La rebelión de Atlas

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Cien años después, ¿quién es Ayn Rand?

Cien años después, ¿quién es Ayn Rand?
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Por Antonio Mascaró Rotger

Hace cien años, el 2 de febrero de 1905, nació Ayn Rand. Es una buena ocasión para recordar su vida y obra.

El peso del yugo rojo

Nació, como digo, hace un siglo, en la Rusia zarista. A muy pronta edad, por lo tanto, tuvo que ser testigo del terror desatado por la Revolución de Octubre y el caos en que se sumió ese inmenso país. Su familia perdió sus propiedades y ha habido quien ha especulado con la posibilidad de que alguna persona muy especial para ella fuese deportada a los campos de Siberia .

Apenas había cumplido los veintiún años cuando en 1926 logró viajar a los Estados Unidos con un permiso temporal para visitar a unos parientes. Obviamente, jamás regresó a su tierra natal.

Pronto empezó la Gran Depresión con lo que las perspectivas de encontrar trabajo para una inmigrante rusa que todavía no dominaba el idioma eran más bien escasas. Así que fue alternando empleos en la industria cinematográfica de Hollywood. Trabajando como extra conoció a Frank O’Connor, que más tarde se convertiría en su marido. Trabajó después en el servicio de guardarropa de los estudios RKO; fue allí donde empezó a trabajar en Los que vivimos, una novela semibiográfica sobre una joven, Kira Argounova, que ha de enfrentarse al comunismo ruso protegerse a sí misma y a su amado Leo Kovalensy.

Pero antes de terminarla, en 1931, empezó a escribir el guión para una película titulada Red Pawn (Peón Rojo) que presenta fortísimas similitudes con Los que vivimos. Consiguió venderlo por 1.500 dólares a los estudios Universal Pictures, que después lo revendieron a la Paramount. De momento, sin embargo, la película sigue inédita si bien su guión está publicado . Aunque es su primer escrito de importancia, ya se encuentran en él todas las características de Rand.
Estas características, que después irán desarrollándose en las demás obras, son principalmente la lucha de un hombre justo contra un entorno hostil. Y el amor con una mujer que comparte sus valores. Pero más importante todavía es la fe razonable en el triunfo del bien sobre el mal; con esa eclosión del espíritu libre que contempla las recompensas del haber obrado rectamente.

Las principales novelas

En 1932 volvió a ponerse manos a la obra con Los que vivimos, pero de nuevo interrumpió esta tarea para escribir un guión. Esta vez se trató de La noche del 16 de enero, que se estrenó primero en Hollywood en 1934 y más tarde en Broadway. Finalmente, a finales de 1933, se publicó Los que vivimos. Una década después, sirvió de guión para dos películas italianas: Noi vivimi y Addio Kira.

En 1935 empezó a escribir El manantial pero, como con su primera novela, interrumpió la empresa varias veces para componer obras menores.

Entre ellas, destaca la que apareció en 1938, ¡Vivir!, un cuento breve sobre los efectos terribles del colectivismo sobre el espíritu humano. El protagonista se inmuniza contra el letargo de unos hombres que no se atreven a pensar por sí mismos y que, por lo tanto, conforman una sociedad en la que el progreso y la felicidad triunfal son completamente desconocidos mientras la más brutal sumisión al caudillo es rutina.

Al año siguiente, en 1939, escribió una adaptación de Los que vivimos, que se estrenó en Broadway bajo el título The Unconquered (El inconquistado) y Think Twice (Piensa dos veces), que jamás llegó a estrenarse.

Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1943, se publicó El manantial. Y tres años después Warner Brothers la llevó a la gran pantalla con Gary Cooper en el papel de Howard Roark, el arquitecto innovador que se niega a rendir su obra a los burócratas. Su rival es Ellsworth Toohey, el arquetipo del parásito que no soporta contemplar el éxito de los demás pero cuyos frutos reclama para sí en nombre de la sociedad. Entremedio hay una serie de personajes, principalmente el mediocre arquitecto Peter Keating, el editor populista Gayl Winnand y la bella Dominique Françon que se debaten entre el bando de los creadores y el de los aprovechados.

A principios de enero de 1945, Rand comenzó a escribir una novela a la que tituló The Strike (La huelga), en la que narraba la lucha de unos empresarios contra la sovietización de la sociedad americana. Su intención era describir el mismo duelo entre el genio creador independiente y el parásito que se esconde detrás de las faldas de la turba para hacerse con lo que él jamás se esforzó por crear. Aunque si bien el segundo se nutre del primero, no se da a la inversa; así que la autora planteó la situación de un creador que se declara en huelga. Y el pánico del parásito que se queda sin su odiada víctima. Sin embargo, en esta ocasión no iba a tratarse de un cara a cara entre dos hombres sino de un choque a nivel mundial que trazaría las líneas de batalla a lo ancho de toda la sociedad. Si El manantial se centraba en el creador para glorificarlo en su búsqueda de la prosperidad a pesar de los parásitos, The Strike tenía que centrarse en las consecuencias a las que ha de enfrentarse una sociedad que se traga el credo del parasitismo. Según las propias notas que escribió cuando estaba empezando a trabajar en esta obra:

En El manantial no mostré cuán desesperadamente el mundo necesita a Roark; excepto por implicación. Lo que sí enseñé fue cuán viciosamente el mundo le trata y por qué. Mostré principalmente lo que él es. Era la historia de Roark. Ésta ha de ser la historia del mundo; en relación con sus principales motores. (Casi una historia de un cuerpo en relación con su corazón; un cuerpo muriendo de anemia). [Las cursivas son de Rand]

Once años después de empezar a trabajar en este gran proyecto, aceptó un título diferente que su marido le sugirió. Se publicó en 1957 en Estados Unidos como Atlas Shrugged (literalmente: “Atlas se encogió de hombros”, pero en los países de habla hispana se publicó como “La rebelión de Atlas”).
Después de La rebelión de Atlas, Rand jugueteó con la posibilidad de escribir una nueva novela larga pero sin la densidad filosófica de aquella. Quería volver al espíritu colorido y vital de aquellos guiones que escribió en los locos años veinte, al estilo de la colorista y enamoradiza Good Copy. Debía tratarse de una glorificación de la felicidad triunfal, algo fresco y estimulante como la Sinfonía de Halley que se menciona en La rebelión de Atlas o la Canción de las Luces Danzarinas de Red Pawn. Llegó a ponerle nombre al protagonista, Faustin Donnegal, pero nunca la concluyó.

En 1962 escribió la introducción a la traducción que hizo Lowell Bair de El noventa y tres de Victor Hugo, su autor preferido :

La distancia entre su mundo y el nuestro es sorprendentemente corta (murió en 1885), pero la distancia que separa su universo del nuestro ha de medirse en años luz estéticos […] No digas que las acciones de estos gigantes son “imposibles” pues son heroicas, nobles, inteligentes y hermosas. Recuerda que lo cobarde, lo depravado, lo descerebrado y lo feo no son todo lo que le es posible ser al hombre […] Descubrí a Victor Hugo cuando tenía trece años, en la sofocante y sórdida fealdad de la Unión Soviética. Uno tendría que haber vivido en algún planeta pestilente para comprender plenamente lo que sus novelas, y su radiante universo, significaron para mí entonces y significan ahora. Y el que esté escribiendo una introducción a una de sus novelas para presentarla al público americano tiene, para mí, un aire al tipo de drama que él habría aprobado y entendido. Él hizo posible que yo esté aquí y que sea una escritora. [Las cursivas son de Rand]

Aparece el objetivismo

Al cerrar la etapa novelesca, Rand se centró en los ensayos filosóficos. Sólo un lustro después de La rebelión de Atlas, apareció el primer número de la revista The Objectivist Newsletter. Así empezó a divulgar su particular manera de entender el mundo, el objetivismo, abarcando desde cuestiones epistemológicas hasta críticas de arte pasando por la teoría política y el comentario social. La revista, bajo diversos nombres, siguió publicándose hasta 1976 . Todos sus libros de no ficción se publicaron en ese mismo periodo, excepto Philosophy: Who Needs It, que no vio la luz hasta 1982.

La elección de la palabra “objetivismo” ha creado alguna confusión pues si bien Rand defendió el laissez-faire en términos inequívocos, los principales defensores de este sistema económico han destacado por abogar la llamada teoría del valor subjetivo por lo que se les suele llamar “subjetivistas”. Hasta qué punto son incompatibles?

El subjetivismo, dentro de la teoría económica, viene a decir que el valor de un determinado bien no depende exclusivamente de las características del objeto en sí, sino también, e incluso principalmente, de las del sujeto que lo valora. Por ejemplo, uno no valora igual un mismo vaso de agua cuando está sediento que cuando está saciado.

El objetivismo al que se refería Rand consiste en poner el énfasis en que la realidad es independiente de los caprichos del sujeto, esto es, por mucho que me fastidie que esté lloviendo, ese asco no altera la situación meteorológica.

Por lo tanto, la compatibilidad es posible, al menos hasta cierto punto, entre, digamos, el subjetivismo de Ludwig von Mises y el objetivismo de Ayn Rand. Prueba de ello es la obra de George Reisman, que fue discípulo de ambos y es autor del tratado de teoría económica que lleva el explícito título Capitalism.

El desarrollo del objetivismo

En una ocasión le preguntaron que definiera el objetivismo en pocas palabras y respondió:

1. Metafísica: Realidad objetiva.
2. Epistemología: Razón.
3. Ética: Interés propio.
4. Política: Capitalismo.

Los primeros dos puntos se refieren a lo que ya he esbozado: que la realidad es la que es. A es A. No sólo existe una realidad en este universo (punto primero) sino que ésta es discernible (punto segundo). No vivimos en un infierno caótico. Tampoco vivimos en una magma de confusión del que sólo puedan salvarnos las élites intelectuales platónicas con sus conexiones sobrenaturales. Nada de una verdad reservada a los elegidos. Si Victor Hugo fue su inspiración estética, Aristóteles fue la filosófica.

