mayo, 2010

now browsing by month

 

La gente del margen de Orson

[url=http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0038.htm]http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0038.htm[/url]
La gente del margen
Orson Scott Card
Título original: The Folk of the Fringe
Trad. Márgara Auerbach
Col. Nova CF nº 45
Ediciones B, 1992
La gente del margen es uno de esos raros libros de ciencia-ficción que no narran la peligrosa vida de un héroe del futuro o la historia de un gran imperio. Ni siquiera es una historia de un mundo después del holocausto, aunque de hecho éste ha ocurrido (después de ser usados tan sólo seis misiles, como ya explica la publicidad), sino la de su gente, la gente del margen, con sus pequeñas vidas y sus problemas cotidianos, con sus pensamientos y esperanzas. Y está narrado desde el personal punto de vista de Orson Scott Card, mormón practicante, hablando de los mitos y la forma de vida de los Santos del Último Día, con lo que adquiere un sabor muy particular, muchas veces a derrota y a melancolía, y a una voluntad de volver a hacer del mundo un lugar donde se pueda vivir. La situación toma especial relevancia al transcurrir la acción en América, en los alrededores de Salt Lake, en una zona que, después de cambios climáticos y demasiada lluvia, se ha convertido en el Mar Mormón y donde ahora se encuentra sumergido el templo de Moroni, el último de los profetas e historiadores nefitas que una vez resucitado visitó al profeta Joseph Smith para revelarle dónde se encontraban las planchas que componen el Libro de Mormón. Y más teniendo en cuenta que consideran América como una nueva tierra prometida, una tierra que ahora han perdido y que se esfuerzan en conservar.

El libro se compone de varias historias de personajes que aparecen y desaparecen, individuos o grupos que se mueven por las duras tierras del margen, donde cada año los nuevos colonizadores roban unos seis metros más de tierra al desierto para que sus descendientes puedan sembrar en el futuro. Son personajes problemáticos, errantes, con una historia y unos intereses particulares y no en todos los casos altruistas: Deaver Teague, encontrado y bautizado por exploradores después de una traumática experiencia y al cual vemos en distintas épocas de su vida; Carpenter, el profesor paralítico que utiliza un ordenador para hablar a sus alumnos; los miembros del teatro ambulante…

Ahora, todo el mundo depende de la comunidad, ya que el fallo de una persona hace que las plantas cuidadas con tantos trabajos mueran y las lluvias se las lleven. Pero nadie es perfecto, y por eso las historias tratan de los problemas que surgen en las comunidades para evitar la corrupción y el robo y venta de grano en el mercado negro, o de los deseos de conseguir fortunas que no existen, de los teatros ambulantes que recorren los pueblos mormones o de los peligrosos viajes por las ahora nuevamente salvajes tierras americanas. Porque la acción se desarrolla en los alrededores del Mar Mormón, y los núcleos humanos están constituidos principalmente por mormones. Esto puede hacer pensar que se trata de un ejercicio de proselitismo por parte de Card, pero nada más lejos de la realidad. Su mirada es crítica, y en muchas ocasiones pone el dedo en la llaga al hablar de ciertos defectos que considera que podrían observar personas fuera de su religión: comunidades cerradas en sus propios miembros, falta de confianza en los extranjeros, e incluso falta de sentido del humor en los ancianos mormones.

Sin embargo, lo dicho hasta ahora es común para todas las historias del libro, excepto para una, la última. Mientras que las cuatro primeras narraciones están centradas en estas comunidades, y unidas por referencias comunes a los mismos mitos, a los mismos personajes (en especial Deaver Teague), la quinta y última, “América”, es una historia especial viniendo de quien viene, a la vez un rayo de esperanza en el mundo posterior al holocausto y una confirmación de que los “europeos” en general y los mormones en particular han perdido definitivamente la oportunidad de conseguir la tierra prometida, América, a consecuencia de sus actos. Ésta vuelve a manos de los anteriores pobladores y de una religión nueva apoyada en mitos autóctonos, como el nacimiento de un salvador bajo el nombre de Quetzal, la serpiente emplumada, que expulsa lentamente pero con firmeza a la raza un día colonizadora de un territorio que nunca fue suyo. Este cuento se sale, por su ambiente general, de los temas y de la forma en que Card trata los anteriores. Mientras que los demás se engloban claramente en la ciencia-ficción, éste tiende más hacia la fantasía y la alegoría.

La gente del margen es un libro hermoso, en el sentido de que expresa, muchas veces de manera poética aunque todo lo realista que requiere la narración, los sueños y los augurios de futuro de un hombre que lucha por ser imparcial en lo que podría ser la historia de su gente, los mormones, en caso de estar colocados en esa situación. Las referencias a los profetas mormones como Moroni, la imagen del templo sagrado de su religión sumergido por las aguas del lago, la capacidad de sus miembros para reconstruir, dentro de sus posibilidades, una parte de la civilización que alguna vez estuvo presente, son muchas veces conmovedoras, haciendo el libro muy agradable de leer, siempre que seas una de las personas a las que este tipo de libros sin héroes ni malvados pueda interesar.

Josué Insua Ayuso

American Gods

Neil Gaiman
Headline Feature, 2001

[url=http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0149.htm]http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0149.htm[/url]

Compra este libro en

Esperaba con auténticas ganas el nuevo trabajo de Neil Gaiman. He sido un seguidor incondicional del escritor desde su etapa de guionista de cómics, cuando relevó de forma magistral a Alan Moore en Miracleman: The Golden Age, y luego con el archiconocido Sandman, pasando después a su faceta como escritor: un libro de relatos algo irregular y dos novelas, Stardust y Neverwhere, que me habían dejado muy buen sabor de boca y ganas de más.

Su nuevo libro, American Gods, es el relato de una guerra: un conflicto a muerte entre los viejos dioses (dioses de panteones más o menos conocidos como el nórdico o el egipcio, junto a multitud de dioses y héroes de lo más oscuro) y los nuevos: la televisión, la informática, etc.

Dicho conflicto es visto a través de los ojos del protagonista: Shadow, un exconvicto que es reclutado por Odín como chico de los recados en una gira por América en busca de los antiguos dioses, reclutándolos para la inminente batalla. Las bases del conflicto parecen claras: los nuevos dioses mediáticos han desplazado a los antiguos, que no reciben la adoración suficiente (el alimento de los dioses) y deben vivir de las migajas. Así, en lugar de seres poderosos, la mayoría de los dioses con los que Shadow se cruza son personas ancianas, decrépitas, que recuerdan un pasado mejor, un pasado en el que recibían adoración y sacrificios.

Me ha resultado muy curioso que el protagonista, Shadow, tenga como afición los trucos de magia con monedas. Curioso porque, en esencia, eso es este libro. Un juego de manos, y poco más. Gaiman nos presenta un conflicto ridículo (¿acaso es necesario que vengan la TV y la informática para que a Odín se le dejen de hacer sacrificios humanos?), y se escabulle de presentar a los dioses de las religiones vigentes en la actualidad. Uno, mientras está leyendo sobre Odín, Shiva, Horus y demás, no hace más que preguntarse que pensarán Yahvéh o Alá (por ejemplo) sobre todo esto. Es evidente para cualquier lector avezado que meterlos como personajes de la trama hubiera sido complicado, como mínimo; y no sólo en cuanto a aspectos literarios se refiere. Pero siempre existen recursos, que un buen escritor como Gaiman debió usar para, al menos, justificar su ausencia. No es lógico que los viejos dioses se quejen de falta de adoración y digan que toda esa adoración la reciben los nuevos, mientras el lector piensa en iglesias y en mezquitas llenas de feligreses. Debe ser que si no hay sacrificios, no vale.

