04-05-2008, 12:45 AM
Carlo Ginzburg (Turín, 1939) es un historiador italiano abanderado de la Microhistoria. La microhistoria es una rama de la historia social de desarrollo reciente, que analiza cualquier clase de acontecimientos, personajes u otros fenómenos del pasado que en cualquier otro tratamiento de las fuentes pasarían inadvertidos. La razón por la que llaman el interés del historiador puede ser muy diversa: puede ser lo raro pero también lo cotidiano. En todo caso, demuestra tener posibilidades interpretativas desusadas cuando el historiador introduce la llamada reducción de escala o el examen con lupa del pasado, que constituye el instrumento innovador de esta disciplina.
http://es.wikipedia.org/wiki/Carlo_Ginzburg
http://es.wikipedia.org/wiki/Microhistoria
En Historia Nocturna el autor se propone por una parte, reconstruir los mecanismos ideológicos que facilitaron la persecución de la brujería en Europa y por otra, las creencias de estos hombres y mujeres desde una nueva mirada privilegiando el vasto zócalo de tiempo y espacio en el que surgieron sus elementos sin olvidar los detalles contemplados de cerca.
http://www.accessmylibrary.com/coms2/summa...286-1939897_ITM
Fuente; http://club.telepolis.com/meugenia1/reli...tatica.htm
La oscura religión extática
Extracto del libro de Carlo Ginzburg "Historia nocturna" Ediciones Península. Barcelona 2003
Hace más de mil años había una religión extática , principalmente femenina, dominada por una diosa nocturna con muchos nombres. Su origen se perdía en el Paleolítico Superior, y lo habían difundido en Europa los celtas, que a su vez habían sido influidos por las creencias escitas derivadas de los chamanes euroasiáticos..
¿Hay datos que documenten esta teoría?
Los encargados de la Iglesia sabían que, desde muy antiguo, había zonas enteras en las que se practicaba la brujería, las adivinaciones, las invocaciones diabólicas, los conjuros mágicos, supersticiones y artes malvadas y prohibidas. Con ello hacían referencia a la presencia de una antigua religión practicada en su mayoría por mujeres, aunque había una variante practicada por hombres, la de las batallas por la fertilidad. Esta religión antigua de origen extático tendría sus orígenes en el chamanismo euroasiático. Sus ecos en Europa , a comienzos de la época moderna, eran las prácticas extáticas de mujeres que
a) creían y decían,
B) que van por la noche,
c) detrás de la diosa Diana,
d) en la grupa de animales,
e) recorriendo grandes distancias,
f) obedeciendo las órdenes de la diosa como si fuera dueña y señora
En las páginas que siguen intentaremos rastrear los últimos vestigios del culto extático y la extensión de la antigua religión por Europa. Hemos visto como se fabrica un complot contra las personas más débiles de la sociedad, personas a las que utilizar como chivo expiatorio durante las épocas de calamidades y problemas económicos y sociales. La clase dirigente se inventa un enemigo al que machacar y así poder continuar detentando el poder. Hemos visto como en 1321 se fabrica el primer complot contra los leprosos y judíos de la Francia sudoccidental y noroccidental. El complot se repite contra los judíos en 1348, seguramente porque ya se habían cargado a casi todos los leprosos, en el Delfinado, Saboya y alrededores del Lago Leman (Canton de Vaud). Aquí mismo, a orillas del lago Leman, surgen en 1375 las primeras cacerías de brujos y brujas. No es casualidad que en 1409, la bula papal mencionase esta zona como un lugar donde proliferan las nuevas sectas y ritos prohibidos. También hemos visto como en la elaboración del complot se pasa de acusar a los leprosos a perseguir a los judíos. En cambio, no queda claro uno de los eslabones intermedios de la cadena, el que explica la fusión o asimilación de judíos con las brujas.
Fenómenos religiosos de origen celta, en vías de disolución
El llamado Canon Episcopi (en su origen un capitular franco) es el punto de llegada de una serie de documentos que nos narran fenómenos religiosos celtas, como los que aquí vamos a relacionar.
a) Divinidades celtas mortuorias: la cabalgata nocturna.
En el siglo V en Turín había campesinos embriagados llamados dianaticus (adivinos), sinónimo de lunáticus, es decir, unos personajes exaltados, presos de un frenesí religioso, dispuestos a mutilarse en honor de sus dioses. Uno de estos dioses celtas se encontró dibujado en una tejuela cuadrangular de Roussas (Delfinado) del siglo V d.C. Se ve a un personaje en la grupa de un animal de largos cuernos, acompañada con la inscripción Fera com era (con la cruel Era). Inscripciones parecidas se han encontrado en Istria, Suiza y Galia cisalpina. Detrás de esta diosa céltica aflora la diosa griega Hera. A principios del siglo XV los campesinos del Palatinado creían en una divinidad llamada Hera, portadora de la abundancia, que vagaba volando durante los doce días que hay entre la Navidad y la Epifanía, el periodo consagrado al retorno de los difuntos. La cáscara griega de la diosa recibía un relleno céltico. La imagen de la cabalgata nocturna es ajena a las mitologías griega y romana.
