04-14-2009, 11:07 AM 
		
	
	
		Fuente: Pagina-1 Revista de la Sierra Norte de Madrid nº14 , Marzo 2009 
http://www.pagina-1.es/noticia.asp?ref=713
El Lobo es un hombre para el Lobo.
Lobis Home o la Persistencia humana en la fiera
Por Antonio Terán y Pando
Quod simul imposuit mensis, ego uindice flamma
in domino dignos euerti tecta Penates
territus ipse fugit nactusque silentia ruris
exululat frustraque loqui conatur; ab ipso
colligit os rabiem solitaeque cupidine caedes
utitur in pecudes et nunc quoque sanguine gaudet.
In uillos abeunt uestes, in crura lacerti:
fit lupus et ueteris seruat uestigia formae 
Este bello pasaje de Ovidio (Metamrphoseon, Lib. I, 230-237), nos recuerda como Licaón es transformado en lobo por Zeus. Antes de ese momento, crucial, el lobo no existía.
El pensamiento griego, siempre tan lógico, no podía dejar de explicar lógicamente (con la lógica de la mentalidad mitológica, naturalmente) como una fiera merodeante y sanguinaria camina por la tierra.
Pero recreemos el escenario.
En la región de Arcadia, región remota de Grecia, hay un monte piramidal y solitario. Para el resto de los griegos, Arcadia resultaba una zona atrasada (recuérdese la palabra arcaico, que se nutre de la misma raiz), cuyos habitantes realizaban ritos cruentos y hasta es posible que fueran antropófagos.
El primer aborígen de la región se llamaba Pelasgo que gobernaba la zona (Pausanias, comenta con lógica o con humor, que éste Pelasgo, debiera estar acompañado por alguien más, pues si no ¿sobre quién gobernaba?). Pelasgo introdujo cierta civilización en la región: enseñó a las gentes a comer bellotas en vez de raices, a vestirse con pieles y a construir chozas. Su hijo Licaón (del griego lykos, lobo, es decir el nombre del hombre nomina a la bestia, siendo, en la práctica, una situación biunívoca) fue un hombre religioso que siguió culturizando su remota patria. Lamentablemente su piedad, mal encaminada, le llevó a construir un templo a Zeus donde llevó a cabo sacrificios humanos.
Este extremo, terrible, pudo ser algo más común de lo que nos gustaría en muchos pueblos y los textos clásicos dejan trazas de ésta impropia costumbre.
Zeus, horrorizado, cuando llegó a las alturas celestiales el aroma abyecto de un niño sacrificado, transformó a Licaón en lobo. Debió de transformar a más gente en lobos, recordemos a Pausanias.
Ovidio, retoma el mito y lo que es más importante interpreta la línea básica argumental del mismo como la pretensión de Licaón y sus hijos de engañar al Rey de los Dioses.
Zeus, disfrazado de anciano, se pasea por la Tierra, informándose de primera mano de categoría moral de sus habitantes. En el palacio de Licaón es invitado a un banquete. Licaón tiene sus sospechas de que aquel anciano no sea un Dios y le presenta para cenar un guiso de carne de niño. Esta impiedad, éste transpasar los límites del hombre respecto a la divinidad -en cierto modo la soberbia del hombre- es inadmisible.
Además el tal Licaón, que era una buena pieza, planeaba matar al supuesto anciano, pues otros habitantes de la región también sospecharon que el anciano -probablemente por su honorable porte- era un personaje divino y había comenzado a rezar plegarias.
El pueblo de los Molosos había enviado a Arcadia un rehén (quizás un adolescente, casi un niño) al que Licaón dio muerte, siendo los miembros de éste moloso los que Licaón ablanda en agua hirviendo y otros los tuesta sobre el fuego como nos cuenta el propio Zeus transcrito por Ovidio.(1)
Como casi todo el mundo sabe, el moloso es un tipo de perro pastor, muy apreciado desde la antigüedad, cuya víctima primigenia, el rehén, sella el odio eterno entre los dos cánidos: lobos y perros pastores. Por tanto el mito, explica dramáticamente no sólo la aparición taumatúrgica del lobo sobre la tierra sino el comportamiento de sus adversarios.