Por otro lado, a pesar de estos problemas del argumento, es innegable que Gaiman sabe escribir. Los diálogos son muy buenos, hay personajes muy cuidados y, en cuanto a capacidad técnica, el libro deja buen sabor de boca. Intercalados en la trama hay una serie de interludios, dedicados en su mayoría a mostrar cómo los viejos dioses llegaron a América. Dichos interludios pueden leerse como pequeños cuentos independientes, ya que no tienen nada que ver con la trama principal, y son lo mejor de la novela sin discusión. En particular el relato del comercial árabe y el djinn en Nueva York. Delicioso.

Este hecho le hace a uno preguntarse si realmente Gaiman estaba preparado a dar el salto a la literatura general. Sus cuentos cortos son en general muy buenos, pero el sentimiento que me ha provocado esta novela es de decepción. Si no fuera por Neverwhere, pensaría directamente que Gaiman no está preparado aún para argumentos tan extensos. Podría argumentarse que su serie de cómics Sandman es un argumento harto extenso, pero si se considera con cuidado veremos que en realidad se compone de arcos argumentales de unos cinco a ocho números, enlazados entre sí. La estructura de una novela larga es algo más complicado.

Carlos Manuel Pérez

Coraline

Coraline
[url=http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0270.htm]http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0270.htm[/url]
Neil Gaiman
Ilustraciones de Dave McKean
Título original: Coraline
Trad. Raquel Vázquez Ramil
Salamandra, 2003
Explicaba Neil Gaiman en una entrevista: “Recuerdo que cuando era un crío leí algunos libros, escritos por adultos, acerca de la niñez o desde la perspectiva de un niño. Y al leerlos pensaba: ¿Por qué no se acuerdan? No hace tanto que esta gente tenía ocho o diez años, no pueden tener más de cincuenta… Son sólo cuarenta. ¿cómo es que se han olvidado?”

A Neil Gaiman le gusta retarse a sí mismo. No se entiende de otra forma que dejase el confortable colchón que le proporcionaba la historieta, en la que era un autor reconocido y referencial, para apostar por sí mismo como novelista. El caso es que tras American Gods, el Hugo, el Stoker y el Nebula ya podía darse por satisfecho. Pero decidió volver a lanzarle un órdago a su talento. Y ganó. El resultado es Coraline.

Porque Coraline es un libro para niños. Y supera esas reticencias de Gaiman sobre la literatura para niños escrita por adultos que hemos rescatado para arrancar este texto. Gaiman es lo bastante inteligente como para comprender que, aunque tenga toda la imaginación del mundo -y la documentación: es padre de tres hijos-, no puede meterse en la cabeza de una niña y salir airoso del envite. Por lo tanto, opta por narrar el libro en una tercera persona afectuosa pero no demasiado intrusiva con la psicología de su protagonista. De esta forma, ocurre que Gaiman describe las acciones y los sentimientos de Coraline, pero no se atreve nunca a ponerle enunciado a sus pensamientos. Hay una sabia distancia entre el narrador y lo narrado, entre el adulto que escribe y los niños que leen.

Coraline es un libro de terror para niños. Lo que hace más arriesgada la apuesta de Gaiman con su propia pericia. Dice el autor que es la obra, de cuantas ha escrito en cualquier medio, de la que está más orgulloso. Y se entiende en tanto que Coraline es un libro casi perfecto. Casi perfecto porque no sobra ni falta nada, porque tiene las páginas justas que demandan la historia (lo que no ocurría en American Gods, excesiva e hinchada a mi juicio). Casi perfecto porque es muy difícil pretender escribir terror para niños y ser efectivo. Gaiman lo consigue. Y esto no es demasiado sorprendente, porque ya desde Sandman sus historias podían contener elementos terroríficos pero nunca resultaban desagradables, sórdidas. Siempre había una punto de humanidad, aun cuando se estuviese desarrollando una situación espeluznante. Es una de las características de estilo de Gaiman como autor. Coraline es también un libro casi perfecto porque hasta ahora a Gaiman siempre podíamos haberle reprochado no ser un narrador especialmente brillante a nivel estilístico. Pero hasta esa tara es superada en Coraline, que está redactada con una prosa trasparente (y sencillísima: no olvidemos la audencia a la que va dirigido en libro).

Coraline es un libro muy inglés, en cuanto a referencias, personajes y atmósfera. Y funciona, en cierta forma, como reverso tenebroso de Alicia en el País de las Maravillas. Coraline es una niña que pasa encerrada en su nueva casa los últimos días del verano a causa de la lluvia. Sus padres trabajan y no le prestan demasiado atención. La niña recorre la casa curioseando y encuentra a una puerta que la lleva a través de un túnel a una casa, reflejo de la suya, donde están unos padres que no son los suyos pero que se comportan de modo más atento con ella, lo que devendrá en pesadilla. La excusa argumental da a Gaiman la oportunidad de demostrar sus aptitudes para crear un universo irreal regido por una lógica interna fácilmente asumible por el lector. Un mundo de magia en estado puro. Gaiman bebe de fuentes mitológicas inglesas difíciles de rastrear pero reconocibles en otros contemporáneos que han cultivado el género “infantil-siniestro”, como Gorey o Tim Burton. (Incluso no es difícil leer Coraline e imaginarla reproducida en pantalla con la animación que Burton produjo en Pesadilla antes de Navidad).

Que tiemble J.K. Rowling. Neil Gaiman ha llegado a reclamar lo que era suyo. (No es casual, a ese respecto, que la editora en castellano de Coraline sea Salamandra, la misma que la de Harry Potter.) Lo hará presentando como aval este libro que iba a llamarse Caroline y que cambió de título por un error de tecleado que el autor no quiso corregir.

Valentín Vañó

Stardust

Stardust
[url=http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0185.htm]http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0185.htm[/url]
Neil Gaiman
Título original: Stardust
Trad. Ernest Riera
Col. Brainstorming nº 7
Norma Editorial, 2001
Neil Gaiman ha revolucionado el mundo del cómic con su serie Sandman, una potentísima exploración del subconsciente, los mitos y la fantasía que ha generado una gran cantidad de secuelas e imitaciones. En ella, Gaiman ha combinado el aspecto más grotesco del mundo de los superhéroes con una mitología propia que bebe en muchas ocasiones del mundo de los cuentos de hadas y las rimas infantiles. La novela Stardust podría haber sido perfectamente una saga más dentro del universo de Sandman si Gaiman hubiera simplemente incluido una aparición del señor de los sueños o de cualquier otro de las decenas de personajes y secundarios que pueblan su obra maestra. A fin de cuentas, y como dice Rafael Marín, Sandman se sostiene tan bien sin ilustraciones que uno duda si adscribirlo al universo del cómic es clasificarlo correctamente. Sin embargo, Gaiman ha elegido escribir un capítulo aparte, que mantiene, con todo, un aire de familia con la corriente principal de su, perdóneseme la pedantería, obra secuencial (como sucede, en general, con toda su narrativa).