Los testimonios más antiguos sobre la cabalgata de Diana son los procedentes de Prüm, de Works y de Tréveris, es decir, de la zona en que se han encontrado gran cantidad de representaciones de la diosa celta Epona a caballo. El año 906 Reginone Di Prüm da instrucciones (derivadas de un capitular franco anterior) a los religiosos de la zona para que eviten una serie de creencias y prácticas supersticiosas, pues había mujeres que sostenían que cabalgaban sobre una bestia por la noche, junto a la diosa Diana. Por lo tanto, la diosa pagana Diana del capitular franco, recogido por Reginione no es más que una interpretación romana de Epona.
Las dos diosas, la Era de Roussas y la Epona, son divinidades mortuorias, frecuentemente representadas con una cornucopia, símbolo de la abundancia (Ver abajo la "venus" de Laussell). Epona recibió otros nombres como Abundia, Satia o Richella. Pero Epona, protectora de los caballos y los establos, es sólo una entre las divinidades que alimentaron las creencias que confluirían en la descripción estereotipada de la cabalgata de Diana. De hecho, en Epona se encerraban otras figuras de la religión celta ya en vías de disolución.
B) Las matronas y las hadas
En el siglo XIII estas figuras reaparecen en un pasaje de Guglielmo dAlvernia: se trata de espíritus que aparecen en forma de muchachas o de matronas vestidas de blanco, ya sea en los bosques, ya sea en los establos donde dejan gotear velas de cera en las crines de los caballos que trenzan cuidadosamente. Estas matronas son un eco tardío de las Matraes del bajo Rin, de Francia, Inglaterra y la Italia septentrional, divinidades celtas a las que las mujeres rinden un culto extático, como símbolos de prosperidad y fertilidad. A estas divinidades (el compendio de Epona) se refiere la expresión mondranicht (noche de las madres) que según Beda el Venerable se utilizaba en la Britania pagana para la noche de Navidad. En el mundo celta las noches comprendidas entre el 24 de diciembre y el 6 de enero son igual que los zwölften, los doce días durante los cuales, según creían los germanos, vagaban los difuntos. Las Matres, como Epona, además de protectoras de las parturientas, están relacionadas con el mundo de los difuntos.
Hacia el año 1000 Burcardo de Works identificó con las Parcas paganas a las tres divinidades (las Matrae) a las que la gente dejaba, en determinadas noches, alimento con tres cuchillos. Durante mucho tiempo matronas, hadas y demás divinidades benéficas y mortuorias habitaron invisiblemente la Europa celtizada.
En Sicilia a partir de la segunda mitad del siglo XVI se procesaron a mujeres que afirmaban encontrarse periódicamente con las mujeres de fuera, con las que pasaban la noche volando, asistiendo a banquetes en castillos lejanos o en los prados. Los actos los presidía una divinidad femenina llamada la Matrona, la Maestra, la Señora Griega, la Sabia Sibila, la Reina de las Hadas, a veces acompañada de un rey. En 1640 una mujer de Palermo. Caterina Buní, que iba con las mujeres de fuera por la noche y que prometía llevar a las gentes con ella y que las quería hacer cabalgar sobre un castrado, como hacía ella, fue procesada y condenada por el Santo Oficio. Es más, todavía en el siglo XIX mujeres de fuera, mujeres del lugar, mujeres de las noches, mujeres de casa, bellas señoras y patronas de casa seguían manifestándose a hombres y mujeres, dispuestas a hacer una mala pasada a quienes no las tratasen con la debida referencia, o no tuviesen las casas bien guarnecidas. (La bumberota de Pego).
Carlo Ginzburg se pregunta si los vuelos, las hadas son de tradición celta, y si estas leyendas pudieron llegar a Sicilia como llegaron los relatos del rey Arturo, a finales del siglo XI, traídos por caballeros bretones, que expandieron en la isla la matière de Bretagne. Pero resulta difícil de explicar. Mejor lo podría explicar la existencia de una gran diosa mediterránea pregriega, que también habría inspirado figuras como Circe o Medea. Esta filiación cultural explicaría la presencia de nombres y topónimos similares (también del tipo morg-) en el ámbito mediterráneo y céltico.
Este sustrato céltico alimentó las novelas del ciclo artúrico: Arturo aparece como un auténtico rey de los difuntos. Se representa a lomos de una especie de macho cabrío; se le pone a la cabeza de los héroes como Erec, Perceval o Lancelot que viajan hacia castillos misteriosos, que un puente, un prado, un pantano o el mar separan del mundo de los hombres En ello se ha reconocido un viaje hacia el mundo de los difuntos. La hermana de Arturo, Morgain la Fée, la Fata Morgana, es la reencarnación tardía de dos diosas célticas: la irlandesa Morrigan (vinculada a Epona) y la galesa Modron (una Matronae). Carlo Ginzburg también afirma que gran parte de los nombres de personas y de lugares que se repiten en el ciclo artúrico deben vincularse a topónimos de la región del Lago Leman. Lo mismo que la reelaboración inquisitorial del antiguo mito céltico del viaje al mundo de los muertos se ha hecho a partir del material folclórico de la misma zona.
c) Las Madres y la diosa osuna
De Posidonio de Apanea (80 a.C.) cita Plutarco los hechos que contó sucedidos hacia 212 a.C. en Sicilia, donde había unas diosas llamadas Madres. También las cita Diodoro Sículo, dice que en Engyon (actual Troina) se había construido un gran templo para adorar a las diosas madres. Diodoro afirma que fueron los cretense, fundadores de Engyon, quienes habían traído el culto de las madres, entre ellas, Cibeles. Era adorada en la Sicilia oriental y en Creta bajo el nombre de Rea. Se ha supuesto que este culto de origen cretense, se instaló sobre otro preexistente, autóctono de Sicilia, vinculado con las ninfas descubiertas en el santuario tracio de Saladinovo, llamado el cementerio de las hadas. Las tríadas de ninfas llevan sombreros en forma de turbante, similares a los de las Matronae célticas, o a las mujeres de fuera que se le aparecieron a mediados del siglo XIX a la anciana de Modica: tres jovencitas vestidas de blanco y con una especie de turbante rojo en la cabeza, y la invitaron a bailar.
