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Encontrando al Otro. Hacia una Antropología de los animales.
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[color=#FFA500]Fuente: Cap. 7 de Noske, Barbara. Beyond Boundaries. Humans and Animals. Black Rose Books, Montréal, (1989) 1997, pp. 161-174. Trad. Ana Cristina Ramírez Barreto (anacrb@zeus.umich.mx).
Publicado con permiso de Black Rose Books. En Anima Naturalis. http://www.animanaturalis.org/modules.php?..._632&page=1
Se permite la reproducción de los contenidos siempre y cuando se cite la fuente incluyendo un enlace al sitio web de AnimaNaturalis


Encontrando al Otro. Hacia una Antropología de los animales 3/4

A pesar de que podamos no tener éxito en devenir animal entre los animales, nosotros los humanos podemos hacer el esfuerzo por encontrar a los animales en su propio terreno en vez de esperar que sean ellos los que den pasos hacia nosotros y actúen de acuerdo a nuestros patrones de comportamiento. Algunas personas, no muchas de ellas científicos influyentes, han estado tratando de hacer eso, i.e. participar en las sociedades animales y comprender los significados que los animales otorgan al mundo. Para hacer esto uno debe tratar de empatizar con los animales, imaginar cómo es ser un lobo, un delfín, un caballo o un simio.

Roger Tarbor trató de ser aceptado en el mundo de los gatos ferinos de Londres utilizando el lenguaje gatuno (miradas, bostezos, manteniéndose a la distancia correcta), en lo que, teniendo en cuenta su dominio de su lenguaje, podría llamarse lengua franca gatuna.[43] Ve a los gatos y los humanos en situación doméstica como viviendo en su propio grupo familiar humano-gatuno y tiene razones para creer que ésta es la manera en que los gatos lo perciben también.[44] Henry Blake imita los mensajes táctiles con los que una yegua le da confianza a su potrillo, con miras a tranquilizar a un caballo. Exhorta a aquellas personas que tratan con caballos a que imiten lo mejor que puedan el lenguaje de los caballos con su cuerpo. Cuestiona porqué los caballos deben aprender nuestro lenguaje en vez de nosotros el suyo.[45]

En sus contactos con simios salvajes, Fossey y Goodall han tratado de hablar el lenguaje de los gorilas y chimpancés, respectivamente. Fossey se aproximó a los gorilas apoyando los nudillos en el suelo al caminar y teniendo cuidado de no erguirse para no aumentar la aprehensión de los gorilas. Ella y sus estudiantes aprendieron a imitar el golpeteo en el pecho dándose palmadas en los muslos; asimismo imitaron las vocalizaciones y posturas de los gorilas.[46]

Al hacer su primer contacto, Jane Goodall tenía la impresión de que los chimpancés la veían como un extraño simio blanco, en consecuencia, trataba de asemejarse más a un simio simulando mordisquear raíces, etc.[47]

Al tratar de empatizar con su perro rastreador, Vicki Hearne desarrolló una "conciencia del viento" [wind-awareness]. Declara que ya no cree en sus ojos de la manera en que antes lo hacía. Ni ella ni Belle, su pitbull, se han quedado ciegas, pero Vicki ahora sabe cuánto dejan de decirle sus ojos.[48]

Varios investigadores de lobos regularmente aúllan con ellos para establecer contacto al estilo lobuno.[49] Al introducirse en su territorio, estos científicos aúllan a los lobos (también con la intención de localizarlos), los lobos responden aullando y pueden proceder a investigar las huellas humanas en la nieve.[50]

Mowat decidió marcar su "territorio" al modo lobuno después de ver que los lobos marcaban el suyo una vez a la semana. Cuando él avanzó su tienda a diez yardas de distancia de uno de los principales trayectos usados por los lobos, puso bajo su mirada una propiedad reclamada para sí que incluía una sección de cien yardas de largo en el trayecto de los lobos. Mowat sólo podía marcar con orina después de beber grandes cantidades de té. Tan pronto como un lobo regresó por el camino se detuvo abruptamente en el punto en donde las dos propiedades se intersectaban. Mowat describe que el lobo tenía una expresión de aturdimiento en su rostro. Se sentó y miró directamente a la tienda de Mowat de tal manera que Mowat se preguntó si quizá él había transgredido alguna ley lobuna desconocida. Con el tiempo, el lobo colocó su marca olorosa sobre cada una de las marcas dejadas por Mowat, pero nunca ningún lobo traspasó los dominio de Mowat, como no fuera tan sólo para renovar las marcas limítrofes en su propio lado de la línea.[51]