En Stardust encontramos un pueblo, Muro, que hace de límite entre la campiña inglesa y el reino de Faerie. En él vive el joven Tristran Thorn, producto del cruce entre un humano y una elfa que se encontraron en la noche en que, una vez cada siete años, se celebra una feria a la que acuden habitantes de ambos mundos. Una promesa hecha en un momento de pasión a la chica más bonita del lugar llevará a Tristran a atravesar el muro que da nombre al pueblo e internarse en el país de las hadas en busca de una estrella fugaz caída. En su camino encontrará a los seres más extraordinarios, tanto benévolos como maléficos, y progresará en sus aventuras a la manera de los cuentos de hadas, siendo recompensado (o no) por sus buenas acciones según la particularísima lógica de Faerie, y ganando en el proceso conocimientos sobre sí mismo y su especial herencia compartida. Gaiman se atiene estrictamente a las clásicas narraciones infantiles en cuanto a la estructura de la novela, que termina como tiene que terminar cualquier historia sobre muchachos que parten a hacer fama y fortuna (y si el lector no se espera el final, es que desatendió en su momento a Andersen, Perrault y los Grimm). Sólo se aparta de ellas en dos ocasiones: para acentuar la crueldad de ciertas situaciones, algo en lo que Gaiman se complace a menudo, quizá buscando equipararse a las versiones primitivas y sin expurgar de los cuentos de hadas; y para hacer apartes posmodernos, irónicos y autorreflexivos. El conjunto está maravillosamente compensado, la sensación de intemporalidad se combina estupendamente con las rupturas de la norma, y en general esta novela resulta una lectura de lo más deliciosa. Cabe reseñar, en todo caso, que los primeros capítulos, donde asistimos a la descripción de ese lugar entre cotidiano y maravilloso que es Muro, superan a los posteriores, más convencionalmente fantásticos.

La única pega que se le puede poner a esta edición de Norma es que, sencillamente, no tiene comparación con la versión ilustrada de la misma historia publicada previamente. Las magníficas ilustraciones de Charles Vess se complementan tan bien con las palabras de Gaiman que resulta incomprensible que éstas últimas hayan aparecido por separado. No obstante, si no se dispone del Stardust completo de Gaiman y Vess para comparar, se puede disfrutar de esta novela que se lee de un tirón y que sin duda proporcionará mucha diversión al lector.

Luis G. Prado

ULTIMATE IRON MAN, de Orson Scott Card y Andy Kubert

ULTIMATE IRON MAN, de Orson Scott Card y Andy Kubert
Escrito por David Fernández el día 30 Septiembre, 2006 =

[url=http://www.zonanegativa.com/?p=3418]http://www.zonanegativa.com/?p=3418[/url]

Edición original: Ultimate
Iron Man núms. 1 a 5 (marzo de 2005 / febrero de 2006); Marvel Comics.
Edición España: marzo de 2006
Guión: Orson Scott Card.
Dibujo: Andy Kubert.
Entintado: Danny Miki.
Color: Richard Isanove.
Formato: revista de 48 y 64 págs.
Precio: 3 €.

En su inagotable búsqueda de fórmulas que faciliten la comercialización de sus productos, las grandes editoriales han venido siguiendo la tendencia de contratar los servicios de autores de renombre procedentes de medios ajenos al mundo del cómic. La idea, lejos de ser anecdótica, ha llegado al punto de generalizarse, de modo que raro es el mes en que no podemos encontrar en las estanterías de las librerías especializadas y kioscos algún cómic firmado por el novelista, guionista, director, o incluso actor de cine o televisión de turno. A título de ejemplo, cabe citar a los ya “clásicos” (en algunos casos por sus méritos, en otros simplemente por ser veteranos en estas lides) Kevin Smith, Joe Michael Straczynski, o Geoff Johns, totalmente asentados en una industria que los ha recibido con los brazos abiertos. Casos más recientes son los de Joss Whedon (Astonishing X-Men), Reginald Hudlin (Pantera Negra), o Stephen King, cuyo cometido en la plasmación en viñetas de la muy recomendable saga de La Torre Oscura es todavía una incógnita. Visto el panorama, hasta los intérpretes Thomas Jane, Seth Green y Rosario Dawson se han animado a aportar su ¿talento? a la industria comiquera norteamericana. El tiempo dirá si realmente son merecedores de esta oportunidad, pero por lo de pronto e independientemente de los resultados creativos, a la vista está que estamos ante un mecanismo publicitario de indudable rentabilidad, idóneo para captar la atención de los medios generalistas e incrementar de forma considerable el abanico de hipotéticos lectores.

Sea como fuere, de entre los últimos “fichajes mediáticos” destaca sobremanera el de Orson Scott Card como encargado de escribir los guiones de Ultimate Iron Man, miniserie centrada en los orígenes de la versión definitiva del Hombre de Hierro. Pese a que en los últimos tiempos Card ha destacado más por sus polémicas declaraciones de contenido político, moral, ideológico y religioso que por sus obras más recientes, su valía como novelista en el campo de la ciencia-ficción está fuera de toda duda, de modo que tanto su contratación por La Casa de las Ideas, como la elección de Andy Kubert como ilustrador de la miniserie parecían ser todo un acierto.

En las líneas que siguen analizaremos si el resultado final ha estado a la altura de las expectativas levantadas. Pero antes, y como viene siendo tradición en las reseñas sabatinas, nos acercaremos a la biografía y bibliografía de ambos autores:

Orson Scott Card (Richland, Washington, EE.UU.; 1951) es uno de los más destacados escritores de ciencia ficción de las últimas décadas. Sus primeros pasos en el mundo de las letras lo llevaron a interesarse por la poesía y el teatro, hasta que finalmente dio el paso de escribir sus propias novelas de ficción. En 1977, la revista Analog incluyó en su edición de agosto un relato que finalmente se convertiría en la multipremiada novela El Juego de Ender, obra referente de la ciencia-ficción moderna, ganadora de los Premios Hugo y Nébula. Con esta novela daría inicio a toda una saga, integrada por Ender el Xenocida, La Voz de los Muertos e Hijos de la Mente, retomada a finales de la década de los 90 con La Sombra de Ender, La Sombra del Hegemón, Marionetas en la Sombra, y La Sombra del Gigante, donde se relatan los sucesos vividos en las cuatro primeras novelas, desde el punto de vista de Bean, secundario de peso de la primera tetralogía.

Pero la tendencia de Card a narrar historias épicas de forma episódica no se limita a las aventuras de Ender Wiggin, ya que también ha firmado La Saga del Retorno, o Alvin Maker.

En el año 2005, aceptó el ofrecimiento de Joe Quesada de encargarse de sendas miniseries protagonizadas por la versión “Ultimate” de Iron Man, acometiendo el que hasta la fecha es su primer trabajo en el mundo del cómic.