¿Porqué se parecen las diosas madres de Engyon y las Matronae célticas?
-Derivan de divinidades femeninas indoeuropeas imprecisas.
-Mera coincidencia
-Prueba de la presencia en el ámbito celta o sículo, de divinidades maternas, distintas de la Madre Tierra. Esta hipótesis es la de Carlo Ginzburg. Para él detrás de las Madres está el culto a una diosa nutricia de aspecto osuno, cuyo nombre desconocemos. Las diosas nutricias serían las encargadas de alimentar a Zeus, cuando el niño fue escondido para que no lo devorara Cronos. Una de las nutricias de Zeus se llamaba Adrastea, y era una divinidad tracio-frigia, adorada en Atenas junto con la diosa tracia Bendis, a la que Herodoto identificó con Artemio. Los griegos llamaban a las divinidades femeninas extranjeras Artemio. Artemio es la señora de los animales, lo que recuerda a las diosas del Mediterráneo y Asia Menor que aparecen flanqueadas por animales, en parejas. Artemio también es adorada como nutricia de niños y protectora de las muchachas jóvenes. A ella se dirigían también las mujeres embarazadas: en el santuario de Artemio Kalliste se han encontrado exvotos que representan pechos y vulvas.
La solicitud de la osa hacía su cría era proverbial entre los primitivos. También el aspecto humanoide de la osa la hacía apta para simbolizar. El bipedismo en los animales provoca en el hombre reacciones encontradas. Un animal que camine como un hombre puede ser el símbolo de algo relacionado con el más allá.
En el siglo II o III a.C. Licinia Sabinilla dedicó un grupo escultórico de bronce a la diosa Artio, que es una diosa céltica, cuyo nombre se refiere al oso (en galo artos, en irlandés antiguo art). El grupo en un principio estaba constituido sólo por la osa Artio agazapada frente al árbol. La diosa de forma humana es un añadido posterior, un calco de las Matronae o Matres celtas. Así encontramos el desdoblamiento de Artio, representada en forma animal y humana. Encontramos el nexo diosa osuna- diosa nutricia. Ginzburg reflexiona acerca de si el nombre Arturo, a través de Artoviros deriva de Artio.
Sólo una mediación diurna, verbal, pudo perpetuar durante tanto tiempo una religión carente de estructuras institucionales y de lugares de culto. La complejidad de este proceso de transmisión es grande.
La proximidad a los animales que caracteriza a estas figuras se convierte, en el caso de Richella o de las mujeres de fuera en una naturaleza semianimal, revelada por las patas hirsutas, los cascos equinos, las patas de gato. Se le atribuye un poder letal a la mirada de la divinidad, como a la Gorgona y Artemio, pues ambas derivan de la señora de los animales. De ahí que la señora del juego de la llanura padana tuviese la cabeza inclinada. El aspecto de la Señora del bon zogo era de una gran mujer fea que tenía una gran cabeza. Una mujer fea, negra, con un ropaje negro y un pañuelo negro estrechamente anudado en torno a la cabeza. Las dos ancianas del valle de Fassa habían dicho que Richella escondía la cara: no habían podido verla de perfil a causa de ciertas protuberancias de un ornamento semicircular aplicado a las orejas.
Entre la Dama dElx y las visiones extáticas de un grupo de mujeres de los valles del Tentino no existen conexiones históricas directas. Originariamente sería una figura entera, sentada como la Dama de Baza o en pié como la mujer del Cerro de los Santos. Datan de mediados del siglo V y principios del IV a.C. Su procedencia puede ser ibérica o jónica (de Rodas). A la Dama de Baza se la relaciona con estatuillas sicilianas que representan a una diosa sentada, a veces con un niño en el regazo. La Dama deElx tiene una cavidad en la parte posterior, probablemente empleada para guardar cenizas, lo que indica una finalidad funeraria. Su identidad puede responder a una diosa, sacerdotisa u oferente. Su ornamento, dos enormes ruedas, aparece en las figuras del santuario del Castellar; un objeto similar de plata ha sido encontrado en Extremadura. Las ruedas de mayores o menores dimensiones servían para contener trenzas naturales o artificiales. Peinados así se ven en la estatuaria griega, desde Sicilia hasta Beocia. ¿Cuál es el nexo histórico que explica la coincidencia del tocado de la Dama dElx y la diosa nocturna del valle de Fiemme?
