Breviario de religiones comparadas

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A mi amigo y maestro, Dr. Mansur Escudero, en agradecimiento.

Todas las religiones creadas con intención de conducir al hombre hacia Dios son ontológicamente iguales. No hay religiones superiores y religiones inferiores. Leemos en nuestro Sagrado Corán:
“Hemos dado a cada pueblo los ritos por los que se guían”.1
Por tanto, las diferencias entre unas religiones y otras serán de otra índole, que no ataña a su objetivo y fundamento sino a sus peculiaridades en el modo de articular sus objetivos, tal como trataremos de desentrañar en el artículo que sigue, para concluir afirmando que existen diferentes religiones porque existen diferentes constituciones en la naturaleza del hombre, todas las cuales deberían tener, en justicia, un camino que las llevase al centro.
De entre las religiones que van quedando en esta especie de cósmica —y actualmente incruenta— confrontación teológica que tiene lugar en la etapa de consolidación del sistema ideológico de la Aldea Global, cada una va actualizando su propia idiosincrasia: El Budismo ha acabado consolidándose como la religión del sosiego mental, el Cristianismo como la religión de la caridad, el Hinduismo la de la mística y el Islam la de la contestación ante la tiranía. Sé que se nos puede achacar por parte de los creyentes de cualquiera de las religiones mencionadas que la suya también tiene aquello que hemos adjudicado a las otras.
Naturalmente, ninguna religión que no abarcara todas las necesidades del ser humano hubiera podido llegar a ser religión de masas; pero hablamos de aquello de estas cuatro religiones que ninguna teología futura podrá cambiar porque es lo constitutivo de dichas religiones. Cada una de ellas ha sido concebida en una tradición humana con una u otra tendencia y, por lo tanto, se apropiará en el futuro de aquellas naturalezas humanas que encuentren en ellas lo que necesitan: habrá unas para las cuales será mas fácil trascender a través de la propia mente en armonía, y encontrarán el Budismo; o a través del amor al prójimo, el Cristianismo; por medio de la experiencia ascética pura, otras desembocarán en el Hinduismo, y las que lo hagan a través del cuerpo social en orden abrazarán el Islam.
Así, las naturalezas humanas de Kierkegaard, más o menos modificadas —hombre estético:Sólo existe el yo; hombre ético: Hay algo fuera del yo llamado tú; hombre místico: La emergencia del Él, Huwa, Allah, Dios, Brahma, ante el que desaparece el yo y el tú; a las que habría que añadir el hombre político: Soy parte de un nosotros, con el que trascenderé o me embruteceré— encontrarán cada una su religión, su camino propio hacia el centro de la circunferencia, hacia el origen.
Con las limitaciones consustanciales a la divulgación pedagógica y sin ánimo de crear la menor polémica, paso a dar unos apuntes sobre cada una de las religiones mencionadas y algunas otras todavía en liza, a fin de dibujar un somero esquema de la evolución teológica que han sufrido hasta el presente y las posibilidades de futuro que, desde nuestro punto de vista, tienen:
Catolicismo
Es posible que haya podido superar en el inconsciente colectivo la lacra histórica de la Inquisición, no tanto la verdadera edad de tinieblas a que sometió a los habitantes del Medioevo europeo con las dificultades puestas desde la iglesia al pensamiento libre, y en particular, a la investigación científica.
Actualmente convertida en una religión de burgueses, sus ministros son poco mas que administradores de bienes inmuebles llamados “parroquias” y, por tanto, carentes de una verdadera piedad personal y tensión espiritual en la comunicación con sus fieles. Sufre más que ninguna otra religión la llegada del entusiamo evangélico protestante. El colosal esfuerzo teológico de un Teilhard de Chardin —que habría vacunado al Catolicismo del futuro contra el ateísmo que se contagia por amor a la Ciencia y contra la apostasía de los que no encuentran en la iglesia tanta mística como en las religiones orientales— se ha visto refrenado por el retroceso ideológico promovido por Juan Pablo II, incansable predicador y buen estratega de las religiones a pesar de ser un teólogo mediocre.
La Teología de la Liberación, hoy en día, no tiene fuerza para presentarse como ‘Verdadera Iglesia’, ya que incluso los indios más ignorantes saben que estos excepcionales luchadores por la liberación de sus comunidades están solos, mal vistos y peor tratados por su propia jerarquía eclesiástica, y que su noble lucha por una liberación en este mundo, previa a la del Otro, tenderá paso a paso a verse sustituída en el futuro “por la religión natural de la lucha contra la tiranía”, por el Islam.
