03-17-2009, 01:45 PM
Es un tema delicado y muy personal.
Sólo me atrevo a escribir que hay ocasiones en las que lo absurdo se impone a la razón, y en las que no basta con tener razones, sino que hay que cruzar con ellas bajo el brazo todo un laberinto de complicaciones surgido de la nada, hasta llegar a una justicia que sea mínimamente efectiva. Significa una carrera de resistencia a diferentes niveles (físico, mental, emocional), en la que es tan imprescindible como difícil no permitirse ni el desgaste, ni las cargas de más.
Es doloroso pensar que las personas que se supone que por naturaleza deben protegernos, voluntaria o involuntariamente, nos estén dañando en realidad. Heredamos mucho de nuestros padres, y de nuestro entorno, pero sólo a nosotros nos corresponde decidir qué hacer con ello. Aunque sea por tiempo, siempre llevaremos ventaja sobre nuestros progenitores, y sus vidas serán los ejemplos más cercanos de aquello que queremos, o no, en las nuestras. La misma responsabilidad que nos niega la excusa, nos libera de la idea de impotencia. Te das cuenta de que estás solo, pero al mismo tiempo, que solo te bastas.
Yo no creo que sea un asunto de recapitulación, sino de conciencia. Permitir que nuestra sangre se envenene, no sólo no sirve de nada, sino que es perjudicial para uno. Y, sí, seguramente no solucione el problema de recuperar a tus hijas, pero las decisiones que has ido tomando, sino entendí mal, te han llevado gradualmente desde un punto muy oscuro a una recuperación personal. Y el caso es que necesitas estar bien para plantar una batalla que te exige tanta resistencia para perseverar, como claridad mental para encontrar el camino adecuado para lograr tu objetivo, a través de los obstáculos, trampas y calles cerradas.
Ánimo.
Me atrevo aún a decir que algún día tus hijas serán personas que tengan que tomar sus decisiones, y tendrán como recurso la historia de su madre y de su padre, y pensarán en porqué hicieron las cosas como lo hicieron, y sacarán sus propias conclusiones.
Yo sólo puedo hablarte de un ejemplo, una madre que en un momento en el que familiares cercanos la difamaban para ganarse el favor de los entonces menores, aún tenía la entereza de decir a sus hijos "Lo que hacen, es porque no saben hacerlo mejor; no os hablaré de ellos, cuando seais mayores juzgareis por vosotros mismos. Yo estaré aquí, siempre, pero vosotros decidiréis". La confianza que esa persona puso en sus hijos le fue devuelta, y los niños crecieron sabiendo que no valía la pena guardar rencor hacia aquellos otros familiares que realmente no tenían la conciencia necesaria para hacer las cosas mejor de lo que hicieron.
Sólo me atrevo a escribir que hay ocasiones en las que lo absurdo se impone a la razón, y en las que no basta con tener razones, sino que hay que cruzar con ellas bajo el brazo todo un laberinto de complicaciones surgido de la nada, hasta llegar a una justicia que sea mínimamente efectiva. Significa una carrera de resistencia a diferentes niveles (físico, mental, emocional), en la que es tan imprescindible como difícil no permitirse ni el desgaste, ni las cargas de más.
Es doloroso pensar que las personas que se supone que por naturaleza deben protegernos, voluntaria o involuntariamente, nos estén dañando en realidad. Heredamos mucho de nuestros padres, y de nuestro entorno, pero sólo a nosotros nos corresponde decidir qué hacer con ello. Aunque sea por tiempo, siempre llevaremos ventaja sobre nuestros progenitores, y sus vidas serán los ejemplos más cercanos de aquello que queremos, o no, en las nuestras. La misma responsabilidad que nos niega la excusa, nos libera de la idea de impotencia. Te das cuenta de que estás solo, pero al mismo tiempo, que solo te bastas.
Yo no creo que sea un asunto de recapitulación, sino de conciencia. Permitir que nuestra sangre se envenene, no sólo no sirve de nada, sino que es perjudicial para uno. Y, sí, seguramente no solucione el problema de recuperar a tus hijas, pero las decisiones que has ido tomando, sino entendí mal, te han llevado gradualmente desde un punto muy oscuro a una recuperación personal. Y el caso es que necesitas estar bien para plantar una batalla que te exige tanta resistencia para perseverar, como claridad mental para encontrar el camino adecuado para lograr tu objetivo, a través de los obstáculos, trampas y calles cerradas.
Ánimo.
Me atrevo aún a decir que algún día tus hijas serán personas que tengan que tomar sus decisiones, y tendrán como recurso la historia de su madre y de su padre, y pensarán en porqué hicieron las cosas como lo hicieron, y sacarán sus propias conclusiones.
Yo sólo puedo hablarte de un ejemplo, una madre que en un momento en el que familiares cercanos la difamaban para ganarse el favor de los entonces menores, aún tenía la entereza de decir a sus hijos "Lo que hacen, es porque no saben hacerlo mejor; no os hablaré de ellos, cuando seais mayores juzgareis por vosotros mismos. Yo estaré aquí, siempre, pero vosotros decidiréis". La confianza que esa persona puso en sus hijos le fue devuelta, y los niños crecieron sabiendo que no valía la pena guardar rencor hacia aquellos otros familiares que realmente no tenían la conciencia necesaria para hacer las cosas mejor de lo que hicieron.
El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)