Andy Kubert (Nueva Jersey, EE.UU.; 1962), hijo del mítico Joe Kubert, es junto a su hermano Adam, uno de los más reconocidos dibujantes del género superheróico. Como no podía ser de otra forma, se formó artísticamente en la Joe Kubert School of Cartoon and Graphic Art, y tras completar sus estudios en el Rochester Institute of Technology (especializándose en entintado y maquetismo) afrontó su primer proyecto como profesional con el número 108 de la serie Sword of Conan. Este encargo fue el pistoletazo de salida de una prolífica carrera que en su primera etapa se desarrolló principalmente en DC Comics. Para la “Distinguida Competencia” ilustraría colecciones como: Sgt Rock, Warlord, Action Comics, Doc Savage, Adam Strange o Batman vs. Predator.

Pero no fue hasta su fichaje por Marvel cuando comenzó a gozar de una gran popularidad entre los lectores. Desde un primer momento, la editorial depositó una gran confianza en Andy, encargándole títulos tan emblemáticos como Los Vengadores, Factor-X, Ghost Rider, Punisher’s War Journal, La Patrulla-X, X-Men, Ka-Zar, y Capitán América.
Por si quedaban dudas acerca del importante papel que jugaba este dibujante dentro de los planes de “La Casa de las Ideas”, los últimos años se han caracterizado por su participación en los proyectos más relevantes de la editorial. Así, a Lobezno: Origen, habría que sumarle varios números de Ultimate X-Men, Ultimate Fantastic Four, y dos auténticos best-sellers, ya publicados en España por Panini Cómics: 1602, junto al aclamado guionista Neil Gaiman, y la serie limitada Ultimate Iron Man, escrita por Orson Scott Card, uno de los más reconocidos autores de ciencia-ficción.

En junio de 2005, y tras casi 15 años prestando sus servicios a Marvel, tanto Andy como Adam Kubert firmaron un contrato en exclusiva de 3 años de duración con DC Comics.

SINOPSIS: “Howard Stark tiene todo cuanto un hombre puede desear: dinero, fama y un genio al alcance de muy pocos. Pero su vida dará un vuelco cuando, con motivo del más importante proyecto que gestiona su corporación, contrata a la Dra. Maria Cerrera, reputada bioquímica que terminará por convertirse en la Sra. Stark. Sin embargo, un accidente laboral sufrido por Maria, estando ésta embarazada, marcará el futuro de Tony, su hijo no nato. Abrumado por lo sucedido, Howard se centrará de forma total y absoluta en la recuperación de su mujer, y en el inminente parto, descuidando sus obligaciones para con la empresa que regenta hasta el punto de poner en peligro años de duro trabajo e investigación.”

Cuando Mark Millar y Bryan Hitch acometieron la tarea de dar vida a una versión actualizada de Los Vengadores, mantuvieron gran parte de los rasgos característicos de Iron Man: la posesión de un intelecto brillante, y su condición de millonario, playboy, genio de los negocios y aficionado a la ingesta desmedida de bebidas alcohólicas. Pero, al igual que hicieron con el resto de los Ultimates, dejaron lugar a la imaginación del lector en cuanto a la determinación de si sus motivaciones, orígenes y personalidades coincidían con las versiones clásicas de los personajes.

A este respecto, Card abandona la narración de los hechos acaecidos en el día a día del Universo Ultimate para profundizar en la infancia de Tony Stark, pues no debe dejarse llevar a engaño el lector: el verdadero protagonista de esta miniserie no es Iron Man, sino el primogénito de Howard Stark, de modo que la acción se retrotrae al momento en que éste, enfrascado en un proyecto militar de gran importancia y en un farragoso proceso de separación, conoce a la que se convertirá en su segunda esposa. Partiendo de este punto, Card teje una interesante trama de pasiones y ambiciones encontradas, salpicada por detalles alusivos al espionaje industrial y a la ciencia-ficción, aunque sin incidir en los ya redundantes y cansinos lugares comunes del género superheróico más estereotipado.

Sin embargo, a partir del nacimiento de Tony el desarrollo de la acción es alterado de forma sustancial, pues es en este punto donde Card pisa terreno frecuentado en sus anteriores obras, al cederle todo el protagonismo a un joven, apenas un niño, más que especial. Ésta viene siendo una idea recurrente en la biografía del afamado escritor, no en vano tanto Ender Wiggin, como Alvin “El Hacedor”, por citar los ejemplos más evidentes, comparten con el Tony Stark de esta miniserie cierto predeterminismo: un condicionamiento derivado de estar en posesión de ciertas características que los hacen acreedores de un talento especial, que los convierten en personajes llamados a marcar, de un modo u otro, una época. Líderes naturales de gran madurez y fuerte carácter, forjado a base de padecer y superar adversidades que les han impedido gozar de una infancia normal. Así, con el transcurrir de las páginas, podremos comprender ciertos rasgos del comportamiento del Iron Man adulto, al tiempo que el guionista, de forma meritoria, se esfuerza por buscar explicaciones científicas (o pseudocientíficas, ya que en ocasiones recurre a la ciencia-ficción pura y dura) a los sucesos acontecidos y al comportamiento del protagonista. Todo un despliegue de imaginación y lucidez que arroja inusitadas dosis de originalidad sobre una obra que, sorprendentemente, flaquea precisamente donde a este autor se le supone mayor habilidad: en la articulación de una historia bien estructurada. Y es que el final de esta miniserie es, con diferencia, uno de los más abruptos que recuerdo. Bien es cierto que está confirmada la publicación de una nueva serie limitada de Ultimate Iron Man, con Card de nuevo a los guiones, y nuestro Pasqual Ferry a los lápices, pero ello no justifica el finalizar una historia de un modo tan forzado y anticlimático.
También ha sido insatisfactoria, aunque en menor medida, la caraterización de Loni, ex-mujer de Howard Stark, y su nuevo marido: Zebediah Stane, por momentos meras caricaturas que poco o nada se ajustan al tono y ambiente general del cómic.

Por lo que respecta a Andy Kubert, pese a no rayar a la altura de los que hasta ahora han sido sus mejores trabajos (Lobezno: Origen y 1602), cumple a la perfección con su cometido, haciendo de la claridad y sencillez su mejor virtud, sin por ello renunciar a la confección de unas cuantas páginas realmente espectaculares. Por desgracia, como comentamos con anterioridad, el protagonismo de la versión superheróica del Hombre de Acero es casi nula, de modo que no hemos tenido la oportunidad de disfrutar con Kubert en todo su esplendor, ya que según se desprende de las numerosas viñetas en las que se reflejan elementos tecnológicos, el resultado podría haber sido espectacular (aunque estoy convencido de que Pasqual Ferry no tiene nada que envidiarle al menor de los Kubert: seguro que nos dejará a todos con la boca abierta). Como curiosidad, comentar que en el último número, coincidiendo con su marcha a DC Comics, fue sustituido por un discreto Mark Bagley, lejos de sus mejores momentos en Ultimate Spiderman.

Resumiendo: estamos ante un cómic entretenido, atípico e interesante, que ofrece ideas tan elaboradas como curiosas, líneas argumentales prometedoras y un apartado gráfico más que correcto, pero a mi juicio a un autor de la talla de Orson Scott Card se le puede y debe exigir más, mucho más. Por fortuna, tiene una nueva oportunidad para redimirse. Esperaremos con atención e interés la publicación de la anunciada secuela para comprobar la verdadera valía de este escritor como guionista de cómics, cuyos primeros pasos en campo ajeno han sido firmes, aunque ligeramente arrítmicos.

