“Soy yo y mi cirrcunstancia, si no la salvo a ella, no me salvo yo”.

“Soy yo y mi cirrcunstancia, si no la salvo a ella, no me salvo yo”.
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Estimado lector,

En este duro camino que ni siquiera tenemos el honor de haber elegido, sólo quedan ya un puñado de cosas que nos sirvan de consuelo y nos mantengan en pie. La más importante es saber que estás ahí con tu oreja abierta a nuestros cánticos existenciales. Dispuesto a aportar tu granito de arena allá donde sea requerido. Como dice nuestro común amigo Ortega, a quien buscabas cuando las impredecibles olas de la vida te arrastraron hasta esta nuestra orilla:

‘Cuando hemos llegado hasta los barrios bajos del pesimismo y no hallamos nada en el universo que nos parezca una afirmación capaz de salvarnos, se vuelven los ojos hacia las menudas cosas del vivir cotidiano – como los moribundos recuerdan al punto de la muerte toda suerte de nimiedades que les acaecieron -. Vemos, entonces que no son las grandes cosas, los grandes placeres ni las grandes ambiciones que nos retienen sobre el haz de la vida, sino este minuto de bienestar junto a un hogar en invierno, esta grata sensación de una copa de licor que bebemos, aquella manera de pisar el suelo, cuando camina, de una moza gentil, que no amamos ni conocemos, tal ingeniosidad que el amigo ingenioso nos dice con su buena voz de costumbre. Me parece muy humano el suceso de quien, desesperado, fue a ahorcarse a un árbol, y cuando se echaba la cuerda al cuello, sintió el aroma de una rosa que abría al pie del tronco, y no se ahorcó’.

J. Ortega y Gasset, ‘Meditaciones del Quijote’

Sin llegar a esos extremos, bien es cierto que un hálito de desesperación acompaña nuestro cansino avance por las en ocasiones demasiado estrechas callejuelas de la vida, y es la búsqueda de un aire menos respirado el que nos a traído hasta estos parajes. Aquello que con gran esfuerzo va descubriendo uno por la vía autodidacta y de la experiencia, resulta no ser más que la penúltima función de un ciclo que lleva repitiéndose desde la noche de los tiempos. Ningún lugar existe ya que no haya sido explorado. Hasta el último rincón de nuestro ‘yo’ más íntimo parece haber sido saqueado hace ya siglos por alguna mente preclara. Pero precisamente por ello, podemos sentirnos acompañados por los más fuertes de aquellos que estuvieron en el lugar en que nosotros nos perdemos cada día. Guiados y empujados en nuestro camino por aquellos que no se perdieron entre las nieblas del conformismo y la mediocridad, y asumieron con valentía su condición de pioneros.

‘Hay quien sabe vivir como un sonámbulo. Yo no he logrado aprender este cómodo estilo de existencia’.

J. Ortega y Gasset, ‘España Invertebrada’

Probablemente a estas alturas te estarás preguntando ya, ‘¿Qué camino es ese? ¿A qué tanto temor y tanto andar de puntillas por la vida? ¿A qué tanta lucha interna, tanta inquietud, miedo y desesperación?’

Es el miedo y la desesperación de los condenados a recorrer el camino del héroe.

‘Existen hombres decididos a no contentarse con la realidad. Aspiran los tales que las cosas lleven un curso distinto: se niegan a repetir los gestos que la costumbre, la tradición, y en resumen, los instintos biológicos les fuerzan a hacer. Estos hombres llamamos héroes. Porque ser héroe consiste en ser uno, uno mismo. Si nos resistimos a que la herencia, a que lo circunstante nos impongan unas acciones determinadas, es que buscamos asentar en nosotros, y sólo en nosotros, el origen de nuestros actos. Cuando el héroe quiere, no son los antepasados en él o los usos del presente quienes quieren, sino él mismo. Y este querer ser él mismo es la heroicidad. No creo que exista especie de originalidad más profunda que esta originalidad ‘práctica’, activa del héroe. Su vida es una perpetua resistencia a lo habitual y consueto. Cada movimiento que hace ha necesitado primero vencer a la costumbre e inventar una nueva manera de gesto. Una vida así es un perenne dolor, un constante desgarrarse de aquella parte de sí mismo rendida al hábito, prisionera de la materia’.