Carlo Ginzburg lo explica por la existencia de una auténtica continuidad extática. Hombres y, sobre todo, mujeres revivían, en sus reliquias nocturnas, mitos unidos a ellos desde espacios y tiempos remotísimos.
d) La divinidad del bosque. La resurrección de animales
Sobre lo que dijo Pierina a finales del siglo XIV de que Oriente devolvía la vida a los bueyes, tenemos una versión celta cristianizada que narra el mismo milagro hecho por San Germán de Auxerre en Britania, durante la conversión de los celtas (Según la Historia Brittonum de Nennio circa 826-, recogida por la Leyenda áurea de Jacopo de Varazzo a finales del siglo XIII). Snorri Sturlusson en Edda (primera mitad del siglo XIII) nos trae una versión germana precristiana, cuando atribuye al dios germánico Thor la facultad de resucitar cabras, golpeándolas con su martillo. En los Alpes es una diosa nocturna, a veces llamada Pharaildis, la santa patrona de Gante, quien resucita ocas recogiendo sus huesos, o presidía procesiones de difuntos.
Estas versiones proceden de una tradición más antigua. Los mitos y ritos basados en la recogida de los huesos de los animales muertos para hacerlos revivir. En el Cáucaso, entre los abjasos, es una divinidad masculina de la caza y del bosque quien devuelve la vida a los animales muertos, entre ellos bueyes. En África continental también están documentadas estas creencias. Los ainu, cazadores entre Laponia y las islas septentrionales del archipiélago japonés, reúnen los huesos de los animales grandes, como osos, alces y ciervos, en montones. En ocasiones las pieles son rellenadas de paja o virutas. A mediados del siglo XVIII los chamanes lapones contaron a los misioneros daneses que recogían y ordenaban con cuidado los huesos, para que el dios Horogalles, armado de un martillo, los devolviera a la vida, pero más gruesos que en el pasado. Los jucaghiri de Siberia recogen los huesos y los depositan en una plataforma. Cogen el cráneo y lo rellenan de virutas, diciendo ahora te introducimos el cerebro; en lugar de lengua ponen un trozo de madera.
Parece inevitable reconocer en Horogalles, Thor, San German de Auxerre y Oriente otras tantas variantes de un mito que hunde sus raíces en un remoto pasado euroasiático: una divinidad, a veces masculina, pero con mayor frecuencia femenina, generadora y resucitadora de animales. En una cultura de cazadores ha nacido la creencia en la resurrección de los animales.
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Recapitulemos: la Diana recordada por canonistas e inquisidores; las diosas paganas Habonde, Oriente o Richella; las matronas y las hadas; las diosas madres y la diosa osuna; la señora de los animales o la divinidad euroasiática de la caza y del bosque ¿Se puede probar la existencia de un nexo histórico entre estas figuras?.
Existe un nexo etimológico entre el nombre Ártemis (del dórico Artamis) y artamos, que significa carnicero, o más exactamente el que rompe las articulaciones. En el ámbito euroasiático existía una prohibición de romper los huesos de la víctima sacrificial. La misma prohibición estaba asociada al culto de Despoina (la Señora) en la arcadia: el ritual de los sacrificios en su honor la víctima no era degollada, sino que le cortaban los miembros sin romperle las articulaciones. La presencia de elementos que remiten a los mitos y ritos de los cazadores siberianos está presente en los mitos de la diosa nocturna.
También el éxtasis de las seguidoras de la diosa nocturna nos remiten a los de los chamanes de Siberia o Laponia. Encontramos el vuelo del alma hacia el mundo de los muertos, en forma de animal, a lomos de animales o de otros vehículos mágicos. El gandus, el bastón de los chamanes lapones, se ha relacionado, por una parte, con el bastón en forma de caballo usado por los chamanes buriatos y, por otra, con el mango de la escoba sobre el cual afirmaban los brujas dirigirse al aquelarre. El núcleo folclórico del aquelarre vuelo mágico y metamorfosis. Parece proceder de un remoto sustrato euroasiático.
Esta conexión ya había sido entrevista por uno de los más feroces seguidores de brujas: Pierre de Lancre. Al reflexionar sobre los procesos por él mismo celebrados en Labourd (Pais Vasco-francés), vinculó a las seguidoras de Diana mencionadas en el Canon Episcopi con los licántropos y con los magos de Laponia (los chamanes) descritos por Olaf el Magno (Olaus Magnus). De Lancre buscaba una característica común: la capacidad de caer en un éxtasis diabólico, interpretado erróneamente por algunos como una separación del alma y el cuerpo. Para De Lancre el éxtasis era el elemento que unificaba los diversos cultos idolatras inspirados por el Diablo. La reflexión de De Lancre pasó totalmente desapercibido.
Los hechiceros lapones son asociados a licántropos por C. Pencer en un capítulo dedicado al éxtasis de Comentarius de praecipuis generibus divinationum, Frankfurt 1607. De Lancre estaba convencido de que los licántropos eran capaces de abandonar su aspecto humano para asumir forma de animal sin embargo, admitían la posibilidad de que la metamorfosis y los vuelos sólo tuvieran lugar en sueños. Para Della Porta Magiae naturales sine de miraculis rerum naturalium libri III, Nápoles 1558,el éxtasis era un fenómeno natural provocado por los ingredientes de los ungüentos brujescos.
