04-05-2009, 10:06 PM
"Don Goyo protege a sus animalitos. Al menos, eso es lo que piensan los habitantes de Amecameca, que aseguran que la fauna local está regresando a las faldas del volcán.
Alejandro López, director del Parque Nacional Izta Popo lo confirma.
Los siete kilómetros de restricción absoluta y los 13 de prohibición de actividades productivas por la actividad del Popocatépetl lograron el regreso del lince y del coyote, ausentes por décadas, y los tecolotes y aguilillas cola roja surcan otra vez los cielos, gracias al inesperado éxito de los teporingos, especie que por cierto despareció del Ajusco.
El también llamado zacatuche o conejo de los pastos, colocado al principio de la cadena alimenticia, es la razón de esta renovada explosión de vida silvestre en la zona de los grandes volcanes.
Pumas y lobos grises mexicanos ya no volverán a la zona donde antes abundaron, a menos que sean reintroducidos al parque, pero antes deben darse condiciones de seguridad tanto para estas especies como para los habitantes, asegura López.
Se logró reintroducir con éxito una pareja de aguililla cola roja, y hay otra pareja en la zona. Sin duda, la restricción por la actividad volcánica ha resultado en un resurgimiento de la fauna local, pero tenemos que protegerlos aún más, aseguró el director del Parque.
Los últimos lobos fueron aniquilados por ganaderos locales en 1956, y todavía en 1980 se avistaron dos pumas, pero ya no se han vuelto a detectar.
Venados cola blanca y teporingos han aumentado significativamente su población. Los conejitos, que son muy carismáticos, estuvieron en serio peligro de desaparecer, pero hoy, afortunadamente, hay ocho colonias bien consolidadas, que en conjunto significan unos 14 mil animalitos, añade con optimismo Alejandro López.
El director del Parque Nacional Izta Popo llegó a la región hace 30 años, y desde entonces ha luchado por conservar este valioso ecosistema.
La categoría de Parque Nacional es la más restrictiva en materia de conservación. No hay autorización para modificaciones al uso de suelo, cacería o construcciones. Es como la zona núcleo de una Reserva de la Biósfera, explica.
Por ello, la reposición de fauna es uno de los programas prioritarios en la zona de los volcanes.
Difícil regreso. La reintroducción de especies que se da en forma natural es un éxito indiscutible, pero hay casos, como las aguilillas cola roja, en que es necesario un trabajo largo y paciente.
Hemos detectado al menos dos parejas de esta aguililla en el Parque, y el 24 de febrero pasado se liberaron dos ejemplares, pero sólo después de dos años de readaptación. Teníamos que estar seguros de que podían cazar por sí mismos, y ahora esperamos que se reproduzcan, cosa que es casi imposible en cautiverio, asegura Alejandro López.
En las inmediaciones del parque existen dos centros de reproducción de venado cola blanca, pero el logro que más entusiasma a los encargados del parque es el regreso de los coyotes y en especial, del lince.
Hemos encontrado excretas, huellas y señales de animales predados por linces y coyotes. No teníamos registros de su presencia desde hace décadas, y lo anterior significa que el ecosistema se está fortaleciendo, asegura López.
La vigilancia es difícil cuando se tienen 72 mil visitantes cada año, la mayoría turismo de pie de carretera, poco habituado a la observación y disfrute de la naturaleza.
Los visitantes traen en sus autos y camiones su pedazo de ciudad, en lugar de aprender a disfrutar los olores, paisajes, flora y fauna que esta región contiene. Nos dejan su plástico, vienen a buscar cuatrimotos y hasta escenarios de guerra en los gotchas. Es increíble cómo cuesta trabajo introducirlos en senderos de interpretación de la naturaleza, señala con cierto desánimo el director del Parque Izta Popo.
En la zona de los volcanes incluso hay un santuario de mariposas monarca, que no se va a explotar turísticamente para proteger a la especie.
Cuidar el bosque y la fauna que contiene es imprescindible en un país que pierde 600 mil hectáreas cada año. A este ritmo, en 50 años no tendremos áreas boscosas. Hoy, conservar una hectárea de bosque o selva cuesta 350 pesos al mes. Restaurarla cuesta cinco mil pesos y varios años de consolidación.
