CONCEPTO DE HISTORIA

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La Historia es el estudio o la ciencia que estudia los hechos o fenómenos (de todo tipo y de toda duración) trascendentes de la vida de la humanidad, en todas sus conexiones, tanto sincrónicas (con hechos de la misma época), como diacrónicas (con sus antecedentes y causas, y con sus consecuencias).
Diacrónico significa de épocas diferentes: anteriores o posteriores.
Sincrónico significa que es de la misma época, simultáneo.

Fenómenos históricos según su duración:

de corta duración: acontecimientos. Son los que se producen en unas horas o días. (El crack del 29)
de media duración: coyunturales. Se desarrollan en pocos años. (La I Internacional)
de larga duración: estructurales. Se desarrollan en siglos. (La romanización, la Reconquista).
Profundización y ampliación de la definición de historia

La historia es la ciencia que estudia la interconexión sincrónica y diacrónica de los fenómenos importantes, proyectivos, de la vida de la humanidad que transcurre en el tiempo; los fenómenos, por tanto, que tienen la suficiente importancia para proyectarse en las épocas siguientes, en el futuro a través del presente; fenómenos de todo tipo -económico, social, político, cultural, artístico, religioso- y de toda duración -larga, media o corta-.
Son procesos, pero no hay inconveniente en llamarlos hechos pese al malentendido positivista. El problema del positivismo no es que potencie demasiado los hechos, sino que no quiere considerar todos los hechos, sino sólo los cuantificables, medibles y, sobre todo, compatibles con su creencia de lo que es científico; y descarta los que los pueden valorar y dar sentido, precisamente los más vitales.

Hay hechos trascendentes y hechos que se agotan en su puro pasar, como dice Millán Puelles. Los primeros, por influir en el curso del acontecer humano ulterior y dar a éste una orientación, entran en la historia; los otros, como cerrados y estériles, quedan fuera de ella. Aquello a lo que compete ser histórico es actual en tanto que presente considerado de manera formal, no material; lo histórico se define únicamente por su permanencia. En este sentido, toda historia es historia contemporánea. Cada situación histórica presenta una interconexión sincrónica de elementos de todo tipo, pero además tiene -según el mismo autor- un doble contexto previo y posterior, una dirección proyectiva, además de una dimensión retrospectiva. Lo que hace ser histórico a un fenómeno es la virtualidad por la que trasciende. Historiar, por tanto, es conocer la virtualidad de los fenómenos. De ahí el carácter formalmente conectivo de todo conocimiento histórico. Establecer la conexión es el conocimiento histórico. Lo demás lo es sólo indirectamente, materialmente, si sólo es preparar los materiales. La forma del conocimiento histórico es la síntesis dinámica y conectiva de la continuidad de los fenómenos o procesos. Analizar objetos históricos aislados no es tarea histórica. Pero sí insertar en su contexto histórico ese análisis, que puede tomar del economista, sociólogo, filósofo, etc., o hacerlo él en cuanto economista, sociólogo, filósofo. Esto es combinar lo lógico con lo cronológico adecuadamente. Establecer el sentido general correcto y, en él insertar los datos trascendentes que lo indican verificados concienzudamente.

Todos estos planteamientos enlazan y se aplican a la metodología didáctica. Como trabajar la cronología más que como memorización de fechas, como búsqueda de las fechas de fenómenos históricos significativos, exponiendo su significado. Así se ayuda a evitar la cuantofrenia (Gurvicht). En el conocer histórico, el entendimiento lleva a unidad conectiva los elementos plurales coimplicados y verificados. Su única norma es la verdad. Así se puede superar la visión burocrática de la historia y también la manipulación histórica de signo contrario.

Todo ello utilizando el lenguaje común, llano, sencillo, sobrio que, por otra parte, es el más apropiado en historia, no la pedantería, que es inapropiada en todo. La historia nunca ha sentido la necesidad de usar tecnicismos, llega a decir F. Suárez; y Braudel recomienda taxativamente usar las palabras vivas del lenguaje vulgar. Lo cual no quita, sino que, al contrario, exige aclarar a los alumnos los tecnicismos y terminologías tópicas de las escuelas de moda para que les pierdan el miedo y para que sepan manejarse con soltura ante las realidades más allá de la barrera de las apariencias.

