Haz lo que debes hacer
Inicio | Buscar | Quienes Somos | Reglas | Reuniones | Contacto | Aviso Privacidad | Usuarios
Editorial | La Realidad | Las AC | Sobre Proceso | Cambios al 2025


La doncella guerrera
#1

Cuando era adolescente nos hicieron hacer una redacción en la escuela sobre quién era nuestro héroe, y yo escribí acerca de la protagonista de un romance medieval (El Romancero español es un grupo de cortos poemas narrativos de origen medieval desgajados de los cantares de gesta castellanos a partir del siglo XIV y transmitidos de forma oral)... Muchas veces, al leer este foro me acodé de ella, pero me daba cierto reparo sacar el tema, porque me parecía algo anecdótico. Hasta que, siguiendo pistas, decubrí que es una imagen del héroe bastante extendida y anclada en la imaginería de diversos países y culturas, aún distantes entre sí.

El Romance de la Doncella Guerrera, con muchísimas variaciones, se documenta no sólo en en todo el sur de Europa Portugal, España, Francia, Italia, Albania, Grecia, y en versiones sefardíes en el norte de Africa, Hungría, Serbia, Constantinopla, Asia Menor y Palestina. Llegando hasta Hispanoamérica.


Estaba un día un buen viejo
sentado en un campo al sol.
—Pregonadas son las guerras
de Francia con Aragón...
¿Cómo las haré yo, triste,
viejo, cano y pecador?
De allí se fue para su casa
echando una maldición:
—¡Reventáres tú, María,
por medio del corazón:
que pariste siete hijas
y entre ellas ningún varón!
La más chiquita de ellas
salió con buena razón.
—¡No la maldigáis, mi padre,
no la maldigades, non;
que yo iré a servir al rey
en hábitos de varón!
Compraréisme vos, mi padre,
calcetas y buen jubón,
daréisme las vuestras armas,
vuestro caballo trotón.
—¡Conoceránte en los ojos,
hija, que muy bellos son!
—Yo los bajaré a la tierra
cuando pase algún varón.
—¡Conoceránte en los pechos
que asoman por el jubón!
—Esconderélos, mi padre;
al par de mi corazón.
—¡Conoceránte en los pies,
que muy menudinos son!
—Pondréme las vuestras botas
bien rellenas de algodón...
¿Cómo me he de llamar padre,
cómo me he de llamar yo?
—¡Don Martinos, hija mía,
que así me llamaba yo!
Y era en palacio del rey
y nadie la conoció,
sino es el hijo del rey
que della se enamoró.
—¡Tal caballero, mi madre,
doncella me pareció!
—¿En qué lo conocéis, hijo,
en qué lo conocéis vos?
—En poner el su sombrero
y en abrochar el jubón,
y en poner de las calcetas,
¡mi Dios, cómo ella las pon!
—Brindaréisle vos, mi hijo,
para en las tiendas mercar;
si el caballero es hembra
¡corales querrá llevar!
El caballero es discreto
y un puñal tomó en la man.
—¡Los ojos de don Martinos
roban el alma al mirar!
—Brindaréisla vos, mi hijo,
al par de vos acostar;
si el caballero era hembra,
tal convite non quedrá.
El caballero es discreto
y echóse sin desnudar.
—¡Los ojos de don Martinos
roban el alma al mirar!
—Brindaréisla vos mi hijo,
a ir con vos a la mar.
Si el caballero era hembra,
él se habrá de acobardar.
El caballero es discreto,
luego empezara a llorar.
—¿Tú que tienes don Martinos,
que te pones a llorar?
—Que se me ha muerto mi padre,
y mi madre en eso va:
si me dieran la licencia
fuérala yo a visitar.
—Esa licencia, Martinos,
de tuyo la tienes ya.
Ensilla un caballo blanco,
y en él luego ve a montar.
Por una vegas arriba
corre como un gavilán,
por otras vegas abajo
corre sin le divisar.
—¡Adiós, adiós, el buen rey,
y su palació real;
que siete años le serví
doncella de Portugal,
y otros siete le sirviera
si non fuese al desnudar!
Oyólo el hijo del rey
de altas torres donde está,
reventó siete caballos
para poderla alcanzar.
Allegando ella a su casa,
todos la van abrazar.
Pidió la rueca a su madre
a ver si sabía filar.
—Deja la rueca, Martinos,
non te pongas a filar;
que si de la guerra vienes,
a la guerra has de tornar.
¡Ya están aquí tus amores,
los que te quieren llevar!