Este racionalismo a ultranza era incompatible con cualquier forma de misticismo o sentimiento religioso. Pero Rand lo llevó hasta el extremo de desechar todas y cada una de las religiones como dogmas totalmente erróneos y viciados de origen. Si bien es innegable que todas las religiones, como todos los hombres, han cometido errores y que la teología está plagada por necesidad de elementos incompatibles con la razón, ello no quita que exista en el sentimiento religioso un anhelo de bondad. Es más, en el caso de la tradición judeocristiana de su amado Occidente, es difícil no considerar la humanización de Dios como, en cierta medida, una divinización del hombre; la exaltación de la felicidad triunfal del hombre creador. Pero el objetivismo, léase Rand, prefirió considerar que si algo bueno había tenido la iglesia en Occidente se lo debía a la filosofía secular.

Pero, volviendo a los dos puntos de partida, esa racionalidad, esa capacidad de entender el mundo no es automática. Requiere un esfuerzo, es un acto volitivo. Rand se refirió a la tentación tan frecuente de no querer enfrentarse a la realidad. La traición de preferir no saber algo pues podría ser demasiado desagradable, la tentación de desear caprichosamente y sentarse a esperar a que suene la flauta. Como el que no hace una pregunta al cónyuge para así no tener la certeza de un desamor. O como el que apretando una tecla espera que un aparato obedezca sus deseos, independientemente de la función de esa tecla en concreto.

Por lo tanto, el éxito depende de cada uno, ese es el tercer punto: el propio interés. El objetivismo rechaza la noción de que debamos ayudar a los demás siempre y en todo lugar antes que a nosotros mismos. Las necesidades de los demás no pueden representar una hipoteca sobre la felicidad de uno. Esa sería una cuenta imposible de saldar. La máxima comunista del “a cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus posibilidades” condena a cada ser apto al agujero negro de deslomarse sacrificando todo su ser en el altar colectivo a cambio de nada. No hay nada de ético en la crueldad de aceptar culpas inmerecidas. Si no te ayudas primero a ti mismo, de poco valdrás a los demás.

Y de ahí, Rand pasa al cuarto punto, el derecho a la propiedad privada, basándose en el principio de autoposesión:

El hombre ha de trabajar y producir para poder sustentar su vida. Ha de sustentar su vida mediante su propio esfuerzo y su propia mente. Si no puede disponer del producto de su esfuerzo, no puede disponer de su esfuerzo; Si no puede disponer de su esfuerzo, no puede disponer de su vida. Sin los derechos de propiedad, ningún otro derecho puede practicarse .

Estos cuatro puntos fueron desarrollados extensamente en la revista que he citado antes y en una serie de libros. Los dos primeros aparecieron en 1963 con la intención de combatir el embiste izquierdista, fueron For The New Intellectual (En pos del nuevo intelectual) y The New Left: The Anti-Industrial Revolution (La nueva izquierda: la revolución anti-industrial).

Al año siguiente apareció The Virtue of Selfishness (La virtud del egoismo). Como en el caso del objetivismo-subjetivismo, cabe aclarar a qué se refería exactamente Rand cuando defendía el egoísmo y atacaba el altruismo.

Ella se ciñó a la palabra inglesa “selfishness”, que se refiere a la atención hacia los propios intereses. Consideró, por el contrario, que el altruismo consiste en considerar buena toda acción cuyo beneficiario sea distinto al que la emprende. Es decir, por altruismo ella entendía, en realidad, esa monstruosidad de reclamar la atención y el esfuerzo de los demás como un privilegio propio. O, dicho de otra forma, la repulsa a cualquier tipo de acto beneficioso para uno mismo; el negarle a uno del derecho de vivir su propia vida. En suma, la total sumisión del individuo a la muchedumbre. Aclarado esto, no puede resultar tan sorprendente que considerara el altruismo una “apabullante inmoralidad”.

En 1966 se publicó Capitalism: The Unknown Ideal (Capitalismo, el ideal desconocido), una recopilación de artículos en defensa de la libertad económica. Como en otras ocasiones, algunos de los artículos eran de colaboradores. Así, por ejemplo, Alan Greenspan, actual jefe de la Reserva Federal americana, escribió un notable artículo en defensa del patrón oro y otro criticando las leyes antimonopolio. Nathaniel Branden escribió sobre cuestiones relacionadas con la psicología y, en especial, sobre su tema predilecto: la autoestima.

Tres años después, en The Romantic Manifiesto expuso sus ideas estéticas en la que se incluyó, entre otros escritos, la mencionada introducción al Noventa y tres.

Un mundo que iba mal

Cuando la chapuza monumental de la Guerra del Vietnam, Rand escribió sobre el tema en uno términos que, como de costumbre, no encajaban ni con los Republicanos ni con los Demócratas. Como con los individuos, Rand consideraba que era una aberración exigir el sacrificio de un país para sacarle las castañas del fuego a otro. Peor todavía, era una cruel hipocresía derramar sangre americana en las junglas lejanas en nombre de la libertad cuando los Estados Unidos se estaban desplomando por el precipicio de la dictadura socialdemócrata hacia el abismo rojo. Como cuando en Vietnam la Fuerza Aérea no podía bombardear los santuarios del enemigo por orden presidencial o cuando tras el 11 de Septiembre se piden cuentas al sátrapa de Irak pero no al de la monarquía wahabista que financia y jalea el terrorismo.

Y así, lamentablemente, como seguimos viendo hoy, el aberrante ideal de sacrificarse por los demás a cambio de nada bueno sigue guiando la política exterior de Washington.

La política exterior americana es tan grotescamente irracional que la mayoría de la gente piensa que debe de tener algún motivo sensato. La magnitud de la irracionalidad actúa como su propia protección: como en la técnica de la “Gran Mentira”, la gente asume que un mal tan grande no podría ser tan malvado como parece y, por lo tanto, alguien debe de entender su significado, aunque a ellos se les escape.

El grupo cerrado

Pero, con el paso de los años, el grupo de objetivistas fue cerrándose sobre sí mismo. Y el control de Rand era total. Triste contradicción de la que tan vehementemente había defendido la independencia de cada individuo. Pero buscando a personas que coincidieran al máximo con sus propias ideas se aisló, privándose de la capacidad para contrastar y batirse con sus rivales.

Dicen las malas lenguas que en una ocasión Alan Greenspan llegó a besar literalmente los pies de la maestra. Pero eso no es nada en comparación con lo que se dice de la relación de Rand con Branden. Hoy es conocido que los dos mantuvieron relaciones íntimas con el consentimiento de sus respectivos cónyuges pero, previsiblemente, a pesar de tan generosa aprobación, la cosa acabó con un sonado desplante.

No fue este el único trapo sucio que salió de la “secta” objetivista, como algunos la llamaron. Murray Rothbard fue un miembro destacado del seminario de Rand e hizo esfuerzos por acercar a ésta y a su mentor, Ludwig von Mises. Estos esfuerzos se fueron a pique cuando el joven economista fue expulsado del grupo de Rand. Se dice que el detonante fue la negativa de Rand de dar su visto bueno al matrimonio de Rothbard con una persona que mantenía creencias religiosas. Justamente decepcionado pero manteniendo su humor, Rothbard escribió una breve obra teatral mofándose de Rand y su forma claustrofóbica de acaudillar su movimiento objetivista.

La diáspora

Cuando Rand murió en 1982, legó el control del grupo objetivista a Leonard Peikoff. Peikoff no sólo se encastilló en el ateismo militante sino que ha llegado a abogar por una política exterior americana de intervencionismo galopante. Si a Rand la habían llamado sectaria, a Peikoff llegaron a colgarle el sanbenito de ‘estalinista’. Lo cual ha tendio, de hecho, un efecto muy saludable: los seguidores de Rand se dispersaron en una multitud de grupos que reinterpretaron a la escritora, al margen del objetivismo oficial de Peikoff.

Ha habido, como he comentado, autores que han compaginado las visiones de Rand con las de la Escuela Austríaca. Ha habido quien ha matizado la cuestión del ateismo y quien ha reconsiderado la epistemología randiana.

Han aparecido, incluso, cierto grupo de homosexuales, principalmente en Nueva Zelanda, defendiendo su estilo de vida basándose en el objetivismo, a pesar de que la propia Rand dijo bien a las claras que eso le resultaba repugnante.

Otros, han llevado las premisas iniciales de Rand en materia política hasta sus últimas consecuencias y, más allá del minarquismo que ella defendió, han abogado por el anarcocapitalismo.

En definitiva, Rand ha entrado a formar parte de las referencias obligadas en el pensamiento liberal y su influencia, combinada con la de otros, sigue surtiendo su efecto.

Entrevista con Rosa Pelz

Entrevista con Rosa Pelz
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Por Joseba Louzao

Rosa Pelz es la editora de Ayn Rand. Su editorial Grito Sagrado es presentada así: “Mi objetivo es proponer una ética basada en la libertad, la responsabilidad, el respeto y el amor profundo por el prójimo; una manifestación social de los más nobles valores personales que ayude a todos y a cada uno de los seres humanos a vivir mejor y actualizar su potencial. Mi deseo es ayudar a quienes quieren salir del sufrimiento, a quienes quieren crecer, a quienes quieren romper las cadenas y dar, de una vez y para siempre, el grito sagrado: ¡Libertad!”. Ha publicado La Rebelión de Atlas y El Manantial, y su próxima aparición será La virtud del egoísmo. Gracias a ella podemos celebrar el centenario del nacimiento de Ayn Rand, leyendo y acercándonos a sus libros. Sobre Rand y su filosofía, y la importancia de ésta en la actualidad –con especial atención del presente argentino-, entrevistamos a Rosa Pelz, encantadora argentina, a la que debo agradecer que hiciera enormemente fácil la entrevista con sus respuestas.

Comenzaré la entrevista preguntándole lo que muchos en La Rebelión de Atlas: ¿Quién es John Galt? ¿Cómo resumir un libro de más de mil páginas?

John Galt es el hombre ideal que Ayn Rand describe en la novela. Es la persona con la cual cualquiera de nosotros, en su más grande ambición de integridad, y esclarecimiento de su misión en este mundo, puede identificarse.

