Fuente:
http://blogs.rtve.es/retiario/2009/6/3/el-...o-jamas-existio
El Paraíso jamás existió
por Pepe Cervera el 03 Jun 2009
Ninguna fuerza es más poderosa que la nostalgia, sobre todo cuando se refiere a un pasado imaginario. Uno de los mitos más poderosos, presente en la mayor parte de las culturas terrestres, es el del Paraíso Terrenal: un maravilloso tiempo en el remoto pasado en el que la vida era sencilla, el trabajo no existía, la subsistencia estaba asegurada y los humanos vivían sencillamente y al calor del amor de las divinidades. Por contrariar en algún detalle la voluntad de estos dioses la humanidad fue castigada con la expulsión del paraíso, y con el nacimiento de todas las plagas que hoy la afligen: hambre, enfermedad, sufrimiento, muerte.
En otras palabras: la historia no sería más que una continua degeneración desde un idealizado estado primigenio de felicidad absoluta. Dice algo sobre nosotros que tantas religiones compartan esta idea de que empezamos en lo más alto y no hacemos más que descender. Curiosamente, la biología también tenía su propio Paraíso Terrenal; uno que una investigación recién publicada acaba de arrasar, demostrando que en el pasado de la vida no hubo un Jardín del Edén .
El Paraíso en la Tierra se habría producido en las primeras etapas del desarrollo de la vida en el planeta, después de que surgieran los seres vivos, pero antes de que algunos de ellos aprendieran a asegurarse el sustento devorando a otros. Los primeros seres vivos habrían sido autosuficientes, y todos ellos procariotas; carentes de núcleo. Sin embargo los predadores unicelulares (células que engloban y devoran otras células más pequeñas) son eucariotas, es decir, células con núcleo.
De todo ello se deduce que entre el origen más remoto de la vida, hace ente 3.000 y 3.500 millones de años, y la aparición de los eucariotas hace unos 2.200 millones de años, el mundo era un pacífico lugar donde sólo había células autosuficientes, y la predación era desconocida. Durante más de 1.000 millones de años, la Tierra entera habría sido el Jardín del Edén.
Solo que no es posible, según las simulaciones poblacionales realizadas por un equipo de la Universidad Massey de Nueva Zelanda. Combinando diferentes estrategias de supervivencia, ritmos de crecimiento y grados de ventaja en la predación sobre la autosuficiencia, el resultado es claro: comerse al vecino es tan eficaz que existe una fuerte presión selectiva para que aparezcan predadores, desde muy pronto. Nunca hubo un edénico paraíso; desde el principio los seres vivos nos comemos unos a otros.
Una triste realidad, que por lo menos deja claro que la idea de una caída en la mugre a partir de una edad de oro es tan mítica como el paraíso. Al menos, en la historia de la vida en la Tierra.