http://paginas.tol.itesm.mx/campus/L0028...ances.html


Otra versión

El rey ha mandado un bando
desde Castilla a Aragón,
que penada vida tiene
el que no tenga un varón.
Un padre tenía seis hijas
y de ellas ningún varón,
la más chica le decía:
padre de mi corazón,
padre, cómpreme un caballo
un caballo muy veloz
que voy a pelear con el moro
con el moro peleo yo.
Y ese pelo tan hermoso
es de hembra, no de varón
padre tráigame un barbero
un barbero afeitador.
Y esos ojos tan hermosos
son de hembra, no de varón,
padre, cuando a mí me miren,
al suelo los echo yo.
Y esos pechos tan preciosos
son de hembra, no de varón,
padre, cómpreme un corsé
un corsé ajustador.
Se ha montado en su caballo
y en los montes se perdió,
y se presentó en las filas
con el moro peleador.
Estando un día peleando
la espada se le cayó
y por decir pecador
dijo pecadora yo.
Y en esto que el rey estaba
estas palabras oyó,
con su caballo y su espada
hacia palacio marchó.
Madre, mi querida madre,
de pena me muero yo,
que el caballero don Marcos
es hembra, que no es varón.
Convídalo tú, hijo mío,
contigo a beber un día
que si ella fuera mujer
contigo no bebería.
Ya lo he convidado, madre,
conmigo un día a beber,
yo me he bebido una copa
y ella se bebió un tonel.
Pues convídala, hijo mío,
contigo al río un día
que si ella fuera mujer
al agua le temería.
Ya la he convidado, madre,
un día al río a bañar,
yo me he quedado en la orilla
y ella se bañó en mitad.
Convídala tú, hijo mío,
a la ciudad a comprar,
que si ella fuera mujer
a la seda ha de tirar.
Ya la he convidado, madre,
conmigo un día a comprar,
yo me he comprado la seda
y ella se tiró a un puñal.
Convídala tú, hijo mío,
al huerto a pasear,
que si ella fuera mujer
las rosas le han de gustar.
«To’s» los caballeros, madre,
nos comimos las manzanas
y el caballero don Marcos
pretendía a la hortelana.
Convídala tú, hijo mío,
contigo a dormir un día
que si ella fuera mujer
la luz te la apagaría.
Carta, he tenido carta
de mi hermana la mayor,
que mi padre está muy malo
y le van a dar a Dios.
Quédate con Dios, mi rey,
que me voy para mi tierra,
cuatro años te ha servido
esta preciosa doncella.

http://www.andaraje.org/vol12/02/index.htm

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
Responder
#2

En China está la Balada de Hua Mulan , heroína que se unió a un ejército sólo de hombres. El poema fue escrito en el siglo VI, un siglo mayormente gobernado por la Dinastía Tang; sin embargo la obra original ya no existe, el escrito más reciente proviene de otra obra, una antología de líricas, canciones y poemas compilada por Guo Maoqian en el siglo XII.

Si Mulan fue un personaje histórico o una alegoría ha sido debatido durante siglos, y aún hoy se desconoce si esta historia tiene una base verídica.