Libertad y verdad en la historia

Las ciencias humanas o sociales no son deterministas. No pueden conseguir establecer leyes deterministas que permitan conocer el futuro humano en términos matemáticos a partir de datos empíricos naturales. Hay que tener en cuenta la personalidad libre de cada individuo en la multitud de las sociedades humanas. No obstante, hay una parte condicionada en la libertad de los actos humanos. Hay que contar con lo condicionando, con lo que el hombre decide y con lo que no decide.

Es evidente que el hombre como animal racional que es, según la expresión aristotélica, es un ser por una parte biológico, sometido como tal a las leyes de la bioquímica. Y entra en los esquemas de la caracteriología por la interacción psicosomática. Además está inmerso en la naturaleza. Asimismo es evidente, por otra parte, que, como ser racional y social por naturaleza -también según el mismo Aristóteles-, tiene tendencia siempre a la afirmación y realización de valores tales como verdad, justicia, bondad, fraternidad, solidaridad, laboriosidad, creatividad… Y que tiene pasiones que someter para que impulsen en el mismo sentido, porque si no, frustran esos valores sometiéndole y convirtiéndole en un mal para sí mismo y para los demás.

Por su parte, la Sociología nos indica que además de los factores de la naturaleza, existen los factores sociales y económicos y que también influyen en el quehacer humano: factores geográficos y demográficos; las condiciones económicas tan ligadas a su vez a las geográficas y a las demográficas, además de a los factores culturales; sociales (idiosincrasia nacional o regional, costumbres, tradiciones, propaganda y publicidad, presión social, control social); políticos (coacciones, presiones, interiorización ideológica, terrorismo)… Todo esto es verdad que condiciona los actos humanos, sobre todo considerados a escala social. Y que hay muchos actos reflejos e instintivos, pasionales, influidos y coaccionados por la propaganda y otras presiones y no tan puramente voluntarios, incluso y sobre todo en los que dicen hacer lo que les da la gana. Pero todo esto no elimina la voluntad libre: una cosa es que la voluntad pueda o no y otra muy distinta que en lo que pueda, poco o mucho, sea libre, como dice Ferrán. Y el papel de la libre voluntad humana es la afirmación y realización de aquellos valores a través de los condicionamientos materiales y sociales y sirviéndose de ellos incluso. La libertad es la liberación de las coacciones del mal precisamente, el poder liberarse, o en realidad ser liberado de las coacciones nocivas, no tener siempre que obrar mal forzadamente, coaccionados interna o externamente, sino poder obrar bien.

La verdad

No obstante, se les puede llamar ciencias a las sociales en el sentido de que buscan un conocimiento demostrativo con pruebas de la verdad de sus conclusiones. Y lo buscan con métodos que pueden ser de alta especialización, utilizando a veces la tecnología más moderna para obtener información de sus fuentes y procedimientos matemáticos en el tratamiento de sus datos. El objeto de la Ciencia es la verdad o, lo que es lo mismo, lo que busca la ciencia es el conocimiento de la realidad. No subjetivismos, que son fuente de enfrentamiento, sino la verdad, en la cual todos podemos coincidir. Como decía Machado (Proverbios y cantares, LXXXV):

“¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”.

Y también, en lo que se puede aplicar para rechazar el concepto burocrático de la historia, como lo expresaba Einstein en carta al ministro de Educación de Mussolini antes de 1932:

“El deseo de alcanzar la verdad debe anteponerse a todos los demás. Fue este principio el que permitió a nuestra civilización iniciar su desarrollo… la búsqueda de la verdad científica, al margen de los intereses prácticos de la vida cotidiana, es algo que todo gobierno debería considerar sagrado, y, en interés de todos, debería dejarse trabajar en paz a los honrados servidores de la verdad”.

La Geografía y la Historia vienen integrando desde hace muchísimo tiempo todo un conjunto de elementos materiales de las otras ciencias sociales, además de otros de las ciencias naturales y de algunos operativos matemáticos y, por supuesto, son informadas por las concepciones filosóficas subyacentes o explícitas, pero siempre decisivas para comprender y, por tanto, para expresar los conocimientos históricos: “La verdad de la historia está en función de la verdad de la filosofía que el historiador pone en juego” (H.I. Marrou).

