febrero, 2009

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NATURALEZA

Duplicado con

Amoy y conocimiento

La Diosa Blanca y la bruja

© Erica Jong

Trad.: Laura Celani
(No. 25, agosto 2001)

El deseo de la Diosa Madre asume muchas formas, y los arquetipos de la bruja buena y mala son sólo dos de ellas. La más famosa evocación de la Diosa Madre en la literatura reciente es probablemente la descripción que hace de ella Robert Graves en La Diosa Blanca. Graves asocia la Diosa Madre a la musa y a la luna, y llega a afirmar que ninguna composición poética es verdadera poesía si no la invoca:

La prueba decisiva de la inspiración de un poeta, podría decirse, es el esmero con el que pinta la Diosa Blanca y la isla sobre la que reina. La razón por la que un poema nos hace poner los pelos de punta, lagrimear los ojos, cerrar la garganta, enchinar la piel y sentir un escalofrío en la espina dorsal es que se trata de un verdadero poema, y un verdadero poema es necesariamente una invocación a la Diosa Blanca o Musa, a la Madre de Todos los Vivientes, al antiguo poder del miedo, y de la sexualidad… la araña hembra, o la abeja reina, cuyo abrazo significa muerte.

¿Quién es la Diosa Blanca de Graves y qué tiene que ver con las brujas? Es “una mujer bellísima, delgada, con nariz aguileña, el rostro de una palidez mortal, los labios rojos como serbas salvajes, los ojos de un azul increíble y largos cabellos rubios; se transformará de repente en cerda, yegua, perra, asna, comadreja, serpiente, lechuza, loba, tigresa, sirena u horrible arpía”.
Nos ocupamos de la Diosa Blanca de Graves porque existen pruebas convincentes del hecho que, sea ella como el moderno arquetipo de la bruja a la Walt Disney (la vieja fea y mala con la nariz y el mentón curvados y cercanos), tengan la misma progenitora divina, la antigua, pagana Diosa Madre, la Reina del Cielo, conocida también con el nombre de Ísis por los egipcios, de Ishtar por los asirios, de Inanna por los sumerios y de Astarte por los fenicios… Posee muchos nombres. Corresponde también a Venus/Afrodita, que era, en los tiempos antiguos, más que una simple diosa del amor, una poderosa creadora de vida y de muerte.
El acreditado libro de Graves que, por admisión del autor mismo, tiene origen en una visión poética, expone esta tesis: que toda la verdadera poesía es en realidad una evocación a la antigua diosa adorada en el Cercano Oriente y en Europa; que su culto sobrevive en el lenguaje de la poesía, aunque sea oficialmente proscrito desde hace siglos; que todos los verdaderos poetas la honoran, conciente o inconcientemente; que el lenguaje mítico usado por los poetas es en realidad lo que queda de su liturgia. Estas son ideas fascinantes y provocativas, que arrojan luz sobre tanta poesía que de otra manera quedaría oscura. Además es interesante notar que la Diosa Blanca de Graves, la bella mujer pálida de labios de serbas salvajes, se acerca a muchas descripciones de la bruja bella.
Una vez que Graves nos la ha descrito, empezamos a detectar su presencia por doquier. Por cierto es ella “La Belle Dame Sans Merci” de Keats, la encantadora que representa el amor, la muerte y la inspiración poética, la moderna encarnación del tríplice aspecto de la diosa.
Si se buscan las huellas de esta diosa en la literatura poética, se hallan invocaciones dirigidas a ella por doquier, de Shakespeare a Spenser, a Donne, a John Clare, a Coleridge, a Keats, a Yeats y otros. Dice Graves que la presencia de la diosa se reconoce no sólo por su aparición en un poema, sino también por sus manifestaciones invisibles.

…por ejemplo, cuando las lechuzas gritan, la luna navega entre las nubes huidizas, los árboles ondean lentamente, todos juntos, sobre una cascada fragorosa, y se oye un lejano ladrido de perros; o cuando el sonido de las campanas en el aire gélido anuncia al improviso el nacimiento del Año Nuevo.

Todos los poetas saben que algunos lugares, los brezales, los bosques, el mar, son más que otros fuente de inspiración, y esto pasa porque están habitados por la diosa, mientras que ha sido ya desterrada de ciudades y autopistas, o, más probablemente, se fue por su propia iniciativa.
La teoría de Graves es innegablemente sugestiva; mas es verdadera en sentido poético, no literal. Graves, que seguramente no es feminista (a pesar de su apasionada fidelidad a la musa) se sirve otra vez de su teoría, en La Diosa Blanca, para racionalizar la relativa escasez de poetisas en la historia de la literatura. Puesto que él concibe la relación entre la musa y el poeta en sentido sexual, y puesto que su imaginación no llega a concebir mujeres que hagan el amor con otras mujeres, no logra hipotizar mas que rivalidad, entre la poetisa y la musa. Una teoría no sólo ingenua, sino también cómoda. La musa puede ser muchas cosas para la poetisa: madre, amante, doppelgänger. Frecuentemente, cuando la poetisa se dirige a su musa, se dirige al lado hechiceresco de su propia alma… a la diosa de la muerte y de la destrucción que está dentro de ella. “Como ella”, de Anne Sexton, es perfecto ejemplo de lo que hemos apenas dicho.
Descubriremos muchos otros puntos de contacto entre diosa y bruja, bruja y poetisa, siguiendo en la lectura. Por el momento, de todos modos, para analizar la relación poeta-musa y la relación poetisa-musa, intentaremos establecer con qué frecuencia, en los poemas escritos por mujeres, la poetisa se identifica con la bruja, la arpía, el principio de la destrucción. El poeta varón manifiesta este principio con “La Belle Dame Sans Merci”. La muerte está afuera, en vez que dentro de la conciencia. La muerte es la tentadora, la seductora, la musa. Para la poetisa, la muerte está frecuentemente dentro de la conciencia, se identifica frecuentemente dentro de la creatividad poética… un arte peligroso para las mujeres. Puede ser que las mujeres, en una cultura patriarcal que les provee poquísimas imágenes positivas de ellas mismas, poquísimas imágenes positivas de la feminidad, hayan terminado con identificar su propia creatividad (la cosa que las diferencia de las otras personas, de las otras mujeres) con la destructividad. Frecuentemente, en realidad, han realizado su misma profecía de destrucción suicidándose. Se han matado en la esperanza de poner fin a su trágica diversidad. Mas, desgraciadamente, haciendo así no han matado a esta diversidad, mas sólo a los poemas que habrían podido escribir. Es ésta la primera de muchas conjeturas provocativas acerca de las mujeres reveladas por el estudio de la bruja. Creo que se pueda tranquilamente decir que, empezando a comprender la figura de la bruja en el mito, en la poesía y en la religión, hemos dado un paso importante hacia la comrpensión de la situación de las mujeres en la sociedad patriarcal y de las extrañas adaptaciones psicológicas que han sido obligadas a hacer… en la vida, en la religión y en el arte.

Tras Los Pasos De La Diosa

Robert Graves

Por César Fuentes Rodríguez

Todos los santos la vilipendian, y todos los hombres sobrios
que se rigen por el justo medio del dios Apolo,
despreciando a los cuales navegué para buscarla
en lejanas regiones, donde era más probable hallar a aquélla
a la que deseaba conocer más que todas las cosas,
la hermana del espejismo y del eco.
“La Diosa Blanca” (1948)

No pocos conocieron a Robert Graves gracias a la serie de trece capítulos producida por la BBC en 1975 y titulada “Yo, Claudio”, con la participación de grandes actores del teatro inglés como Derek Jacobi (en el papel de Claudio), Sian Phillips, John Hurt (la primera víctima de “Alien, El Octavo Pasajero”), o Patrick Stewart (el capitán Picard de la nueva generación de Star Trek). Hoy es ya una leyenda, no sólo por las brillantes interpretaciones y la más que adecuada puesta del director Herbert Wise, sino principalmente por la extraordinaria novela histórica en que se basó y dio a conocer al gran público de todo el globo.
En efecto, “Yo, Claudio” (y su continuación, “Claudio El Dios Y Su Esposa Mesalina”) narra la visión del cojo, tartamudo y enfermo vástago de la familia real que haciéndose pasar por idiota llegó por casualidad a Emperador en la Roma del siglo I. Como testigo privilegiado, relata las intrigas palaciegas, los entretelones, la miseria y la locura del mayor Imperio de la Tierra, y la trama de sexo, poder y asesinatos no tiene nada que envidiarle a los modernos culebrones televisivos a la manera de Los Soprano o Falcon Crest.
Muchos descubrieron a través del libro y la serie la riqueza inusual de este escritor que se destacó también como poeta y ensayista. En cambio, no todo el mundo está al tanto de que Robert Graves, nacido en Wimbledon e hijo de un reconocido poeta irlandés, vivió gran parte de su vida en Mallorca, donde él mismo ubicaba las míticas Islas de Las Hespérides hacia las que Hércules se dirigió para recoger las manzanas de oro. Sólo que, como nos describe en esa curiosa mezcla entre novela y ensayo mitográfico que es “El Vellocino De Oro”, las tales manzanas eran en realidad doradas naranjas, y las ninfas, soberanas y sacerdotisas de las civilizaciones matriarcales del Mediterráneo anteriores a los tiempos en que los pueblos del norte bajaron con armas de bronce y hierro a imponer sus dioses masculinos.
Esta información no es ociosa. La crítica afirma que puede enfocarse la vida y la obra de Graves a la luz de la búsqueda de un ideal poético anterior a nuestros postulados clásicos del arte y la literatura. Su tesis apuntaba a que la poesía era un lenguaje mágico vinculado con ceremonias populares en honor de la Diosa Luna, Madre Tierra, Dadora De Vida (o algún otro de sus mil nombres), y que ese lenguaje fue corrompido por los invasores patriarcales. Luego vinieron los filósofos griegos, los cuales abominaron de los mitos y la magia porque no eran compatibles con su racionalismo a ultranza, y bajo su influencia se incubó una poesía de naturaleza eminentemente lógica, con el dios Apolo como patrono, que ha predominado desde entonces en las escuelas y universidades de Occidente. Graves llega a acusar a Sócrates de “homosexualidad intelectual”, pues al volverle la espalda a los mitos poéticos a través de la filosofía, la volvía también a la Diosa que los inspiraba y que exigía que el hombre rindiese a la mujer su homenaje espiritual y sexual en todo acto creativo; el intelecto masculino tratando de hacerse autosuficiente comportaría así un extravío deshonroso y estéril.
Esta teoría aparece en todo su esplendor y complejidad con un libro titulado “La Diosa Blanca”, escrito entre 1920 y 1935, mezcla de ensayo mitográfico y compendio poético-antropológico. Los primitivos dependían de La Tierra para todas sus cosas: alimento, protección, abrigo… tanto así que la identificaban con la vida misma. Habían notado que toda la vida era creada a partir de los cuerpos de las hembras (tanto mujeres como animales), de modo que encontraron natural la idea de que existiera una Todopoderosa Creadora Femenina. Ésta fue desde tiempos remotos representada en sus tres facetas emblemáticas: como doncella, como matrona y como anciana. Y las hembras eran cabezas de sus sociedades, mientras que los hombres cumplían ciclos rituales como consortes o reyezuelos y eran sacrificados (más o menos simbólicamente) al término del año solar, pues como el Sol morían para renovarse a la manera del mito egipcio de Osiris e Isis. La Diosa es para el poeta no sólo patrona, sino ama y señora que rige su inspiración y su acción, y Graves decía que el verdadero bardo era aquel que se entregaba en cuerpo y alma, las veinticuatro horas del día, a adorarla, de manera insobornable. Hasta qué punto el propio autor creía en esta teoría y cuál fue el efecto real que tuvo en su trabajo y en su vida, son las dos grandes preguntas que definen los modernos estudios sobre Robert Graves.