En la historia Mulan se disfraza como un hombre para ocupar el lugar de su anciano padre en el ejército. Se vistió como un hombre y se disfrazó como un soldado. Una vez terminó su servicio en el ejército, llegó a ofrecérsele un puesto de gobierno por el propio emperador. Sin embargo, no queriendo seguir vinculada al ejército, rechazó el puesto para poder volver con su familia cuanto antes. Cuando sus antiguos compañeros del ejército fueron a visitarla a su hogar, quedaron impactados al verla vestida como una mujer. El poema termina con la imagen de una liebre hembra (Mulan) y una liebre macho (sus compañeros) corriendo de lado a lado, y el narrador preguntando cómo alguien podría distinguirlas.

El período en el que transcurre la historia es incierto. Los primeros reportes de la leyenda afirman que vivió durante la dinastía Wei del Norte (386-534). Sin embargo otra versión reporta que Mulan fue solicitada como concubina por el Emperador Sui Yangdi (quien reinó entre 604 y 617). Evidencias del poema existente sugieren la primera interpretación.

http://es.wikipedia.org/wiki/Hua_Mulan

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
Responder
#3

Y, esto es un resumen de APROXIMACIÓN AL TEMA DE LA VIRGO BELLATRIX EN LOS LIBROS DE CABALLERÍAS ESPAÑOLES, por María Carmen MARIN PINA (Universidad de Zaragoza).
El texto completo aquí:http://cvc.cervantes.es/obref/criticon/PDF/045/045_083.pdf


El tema de la virgo bellatrix ocupa un lugar importante en los libros de caballerías españoles del siglo XVI y cada vez son más los autores caballerescos que lo recogen en sus páginas. Aparece en dos variantes, la de la amazona y la de la doncella guerrera, prototipos que acaban mezclándose.

Antes de su aparición en la narrativa caballeresca española, el tema de la doncella guerrera encerraba una larga tradición, como han destacado los estudios dedicados a su presencia en romances y obras teatrales en los siglos XVI y XVII, donde su figura fue extraordinariamente fecunda. Fijar los antecedentes del tema es, sin embargo, tarea ardua y harto difícil tal y como ya advirtió Ashcom, pues existe tal multiplicidad de prototipos, de arquetipos temáticos, que hay que pensar en un proceso de poligénesis antes que en una fuente única.

Aunque los ecos de la leyenda amazónica se escuchan desde antaño, es en el siglo XII cuando la literatura francesa incorpora plenamente el mito amazónico, tema que recibe un tratamiento plenamente cortés que pasa por la humanización del mito. Los autores descargan al tipo de algunas de las costumbres que tradicionalmente lo han caracterizado (por ejemplo, el matrimonio de visita, la selección de sus descendientes en virtud del sexo, la cauterización del seno derecho para manejar el arco con mayor facilidad, etc.) y acentúan su feminidad.

Su espíritu varonil y sus inclinaciones guerreras no están reñidas con sus atributos femeninos, se pone igualmente en duda su tradicional invulnerabilidad ante el amor . Esta voluntad de afirmar la feminidad de las amazonas, de destacar sus belleza y su predisposición amorosa conduce, en opinión de Aimé Petit, a una modificación del viejo mito y a la constitución de un tipo femenino ejemplar y original, "el de la mujer caballero, que reúne heroicidad, belleza, virginidad y castidad”.

Cualidades similares caracterizan a las amazonas que pueblan los textos españoles desde el siglo XIII. Talestris, Antíope, Oriçia, Manalipe, Hipólita o Pentiselea son algunas de las mujeres que al frente de un ejército femenino darán también vida en las letras medievales españolas al viejo mito amazónico. Su creciente popularidad la confirman no sólo la inclusión de algunas de ellas en los repertorios de ilustres y virtuosas mujeres, sino también las composiciones poéticas en ellas inspiradas.