De hecho, los profesores de Geografía e Historia conocemos por lo general las otras ciencias sociales a través de esta integración y utilización de sus conocimientos en nuestras disciplinas habituales, pero desde el punto de vista, u objeto formal, geográfico o histórico. El objeto material puede ser y es el mismo que el de otras ciencias, pero el objeto formal, lo que hacen con esos materiales, las define como ciencias diferentes esencialmente. Cada ciencia recibe sus principios de su ciencia superior. El concepto de lo que son las cosas y de lo que es el hombre y de todo lo humano lo reciben la Historia y la Geografía de la Filosofía. Cuando el geógrafo y el historiador, para hacer su Geografía y su Historia, conocen y definen esencialmente lo que es el hombre y todo lo humano, para explicar cómo ha llegado a ser lo que es y cómo se distribuye por la superficie del planeta, lo conocen y definen haciendo filosofía. Aunque sea partiendo de lo que diga el filósofo, es el geógrafo y es el historiador quienes lo tienen que comprender y expresar ellos. Y así lo hacen, sea buena filosofía, o falsa filosofía, como acontece.

8 Commentsto CONCEPTO DE HISTORIA

  1. Tlahuica dice:

    Recordemos que la mayoria de la historia esta escrita por los venvedores!!!!
    Con exepciones por supuesto(“la vision de los vencidos” y otros)

  2. Meripedes dice:

    Soy de la opinión que lo que realmente importa es el historiador, su enfoque. Por mucho que queramos , en las ciencias sociales no podemos sustraernos de nuestro ideario o formación teórica.

    La idea que comenta puede valer para épocas antiguas de las que no ha llegado pocos datos o que no tenemos mas infromacion que el registro arqueológico, con lo que implica de limites de comprensión de lo restos. ¿puedes saber que pensab el que hizo una vasija en el neolítico?, ¿ Puedes concluir cual es el mundo simbólico de un cazador del paleolítico con una pieza de Silex?. Complicado.

    Ademas no es solo que lo vencedores escribe la historia. Lo que nos llega de la epocas antigua es al vison de la elite. Todas esta visones van de la mano de una corriente historiografica que es el positivismo. En cuanto tenga tiempo lo redacto.

    Las nuevas tendencias de la historia intentan tener una vison mas amplia, vencidos, clases populares o minorías…, sabiendo lo que te expuesto al principio, que la historia no es una ciencia natural y por lo tanto no es exacta.

  3. Banned Chipola dice:

    Recordemos que generalizar lleva a imprecisiones.

  4. Yisus dice:

    Me parece importante que al hacer uso de la historia tenga un fin práctico, sino podría ser solo romanticismo y nostalgia. Además, la rigurosidad científica obliga a establecer un enfoque o método para estudiarla, ya que fenomenos que suceden ahora son fácilmente manipulados por ignorancia o con fines de interés particular, siendo solo ideológicos y no científicos. a mi me gusta la historia para explicar el hoy y saber ocmo actuar; y en el sillón de mi casa para “nostalgear” e imaginar, como ver una película.

  5. Meripedes dice:

    Las historia, según en que manos, es utilizada como arma ideológica, por eso creo que es interesante conocer su mecanismo internos para se menos vulnerables a esa manipulación.

  6. Banned Chipola dice:

    he ahi el problema de las ciencias sociales.
    Emular hechos en otro espacio-tiempo hace que sean ligeramente subjetivas.

  7. Vaelia dice:

    Aclaro que yo no soy licenciada en Historia; la historia es que sin que yo lo esperara obtuve la oportunidad de acceder a la Universidad, y a la hora de escoger una licenciatura, elegí una que me permitiera resolver algunas dudas del momento en el que estaba, y confirmar algunos datos. En los años que estuve por allí, logré estos objetivos, y algo más allá de ellos. No tengo la paciencia, en ocasiones sumisión, que requería permanecer allí hasta el final y hacer de la Historia un oficio, pero adquirí las herramientas necesarias para leer a otros y no ser engañada, o al menos, no serlo tan fácilmente. Según mi experiencia, los primeros cursos te enseñan qué es lo que debe y no debe hacer un historiador, es decir, un cierto código de principios… y a medida que avanzas compruebas como, demasiado lejos del ideal, casi rozando la burla, no sólo los divulgadores, o los investigadores de campo; sino los mismos profesores rompen sin vergüenza esas normas básicas. A veces por dinero, a veces por ego, a veces simplemente por falta de un auténtico amor y dedicación a su trabajo.

    Pero el trabajo, más o menos contaminado, está ahí y así como hay un momento en el que no se puede pedir al agricultor que venga a nuestra casa a limpiar, pelar, trocear y cocinar las patatas que vamos a comer, de igual modo sucede con la información.

    Dicho esto, creo que es importante comentar que la “Historia” inicia su andadura como un género literario, para acabar como una rama de las ciencias sociales, lo que no es precisamente un trayecto corto, ni fácil. De hecho, hasta nuestros días, la Historia se ha tratado en demasiadas ocasiones más como un género literario (propagandístico), que como una ciencia que busca acercarse a la verdad (aproximarse en la medida posible, no pretender “revelarla”).