Resumir un libro de estas características es casi una misión imposible. Lo que sí puedo señalar es que la trama y la descripción del perfil psicológico y conductual de los protagonistas y sus circunstancias han dado lugar a una magnífica novela que se mantiene como best seller desde su aparición allá por el año 1957 con más de veinte millones de copias vendidas sólo en inglés. Tan actual como el primer día, parece escrita ayer, para que cualquier lector interesado sienta que la autora escribió para él.

Tengo entendido que su historia personal es muy similar a la de Rand. ¿Eso le daría una mayor empatía, no? ¿Cómo recuerda su primer encontronazo con las hojas de Ayn Rand

Efectivamente, hay ciertas similitudes en mi historia personal y familiar con las vivencias que hicieron de Ayn Rand la magnífica escritor y filósofa que hoy conocemos. El primer impacto no lo viví por ese lado, sino que me deslumbró su extraordinaria capacidad para armar una trama tan apasionante como real, capaz de producirme una enorme empatía y sorpresa, por la similitud con las múltiples actitudes y sucesos que forman parte de la vida diaria de la gente común y corriente.

Es a partir de esto que me dediqué a bucear en su historia personal, pues lo que somos no es mágico, sino la consecuencia de nuestra historia. Así fui descubriendo, paso a paso, cuantas cosas comunes había en su historia y en la mía.

¿Cómo definiría en pocas palabras a Ayn Rand?

Una persona con fuerte personalidad, definida desde su más tierna infancia, audaz, creadora por excelencia, orgullosa e inflexible, dispuesta a decir y hacer todo lo que consideraba que debía decir o hacer; con altísima autoestima. Exigente al máximo, primero consigo misma y luego con quienes la rodeaban.

Quizá tenga muchas frases o párrafos subrayados de lo escrito por Rand. Pero, ¿con cuál se quedaría?

Juro por mi vida y mi amor por ella que jamás viviré para nadie, ni exigiré a nadie que viva para mí.

A muchos puede resultar paradójico que sea una rusa la que tenga que hacer recordar a los norteamericanos cuál fue la base en la que se asentó su sociedad, ¿no?

Efectivamente, es extraño desde una apreciación simplista. Sin embargo, los que contamos algunos años en nuestro haber, podemos ampliar la comprensión de esta apreciación por entender que el mejor aprendizaje no se encuentra sólo en los libros, sino que proviene de experiencias vividas, y es en esto donde Ayn Rand nutre su misión de recordarnos hacia dónde van a parar las personas y las sociedades altruistas, donde el bienestar general es sólo una excusa para la dominación y el control por parte de las élites gobernantes que lo propugnan.

Tengo algún que otro amigo colectivista o escéptico, ¿cree que la lectura de Rand haría que cambiarán de opinión?

La reacción de las personas ante la lectura de Rand es impredecible. Primero porque abordar sus novelas implica comprometerse con una lectura de muchas páginas. No obstante como la trama es apasionante, porque no es un panfleto lo que hace de su filosofía, sino que la inserta en la trama, vale la pena intentarlo. Puede que no todo guste, pero que moviliza y hace pensar, de eso no tengo duda.

Llamó a su sistema filosófico objetivismo, pero lo expresó a través de sus novelas. ¿Qué significó para ella la narrativa, la ficción?

En la obra de Rand encontramos novelas, ensayos, disertaciones y muchos artículos; si nos remitimos a analizar las novelas, debo mencionar aquí que cuando la señora Rand conversando con un amigo le mencionó lo difícil que le resultaba explicar su sistema filosófico, éste le sugirió hacerlo utilizando la trama de novelas de ficción. Al escucharlo se enojó, no obstante, la sugerencia no cayó en saco roto porque inmediatamente comenzó a darle forma a El Manantial, y luego a La Rebelión de Atlas.

No sé si estará de acuerdo, pero algunos dicen que Ayn Rand creó la única filosofía original del siglo XX. ¿Está de acuerdo? ¿Dónde radica su originalidad?

Esto lo han manifestado personas mucho más ilustradas que yo. Lo que puedo agregar es que ciertamente nadie antes había enfocado la filosofía en forma de incluirla en los hechos de la vida cotidiana, basándose en la razón como único absoluto que no admite compromiso. Fue muy contundente cuando manifestó “toda concesión a la irracionalidad invalida la propia conciencia y cambia su tarea de percibir por la de falsificar la realidad”.

¿Cuál sería la actitud de Rand hoy en día? ¿Qué les diría a aquellos que piensan que no tiene vigencia sus palabras cien años después de su nacimiento?

Seguramente Ayn Rand seguiría manifestando a los detractores, los ignorantes, los que no comprenden que los derechos no dependen de la voluntad de terceras personas, sino que son inherentes al hombre, por el sólo hecho de ser persona: “la riqueza es el producto de la capacidad del hombre para pensar” o “cada aspecto de la cultura occidental necesita un nuevo código de ética, una ética racional, como precondición para un renacimiento”. Denunciando al mismo tiempo a quienes enmascaran su ambición de poder invocando la necesidad de ser altruistas con el propósito de aniquilar la libertad de quienes creen en esa patraña

¿Por qué cree que muchos de los lectores guardan especialmente en su memoria literaria La Rebelión de Atlas?

Es una de las pocas, o casi única novela, que invita a no querer que termine, y cuando esto sucede despierta el deseo de iniciar una segunda lectura. Y ya ni la novela, ni el lector, serán los mismos.

¿Cómo surgió la aventura, porque debió serlo, de editar a Rand? ¿Tiene nuevos proyectos?

Mi hijo mayor, Fred Kofman, en uno de sus tantos viajes a Argentina, pues vive fuera del país, inocentemente nos preguntó si conocíamos a la autora, o sus novelas, al contestarle que no teníamos noticias, ni de ella, ni de su obra, sugirió que obtuviéramos los derechos para editar y distribuir tres títulos: La Rebelión de Atlas, El Manantial y La virtud del egoísmo. Luego de arduas negociaciones obtuvimos los derechos y durante casi dos años trabajamos en la traducción al español de La Rebelión de Atlas, traducción totalmente nueva, donde en un idioma coloquial y actualizado, las nuevas generaciones de lectores se adentraran en la trama sin barreras. Creemos haber obtenido nuestro propósito, pues los comentarios y el agradecimiento de los lectores nos señalan permanentemente cuanto ha contribuido esta obra a ayudarlos a madurar y entender la forma en que funciona el mundo. Ya pusimos también a disposición del mercado El Manantial, y pronto haremos lo mismo con La virtud del egoísmo. Recomiendo entrar en nuestra página (www.gritosagrado.com) y leer el interesante prefacio escrito por Fredy, donde presenta la obra y cuenta su experiencia al abordarla.

Para concluir no quisiera dejar pasar la oportunidad de preguntar por la actual situación de Argentina, ¿necesitan de las ideas de Rand para el futuro?

La llegada de estos libros a la Argentina ha sido providencial, cada vez más y más lectores se comprometen con la lectura de estas obras, impulsados por las recomendaciones y los entusiastas comentarios que provocan. Lamentablemente quienes nos gobiernan no tienen un código ético, ni respetan las premisas republicanas que hicieron grande a la Argentina, cuando allá por la segunda mitad del siglo XIX, Alberdi se nutrió de los principios que rigieron la conformación de los Estados Unidos de Norteamérica como país –separación de poderes, limitación de estos, respecto a la propiedad privada y un código consuetudinario donde el individualismo estaba por encima de toda otra corriente que pudiera desnaturalizarlo. Las alianzas oportunistas que el actual presidente y sus colaboradores ha cerrado con gobiernos totalitarios y corruptos, como Cuba y Venezuela, nos han mostrado al mundo de forma indigna. Somos el país con el más grande default en la historia. Somos los que celebramos el incumplimiento de nuestros compromisos desde los tres poderes; funcionarios que ejercen con corrupción sus mandatos en la más flagrante estafa a la responsabilidad inherente a sus cargos. Somos los que desde el poder ejecutivo utilizamos lenguaje ofensivo y actuamos en forma que denota ignorancia, brutalidad y ordinariez, negando la realidad del abuso en el que viven los que ansían la libertad, y que están encarcelados o muertos, como los disidentes en Cuba, o los lavados cerebrales que la educación impuesta produce en Cuba y en Venezuela. La protección y financiación de las diferentes guerrillas y organizaciones terroristas por parte de estos dictadores, que sólo buscan reputarse en el poder, es otra de las consecuencias que tendremos en el corto plazo en América Latina. ¿Será la Argentina cómplice de esto? Yo creo que la ambición de los políticos actuales cerrará caminos de recuperación para mi país, y promoverá más resentimiento y ánimo de venganza.
Este es el momento de mostrarnos con nuestros valores morales para que nuestra protesta y denuncia impida que el tobogán de nuestra decadencia nos lleve al infierno. Tenemos un país hermoso y lleno de posibilidades. Creo personalmente que tomar como referente la obra y la persona de Ayn Rand, ayudará a que los argentinos hagamos realidad la estrofa de nuestro himno cuando proclama: Oíd mortales el grito sagrado: Libertad, Libertad, Libertad.

Los jóvenes hoy están más conscientes e independientes

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Los jóvenes hoy están más conscientes e independientes
JUEVES, 24 DE FEBRERO DE 2011
Última actualización 8:57 a. m.
De El Amigo de la Marro
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La conversación de Guillermo Pineda con Gustavo Montenegro está en La conversación de Guillermo Pineda con Gustavo Montenegro está en [url=http://tinyurl.com/4sen8da]http://tinyurl.com/4sen8da[/url].
La conversación de Guillermo Pineda con Gustavo Montenegro está en La conversación de Guillermo Pineda con Gustavo Montenegro está en [url=http://tinyurl.com/4sen8da]http://tinyurl.com/4sen8da[/url].

Los jóvenes hoy están más conscientes e independientes, dijo Guillermo Pineda, director del Centro de Estudio del Capitalismo, durante una entrevista que sostuvo con el diario Prensa Libre.

Para Pineda, Guatemala tiene una importante esperanza: la juventud.

Los jóvenes hoy están más conscientes e independientes. El esfuerzo debe ir hacia proveerles educación, valores y reflexión […] Muchos jóvenes le huyen al verdadero compromiso político porque hay demasiados incentivos perversos en el sistema político actual. Hay que cambiar ese sistema.

