El agua

Viendo la última línea del artículo… ya se ve por dónde van los tiros, que mal.

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El agua, la siguiente en la espiral de precio de las materias primas

@S. McCoy – 17/03/2008

El agua es la siguiente de la lista. No tengan ninguna duda. A la subida del petróleo que, en términos reales, esto es: ajustando su precio por la inflación, cotiza ya a sus máximos históricos; el alza del oro que responde a su triple condición de refugio en tiempos de crisis, cobertura frente al dólar y protección contra la inflación, al que hemos visto puntualmente por encima de los 1.000 dólares; el incremento en el coste de las materias primas agrícolas, consecuencia de una mayor demanda del mundo en vías de desarrollo y el sector energético y una serie de cosechas desastrosas que han menguado la oferta, se unirá, más bien antes que después, en esa batalla que hay entablada a nivel global por el control de las fuentes de aprovisionamiento, el agua como objeto de disputa. Parece inevitable.

Paradójicamente, aunque vivimos rodeados de ella y es imprescindible para nuestra supervivencia, se trata se un bien escaso y, como tal, quedará sometido antes o después a las fuerzas compradoras y vendedoras que determinan su precio final.

Según datos de la ONU, en 1950, las reservas de agua a nivel mundial eran de 17.000 metros cúbicos por persona. En 1995 se habían reducido a 7.300. Si lo actualizáramos por el incremento poblacional que ha habido desde entonces, los niveles unitarios estarían sustancialmente por debajo. Es evidente, los factores demográficos son el principal argumento para el aumento de la demanda.

Pero junto a ellos se encuentran las consecuencias del acceso de grandes bolsas de población al mundo desarrollado, fenómeno que se ha traducido tanto en un mayor consumo de agua per cápita (8% del total), que ha crecido el doble que la población, como en una nueva bolsa de necesidad procedente tanto del desarrollo agrícola de esos países (69%) como de su avance industrial (23%). Por su parte, y por el lado de la oferta de agua, se están produciendo dos procesos paralelos. Caída en términos absolutos de la misma debido al proceso de desaparición de los glaciares, que suponen un 70%de las reservas de agua al nivel mundial, sea dicha contracción permanente o consecuencia de un ciclo climático natural; menor disponibilidad de los recursos actuales ya que cerca de dos terceros del agua dulce del planeta está sometida a severos procesos de contaminación debido, en muchos casos, a planes de urbanización y evacuación minera o industrial no controlados.

Necesidad y escasez

Se augura, por tanto, para el agua un entorno de precios al alza consecuencia de su necesidad y su escasez. Hay quienes apuntan que los principales conflictos a nivel mundial en los próximos años se derivarán de la disputa por lo que han dado en llamar “oro blanco”. Aunque parece un pronóstico aventurado a día de hoy, pueden no ir desencaminados. Pero más allá de esas disquisiciones intelectuales, lo cierto es que la inversión en agua parece una apuesta segura en los tiempos que corren. Una apuesta que, a medio plazo, rendirá sus frutos. Y es que, aparte de la materia prima en sí, el negocio del agua va a estar en primera plana de la actualidad. Se requiere inversión en infraestructura tanto para localizar nuevos pozos como para la adecuada distribución de los recursos ya existentes, evitando las mermas; se van a fomentar los procesos tanto de transformación de agua salada (97% del total mundial) en dulce o como de depuración y reciclado de las aguas contaminadas; van a ponerse de moda aquellos mecanismos que permitan a los usuarios contener su gasto doméstico o al sector primario o secundario de la economía hacer un mejor aprovechamiento del agua en sus procesos, por poner sólo tres ejemplos.

Las inversiones relacionadas con el agua crecerán, según el Consejo Mundial del Agua, de 80.000 millones de dólares anuales hoy a 180.000 en el 2025. Sólo China ha anunciado de aquí a 2010 un plan que prevé un gasto a esa fecha de 125.000 millones. Y es que cerca del 1.000 millones de personas carecen hoy de acceso a agua potable corriente. Esta cifra, que podía parecer, porque lo es, una barbaridad, se puede convertir en una broma si se cumplen los peores pronósticos.

El agua va a estar en el punto de mira. Y por el bien de todos, resulta hoy más que nunca imprescindible que, tanto en las naciones más desarrolladas como en aquellas que no participan del mismo nivel de bienestar, se invierta en aquellas infraestructuras que permitan su mejor localización y aprovechamiento. Aunque suene dramático, es la estabilidad social del planeta está en juego. Y, como toda crisis, supone una oportunidad para los inversores más avezados que quieran anticiparse a lo que puede ocurrir.

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