    Un profesor que llegué a respetar (algunos hay) decía que para acercarse a la historia había que tener dos cualidades aparentemente contradictorias, como si tuviéramos que trabajar con dos lentes; subjetividad y objetividad. Por un lado se requería acercarse al hecho, al momento, ponerse en la piel o los zapatos humanos de alguien o alguienes que estuvieran por allí… él lo llamaba”empatía”, pero cambio a subjetividad, porque no se puede dejar de tener presente que su mundo no es nuestro mundo.
    Por otro, se requería ser capaz de alejarse, ya no sólo de esos personajes – reales o ficticios- , sino de las propias opiniones, tanto para ser capaz de hablar con cifras y estadísticas, como para cumplir con los requerimientos del método científico; no dar nada por sentado, estar dispuesto a cambiar la teoría, la explicación, aunque llevemos trabajando en ella 40 años de nuestra vida, si los nuevos datos descubiertos por nosotros, o por algún otro profesional, varía.

    He hablado de dos lentes, una que nos aproxima y otra que nos aleja. Hay diferentes corrientes de interpretación histórica, que dan más o menos importancia a una u otra de ellas, del mismo modo que algunas enfatizan en la historia de las ideas, y otros en los procesos materiales. Al fin y al cabo, esto no debería importar demasiado, ya que la suma de los trabajos de unas y otras escuelas, igualmente desembocadas en la comunidad científica, debería balancearse al llegar a un público lo suficientemente crítico para limar sus excesos y llenar sus carencias. En un mundo ideal, claro

    Hay que entender porqué los historiadores estudian historia, y porqué la historia importa más o menos a diferentes sectores de la sociedad y el público. A veces leo eso de que “Conocer la historia, para evitar que se repita“, lo que me parece bastante absurdo… por un lado, la historia no tiene un poder predictivo, por otro, todos sabemos que cosas como el hambre en el mundo se podrían mitigar, sino solucionar, con una adecuada gestión de recursos, que no se lleva a cabo de manera efectiva. Hay cosas que no dependen del conocimiento, aunque el conocimiento puede servir.
    Creo, no obstante, que el cúmulo de conocimientos históricos acumulado a lo largo de los siglos, se ha usado para hacer propaganda de ciertas ideas, y para justificar otras, en ambos casos, la “investigación” o “explicación” poco tenía que ver con una voluntad de acercarse en la medida de lo posible a la verdad, sino más bien con la intención de “reunir pruebas” que apoyaran una “verdad revelada” de antemano por intereses de otro género que la sed de conocimiento humano.

    Voy a dividir algunos de los problemas de la investigación histórica según si nacen en los investigadores, en los divulgadores o en el público que los recibe.

    Problemas en la investigación- Incluso cuando el investigador tiene realmente un interés en acercarse a la verdad, existen ciertos condicionamientos individuales de los que no es tan fácil zafarse (aclaro que afectan a corrientes interpretativas, divulgadores y público por igual, pero éstos no tienen porqué aferrarse a un código deontológico, porque no es su profesión). Empiezan desde el momento en que nace y trabaja en un lugar y época determinados, la educación que recibe y el calibre de lentes – corriente de interpretación- que elige posteriormente.
    La objetividad nunca puede alcanzarse al 100%, y tal vez esto ni siquiera es necesario o conveniente, porque existen otros elementos para nivelar su aportación; la diferencia está en si en la medida de lo posible el investigador se aproxima al ideal, o bien dándolo por imposible lo deja correr sin inmutarse.

    Lo que llegué a envidiar de las ciencias puras, aunque ahora dudo si no se repetirá el mismo fenómeno con ellas, es la capacidad del individuo de desapegarse de sus propios triunfos y fracasos, entendiendo que ambos son válidos para la ciencia a la que se supone que se ha dedicado. Cuando un investigador está demasiado apegado a su teoría, puede darse el caso de que, incapaz de aceptar que ésta sea superada, desbancada o falseada, sesga la información, ocultando o eliminando los datos que podrían contradecirla, o luchando en contra de aquellos que los descubren, o tratando de desprestigiarlos; embarrando el paso a sus colegas y a la ciencia en general. Parece de locos, pero no es extraño que se de cuando se ha dedicado el trabajo de toda una vida, o incluso varias, y de repente, simplemente ya no sirve.

