08-04-2007, 11:42 PM 
		
	
	
		Rituales dionisíacos
DEVENIR BACANTE
UNA VERSIÓN DE LA TRAGEDIA DE EURíPIDES
http://www.con-versiones.com/nota0038.htm
Luciana Prato
 
Dionisos, dios ebrio y errante, deambula por las afueras de la ciudad, atraviesa territorios. Dios anunciado por el relámpago cuya esencia es la locura, la transgresión, el exceso, irrumpe bruscamente en la vida terrena, abandonando la figura de dios por la de mortal para sustraer, a los que se atrevan a seguirlo, de la existencia cotidiana, del curso normal de las cosas, de sí mismos. Y conducirlos más allá.
"Allí espera la turba de mujeres, libre de telares y lanzaderas, como un tábano las aguijonea Dionisio"(115)
¿Para qué ir más allá?, ¿para qué romper? ¿para qué quebrar?. ¿Qué hay detrás de las máscaras? ¿Hay algo? ¿Hay nada? ¿Para qué bailan las bacantes, para qué salen, quiebran, danzan?. Todo para entrar en trance e ir más allá, para llegar a algún lugar, a otro lugar. A otro lugar que el impuesto, que el destinado, que el otorgado férreamente. Las bacantes rompen, desgarran para llegar no saben dónde, pero sienten que deben seguir al dios. Su dios. Su vocación de respuesta es la que se agita, la que agita sus cuerpos.
"Este dios es también adivino porque lo báquico y lo delirante tienen un gran poder profético. Pues cuando el dios entra en el cuerpo hace predecir el futuro a los poseídos por el delirio" (297ss)
Dionisos es quien denuncia o manifiesta el más allá, referido a la condición del hombre entre los animales y los dioses. Más allá en tanto lo ilimitado, lo impensado, lo intransitado, lo inexperimentado. Este más allá cobra la forma del estado de la bestialidad cruel que impone la omofagia. Se diluyen las distancias entre dioses y hombres, se hace ausente toda diferencia entre animalidad, divinidad y humanidad. Dionisos es múltiple y polimorfo, más que cualquier otra potencia del panteón, y convoca lo extraño, lo diverso, lo aún ausente. Llama a lo común a devenir otro, a hacer la experiencia de una evasión hacia una desconcertante foraneidad. Transforma a las mujeres en extranjeras, corta los lazos parentales, y ellas abandonan hijos y esposos para correr al monte.
"Hay placer en la montaña, cuando desde el tíaso a la carrera, cubierto con la sagrada piel de cervato, se arroja al suelo para cazar la sangre del macho cabrío, gozo de la carne cruda" (134 ss)
Placer y gozo desenfrenado que borra los límites que protegía Artemisa en el espacio abierto más allá de la ciudad. Probar la carne humana forma parte de los comportamientos que tienden a volver salvaje al hombre, y permiten establecer, mediante la posesión, un contacto más directo con Dionisos, devorador del hombre. Es el cuerpo el que se involucra intensamente en la adoración del dios. Música de flautas y timbales, vino que transporta, danza que condena a bailar sin detenerse. Liberación de las fuerzas oscuras que se silencian en el orden cívico. Lo irracional en lo racional, lo racional en lo irracional. "Es con sus músculos como más fácilmente obtiene conocimiento de lo divino" una mujer bacante, una mujer en que el dios convoca las fuerzas que la habitan.
Devenir animal de Dionisos, devenir animal de las bacantes, devenir animal de Penteo en tanto tomado por las mujeres como víctima del sacrificio. Puede significar transitar las formas de ser no experimentadas, anulando órdenes, o atravesando, fisurando. Las prohibiciones no afectan ni a las esfera animal real ni al ámbito de la animalidad mítica; no afectan a los hombres soberanos cuya humanidad se esconde bajo la máscara del animal. Las mujeres bacantes son soberanas en tanto son conducidas a un más allá intransitado. Puro movimiento y desenfreno, pura energía y vitalidad, puro tránsito y mutación.
	