Respecto al movimiento teológico católico de acercamiento al Islam, es desalentadoramente estéril para los que tratan de promoverlo, por la ‘incomprensible’ indiferencia del Islam. Mucho más fructíferas han sido las ingerencias teológicas católicas en el terreno del Orientalismo puro (Willigis Jaëger, Thomas Merton, Enomiya-Lasalle, De Mello, Kadowaki Kakichi…), logrando —concretamente con el Zen— una síntesis ingeniosa y estable, quizás incluso perpetua si recordamos lo que en circunstancias parecidas hizo, cuando llegó a China, el Budismo con el Taoísmo —con el que se unió en un matrimonio feliz en forma de Zen— o lo que hizo, cuando llegó a Japón, el Budismo con el Shinto, cuyo vástago, el Ryobushinto, es una síntesis absolutamente definitiva.
Evangelismo y/o Protestantismo
Su extraordinaria expansión en los sectores menos atendidos del Catolicismo (gitanos, barriadas marginales, pueblos cercanos a grandes ciudades, etc.) no aporta nada nuevo, ideológicamente hablando, con respecto al precedente católico.
Se sigue trabajando con las ideas de ‘pecado’, ‘mortificación’, ‘expiación’, ‘demonio’, etc., que funcionaban en el Catolicismo más tradicional y que funcionan en la sociedad puritana norteamericana (el movimiento evangélico usa de los procedimientos del marketing norteamericano). El mensaje es fácilmente comprensible, en parte porque tras siglos de Catolicismo resulta familiar y, en parte, porque la principal novedad —la denuncia de una Iglesia por sí misma desprestigiada en los ambientes donde se mueve el Evangelismo— es compartida por la mayor parte de los que reciben dicho mensaje.
De hecho, está haciendo perder miles de fieles a la religión Católica. Como fenómeno sociológico es apasionante, aunque sus anticuadas bases teológicas harán que sufra en un futuro cercano un inevitable efecto soufflé en favor de cualquier otra oferta religiosa.
El Budismo
En sus dos modalidades más influyentes en el mundo occidental —zen y tibetano— está siendo la religión de moda a fines del siglo XX, como lo fuera el Hinduismo en los años sesenta. Si bien ambos tipos de Budismo son, naturalmente, mucho más que eso, tienen cierta dificultad para ser directamente asumidos por la mentalidad occidental. Figuras como Suzuki Daisetsu o el actual Dalai Lama, geniales estrategas de la difusión de esta forma de religiosidad, son claves para la comprensión del asombroso éxito del Budismo en Occidente. Una religión que, pese a no lograr en general, adhesiones integrales y estables, está contribuyendo seriamente a modificar las conductas de un Occidente consumido por el estrés y la violencia en las relaciones humanas.
Su ámbito de expansión es fundamentalmente el Primer Mundo, al que no crítica estructuralmente y al que incluso hace un buen servicio relajando aquellos de sus elementos más próximos a constituirse en desestabilizadores —reajustando aquellas de sus piezas más próximas a saltar, las que no encajan en la maquinaria— y reubicándolas en su papel de consumidores/productores. Su futuro como “religión de la aldea global”, al menos del área central de la misma —porque mientras existan arrabales del Sistema habrá un Islam que trate de dar dignidad a esa vida humana— es incuestionable, como pensaba Einstein, seguramente por su utilidad para el hombre occidental, más en el ámbito de lo terapéutico que de lo religioso.
Hinduismo
Quizá la más difícil de las metafísicas que haya estructurado una sociedad humana y la más ambiciosa aspiración mística del hombre, que confieso desconocer en profundidad (en realidad ¿quién puede saber algo cierto sobre la India, esa explosión extraña de trascendencia en medio de un mundo profundamente humano?).
Es una religión que se vuelve agotadoramente escurridiza para el occidental, aún más que el Budismo, que no es tan complejo de comprender como de vivir. Las teorías que niegan aquello que nuestros sentidos nos muestran como real son admisibles como cualesquiera otras dentro del terreno de las ideas, pero absolutamente invivibles en Occidente.
Se extiende, bien mediante sectas como los Hare Krishna, o bien mediante discípulos de discípulos de sabios, gurús de gurús, que sin control alguno forman sus pequeños círculos humanos de encuentro con el Conocimiento, a veces sólo con el “conocimiento”. Estos últimos podrían considerarse, fuera de su ámbito tradicional, como especies de sectas modestísimas, que, en cualquier caso, no pasan de tener una presencia anecdótica en las sociedades occidentales, afectando sólo a una minoría de la misma y no necesariamente a una élite.
Los integrantes de estos grupos, tras abandonar los esquemas de su propia tradición, y no acabando de entrar en una nueva, tan compleja de asimilar como la hindú, no logran por lo general una coherencia plena en su nuevo mundo de ideas, entremezclando en él: Chamanismo, Cábala, Astrología, Parapsicología, Catarismo, Templarismo, etc., de una forma que dudamos llegue a tener repercusión social significativa. Ni siquiera pensamientos importantes como los de Aurobindo o Madre salen del ámbito de la esoterofilia.