“La Diosa Blanca” se inscribe en la tradición de antropología antirracional de grandes autores como Joseph Campbell y James Frazer; trata de explicar los mitos (de una sorprendente variedad de mitologías) a la luz de las relaciones entre los antiguos clanes y sus tótems o personificaciones animales. Puede resultar un tratado excesivamente farragoso para el lector no especializado, pero ocurre que este compendio de religiones comparadas parece haberse convertido en la clave para estudiar y entender una gran mayoría de los trabajos posteriores de Robert Graves y representó sin dudas el punto de inflexión en su carrera como poeta y escritor. Así, su monumental diccionario titulado “Los Mitos Griegos”, donde alterna el relato del mito con la correspondiente elucidación de su propia cosecha, y las novelas “El Vellocino De Oro” y “Siete Días En Nueva Creta”, que están inspirados directamente en esos postulados. Incluso el volumen de “Los Mitos Hebreos”, escrito en colaboración con Raphael Patai, apunta a detectar los indicios de una antigua cultura matriarcal en los textos bíblicos y no bíblicos del judaísmo.

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Provenía el autor de “Yo, Claudio” de una familia conservadora de clase alta, que todavía creía ciegamente en la consigna de “por el rey y el país”, de patriotismo exacerbado y rígida moral victoriana. El joven estudiante de letras clásicas marchó al frente con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Fue herido, dejado por muerto y reportado erróneamente como caído en acción. De la guerra no reflejó ni conservó imágenes de virilidad y gloria, sino de terror y locura; a pesar de ello, cuando fue apartado del servicio, la culpa por dejar solos a sus compañeros y subalternos le hizo rogar e insistir para volver al frente. Más tarde se interpuso para evitarle la corte marcial a un camarada que denunció la ruindad de aquella guerra en un panfleto.
Por cierto que su biografía abunda en sucesos llamativos, tanto así que algunos de ellos inspiraron sendas novelas y versiones cinematográficas. Abandonó a su dominante esposa y a sus hijos para liarse con una poetisa no menos dominante y, para colmo, inestable; es de rigor en el recuento de sus andanzas el incidente al mejor estilo “Atracción Fatal” en el cual su amante Laura Riding se arrojó desde la ventana de un cuarto piso y se rompió en tres partes el hueso de la cadera. Sobrevivió, y Graves también para seducir a otras mujeres, en las cuales creyó ver a aquella “Diosa Blanca” de los orígenes matriarcales que tanto admiraba. Bajo la forma carnal, podía hallarla en cualquier mujer que tuviese el carácter y los atributos para ser la Musa de un poeta, y en efecto él, ante todo poeta, se declaraba Adorador de la Diosa. Esto no se reflejaba necesariamente en sus relaciones sentimentales, como a menudo señalan sus biógrafos; su actitud no era sumisa ni arrebatada, sino más bien desconcertante. Todo indica que no se trataba de un adorador fetichista a la manera de Swinburne, sino que su devoción hacia las mujeres era, en todo caso, de tipo intelectual.
Por de pronto, aquel primer desprendimiento familiar representó también una ruptura con toda su vida anterior (incluido el traslado a Mallorca y el repudio al modelo británico de vida) y generó la autobiografía titulada elocuentemente “Adios A Todo Aquello”, que le valió su primera fama literaria, aunque también lo enemistó con mucha gente.

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“¿Cuál es la utilidad o la función de la poesía en la actualidad” es una pregunta no menos difícil porque la hagan desafiantemente tantas personas estúpidas o la respondan apologéticamente tantas personas tontas. La función de la poesía es la invocación religiosa de la Musa; su utilidad es la experiencia de exaltación y de horror mezclados que su presencia excita. ¿Pero “en la actualidad”? La función y la utilidad siguen siendo las mismas; sólo la aplicación ha cambiado. Ésta era en un tiempo una advertencia al hombre de que debía mantenerse en armonía con la familia de criaturas vivientes entre las cuales había nacido, mediante la obediencia a los deseos del ama de casa; ahora es un recordatorio de que no ha tenido en cuenta la advertencia, ha trastornado la casa con sus caprichosos experimentos en la filosofía, la ciencia y la industria, y ha traído la ruina a sí mismo y a su familia. La “actual” es una civilización en la que son deshonrados los principales emblemas de la poesía. […] En la que la Luna es menospreciada como un apagado satélite de la Tierra y la mujer considerada como “personal auxiliar del Estado”. En que el dinero puede comprar casi todo menos la verdad y a casi todos menos al poeta poseído por la verdad.
(La Diosa Blanca)

Robert Graves se consideraba, ante todo, poeta, y declaraba que el propósito de su oficio novelístico era apenas ganarse la vida. Parece increíble porque, de su vastísima producción (estamos hablando de unas 140 obras que se expanden en varias disciplinas de intereses literalmente inabarcables), son sus novelas históricas las piezas más vívidas en el espíritu de sus lectores, y es como prosista que la inmensa mayoría de ellos lo conocen.
De modo que la pregunta sería, “¿cómo se manifiesta la Diosa en su novelística?”. Resulta lógico suponer que una teoría capital para él y de semejante peso debería manifestarse más o menos obsesivamente en todos sus trabajos. Nos haríamos entonces el siguiente interrogante: ¿está retratada la mujer o la problemática de la mujer en sus novelas de una forma peculiar? Es decir,¿ podemos ir un paso más allá de la aplicación de un supuesto ideal poético y enfocarnos en las criaturas literarias que salieron de su pluma para investigar el grado de penetración de esas ideas? Para este fin tendríamos que dejar atrás su producción anterior a la elaboración de “La Diosa Blanca”, por más que en ella puedan encontrarse los gérmenes aislados de esta concepción.
El caso es que, a simple vista, las mujeres que nos muestra Graves rara vez se comportan como diosas o musas, y su narrativa no explora con frecuencia la tensión sexual o la guerra de los sexos. A menudo nos presenta pequeñas heroínas que se desenvuelven de manera cautelosa en un mundo de hombres, sin romper tabúes, acomodándose a las situaciones al tiempo que las modifican sutilmente. Hay excepciones, desde luego.
Algunos consideran el mundo de la Roma augusta con sus intrigas, grandezas y flaquezas confeccionado en “Yo, Claudio” (1934) y su continuación “Claudio El Dios Y Su Esposa Mesalina” como uno de los relatos más perfectos que se hayan escrito en el siglo XX sobre la Antigüedad Clásica. La figura de Livia, segunda esposa de Augusto, se extiende como un cáncer en las sombras de toda intriga durante la primera parte, mientras que en la segunda es Mesalina, una engañadora infinitamente más torpe y lasciva, la que concentra el papel femenino. Rasgos capitales de la Diosa pueden adivinarse en ambas, y también en los demás personajes femeninos, pero la estampa de Livia en particular es capaz de inspirarnos una especie de terror y exaltación muy similar a la que Graves mencionaba en el párrafo transcripto arriba. No son sólo sus actos abominables, sino los ojos y oídos que tiene en todas partes, el dominio absoluto de la realidad de su familia y del Imperio, y también su tono, aristocrático como se espera de una reina, pero ante todo despiadado, como corresponde a una diosa. Su propósito está guiado por dos consignas claras: despejar el camino de la sucesión para su hijo Tiberio y desvanecer el que ella considera sueño absurdo de que Roma vuelva a convertirse en una república, para lo cual no duda en manipular, engañar y envenenar a todo el que le estorbe, pertenezca o no a su casa. De hecho, Livia nunca muestra el más mínimo remordimiento, salvo cuando ya es tan anciana que accede a ver a su nieto Claudio para pedirle un favor muy especial. Entonces no muestra arrepentimiento alguno, sólo el temor a la otra vida; y ¿cuál es el único deseo y la obsesión de Livia?: ¡convertirse en diosa! En efecto, su nieto la deificará por decreto cuando llegue a Emperador.