Alejandro López define su trabajo como un reconocimiento de que la pobreza va de la mano de la pérdida de ecosistemas. Las comunidades responden bien cuando de proteger la fauna y el entorno tiene que ver con su desarrollo. Esa es la clave.
Ganadería extensiva y tala ilegal dañan el Parque Izta Popo
La ganadería extensiva y la tala ilegal, que van de la mano con los incendios forestales, han ocasionado significativos daños al Parque Izta Popo, a pesar de programas de sustitución de actividades productivas.
Los programas de plantaciones comerciales, el ecoturismo y los programas para reforestar, así como la fábrica de agua, son esfuerzos que cuestan mucho dinero, y es difícil competir contra el mercado negro. Un árbol aserrado llega a proporcionar hasta 10 mil pesos a los taladores.
El contrabando de madera sigue siendo una realidad en parajes como Río Frío, Tetela o Acatzingo. Incluso en Atlixco y Amecameca hay tala mediana, reconoce Alejandro López.
Hemos reforestado cinco mil hectáreas con seis millones de árboles desde 1990, pero si no se frena la deforestación es como tratar de llenar un barril sin fondo, asegura.
Para fabricar agua, Alejandro López impulsa la construcción de tinas ciegas, zanjas de dos metros de profundidad para evitar que el agua de lluvia corra por las zonas en proceso de reforestación, evitando así el lavado por arrastre de la cubierta vegetal.
Así, el agua se conserva y se introduce en los mantos, y se permite la proliferación de musgos y otras especies de suelo que conservan la humedad.
En las zonas de barranca o cañadas, se han construido presas filtrantes, que evita que el agua corra con la fuerza natural de estos lugares, y tenga tiempo de filtrarse al subsuelo.
En la naturaleza, el agua de lluvia cae en la copa de los árboles, escurre lentamente o gotea, alimenta la cubierta vegetal y se conservan las condiciones de humedad para el óptimo desarrollo de la flora y la fauna. Lo que hacemos con la fábrica de agua es ayudar al bosque a recuperar estas condiciones, asegura finalmente Alejandro López."
[http://www.cronica.com.mx/nota.php?idc=215334]
Alejandro López, director del Parque Nacional Izta Popo lo confirma.
Los siete kilómetros de restricción absoluta y los 13 de prohibición de actividades productivas por la actividad del Popocatépetl lograron el regreso del lince y del coyote, ausentes por décadas, y los tecolotes y aguilillas cola roja surcan otra vez los cielos, gracias al inesperado éxito de los teporingos, especie que por cierto despareció del Ajusco.
El también llamado zacatuche o conejo de los pastos, colocado al principio de la cadena alimenticia, es la razón de esta renovada explosión de vida silvestre en la zona de los grandes volcanes.
Pumas y lobos grises mexicanos ya no volverán a la zona donde antes abundaron, a menos que sean reintroducidos al parque, pero antes deben darse condiciones de seguridad tanto para estas especies como para los habitantes, asegura López.
Se logró reintroducir con éxito una pareja de aguililla cola roja, y hay otra pareja en la zona. Sin duda, la restricción por la actividad volcánica ha resultado en un resurgimiento de la fauna local, pero tenemos que protegerlos aún más, aseguró el director del Parque.
Los últimos lobos fueron aniquilados por ganaderos locales en 1956, y todavía en 1980 se avistaron dos pumas, pero ya no se han vuelto a detectar.
Venados cola blanca y teporingos han aumentado significativamente su población. Los conejitos, que son muy carismáticos, estuvieron en serio peligro de desaparecer, pero hoy, afortunadamente, hay ocho colonias bien consolidadas, que en conjunto significan unos 14 mil animalitos, añade con optimismo Alejandro López.
El director del Parque Nacional Izta Popo llegó a la región hace 30 años, y desde entonces ha luchado por conservar este valioso ecosistema.
La categoría de Parque Nacional es la más restrictiva en materia de conservación. No hay autorización para modificaciones al uso de suelo, cacería o construcciones. Es como la zona núcleo de una Reserva de la Biósfera, explica.
Por ello, la reposición de fauna es uno de los programas prioritarios en la zona de los volcanes.
Difícil regreso. La reintroducción de especies que se da en forma natural es un éxito indiscutible, pero hay casos, como las aguilillas cola roja, en que es necesario un trabajo largo y paciente.