Y a la pregunta de ¿Por qué leer a Ayn Rand?, Pineda respondió que:

Porque plantea, a través de un relato, los problemas que enfrenta una persona cuando otros quieren decidir por ella. En “El Manantial”, el personaje es un arquitecto que lucha por su independencia, pero ello le representa dificultades. Realmente no es fácil luchar contra la corriente y esa es la idea que fomentamos: luchar por los propios valores.

Las palabras forman parte de la entrevista publicada por el 20 de febrero de 2011, en la que Pineda habló sobre la actualidad política de Guatemala, la falta de liderazgo, el papel del ciudadano y los principales males del país.

Guatemala ha sufrido la carencia de pensamiento abstracto, filosófico, que haga más sólida la reflexión de profesionales, políticos y personas que toman decisiones. Hay un gran desconocimiento de lo que realmente implican ciertas ideas o palabras, agregó.

Además de dirigir el Centro de Estudio del Capitalismo, Guillermo Pineda está a cargo de los clubes de lectura de las novelas Atlas Shrugged y The Fountainhead, cuyas reuniones se llevan a cabo en la Biblioteca Ludwig von Mises de la Universidad Francisco Marroquín.

Contacto:
Guillermo Pineda
Centro de Estudio del Capitalismo
capitalismo@ufm.edu

Sobre las obras de Ayn Rayd

[url=http://capitalismo.ufm.edu/index.php/Sobre_las_Obras_de_Ayn_Rand]http://capitalismo.ufm.edu/index.php/Sobre…ras_de_Ayn_Rand[/url]

Ayn rand nació en la ciudad de San Petesburgo, Rusia en el febrero 02 de 1905. Desde muy joven Ayn Rand se opuso a las ideas colectivistas de la Rusia zarista. Ella fue testigo de la revolución bolchevique y vivió la destrucción causada por el gobierno comunista de la Unión Soviética. Al terminar sus estudios de historia y filosofía en la Unión Soviética obtuvo un permiso para salir del país en el año 1925 para visitar a familiares en los estados unidos. Ella nunca regresó a Rusia y su primera novela Nosotros los vivos (We The Living, nombre original en inglés) publicada en 1936, narra de manera autobiográfica las experiencias que vivió durante el ascenso del gobierno comunista.

En el año 1935 empezó a redactar una de sus novelas más importantes, El Manantial (The Fountainhead nombre original en inglés), donde narra la vida de Howard Roark. Howard Roark es la versión de lo que ella describiría “el hombre ideal”, un hombre que vive bajo los principios de una filosofía para la vida que aseguraba el respeto de sus derechos y su búsqueda de la felicidad. El personaje se convertiría pronto en uno de los héroes emblemáticos de su filosofía al enaltecer las cualidades de un hombre exitoso que está dispuesto a luchar por sus ideas, defender sus creencias y demostrarle al mundo que se puede ser un hombre digno y correcto a pesar de las circunstancias del mundo actual y de la influencia de hombres que buscan robar a unos lo que no es de ellos.

El Manantial fue publicado en el año 1943 y muy pronto se convirtió en uno de los libros más leídos en estados unidos convirtiéndose en uno de los títulos campeones del individualismo y la búsqueda de la felicidad.

En el año 1946 Ayn Rand inició la redacción de su obra más importante, La rebelión de Atlas (Atlas Shrugged nombre original en inglés) y fue publicado en el año 1957. Esta novela fue la culminación de su trabajo en obras de ficción y dramatizó la historia de un hombre ideal que vive bajo la influencia de un sistema colectivista en una historia de misterio intelectual. Este libro, junto con El Manantial, ejemplifica los principios filosóficos que describen al hombre ideal y defienden la razón, los derechos de los individuos, el capitalismo y la actividad emprendedora.

La Rebelión de Atlas contra la Moralidad del Sacrificio

[url=http://www.objetivismo.org/asvssacrificio.html]http://www.objetivismo.org/asvssacrificio.html[/url]
por Onkar Ghate
Profesor de Filosofía
del Ayn Rand Institute

(De la excelente presentación titulada:
Atlas Shrugged, la Segunda Declaración de Independencia de USA.
Disponible en el canal de Objetivismo de YouTube).
[url=http://www.youtube.com/view_play_list?p=B9663099E4F1FD63]http://www.youtube.com/view_play_list?p=B9663099E4F1FD63[/url]

Sobre todo el planteamiento del bien y del mal, Ayn Rand hace preguntas que nadie se atrevió a preguntar.
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En uno de los mayores actos de independencia que ha habido en el mundo, Ayn Rand declara, en efecto, que la esencia del Sermón de la Montaña, con todo lo que presupone y todo lo que implica, es malvada.

La idea que el bien consiste en lograr el bien de los demás, de tu vecinos, de tu país, incluso de tus enemigos, de cualquier uno y cualquier cosa, real o imaginaria, siempre que no seas tú; la idea que debes sacrificar tus valores personales sin siquiera esperar nada a cambio; la idea que nobleza significa desprendimiento, y que maldad significa preocuparse por uno mismo; la idea que moralidad es sinónimo de altruismo y que inmoralidad es sinónimo de egoísmo; todo eso es desafiado en La Rebelión de Atlas.

Sobre todo este planteamiento del bien y del mal, Ayn Rand hace preguntas que nadie se atrevió a preguntar.

“¿Qué…”, ella pregunta, “…es el bien, según esta moralidad?” Supuestamente es que logras el bien de otros. Pero ¿cuál es, entonces, el bien de esos otros? Bueno, supuestamente, que ellos a su vez logren el bien de otras personas. Pero entonces seguimos enfrentando la misma pregunta sin responder: “¿Cuál es el bien de esas otras personas?”

A la pregunta “¿qué es el bien?”, este enfoque a la moralidad de hecho no ofrece ninguna respuesta. Te da sólo una cadena de flechas que no conducen a ninguna parte; una fila de ceros cuya suma es… nada.

El código no defiende ningún valor final, ningún ideal positivo, no se preocupa por la principal tarea de la ética, que es: definir el bien al cual los hombres deben intentar llegar.

¿Cómo les afecta esto a los hombres en la práctica? Significa que es imposible saber si uno ha alcanzado el bien o ha fracasado en el intento.

¿Cómo le afecta esto a un hombre de auto-estima? Para cualquiera que se esfuerce en ser bueno, este código declara que nunca has hecho lo suficiente. No importa cuánto hayas sacrificado, nunca puedes alcanzar tu propia perfección moral. Nunca puedes lograr el bien.

¿Alguna vez te has preguntado por qué las demandas de sacrificio pueden continuar creciendo sin parar? El impuesto sobre la renta, por ejemplo, comenzó como algo que sólo (¡por supuesto!) se aplicaría a los muy ricos, y que, por supuesto, tendría un tope del 7% de los ingresos.Pero luego creció al 15%, 20%, 25% de todos los ingresos, e incluyó en sus garras a más y más ciudadanos productivos.

¿Podemos, en cualquier etapa, protestar que ya hemos sacrificado lo suficiente, que ya hemos conseguido el bien de los demás? No seas tan ingenuo, ¿quién dijo que el bien se puede lograr?

O ¿por qué es que, década tras década, cuanto más dinero los EE.UU. vierten en Asia, África y Oriente Medio, más limosnas se nos exigen? ¿Podemos alguna día protestar que hemos sacrificado lo suficiente, que hemos alcanzado el bien de los demás? No seas tan ingenuo, ¿por qué crees que el bien se puede lograr?

Por lo tanto el resultado de cualquier persona racional que se esfuerza en ser buena, es un estado de ansiedad moral, duda en sí misma, y culpabilidad. No importa cuánto haya sacrificado, le obsesiona la idea que podría haber sacrificado aún más.

La mayoría de la gente buena por lo tanto, dejan de intentar ser 100% morales, y de esa forma abandonan la búsqueda de la auto-estima.

¿Y qué pasa con los sinvergüenzas que en realidad no se preocupan con ser morales? Independientemente de la naturaleza de sus acciones específicas, o de lo terrible que sea el resultado al que hayan llegado, mientras su motivo no sea su interés propio, cualquier cosa les está permitida. Hagan lo que hagan, conservan el halo de la moralidad.

¿Te has preguntado por qué, cuando los así llamados “humanitarios” de la ONU generan debacle tras debacle y corrupción tras corrupción, su poder y su prestigio sólo hacen aumentar? ¿Te has preguntado alguna vez por qué cuando un programa de gobierno tras otro lleva al desastre, cuando la seguridad social socava la jubilación de una persona, y la educación pública socava la mente de un niño, el poder de estos programas sólo hace aumentar? ¿Te has preguntado por qué, mientras individuos eran asesinados por miles y decenas de miles en la Rusia y China comunistas, tanto los espectadores de Oriente como de Occidente decían “dadles más tiempo, puede que a la larga consigan el bien de los demás”…?

La Rebelión de Atlas nos da la respuesta: nada puede contar como fracaso en lograr el bien de otros, porque nada cuenta como éxito. Citando a Atlas:

“El bien de otros es una fórmula mágica que transforma cualquier cosa
en oro, una fórmula a ser recitada como garantía de gloria moral y como
fumigador de cualquier acción, incluso la masacre de un continente. No
necesitas pruebas, ni razones, ni éxito. Lo único que necesitas saber es
que tu motivo era el bien de los demás, no el tuyo propio. Tu única
definición del bien es una negación: El bien es lo no-bueno para mí”.

Así que lo que tenemos aquí es una moralidad negativa. Este código es incapaz de especificar la naturaleza del bien, pero sí define en preciso detalle la naturaleza del mal. Preocuparte con avanzar tu propio interés es malvado. Para escapar del mal, por lo tanto, debes sacrificar tus valores. El consejo concreto que te ofrece el código es: sacrifícate, sacrifícate y luego sacrifícate aún más.

Esta es la verdadera finalidad del código, y por lo que Ayn Rand lo llama “la moralidad del sacrificio”.