Los hijos de Licaón fueron también transformados o liquidados por el rayo.
Los textos nos ofrecen cierta luz acerca del remotísimo origen del mito. Independientemente de la antropofagia, parece ser que en la Remota Arcadia existía un rito en el cual si un individuo comía carne humana (real o simbólicamente) se transformaba en lobo, inmediatamente después, desnudo, atravesaba a nado un estanque y se ocultaba en los bosques. Si durante los nuevos años siguientes, se abstenía de probar carne humana, podía regresar a la comunidad, nuevamente transformado en hombre.
Todo nos indica un rito de iniciación, en el cual un grupo de jóvenes arcadios, abandonaban la comunidad viviendo en los bosques, ya como adultos.
Es interesante recordar aquí, con respecto a los ritos inciáticos, que se dice que Licaón introdujo el cultivo de la amapola en Arcadia, como parte del proceso de culturización del país. Los griegos conocían perfectamente el uso del opio y de sus propiedades narcóticas, siendo muy utilizado -junto con el cornezuelo de centeno- en diversos ritos mistéricos.
Otros autores clásicos nos relatan que los asesinos fueron sólo los hijos de Licaón, por lo que Zeus sólo les transformó a ellos. Licaón, visto el desastre, construyó un templo en la cumbre de un monte (llamado Licaón, por cierto) dedicado al Tonante. Noel nos dice que el nombre del monte es Liceo (Diccionario de Mitología Universal, 799) lo cual está en contraposición con la plausible etimología de la misma palabra que ofrece Corominas (Diccionario Etimológico Castellano e Hispánico, 360).
Licaón, siguiendo este último presupuesto, instauró un culto mistérico dedicado a Zeus Licaeo. Se cuenta que los que penetraban en el templo, hombres o animales, dejaban de producir sombra. Además instituyó unas fiestas: las Lupercales (del latín lupus, lobo) (2).
Hay muchos más Licaones, hasta nueve, según varios textos antiguos. Es curioso que siendo una denominación que representaba la crueldad fuera adoptado por otros personajes. Está claro que el nombre de hombre dio lugar al de la bestia, como ya he comentado.
Aristóteles enseñaba en una colina denominada Liceo. Con ese nombre se conocen cientos quizás miles de lugares de aprendizaje, incluso de representación (Liceo de Barcelona, Liceo Francés, etc, p.e.). En Atenas, la loma donde enseñaba el filósofo, estaba cercana a otra, sobre la cual se erigía un templo dedicado a Apolo Liceo (del griego lykoi, matador de lobos) (3).
Cuentan que en la región de Sicione, sus habitantes, hartos de que los lobos arrasaran sus rebaños, preguntaron a un oráculo cómo acabar con la plaga. El dios oracular por excelencia, Apolo, les indicó que debía mezclar carne con corteza de árbol y de ésta forma todos los lobos que comieran aquello perecerían.
Recuérdese que una forma harto cruel de matar perros -otros canes- fue untar con morcilla un corcho. El derivado vegetal inmune a los jugos gástricos obstruía el intestino del animal produciéndole una horrenda muerte.
La presencia del lobo en la historia de la humanidad es enorme. Animal temido y odiado, ha simbolizado también la valentía y la ferocidad en el combate. Muchas legiones romanas portaban cabezas de lobo en sus estandartes, muchos blasones medievales muestran lobos, pasantes o rampantes. Y desde luego la convivencia retroactiva de la naturaleza lupina en el hombre, como en los mitos del Lobis-Home, o cualquier otro hombre-lobo. Destaco, pues es muy importante etnológicamente, en su creación mitológica, es el lobo el que porta germen humano. Más tarde esta simbiosis espiritual se vuelve de doble sentido, siendo, en Europa y algunas culturas amerindias, el animal que más espiritualidad o germen ontológico tiene con el ser humano es el lobo.