Shintoísmo
Si el Budismo japonés en general —con honrosas excepciones— ha sido calificado por los más cáusticos como “poco más que una extraordinaria empresa nacional de pompas fúnebres”, el Shintoísmo, tras el fracaso japonés en la Segunda Guerra Mundial, podría compararse a un paciente con vida artificial asistida por el Estado.
Del Shintoísmo, una de las más hermosas, quizá por ‘primitiva’, de las religiones que hayan existido alguna vez sobre la superficie del planeta —naturalmente, con anterioridad a su mutación nacionalista— no ha quedado absolutamente nada: nada que vivir, nada en que creer, nada que exportar. Los centenares de sectas de inspiración neoshintoísta, fundadas por visionarias/os y seguidas por amas de casa con más ocio del que pueda soportar una criatura, no logran crear realidades teológicas dignas de mención, aunque —al igual que comentamos del fenómeno evangélico— su difusión y progresivo aumento de poder merecen un estudio sociológico serio.
Judaísmo
Religiosidad menos interesada en la propagación de su pensamiento que en seguir siendo el elemento cohesionador de un pueblo elegido que —quizá por serlo, permítaseme la ironía— posee incalculables sumas del capital que se mueve en el planeta, cuenta con una teología paupérrima y una evolución de la misma que no merece ser tenida en consideración como religión de masas. El Hassidismo no consigue hacerse un nombre entre las ofertas místicas que compiten en la sociedad actual religiosamente inquieta, al contrario que el Sufismo y las otras místicas orientales.
El judaísmo es tan sólo el modo de ser de un pueblo, en concreto, un modo de ser poderoso, más que una espiritualidad que pueda ser difundida por las diferentes culturas.
Islam
Y, por último, según mandan las normas de la modestia, el Islam. La única de las religiones tradicionales de ámbito universal arraigada en el extrarradio de las corrientes de opinión, entre la incivilización y el desconocimiento de todo marketing, y que sufre de una consciente incomprensión promovida por los más afectados respecto a su inflexible condena de la usura —la Banca— y que nutre la lucha por la independencia real de los países del Tercer Mundo respecto de las multinacionales, en especial las de los recursos energéticos.
A diferencia del Cristianismo, que nunca ha dejado de verse como “una religión del hombre blanco”, el Islam es llevado por los propios autóctonos de una tribu a otra, de un pueblo a otro, cumpliéndose así la predicción de sir Richard Burton —el primer traductor de Las mil y una noches— de que “los negros hallarían tarde o temprano en el Islam su religión natural”.
Tanto en África como en Asia se extiende el Islam clamando por el final de la explotación y en pro de la defensa de la dignidad de los países del Tercer Mundo, reivindicación que apenas había sido soñada hasta el impacto, de repercusiones incalculables, de la Revolución Iraní. Su tajante denuncia del Capitalismo le está suponiendo la adhesión masiva de los elementos más decepcionados del Marxismo, aquellos que, a pesar de todo, han decidido no dejar la lucha activa por sus ideales.
Las campañas de descrédito difundidas en Occidente, presentan la idea de un Islam oscurantista, fanático, ignorante, machista y terrorista, aunque inevitablemente una imagen tan acabada de “todo lo malo posible sin mezcla de bien alguno” hace sospechar a muchos que se trate más de una caricatura que de una imagen real con luces y sombras, convirtiéndose a veces en causa de bastantes de los acercamientos al Islam que se producen, principalmente entre los ciudadanos europeos, cuyos escrúpulos de conciencia respecto a los desmanes del Colonialismo no siempre son saciados con la simple participación en Organizaciones No Gubernamentales.
Pese a la turbulencia de los tiempos que se avecinan, en los que el Islam ha expresado abiertamente su oposición al Sistema, aquel seguirá siendo, guste o no, la religión de la lucha —Yihad— por la dignidad del hombre, la religión del cultivo de los sentidos, la religión de la hospitalidad y del gusto por el trato humano, y la religión del amor sexual. Estos cuatro rasgos le auguran buen futuro entre los seres humanos menos separados de la Naturaleza.
Escollos
Con respecto a los ‘escollos’ en los que, a nuestro juicio, embarrancan las principales naves de las religiones, impidiéndoles surcar libremente el mar de una Humanidad necesitada de vivir una fe en lo trascendente, los del Judaísmo son un excesivo ritualismo y neurótico normativismo y la creencia firme en la noción de ‘pueblo escogido’ con la que se relegan ellos mismos al ghetto y se hacen odiosos al resto de los hombres, los cuales no comprenden en qué son inferiores a los judíos; el del Cristianismo es sin duda la ausencia de una comprensión sana de la sexualidad humana; el del Hinduísmo, su complejidad —por no decir incomprensibilidad— metafísica que niega la realidad de lo evidente a los sentidos; el del Budismo, su dificultad de adiestrar físicamente al cómodo mundo civilizado, el único que puede comprenderlo y por el único que muestra interés en su expansión proselitista; y el del Islam, el tema de la mujer. Mientras tanto no se produzcan desde el seno del Islam explicaciones convincentes del papel de la mujer en la sociedad en general y de la islámica en particular, según el Corán, o se difundan las ya dadas desde el Pensamiento Islámico, este punto seguirá siendo su talón de Aquiles.