Un saludo y hasta la semana que viene! (eso espero)

LA CIENCIA FICCIÓN SEGÚN… ORSON SCOTT CARD

[url=http://www.libroandromeda.com/PDF/La_CF_segun_Orson_Scott_Card.pdf]http://www.libroandromeda.com/PDF/La_CF_se…_Scott_Card.pdf[/url]

Por Claudio Landete Anaya
Orson Scott Card fue el invitado de honor en la Hispacón de Mataró,
celebrada en el año 1997. De su estancia entre nosotros quedó un agradable
recuerdo y abundante material escrito. Un verdadero dossier de prensa que a
buen seguro será interesante para el aficionado en caso de estar a su
disposición y que desvela las convicciones y la faceta creativa de este escritor
nacido en Salt Lake City en el año 1951.
A continuación se unifican en un artículo las opiniones vertidas en
diversas entrevistas que concedió a los medios de comunicación durante dicho
evento y la mesa redonda sobre la construcción de Mundos Imaginarios.
En el décimo aniversario, recordamos uno de los hitos más importantes
de aquella convención.
– o – o – o –
Teoría literaria.
Card apunta que los lectores de la literatura convencional esperan que
el libro siga una normas establecidas, mientras que los autores de ciencia
ficción inventan el género sobre la marcha, ya que ninguno puede decirles
como se debe escribir.
La literatura convencional, según él, está muy condicionada por la
opinión del mundo académico desde el año 1925. Scott Card cree que el
lector del género ficticio quiere novedad y, posiblemente, sea una de las
causas por las que los cambios en la literatura corriente se producen cada 50
años, mientras que en el ámbito de la ciencia ficción se dan más
frecuentemente, cada 5 años aproximadamente.
«La mayoría de los escritores se fían de las indicaciones de los
profesores universitarios», explica Scott Card, «pero los autores de CF
tenemos que guiarnos por los aficionados, que no son nada complacientes
sino por lo general muy críticos. Por eso venimos a las convenciones, a ver
qué se ha entendido de lo que queríamos decir.»
El único secreto escondido en la redacción de sus novelas es comenzar
y seguir escribiendo hasta que la obra literaria está finalizada:
2
«Una novela no es diez veces mayor que una historia corta; es sólo dos
veces más grande, pero cuesta más de explicarla. Se necesita más tiempo
para desarrollar los personajes secundarios que en una historia corta, por
falta de tiempo se tienen que dejar de lado.»
Card afirma que la mayor diferencia entre el mercado editorial
estadounidense con respecto al del resto de países es que en EE.UU. el
mercado es tan amplio que los autores pueden permitirse hacer una primera
obra mala. La venden igualmente y pueden vivir hasta que escriben otra.
Respecto a si la ciencia ficción es menospreciada:
«Los académicos y los críticos la ignoran y eso permite a los escritores
de ciencia ficción tener la libertad de poder escoger los propios caminos.»
Además afirma con valentía:
«Hay mejores escritores dentro de la ciencia ficción que fuera.»
Más adelante añade en la misma entrevista:
«La ciencia ficción es un patrimonio norteamericano.»
«Hace demasiados años que este género es exclusivo de los Estados
Unidos y los escritores de los otros países sólo tratan de imitar nuestro
estilo.» Y añade que eso no es nada bueno: «Todo el mundo tiene un futuro,
no sólo los Estados Unidos».
El autor pensaba, en 1997, que la cultura americana estaba en franco
declive.
Construir universos y mundos.
Lo importante a la hora de crear un universo literario, un mundo… ,
según Orson Scott Card no es que sea de verdad, en realidad sólo tenemos
este que conocemos. Lo trascendente es que lo “sientas” como de verdad,
que uno mismo y el resto de la gente lo perciba como verosímil. El contexto
de la historia es una realidad falsa, pero debe presentarse creíble a dos
niveles.
1.- El nivel físico. Cumplir una serie de leyes o parámetros.
2.- Las relaciones personales.
Y, finalmente, la regla más importante: los lectores te perdonan
cualquier posible error de figuración/ambientación si la historia vale
la pena.
3
Tienes que olvidarte de predecir lo que está porvenir. Según este autor,
en cuanto alguien intenta adelantarse a su tiempo y predecir lo que sucederá
en el mundo real, dentro de poco sus libros serán obsoletos. Pone como
ejemplo la serie de Robert A. Heinlein La historia del futuro. ¿Dónde está la
colonia de la Luna? y concluye que ya hemos pasado la época en que tenía
que ocurrir la revolución lunar. Así, entre bromas, aclara que él ambienta sus
historias a 3.000 años o 30.000 años en el futuro.
Estilo intimista y poético.
Cuando se le comenta que sitúa los sentimientos y las emociones
como eje argumental central, Orson Scott Card se ratifica en que no se puede
escribir una historia sin un contenido moral. Aunque matiza que su contenido
reflexivo no es más destacado que en las obras de otros autores. Apunta que
quizás lo que diferencie más sus novelas es que los personajes piensan más
abiertamente sobre cuestiones morales y éticas. Sufren un exceso de
culpabilidad.
Advierte en repetidos medios que todas las historias desprenden una
moral y lo preocupante, precisamente, es que las obras más peligrosas son
las que no tienen consciencia de la ética que difunden.
De hecho es un gran autor de sublimes historias de reconciliaciones y
de héroes memorables. Un alto grado de lirismo caracteriza la producción de
este creativo, presente, sin ir más lejos, en sus relatos relacionados con el
arte, como son: La casa del canto y Sonata sin acompañamiento.
Sus profundas creencias religiosas, es mormón practicante y misionero
de su iglesia en Brasil a principios de los setenta, le impulsan a crear
personajes ficticios y sensibles que luchan para convivir en un futuro de razas
diferentes.
La crítica ha destacado que Card domina como nadie unos temas que
tienen como referente la identidad del individuo y su papel en el seno de la
sociedad.
Cuando le preguntan sobre su personaje más famoso Ender Wiggins,
matiza que a él no le sucede como a Conan Doyle con Sherlock Holmes.
Afirma que quiere a Ender y que además tiene la suerte de disponer de otros
muchos personajes que funcionan igual de bien que Ender, el niño privado de
su infancia e instruido como cadete espacial al que se educa para luchar
contra la raza invasora de los insectores. Ender se ejercitaba en muy difíciles
problemas estratégicos y simulaciones de ordenador, para darse cuenta al
final de la novela que sus deducciones fueron aplicadas de manera real para
destruir a la raza alienígena. De esta forma, se ha convertido,
involuntariamente, en el mayor genocida de la historia.
Razón no le falta a Card, sin ir más lejos, la serie de novelas de fantasía
protagonizadas por Alvin Maker, enmarcadas en un Oeste Americano del siglo
4
XIX, donde la magia sí funciona, ha obtenido casi tantos galardones como la
Saga de Ender.
Personajes memorables.
El individuo no existe hasta que no tenga su lugar propio en un ámbito
mayor. La alegría de la vida es haber encontrado tu sitio y saber que la gente
que te rodea está contenta de saber que estás ahí. Y por contra, la verdadera
tragedia en la vida de un ser humano es no tener la sensación de pertenecer
a un colectivo.
«Cuando crees una trama, has de intentar imaginar muchos conflictos
que hagan que la existencia de los personajes sea difícil. En el fondo los
individuos quieren formar parte significante de la vida de los otros.»
«La forma de introducir esos conflictos es hacer que los personajes no
siempre se comporten de una manera conveniente para el tema de la historia,
complicando las cosas. Permitir que los personajes periféricos destrocen la
trama y le hagan cosas que no se esperaban. De no ser así, la historia se
asemeja a un guión prefijado de antemano. El proceso es que por unos
momentos el creador se convierta en lector, permitiéndose ser sorprendido