Desde la bestia de Givaudan al lobo terrible que devorará a Odin, pasando por Caperucita Roja, las fábulas de diferentes autores y hasta las obras de Hesse, el lobo es un ser consustancial con la naturaleza del hombre. Casi siempre, para qué nos vamos a engañar, como elemento bestial extremadamente cruel. Taimado y de apetito feroz (ésta palabra proviene del latín fêrus, silvestre, es decir, el famoso Lobo feroz en realidad es el Lobo silvestre realmente un extraño pleonasmo), el lobo nos visita desde Esopo y siempre de forma desasosegante:
Un lobo mordido y maltratado por unos perros, yacía herido, sin poder procurarse comida; al ver a una oveja le pidió que le llevara agua del rio que fluía por allí cerca:
Si me das de beber, yo encontraré comida por mi mismo. La oveja, respondiendo dijo: Si yo te doy de beber, tú me utilizarás como comida.
El comentario de Esopo, no tiene precio: La fábula es oportuna para un malhechor que acecha con hipocresía (Esopo. Fábulas. Alianza. 231).
Los cuentos para niños, cuyos orígenes se sepultan en la noche de los tiempos, nos presentan a varios lobos famosos.
Un lobo parlante y hambriento -los lobos siempre están hambrientos- utiliza persuasión y agudeza, para merendarse a la abuela de la protagonista y a la protagonista. Es innegable que el cuento alerta sobre la desconfianza que los enemigos contrastados nos deben inspirar, pero también oculta un mensaje sexual de gran importancia, especialmente en los pasajes que colocan al lobo en el lecho y Caperucita le pregunta por sus atributos físicos, preguntas que no parecen lógicas entre nieta y abuela que se deberían conocer mucho antes.
Los varios hombres-lobo que en la rumorología han sido, mantienen intacta su carga sexual, poniendo de manifiesto que los dos monstruos por antonomasia (el vampiro y el hombre-lobo) contienen los más arcaicos gérmenes del espíritu humano. Ambos son profundamente sexuales, ambos muerden, siendo la boca, si seguimos a los freudianos un símbolo de sexualidad arcaica, la llamada fase oral. Ambos son prácticamente inmortales, siendo sólo posible acabar con ellos tras tomar unas muy especiales precauciones. Ambos mantienen un espíritu salvaje, menos patente en el vampiro, pero que les hace pertenecer al ámbito de la Naturaleza.
Así como el beso de la princesa al sapo, representa el beso en el falo -en principio repugnante, pero que posteriormente ofrece grandes satisfacciones- la posesión física por un lobo o un vampiro, parece anunciar placenteras situaciones básicas.
No se si el Canis lupus, merece que se le denigre con la máxima hobbesiana -Homo homini lupus- o debemos pasearnos con él como San Francisco. Tampoco se si el llamar a una mujer loba, es un insulto o un agasajo si pensamos en Luperca, la loba del Capitolio.
Del lobo como símbolo, figura o categoría, nos queda mucho que investigar. Hagámoslo. El bosque de la literatura, la mitología, la antropología, la historia y hasta la religión, conserva en su seno manadas enormes de lobos.
Ars longa, vita brevis.
(1) Obra citada. Para el origen de los Molosos, ver Diccionario de Mitología Universal de Noel. Como obra general consultar Todos los dioses de Grecia de Richard Buxton, editado por Oberon.
(2) Noël no está de acuerdo con éste origen y las atribuye al pastor Fáustulo durante la época de Rómulo y Remo. En lo que sí parecen coincidir todos es en su carácter orgiástico y cruel. Véase Justino y Virgilio (Envida, 8) y Ovidio, obra citada.
(3) Hay textos que llevan a Zeus como portador de éste epíteto. Consúltese a Ovidio, en la obra citada. A éste respecto, recomiendo las Metamorfosis traducidas por Antonio Ruiz de Elvira para el CSIC, 1992.