Según nuestro criterio, uno de los factores decisivos que marcará las posibilidades de futuro de las religiones será el de su posicionamiento teológico en la cuestión de la personalidad —antropomorfidad— de Dios. En esta gran confrontación teológica de la que hemos hablado, el Animismo sucumbió a manos del Politeísmo, el Politeísmo a las del Monoteísmo, el Monoteísmo del Dios terrible a las del Monoteísmo del Dios amable, éste a las del Ateísmo, y el Ateísmo a las de los Panteísmos extremo-orientales.
Estas son las líneas rectoras que van dirigiendo la evolución religiosa de la Humanidad en sus diferentes áreas. En relación con estas tendencias de la psique humana en su comunicación con lo sagrado ¿que papel juegan las principales religiones institucionalizadas?
Marco conceptual
Mientras el Cristianismo y el Judaísmo siguen adscritos a la idea de un Dios personal que está llamado a desaparecer en los siglos venideros de la conciencia humana como los diosecillos del Olimpo ante la llegada del ‘Dios desconocido’ de San Pablo, el Hinduísmo y el Budismo trabajan con la de un Dios cósmico, intelectualmente más seductor pero sin la capacidad de consuelo del Dios-padre o el Dios-amigo, sobre todo para el individualismo occidental.
Sólo el Islam, debido a su compleja realidad teológica —exoterismo y esoterismo— mantiene al mismo tiempo, sin que ninguna Iglesia pueda controlarlo —pues, como se sabe, no hay nada parecido en el Islam— ambas posturas: la existencia del Dios personal que protege y la del Dios que abarca el cosmos entero. Dependiendo del nivel en que se encuentre el fiel, se sitúa a sí mismo en una u otra posición, sin que esto provoque la menor violencia ni disensión interna en la comunidad de Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él.
Conclusión
Para concluir, me gustaría unir mi voz a esas otras tantas que claman, a fines del siglo XX, por un reconocimiento —más que ‘tolerancia’— entre las religiones, por aumentar nuestra capacidad de aprendizaje mutuo, olvidándonos de viejas comezones proselitistas que tanto han incomodado hasta ahora al género humano.
Naturalmente que los reproches entre religiones, en la actualidad, podrán seguirse produciendo y, como en un fuego cruzado, podremos seguir recordando los mártires, los libros quemados, las expulsiones, los autos de fe, las guerras de religión, las destrucciones de los templos, etc, los de unos y los de otros.
Incluso desde una perspectiva menos visceral, más teológica, un budista podría acusar a un musulmán de poseer una ideología violenta y el musulmán al budista de complicidad con la injusticia de un Sistema que no trata de cambiar, lo cual podría hacer extensivo a los cristianos. Un hindú podría acusar a un musulmán de primitivo y el musulmán al hindú de no reconocer la realidad, un cristiano podría acusar a un musulmán de ser licencioso y el musulmán al cristiano de neurótico, un judío a un musulmán de inflexible y el musulmán al judío de alimentar al gran Shaitán —el Capitalismo— etc, etc. Pero probablemente, y ojalá así sea, haya llegado el momento del respeto final, de la Paz de Dios.
Nos gusta comparar la historia humana de las religiones con la historia de los miembros de una misma familia, de una misma casa, hermanos y hermanas, padres e hijos, hermanos mayores y hermanos menores que, por exceso de trato y por inmadurez, están perpetuamente enzarzados en interminables peleas sobre insignificancias, pero que, cuando llega un enemigo común —un vecino terrible y demente que ha logrado prender fuego a la casa— olvidan sus pueriles reproches y se aplican a apagar ese fuego que amenaza con destruirlo todo.
Ese fuego es el Materialismo que ha nutrido el gregoriano siglo que ahora muere. Pero no el inocente materialismo de un Epicuro o un Lucrecio, ni el conmovedor materialismo de un D’Holbach o Helvetius, ni siquiera el escandaloso materialismo de un Nietzsche, no. Se trata de un materialismo real, aquel que no dialoga con ideas sino que materialmente —valga la redundancia— embrutece al género humano, lo aliena y lo encarcela en la prisión de un yo sin posible comunicación con el resto de la Creación ni con lo Trascendente.
NOTAS.
1. Otras citas coránicas sobre el tema, son: “A cada pueblo le ha sido enviado su profeta.” Y: “No hay diferencias entre los profetas.”