Sacrifica tu dinero a desconocidos que no se lo han ganado – proclama el Sermón de la Montaña – y sacrifica tu amor a los enemigos que odias.

Sacrifica tus valores, tanto de materia como de espíritu. Sacrifica. Sacrifica. Sacrifica.

Atila y el hechicero

[url=http://www.objetivismo.org/atilahechicero.html]http://www.objetivismo.org/atilahechicero.html[/url]

“La trágica ironía de la historia humana es que, en todos los altares que
los hombres erigieron, siempre fue al hombre a quien inmolaron y al animal
al que glorificaron. Siempre fueron los atributos del animal, no del hombre,
los que la humanidad adoró: el ídolo del instinto y el ídolo de la fuerza – los
místicos y los reyes – los místicos, que anhelaban una consciencia irresponsable
y gobernaban por medio de la afirmación de que sus tenebrosas emociones
eran superiores a la razón, que el conocimiento les venía en espasmos ciegos e
inevitables que tenían que ser obedecidos a ciegas, sin cuestionarlos – y los reyes,
que gobernaban por medio de garras y músculos, con la conquista como método y
el saqueo como objetivo, con un garrote o una pistola como única justificación de su
poder. Los defensores del alma del hombre estaban preocupados con sus emociones,
y los defensores del cuerpo del hombre estaban preocupados con su estómago,
pero ambos estaban unidos contra su mente”.
(Atlas Shrugged)

Estas dos figuras – el hombre de Fe y el hombre de Fuerza – son arquetipos filosóficos, símbolos psicológicos, y realidad histórica. Como arquetipos filosóficos encarnan dos variantes de una cierta visión del hombre y de la existencia. Como símbolos psicológicos representan la motivación básica de muchos hombres que existen en cualquier época, cultura o sociedad. Como realidad histórica son los verdaderos gobernantes de la mayoría de las sociedades humanas, los que suben al poder cada vez que los hombres abandonan la razón.

Las características esenciales de estos dos permanecen las mismas en todas las épocas: Atila, el hombre que gobierna por la fuerza bruta, actúa en el impulso del momento, sólo se preocupa con la realidad física que está directamente frente a él, sólo respeta los músculos del hombre, y piensa que un puño, un garrote o una pistola son las únicas respuestas a cualquier problema – y el Hechicero, el hombre que le teme a la realidad física, teme la necesidad de la acción práctica, y se refugia en sus emociones, en visiones de algún reino místico en el que sus deseos disfrutan de un poder sobrenatural que no está limitado por el absoluto de la naturaleza.

A primera vista, estos dos pueden parecer opuestos, pero observad lo que tienen en común: una consciencia restringida al método perceptual de funcionar, una consciencia que decide no ir más allá de lo automático, lo inmediato, lo dado, lo involuntario, que significa: la “epistemología” de un animal, o lo más cercano a ella que una consciencia humana puede llegar.

La consciencia del hombre comparte con los animales las dos primeras etapas de su desarrollo: las sensaciones y las percepciones; pero es el tercer estado, las concepciones, lo que le hacen hombre. Las sensaciones son integradas en percepciones de forma automática por el cerebro de un hombre o de un animal. Pero la integración de percepciones en concepciones es un proceso de abstracción, una hazaña que sólo el hombre tiene el poder de realizar – que tiene que realizar por decisión propia. El proceso de abstracción y de formación de conceptos es un proceso de la razón, del pensamiento; no es automático ni instintivo ni involuntario ni infalible. El hombre tiene que iniciarlo, mantenerlo, y asumir responsabilidad por sus resultados. El nivel pre-conceptual de la consciencia es no-volicional; la voluntad empieza con el primer silogismo. El hombre tiene la opción de pensar o de evadir – de mantener un estado de plena consciencia o dejarse ir a la deriva de un momento al siguiente, en un aturdimiento semi-consciente, a merced de las caprichosas asociaciones que produzca el desenfocado mecanismo de su consciencia.

Pero los organismos vivos que poseen la facultad de la consciencia necesitan usarla para poder sobrevivir. La consciencia de un animal funciona de forma automática; un animal percibe lo que es capaz de percibir y sobrevive de acuerdo con ello, hasta donde su límite perceptual le permite, y no más. El hombre no puede sobrevivir al nivel perceptual de su consciencia; sus sentidos no le proporcionan una guía automática, no le dan el conocimiento que necesita, sino sólo la materia prima para el conocimiento, que su mente luego tiene que integrar. El hombre es la única especie viviente que tiene que percibir la realidad – lo que significa: ser consciente – por decisión voluntaria. Pero él comparte con otras especies el castigo de la inconsciencia: la destrucción. Para un animal, la cuestión de la supervivencia es esencialmente física; para el hombre, es esencialmente epistemológica.

+++

“Como productos de la separación entre el alma y el cuerpo del hombre,
surgieron dos tipos de maestros de la Moralidad de la Muerte: los místicos
del espíritu y los místicos del músculo, a quienes llamáis los espiritualistas
y los materialistas, los que creen en consciencia sin existencia y los que
creen en existencia sin consciencia. Ambos demandan la sumisión de tu
mente, el uno a sus revelaciones, el otro a sus reflejos. Sin importar cuánto
se afanen en los papeles de antagonistas irreconciliables, sus códigos morales
son idénticos, y así lo son sus objetivos; en materia: la esclavitud del cuerpo
del hombre; en espíritu: la destrucción de su mente.

El bien, dicen los místicos del espíritu, es Dios, un ser cuya única definición es
que está más allá del poder del hombre de concebir – una definición que invalida
la consciencia del hombre y anula sus conceptos de existencia. El bien, dicen los
místicos del músculo, es la Sociedad – una cosa que ellos definen como un
organismo que no posee forma física, un super-ente encarnado en nadie en
particular y en todos en general excepto en ti. La mente del hombre, dicen los
místicos del espíritu, debe estar subordinada a la voluntad de Dios. La mente del
hombre, dicen los místicos del músculo, debe estar subordinada a la voluntad de
la Sociedad. El criterio de valor del hombre, dicen los místicos del espíritu, es el
placer de Dios, cuyos criterios están más allá del poder de comprensión del hombre
y deben ser aceptados por fe. El criterio de valor del hombre, dicen los místicos del
músculo, es el placer de la Sociedad, cuyos criterios están más allá del derecho a
juzgar del hombre y deben ser obedecidos como un absoluto primario. El objetivo de
la vida del hombre, dicen ambos, es convertirse en un esperpento delirante, sirviendo
un propósito que desconoce, por razones que no debe cuestionar. Su recompensa,
dicen los místicos del espíritu, le será dada más allá de la tumba. Su recompensa,
dicen los místicos del músculo, le será dada en la tierra – a sus tataranietos”.
(Atlas Shrugged)

Lista de obras de Ayn Rand

[url=http://www.objetivismo.org/arbooks.html]http://www.objetivismo.org/arbooks.html[/url]
Lista de obras de Ayn Rand publicadas en formato de libro, incluyendo material publicado después de su muerte. El título de la traducción al castellano, si existe, está [indicado].

Anthem (Caldwell, Idaho: Caxton, 1946) New York: Signet, 1961. [“Himno”]

Atlas Shrugged (New York: Random House, 1957) New York: Signet, 1959. [“La Rebelión de Atlas”]

The Ayn Rand Lexicon: Objectivism from A to Z (New York: NAL Books, 1986) New York: Meridian, 1988.

Capitalism: The Unknown Ideal (New York: New American Library, 1966) New York: Signet, 1967. [“Capitalismo: El Ideal Desconocido”]

The Early Ayn Rand: A Selection from Her Unpublished Fiction (New York: NAL Books, 1983) New York: Signet, 1986.

For the New Intellectual (New York: Random House, 1961) New York: Signet, 1963. [“Para el Nuevo Intelectual”]

The Fountainhead (Indianapolis: Bobbs-Merrill, 1943) New York: Signet, edición del 25 aniversario, 1968. [“El Manantial”]

Introduction to Objectivist Epistemology, expanded 2nd ed. (New York: NAL Books, 1990) New York: Meridian, 1990.

The New Left: The Anti-Industrial Revolution. New York: Signet, 2nd rev. ed., 1963.

Night of January 16th (Cleveland: World Publishing, 1968) New York: Plume, 1987.

Philosophy: Who Needs It (New York: Bobbs-Merrill, 1982) New York: Signet, 1984. [“Filosofía: Quién la Necesita”]

The Romantic Manifesto (Cleveland: World Publishing, 1969) New York: Signet, 2nd rev. ed., 1971. [“El Manifiesto Romántico”]

The Virtue of Selfishness (New York: New American Library, 1964) New York: Signet, 1964. [“La Virtud del Egoísmo”]

The Voice of Reason: Essays in Objectivist Thought (New York: NAL Books, 1989) New York: Meridian, 1990.

We the Living (New York: Macmillan, 1936) New York: Signet, 1960. [“Los que Vivimos”]

The Ayn Rand Letter (1971-1976) San Diego: Second Renaissance Books, 1990.

The Objectivist (1966-1971) San Diego: Second Renaissance Books, 1990.

The Objectivist Newsletter (1962-1965) San Diego: Second Renaissance Books, 1991.

The Ayn Rand Column (1991)

Ayn Rand’s Marginalia (1995)

Letters of Ayn Rand (1995)

Journals of Ayn Rand (1997)

Russian Writings on Hollywood (1998)

The Ayn Rand Reader (1998)

Why Businessmen Need Philosophy (2000)

The Ominous Parallels

The Ominous Parallels
(“Los paralelismos ominosos”)
[url=http://www.objetivismo.org/paralelos.html]http://www.objetivismo.org/paralelos.html[/url]
“Esta es la teoría:
¿Tienen algo en común las circunstancias que llevaron al nazismo con las circunstancias y las actitudes filosóficas y culturales de hoy? Lee – y asústate.