	
	
http://www.pagina-1.es/noticia.asp?ref=713
El Lobo es un hombre para el Lobo.
Lobis Home o la Persistencia humana en la fiera
Por Antonio Terán y Pando
Quod simul imposuit mensis, ego uindice flamma
in domino dignos euerti tecta Penates
territus ipse fugit nactusque silentia ruris
exululat frustraque loqui conatur; ab ipso
colligit os rabiem solitaeque cupidine caedes
utitur in pecudes et nunc quoque sanguine gaudet.
In uillos abeunt uestes, in crura lacerti:
fit lupus et ueteris seruat uestigia formae 
Este bello pasaje de Ovidio (Metamrphoseon, Lib. I, 230-237), nos recuerda como Licaón es transformado en lobo por Zeus. Antes de ese momento, crucial, el lobo no existía.
El pensamiento griego, siempre tan lógico, no podía dejar de explicar lógicamente (con la lógica de la mentalidad mitológica, naturalmente) como una fiera merodeante y sanguinaria camina por la tierra.
Pero recreemos el escenario.
En la región de Arcadia, región remota de Grecia, hay un monte piramidal y solitario. Para el resto de los griegos, Arcadia resultaba una zona atrasada (recuérdese la palabra arcaico, que se nutre de la misma raiz), cuyos habitantes realizaban ritos cruentos y hasta es posible que fueran antropófagos.
El primer aborígen de la región se llamaba Pelasgo que gobernaba la zona (Pausanias, comenta con lógica o con humor, que éste Pelasgo, debiera estar acompañado por alguien más, pues si no ¿sobre quién gobernaba?). Pelasgo introdujo cierta civilización en la región: enseñó a las gentes a comer bellotas en vez de raices, a vestirse con pieles y a construir chozas. Su hijo Licaón (del griego lykos, lobo, es decir el nombre del hombre nomina a la bestia, siendo, en la práctica, una situación biunívoca) fue un hombre religioso que siguió culturizando su remota patria. Lamentablemente su piedad, mal encaminada, le llevó a construir un templo a Zeus donde llevó a cabo sacrificios humanos.
Este extremo, terrible, pudo ser algo más común de lo que nos gustaría en muchos pueblos y los textos clásicos dejan trazas de ésta impropia costumbre.
Zeus, horrorizado, cuando llegó a las alturas celestiales el aroma abyecto de un niño sacrificado, transformó a Licaón en lobo. Debió de transformar a más gente en lobos, recordemos a Pausanias.
Ovidio, retoma el mito y lo que es más importante interpreta la línea básica argumental del mismo como la pretensión de Licaón y sus hijos de engañar al Rey de los Dioses.
Zeus, disfrazado de anciano, se pasea por la Tierra, informándose de primera mano de categoría moral de sus habitantes. En el palacio de Licaón es invitado a un banquete. Licaón tiene sus sospechas de que aquel anciano no sea un Dios y le presenta para cenar un guiso de carne de niño. Esta impiedad, éste transpasar los límites del hombre respecto a la divinidad -en cierto modo la soberbia del hombre- es inadmisible.
Además el tal Licaón, que era una buena pieza, planeaba matar al supuesto anciano, pues otros habitantes de la región también sospecharon que el anciano -probablemente por su honorable porte- era un personaje divino y había comenzado a rezar plegarias.
El pueblo de los Molosos había enviado a Arcadia un rehén (quizás un adolescente, casi un niño) al que Licaón dio muerte, siendo los miembros de éste moloso los que Licaón ablanda en agua hirviendo y otros los tuesta sobre el fuego como nos cuenta el propio Zeus transcrito por Ovidio.(1)
Como casi todo el mundo sabe, el moloso es un tipo de perro pastor, muy apreciado desde la antigüedad, cuya víctima primigenia, el rehén, sella el odio eterno entre los dos cánidos: lobos y perros pastores. Por tanto el mito, explica dramáticamente no sólo la aparición taumatúrgica del lobo sobre la tierra sino el comportamiento de sus adversarios.