J. Ortega y Gasset, ‘Meditaciones del Quijote’

¿Te sientes tú también empujado a caminar el camino del héroe? ¿Sientes tú también el dolor y el desgarro de tener que inventarte a ti mismo cada mañana? ¿Sientes acaso también que te faltan las fuerzas, que dudas de si posees realmente la esencia necesaria para resistir este constante padecimiento?

¿Sientes cada vez más a menudo la tentación de dejarte caer sobre el confortable y mullido colchón de las nieblas del tiempo y del olvido? ¿Tratas con todas tus fuerzas de acallar la voz interior que te empuja a caminar el sendero más difícil y solitario?

Si recorrer el camino del héroe resulta ya un perenne dolor, ¿cómo hacerlo cuando todo a nuestro alrededor parece oponerse a cualquier tipo de iniciativa individual? ¿Cómo superar la barrera del ‘tu debes’ impuesto por quienes nos rodean?

‘¿Puede hoy un hombre de veinte años formarse un proyecto de vida que tenga figura individual y que por lo tanto necesitaría realizarse mediante sus iniciativas independientes, mediante sus esfuerzos particulares? Al intentar el despliegue de esta imagen en su fantasía ¿no notará que es, si no imposible, casi improbable, porque no hay a su disposición espacio en que poder arrojarla y en que poder moverse según su propio dictamen?…El desánimo le llevará, con la facilidad de adaptación propia de su edad, a renunciar no sólo a todo acto, sino hasta a todo deseo personal, y buscará para sí una vida estándar, compuesta de desiderata comunes a todos,…’

J.Ortega y Gasset, ‘La rebelión de las masas’

¿No es acaso por ello que tendemos a refugiarnos en la calma cobarde de asesinar al héroe que habita en nuestro interior convirtiéndonos únicamente en aquello que nuestro entorno desea, que decidimos sin resistencia tirar las armas y renunciar a nuestro ‘yo’ para volvernos títeres de nuestra circunstancia?

Pero…

‘Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo’

J.Ortega y Gasset, ‘Meditaciones del Quijote’

No vale más esconderse, pues…

‘…es falso decir que en la vida ‘deciden las circunstancias’. Al contrario: las circunstancias son el dilema, siempre nuevo, ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter.’

J. Ortega y Gasset, ‘La Rebelón de las Masas’

Circunstancia es la pecera en la que debo nadar mi breve y condicionada existencia. ¿Acaba tu heroico camino constantemente chocando con la traidora e invisible pared de cristal? ¿Como sería tu camino si lograses escapar de la pecera de tu circunstancia? ¿A donde te llevaría? ¿Y si llevase a un inmenso mar azul poblado por las más bellas criaturas? Tal vez necesites soñar tu camino en voz alta para saberte capaz de escapar. Tal vez el rumor de tus pasos acompañando al de cientos de otros héroes como tú, sea la ayuda necesaria para no rendirte y hallar las fuerzas necesarias para dar un paso más en la dirección adecuada. Tal vez tu camino soñado sirva de inspiración a los héroes dormidos que esperan a que una voz amiga los despierte.

De circunstancia parten los caminos de muchos héroes anónimos y de otros que dejarán pronto de serlo.

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One Commentto “Soy yo y mi cirrcunstancia, si no la salvo a ella, no me salvo yo”.

  1. Oreerasz dice:

    Amén.

    Anexo personal junto a “Palabras de Isis” .
    Las respuestas a las preguntas hechas de corazón llegan en el momento en que deben llegar.