“El Conde Belisario” (1938), que narra las aventuras del formidable general del decadente Imperio, también aborda tema romano, y aquí es la emperatriz Teodora la que ejerce el poder sutil y controlador que se muestra como contrapartida de la honorable frontalidad del protagonista. Como una especie de tercero en discordia, y un magnífico ejemplo de lo que arriba señala el autor con respecto al hombre que “ha trastornado la casa con sus caprichosos experimentos”, aparece el Emperador Justiniano, inepto, celoso, injusto y la perfecta antítesis de Belisario, su némesis, una especie de hermano oscuro (el Seth de la alegoría de Isis y Osiris) que también tiene mucho peso en la visión mítica de Graves.
En “La Esposa De Mr. Milton” (1943), la perspectiva cambia dramáticamente poniendo en cuadro el sojuzgamiento de una mujer. El autor resalta la tiranía masculina con una amarga descripción del matrimonio del maduro poeta puritano John Milton (el autor de “El Paraíso Perdido”) y una adolescente de dieciséis años llamada Marie Powell, cuyos padres acceden a casar para saldar una deuda y él luego humilla hasta niveles insospechados. Muchos sostienen que la imagen mezquina e insufrible que presenta Graves de John Milton obedece a odios personales hacia un viejo rival (el nuevo esposo de su ex amante Laura Riding), retratado aquí indirectamente. Pero los motivos que aduce el propio autor para haber escogido este conflicto como núcleo de otra de sus novelas históricas, resultan bien diferentes:
Tuve la repentina inspiración de que lo sabía todo acerca de Milton y su esposa, con la que estaba viviendo cuando escribió acerca del divorcio. Históricamente sé poco y tendré que reunir todos los libros relevantes. […] El pelo era la obsesión de Milton, y estaba ligado estrechamente con su complejo de Sansón. (de “In Broken Images: Selected Letters of Robert Graves 1914-1946” -la presente carta es de noviembre de 1941-)
El complejo o síndrome de Sansón se manifiesta en los varones que temen ser convertidos en peleles por una hembra, también en los que se sienten atraídos por una mujer que saben que les hará daño (real o imaginario) y en aquellos que buscan que los maltraten y terminan ellos mismos abusando y maltratando a su pareja como forma de reafirmar una supuesta autoridad perdida. En la novela, Milton decide casarse con Marie Powell en parte “por la gloria de su pelo”, tan abundante que representa para él la perfecta femineidad, y en parte porque cree que sólo la castidad del matrimonio beneficiará sus dotes como gran poeta épico. Su arrogancia provoca tantos malentendidos y desencuentros que las relaciones carnales no llegan a consumarse, Marie es enviada con sus padres y él clama por el divorcio. Tres años después, sabiendo que Milton planea casarse de nuevo, ella se presenta de rodillas y descorre su capucha para mostrarle “la gloria de su pelo”. El matrimonio finalmente se consuma, aunque Milton es demasiado egoísta como para notar que su oficio de amante no le proporciona a su esposa ningún placer, a pesar de que ella tiene tres hijos de él antes de morir en el parto en 1651. La figura de Milton está trabajada por Graves no ya con desprecio, sino con denodada antipatía. Es sabido que detestaba al poeta puritano, y que veía en “El Paraíso Perdido”, su obra cumbre, una traición a su obra más temprana, ya que para el autor de “Yo, Claudio” representaba lo opuesto a su ideal de poesía como relación entre el poeta y su Musa.
“La Hija De Homero” (1955) puede resultar una novela engañosa. Desde el título uno supone establecido el tema mítico, el despliegue epopéyico, y una presencia femenina reveladora. Sin embargo… Es bastante obvio cuáles fueron los atractivos que encontró Graves para escribirla y también su sello personal en el tratamiento de las leyendas homéricas (como siempre, algunas de sus afirmaciones eruditas rayan el esoterismo), pero a diferencia de “El Vellocino De Oro”, no parece tratarse de una trasposición directa de sus conclusiones acerca de la Diosa Blanca. El autor se inspiró en una teoría decimonónica que sostenía que “La Odisea” (en todo o en parte) no era obra de Homero sino de una princesa siciliana que, además, se había retratado a sí misma en el personaje de Nausícaa. A diferencia de “La Ilíada”, cuya homogeneidad hace presumir la creación de una sola mano o cuando menos el origen de una misma tradición, “La Odisea” en efecto muestra tres cantos iniciales casi divorciados -aun en estilo- del resto. El periplo de Telémaco se contrapone al largo y accidentado exilio de su padre, y éste es contado en el recuerdo del propio Odiseo hallándose refugiado en la corte de los feacios, de los que su salvadora Nausícaa es princesa casadera. Como si las aventuras del caudillo itacense estuviesen contenidas por un marco narrativo. Ahora bien, Robert Graves construye la novela a partir de un personaje de ficción que adapta las toscas peripecias de Odiseo (cantadas en algún punto por un bardo de nombre Femio) a su propia experiencia y en el contrapunto entre ambas realidades se desarrolla la gracia narrativa y la sustancia del relato. Por ejemplo, Femio dice que Penélope, la esposa de Odiseo, vivía en amores promiscuos y escandalosos con no menos de cincuenta de sus propios súbditos y “cada uno esperaba que lo llamasen a su lecho, sentados todos en círculo, como los perros cuando una perra está en celo”. La protagonista de la novela también está asediada por pretendientes, éstos tanto más indeseables, así que en la transformación final de los eventos para el poema épico la doncella hace lugar a la vacilación: “A la vez que alteraba la saga de ‘El Regreso de Odiseo’ para hacer que mis pretendientes elimanos pasaran como amantes de Penélope, tuve que protegerme contra el escándalo. ¿Y si alguien reconocía la historia y suponía que yo, Nausícaa, la irreprochable, había hecho el papel de ramera promiscua en ausencia de mi padre? Por lo tanto, según mi poema, Penélope tiene que haberse mantenido fiel a Odiseo durante esos veinte años”. Difícilmente encontremos aquí otros indicios de la personalidad de la Diosa, puesto que la propia Nausícaa está retratada como una doncella demasiado prudente, demasiado casta, demasiado seria, y su principal rasgo activo es el de una audacia que en todo momento parece superior a sus fuerzas.
Desde luego, uno no espera toparse con revelaciones insólitas (en cuanto a manifestaciones femeninas emanadas de un pathos religioso) en las dinámicas aventuras de “El Sargento Lamb Del Noveno” durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, más próximas a las experiencias de Graves en el cuerpo de fusileros de la Primera Guerra. Tampoco en la policial “Colgaron A Mi Pobre Billy”. Sí acaso en “Rey Jesús” (novela basada en otra de las excéntricas teorías de Graves, la de que Cristo era legítimo heredero al trono de Israel), aunque deberíamos hilar muy fino más allá de la declaración de que Jehovah era un hijo de la Triple Diosa.
En cambio, “Las Islas De La Imprudencia” (1949) nos depara la duda. El libro trata sobre una poco conocida expedición marítima española que zarpa con la intención de colonizar tierras en Australia y los Mares Del Sur en las postrimerías del siglo XVI y en cuyo transcurso se descubrieron las islas Marquesas y las Salomón del Sur. El dato de interés lo aporta el hecho de que cuando el comandante Álvaro de Mendaña perece, su joven viuda, doña Ysabel Barreto, asume el mando absoluto de la flotilla y que Graves describe como “episodio único en la historia naval moderna”. Si bien esto ocurre en los últimos capítulos de la novela, el personaje se presenta como una mezcla neurótica entre mano de hierro y corazón frágil, a la manera de las heroínas románticas. Fuera de eso, no hay otro indicio.

A mí, por lo menos, me resultó sorprendente llegar a estas conclusiones. Se trata de un tema interesante para profundizar, y con este fin recomiendo la bibliografía.

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Robert Graves falleció el 7 de noviembre de 1985, luego de una larga decadencia de sus facultades físicas y mentales devenida por enfermedad. Está enterrado en Deià, Mallorca, donde vivió desde el comienzo de su retiro (con el intervalo de la Guerra Civil) y donde lo visitaron asiduamente decenas de aspirantes a poetas y admiradores de una obra siempre fascinante. Su tumba es una simple lápida con la inscripción “Robert Graves, Poeta, 1895-1985”.

Bibliografía de consulta:
Robert Graves and the White Goddess, por Richard Perceval Graves
Robert Graves, A Life On The Edge, por Miranda Seymour
Graves and the Goddess, por Ian Firla (editor)
New Perspectives On Robert Graves, por Patrick J. Quinn (editor)

Robert Graves

Robert Graves

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(Gran Bretaña, 1895-1985)
Poeta, novelista y erudito inglés. Nació en Londres y estudió en la universidad de Oxford. Graves, que se consideraba más que nada poeta, escribió una poesía vigorosa, ingeniosa y, a veces, intelectual. Su primer libro de poesía, Hadas y fusileros (1917), narra sus experiencias en la I Guerra Mundial. Al principio de su carrera fue considerado como un poeta moderno (grupo que a comienzos del siglo XX en el mundo anglonorteamericano escribía una poesía lírica convencional dentro de un estilo posromántico), pero conforme avanzaba su carrera evitó identificarse con cualquier escuela o poeta y escribió de un modo intenso, claro y ordenado. Publicó varias ediciones de versos, entre los que se encuentran Poemas completos (1959, 1975). Sus poesías amorosas en las que combina la pasión con el cinismo, el amor con el erotismo, y lo personal con lo universal son muy conocidos. En 1968, en colaboración con el poeta sufi Omar Ali-Shah, editaron Los Rubaiyat originales de Omar Khayyam. Como prosista escribió una amplia colección de libros, desde Adiós a todo eso (1929, revisado 1957), una memoria militar satírica, hasta ficciones históricas como Yo, Claudio y Claudio el dios (ambos en 1934), Rey Jesús (1946) y La hija de Homero (1955). Sus investigaciones mitológicas sobre El vellocino de oro (1944) le llevaron a escribir otros libros de ensayo como La diosa blanca (1947) y Mitos y leyendas griegas (1968). En La diosa blanca, Graves busca el origen de la que denominó -la Gran diosa de muchos nombres- a través de la poesía galesa y el simbolismo arbóreo, la mitología griega y los cultos mistéricos, y las religiones del antiguo Egipto e Israel. Graves ejerció varias cátedras universitarias y a partir de 1929 vivió en la isla española de Mallorca, dónde murió en 1985. © eMe

Textos:
Canción: Sólo ayer, de Poemas completos
La diosa blanca (fragmento)
Risco y ola, de Poemas completos
Yo, Claudio (fragmento)

Las cuatro verdades nobles y el noble camino octuple.

Las cuatro verdades nobles y el noble camino octuple.
Tradicionalmente el Noble Camino Octuple se corresponde con la cuarta de las nobles verdades señaladas por el Buda Shakyamuni en su deseo de comunicar cual había sido su experiencia de despertar.
La vida contiene sufrimiento “La verdad del sufrimiento” primera verdad noble. Esta afirmación no niega en absoluto lo bueno y gozoso de la vida pero señala con contundencia que nacer en el reino humano lleva implícito sufrimiento.
Este sufrimiento tiene causa “La verdad de la causa del sufrimiento” segunda verdad. Siendo esta causa básicamente el deseo neurótico. Esto significa que llevados por la ignorancia rechazamos fuertemente cualquier experiencia de insatisfacción, dolor, contrariedad etc. y buscamos de forma neurótica experimentar tan solo aquello que queremos experimentar.
Todo lo que tiene una causa tiene un cese “La verdad del cese del sufrimiento”. Tercera verdad noble. Este es el estado de ser que realizo el Buda y que tradicionalmente es conocido como “ILUMINACIÖN.
Habiendo una causa, hay “un camino que aparta del sufrimiento”. La cuarta noble verdad. Este camino puede formularse de muchas maneras una de ellas, reconocida y practicada por budistas de todas las épocas y de todas las distintas escuelas se corresponde con una enseñanza atribuida al propio Buda Shakyamuni “El Noble Camino Octuple”.

Todo lo que en este escrito encontréis de bueno, cierto y bello es debido a la experiencia de Iluminación del Buda Shakyamuni y a sus enseñanzas, así como al modo tan sabio y adecuado con que Bhante Sangharakshita ha sabido exponer y dar relevancia, a esta enseñanza milenaria, para las personas de hoy en día. Nada hubiera escrito yo sin la sabia influencia de mi maestro Sangharakshita. Del mismo modo si encontráis errores o inexactitudes es debido a mi torpeza y espero me disculpéis, ya que me guía el deseo de ser útil.

El Noble Sendero Octuple
Seria bueno comenzar por interpretar el sentido de este camino, no como un camino que recorremos dejando atrás etapa tras etapa y llegando finalmente, tal y como partimos si acaso un poco mas viejos, a alguna meta en donde recogeremos los frutos o recompensas del esfuerzo.
Mas bien hemos de tomar esta enseñanza como el mito del viaje, en donde el viajero parte con la intención de llegar a cierto puerto, podríamos decir Itaca, y es con la experiencia del viaje mismo que nos trasformamos y enriquecemos y al llegar no es necesario obtener ningún premio. La isla hacia la que partimos fue la excusa, pero fue realizando el viaje que comprendimos, cambiamos, abrimos el corazón y la mente y la trasformación experimentada es la verdadera meta.

Usaré como base para esta exposición la forma en que Sangharakshita ha traducido y explorado la enseñanza y que podéis encontrar en castellano bajo el titulo “Budismo para principiantes y maestros”.

Dice Sangharakshita, así lo he leído, que este camino tiene dos partes: La primera es de Visión y se corresponde con la primera de las ocho etapas, la segunda es de transformación y abarca las otras siete etapas restantes.

Las ocho etapas de la liberación
1º Etapa: La Visión Perfecta.-
Esta primera etapa y primera parte del camino tiene que ver con intuición espiritual. Al referirnos a ella como visión estamos marcando que se trata de una experiencia y no de un mero acercamiento intelectual.
Es a través de esta visión, de esta intuición o experiencia sobre como son las cosas que comenzamos o decidimos comenzar el viaje.
Sin esta intuición inicial nada ocurriría y es en la medida que esta experiencia es mas o menos fuerte y penetrante que permea todo nuestro ser, transformando la emoción, el habla y cada una de las cosas que nos configuran como seres; hasta que finalmente emergemos renovados y con una conciencia luminosa, compasiva y libre. Entonces la visión de la existencia es perfecta, completa, sin tacha.