	
DEVENIR BACANTE
UNA VERSIÓN DE LA TRAGEDIA DE EURíPIDES
http://www.con-versiones.com/nota0038.htm
Luciana Prato
Dionisos, dios ebrio y errante, deambula por las afueras de la ciudad, atraviesa territorios. Dios anunciado por el relámpago cuya esencia es la locura, la transgresión, el exceso, irrumpe bruscamente en la vida terrena, abandonando la figura de dios por la de mortal para sustraer, a los que se atrevan a seguirlo, de la existencia cotidiana, del curso normal de las cosas, de sí mismos. Y conducirlos más allá.
"Allí espera la turba de mujeres, libre de telares y lanzaderas, como un tábano las aguijonea Dionisio"(115)
¿Para qué ir más allá?, ¿para qué romper? ¿para qué quebrar?. ¿Qué hay detrás de las máscaras? ¿Hay algo? ¿Hay nada? ¿Para qué bailan las bacantes, para qué salen, quiebran, danzan?. Todo para entrar en trance e ir más allá, para llegar a algún lugar, a otro lugar. A otro lugar que el impuesto, que el destinado, que el otorgado férreamente. Las bacantes rompen, desgarran para llegar no saben dónde, pero sienten que deben seguir al dios. Su dios. Su vocación de respuesta es la que se agita, la que agita sus cuerpos.
"Este dios es también adivino porque lo báquico y lo delirante tienen un gran poder profético. Pues cuando el dios entra en el cuerpo hace predecir el futuro a los poseídos por el delirio" (297ss)
Dionisos es quien denuncia o manifiesta el más allá, referido a la condición del hombre entre los animales y los dioses. Más allá en tanto lo ilimitado, lo impensado, lo intransitado, lo inexperimentado. Este más allá cobra la forma del estado de la bestialidad cruel que impone la omofagia. Se diluyen las distancias entre dioses y hombres, se hace ausente toda diferencia entre animalidad, divinidad y humanidad. Dionisos es múltiple y polimorfo, más que cualquier otra potencia del panteón, y convoca lo extraño, lo diverso, lo aún ausente. Llama a lo común a devenir otro, a hacer la experiencia de una evasión hacia una desconcertante foraneidad. Transforma a las mujeres en extranjeras, corta los lazos parentales, y ellas abandonan hijos y esposos para correr al monte.
"Hay placer en la montaña, cuando desde el tíaso a la carrera, cubierto con la sagrada piel de cervato, se arroja al suelo para cazar la sangre del macho cabrío, gozo de la carne cruda" (134 ss)
Placer y gozo desenfrenado que borra los límites que protegía Artemisa en el espacio abierto más allá de la ciudad. Probar la carne humana forma parte de los comportamientos que tienden a volver salvaje al hombre, y permiten establecer, mediante la posesión, un contacto más directo con Dionisos, devorador del hombre. Es el cuerpo el que se involucra intensamente en la adoración del dios. Música de flautas y timbales, vino que transporta, danza que condena a bailar sin detenerse. Liberación de las fuerzas oscuras que se silencian en el orden cívico. Lo irracional en lo racional, lo racional en lo irracional. "Es con sus músculos como más fácilmente obtiene conocimiento de lo divino" una mujer bacante, una mujer en que el dios convoca las fuerzas que la habitan.
Devenir animal de Dionisos, devenir animal de las bacantes, devenir animal de Penteo en tanto tomado por las mujeres como víctima del sacrificio. Puede significar transitar las formas de ser no experimentadas, anulando órdenes, o atravesando, fisurando. Las prohibiciones no afectan ni a las esfera animal real ni al ámbito de la animalidad mítica; no afectan a los hombres soberanos cuya humanidad se esconde bajo la máscara del animal. Las mujeres bacantes son soberanas en tanto son conducidas a un más allá intransitado. Puro movimiento y desenfreno, pura energía y vitalidad, puro tránsito y mutación.
"Ni los muertos estarán seguros si el enemigo gana"<br /><br />W. Benjamin

     