    Problemas en la divulgación- La divulgación de las investigaciones tiene dos vertientes principales, la destinada a los profesionales, y la destinada al público general, incluyendo los estudiantes no especializados (primaria, secundaria). Dentro de la divulgación profesional, como en cualquier negocio editorial, hay tendencias que propician o no las ventas. Si una determinada corriente interpretativa está “en boga”, tendrá más publicaciones que los trabajos de otras… hasta que giren las tornas.
    En cuanto a la divulgación para el público, igualmente pesarán las mismas modas que se traducen en ventas. Los mismos investigadores pueden tratar de adecuar sus resultados al gusto imperante, a lo que se espera de ellos, porque si consiguen despertar y mantener el interés del público general conseguirán más fondos para seguir con su trabajo.
    Destacar también que la divulgación para el público general, incluyendo estudiantes de primaria y secundaria, suele ir muchos – a menudo demasiados!- pasos por detrás de la profesional en cuanto a actualización, y estar manipulados por los intereses del poder que impere en el momento en el que ven la luz, que se encargará de potenciar aquellas ideas que sean afines al mismo, y de silenciar en la medida de lo posible las contrarias.

    Problemas en el público- Según yo, el principal problema al que se enfrenta el público es la falta de una educación orientada a la crítica. Igual que hay personas que leen sin digerir, sólo por enumerar jactanciosamente el listado de libros que “han devorado“, una gran parte del público se acerca a la historia con la idea general de que “es cultura“, y a veces aún incluso con aquello de “si está escrito, tiene que ser verdad“. Otra parte se acerca a la historia para justificar sus ideas y acciones, y conseguir cierta propaganda de filiación para las mismas; no hay un verdadero interés en el acercamiento a la verdad, y de aquí salen muchas de las ficciones que se usarán después en política o en cursos y cursillos.

    En referencia directa a los temas históricos que a lo largo de estos años han surgido en el foro, creo que los defectos más recurrentes con los que nos encontramos son;

    1- Etnocentrismo. El etnocentrismo tiene que ver con el lugar y la época dónde uno nace, se forma como individuo, y es educado en escuelas y demás. Significa que su interpretación de la realidad – y de la historia- estará condicionada por ello. Por lógica, ha de ser tan etnocentrista el que acepta sin discusión lo que el entorno le ha legado, como el que se rebela contra él. Pero la mayoría de dedos acusadores se dirigen hacia los primeros, por parte de los segundos
    El etnocentrismo no es una opción, es un “defecto” o “cualidad” innato del que nadie se escapa, la cuestión es trabajarlo hasta nivelarlo, y la única manera de hacerlo es comprobar otros puntos de vista, sin abrazarlos o rechazarlos pasionalmente a la primera. Una cosa es la “pasión” por la ciencia, por el trabajo… otra diferente en extremo es la “pasión” emocional.

    2- Anacronismo y Proyección. El anacronismo es cuando se sacan los datos de su contexto temporal, y la proyección cuando nos hacemos una idea de “lo que fue” según nuestras opiniones y gustos, y la tratamos de encajar en un determinado momento histórico. Les ocurrió a los renacentistas cuando hablaron de la Edad Media como una época oscura y terrible, y les ocurrió a los románticos cuando hablaron de la misma Edad Media como algo maravilloso, en el que todo era poesía y heroicidad. Ocurre a cada rato en el cine (donde en los 60 las princesas medievales se peinan con un parecido sospechoso a las damas de los ’60 y usan el mismo tipo de maquillaje, mientras que los héroes medievales de la actualidad se mueven de un modo sospechosamente parecido a los protagonistas de “Matrix”), y en los colectivos que tratan de “rescatar el pasado glorioso…” ,pero también en aquellos empecinados en zafarse de “todas las viejas ideas” y “abrazar el futuro ideal”.

    3- Sesgo deliberado e inclusión de datos falsos o falseados, pero verosímiles. El sesgo deliberado es cuando se ocultan o ignoran datos comprobados a voluntad para favorecer unas versiones u otras de lo que fuera la realidad del pasado. Así como el etnocentrismo, el anacronismo o la proyección pueden darse de forma tan inconsciente como involuntaria, el sesgo deliberado y la inclusión de datos falsos pero verosímiles, o de datos falseados (como teorías que se sabe han sido descartadas), es una maniobra consciente, que suele buscar un fin ególatra, económico, o ambos.