Hemos detectado al menos dos parejas de esta aguililla en el Parque, y el 24 de febrero pasado se liberaron dos ejemplares, pero sólo después de dos años de readaptación. Teníamos que estar seguros de que podían cazar por sí mismos, y ahora esperamos que se reproduzcan, cosa que es casi imposible en cautiverio, asegura Alejandro López.
En las inmediaciones del parque existen dos centros de reproducción de venado cola blanca, pero el logro que más entusiasma a los encargados del parque es el regreso de los coyotes y en especial, del lince.
Hemos encontrado excretas, huellas y señales de animales predados por linces y coyotes. No teníamos registros de su presencia desde hace décadas, y lo anterior significa que el ecosistema se está fortaleciendo, asegura López.
La vigilancia es difícil cuando se tienen 72 mil visitantes cada año, la mayoría turismo de pie de carretera, poco habituado a la observación y disfrute de la naturaleza.
Los visitantes traen en sus autos y camiones su pedazo de ciudad, en lugar de aprender a disfrutar los olores, paisajes, flora y fauna que esta región contiene. Nos dejan su plástico, vienen a buscar cuatrimotos y hasta escenarios de guerra en los gotchas. Es increíble cómo cuesta trabajo introducirlos en senderos de interpretación de la naturaleza, señala con cierto desánimo el director del Parque Izta Popo.
En la zona de los volcanes incluso hay un santuario de mariposas monarca, que no se va a explotar turísticamente para proteger a la especie.
Cuidar el bosque y la fauna que contiene es imprescindible en un país que pierde 600 mil hectáreas cada año. A este ritmo, en 50 años no tendremos áreas boscosas. Hoy, conservar una hectárea de bosque o selva cuesta 350 pesos al mes. Restaurarla cuesta cinco mil pesos y varios años de consolidación.
Alejandro López define su trabajo como un reconocimiento de que la pobreza va de la mano de la pérdida de ecosistemas. Las comunidades responden bien cuando de proteger la fauna y el entorno tiene que ver con su desarrollo. Esa es la clave.
Ganadería extensiva y tala ilegal dañan el Parque Izta Popo
La ganadería extensiva y la tala ilegal, que van de la mano con los incendios forestales, han ocasionado significativos daños al Parque Izta Popo, a pesar de programas de sustitución de actividades productivas.
Los programas de plantaciones comerciales, el ecoturismo y los programas para reforestar, así como la fábrica de agua, son esfuerzos que cuestan mucho dinero, y es difícil competir contra el mercado negro. Un árbol aserrado llega a proporcionar hasta 10 mil pesos a los taladores.
El contrabando de madera sigue siendo una realidad en parajes como Río Frío, Tetela o Acatzingo. Incluso en Atlixco y Amecameca hay tala mediana, reconoce Alejandro López.
Hemos reforestado cinco mil hectáreas con seis millones de árboles desde 1990, pero si no se frena la deforestación es como tratar de llenar un barril sin fondo, asegura.
Para fabricar agua, Alejandro López impulsa la construcción de tinas ciegas, zanjas de dos metros de profundidad para evitar que el agua de lluvia corra por las zonas en proceso de reforestación, evitando así el lavado por arrastre de la cubierta vegetal.
Así, el agua se conserva y se introduce en los mantos, y se permite la proliferación de musgos y otras especies de suelo que conservan la humedad.
En las zonas de barranca o cañadas, se han construido presas filtrantes, que evita que el agua corra con la fuerza natural de estos lugares, y tenga tiempo de filtrarse al subsuelo.
En la naturaleza, el agua de lluvia cae en la copa de los árboles, escurre lentamente o gotea, alimenta la cubierta vegetal y se conservan las condiciones de humedad para el óptimo desarrollo de la flora y la fauna. Lo que hacemos con la fábrica de agua es ayudar al bosque a recuperar estas condiciones, asegura finalmente Alejandro López."
[http://www.cronica.com.mx/nota.php?idc=215334]
"Conocer el hambre es saber la verdad; sufrimiento y hambre dan conocimiento. Una persona que conoce la verdad, el hambre, el sufrimiento, no puede traicionar o<br />engañar a nadie."