“Es por lo tanto necesario que el individuo finalmente se dé cuenta que su propio ego no tiene importancia en comparación con la existencia de esta nación; que la posición del yo individual está condicionada exclusivamente por los intereses de la nación como un todo… que por encima de todo la unidad del espíritu y la voluntad de una nación tienen mucho más valor que la libertad del espíritu y la voluntad de un individuo…”
“Este estado mental, que subordina los intereses del ego a la conservación de la comunidad, es realmente la primera premisa para cualquier cultura verdaderamente humana… La actitud básica de la que surge tal actividad la llamamos – para distinguirla del egoísmo y el interés propio – idealismo. Por él entendemos solamente la capacidad del individuo de hacer sacrificios por la comunidad, por sus prójimos”.

Estas declaraciones fueron hechas en el siglo XX por el líder de una de las principales naciones de Occidente. Sus compatriotas consideraron su punto de vista indiscutible. Su programa político lo ejecutó al pie de la letra.

Estas declaraciones fueron hechas por Adolf Hitler. Estaba explicando la filosofía moral del Nazismo.

The Ominous Parallels
(“Los paralelismos ominosos”) CONTINUACIÓN

Por Leonard Peikoff (1982)
Y he aquí la práctica suprema (descrita por William Shirer en ‘Auge y Caída del III Reich’):

“Las propias cámaras de gas [en Auschwitz] y los crematorios anexos, vistos desde cerca, no parecían lugares siniestros en absoluto; era imposible distinguirlos por lo que eran. Sobre ellos había céspedes bien cuidados con flores alrededor; las indicaciones a la entrada decían simplemente: BAÑOS. Los judíos, inocentes, pensaban que les llevaban sólo a los baños para quitarles los piojos, como era costumbre en todos los campamentos. ¡Y llevados al sonido de una dulce música!”

“Porque había suave música. Una orquesta de “jóvenes y lindas muchachas todas vestidas con blusas blancas y faldas azul marino’, como un superviviente lo recuerda, había sido formada de entre los presos. Mientras se hacía la selección para las cámaras de gas, este conjunto musical especial tocaba músicas alegres de La Viuda Alegre y Los Cuentos de Hoffmann. Nada solemne ni sombrío de Beethoven. Las marchas de la muerte en Auschwitz eran melodías enérgicas y alegres, directo de las operetas de Viena o París”.

“Con esa música, recordando tiempos más felices y más frívolos, los hombres, mujeres y niños eran conducidos a las “casas de baño”, donde eran instruidos a quitarse la ropa en preparación a tomar una “ducha”. A veces les daban toallas. Una vez dentro de la “sala de duchas” – y tal vez este fuese el primer momento en el que se diesen cuenta que había algo raro, pues hasta dos mil de ellos estaban encerrados en la cámara como sardinas, haciendo difícil el ducharse – la pesada puerta era cerrada con llave y herméticamente sellada. Arriba, donde los céspedes y las flores casi escondían las tapas de los respiraderos con forma de seta que subían desde la sala de la muerte, unos subalternos estaban listos para dejar caer en ellos los cristales color azul-amatista de hidrógeno de cianuro…”

“Prisioneros que sobrevivieron, mirando desde algunos bloques cercanos, recuerdan cómo durante algún tiempo la señal para que los subalternos echasen los cristales por los respiraderos era dada por el Sargento Moll. ´Na, gib ihnen schon zu fressen´ (“Vale, dales algo que zampar’), se reía, y los cristales eran vertidos por los agujeros, que después eran tapados”.

“A través de las ventanas de vidrio grueso los verdugos podían ver lo que pasaba. Los prisioneros, desnudos, miraban a las duchas de las que no salía agua ninguna, o tal vez al suelo, preguntándose por qué no había desagües. Tardaba algunos momentos para que el gas hiciera efecto. Pero pronto los presos se daban cuenta de que estaba saliendo por las perforaciones en los respiraderos. Entonces era cuando normalmente entraban en pánico, apartándose de los tubos y finalmente corriendo en estampía hacia las enormes puertas de metal donde, como dice Reitlinger, ´se apilaban en una pegajosa pirámide azul llena de sangre, desgarrándose y destrozándose unos a otros mientras morían´.”

Los Nazis no eran una tribu de salvajes prehistóricos. Sus crímenes eran los actos y las políticas oficiales y legales de la Alemania moderna – una nación de la Europa Occidental educada, industrializada, civilizada, una nación reconocida en el mundo entero por la brillantez de sus logros intelectuales y culturales…

Los Nazis no consiguieron el poder contra los deseos de su país… El partido Nazi fue elegido al poder por el voto libre de millones de ciudadanos alemanes, incluyendo hombres de todos los niveles sociales, económicos y de educación. En la elección nacional de julio de 1932, los Nazis consiguieron el 37 por ciento de los votos y una pluralidad de asientos en el Reichstag. El 30 de enero de 1933, perfectamente de acuerdo con los principios legales y constitucionales, Hitler fue nombrado Canciller. Cinco semanas después, en la última (y medio libre) elección del período pre-totalitario, los Nazis obtuvieron 17 millones de votos, 44 por ciento del total…

En 1933, cuando Hitler estableció el sistema que había prometido, no consideró necesario prohibir el viajar al exterior. Hasta la Segunda Guerra Mundial, los alemanes que desearan huir del país podían hacerlo. La gran mayoría no lo hizo. Estaban contentos de quedarse…

“El concepto de libertades personales del individuo como opuesto a la autoridad del estado tenía que desaparecer; no se puede reconciliar con el principio de un Reich nacionalista” dijo Huber a un país que escuchaba y asentía. “No hay libertades personales del individuo que caigan fuera del campo del Estado y que deban ser respetadas por el Estado… La constitución del Reich nacionalista no está basada, por lo tanto, en un sistema de derechos del individuo innatos e inalienables”…

Al contrario que los Marxistas, los Nazis no estaban a favor de la propiedad pública de los medios de producción. Ellos exigían que el gobierno regulase y administrase la economía de la nación. El asunto de la propiedad legal, explicaron, es secundario; lo que cuenta es el asunto del control. Los ciudadanos privados, por lo tanto, pueden continuar teniendo sus títulos de propiedad – siempre que el estado se reserve a sí mismo el derecho ilimitado a regular el uso de la propiedad…

  • Pero los Nazis defendieron sus políticas, y el país no se rebeló; aceptó el argumento Nazi. Individuos egoístas pueden estar infelices, dijeron los Nazis, pero lo que hemos establecido en Alemania es el sistema ideal, el socialismo. El uso que le daban los Nazis a este vocablo no está restringido a una teoría económica; debe ser entendido en su sentido fundamental. El “Socialismo” para los Nazis denota el principio de colectivismo como tal y su corolario, el estatismo (la preeminencia del estado) en todas las esferas de acción humana, incluyendo pero no limitándose a la economía.

    “Ser un socialista” dice Goebbels, “es someter el yo al vosotros; el socialismo es sacrificar el individuo al grupo”. Según esta definición, los Nazis practicaron lo que predicaban. Lo practicaron en casa y luego en otros países. Nadie puede clamar que no sacrificaron suficientes individuos.

    La pregunta es: ¿por qué?

    ¿Qué podría explicar un sistema como el Nazismo? ¿Qué permitió que fuera posible?

    ……………

  • Como comparación: La Constitución Española (BOE de 29 de diciembre de 1978), dice así:

    TÍTULO VII
    Economía y Hacienda
    Artículo 128
    1. Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general.
    2. Se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Mediante ley se podrá reservar al sector público recursos o servicios esenciales, especialmente en caso de monopolio y asimismo acordar la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés general.

    ……………

  • y la encíclica Caritas in Veritate del Papa Benedicto XVI , publicada en julio de 2009, habla del “bien común” como algo a lo que hay que supeditar la actividad económica:

    CAPÍTULO SEGUNDO
    EL DESARROLLO HUMANO EN NUESTRO TIEMPO
    21 . …La ganancia es útil si, como medio, se orienta a un fin que le dé un sentido, tanto en el modo de adquirirla como de utilizarla. El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza. …

  • Introducción a Objetivismo curso en video por Leonard Peikoff

    [url=http://www.objetivismo.org/vidcourseobjlp.html]http://www.objetivismo.org/vidcourseobjlp.html[/url]
    Este es un breve curso de Introducción a la Filosofía de Objetivismo de Ayn Rand, presentado por Leonard Peikoff.

    La primera parte (5 videos con un total de 42 minutos) es una exposición resumida de la filosofía; la segunda parte (hasta el minuto 75) está dedicada a responder a preguntas de los alumnos.

    La Filosofía de Objetivismo: Un breve resumen

    La Filosofía de Objetivismo: Un breve resumen
    Por Dr. Leonard Peikoff
    [url=http://www.objetivismo.org/objsum1.html]http://www.objetivismo.org/objsum1.html[/url]
    Publicado originalmente en el libro The Ominous Parallels (Plume Books, 1997)
    Un sistema filosófico completo defendiendo la razón y el egoísmo ha sido definido en nuestro tiempo por Ayn Rand. Es la filosofía de Objetivismo, presentada en detalle en Atlas Shrugged (“La Rebelión de Atlas”), Introduction to Objectivist Epistemology ( “Introducción a la Epistemología Objetivista”) y The Virtue of Selfishness (“La Virtud del Egoísmo”). Es el antídoto al actual estado del mundo. (Todas las citas, a menos que se indique lo contrario, son de las obras de Ayn Rand).
    Leonard Peikoff
    La mayoría de los filósofos han dejado sus puntos de partida a implicaciones sin identificar. La base de Objetivismo es explícita: “La existencia existe – y el acto de comprender esa afirmación implica dos axiomas corolarios: que algo existe que uno percibe, y que uno existe poseyendo consciencia, consciencia siendo la facultad de percibir lo que existe”.

    Existencia y consciencia son hechos que están implícitos en cualquier percepción. Son la base de todo conocimiento (y la pre-condición de prueba): conocimiento presupone algo que conocer y alguien que lo conoce. Son absolutos que no pueden ser cuestionados ni eludidos: cada declaración humana, incluida la negación de esos axiomas, implica su uso y su aceptación.

    El tercer axioma en la base del conocimiento – un axioma que es verdad, en palabras de Aristóteles, del “ser como ser” – es la Ley de Identidad. Esta ley define la esencia de la existencia: ser es ser algo, una cosa es lo que es; y conduce al principio fundamental de toda acción, la ley de causalidad. La ley de causalidad dice que las acciones de una cosa están determinadas, no por azar, sino por su naturaleza, es decir, por lo que es.