    La frase “La historia la escriben los vencedores“, es una verdad a medias. La Historia humana la escribimos todos los que somos, todos los que han sido, y en el futuro la escribirán los que aún están por venir. La cuestión más bien es quién la traduce, y qué fragmentos elige, a qué público se dirige, y para qué. Ciertamente en la antigüedad – aún ahora en parte – la historia era encargada por personas en el poder, para darse propaganda aún cuando ellos hubieran desaparecido de la faz de la tierra, todos estos debían ser vencedores para hacer el encargo y pagarlo. Pero, ¿sería mejor, más cercana a la verdad, una historia escrita únicamente por los vencidos? ¿Acaso ellos no están tan condicionados por sus propias vivencias e intereses como los vencedores? En la historia humana, no siempre es tan fácil determinar quienes son los vencedores y quienes los vencidos, quienes “ganan” o quienes “pierden”. Cuando se potencia en exceso esa dicotomía, sucede que aún cuando existió una plaga, un virus, o una desgracia natural, que exterminó a la mayoría de población en un momento dado, no se le presta atención

    Cuando estuve en la universidad, siempre me pareció que a la mayoría de mis compañeros, y casi a la mitad de los profesores, no les interesaba demasiado la investigación, esa que sin barrer las opiniones propias se ciñe a las normas de la comunidad científica, en la que los descubrimientos e ideas deben pasar a ser de acervo común, ser susceptibles de mejora, de matices, o de ser desbancadas por otras mejores. La mayor parte del tiempo lo que veía eran opiniones andantes y parlantes, hijas del siglo XIX o principios del XX, buscando datos para adquirir cierta corporeidad, buscando afinidades y complicidades, casi a la desesperada. Considero que el que un profesor de historia entre en un aula blandiendo un periódico, y diciendo que “es el único que dice la verdad” es algo vergonzoso; un aula de historia no debería ser un mítin, y una lección para investigadores no debería ser discurso político. Por otro lado, tratar de manejar el presente con la misma pasión y las mismas “soluciones” que hace 50 o 100 años ondearon como banderas, me parece una señal de falta de madurez, de contextualidad, y de indefensión ante la propaganda, que si bien otros pueden permitirse, no deberían ser propias de un investigador.

    Había otro profesor, de una de las asignaturas más convulsas por lo de recientes o contemporáneas, que incluso habiendo participado activamente en algunos de los hechos que nos describía, nunca perdió los papeles. Como ex militar, podía dar muchos detalles acerca de los armamentos o estrategias empleadas, y esa era una parte de la historia que no se suele ver; pero además de completar datos con su especialidad, nos daba por igual los procedentes de otras. Nunca nos negó sus propias opiniones, pero nos dio buenos y abundantes ejemplos de otras, que no tenían nada que ver. Nos explicaba cómo las cosas a veces dependen de las decisiones humanas, como una buena idea puede ser contraproducente, como la naturaleza o la casualidad pueden intervenir cambiándolo todo… Y siempre recordaré que se negaba categóricamente a hablar de “buenos” y “malos”, él siempre nos habló de personas, incluso cuando hablaba de sus enemigos, incluso cuando hablaba de cuando su propia vida había estado en peligro. Lo vi también participar en algunos debates televisivos acerca de su especialidad; y era el mismo que en el aula, no hablaba al público general como si fueran necios, ni trataba de ganarse su favor. Posiblemente, su asignatura es la que menos me interesaba de las que pude cursar, pero él es sin duda el profesor que más llegué a admirar.

    Entonces, qué es la Historia? o para que sirve en realidad? Dado que no es predictiva, y pocas ocasiones alcanza el mínimo nivel de objetividad científica que requeriría, mi muy personal idea acerca del estudio de la historia es, por un lado, que conociendo de qué y cómo está hecha, podemos evitar ser manipulados con la propaganda para la que se emplea, rebajándola.
    Conociendo cómo la humanidad se explica a sí misma, sabemos algo más de ella. Y entramos en contacto con una serie de sistemas que aunque sean tan inasibles como realidades paralelas, funcionaron mejor o peor durante algún tiempo en forma real, recordándonos que cada época y geografía tiene una estructura y normas y sobretodo mucha gente que se apaña como puede con todo ello… recordándonos que no estamos en ningún final, y que las cosas siempre podrán hacerse de otro modo.

  8. Tlahuica dice:

    Por eso alguien dijo: ” De la Historia aprendemos, que la gente no aprende nada de la historia” Lo siento pero no recuerdo el autor de la frase, la aprendi en la primaria y ya han pasado muchas Lunas desde entonces!!!!