En el siglo XVII se pretendió estudiar la Brujería con un método científico y las creencias diabólicas fueron consideradas como una curiosidad de anticuario, como se ve en el libro publicado en 1668 por J. Praetorius La cuestión del Blockes-Berg . En este libro se inspiró Goethe para la escena de Fausto. En 1688 el pastor luterano P.C. Hilscher discutía en las aulas de la universidad de Leipzig las creencias de brujería, que junto a las procesiones de las ánimas, aseguraba que eran entidades ficticias imaginadas por los escolásticos. Finalmente, Jakob Grimm trazó en su Deutsche Mythologie (1835) el inventario de una tradición mítica. Los temas del viaje al más allá, el éxtasis fueron considerados como meras fábulas fantásticas, relatos folclóricos. Sin embargo, Grimm vio como el elemento unificador de estas fantasías al éxtasis producido por la catalepsia. Los investigadores, en general, observaron que en los textos literarios de origen germánico habían temas de origen chamánico. El dios germánico Odín, cuyo nombre procede de un vocablo, ódr, que viene a significar furia, éxtasis, sabiduría mágica e inspirada, presenta evidentes rasgos chamánicos de carácter muy intensos. Entre sus poderes se halla el cambiar de forma y viajar por todos los mundos. En el mito odínico, se mezclan la guerra, la caza y el poder chamánico, sobre todo en la figura de la "Cacería salvaje", una tremenda y estruendosa partida de caza contra las fuerzas del mal encabezada por Odín, montado sobre Sleipnir, su caballo de ocho patas, y seguido por las doncellas guerreras, las valkyrjur; los muertos caídos en combate, los einherjar; y una multitud de lobos y seres sobrenaturales.
http://es.wikipedia.org/wiki/Carlo_Ginzburg
http://es.wikipedia.org/wiki/Microhistoria
En Historia Nocturna el autor se propone por una parte, reconstruir los mecanismos ideológicos que facilitaron la persecución de la brujería en Europa y por otra, las creencias de estos hombres y mujeres desde una nueva mirada privilegiando el vasto zócalo de tiempo y espacio en el que surgieron sus elementos sin olvidar los detalles contemplados de cerca.
http://www.accessmylibrary.com/coms2/summa...286-1939897_ITM
Fuente; http://club.telepolis.com/meugenia1/reli...tatica.htm
La oscura religión extática
Extracto del libro de Carlo Ginzburg "Historia nocturna" Ediciones Península. Barcelona 2003
Hace más de mil años había una religión extática , principalmente femenina, dominada por una diosa nocturna con muchos nombres. Su origen se perdía en el Paleolítico Superior, y lo habían difundido en Europa los celtas, que a su vez habían sido influidos por las creencias escitas derivadas de los chamanes euroasiáticos..
¿Hay datos que documenten esta teoría?
Los encargados de la Iglesia sabían que, desde muy antiguo, había zonas enteras en las que se practicaba la brujería, las adivinaciones, las invocaciones diabólicas, los conjuros mágicos, supersticiones y artes malvadas y prohibidas. Con ello hacían referencia a la presencia de una antigua religión practicada en su mayoría por mujeres, aunque había una variante practicada por hombres, la de las batallas por la fertilidad. Esta religión antigua de origen extático tendría sus orígenes en el chamanismo euroasiático. Sus ecos en Europa , a comienzos de la época moderna, eran las prácticas extáticas de mujeres que
a) creían y decían,
B) que van por la noche,
c) detrás de la diosa Diana,
d) en la grupa de animales,
e) recorriendo grandes distancias,
f) obedeciendo las órdenes de la diosa como si fuera dueña y señora
En las páginas que siguen intentaremos rastrear los últimos vestigios del culto extático y la extensión de la antigua religión por Europa. Hemos visto como se fabrica un complot contra las personas más débiles de la sociedad, personas a las que utilizar como chivo expiatorio durante las épocas de calamidades y problemas económicos y sociales. La clase dirigente se inventa un enemigo al que machacar y así poder continuar detentando el poder. Hemos visto como en 1321 se fabrica el primer complot contra los leprosos y judíos de la Francia sudoccidental y noroccidental. El complot se repite contra los judíos en 1348, seguramente porque ya se habían cargado a casi todos los leprosos, en el Delfinado, Saboya y alrededores del Lago Leman (Canton de Vaud). Aquí mismo, a orillas del lago Leman, surgen en 1375 las primeras cacerías de brujos y brujas. No es casualidad que en 1409, la bula papal mencionase esta zona como un lugar donde proliferan las nuevas sectas y ritos prohibidos. También hemos visto como en la elaboración del complot se pasa de acusar a los leprosos a perseguir a los judíos. En cambio, no queda claro uno de los eslabones intermedios de la cadena, el que explica la fusión o asimilación de judíos con las brujas.
Fenómenos religiosos de origen celta, en vías de disolución
El llamado Canon Episcopi (en su origen un capitular franco) es el punto de llegada de una serie de documentos que nos narran fenómenos religiosos celtas, como los que aquí vamos a relacionar.
a) Divinidades celtas mortuorias: la cabalgata nocturna.
En el siglo V en Turín había campesinos embriagados llamados dianaticus (adivinos), sinónimo de lunáticus, es decir, unos personajes exaltados, presos de un frenesí religioso, dispuestos a mutilarse en honor de sus dioses. Uno de estos dioses celtas se encontró dibujado en una tejuela cuadrangular de Roussas (Delfinado) del siglo V d.C. Se ve a un personaje en la grupa de un animal de largos cuernos, acompañada con la inscripción Fera com era (con la cruel Era). Inscripciones parecidas se han encontrado en Istria, Suiza y Galia cisalpina. Detrás de esta diosa céltica aflora la diosa griega Hera. A principios del siglo XV los campesinos del Palatinado creían en una divinidad llamada Hera, portadora de la abundancia, que vagaba volando durante los doce días que hay entre la Navidad y la Epifanía, el periodo consagrado al retorno de los difuntos. La cáscara griega de la diosa recibía un relleno céltico. La imagen de la cabalgata nocturna es ajena a las mitologías griega y romana.