La intuición inicial transforma, en alguna medida, las distintas partes de nuestro ser, esta trasformación hace que la visión sea mas clara y profunda y esto aumenta la transformación………

Vemos pues que el camino espiritual no es un mero camino de buenas intenciones, o un mero ejercicio de seguir reglas y disciplinas, ni consiste en adoptar creencias. Sino que parte de un vislumbre que nos da impulso.
Este vislumbre puede surgir de muchas maneras, tal vez un acontecimiento triste y doloroso como la perdida de un ser querido; tal vez al encontrar alguna enseñanza que especialmente nos impacta y aclara nuestra mente; puede que sea la madurez que la vida nos va proporcionando o una dedicación profunda de nuestro tiempo y de nuestra vida al altruismo; tal vez el cansancio de ver tanta belleza y energía dilapidada en pos de nada.
El Buda tuvo un vislumbre inicial que le llevó a dejar sus palacios, su comodidad y su poder para emprender una búsqueda profunda que respondiera a las preguntas que su vislumbre habían suscitado.

El vivía cómodo y en la abundancia pero empezó a ver la enfermedad, la vejez, la inevitable muerte ¿Todos estamos sujetos a esto? Se preguntó. De qué sirve pues rodearme de seguridad y embriagarme de placer, no habrá una respuesta para esta aflicción, no habrá más luz que esta penumbra que nos envuelve. Y si yo sujeto como estoy a lo insatisfactorio, a lo impermanente a lo insustancial buscara lo satisfactorio, lo permanente, lo verdadero.
Tras varios años de búsqueda su intuición inicial iluminó toda su conciencia.
Su experiencia de iluminación le reveló que cada ser humano podía a su vez intuir, trasformarse, iluminarse, pero también se dio cuenta de lo difícil que esto era y tomó la decisión de señalar el camino. Pero siempre lo dejó muy claro: Él solo podía señalar el camino, no salvarnos, cada ser debía emprender su viaje, realizar la visión, permitir que la visión permeara todo el ser y de este viaje una nueva conciencia surgiría.

El Buda señaló el camino de muchas maneras: enseñó métodos para el desarrollo de la conciencia humana, usó conceptos para acercarnos la visión de la existencia que Él había realizado, usó metáforas, mitos, símbolos y por supuesto dejó su ejemplo.
Miraremos algunas de sus enseñanzas para abrir nuestra visión, pero mientras leéis, recordad que es necesario que nosotros mismos tengamos una intuición, cierta experiencia, cierta visión. No basta con comprender intelectualmente lo que leemos, aunque es cierto que una apertura de nuestro intelecto también puede ser un vislumbre que trasforme nuestro ser.

Un acercamiento a través de los símbolos: La rueda, el Buda y el camino.

La rueda de la vida:
Este símbolo muestra la vida, que podríamos llamar ordinaria, funcionando como lo hace una rueda: gira y gira. Es cierto que las cosas pueden ir bien y estar arriba, pero no es menos cierto que la propia naturaleza de la rueda y su continuo girar nos llevara a caer hacia las profundidades.
En el eje de la rueda hay representados tres animales un cerdo, un gallo y una víbora. Nuestra ceguera sobre la existencia (el cerdo que tiene las orejas cubriendo sus ojos y el morro clavado en su comida, es decir no ve más allá de sus narices) nos impone dos actitudes que son dos caras de la misma moneda. Avidez (el gallo picoteando sin tregua) ciegamente creemos que si conseguimos esto, o aquello o aquello otro, entonces todo estará bien. Y el Odio (representado por la víbora) ¡Si esto desapareciera, si esta persona cambiara! ¡No puedo soportar que me pase esto! etc.
Este gran símbolo nos está diciendo que no es en la vida mundana en donde podremos satisfacer las necesidades de nuestro corazón o espíritu y que es impulsados por nuestra ceguera, por nuestros deseos neuróticos y por nuestros rechazos u odios que damos lugar a un nivel de existencia que solo gira y gira en donde nos sentimos atrapados.

El Buda:
El Buda sentado en la posición del loto, bajo un hermoso árbol. El Buda que irradia luz, que tiene una expresión de profunda serenidad y que dibuja en sus labios una sutil sonrisa
Este símbolo también puede aparecer de forma más esotérica y compleja como el Mandala de los cinco Budas que muestra con sorprendente despliegue de simbología, belleza, amplitud y profundidad la dimensión de la mente iluminada. Lo importante es que está simbolizando nuestro potencial, lo importante es que hay algo en este ser de profunda serenidad que conecta con algo en nosotros. Desde luego este algo que intuyes en tu interior no tiene mucho que ver con el anterior símbolo de girar y girar. Aquí hay algo profundo, espiral, luminoso, limpio.

El camino:
El símbolo del camino de desarrollo espiritual que nos lleva desde la rueda al Buda.
La visión perfecta es ante todo, una visión de nuestro estado real actual de encadenamiento a la existencia mundana, tal y como queda representada en la rueda de la vida. Luego está la visión de nuestro potencial de iluminación representado por el Buda. Finalmente, está la visión del camino que lleva de uno a otro, una visión de todo el curso futuro de la evolución de un ser humano (Sangharakshita).

Un acercamiento conceptual.
Las tres características de la existencia mundana.

1 Insatisfactoria en lo último. 2 Sujeta a impermanencia o cambio. 3 desprovista de identidad sustancial propia.

(1) La existencia mundana es insatisfactoria:
La vida ordinaria con sus múltiples ofertas de placer, abundancia, riqueza, lujo, deseos satisfechos, éxito, poder etc. Encierra siempre un tipo de dolor o insatisfacción por sutil que esta sea ¿Acaso aún no te has dado cuenta? Seguro que sí, sino, no estarías leyendo esto.

(2) La existencia mundana está sujeta a la impermanencia:
Nada permanece igual, instante tras instante todo cambia. Todo es un continuo fluir. Ciegos a esta verdad, la rechazamos y nos aferramos a las cosas, a las personas, a los afectos; impidiendo que la vida transcurra. Atados al pasado, ensoñando el futuro nunca presentes en la realidad cambiante del ahora. Este es un aspecto muy importante de la visión perfecta: si no abrimos los ojos a esta verdad de la vida no podremos abrir los ojos a nada.

(3) La existencia mundana esta desprovista de identidad sustancial propia:
Este es un aspecto de la visión difícil y profundo en palabras de Sangharakshita: En ningún lugar de la existencia mundana, ni tampoco en nosotros mismos como seres condicionados, podemos encontrar un verdadero ser, una verdadera individualidad, o una realidad de algún tipo.

Otros aspectos importantes de la visión del Buda que el mismo enseñó y que pueden arrojar luz sobre nuestra visión de la existencia son:

Las cuatro nobles verdades que ya expuse al principio de este escrito y el concepto de Karma y renacimiento del que por razones de espacio no diré nada.

2º Etapa La emoción perfecta.-
Solo cuando lo que sabemos o lo que intuimos respecto a la verdad de las cosas, penetra en nuestro yo emocional podemos pensar en transformación. Para alguien cuya visión de la existencia se ha abierto totalmente (un Buda) la transformación también es perfecta, eliminando todo rastro de deseo neurótico, de odio y crueldad; mientras que por otro lado despliega amor, compasión, alegría por la felicidad ajena, profunda tranquilidad y generosidad sin límite.
Para nosotros, que seguiremos este camino como un camino de entrenamiento y que probablemente nuestra visión es apenas un vislumbre, esta etapa representa el intento de bajar al corazón aquello que sabemos mentalmente, asunto este nada sencillo.
Los mismos aspectos que he descrito respecto de la emoción perfecta son en los que tenemos que entrenarnos.
Generosidad (Dana): Se dice que esta es la cualidad básica de un budista, este sentimiento de querer dar y compartir es una buena señal de que el apego y el deseo hasta cierto punto han disminuido. En los textos budistas esta cualidad de generosidad está muy desarrollada y se especifican diferentes tipos de ella.
(1º) Dar cosas materiales.
(2º) Dar tiempo, energía y atención.
(3º) Dar conocimiento, cultura, saber.
(4º) Dar, o, mejor decir, infundir valor.
(5º) Darnos a nosotros mismos.
(6º) Dar el Dharma (También podríamos decir transmitir las herramientas que ayudan a un ser humano a desarrollarse y mejorar)
Amor (Metta): Podemos hablar de amor o podemos ampliar el vocablo y pensar en emoción positiva y creativa (en vez de reactiva). Entonces tendremos dos cosas: una que dejamos de ser victimas de las circunstancias y de nuestras reacciones habituales, y dos, que tendremos un efecto sosegador en las agitadas aguas del mundo.
En Budismo no dejamos la emoción de amor y bondad para que surja sola sino que la cultivamos y este tipo de práctica es una herramienta de transformación espiritual en si misma. Existe una practica de meditación para este fin “Metta Bhavana”.
Compasión (Karuna): Compasión no es un sentimiento de lastima por la desgracia ajena. La compasión es, en lo que el amor se convierte cuando está frente al sufrimiento. Pero no solo ante el sufrimiento que nos conmueve, un niño con hambre por ejemplo, sino también el sufrimiento de una mente ofuscada por la ira. Cuando vemos alguien que no está en paz, que está acosado por la envidia o los celos, que sufre de cólera o ignorancia en vez de, a nuestra vez, odiarlo o menos- preciarlo o desearle mal alguno; el amor, que hay en nuestro corazón se torna compasión. Si hay compasión en nosotros todas las demás cualidades espirituales irán surgiendo.
Alegría empática (Mudita): Es la alegría que sentimos por la felicidad de los demás. En esta vida todos nosotros buscamos la felicidad, muchas veces pienso que si de verdad pudiera ser feliz con los éxitos y alegrías de otros mi fuente de felicidad no se agotaría nunca.
Tranquilidad (Upeka): A veces se habla de ecuanimidad, es importante saber que no es equidistancia, tampoco es un estado “De que te dejen en paz” sino que es un estado positivo y lleno de vitalidad
En el que se va suavizando nuestro sentido egoísta y nuestras preferencias, quedando mucho mas abiertos, dichosos y en paz ya sea frente a lo mío, yo, propio y familiar, frente a lo que no conozco, incluso frente a lo hostil, quedamos tranquilos, en paz, ecuánimes.

Hay varias preguntas que son claves dentro de esta etapa de la emoción perfecta: Desde que comencé con mi camino espiritual ¿He dejado alguna cosa atrás? ¿He podido abandonar alguna cosa o hábito? ¿Soy un poco más amistoso y tranquilo? ¿Ha mejorado al menos un poco mi estado de ánimo? ¿Hay en mis actos menos crueldad?
De no ser así, seria mejor detenernos y aplicarnos un poco mas, para que las teorías, que tanto nos gustan, tengan su efecto en nuestro corazón y seria bueno empezar a tomar estas prácticas de” generosidad, metta, karuna y mudita” como parte integral del desarrollo de nuestra mente.