    Es importante observar la relación entre estos tres axiomas. Existencia es el primer axioma. El universo existe independiente de cualquier consciencia. El hombre es capaz de adaptar su entorno a sus propias necesidades, pero “La naturaleza, para ser comandada, ha de ser obedecida” (Francis Bacon). No existe ningún proceso mental que pueda cambiar las leyes de la naturaleza o borrar los hechos. La función de la consciencia no es crear la realidad, sino captarla, comprenderla. “Existencia es Identidad, Consciencia es Identificación”.

    El origen filosófico de este punto de vista y su principal abogado en la historia de la filosofía es Aristóteles. Sus oponentes son todas las otras principales tradiciones, incluyendo el Platonismo, el Cristianismo, y el Idealismo alemán. Directa o indirectamente, estas tradiciones mantienen la noción que la consciencia es la creadora de la realidad. La esencia de esta noción es la negación del axioma que la existencia existe.

    En la versión religiosa, los negadores abogan por una consciencia “por encima” de la naturaleza, es decir, superior y en contradicción a la existencia; en la versión social, derriten la naturaleza en un borrón indeterminado al que le dan una transitoria medio-forma por el deseo humano. La primera escuela niega la realidad al mantener que hay dos realidades. La segunda escuela prescinde del concepto de realidad como tal. La primera rechaza la ciencia, la ley, la causalidad, la identidad, afirmando que cualquier cosa es posible para la voluntad omnipotente y realizadora de milagros del Señor. La segunda expresa el mismo rechazo que hacen los religiosos pero en términos seculares, afirmando que cualquier cosa es posible para la voluntad “del pueblo”.

    Ninguna de las dos escuelas puede alegar una base de evidencia objetiva. No hay forma de razonar sobre la naturaleza negándola, ni sobre los hechos destruyéndolos, ni de establecer ninguna premisa para obliterar el razonamiento como tal, o sea, sus cimientos: los axiomas de existencia e identidad.

    Metafísica y epistemología están íntimamente relacionadas; juntas, ellas forman la base de la filosofía. En la historia de la filosofía, el rechazo de la realidad y el rechazo de la razón han sido corolarios. De forma similar, como el ejemplo de Aristóteles indica, una metafísica a favor de la realidad implica una epistemología a favor de la razón.

    Ayn Rand define la razón como “la facultad que identifica e integra el material provisto por los sentidos del hombre”.

    “La razón realiza esta función a través de conceptos, y la validez de la razón se apoya en la validez de los conceptos. Pero la naturaleza y el origen de los conceptos es un serio problema filosófico. Si los conceptos se refieren a hechos, entonces el conocimiento está basado en la realidad, y se pueden definir principios objetivos que guíen el proceso cognitivo del hombre. Si los conceptos no tienen relación con la realidad, entonces tampoco tiene relación con la realidad el conocimiento humano, y el hombre está irremediablemente ciego.

    Este es el “problema de los universales”, en el que la filosofía occidental se ha atascado.

    Platón afirmó que había encontrado el referente de los conceptos, no en este mundo, sino en una dimensión sobrenatural de esencias. Los Kantianos consideran que los conceptos (algunos o todos) no tienen referentes, es decir, que son creaciones subjetivas de la mente humana, independientes de hechos externos. Ambos enfoques y todas sus variantes en la historia de la filosofía llevan a la misma consecuencia esencial: desgajar las herramientas de conocimiento del hombre de la realidad, y por lo tanto coartar la mente del hombre. (Aunque la epistemología de Aristóteles es muy superior, su teoría de conceptos está mezclada con restos de platonismo y no es convincente). Filósofos recientes han abandonado el problema y, como resultado, han abandonado la filosofía como tal.

    Ayn Rand desafía y derrumba todo el montaje del eje anti-mente. Su hazaña histórica es vincular la forma particular de conocer del hombre con la realidad, o sea: validar la razón humana.

    Según Objetivismo, los conceptos se derivan de y se refieren a los hechos de la realidad.

    La mente al nacer (como Aristóteles dijo por primera vez) es tabula rasa; no hay ideas innatas. Los sentidos son los medios primarios de contacto con la realidad; ellos le dan la pre-condición de todo conocimiento posterior, la evidencia de que algo es. Lo que ese algo es lo descubre el hombre al nivel conceptual de su consciencia.

    Conceptualizar es el método del hombre para organizar el material de los sentidos. Para formar un concepto, hay que aislar dos o más cosas similares del resto del campo conceptual de la mente, e integrarlas en una única unidad mental, simbolizada por una palabra. Un concepto incluye un número ilimitado de cosas: tanto las cosas concretas en que uno se fijó como todas las otras cosas (en el pasado, el presente y el futuro) que son similares a ellas.

    Similitud es la clave de este proceso. La mente puede retener las características de concretos similares sin especificar sus medidas, que varían según la situación.”Un concepto es la integración mental de dos o más unidades que poseen las mismas características distintivas, con sus medidas específicas omitidas”.

    El principio básico de la formación de conceptos (que establece que las medidas omitidas deben existir en alguna cantidad, pero pueden existir en cualquier cantidad), es el equivalente al principio básico en álgebra, que dice que los símbolos algebraicos deben tener algún valor numérico, pero pueden tener cualquier valor. En este sentido y desde este punto de vista, la percepción conceptual es la aritmética, pero la consciencia conceptual es el álgebra del conocimiento.

    Los conceptos no son ni sobrenaturales ni subjetivos: se refieren a hechos de este mundo, procesados por el medio de conocimiento del hombre. (Lo anterior es un esbozo; para una presentación completa, ver Introducción a la Epistemología Objetivista, que por el momento está disponible solamente en inglés).

    Los sentidos, los conceptos, la lógica: estos son los elementos de la facultad racional del hombre – su inicio, su forma, su método. En esencia, “sigue la razón” significa: basa el conocimiento en observación; forma conceptos de acuerdo con las verdaderas (medible) relaciones entre cosas concretas; usa conceptos de acuerdo con las reglas de la lógica (en el fondo, la Ley de Identidad). Como cada uno de estos elementos está basado en los hechos de la realidad, las conclusiones alcanzadas por un proceso de razón son objetivas.

    La alternativa a la razón es algún tipo de misticismo o de escepticismo.

    El místico busca conocimiento sobrenatural; el escéptico niega la posibilidad de cualquier conocimiento. El místico afirma que los medios de conocimiento del hombre son inadecuados y que el verdadero conocimiento requiere la iluminación de Dios; el escéptico está de acuerdo, y prescinde de Dios. El místico asegura que hay absolutos, a los que defiende apelando a la fe; el escéptico responde que él no tiene fe. La fe del místico, en el fondo, está en sus emociones, las cuales él considera como el conducto al más allá; el escéptico ignora el más allá, y sigue sus emociones, las cuales, dice, son la única base de acción en un mundo ininteligible.

    Las emocioness son el producto de las ideas y juicios de valor de los hombres, mantenidas de forma consciente o subconsciente. Las emociones no son herramientas de conocimiento ni una guía para la acción.

    Los religiosos de antaño condenaban la razón humana basándose en que es limitada, finita, ligada a la tierra, en oposición a la perfecta pero indefinible mente de Dios. Esto implica un ataque en la identidad (como todo rechazo de lo finito); pero lo hace al amparo de afirmar una consciencia con una identidad supuestamente mayor, sobrenatural. Los modernos nihilistasson más explícitos: hacen campañas, no por el infinito, sino por el cero.Igual que en metafísica rechazan el concepto de la realidad, en epistemología rechazan la posibilidad de la consciencia.

    El hombre, dicen los kantianos, no puede conocer “las cosas como son”, porque su conocimiento se adquiere por sentidos humanos, conceptos humanos, lógica humana; es decir, por medios de conocimiento humanos.

    El mismo tipo de argumento se aplicaría a cualquier consciencia – humana, animal o divina (si esta última existiera): si es algo, si está limitada a algún, a cualquier medio de conocimiento, entonces por el mismo razonamiento no podría conocer “las cosas como son”, sino sólo “las cosas como le aparecen” a ese tipo de consciencia.

    Kant se opone al hecho que la mente del hombre tiene una cierta naturaleza. Su teoría es: la identidad – la esencia de la existencia – invalida la consciencia. O sea: un medio de conocimiento específico hace que el conocimiento sea imposible. Como Ayn Rand muestra, esta teoría implica que “el hombre está ciego, porque tiene ojos – sordo, porque tiene oídos – eludido, porque tiene una mente – y las cosas que percibe no existen, porque él las percibe”.

    Igual que el nihilismo epistemológico de Kant destierra el conocimiento de la identidad, así también su nihilismo ético destierra la moralidad – el reino de los valores ­– de cualquier disfrute de la vida.

    La ética Objetivista es la opuesta a la de Kant .

    La ética objetivista empieza planteándose una cuestión fundamental: ¿por qué es necesaria la ética?

    La respuesta está en la naturaleza del hombre como organismo vivo. Un organismo vivo tiene que actuar enfrentando una constante alternativa: vida o muerte. La vida es condicional; puede sustentarse sólo por un curso específico de acción realizado por el organismo vivo, por ejemplo las acciones de obtener alimento.En este punto, plantas y animales no tienen opción: dentro de los límites de sus poderes, ellos efectúan automáticamente las acciones que sus vidas requieren. El hombre no tiene esa opción.

    Él no sabe de forma automática qué acciones lo sustentarán; si ha de sobrevivir tiene que descubrir, y luego practicar voluntariamente, un código de valores y virtudes, el código específico que requiere la vida humana. El objetivo de la ética es definir tal código.

    Objetivismo es la primera filosofía que identificó la relación entre la vida y los valores morales. “La ética”, escribe Ayn Rand, “es una necesidad objetiva, metafísica, para la supervivencia del hombre – no por la gracia de lo sobrenatural o de tus vecinos o de tus caprichos, sino por la gracia de la realidad y de la naturaleza de la vida”.