Los hijos de Licaón fueron también transformados o liquidados por el rayo.
Los textos nos ofrecen cierta luz acerca del remotísimo origen del mito. Independientemente de la antropofagia, parece ser que en la Remota Arcadia existía un rito en el cual si un individuo comía carne humana (real o simbólicamente) se transformaba en lobo, inmediatamente después, desnudo, atravesaba a nado un estanque y se ocultaba en los bosques. Si durante los nuevos años siguientes, se abstenía de probar carne humana, podía regresar a la comunidad, nuevamente transformado en hombre.
Todo nos indica un rito de iniciación, en el cual un grupo de jóvenes arcadios, abandonaban la comunidad viviendo en los bosques, ya como adultos.
Es interesante recordar aquí, con respecto a los ritos inciáticos, que se dice que Licaón introdujo el cultivo de la amapola en Arcadia, como parte del proceso de culturización del país. Los griegos conocían perfectamente el uso del opio y de sus propiedades narcóticas, siendo muy utilizado -junto con el cornezuelo de centeno- en diversos ritos mistéricos.
Otros autores clásicos nos relatan que los asesinos fueron sólo los hijos de Licaón, por lo que Zeus sólo les transformó a ellos. Licaón, visto el desastre, construyó un templo en la cumbre de un monte (llamado Licaón, por cierto) dedicado al Tonante. Noel nos dice que el nombre del monte es Liceo (Diccionario de Mitología Universal, 799) lo cual está en contraposición con la plausible etimología de la misma palabra que ofrece Corominas (Diccionario Etimológico Castellano e Hispánico, 360).
Licaón, siguiendo este último presupuesto, instauró un culto mistérico dedicado a Zeus Licaeo. Se cuenta que los que penetraban en el templo, hombres o animales, dejaban de producir sombra. Además instituyó unas fiestas: las Lupercales (del latín lupus, lobo) (2).
Hay muchos más Licaones, hasta nueve, según varios textos antiguos. Es curioso que siendo una denominación que representaba la crueldad fuera adoptado por otros personajes. Está claro que el nombre de hombre dio lugar al de la bestia, como ya he comentado.
Aristóteles enseñaba en una colina denominada Liceo. Con ese nombre se conocen cientos quizás miles de lugares de aprendizaje, incluso de representación (Liceo de Barcelona, Liceo Francés, etc, p.e.). En Atenas, la loma donde enseñaba el filósofo, estaba cercana a otra, sobre la cual se erigía un templo dedicado a Apolo Liceo (del griego lykoi, matador de lobos) (3).
Cuentan que en la región de Sicione, sus habitantes, hartos de que los lobos arrasaran sus rebaños, preguntaron a un oráculo cómo acabar con la plaga. El dios oracular por excelencia, Apolo, les indicó que debía mezclar carne con corteza de árbol y de ésta forma todos los lobos que comieran aquello perecerían.
Recuérdese que una forma harto cruel de matar perros -otros canes- fue untar con morcilla un corcho. El derivado vegetal inmune a los jugos gástricos obstruía el intestino del animal produciéndole una horrenda muerte.
La presencia del lobo en la historia de la humanidad es enorme. Animal temido y odiado, ha simbolizado también la valentía y la ferocidad en el combate. Muchas legiones romanas portaban cabezas de lobo en sus estandartes, muchos blasones medievales muestran lobos, pasantes o rampantes. Y desde luego la convivencia retroactiva de la naturaleza lupina en el hombre, como en los mitos del Lobis-Home, o cualquier otro hombre-lobo. Destaco, pues es muy importante etnológicamente, en su creación mitológica, es el lobo el que porta germen humano. Más tarde esta simbiosis espiritual se vuelve de doble sentido, siendo, en Europa y algunas culturas amerindias, el animal que más espiritualidad o germen ontológico tiene con el ser humano es el lobo.