3º Etapa: El Habla perfecta.-

Ah! El habla esa maravilla que usamos de forma tan tonta.
En los textos budistas el habla perfecta se describe como un habla que es: verdadera, afectuosa, útil, que fomenta la concordia la armonía y la unión.
Si trabajamos con nuestra habla o comunicación pronto nos daremos cuenta que nos lleva directamente a trabajar con:
Atención consciente y claridad mental: sin el desarrollo de esto es imposible acercarnos a un habla veraz, pues ¿que sabremos de lo que es cierto o no?
Autoconocimiento: Si no nos conocemos aunque solo sea un poco ¿cómo vamos a saber qué es lo que nos mueve? y si no sabemos nada de nosotros mismos ¿qué sabremos acerca de nada?
Con nuestros sentimientos: preferencias y prejuicios.
Con proyecciones: Diría mejor con proyección e introyección.
Con nuestros hábitos y los hábitos sociales: el habla superficial, el habla crítica, el cotilleo, la murmuración.
El cultivo de un habla veraz y positiva nos abre todas las puertas hacia dentro y hacia fuera; a veces pienso que bastaría trabajar en este aspecto del sendero y profundizando en él poco a poco cubriríamos todas las otras etapas.
Me doy cuenta que hay tanta energía atrapada en nuestra habla y que el habla puede condicionar de forma creativa o de forma negativa la conciencia.
“Os contare un cuento que puede servir de guía: Un discípulo se acerca a su maestro y le dice.
– Maestro, ¿sabes lo que dicen de ti?
-Un momento dice el maestro. ¿Ya has pasado por las tres puertas lo que vas a contarme?
-¿Por las tres puertas? Responde el joven. No, ni siquiera sé qué son las tres puertas.
– El maestro continúa.
-¿Estás seguro de lo que vas a decirme es la verdad?
-Bueno no, yo he oído….
-Pues esta es la primera puerta.
-¿Lo que vas a decirme es bueno?
-No, no, en realidad es un tanto desagradable.
-Esta es la segunda puerta.
-¿Lo que vas a decirme es útil para alguien?
-No de hecho….Balbucea confundido el discípulo.
-Esta es la tercera puerta.
-Y dime: Si lo que vas a decirme no sabes si es verdad, no es bueno y no es útil ¿Por qué quieres contármelo, no seria mejor olvidarlo para siempre?”.

4º Etapa: La Acción perfecta.-
¿Qué es lo que hace que las acciones sean correctas o no? ¿Existe algún criterio Universal?
La cuestión de cómo actuar de la mejor manera, de cual debe ser el criterio, o el principio orientativo de nuestra acción, surge de forma inevitable.
Según la tradición budista lo que hace que una acción hecha a voluntad sea ética o no es el estado de mente con el que se realiza. Si nuestro estado de mente está basado en
Odio: entendiendo como odio, tanto el odio mismo, como estados mentales negativos tales como enfado, rabia, frustración, resentimiento, etc.
Avidez: Entendiendo como avidez no solo la avaricia sino también estados de deseo neurótico, ansiedad, descontento con todo, envidia…
Ignorancia: Desde luego esta ignorancia no esta referida a la ignorancia digamos académica o a la falta de conocimiento intelectual, sino mas bien al no querer saber cómo son las cosas, al meter la cabeza debajo del ala, al egoísmo separador, a la ignorancia espiritual.
Si nuestras acciones están basadas de algún modo en estos estados entonces son, tal y como dice el Dharma – TORPES -.
Por el contrario si el estado de mente que sustenta nuestros actos están basados en:
Metta: Es decir en estados mentales creativos, amables, bondadosos y claros.
Generosidad: Tener en cuenta a otros (Que no significa no tenerte en cuenta a ti), ser desprendido, tranquilo con las posesiones, y dispuesto a dar y darte.
Sabiduría: Que en ultimo termino es igual a la iluminación pero que para nosotros tiene que ver con no ofuscación, con cierta apertura mental, con perspectiva amplia, con claridad de mente en vez de confusión etc.
Entonces nuestros actos son HABILES o creativos, o sabios.
Es muy interesante que en la tradición Budista no se utilicen los términos bueno y malo que denotan moral. Sino los términos Kusala (Hábil) y Akusala (Torpe) que indican Sabiduría o ausencia de esta; reseñando así que la ética dentro del budismo está mas relacionada con la inteligencia y la compresión de la existencia que con la moralina.
La ética que son las leyes que gobiernan los actos humanos hechos a voluntad (Y que no necesita de ningún legislador que la aplique, ya que se aplica sola como cualquier otra ley natural) no nos viene dada desde el poder de un ser superior (Dios) ni como un fin en si misma, ni con el propósito de recibir algún premio.
Es una herramienta para el desarrollo humano y un filtro de nuestras energías, motivaciones, estados de mente, relación con los demás etc. que actúa como purificador o refinería convirtiendo nuestro ser en mas claro, ligero, limpio, y delicado.
Un Buda por el hecho de que es libre, sabio, de bondad infalible y con toda su energía disponible nunca haría ciertas cosas:
· Dañar seres sintientes.
· Tomar lo que no le es dado
· Tener una practica sexual que cause dolor
· Hablar sin veracidad y sin amabilidad.
· Intoxicar, de cualquier modo, su mente.
Nosotros en nuestro intento de seguir desarrollándonos como seres humanos seguimos estos principios como principios de entrenamientos y no como reglas. Al hacerlo así, ejercitamos la mente y purificamos nuestro corazón y ambas cosas son transformadoras.
Pero no solo es una actitud de dejar de hacer esto o aquello también es una respuesta más creativa y lúcida ante la vida y así nos entrenamos desarrollando
· Acciones de amor y bondad.
· Generosidad sin límite.
· Tranquilidad, sencillez y contentamiento.
· Comunicación veraz y positiva.
· Conciencia clara y lúcida.

5º Etapa: Subsistencia perfecta.-
Al Buda le interesaba el mundo, era un hombre de su tiempo y nunca volvió la espalda a lo que pasaba en su sociedad.
En términos de política su sociedad tenía una estructura bastante simple, no era tan compleja como la de hoy en día, por eso no dijo mucho. Pero habló de los temas mas relevantes para el mundo en que vivía: El sistema de casta: Nadie es un noble por razón de su cuna si no por sus actos. Discutió también los aspecto filosóficos en boga, tales como la existencia de una alma (dentro de cada ser) que no estaba sujeta al cambio, y la creencia de un principio o un dios creador.
También habló y bastante de algo que atañía y aun hoy atañe a todo el mundo: la subsistencia.
Yo creo que para el budista actual, respecto a la organización social la mejor opción es la democracia, la separación de estado e institución religiosa, una libertad que permita que cada individuo tenga sus propias creencias religiosas, una educación publica laica que respete esta pluralidad de creencias, una sociedad diversa en lo cultural, preocupada por un desarrollo sostenible y ecología.
Aunque aparentemente el Buda nada dijo de esto me parece a mí que en su enseñanza sobre todo “La co-producción condicionada” y en su desarrollo de la subsistencia perfecta nos da pista suficiente, y ni que decir en sus enseñanzas completa.
Alguien que sigue un camino de desarrollo espiritual debería abstenerse de ganarse la vida de ciertas maneras:
· Traficando con personas o animales.
· La matanza y crianza de animales para el consumo.
· La venta o fabricación de armas.
· La venta o fabricación de drogas y venenos.
· La farándula.
· Ganarse la vida prediciendo el futuro

Para las personas de hoy en día esto implicaría además tomar conciencia sobre donde invertimos nuestro dinero, tal vez tu no estés trabajando en la fabricación de armas pero tu banco si que invierta en esto, tal vez la marca de deportivas que tanto te gustan practiquen, para abaratar costes, un cierto tipo de esclavismo. No basta con no trabajar tu mismo en algo que te degrade o degrade a otros o al planeta, también es importante tener conciencia de nuestra posible colaboración pasiva y tratar de paliarla.
Otro aspecto igual de importante está relacionado con cual central, absorbente y estresante es nuestra dedicación a este asunto de ganarnos la vida.
También aquí cabrían unas reflexiones o preguntas ¿Tu trabajo te desgasta tanto que ya no puedes hacer nada mas salvo ver televisión? ¿Tienes tiempo para la cultura? ¿Y el altruismo? ¿Dónde han quedado tus sueños de juventud?

6º Etapa: El esfuerzo perfecto.-
En demasiadas ocasiones cuando pensamos en esfuerzo, lo relacionamos con un tipo de actitud que hemos de adoptar para poder hacer aquello que no queremos. Esta asociación y otras similares nos llevan a tener una relación desagradable con el esfuerzo.
En el contexto del noble camino octuple el vocablo que se utiliza es vyama (sánscrito) y su significado estricto es ejercicio físico y está muy relacionado con la gimnasia.
Según las reflexiones de Sangharakshita: la connotación de esta palabra nos indica que la vida espiritual es una vida activa, incluso dinámica, pero esto no significa que uno tenga que estar haciendo cosas constantemente o ir deprisa de aquí para allá; significa que uno debe estar mental, espiritualmente, incluso estéticamente activo.
La vida espiritual no consiste en estar cómodamente tendido en el sofá leyendo la vida, esfuerzos y austeridades de Milarepa y pensando ¡que estupendo! El Budismo es un camino que requiere esfuerzo y vigor espiritual sea cual sea la edad que tengamos o el estado del cuerpo.
Este esfuerzo al que estamos refiriéndonos tiene dos aspectos: uno general que tiene que ver con el esfuerzo que hemos de realizar en cada una de las etapas y otro especifico.
El esfuerzo perfecto especifico, es decir esta sexta etapa del camino consiste en una serie de cuatro ejercicios:
1º Prevenir
2º Erradicar
3º Desarrollar
4º Mantener

(1º) Prevenir el surgimiento de estados mentales torpes.
Como ya vimos, en el budismo, torpe (Akusala) está relacionado con un estado de mente en donde predomina el deseo egoísta, odios o enfados y la confusión el aturdimiento o la ignorancia.
En este ejercicio de prevenir, hemos de darnos cuenta que no se trata de nada especialmente filosófico sino más bien de algo muy práctico. Estamos todo el tiempo en contacto con las cosas, los otros y la vida y este contacto lo establecemos a través de los sentidos. Vemos algo agradable y lo deseamos, o vemos algo que nos incomoda y nos enfadamos, el recuerdo de cosas del pasado nos puede poner tristes o iracundos. Vemos, oímos, sentimos a través de la piel, gustamos, olemos, pensamos y antes de que nos demos cuenta podemos estar enredados en miedos, enfados y deseos irracionales.
De tal modo que para realizar este ejercicio hemos de poner un “guardián a la puerta de los sentidos”.
Dicho de otra manera hemos de ejercitar nuestra atención consciente en relación con los objetos de los sentidos y con la mente inferior. Hemos de darnos cuenta de lo que vemos, oímos, pensamos etc. y el efecto que esto tiene en nuestros estados mentales y hemos de intentar darnos cuenta antes de que estos estados estén ya instalados en nosotros.

(2º) Erradicar los estados mentales torpes que ya tenemos.
Podríamos decir que cualquier cosa que nos impide tener una mente lúcida y serena la podríamos clasificar dentro de esta lista de 5 obstáculos: Deseo; Odio/rechazo; Ansiedad/Desasosiego; Pereza/Letargo; Duda/indecisión.
Imagina, por ejemplo que estás tranquilamente sentado en tu casa reflexionando, incluso puede que estés meditando, entonces comienza un fuerte ruido sobre ti, una vez mas los vecinos de arriba tienen la música muy alta y se dedican a mover muebles de un lado a otro. Desde luego no es agradable y tú comienzas a enfadarte, recuerdas todas las noches que no te dejaron dormir bien y las veces que has subido a hablar con ellos sin que nada cambie y cada vez te enfadas mas, haciendo que te sea imposible seguir con tu reflexión. Probablemente este enfado traiga a tu mente otras muchas causas de enojo en tu vida. ¿Cuál es el verdadero obstáculo para tu tranquilidad? ¿El ruido? yo diría que no, el ruido es desagradable pero es tu sentimiento de enfado es el que te impide relajarte y seguir meditando.