Este libro [Beyond Boundaries] ha sido una crítica a la objetización animal y una lucha por su "re-subjetivación". Habiendo llegado al final quiero regresar a la disciplina en la que estoy originalmente entrenada: la antropología social o cultural. Tengo a mi disciplina como una gran ciencia pero desafortunadamente nunca me ha permitido acercarme a los animales como un antropólogo se acercaría a los humanos de otra cultura. No existe antropología de animales, sólo una (antropocéntrica) antropología de humanos en relación con animales.

Y eso que la antropología es la ciencia del Otro, tiene todos los elementos necesarios para llegar a ser una ciencia intersubjetiva, aun situada en un océano de ciencias que se orientan con el modelo sujeto-objeto. Posee un método pre-eminentemente intersubjetivo: la observación participante de la gente en otras sociedades y otras culturas. Además de ser intersubjetiva, también es holística en su aproximación al Otro. Una observadora participante no sólo trabaja con su mente como si observara a humanos en un montaje de laboratorio —ella tiene que sumergirse en cuerpo, mente y alma en la esfera del Otro, compartiendo la vida diaria de su gente, aprendiendo su lenguaje así como sus hábitos y puntos de vista.

Muy al contrario de los científicos de laboratorio que no necesitan (incluso no deben) involucrarse, la antropóloga se identifica al menos en parte con sus anfitriones. Una buena observación participante es básicamente un ejercicio de empatía al tiempo que una está consciente de la imposibilidad de un conocimiento y de una comprensión total. Al menos por lo que respecta a sujetos humanos, se supone que el antropólogo pisa sobre este suelo desconocido con respeto en vez de con desdén. Él o ella llega a un entendimiento, el cual, a pesar de que nunca es omnicomprensivo, está destinado a ir más hondo y a revelar otra verdad, otra respecto a las conclusiones alcanzadas durante las horas de trabajo en un laboratorio, donde los sentimientos pueden ser tabú porque interfieren con la objetividad científica.

Una antropóloga debe ser siempre más que un científico registrador durante su periodo de aprendizaje de otra cultura. No puede menos que cargar la totalidad de su persona con ella, y ella y sus anfitriones construirán alguna relación intersubjetiva entre ellos.

Curiosamente, algunos científicos, encarando los defectos de su propia ciencia orientada a la división sujeto-objeto, se han dado cuenta del potencial antropológico para el estudio de los animales mejor que los mismos antropólogos. Tanto Donna Haraway como Donald Griffin consideran un acercamiento antropológico a los animales.[52]

Con los ojos de su mente, Griffin ve a un antropólogo estableciendo un contacto inicial con un grupo de gente cuyo lenguaje le es completamente desconocido. Porque son humanos, el antropólogo asume que sus sonidos son una forma de habla y los alienta a enseñarle cómo hablar. Griffin se pregunta por qué los antropólogos han puesto tan poca atención a los primeros pasos que son necesarios para establecer contacto lingüístico entre gente que habla lenguajes mutuamente desconocidos.[53] Tal situación podría ser altamente relevante para el contacto interespecífico humano-animal.

Varios investigadores de delfines y ballenas también han demandado observación participante entre orcas y delfines.[54] Si la ciencia antropológica puede despojarse de su noción a priori de que los animales no valen un acercamiento antropológico y pudiera compartir sus hallazgos con etólogos críticos, podría desarrollarse una ciencia integrada de humanos y animales bajo el nombre de antropo-zoología o zoo-antropología.[55] De entre toda la gente, los antropólogos deberían saber que la Otredad nunca puede ser una excusa para la objetización y degradación, ni en la práctica ni en la teoría.

Barbara Noske

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
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