Y otro fuego nuevo.. les comieron el mandado y los dejaron fuera

Basicamente de plano ya dejaron fuera al julio Diana y a Frank:
Hace como un año comente de una alumna suya que estaba asesorando a spas en Queretaro para montar sus temazcales y que hacia sus rituales con meditaciones (lasque desearas y del tipo que desearas) pero sin nocion alguna de que yerbas usar. Que a falta de conocimiento llenaba con psicologia traspersonal. Hasta donde tengo entendido no le molesta que le digan chaman cuando no lo es entre otros titulos aunque directamente no pide que le llamen asi tampoco lo evita. Usual que de temazcales en zona maya a lo xcaret (plan turistico). Tambien uusla que este de “gira” magica.
Por lo visto Ocampo ya subio de categoria sus aventos y dejo fuera a los drogadictos. Tambien dejaron fuera a Vargas.

Fecha: 12 de septiembre de 2010 13:56
Asunto: Carlos Gomez Nuñez: panorama y revelaciones de la medicina tradicional indigena

Amig@s:

Les presento a nuestro amigo el naturalista Carlos Gómez Núñez (XXXXXXXXXX), activista y ser humano de primera, encargado del Consejo de Salud, uno de los diez consejos o universos de trabajo de El Llamado del Águila, el XI Ecuentro Iberoamericano de Luz – VII de las redes mexicanas de conciencia y X Consejo de Visiones Guardianes de la Tierra, que se llevará a cabo en Chalmita, México, del 13 al 20 de noviembre próximo, junto a la ceremonia del Fuego Nuevo 2010. También se encargó del consultorio médico en muchos de los encuentros pasados de biorregionalismo y lo hará en este magno que unirá en la diversidad a más de 15 grandes redes de conciencia del planeta en idioma castellano.

Inscríbete ya en El Llamado del Águila en consejodevisiones.org y participa en los grupos externos de enlace y expansión en XXXXXXXXXXXXX

Saludos fraternales!
Ricardo Ocampo

Un espacio para el cuerpo: Carlos Gómez: panorama y revelaciones de la medicina tradicional indígena/I

Viernes, 20 de Agosto de 2010 00:00
Escrito por Lorraine Krohnengold
LA JORNADA MORELOS

La gente se refiere al biólogo Carlos Gómez como temazcalero, curandero, masajista, hierbero, doctor, terapeuta, huesero, maestro o chamán, calificativos ante los cuales él responde sin pretensiones y simplemente continúa haciendo la labor que le corresponde en el momento. Bien se dice que el verdadero chamán es el que no se jacta ni hace alarde de ello y muchas veces hasta pasa desapercibido.
En entrevista con Carlos Gómez para La Jornada de Morelos, nos enriquece contándonos parte de su interesante trayectoria.

Historias antiguas:

“Originario del D.F., estudié biología en la UNAM en donde el maestro etnobotánico Miguel Ángel Martínez Alfaro (q.e.p.d.), me inculcó el interés por las plantas medicinales. A mediados de los años setenta, en la universidad se discutía el dilema de cómo hacer investigaciones; si para los académicos, la política de dominación o para utilidad de las comunidades. Decidimos devolver a las comunidades y a la gente el conocimiento que muchas veces se extraía de ellas haciendo cosas tan sencillas como entregar una tesis o investigación a la autoridad comunal. En ese entonces, tuve la oportunidad -gracias al maestro Miguel Ángel- de conocer Cuetzalan y otras comunidades en la sierra norte de Puebla, trabajar con curanderos y hacer visitas intermitentes por largas temporadas. Me gustó la idea de, además de ser investigador, convertirme en aprendiz, y mi primera experiencia como tal fue con el totonaco don Dauis (q.e.p.d.), de la comunidad de Tuzamapan. Con el mismo ímpetu que ejercía la presidencia municipal o se hacía líder cafetalero, el maestro Dauis hacía curaciones o se convertía en nahual. Esta investigación -que realicé junto con colegas de etnobotánica comparativa- ganó un premio de la Sociedad Botánica y fue publicada.
Así me fui dando cuenta de que el estudio de las plantas medicinales es mucho más que saber de hierbas y recetas. Es entrar al mundo de la curación con limpias, baños, dieta, y la magia del contacto con los espíritus. El mundo de la medicina tradicional tiene que ver con el contexto cultural y la concepción de la naturaleza.
En 1976 me vine a vivir a Cuernavaca para seguir con mis estudios, empezar a trabajar, y tuve la fortuna de conocer al antropólogo chileno exiliado Bernardo Baytelman, quien trabajaba en el INAH Morelos como investigador y me contrató como botánico para proyectos de medicina tradicional. En las entrevistas que ambos hicimos a curanderos, yo fungía como una especie de traductor para él de los conceptos del lenguaje popular de los curanderos en nuestro país (le expliqué términos como el empacho, la sombra, los aires, etc.). Entonces conocí a otra de mis maestras, doña Modesta Labana de la comunidad de Hueyapan -una de las curanderas más importantes del estado de Morelos y probablemente del país- quien aún vive, trabaja y ha tenido una infinidad de alumnos. También en esos tiempos hubo un congreso de anti-psiquiatría en Cuernavaca, al cual vinieron David Copper, los esposos Basaglia, entre otros, quienes planteaban que las enfermedades deberían ser tratadas de una manera diferente a la convencional y empezaron a sacar a los enfermos mentales de los hospitales y llevarlos a ranchos y casas en el campo, usando plantas medicinales y psicotrópicas en su tratamiento. Me pidieron acercarlos al mundo de este género de plantas dentro del cual México es muy famoso y en el cual yo ya había incursionado, y me interesé en aprender de sus experiencias e interpretaciones psicológicas.
Con la suerte de ser uno de los creadores de la construcción del Jardín Etnobotánico de la India Bonita, como no había mucho presupuesto es ese momento, me tocó negociar y encontrar voluntarios entre “vaguitos” y “ teporochitos”. También participaron custodios e intendentes y hasta los choferes a quienes les atraía el tema y se animaban a ayudar sacando basura del terreno, ir a las comunidades a conseguir las plantas medicinales e ir conformando el jardín actual. A mí me tocaba la parte botánica y al doctor Baytelman la antropológica y así fuimos diseñando el jardín poco a poco con diferentes ideas como la de crear un gran cuerpo humano y poner las plantas que correspondían a cada parte del cuerpo, inspirados en el Códice Badiano, aunque en base al sentido práctico fuimos acertando en la mejor manera de plantarlas. Posteriormente, se publicó el libro Etnobotánica en el Estado de Morelos, que resume la investigación realizada.
Después, por diferencias de ideas y estilos de trabajo, muy a mi pesar opté por irme a Jalapa en 1979, y empecé a trabajar para Culturas Populares con el maestro Roberto Williams, haciendo una investigación-acción que incluía exposiciones de herbarios de plantas medicinales. El maestro Williams me envió a la región de Catemaco y la Sierra de los Tuxtlas a trabajar con los brujos. A partir de entonces, y durante los siguientes diez años, tanto en Veracruz como en Oaxaca trabajé en la formación de promotores culturales, es decir, indígenas que hacían investigación y promoción de su propia cultura. Durante ese proyecto y gracias a la herramienta de preparar las plantas medicinales en forma de cápsulas, jarabes y tinturas llamada “farmacia galénica”, que había aprendido con la química fármaco bióloga Raquel Magdaleno y la maestra de Amatlán Vicenta Villalba – curandera muy importante del estado de Morelos- ,fui transmitiendo este conocimiento a otros curanderos. Estos apreciaban mucho pasar de dar “tesitos” y utilizar las plantas directamente, a poder concentrarlas y conservarlas en forma de pomadas, bálsamos, tinturas y extractos, y en reciprocidad me enseñaban sus técnicas de curación. El proceso de Culturas Populares fue muy importante paralelamente al del Instituto Nacional Indigenista (INI), que empezaba también a interesarse no sólo en el apoyo asistencial, sino en promover realmente el desarrollo cultural utilizando lo que se llamó “transferencia de medios”. Esto consistía en enseñar a la gente de comunidades a utilizar recursos tecnológicos modernos como radio y televisión que, en este caso, daba reconocimiento a sus prácticas curativas. El IMSS Coplamar, por ejemplo, expandió sus servicios de salud por todo el país a nivel rural, e incluían pequeños jardines botánicos y farmacias comunitarias con plantas medicinales y preparados galénicos. En Oaxaca surgieron las primeras cooperativas indígenas madereras que antes estaban concesionadas a Fábricas de Papel Tuxtepec, y las comunidades empezaban a tener sus propios aserraderos. Fue el momento de reapropiación con nuevas tecnologías y de revalorizar la sabiduría ancestral, lo cual al principio fue confuso, ya que por un lado las comunidades en ese momento querían entrar a la era de la modernidad de la medicina alopática como ponerse una inyección o tomar un antibiótico, y por otro lado querían revalorizar sus formas tradicionales. Se organizaron muchas mesas de discusión y análisis y exposiciones de herbarios en las que la gente empezó a tomar consciencia, revalorizar y rescatar su propia sabiduría ancestral misma que se empezó a incluir en la educación.
A finales de los años ochenta, unos compañeros oaxaqueños y yo, fuimos invitados a la Fiesta Nacional de la Planta Medicinal, evento organizado por la asociación Tlahuilli de los hermanos Rojas. En esa época entré a trabajar formalmente al INI, en donde a partir de ese momento hubo un impulso a las organizaciones de médicos indígenas tradicionales de todo el país. La estrategia consistía en ir a las comunidades y promover el intercambio de conocimiento entre parteras, hierberos, curanderos, hueseros, así como eventos para articularlos. A la par de mi colaboración en la parte organizativa, yo compartía la preparación de productos herbolarios y propagaba los pequeños jardines botánicos regionales.
Esta investigación-acción se concretó en la publicación de la Enciclopedia de la Medicina Tradicional Mexicana, que incluye tres tomos del Atlas de las Plantas de la Medicina Tradicional Mexicana, obra en la que colaboré como asesor y que actualmente se puede consultar en la red como Biblioteca Virtual de la Medicina Tradicional Mexicana.

Comments are Closed