· El Obstáculo del deseo: Con frecuencia queremos mas cosas de las que realmente necesitamos, tal vez las usemos para paliar carencias emocionales. De cualquier forma, al actuar así el deseo se vuelve un tanto neurótico y además terminamos ciegos a lo que en verdad nos está pasando, por no hablar del desgaste de recursos en el mundo. Las necesidades, del tipo que sean, pasan de ser algo adecuado para vivir y funcionar en el mundo a ser un obstáculo para nuestro desarrollo.
· El obstáculo del odio. A nadie nos gusta aceptar que sentimos odio así que lo desglosaré: es esta una emoción de rechazo, de enfado de agresividad, de disgusto, de actuar usando poder y también incluye lo que podríamos llamar indignación justa. Puede ser frío o pasional, el hecho de decir las cosas en voz baja y con “buena educación” no significa que sean hábiles.
· El obstáculo de la ansiedad. Parece que lo que queremos siempre, está en otro sitio, en otro instante, nunca en el momento presente. La ansiedad puede estar disfrazada de eficacia “Tengo que hacer esta lista mental de tareas para mañana” pero la mayoría de veces solo es intranquilidad. Cuando estamos trabajando pensamos en el ocio, cuando es nuestro tiempo de descanso pensamos en el trabajo, si no tienes pareja quieres una, si la tienes piensa que mejor solo…. A veces nos resulta imposible sentarnos solos con tranquilidad siquiera unos minutos.
· El obstáculo de la pereza. Este obstáculo puede tener que ver con un bloqueo de energía o emocional que nos impide actuar; el obstáculo de la pereza es inercia, es cuando sentimos que nada nos importa, es una actitud de rigidez y estancamiento y aunque pueda pareceos fuerte, a veces toma forma de desanimo y de desilusión.
· El obstáculo de la duda. Esta duda no es la duda sana que nos impulsa a investigar, preguntar y aclarar ideas, sino más bien la duda corrosiva que nos quita la iniciativa y nos incapacita. Tiene que ver con falta de confianza, tiene que ver con indecisión y con no querer comprometernos.
Estos son el tipo de estados mentales torpes que en una medida u otra están ya en nuestra mente y hemos de erradicar. Y por supuesto existe los antídotos.

(3º) El desarrollo de estados mentales hábiles no surgido. Estos estados hábiles no son meros “buenos pensamientos” sino estados más refinados o superiores de conciencia a los que podemos tener acceso con la práctica de la meditación, situada esta en un contexto de práctica espiritual.
Con la práctica regular de meditación vamos teniendo acceso a experiencias de mayor sosiego e integración psíquica. Experiencias en donde el pensamiento discursivo no entorpece nuestra concentración. Experiencias de profundo silencio interior; de inspiración y claridad mental; Incluso experiencias en donde quedamos protegidos de esos estímulos externos que normalmente nos afectan o lastiman (por ejemplo el ruido).
Estas experiencias de absorción meditativa suelen ser muy cortas en duración pero acumulativas y van teniendo un efecto general y duradero en nuestra mente. También es importante señalar que no son un fin en si mismas, ni es bueno que las pongamos como objetivo de nuestra meditación (probablemente si lo hacemos nos cerraremos la posibilidad de tenerlas). Simplemente hemos de tener en cuenta que la practica de meditación es la herramienta para el desarrollo de estados mentales positivos.
(4º) mantener estados mentales hábiles ya surgidos. Si prevenimos o impedimos el surgimiento de estados torpes, si trabajamos con los estados torpes que ya tenemos en la mente y cultivamos estados mentales hábiles solo nos queda el mantener los pensamientos y estados mentales positivos que hemos desarrollado. Y yo diría que esto consiste en seguir adelante, seguir practicando, seguir desarrollando conciencia y atención. En este ejercicio la regularidad y la continuidad de propósito son esenciales y es muy aconsejable practicar de una forma paciente y amable con nosotros mismos.

7º Etapa: La atención Perfecta.
Smrti (sánscrito) es la palabra que se suele traducir como atención, o atención consciente, y su significado literal es recuerdo o memoria.
Podemos empezar diciendo que la no atención consciente es un estado de falta de memoria, de distracción, de pobre concentración, de falta de continuidad de propósito, de andar sin rumbo, de ausencia de verdadera individualidad.
Atención consciente tiene las características opuestas: Nos damos cuenta de las cosas, recordamos en vez de olvidar, no hay tanta dispersión, la concentración es buena, hay continuidad, constancia, somos individuos que vemos por nosotros mismos, y perseguimos el desarrollo…
Podemos examinar la atención consciente y sus niveles y aspectos más de cerca para mejor comprenderlo y poder practicarlo:

1Atención consciente en las cosas. 2 Atención consciente en uno mismo
3 Atención consciente en los demás. 4 Atención consciente en la realidad.

· (1ª) Atención consciente en las cosas: En referencia al entorno tanto material como a la naturaleza. La mayoría de las veces solo somos vagamente consciente de las cosas que nos rodean. Y esto no ocurre solo por la falta de tiempo en nuestra agitada vida, también tenemos falta de interés, o creemos saber que es la cosa que hay delante nuestra, solamente por que sabemos nombrarla y de este modo no la miramos de verdad. Lo más que hacemos es proyectar nuestra propia subjetividad o aferrarnos a un concepto.
Debemos aprender a ver, aprender a mirar, a ser conscientes, ser receptivos
De este modo entraremos en una comunicación mas profunda con la vida y de este ejercicio de atención en las cosas surgirá una experiencia de vida más creativa y rica.
· (2ª) Atención consciente en uno mismo: Como somos seres complejos la forma más adecuada de mantener atención consciente en nosotros mismo es atendiendo distintos niveles del ser.
(a)Atención consciente en el cuerpo. ( Atención consciente en los sentimientos.

EMPEZAMOS

Primero quisiera agradeceros a tod@s de corazón este nuevo comienzo, sin vosotr@s no hubiera sido posible, Luz, Vae, Alfonso y el resto del equipo

MUCHAS GRACIAS¡¡  de corazón

Espero que no os desespereis conmigo porque entre que me va a costar aprender a manejar el nuevo sistema y que carezco del tiempo necesario para dedicarle la atención que necesita puede que esté ausente o “desconectada” pero espero ponerme pronto con ello.

Bueno y ahora me ha surgido un problema ¡¡no me tiempo a avisar¡¡¡
asi que si por favor alguién tiene contacto con los participantes de Blue y puede decirles nuestra nueva ubicación le estaría muy agradecida.
De todas maneras he abierto un grupo en multiply por si alguien nos busca que nos pueda encontrar (aunque el nombre es diferente pq el mismo estaba cogido  >:()

Y creo que eso todo por ahora.

GRACIAS Y BIENVENIDOS DE NUEVO¡¡¡¡

Anotaciones sobre el codigo de Guttmann.

1: Hay un archivo de espacies en blanco en formato html
2: Incluye un logo porno. Si, literal.
3: snapshot actualizado ??? Algo raro ahi
4; Muchos archivos duplicados.
5: mexican.php es un ejemplo de archivo. Que lenguaje es ese ?
6: DOS sql para cada modulo.
7: El sql principal usa 78 tablas y ni una sola Integridad foranea ??? xomol_base.sql
alter tables sin integridades foraneas ??????
8 :login.php
echo ‘

‘;

echo ‘

‘;
echo ‘

‘;

dos tr ???

9: Dijo que el habia hecho todo el codigo menos el editor, este archivo esta repetido y dice que no es asi

/************************************************************************/
/* Thanks to NUKE for this file, was a great help */
/* */
/* Copyright

Pendientes sobre Guttman

1 , chipola, verifica por favor un archivo que deje sacar el md5 de un archivo.
2 . Investiguen quien es valente campillo. Segun yo es un icono gay,
3 . TODOS, descarguen el codigo desde xomol.net

En pocas palabrasm le da gracias a un icono gay de “arreglarle” la seguridad que sigue siendo infame.

VOLVER A EMPEZAR

VOLVER A EMPEZAR
JUAN CARLOS ZUBIETA IRÚN. TALLER DE SOCIOLOGÍA. UNIVERSIDAD DE CANTABRÍA
(ARTÍCULO DE OPINIÓN SACADO DEL PERIÓDICO “EL DIARIO MONTAÑÉS DEL JUEVES 13 DE SEPTIEMBRE DE 2007)

Unos dicen: <>; otros exclaman: <>. Los humanos precisamos de la novedad y también de la costumbre. De lo nuevo y de lo de siempre. De lo extraordinario y de lo común. La rutina del día a día nos lleva a soñar con la fiesta, pero el exceso de la celebración, termina por cansarnos y entonces se desea la tranquilidad. La monotonía cotidiana nos hace añorar lo diferente, pero el desorden también pierde su magia y entonces se aprecia lo de maravilloso que existe en el día a día.
Según el mito griego, Sísifo fue condenado por los dioses a subir una roca hasta la cúspide de un monte, desde allí la roca volvía a caer y la tarea que tenía que comenzar, sin descanso, sin esperanza, sin fin, una y otra vez, el castigo eterno. Pues bien, para muchos, el fin de las vacaciones, comenzar a trabajar, es sinónimo de volver al penal (como se sabe, el término trabajar viene del latín “tripaliare”, torturar, y el “tripalium”, tres palos, era un instrumento de tortura al que se ataba al reo para azotarlo). Así, en estos días los medios de comunicación presentarán a expertos en Psicología hablando pomposamente del “Síndrome posvacacional”, que, como todo el mundo sabe, se trata de un título muy rimbombante para denominar las consecuencias de la pereza, la desgana y el rechazo con la que se enfrentan a la obligación de trabajar todos los que tienen que desarrollar una actividad laboral alienante, poco gratificante, incómoda, mal pagada o en un ambiente humano o material hostil. Por supuesto, ante esa perspectiva cualquier individuo normal no da saltos de alegría; por el contrario, su humor suele estar torcido, el desánimo ataca y, en ocasiones, el estómago protesta y el sueño no llega; en definitiva, el cuerpo y la mente se quejan (sí, como les pasa a muchos niños el primer día de colegio). Perder la libertad es duro. Si a usted le ocurre eso tranquilícese, le sucede a mucha gente, es una epidemia. Y, por otra parte, según nos dicen por todos los lados: se soluciona comprando. Además tiene usted la suerte de que ha comenzado la liga de fútbol y los héroes están en el circo; y, por si fuera poco, para que no se desespere, enseguida llega la escapada del 12 de octubre.
Dos anuncios que están presentes estos días en los medios de comunicación reflejan claramente los deseos-necesidades a lo que me he referido: la búsqueda de la novedad y la búsqueda del orden. Así, El Corte Inglés proclama: <>; Leroy Merlín indica: <>.
La máquina comercial de la sociedad de consumo es muy sabia: se inicia un nuevo ciclo y la forma de comenzar con fuerza, con ilusión, es, nos aseguran, comprando. La ilusión está en estrenar ropa y tenemos la suerte de poder ir al centro comercial, al paraíso, y comprarlo todo (sí, además, en la escuela y en el trabajo nos encontraremos con los amigos y compañeros que no hemos visto en varias semanas). Por otra parte está el mensaje del orden: cansados de la anarquía, pretendemos la seguridad de lo cotidiano. La estantería, los armarios y los cajones que nos anuncia el comercio, constituyen una magnifica metáfora de lo que pretendemos hacer con nuestra vida: ordenarla.
Ante el reto de volver a subir la montaña necesitamos algo donde agarrarnos, algo que nos ilusione; la industria lo sabe, nos lo ofrece en papel de regalo, y lo sugiere/impone: ¡Compra!, ¡Estrena! Y ante la ausencia de horizontes más elevados caemos en la trampa y acudimos, en masa, la centro comercial a hacer realidad el gran sueño.
Ahora también es el momento de los buenos propósitos, y los dueños del negocio lo saben: se lanzan al mercado los cursos de inglés y mil tipos de colecciones (por supuesto, como cualquiera puede constatar con su propia experiencia, la mayoría se interrumpirán a la mitad, eso sí en el mes de enero, con el nuevo año, volverá a surgir el proyecto que no se ha cumplido… y que una vez más se interrumpirá). Además, muchos harán cola para inscribirse en el gimnasio; otros se harán la promesa de dejar de fumar (obviamente comenzarán dentro de unos días: “Hombre, los primeros días de trabajo estoy más nervioso y…”) y, sin duda, todos los escolares asegurarán que este año van a estudiar desde el primer día.
Como decía, frente al mito de las felices vacaciones muchos desean la vuelta a la normalidad. Ulises quiere regresar a Ítaca. Ya está bien de aventuras. Se quiere llegar a casa, al hogar, al refugio. Se añora el sosiego.
Además, para los muchos que no han podido ir de vacaciones, y también para los muchos que han sentido el periodo de descanso como una carga, la vuelta a la normalidad, el fin de fiesta, es un alivio. Así, aunque sea en silencio, ahora mismo muchos celebran el término del ambiente festivo: los que han carecido de recursos para ir a esas playas idílicas que nos han enseñado en la televisión, los enfermos, los infelices, los que están solos, todos aquellos que se han considerado diferentes y han sufrido el bombardeo de imágenes que muestran que todo el mundo es feliz, que todos son amados, que todos, menos ellos, disfrutan sin parar. Tampoco son pocas las mujeres que desean la vuelta a la actividad cotidiana cansadas de que el reposo y el disfrute de los miembros de su familia, el placer de no hacer nada, se sostenga en el sobreesfuerzo de ellas (como se aprendió en los cuentos, los reyes tienen sirvientes). Por cierto, ¿saben que el número de rupturas de parejas se incrementa de forma considerable inmediatamente después del periodo de vacaciones?, sí, la convivencia estrecha durante muchos días es peligrosa.
Después de la descripción y los juicios, permítanme concluir formulando un interrogante: ¿No sería conveniente que todos pusiéramos la vista en metas más elevadas que el cambio de ropa y la reforma de la cocina? Claro que está muy bien volver a iniciar el curso de inglés y que tampoco debemos olvidar la vieja aspiración de hacer algo de ejercicio y de seguir un dieta equilibrada, pero no está de más que junto a los propósitos más prosaicos también pensemos en asuntos de mayor calado.
Aunque a algunos les puedan sonar a mensajes huecos, y aunque sé que son muchos más difíciles de lograr, me atrevo a recordar algunos metas que nos han señalado muchas veces: 1. Que es una obligación de todos ayudar y ser solidarios con aquellos que no tienen la misma suerte que nosotros. 2. Que todo ser humano comenzando con el que está a nuestro lado, merece respeto y consideración. 3. Que ser honrado, en las relaciones personales y en el trabajo, es una buena forma de estar en el mundo. 4. Que también nos corresponde denunciar a los impresentables. 5. Que, asimismo, es una obligación de todos cuidar y defender nuestro medio ambiente. 6. Por último, que somos personas, además de consumidores de los productos de Carrefour, y, por tanto, que es un derecho y una obligación perseguir el crecimiento personal y social.