por los propios personajes. Actuando de esta forma, es como una cadena, a
su vez se podrá sorprender a terceros lectores.»
Mensajes peligrosos.
La trilogía (original) de Star wars también presenta una cuestión muy
peligrosa, según Card, le preocupa el contenido ético de la película:
«Transmite el mensaje de que funciona más cerrar los ojos y desear
algo que prepararse para conseguirlo.»
Card admite que no le gusta la justificación que se desprende de films
como “La guerra de las galaxias” porque al final se ponen al mismo nivel la
moral del bueno y del malo. Considera que tiene un desenlace que le parece
malévolo con Darth Vader poniéndose a la altura moral de Yoda y de Obi Wan
Kenobi. Piensa que es como si se le dijera al público:
«Puedes destruir todos los planetas y seguirás siendo bueno mientras
no mates a tu hijo.»
5
Ciencia ficción versus fantasía.
«La ciencia ficción y la fantasía son dos tipos de literatura que hablan
de historias que actualmente no son posibles. La diferencia entre las dos es
que la fantasía habla de cosas que nunca serán realizables, mientras que el
mundo de la ciencia ficción puede llegar a ser real.»
Posiblemente sea la mejor definición que ofreció respecto al tándem cffantasía
en esos días, pues en otro contexto definió -creo que con escaso
acierto, sería tema de un debate más amplio, aunque parece ser que quizás
se refería exclusivamente a la escenificación alternativa-:
«La diferencia entre CF y Fantasía la ponen los editores. En la fantasía
hay más árboles, mientras que en la ciencia ficción todo es de metal: eso es
todo.»
Sea como fuere, del análisis de sus conversaciones se llega a la
conclusión que Orson Scott Card casi no diferencia CF y F. Afirma con plena
honestidad que los escritores de ciencia ficción siempre rompen las reglas: las
historias de ciencia ficción son técnicamente historias de fantasía,
porque si las analizamos son imposibles, aún así se violan las reglas.
Todos sabemos que es imposible viajar más rápido que la velocidad de la luz.
También pone el ejemplo de que el tiempo es lineal y va en una única
dirección pero le encanta escribir historias sobre viajes en el tiempo.
También en el nivel de las reglas homogeneiza ambos géneros. Ante
afirmaciones como que las leyes en la fantasía no tienen tanta importancia
como en le ciencia ficción, responde que sí que se requieren leyes en la F, lo
que sucede es que son muy diferentes.
En la fantasía las leyes son mágicas. Pero, por ejemplo, dice que el
autor tiene la obligación de explicar muy al principio de la novela cuáles son
esas leyes y cómo funcionan. Delimitar las reglas del juego. De lo contrario
acontece el caos, cualquier cosa puede pasar. Y si cualquier cosa puede
pasar… ¿qué más da lo que suceda?
«Con Tolkien sabes desde muy pronto cuáles son las leyes que rigen los
anillos.»
Concluye este apartado aconsejando que la fantasía, magia al fin y al
cabo, aún así, debe de requerir algunas leyes naturales. Se ratifica en lo que
explicó antes, el mundo, el contexto narrativo soporte de la acción debe de
sentirse como “real”.
6
Tecnología y humanidad.
Precisamente este fue el tema de la conferencia que dio en Mataró’97.
Creo que las siguientes frases hablan por sí solas:
«La tecnología no afecta tanto a las personas como parece. A pesar de
los cambios tecnológicos, los humanos no hemos cambiado mucho. Nos
acostumbramos fácilmente.»
«Las máquinas sólo nos permiten pecar a mayor escala.»
«No tengo miedo de las máquinas, sino de las personas. Las
metralletas no mataron a nadie en Bosnia hasta que alguien las disparó.»
«Los seres humanos se hacen mal unos a otros. Con la ayuda de la
tecnología y desarrollo que supone, podría ser que fuera más sencillo hacer el
bien o el mal.»
«No tengo esperanza en que la naturaleza humana cambie, sospecho
que la diferencia entre los simios y nosotros es que, tras pecar, ellos no se
sientan a hablar del tema.»
En resumen, Orson Scott Card, apostaba claramente que la naturaleza
de las personas perduraría en el futuro. Posiblemente, lo que sucedería, es
que con las máquinas se podrá pecar a escala más grande y siempre se
necesitaría la redención. No olvidemos que mucha obra del autor gira
alrededor del pecado y del acto de redimirse.
Este autor siempre ha creído en la redención y en el papel exculpador
de Cristo, pero que sólo sería posible ese hecho con el esfuerzo de la persona
y no simplemente cerrando los ojos y pidiéndolo. Nunca ha compartido la idea
de la gracia divina que Dios otorga, con independencia de tus actos.
Una mirada al hombre.
Cuando se le ha preguntado sobre cómo surgió la vocación de escribir
novelas, invariablemente sonríe:
«Lo cierto es que cuando yo era joven hacía teatro, pero la gente me
aplaudía más cuando escribía el guión que cuando actuaba, así que decidí
escoger el camino de la escritura. De hecho todo el mundo termina haciendo
aquello que la gente aplaude y esta es la lección que hacemos servir para
educar a nuestros hijos: les aplaudimos cuando hacen alguna cosa bien y les
reñimos cuando lo hacen mal. Cuando los niños se convierten en adultos,
7
hacen lo que sea preciso para que la gente los aplauda.»
Este literato inició su trayectoria, precisamente, escribiendo historias
cortas. Tanteando el camino. Y estos originales fueron posteriormente los que
se convertirían en sus novelas.
Reconoce en las entrevistas:
«Si me hubieran gustado más los relatos cortos no los habría alargado
más tarde. Hasta diez años después de comenzar a escribir no fui consciente
de que podía escribir historias cortas con tranquilidad.»
Es consciente que la mayoría de sus personajes disfrutan de una vida
religiosa, como sucede en el mundo real. Esa espiritualidad se ha convertido
en una constante en su literatura. Al contrario que otros muchos escritores
conoce a mucha gente religiosa. Es una clara influencia de vivir en comunidad
mormona. Scott Card explica que la mayoría de la gente que conoce no son
intelectuales, sino funcionarios, ecologistas, vendedores… Y puntualiza que
uno de sus mejores amigos es bombero. Concluye esa parte de entrevista con
la siguiente frase que refleja porqué su CF es humanista:
«Cuando he de utilizar personajes, los tomo de la realidad.»
El proceso creativo de Orson Scott Card ha sido saltar de una serie de
novelas a otra, para no aburrirse agotando exhaustivamente una saga
argumental, y escribiendo un libro cada vez.
Aunque se le conoce principalmente por sus obras en el género de la CF
también se mueve en otros campos que no son estrictamente literatura de
anticipación, principalmente destinados a público mormón, por los que es muy
renombrado en su país. Fundamentalmente son ensayos, obras de teatro,
incluso también guiones para dibujos animados.
Final de cuento.
En la fecha que se hicieron estas declaraciones, año 1997, Orson Scott
Card pensaba que la CF había ganado la partida, era época de vacas gordas,
boom editorial, y afirmaba que los lectores de hace una década, serían los
profesores universitarios de hoy y recordarían la CF con estima porque la
habrían leído por voluntad propia, mientras que odiarían la literatura leída por
obligación.
Como ya se afirmó con anterioridad en este artículo, cualquier intento
de anticipar el futuro está condenado al fracaso.
El tiempo termina por desmentirte.
🙂
8
Bibliografía básica.
Un planeta llamado traición (1979).
Maestro cantor (1980).
Esperanza del venado (1983).
El juego de Ender (1985).
La voz de los muertos (1986).
El séptimo hijo (1987).
La gente del margen (1989).
La saga de Worthing (1990).
Mapas en un espejo (1990).
Articulista: Claudio Landete Anaya; Mataró, Barcelona, España.
Material diverso recopilado en el Dossier de prensa Mataró’97 y en el Centro
Documental Mundo Imaginario.
TeoremaZ. www.libroandromeda.com