Desde la bestia de Givaudan al lobo terrible que devorará a Odin, pasando por Caperucita Roja, las fábulas de diferentes autores y hasta las obras de Hesse, el lobo es un ser consustancial con la naturaleza del hombre. Casi siempre, para qué nos vamos a engañar, como elemento bestial extremadamente cruel. Taimado y de apetito feroz (ésta palabra proviene del latín fêrus, silvestre, es decir, el famoso Lobo feroz en realidad es el Lobo silvestre realmente un extraño pleonasmo), el lobo nos visita desde Esopo y siempre de forma desasosegante:
Un lobo mordido y maltratado por unos perros, yacía herido, sin poder procurarse comida; al ver a una oveja le pidió que le llevara agua del rio que fluía por allí cerca:
Si me das de beber, yo encontraré comida por mi mismo. La oveja, respondiendo dijo: Si yo te doy de beber, tú me utilizarás como comida.
El comentario de Esopo, no tiene precio: La fábula es oportuna para un malhechor que acecha con hipocresía (Esopo. Fábulas. Alianza. 231).
Los cuentos para niños, cuyos orígenes se sepultan en la noche de los tiempos, nos presentan a varios lobos famosos.
Un lobo parlante y hambriento -los lobos siempre están hambrientos- utiliza persuasión y agudeza, para merendarse a la abuela de la protagonista y a la protagonista. Es innegable que el cuento alerta sobre la desconfianza que los enemigos contrastados nos deben inspirar, pero también oculta un mensaje sexual de gran importancia, especialmente en los pasajes que colocan al lobo en el lecho y Caperucita le pregunta por sus atributos físicos, preguntas que no parecen lógicas entre nieta y abuela que se deberían conocer mucho antes.
Los varios hombres-lobo que en la rumorología han sido, mantienen intacta su carga sexual, poniendo de manifiesto que los dos monstruos por antonomasia (el vampiro y el hombre-lobo) contienen los más arcaicos gérmenes del espíritu humano. Ambos son profundamente sexuales, ambos muerden, siendo la boca, si seguimos a los freudianos un símbolo de sexualidad arcaica, la llamada fase oral. Ambos son prácticamente inmortales, siendo sólo posible acabar con ellos tras tomar unas muy especiales precauciones. Ambos mantienen un espíritu salvaje, menos patente en el vampiro, pero que les hace pertenecer al ámbito de la Naturaleza.
Así como el beso de la princesa al sapo, representa el beso en el falo -en principio repugnante, pero que posteriormente ofrece grandes satisfacciones- la posesión física por un lobo o un vampiro, parece anunciar placenteras situaciones básicas.
No se si el Canis lupus, merece que se le denigre con la máxima hobbesiana -Homo homini lupus- o debemos pasearnos con él como San Francisco. Tampoco se si el llamar a una mujer loba, es un insulto o un agasajo si pensamos en Luperca, la loba del Capitolio.
Del lobo como símbolo, figura o categoría, nos queda mucho que investigar. Hagámoslo. El bosque de la literatura, la mitología, la antropología, la historia y hasta la religión, conserva en su seno manadas enormes de lobos.
Ars longa, vita brevis.
(1) Obra citada. Para el origen de los Molosos, ver Diccionario de Mitología Universal de Noel. Como obra general consultar Todos los dioses de Grecia de Richard Buxton, editado por Oberon.
(2) Noël no está de acuerdo con éste origen y las atribuye al pastor Fáustulo durante la época de Rómulo y Remo. En lo que sí parecen coincidir todos es en su carácter orgiástico y cruel. Véase Justino y Virgilio (Envida, 8) y Ovidio, obra citada.
(3) Hay textos que llevan a Zeus como portador de éste epíteto. Consúltese a Ovidio, en la obra citada. A éste respecto, recomiendo las Metamorfosis traducidas por Antonio Ruiz de Elvira para el CSIC, 1992.
El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)

     