Castaneda desaparece

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De: The_dark_crow_v301 (Mensaje original)
Enviado: 25/08/2005 0:49

Castaneda desaparece

Editado en catalán en: “Revista d’Etnologia de Catalunya” -núm. 15, noviembre de 1999, págs. 120-127-por el Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya, Barcelona

Es difícil escribir algo nuevo sobre el universal Carlos César Castaneda Arana, sin que resulte una simple invención, una interpretación personal del articulista o sin que sea una crítica o una mitificación, de las que oscurecen cualquier realidad. Vamos a tratar, pues, de realizar un pequeño recorrido por su biografía reciente hasta donde los hechos verificados lo permitan. A partir de ahí, cada cual haga sus libres interpretaciones de lo que se le presente. Algunos de los datos que siguen han sido tomados de las investigaciones que Edith Stanley, Patrick Kerkstra y Scott Glover, investigadores del periódico norteamericano Los Angeles Times, han realizado sobre la reciente muerte de Castaneda.

Su vida

El universal autor conocido bajo el nombre de Carlos Castaneda, autodenomindo brujo seguidor de las tradiciones chamánicas de los indios yaqui, norteamericanos, murió el 27 de abril de 1999 en Westwood, EE.UU., según comunicó su abogada Deborah Drooz, la cual se presenta como amiga del escritor y ejecutora de su testamento.
A pesar de la espesa neblina y misterio -voluntariamente esparcidos- que envuelven la vida de Carlos Castaneda, se sabe que emigró a los EE.UU. en el año 1951, y se dice que había nacido el día de Navidad del año 1925 en Sao Paulo (Brasil) o en Cajamarca (Perú), dependiendo de los relatos autobiográfícos que se quieran creer. Es muy probable que se tratara del hijo de alguna familia sudamericana que emigró a los EE.UU. a estudiar. En este sentido algunas voces, a mi juicio bastante autorizadas, afirman que su núcleo familiar tenía origen catalán y que su apellido real era Castañeda, apelativo bastante difundido en algunas comarcas catalanas que viene a significar “bosque de castaños”, pero que al emigrar de Sudamérica a los EE.UU., y ante la ausencia del sonido y la grafía “ñ” en inglés, perdió su Castañeda familiar en favor de su nuevo Castaneda.
Por su parte, nuestro autor era un mentiroso y un tramposo sin límites y nunca arrepentido de ello, de ahí que la comunidad científica jamás le haya prestado una seria atención, a pesar de que en muchos momentos afirmó y reiteró que lo que relataba era cierto y que no había fantasía en ello. No obstante, y a pesar de que se diera crédito a sus narraciones, lo cierto es que los detalles de su biografía -tan rebuscados por investigadores detractores como por mitómanos seguidores- son una suma de puras hipótesis oscurecidas con toda meticulosidad. Nada está claro, empezando por la fecha de su fecha de nacimiento o por el lugar donde aconteció. Incluso hay serias dudas sobre la veracidad oficial de su nombre. Uno podría pensar que se trata justamente de la estrategia del brujo, que tantas veces él mismo había repetido en sus libros, para escapar al enquilosamiento de un pasado que va formando una costra encima de uno y cada vez le impide más vivir como un guerrero. También se podría pensar que una persona como Castaneda se muestra elusivo ante la prensa y ayuda a forjar su propio mito haciendo desaparecer sus huellas del pasado hasta en los más mínimos detalles, pero que en algún nivel de su intimidad aparece un Carlos desenmascarado, pero resulta que no, que incluso alguien tan próximo a nuestro autor como el psicólogo Richard Yensen me comentó, cuando estuvimos juntos hace unas semanas, que Castaneda era un mentiroso permanente, que uno nunca podía fiarse de lo que decía. “Gran parte de la mística castanediana se basa en el hecho de que, ni tan sólo sus más íntimos amigos están seguros de quien es”, escribió su ex-esposa Margaret Runyan Castaneda, en un memorial que se publicó en el año 1997 a pesar de que el propio Castaneda trató de impedir que se editara. Así pues, nadie puede esperar que la academia de científicos, preocupados por la verdad objetiva, mostrara la menor disposición a creer o a verificar algo salido de la pluma de un supremo mentiroso de los únicos aspectos comprobables de su propia vida.
Con independencia de quien fuera ese hombre, de su nombre de pila y lugar y fecha de nacimiento, lo cierto es que nuestro autor consiguió galvanizar y catalizar la atención mundial hace unos treinta años. Ya es ampliamente sabido que como trabajo final para obtener el título de doctor en antropología en la Universidad de Los Ángeles, Castaneda hizo lo que tantos estudiantes de antropología al acabar la carrera: escogió un tema, un lugar y una etnia sobre la que realizar la investigación necesaria para la Academia, pero lo que salió fue el rememorado viaje al desierto de Arizona, en México. Su intención inicial -si hemos de creernos su relato- se centraba en buscar y estudiar los efectos de determinadas plantas medicinales de uso tradicional entre los pueblos que habitan este árido y ancho rincón de mundo. Pero el destino nunca perdona: se paró en una ciudad fronteriza con el desierto de Arizona y allí, en la misma parada de autobuses de la compañía Greyhound, la más popular de los EE.UU., comenzó el cambio que le llevaría a transformarse como persona, a él y a una buena parte de la juventud occidental. Una vez situado y sin saber lo que le deparaban los hados, en esta terminal de autobuses se encontró con un anciano indio de la etnia yaqui, supuestamente llamado Juan Matus, Don Juan, que decía provenir de Sonora, México. Si hemos de seguir creyendo la historia narrada por Castaneda, este anciano resultó ser un chamán que consumía plantas enteógenas, y las que usó para iniciar a su alumno y adentrarlo en un mundo oculto que sobrevivía desde hacía más de 2 000 años.
Bajo la dura, firme y sabia tutela del entrañable Don Juan, que duró a lo largo de bastantes años, nuestro autor experimentó los efectos del peyote, de diversas semillas enteógenas y de hongos probablemente psilocíbicos, conociendo vivencias y momentos de éxtasis supremo pero también de dolorosos y oscuros infiernos de pánico. Todo ello en un intento por conocer y vivir lo que denominó estados no ordinarios de realidad. Vagando por el desierto junto a su guía y maestro psicológico y etnobotánico (justo en las catalogaciones botánicas, lo único que se puede observar desde fuera, es donde Castaneda falla más), el antropólogo declaró haber visto insectos gigantescos, haber aprendido a volar con su nuevo pico, haberse transformado en cuervo y que finalmente, había triunfado en el propósito de alcanzar un nivel superior y más refinado de consciencia, en ser un hombre de conocimiento como lo era Don Juan.
Su tesis, publicada el año 1968 por la Universidad de California, se convirtió pronto en un éxito literario internacional. En ella tocaba la fibra adecuada y en el momento justo de la cresta de la ola de la joven cultura norteamericana de los años 1960, consumidora de substancias psicodélicas y románticamente enamorada de sus puros y sabios indígenas. El estilo de la obra inicial de Castaneda, estilo que ya nunca dejaría, era una curiosa y sugerente mezcla de alegorías universales, antropología, parapsicología, alquimia y filosofía budista, y -probablemente- una buena dosis de ficción. En mi opinión también hay una buena dosis de las enseñanzas que a principios de siglo difundiera G. Gurdjieff y su propio discípulo aventajado Ouspenski. Así fue como su primer libro, Las enseñanzas de Don Juan. Una vía yaki hacia el conocimiento, convirtió al anciano personaje de Don Juan en un nombre más que reverenciado entre los jóvenes y a Castaneda en un auténtico símbolo cultural.
En uno de los pocos artículos escritos sobre él y en el que Castaneda cooperó, publicado por la revista Time en 1973, se decía que: “para las decenas de miles de lectores (de Castaneda), jóvenes y ancianos, el primer encuentro de Castaneda con Juan Matus (…) es un hecho literario mejor conocido que el encuentro entre Dante y Beatriz a las orillas del Arno”… Efectivamente, así es. Después de tal impresionante debut literario, nuestro autor continuó produciendo éxitos de ventas tales como Una realidad aparte, Viaje a Itxlan y Relatos de poder. A raíz de ello, y dado el carácter entre pueril e impetuoso que caracteriza a nuestros vecinos del otro lado del Atlántico, una multitud jóvenes y de no tan jóvenes se precipitó hacia México esperando convertirse en nuevos alumnos echados a los sabios pies de Don Juan, los periodistas se pusieron a investigar la vida de este brujo y de su ya afamado discípulo… pero el anciano indio yaki no aparecía por ningún lado -al revés de lo que había sucedido con la chamana María Sabina.. Ello dio origen a especulaciones sobre la realidad de lo narrado en los libros de Castaneda, no faltando quien lo acusara de ser el autor de un ingenioso y bien elaborado camelo que no respondía a la realidad étnica y tradicional que se anunciaba. La crítica escéptica tuvo un buen representante en Joyce Carol Oates, reputado autor, quien dio la vuelta a los argumentos de veracidad, preguntándose en 1972 “¿Hay alguna posibilidad de que estos libros no sean de ficción? Todo el mundo los acepta como estudios antropológicos pero a mi me parecen unas remarcables obras artísticas, al estilo de Hesse cuando escribía sobre la iniciación del joven en otro tipo de realidad. Están bellamente construidos, el diálogo es impecable, el personaje de Don Juan es inolvidable y todo disfruta de un gran ritmo novelístico”. No puede ser realidad. Por su parte, el prestigioso antropólogo C. Geertz, dijo también que: “por ahora sus libros carecen de presencia alguna en el campo de la antropología”, en el sentido de que, a pesar de la gran popularidad obtenida, ningún profesor universitario y serio de antropología recomendaría esos textos a sus estudiantes. No obstante, ni la tendencia de Castaneda por mentir ni la más que cuestionable existencia real de Don Juan han hecho disminuir en ningún momento el entusiasmo de sus admiradores. En este sentido, Joshua Gilder, redactor de la Saturday Review, afirmó que no es necesario creer y tener fe para sentirse arrastrado por la narrativa de Castaneda, se trata de la reelaboración de mitos universales: obran un efecto extraño y maravilloso que está más allá del reino de las creencias. Es algo que solo un genio puede producir.
A pesar de tanta crítica -o justo debido a ella- en los últimos días de su vida, Castaneda insistió firmemente en que los hechos por él narrados en sus libros no tan solo eran reales sino que estaban meticulosamente documentados. También lo repitió ante las 400 personas que asistieron a un seminario impartido por él mismo en Anaheim, en el año 1995: ahí afirmó y reiteró que él no había inventado nada, que no estaba loco.
A mi juicio, y después de los años que he dedicado a la investigación de los enteógenos, a sus efectos y a la importancia que tienen en toda cultura humana, creo no equivocarme al afirmar que en estos campos del quehacer humano es muy, muy arriesgado decir que algo es real o que no lo es. Los efectos que producen las substancias psicoactivas tienen muchos matices de gris. En este sentido, hace años tuve la sensación -y con el tiempo se ha ido afirmando en mi interior- , de que la gran trampa de Castaneda, su gran mentira, no es lo que narra sino cómo lo relata: cuando se autoexperimenta con plantas enteógenas, uno ve mundos no ordinarios, pero también es cierto que no conozco a nadie en su sano juicio que afirme que tales mundos están realmente fuera del propio sujeto. Son mundos interiores a pesar de que, muy a menudo, tengan algún tipo de reverberación o empatía con el entorno. Es así como, para referirse a estas dimensiones de nuestro universo psíquico, es necesario e imprescindible usar metáforas lingüísticas. No en vano todas, absolutamente todas, las religiones anuncian sus verdades y descubrimientos en forma metafórica: el Tao de los budistas es innominable, lo mismo que el Uno de los cristianos, y para referirse a estas existencias trascendentes no queda más remedio que usar imágenes metafóricas. Creo que Castaneda hacía trampa cuando ponía las metáforas en boca del inefable Don Juan pero no anunciaba que la forma de explicar sus experiencias era también una metáfora. A menudo, en mis experiencias con ayahuasca, san pedro u otros enteógenos uso esas mismas formas expresivas (he volado por…, he visto…, he sentido la inmensidad…, he muerto…, mi cuerpo se transforma…) y si no anunciara que se trata del efecto de un enteógenos sobre mi propia mente, es probable que unos me tomaran por un demente y otros por un profeta, como a Castaneda.