Los testimonios más antiguos sobre la cabalgata de Diana son los procedentes de Prüm, de Works y de Tréveris, es decir, de la zona en que se han encontrado gran cantidad de representaciones de la diosa celta Epona a caballo. El año 906 Reginone Di Prüm da instrucciones (derivadas de un capitular franco anterior) a los religiosos de la zona para que eviten una serie de creencias y prácticas supersticiosas, pues había mujeres que sostenían que cabalgaban sobre una bestia por la noche, junto a la diosa Diana. Por lo tanto, la diosa pagana Diana del capitular franco, recogido por Reginione no es más que una interpretación romana de Epona.
Las dos diosas, la Era de Roussas y la Epona, son divinidades mortuorias, frecuentemente representadas con una cornucopia, símbolo de la abundancia (Ver abajo la "venus" de Laussell). Epona recibió otros nombres como Abundia, Satia o Richella. Pero Epona, protectora de los caballos y los establos, es sólo una entre las divinidades que alimentaron las creencias que confluirían en la descripción estereotipada de la cabalgata de Diana. De hecho, en Epona se encerraban otras figuras de la religión celta ya en vías de disolución.
B) Las matronas y las hadas
En el siglo XIII estas figuras reaparecen en un pasaje de Guglielmo dAlvernia: se trata de espíritus que aparecen en forma de muchachas o de matronas vestidas de blanco, ya sea en los bosques, ya sea en los establos donde dejan gotear velas de cera en las crines de los caballos que trenzan cuidadosamente. Estas matronas son un eco tardío de las Matraes del bajo Rin, de Francia, Inglaterra y la Italia septentrional, divinidades celtas a las que las mujeres rinden un culto extático, como símbolos de prosperidad y fertilidad. A estas divinidades (el compendio de Epona) se refiere la expresión mondranicht (noche de las madres) que según Beda el Venerable se utilizaba en la Britania pagana para la noche de Navidad. En el mundo celta las noches comprendidas entre el 24 de diciembre y el 6 de enero son igual que los zwölften, los doce días durante los cuales, según creían los germanos, vagaban los difuntos. Las Matres, como Epona, además de protectoras de las parturientas, están relacionadas con el mundo de los difuntos.
Hacia el año 1000 Burcardo de Works identificó con las Parcas paganas a las tres divinidades (las Matrae) a las que la gente dejaba, en determinadas noches, alimento con tres cuchillos. Durante mucho tiempo matronas, hadas y demás divinidades benéficas y mortuorias habitaron invisiblemente la Europa celtizada.
En Sicilia a partir de la segunda mitad del siglo XVI se procesaron a mujeres que afirmaban encontrarse periódicamente con las mujeres de fuera, con las que pasaban la noche volando, asistiendo a banquetes en castillos lejanos o en los prados. Los actos los presidía una divinidad femenina llamada la Matrona, la Maestra, la Señora Griega, la Sabia Sibila, la Reina de las Hadas, a veces acompañada de un rey. En 1640 una mujer de Palermo. Caterina Buní, que iba con las mujeres de fuera por la noche y que prometía llevar a las gentes con ella y que las quería hacer cabalgar sobre un castrado, como hacía ella, fue procesada y condenada por el Santo Oficio. Es más, todavía en el siglo XIX mujeres de fuera, mujeres del lugar, mujeres de las noches, mujeres de casa, bellas señoras y patronas de casa seguían manifestándose a hombres y mujeres, dispuestas a hacer una mala pasada a quienes no las tratasen con la debida referencia, o no tuviesen las casas bien guarnecidas. (La bumberota de Pego).
Carlo Ginzburg se pregunta si los vuelos, las hadas son de tradición celta, y si estas leyendas pudieron llegar a Sicilia como llegaron los relatos del rey Arturo, a finales del siglo XI, traídos por caballeros bretones, que expandieron en la isla la matière de Bretagne. Pero resulta difícil de explicar. Mejor lo podría explicar la existencia de una gran diosa mediterránea pregriega, que también habría inspirado figuras como Circe o Medea. Esta filiación cultural explicaría la presencia de nombres y topónimos similares (también del tipo morg-) en el ámbito mediterráneo y céltico.
Este sustrato céltico alimentó las novelas del ciclo artúrico: Arturo aparece como un auténtico rey de los difuntos. Se representa a lomos de una especie de macho cabrío; se le pone a la cabeza de los héroes como Erec, Perceval o Lancelot que viajan hacia castillos misteriosos, que un puente, un prado, un pantano o el mar separan del mundo de los hombres En ello se ha reconocido un viaje hacia el mundo de los difuntos. La hermana de Arturo, Morgain la Fée, la Fata Morgana, es la reencarnación tardía de dos diosas célticas: la irlandesa Morrigan (vinculada a Epona) y la galesa Modron (una Matronae). Carlo Ginzburg también afirma que gran parte de los nombres de personas y de lugares que se repiten en el ciclo artúrico deben vincularse a topónimos de la región del Lago Leman. Lo mismo que la reelaboración inquisitorial del antiguo mito céltico del viaje al mundo de los muertos se ha hecho a partir del material folclórico de la misma zona.