El autor de los cinco primeros libros amadisianos es el primero en introducir el mito amazónico a través de Calafia, reina de la isla de California, topónimo con el que afios más tarde los conquistadores nombrarían la tierra descubierta. Calafia es la reina de las amazonas negras, mujeres de "valientes cuerpos, y esforçados y ardientes coraçones, y de grandes fuerças". Enterada del movimiento de tropas paganas contra los cristianos y "desseosa en su pensamiento de acabar grandes cosas, valiente en esfuerço y ardid del su brauo coracón", conmina a sus súbditas a participar en la guerra. Un deseo de fama mundana genuinamente caballeresco anima a esta hermosa mujer a movilizar todo su ejército femenino y a luchar contra los cristianos. Su destreza en el mundo de las armas queda de manifiesto en el combate individual librado con Norandel, y fundamentalmente en la batalla personal con el héroe, con Amadís, solicitada por carta de batalla, según exigían los cánones caballerescos. Sus armas no acaban, sin embargo, con el experimentado Amadís y sus fuerzas se doblegan ante la hermosura de Esplandián.
Si su comportamiento en el campo de batalla nada envidia al de cualquier otro caballero, sus sentimientos amorosos tampoco van a la zaga de los de cualquier otra heroína. Y es que Calafia conjuga en su persona cualidades propias de mujer y otras reservadas hasta entonces al mundo masculino. Sin renunciar ni ocultar nunca su condición femenina, Calafia pelea en el campo de batalla como cualquier otro caballero, porque su deseo de fama personal, sus inquietudes, su valentía y su destreza con la espada son idénticos aunque ella sea una mujer. Estas cualidades, ajenas por completo a las presentadas por la tradicional heroína artúrica, dotan a la amazona caballeresca de una autonomía dentro del relato de la que no había disfrutado hasta entonces la mujer en los libros de caballerías.

El mito se encuentra ya perfectamente adaptado a los esquemas propiamente corteses y no resulta por ello extraño que la joven amazona [Pantasilea] reciba la orden de caballería de manos de Amadís y, ante él, jure "defender a todos aquellos que vuestra ayuda ovieren menester, especialmente a dueñas y donzellas " o que ella misma la otorgue posteriormente a don Silves de la Selva, su futuro marido.

La otra variante es la doncella que por diversos motivos viste el hábito de caballero y practica normal o accidentalmente la caballería. Las cualidades masculinas connaturales a las amazonas resultan accidentales y pasajeras en muchas de estas doncellas guerreras que, a diferencia de aquellas, ocultan su propio sexo bajo el embozo del disfraz.

Gradafilea, hija de Grifilante, rey de la ínsula Giganteida, aun a sabiendas de los amores de Lisuarte con Onolaria, profesa desde el séptimo libro amadisiano hacia este rey un amor imposible; un amor resignado que le llevará, en este caso, a tomar las armas y a luchar al lado de su enamorado Lisuarte. En el capítulo XVII de la segunda parte de este noveno libro, se cuenta que "llegó a la puerta del campo un cavallero tan grande que poco para jayán le faltava, armado de unas armas todas bermejas" , dispuesto a hacer la batalla por Lisuarte. Como se descubrirá después de la misma, el caballero resulta ser Gradafilea que, al ver que su enamorado no tenía valedor, "con el atrevimiento y verdadero amor qu'ella tenía, // viéndose en sus fuerças y grandeza, se armó de las armas de Lisuarte" . Comparada su actuación con la de las grandes mujeres de la antigüedad, el rey alaba su intervención y la considera "la mayor hazaña que visto oviesse". A partir de este momento, Gradafilea se convierte en un fiel escudero de Lisuarte que sólo tomará las armas nuevamente por su señor. Gradafilea es una doncella guerrera por necesidad y no por naturaleza o educación.