    El criterio de la ética, requerido por la naturaleza de la realidad y la naturaleza del hombre, es la Vida del Hombre. “Todo lo que es apropiado para la vida de un ser racional es lo bueno; todo lo que la destruye es lo malo” .

    “La mente del hombre”, dice John Galt, el protagonista de Atlas Shrugged,

    ” es su herramienta básica de supervivencia. La vida se le da, la supervivencia no. Su cuerpo se le da, el sustento de éste no. Su mente se le da, el contenido de ésta no. Para permanecer vivo ha de actuar, y antes de poder actuar tiene que conocer la naturaleza y el propósito de su acción. No puede obtener su alimento sin un conocimiento de lo que es alimento y de la manera de obtenerlo. No puede cavar una zanja – o construir un ciclotrón – sin un conocimiento de su objetivo y de los medios de conseguirlo. Para permanecer vivo, tiene que pensar”.

    Pensar no es un proceso automático. Un hombre puede decidir pensar o dejar que su mente se quede a la deriva; o puede decidir activamente volverse contra su inteligencia, evadir su conocimiento, sabotear su razón. Si se niega a pensar, está cortejando desastre: no puede impunemente rechazar sus medios de percibir la realidad.

    Pensar es un proceso difícil y delicado, que el hombre no puede realizar a menos que el conocimiento sea su objetivo, la lógica sea su método, y el juicio de su mente sea lo único que le guía. Pensar requiere egoísmo, el egoísmo básico de una facultad racional que no deja que haya nada por encima de la integridad de su propia función.

    Un hombre no puede pensar si pone algo – cualquier cosa – por encima de su percepción de la realidad. Él no puede encarar la evidencia de forma confiable o mantener sus conclusiones de forma intransigente, mientras considera que adaptarse a otros hombres es su imperativo moral, humildad es su mayor virtud, y sacrificio su principal deber. Él no puede usar su cerebro mientras rinde la soberanía sobre su mente; es decir, mientras acepta que sus vecinos son sus amos y quienes dictan las condiciones.

    Los hombres aprenden unos de otros, construyen sobre el trabajo de sus predecesores, consiguen cooperando entre ellos hazañas que serían imposibles en una isla desierta. Pero todos esos tipos de relaciones sociales requieren el ejercicio de la facultad humana del conocimiento; dependen del individuo solitario, “solitario” en el sentido básico, interno, de la palabra, el sentido de un hombre enfrentándose a la realidad abierta y directamente, buscando no crucificarse a sí mismo en la cruz de los otros ni aceptar la palabra de otros como un acto de fe, sino buscando entender, hacer conexiones, saber.

    La mente del hombre requiere egoísmo, y también lo requiere cualquier otro aspecto de su vida: un organismo vivo tiene que ser el beneficiario de sus propias acciones.Tiene que perseguir objetos específicos – para sí mismo, para su propio provecho y supervivencia. La vida requiere el ganar valores, no su pérdida; logros, no renuncia; auto-preservación, no auto-sacrificio. El hombre puede elegir el valorar y perseguir su auto-inmolación, pero no puede sobrevivir ni prosperar con tal método.

    Egoísmo moral no significa una licencia para hacer lo que a uno le plazca, guiado por caprichos. Significa la disciplina precisa de definir y perseguir su propio interés racional. Un código de auto-interés racional rechaza todo tipo de sacrificio humano, sea de uno mismo a otros o de otros a uno mismo. La ética de auto-interés racional aboga por el ejercicio de la propia mente al servicio de la propia vida, y todas las elecciones de valor específicas y los atributos de carácter que tal ejercicio conlleva. Aboga por las virtudes de racionalidad, independencia, integridad, honestidad, justicia, productividad, orgullo. No aboga por “la supervivencia a cualquier precio”.

    ” La vida del hombre, como requiere su naturaleza, no es la vida de un salvaje insensato, de un rufián saqueador o de un místico gorrón, sino la vida de un ser pensante – no la vida por medio de fuerza o fraude, sino la vida por medio de logros – no la supervivencia a cualquier precio, pues sólo hay un precio que paga por la supervivencia del hombre: la razón”.

    La razón es un atributo del individuo.Pensar es un proceso realizado no por hombres, sino por el hombre – en singular. Ninguna sociedad, comité, o grupo “orgánico” puede hacerlo. Lo que un grupo puede hacer en este sentido es solamente: o dejar al individuo libre para funcionar, o no dejarlo.

    El requerimiento político básico de la Vida del Hombre es la libertad.

    “Libertad” en este contexto significa el poder de actuar sin coerción por parte de otros. Significa el poder de un individuo de actuar de acuerdo con su propio juicio, mientras respeta el mismo derecho en los otros. En una sociedad libre, los hombres renuncian al método letal de tratar con desacuerdos: el iniciar fuerza física.

    Fuerza es el antónimo y la negación del pensamiento. El entendimiento no se produce recibiendo un puñetazo en la cara; la claridad intelectual no fluye de la boca de fuego de una pistola; el peso de la evidencia no es mayor por espasmos de terror. La mente es una facultad cognitiva; no puede alcanzar el conocimiento o la convicción aparte de, o contra, su percepción de la realidad; la mente no puede ser forzada.

    El sistema político apropiado, en esencia – el sistema que guarda la libertad de la mente del hombre – es el sistema original americano, basado en el concepto de derechos individuales inalienables.”La fuente de los derechos del hombre no es ni la ley divina ni la ley parlamentaria, sino la ley de identidad. A es A – y el Hombre es el Hombre. Derechos son condiciones de existencia requeridas por la naturaleza del hombre para su supervivencia apropiada “.

    Los Padres Fundadores de los Estados Unidos estaban correctos sobre el hecho de que los derechos son políticos, no económicos, es decir, que son confirmaciones de poder actuar y guardar el producto de las propias acciones, no una demanda injustificada a las acciones y productos de otros. Y estaban correctos sobre el hecho que la función apropiada del gobierno es la protección de los derechos del hombre.

    Los derechos del hombre, observa Ayn Rand, pueden ser violados solamente a través de fuerza física (fraude es una forma indirecta de fuerza). Un sistema político basado en el reconocimiento de esos derechos es el que defienda al hombre contra la violencia. Los hombres por lo tanto tratan entre ellos no como potenciales asesinos, sino como comerciantes soberanos, de acuerdo con su propio juicio independiente y su consentimiento voluntario. Este tipo de sistema representa la protección metódica de la mente del hombre y de su auto-interés, o sea, de la función y objetivo de los cuales la vida humana depende.

    El gobierno es la agencia que mantiene un monopolio en el uso legal de la fuerza física. En una sociedad libre el gobierno usa la fuerza sólo en retaliación, contra aquéllos que inician su uso. Esto engloba tres funciones principales: la policía, el ejército, y los tribunales (que proporcionan los medios para resolver disputas pacíficamente, de acuerdo con reglas objetivas).

    El gobierno de una sociedad libre está prohibido de emular a los criminales que fue creado para aprehender. Está prohibido de iniciar fuerza contra hombres inocentes. No puede inyectar el poder de la destrucción física en las vidas de ciudadanos pacíficos, para ningún propósito ni en ningún campo de actuación, incluso en el ámbito de la producción y el comercio.

    Esto significa el rechazo de cualquier división entre libertad política y libertad económica. Significa la separación entre Estado y economía. Significa la única alternativa que se ha descubierto contra la tiranía: el capitalismo laissez-faire.

    Históricamente el capitalismo funcionó brillantemente, y es el único sistema que funcionará. El socialismo en todas sus variantes ha llevado siempre al desastre y lo hará de nuevo donde sea intentado. Sin embargo, el socialismo es admirado por los profesores de la humanidad, mientras que el capitalismo es condenado. La causa de esta inversión es el hecho que la libertad es egoísta, los derechos son egoístas, el capitalismo es egoísta.

    Es verdad que libertad, derechos y capitalismo son egoístas. Es verdad también que el egoísmo, propiamente definido, es lo bueno.

    No hay futuro para el mundo excepto a través de un renacimiento del enfoque Aristotélico a la filosofía. Esto necesitaría una afirmación Aristotélica de la realidad de la existencia, de la soberanía de la razón, de la vida en la tierra – y del esplendor del hombre.

    Aristóteles y Objetivismo están de acuerdo en lo fundamental y, como resultado, también en este último punto. Ambos mantienen que el hombre puede lidiar con la realidad, puede alcanzar valores, puede vivir sin tragedias. Ninguno de los dos cree en el hombre-gusano o el hombre-monstruo; los dos proclaman el hombre-pensador y consecuentemente el hombre-héroe. Aristóteles lo llama “el hombre de gran alma”. Ayn Rand lo llama Howard Roark o John Galt.

    En cada época, por su propia naturaleza, los hombres no pueden dejar de esforzarse en algo: tienen que trabajar, lo sepan o no, en actualizar algún tipo de visión del potencial humano, sea consistente o contradictoria, enaltecida o desecrada. Ellos tienen que, de alguna forma, tomar una decisión fundamental, que determina sus otras decisiones y su destino. La decisión fundamental, que es siempre la misma, es la decisión epistemológica: razón o no razón.

    Dado que la forma en que los hombres comprenden la razón y sus versiones varía de época en época de acuerdo con su nivel de conocimiento y su virtud, así también varía la forma de la decisión y su resultado específico.

    En el mundo antiguo, tras siglos de un declive gradual, la decisión fue entre las ideas de la civilización clásica o las ideas del Cristianismo. Los hombres escogieron el Cristianismo. El resultado fue el estancamiento total del Oscurantismo y la Edad Media.

    En el mundo medieval, mil años después, la decisión fue San Agustín o Tomás de Aquino. Los hombres escogieron Tomás de Aquino. El resultado fue el Renacimiento.

    En el mundo de la Ilustración, cuatro siglos más tarde, los fundadores de los Estados Unidos de América lucharon por reafirmar la decisión de sus antepasados del Renacimiento, pero no pudieron hacer que prendiera históricamente. El resultado fue un magnífico nuevo país, pero con una bomba de tiempo interna.

    Hoy, en los Estados Unidos y en el mundo, la decisión es los Padres Fundadores y la base que ellos nunca tuvieron, o Kant y destrucción. El resultado aún está por ver.