sepultar su voz, su eterna voz marina
en mi hondón retorcido de caracola humana.
Su garra fue primero. Su garra, no su mano,
que dos fuentes de sangre llenaron mi costado
desbordándome en ellas como una madre nueva
a quien los mares dieran un hijo de su carne.
Y luego, fue su luz. Su inmenso mediodía,
creciéndose en mis ojos como un bosque incendiado,
ardiéndose en las llamas mis tigres y mis dudas,
con sus flancos rotundos y su feroz aullido.
¡Oh, irremediable abrazo! ¡Oh, desolado beso!
¡Oh, arcángeles pastores de mi sangre en derrota!
¡Oh, cuerpo fulgurante apretándome el pecho
como un mármol o un mundo, y en él Dios empinado!
Fui pasto de su furia. Su mirada y sus dientes
implacables hicieron tajadas de mi alma.
Mis vestidos rodaron como musgos antiguos
y sentí deshacerme como un barco de niebla.
Yo veía sus manos sortearme las venas
y herir con sus cuchillos mi corazón menudo,
y azuzar mis dormidos afanes como galgos
llenando de ladridos mi apacible ribera.
Yo sentía -la siento- abrevar en mi sangre.
Romper mi dura piel. Darme muerte lentísima…
¡Y no eludo sus saltos de terciopelo y sueño!
Y no huyo! ¡No huyo!… ¡Mi feroz loba blanca!