J.K.Rowling demanda a la Armada de los Estados Unidos por plagio

(Clarín) La autora de la saga literaria de Harry Potter, J.K.Rowling, demandará a la Armada de Estados Unidos, por un supuesto plagio de los personajes de sus libros en un manual de entrenamiento militar.

El periódico inglés The Times informó hoy que los abogados de la escritora escocesa indicaron que el folleto, “Preventive Maintenance Monthly” (puede ver algunas páginas aquí), una publicación de nueve páginas para la instrucción de soldados estadounidenses, “posee imágenes iguales a las del mago Harry Potter”.

En la historieta de la Armada estadounidense, oficiales militares visitan la academia de Mogmarts para aprender tácticas de ataque. Los dibujos en forma de historieta incluyen a un chico con lentes llamado Topper que estudia en la escuela de magia de Mogmarts, en Inglaterra, de la misma forma que Harry.

Neil Blair, abogado de Rowling, confirmó al Times de Londres que la Armada de EE.UU. “está siendo investigada por plagio a Harry Potter”.

“Hemos pasado esta información a la productora Warner Bros y estamos seguros que se comenzará una acción judicial. Como podrán imaginarse, tanto J. K. Rowling como Warner Bros tienen mucho cuidado en proteger sus derechos de autoría y copyright. Estos temas son tomados muy seriamente”, agregó.

La revista “Preventive Maintenance Monthly”, editada en una base militar de Alabama, posee una circulación de unas cien mil copias. Por su parte y tras la noticia, Ken Crunk, editor del manual militar, declaró que los dibujos del folleto “no se parecen a los de Harry Potter”.

“Tenemos mucho cuidado cuando realizamos estos dibujos de no copiarlos de otros porque esto sería ilegal”, afirmó Crunk.

Orson Scott Card: ‘La hipocresía de Rowling es tan espesa que me cuesta respirar’

[url=http://axxon.com.ar/not/186/c-1863006.htm]http://axxon.com.ar/not/186/c-1863006.htm[/url]

El escritor Orson Scott Card, autor de obras maestras como ‘El Juego de Ender”, se ha despachado a gusto en su columna semanal sobre la actitud de la compañera de profesión J. K. Rowling.

La autora de la saga de Potter ha logrado detener este año la publicación de ‘Lexicon”, una enciclopedia creada por un fan sobre los nombres, hechizos y personajes de este mundo mágico.

A pesar de que Steve Vander Ark, el autor de la enciclopedia, afirmó que la había creado por el amor que siente por la obra, Rowling justificó la demanda alegando que ‘sentía que sus palabras habían sido robadas”. Para Scott Card esto ha sido la gota que faltaba, porque ‘diablos, creo que el argumento de El Juego de Ender fue robado por J.K. Rowling” (cuidado, spoilers sobre El Juego de Ender):

Un joven niño creciendo en una familia opresiva descubre de repente que es uno de una clase especial de niños con habilidades especiales, que son educados en una instalación de entrenamiento lejana donde la vida de estudiante está dominada por un intenso juego por equipos que vuelan, en el cual el niño resulta ser un líder de talento excepcional. Se entrena con otros niños en sesiones extraordinarias no autorizadas, lo que enrabia a sus enemigos, que le atacan con la intención de matarlo; pero está protegido por sus brillantes y leales amigos y gana fuerza del amor de algunos familiares. Recibe una orientación especial de un anciano de logros legendarios que anteriormente mantuvo al enemigo a raya. Se convierte en una figura crucial en la lucha contra un enemigo invisible que amenaza a todo el mundo.

Scott Card le reprocha no el hecho de que la obra de Potter pueda tener alguna inspiración en la suya, sino que Rowling proteste y patalee por algo que es inherente a la literatura: las influencias de otros autores. No es malo, si no se niega. Y deja otra puntilla, la demanda que tiene abierta por parte de Nancy K. Stouffer, autora del libro ‘La Leyenda de Rah y los Muggles”, protagonizada por un tal ‘Larry Potter”.

Vander Ark siempre afirmó que ‘Lexicon” era una obra de referencia, no una creación suya, y aquí es cuando le dedica la frase del título, debido a que antes de la publicación de las novelas surgieron compendios similares que fueron aceptados de buen grado por la escritora inglesa, pues servían para publicitar los libros.

Y cierra con la guinda. La misma Rowling ha afirmado en muchas ocasiones que mientras escribía, solía acceder a webs de fans para resolver algunas dudas sobre los propios nombres que ha usado en la saga. El ‘Lexicon” ha estado online durante varios años antes de pasar a papel. Vamos, que la autora se ha beneficiado del esfuerzo de éste y otros fans… ¿no debería haberles demandado entonces?

Desde que escuché acerca de la demanda me pareció que esta mujer había sido pésimamente aconsejada por sus abogados. Orson ha sabido expresarlo a la perfección, y suscribo palabra por palabra lo que dice.

Lovelock

[url=http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0047.htm]http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0047.htm[/url]
Lovelock
Orson Scott Card y Kathryn H. Kidd
Título original: Lovelock
Trad. Rafael Marín
Col. Nova Scott Card nº 6
Ediciones B, 1995
A Orson Scott Card le sienta bien escribir con otros autores. Del talento de un hombre honrado surge una de las escasas colaboraciones sinceras entre dos escritores, uno renombrado y otro desconocido, aparecidas en el mundo de la ciencia-ficción.

Acostumbrados a los excesos y engaños de estafadores del mundillo como Clarke, Farmer y Silverberg, que persisten en el descaro de publicar con su nombre novelas escritas por otros, Card es una auténtico ejemplo de honestidad que, por cierto, ha beneficiado mucho a su reciente narrativa, bastante maltrecha tras series como Alvin Maker o alargados innecesarios como los realizados en últimas entregas de la serie de Ender.