c) Las Madres y la diosa osuna
De Posidonio de Apanea (80 a.C.) cita Plutarco los hechos que contó sucedidos hacia 212 a.C. en Sicilia, donde había unas diosas llamadas Madres. También las cita Diodoro Sículo, dice que en Engyon (actual Troina) se había construido un gran templo para adorar a las diosas madres. Diodoro afirma que fueron los cretense, fundadores de Engyon, quienes habían traído el culto de las madres, entre ellas, Cibeles. Era adorada en la Sicilia oriental y en Creta bajo el nombre de Rea. Se ha supuesto que este culto de origen cretense, se instaló sobre otro preexistente, autóctono de Sicilia, vinculado con las ninfas descubiertas en el santuario tracio de Saladinovo, llamado el cementerio de las hadas. Las tríadas de ninfas llevan sombreros en forma de turbante, similares a los de las Matronae célticas, o a las mujeres de fuera que se le aparecieron a mediados del siglo XIX a la anciana de Modica: tres jovencitas vestidas de blanco y con una especie de turbante rojo en la cabeza, y la invitaron a bailar.
¿Porqué se parecen las diosas madres de Engyon y las Matronae célticas?
-Derivan de divinidades femeninas indoeuropeas imprecisas.
-Mera coincidencia
-Prueba de la presencia en el ámbito celta o sículo, de divinidades maternas, distintas de la Madre Tierra. Esta hipótesis es la de Carlo Ginzburg. Para él detrás de las Madres está el culto a una diosa nutricia de aspecto osuno, cuyo nombre desconocemos. Las diosas nutricias serían las encargadas de alimentar a Zeus, cuando el niño fue escondido para que no lo devorara Cronos. Una de las nutricias de Zeus se llamaba Adrastea, y era una divinidad tracio-frigia, adorada en Atenas junto con la diosa tracia Bendis, a la que Herodoto identificó con Artemio. Los griegos llamaban a las divinidades femeninas extranjeras Artemio. Artemio es la señora de los animales, lo que recuerda a las diosas del Mediterráneo y Asia Menor que aparecen flanqueadas por animales, en parejas. Artemio también es adorada como nutricia de niños y protectora de las muchachas jóvenes. A ella se dirigían también las mujeres embarazadas: en el santuario de Artemio Kalliste se han encontrado exvotos que representan pechos y vulvas.
La solicitud de la osa hacía su cría era proverbial entre los primitivos. También el aspecto humanoide de la osa la hacía apta para simbolizar. El bipedismo en los animales provoca en el hombre reacciones encontradas. Un animal que camine como un hombre puede ser el símbolo de algo relacionado con el más allá.
En el siglo II o III a.C. Licinia Sabinilla dedicó un grupo escultórico de bronce a la diosa Artio, que es una diosa céltica, cuyo nombre se refiere al oso (en galo artos, en irlandés antiguo art). El grupo en un principio estaba constituido sólo por la osa Artio agazapada frente al árbol. La diosa de forma humana es un añadido posterior, un calco de las Matronae o Matres celtas. Así encontramos el desdoblamiento de Artio, representada en forma animal y humana. Encontramos el nexo diosa osuna- diosa nutricia. Ginzburg reflexiona acerca de si el nombre Arturo, a través de Artoviros deriva de Artio.
Sólo una mediación diurna, verbal, pudo perpetuar durante tanto tiempo una religión carente de estructuras institucionales y de lugares de culto. La complejidad de este proceso de transmisión es grande.
La proximidad a los animales que caracteriza a estas figuras se convierte, en el caso de Richella o de las mujeres de fuera en una naturaleza semianimal, revelada por las patas hirsutas, los cascos equinos, las patas de gato. Se le atribuye un poder letal a la mirada de la divinidad, como a la Gorgona y Artemio, pues ambas derivan de la señora de los animales. De ahí que la señora del juego de la llanura padana tuviese la cabeza inclinada. El aspecto de la Señora del bon zogo era de una gran mujer fea que tenía una gran cabeza. Una mujer fea, negra, con un ropaje negro y un pañuelo negro estrechamente anudado en torno a la cabeza. Las dos ancianas del valle de Fassa habían dicho que Richella escondía la cara: no habían podido verla de perfil a causa de ciertas protuberancias de un ornamento semicircular aplicado a las orejas.
Entre la Dama dElx y las visiones extáticas de un grupo de mujeres de los valles del Tentino no existen conexiones históricas directas. Originariamente sería una figura entera, sentada como la Dama de Baza o en pié como la mujer del Cerro de los Santos. Datan de mediados del siglo V y principios del IV a.C. Su procedencia puede ser ibérica o jónica (de Rodas). A la Dama de Baza se la relaciona con estatuillas sicilianas que representan a una diosa sentada, a veces con un niño en el regazo. La Dama deElx tiene una cavidad en la parte posterior, probablemente empleada para guardar cenizas, lo que indica una finalidad funeraria. Su identidad puede responder a una diosa, sacerdotisa u oferente. Su ornamento, dos enormes ruedas, aparece en las figuras del santuario del Castellar; un objeto similar de plata ha sido encontrado en Extremadura. Las ruedas de mayores o menores dimensiones servían para contener trenzas naturales o artificiales. Peinados así se ven en la estatuaria griega, desde Sicilia hasta Beocia. ¿Cuál es el nexo histórico que explica la coincidencia del tocado de la Dama dElx y la diosa nocturna del valle de Fiemme?
