05-04-2009, 06:48 PM
El carácter de Mejnour difería mucho del de Zanoni, y si es verdad que el primero fascinaba mucho menos á Glyndon, en cambio le dominaba más y le impresionaba doblemente. La conversación con Zanoni manifestaba un profundo y general interés por la humanidad y un sentimiento, que casi rayaba en entusiasmo, por las artes y la belleza. Los rumores que circulaban acerca de sus costumbres realzaban el misterio de su vida con acciones de caridad y de beneficencia. En todos sus hechos había algo amable y humano que atenuaba en parte el miedo que inspiraba tendiendo quizá a despertar sospechas acerca de los altos secretos que no ocultaba poseer.
Mejnour parecía enteramente indiferente á todo lo que se refería al mundo actual. No hacia ningún mal y era igualmente apático para el bien. No remediaba ninguna necesidad ni compadecía a nadie. El corazón parecía habérsele transformado en inteligencia. Se movía, pensaba y vivía como una regular y tranquila abstracción, mas bien que como uno que conservaba, con la forma, los sentimientos y simpatías de su especie.
Glyndon, observando un día en tono de suprema indiferencia con que hablaba de los cambios verificados en la superficie de la tierra, los cuales decía haber presenciado se atrevió a decirle algo sobre la diferencia que había notado entre sus ideas y las de Zanoni
-es verdad,- manifestó Mejnour fríamente. - Mi vida es la vida que contempla; la de Zanoni es la vida que goza. Cuando arranco una hierba sólo pienso en sus usos; Zanoni se detiene á admirar su belleza.
- ¿Y creéis que vuestra existencia es superior y mas elevada que la suya? Pregunto Glyndon.
-No,- Respondió el sabio.- Su existencia es la de la juventud y la mía la de la vejez. Los dos hemos cultivado facultades diferentes, y cada uno posee poderes a á los cuales el otro no puede aspirar. Los míos son saber mas; los suyos vivir mejor.
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Zanoni.
De Bulwer Lytton
Berbera Editores