Inmerso, de unos años para acá, en un bache creativo serio, abocado a autoplagiarse y repetir esquemas, Lovelock es un soplo de aire fresco en la digna producción del mormón.

La aguda percepción emocional de la autora Katrhyn Kidd ha dotado a los personajes de esta novela de un delimitado perfil psicológico al que Card no nos tiene demasiado acostumbrados. Los personajes no son tan blandos, tan sensiblotes como otras veces. Son personas de verdad. Desde un punto de vista narrativo, la mezcla de talentos ha resultado extraordinaria.

Lovelock es un mono capuchino genéticamente alterado cuya labor es la de trabajar y servir de mascota, apoyo, cerebro auxiliar y memoria viviente a una célebre científica que se embarca con su familia en el Arca, una nave que parte de la Tierra para colonizar otros mundos.

En esta agradable novela, Lovelock será el narrador de un relato en el que se cuestiona la sociedad, las relaciones familiares, el espíritu humano e incluso el sentido de la vida de una forma profunda y poco común en el universo de la ciencia-ficción.

Deseoso de lograr la independencia y el derecho a vivir como un ser pensante independiente, el mono Lovelock mantiene una doble vida e inicia en sus horas libres lo que bien puede definirse como un proceso de autorrealización, no exento de tropiezos y errores.

La novela brilla sobre todo en el aspecto psicológico de los personajes. La descripción de los integrantes de la familia de la científica, en la que el mono es acogido, es soberbia. Los personajes son vívidos, en su imperfección, casi demasiado reales. El modo en que Lovelock analiza los hechos desde su neutralidad animal, y la forma en que su emotividad consciente se ve desbordada por los acontecimientos, convierten al animal en un ser tan humano como sensible, uno de los más encantadores y complejos personajes de la historia del género. Solo el mérito de crear un ser tan inolvidable es la excusa obligada para recomendar este libro encarecidamente.

Lovelock deja en el lector la huella imborrable de un libro fresco, a la altura de la mejor producción de Card. Además, el cambio de temática y registro supone un giro en la narrativa del norteamericano que despierta nuevas expectativas en cuanto a la valoración de su trayectoria literaria.

Según los editores, Lovelock tendrá cumplidas continuaciones que ya esperamos con verdadera ansiedad. Y si, como parece, se mantienen a la altura del primer libro, tendremos entre manos una de las más originales y renovadoras sagas de la ciencia-ficción moderna.

Parece una torpeza decir algo así refiriéndose a Card, pero Lovelock es toda una revelación.

Eugenio Sánchez Arrate

La voz de los muertos

[url=http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0050.htm]http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0050.htm[/url]
La voz de los muertos
Orson Scott Card
Título original: Speaker for the Dead
Trad. Rafael Marín
Col. Nova CF nº 1
Ediciones B, 1988
La voz de los muertos es el segundo volumen de una de las sagas más importantes de la ciencia-ficción y ha recibido innumerables críticas tanto a favor como en contra. En ella, Card afronta un tour de force de personajes (Novinha y sus hijos) en cuyas complejas relaciones afectivas debe encajar el joven Ender. Y junto a ello y a la raza extraterrestre de los cerdis o “pequeninhos”, el virus de la descolada y toda la parafernalia emotiva que rodea a un xenocida como Ender, nos encontramos con esa nueva “religión” de los Portavoces de los Muertos que sirven como sacerdotes a quienes no creen en ningún dios y sin embargo creen en los valores humanos. Y por si ello fuera poco, aparece Jane, la inteligencia artificial nacida del nexo de ansibles que comunican la galaxia. Se trata de una novela singular, que a mi entender debe ser estudiada desde diferentes perspectivas antes de enjuiciarla globalmente; como continuación de El juego de Ender, como obra independiente y como parte de la serie de Ender.

Como heredera directa de El juego de Ender, novela que transcendió el círculo de la ciencia-ficción y obtuvo gran éxito entre el público general, La voz de los muertos resultó fallida. El escenario, los personajes y el tiempo de la acción habían cambiado radicalmente, al igual que el argumento, pero no fueron sustituidos por otros que llegaran de igual forma al lector. Sólo se conservaron los elementos más ajenos al espíritu original del relato (la evolución de Ender como soldado y eventualmente genocida). Así, los que esperaban una continuación no la hallaron más que en el hecho de que Ender, ya adulto, se encuentra afrontando -entre otras cosas- el problema de recuperar la raza de los insectores. En realidad esta novela iba a ser independiente, pero Orson Scott Card vio la forma de aprovechar un argumento que no despegaba del todo para adaptar a Ender a la situación, según comenta él mismo, con lo que mató dos pájaros de un tiro. La contrapartida es que el éxito arrollador del primer libro se disipó y hubo una desilusión generalizada, especialmente entre los lectores menos asiduos de la ciencia-ficción, que abandonaron la serie. Una lástima, porque el cambio no fue, en términos de calidad literaria e interés, a peor.

Viendo La voz… como obra independiente no se pueden negar sus numerosas virtudes. No es de extrañar que cosechara tanto el Hugo como el Nebula, pues reúne el escenario logrado, los personajes realistas y la especulación inteligente que son denominador común de la mejor ciencia-ficción. De forma hábil y convincente, Card aborda la cuestión del entendimiento entre diferentes especies, siendo ya clásica la distinción entre ramen y varelse para diferenciar las que pueden establecer algún tipo de comunicación y las que no, lo que lleva a plantear varias cuestiones morales. En Lusitania, un planeta extraño, donde la religión es un factor muy a tener en cuenta, el trato de los humanos con los “pequeninhos” les lleva a comprenderse mejor a sí mismos, pero todo tiene un precio, especialmente para quien aniquiló una raza entera. Interesante, coherente, bien resuelta, La voz de los muertos es un clásico que se cuenta entre la mejor producción de este autor.

¿Qué significa este segundo volumen para la serie de Ender? Es el intento de hacer una transición difícil. Del escenario relativamente pequeño del primer libro (el centro de entrenamiento, una especie alienígena de la que se sabe poco o nada) se pasa, tres mil años en el futuro, a todo un planeta, varias razas complejas y un universo en conflicto, además de personajes ya conocidos a los que se suman otros muchos. En este punto Card mantiene todavía el control, que perderá definitivamente en los siguientes títulos, al hincharse el globo argumental por encima de sus posibilidades. Pero en La voz… las variables se mantienen bajo control, de forma que podría haberse aprovechado magníficamente para poner el punto final a la serie. Sin embargo, al querer tan obviamente el autor explicar y matizar sus ideas sobre el enfrentamiento entre seres inteligentes -que pueden parecer excesivamente simples en El juego…-, se perfila ya el futuro de la saga de Ender, una cuesta abajo inevitable de calidad.

En resumen, La voz de los muertos es una gran novela de ciencia-ficción. Irremediablemente asociada a su predecesora, causó bastante decepción en algunos círculos, y sin embargo tanto críticos como aficionados al género la premiaron con efusión. Algunos consideran que es mejor que El juego de Ender, y no seré yo quien les lleve la contraria. Por desgracia, su lectura hace presagiar decepcionantes continuaciones y el estancamiento de una obra, la serie de Ender, que podría haber sido definitiva y se quedó en mediocre.

Miguel J. Francés