Su muerte

A pesar de todo lo anterior, nuestro autor merece que se le aplique con todos los honores la máxima castellana de genio y figura… ya que su misteriosa vida de brujo se refleja también en su muerte.
La causa declarada de su silenciosa y anónima muerte fue un cáncer de hígado. Como mínimo externamente, murió en consecuencia a su vida de las últimas décadas y al contenido de sus enseñanzas: apartado del mundanal ruido, sin publicidad ni cámaras, en el más escrupuloso, libre y perfecto anonimato. De él no se tienen fotografías de menos de cuarenta años de antigüedad ni grabaciones de ningún tipo, ya que cuidaba muy mucho de que, en sus escasísimas apariciones en público, nadie registrara su voz ni fotografiara su imagen: de aquí la sorprendente foto que apareció en los periódicos de finales de junio para anunciar su muerte, retrato tomado el año 1951 en el que se ve un hombre de cara redonda, peinado de postguerra y todo ello de una calidad técnica ínfima. Un brujo, afirmaba Castaneda, nunca mira su pasado y estos sistemas para congelar la imagen de una persona frenan la evolución interior del guerrero.
Tampoco -según parece- se realizó funeral alguno. Su cuerpo fue incinerado en los EE.UU. y luego se esparcieron sus cenizas en México, de acuerdo a lo que figura en los registros de la morgue de la ciudad norteamericana de Culver. No obstante, tampoco estos datos tienen nada de fiable ya que ni tan solo su certificado oficial de defunción está libre de ambigüedades y falta de información. En él, y según el periódico Los Angeles Times, se dice que su ocupación laboral era la de profesor en la escuela del distrito de Berverly Hills (Beverly Hills School District), pero ninguna escuela de este distrito tiene registrado ni archivo alguno de que Castaneda enseñara ahí. También se ha dicho que nuestro autor carecía de familia, pero en el certificado de defunción aparece el nombre de una sobrina, Talia Bey, que resulta que es la presidente de la compañía Cleargreen Inc., la empresa que organizaba los seminarios de Castaneda sobre “tensegridad”, una moderna y algo deshilachada versión de las supuestas prácticas chamánicas para obtener energía, de las que una parte proviene claramente del yoga, otra de las artes marciales y aun otra parte de ejercicios ergonómicos. A pesar de ello, no ha sido posible localizar a T. Bey para que añadiera más información sobre el tema.
En este mismo sentido, es sorprendente que en el documento oficial de defunción, según Los Angeles Times, Castaneda aparece consignado como Nev. Married, “Nunca estuvo Casado” cuando, en cambio, se sabe de su matrimonio con Margaret Runyan Castaneda, procedente de Charleston (W.Va.), que duró entre los años 1960 y 1973, y del que nació un hijo no reconocido por Castaneda, ni bajo juramento ante un tribunal. Este supuesto hijo tiene ahora 36 años y vive en Atlanta. No para de reclamar ser el descendiente del afamado autor y para ello afirma tener un certificado de nacimiento en que el figura Carlos Castaneda como padre. No obstante, nada de ello está realmente aclarado a pesar de las investigaciones realizadas por E. Stanley, P. Kerkstra y S. Glover. La nube se cierra a su alrededor.
Cuando, hace unas semanas se pidió información sobre la muerte de Castaneda a su presunta ex esposa, M. Runyan de 76 años, ésta respondió que nadie le había informado, que no sabía nada, pero que él ya estaba preocupado por su muerte desde años atrás, afirmaba que iba a ser la mejor experiencia de su vida. En 1995, mientras impartía el seminario en Anaheim, nuestro autor declaró en público que: “…todos nos estamos enfrentando al infinito, tanto si nos gusta como si no ¿Por qué no lo hacemos mientras estamos débiles, cuando estamos con la salud quebrada o cuando estamos moribundos? ¿Por qué no cuando nos sentimos fuertes? ¿Por qué no ahora mismo?” En cambio, contrastando con estas explícitas declaraciones de hace tres años está su postura de cuando lo entrevistaron para la revista Time en el año 1973; entonces se mostró mucho más sucinto al tratar el tema del final de la vida desviando la atención del periodista hacia un graffiti que había en un muro de Los Angeles en el que se decía: “La muerte es el subidón más fuerte de todos. Por eso nos lo reservan para el final”.
Nuestro ínclito autor ha dejado un testamento que debe ser leído y validado a lo largo del mes de julio en Los Ángeles, y un dudoso certificado de defunción: perfecto final para una vida impecablemente brumosa. Las pocas personas que podrían salir legalmente beneficiadas de sus abundantes y jugosos derechos de autor fueron avisadas de la muerte de Castaneda por su abogada Deborah Drooze, pero nadie lo dijo a la prensa ni a ningún otro medio de comunicación hasta el día 18 de junio (había muerto el 27 de abril). Por su parte, la médico que atendió Castaneda en sus últimos respiros, Angelica Dueñas, no se sabe que haya hablado absolutamente con nadie en referencia a este tan secreto paciente. Incluso aquellas personas que, según parece, tenían a nuestro autor como a uno de sus buenos amigos no supieron nada acerca de su óbito y, cuando más tarde les fue comunicado tampoco gastaron ni un instante para dar a conocer la muerte de su amigo a nadie. Este fue su tributo a Castaneda y a su menosprecio por la publicidad, respetándolo y prescindiendo de la dimensión de realidad en pueda hallarse el autor.
Michael Korda, autor y editor que publicó algún libro de Castaneda en la editorial Simon&Schuster declaró que él mismo había adoptado como práctica habitual en su vida no discutir nunca ni con nadie relacionado con la industria de los medios de comunicación sobre Castaneda, y menos aun sobre su defunción. Tampoco Tracy Kramer, agente literaria de Castaneda en Los Angeles, ha devuelto ni una sola de las llamadas recibidas que preguntaban o comentaban algo sobre el mismo tema. En lugar de ello, se ha limitado a citar los mismos textos de Castaneda: “de acuerdo a la tradición de los chamanes de su linaje, Carlos Castaneda dejó este mundo en plena consciencia”.
Como muy corto resumen de su vida pues, sólo me atrevo a añadir que Castaneda fue el autor de diez libros traducidos a diecisiete idiomas, libros que han causado un auténtica revolución en el pensamiento occidental de la segunda mitad del siglo XX. Algún observador norteamericano ha afirmado que fue el primer y principal ideólogo de la denominada Nueva Era, pero en mi opinión, quien ha leído con atención sus libros probablemente aceptará que en ellos hay la posibilidad de embuste, de fantasías trenzadas extraordinariamente bien y otras virtudes y cualidades, o bien lo contrario, pero -por lo menos desde la vieja y ya curtida Europa- se hace difícil ver en el brioso y masculino Castaneda un abanderado de la algo fofa Nueva bobEra. No creo que él lo aceptara.
En todo caso, el tema no está en si es cierto o no, en un sentido físico, el contenido de sus relatos, sino en lo tremendamente sugerente de sus libros, en lo que obran sobre los lectores y en el espacio mítico que ocupan en la realidad actual ¿Alguien se preguntaría si existió un Edipo de carne y hueso para corroborar la veracidad del mito o metáfora usado para explicar nuestras dependencias psicológicas maternas? ¿Verdad que no…?

Josep Mª Fericgla
Dr. en Antropología