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2 Commentsto Breviario de religiones comparadas

  1. yusuf dice:

    me ha gustado este post…ahora algunas ideas

    el problema de comparar religiones, es que muchas de sus deficiencias son producto de las personas que las practican, y no del sistema religioso en si…y la persona que escribe el articulo ( que evidentemente es musulman ), omite estas deficiencias, que observadas y corregidas permiten un mejor desenvolvimiento social…sobre todo en el caso del islam.

    unas notas sobre este tema….

    aunque es cierto que el islam prohibe la usura, tambien es cierto que algunos musulmanes en su afan de ” combatir la banca”, adoptan modelos pro-comunistas….sin percatarse de que como el comunismo es una religion, pero sin Dios, ( si se observa a un comunista, se ve el mismo comportamiento de un fanatico religioso fundamentalista)…cayendo por ello en la negacion de su fe islamica….si solo hubieran estas dos opciones, para un musulman seria mejor pedir prestado a la banca, que ser practicante de una forma de ateismo…en mi opinion los musulmanes deberian dejar de tratar de cambiar a la sociedad occidental, y concentrarse en ser mejores entes sociales, sin desobedecer el coran y la sunna….este es el comportamiento minimo adecuado.

    yo soy musulman y tengo mi cuenta de ahorros en un banco…que me da intereses…que entrego como parte de limosna ( a organizaciones catolicas)….y ya, no tengo por que usar lo que se me entrega por usura, todos contentos, tanto yo como la banca como los que se benefician del zakat….siempre hay una forma de entrar en armonia con el sistema, SIN perder los valores propios.

    El tema de la jihad es otro que debe ser explicado en su justa medida …ningun grupo religioso estara en armonia con personas que, en cualquier momento pudieran proclaman la guerra santa contra su nacion o su fe…lo cual es la creencia general en occidente….

    otro aparte: por ejemplo , no hay forma de que un occidental de “convierta al hinduismo”….se nace dentro de la religion hindu y no hay ningun rito de conversion…un occidental que diga que es hinduista se engaña a si mismo y a otros…lo mas que puede ser es un teorico del mismo.

  2. Dark Crow dice:

    LO traslado a segundo arcano.
    EN estos dias por las materias que tengo estoy encontrando articulos de filosofia perenne bastante interesantes y que entran por distintos motivos ahi.
    Habia otros articulos de religion comparada pero este era de lo mejorcito que habia. Web islam suele ser fuente fiable de informacion.