El tema de la doncella guerrera aparece ampliamente desarrollado por doña Beatriz Bernai en su Cristalián de España (Valladolid, 1545) a través de la historia de Minerva, una hermosa doncella dedicada a la vida caballeresca como adelanta ya su nombre, que va cobrando cada vez más importancia a lo largo de la obra. Minerva puede considerarse una doncella guerrera por naturaleza, pues como ella misma confiesa a Cristalián en su primer encuentro : "Los dioses repartieron en mí tanta parte de buena ventura, que hasta hoy no he hallado caballero que contra mí mucho en batalla pudiese durar". Vencida en el combate, Minerva se convierte en servidora de Cristalián y Penamundi, "protagoniza una de las incidencias más dramáticas y mejor escritas de todo el libro, se destaca en la defensa de los imperios cristianos y, cuando por fin se adhiere a la fe cristiana, y se casa con el Rey de Pasamur, es quizás el personaje más completo de toda la obra". Su progresivo afianzamiento dentro del relato se confirma en la historia amorosa que mantiene involuntariamente a dos bandas con la doncella Duante y con su hermano el Duque de Fonteguerra (la primera enamorada de ella creyéndola caballero y el segundo considerándola doncella pese a su varonil figura). La belleza del Caballero de las Coronas, nombre con el que Minerva oculta su verdadera identidad como cualquier otro caballero que desea encubrirse, despierta el amor de Duante y las sospechas del Duque de Fonteguerra, que duda de la existencia de un caballero tan hermoso. Mientras éste se ocupa de descubrir más indicios que aclaren su confuso sexo, Duante confiesa a Minerva su amor y ésta se otorga como su caballero antes de descubrir el engaño. La historia amorosa de las dos mujeres, se complica a lo largo de los capítulos XCVI - CVI con las intenciones del Duque de descubrir el enigma del Caballero de las Coronas. Una serie de comprobaciones y pruebas, similares por otro lado a las practicadas por el príncipe del romance de la doncella guerrera, aclaran definitivamente su condición femenina y autorizan su amor.

El disfraz es el salvoconducto por el que estas mujeres, que en principio no son amazonas ni proceden de ninguna tribu pagana, sino que pertenecen al ámbito propiamente cortés, pueden moverse sin dificultad por un mundo masculino que originariamente les es ajeno por naturaleza y educación. El trasvestismo femenino supone en este sentido, por tanto, una ruptura con la condición de reclusión que sufre la mujer en el sistema de linajes agnáticos imperantes en la Europa occidental desde el siglo XIII y que la literatura artúrica en buena medida reflejó. El hábito de caballero, además de ocultar y a la vez reforzar su arriesgado atrevimiento, otorga a estas doncellas ante todo movilidad, cualidad de la que hasta ahora habían carecido. Gracias a esta libertad de movimiento adquieren mayor protagonismo y pueden franquear sin ser conocidas los muros de palacio y andar seguras por montañas y florestas, cosa que no conseguirían como simples "doncellas andantes". El disfraz de caballero les abre narrativamente un espacio que hasta el momento les había estado vedado en la literatura caballeresca y las pone en contacto directo con la aventura.
Como en otras ocasiones, también en ésta el disfraz posee, en la mayoría de los casos, una motivación afectiva y forma parte del sistema de representación de la locura amorosa. El disfraz resulta entonces una indecorosa transgresión de las normas y de los códigos morales por parte del que lo porta, que en ocasiones incluso se rebaja en su condición para alcanzar su amor. Este trasvestismo, inicialmente masculino, alcanza igualmente a las mujeres, que por amor no renuncian tampoco a tomar el hábito de peregrino, como Ricarda en el Primaleón, o el de caballero para reunirse con su enamorado. Es éste el segundo proceso de transexualización que sufre la mujer después del que había conocido en toda la teoría del amor cortés, en la que, al menos teóricamente, se había convertido en el señor de las vasalláticas relaciones amorosas. Los mismos esquemas corteses se invierten y son ahora las damas las que en hábito de caballero desempeñan la parte activa de las relaciones.

De este grupo de doncellas guerreras que por amor toman las armas como la Bradamante ariosteca o la Clorinda de Tasso, queda inicialmente excluida Minerva, el personaje creado por la autora vallisoletana. Por naturaleza y no por necesidad, Minerva manifiesta una especial inclinación por el mundo de las armas que la lleva a abandonar su reposada vida femenina y a ejercitar la caballería. Si sus atributos (hermosura, valentía y sabiduría) y espíritu son propios de una amazona, su fisonomía y comportamiento es el típico de una doncella guerrera.

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
Responder


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)