Carlo Ginzburg lo explica por la existencia de una auténtica continuidad extática. Hombres y, sobre todo, mujeres revivían, en sus reliquias nocturnas, mitos unidos a ellos desde espacios y tiempos remotísimos.
d) La divinidad del bosque. La resurrección de animales
Sobre lo que dijo Pierina a finales del siglo XIV de que Oriente devolvía la vida a los bueyes, tenemos una versión celta cristianizada que narra el mismo milagro hecho por San Germán de Auxerre en Britania, durante la conversión de los celtas (Según la Historia Brittonum de Nennio circa 826-, recogida por la Leyenda áurea de Jacopo de Varazzo a finales del siglo XIII). Snorri Sturlusson en Edda (primera mitad del siglo XIII) nos trae una versión germana precristiana, cuando atribuye al dios germánico Thor la facultad de resucitar cabras, golpeándolas con su martillo. En los Alpes es una diosa nocturna, a veces llamada Pharaildis, la santa patrona de Gante, quien resucita ocas recogiendo sus huesos, o presidía procesiones de difuntos.
Estas versiones proceden de una tradición más antigua. Los mitos y ritos basados en la recogida de los huesos de los animales muertos para hacerlos revivir. En el Cáucaso, entre los abjasos, es una divinidad masculina de la caza y del bosque quien devuelve la vida a los animales muertos, entre ellos bueyes. En África continental también están documentadas estas creencias. Los ainu, cazadores entre Laponia y las islas septentrionales del archipiélago japonés, reúnen los huesos de los animales grandes, como osos, alces y ciervos, en montones. En ocasiones las pieles son rellenadas de paja o virutas. A mediados del siglo XVIII los chamanes lapones contaron a los misioneros daneses que recogían y ordenaban con cuidado los huesos, para que el dios Horogalles, armado de un martillo, los devolviera a la vida, pero más gruesos que en el pasado. Los jucaghiri de Siberia recogen los huesos y los depositan en una plataforma. Cogen el cráneo y lo rellenan de virutas, diciendo ahora te introducimos el cerebro; en lugar de lengua ponen un trozo de madera.
Parece inevitable reconocer en Horogalles, Thor, San German de Auxerre y Oriente otras tantas variantes de un mito que hunde sus raíces en un remoto pasado euroasiático: una divinidad, a veces masculina, pero con mayor frecuencia femenina, generadora y resucitadora de animales. En una cultura de cazadores ha nacido la creencia en la resurrección de los animales.
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Recapitulemos: la Diana recordada por canonistas e inquisidores; las diosas paganas Habonde, Oriente o Richella; las matronas y las hadas; las diosas madres y la diosa osuna; la señora de los animales o la divinidad euroasiática de la caza y del bosque ¿Se puede probar la existencia de un nexo histórico entre estas figuras?.
Existe un nexo etimológico entre el nombre Ártemis (del dórico Artamis) y artamos, que significa carnicero, o más exactamente el que rompe las articulaciones. En el ámbito euroasiático existía una prohibición de romper los huesos de la víctima sacrificial. La misma prohibición estaba asociada al culto de Despoina (la Señora) en la arcadia: el ritual de los sacrificios en su honor la víctima no era degollada, sino que le cortaban los miembros sin romperle las articulaciones. La presencia de elementos que remiten a los mitos y ritos de los cazadores siberianos está presente en los mitos de la diosa nocturna.
También el éxtasis de las seguidoras de la diosa nocturna nos remiten a los de los chamanes de Siberia o Laponia. Encontramos el vuelo del alma hacia el mundo de los muertos, en forma de animal, a lomos de animales o de otros vehículos mágicos. El gandus, el bastón de los chamanes lapones, se ha relacionado, por una parte, con el bastón en forma de caballo usado por los chamanes buriatos y, por otra, con el mango de la escoba sobre el cual afirmaban los brujas dirigirse al aquelarre. El núcleo folclórico del aquelarre vuelo mágico y metamorfosis. Parece proceder de un remoto sustrato euroasiático.
Esta conexión ya había sido entrevista por uno de los más feroces seguidores de brujas: Pierre de Lancre. Al reflexionar sobre los procesos por él mismo celebrados en Labourd (Pais Vasco-francés), vinculó a las seguidoras de Diana mencionadas en el Canon Episcopi con los licántropos y con los magos de Laponia (los chamanes) descritos por Olaf el Magno (Olaus Magnus). De Lancre buscaba una característica común: la capacidad de caer en un éxtasis diabólico, interpretado erróneamente por algunos como una separación del alma y el cuerpo. Para De Lancre el éxtasis era el elemento que unificaba los diversos cultos idolatras inspirados por el Diablo. La reflexión de De Lancre pasó totalmente desapercibido.
Los hechiceros lapones son asociados a licántropos por C. Pencer en un capítulo dedicado al éxtasis de Comentarius de praecipuis generibus divinationum, Frankfurt 1607. De Lancre estaba convencido de que los licántropos eran capaces de abandonar su aspecto humano para asumir forma de animal sin embargo, admitían la posibilidad de que la metamorfosis y los vuelos sólo tuvieran lugar en sueños. Para Della Porta Magiae naturales sine de miraculis rerum naturalium libri III, Nápoles 1558,el éxtasis era un fenómeno natural provocado por los ingredientes de los ungüentos brujescos.
En el siglo XVII se pretendió estudiar la Brujería con un método científico y las creencias diabólicas fueron consideradas como una curiosidad de anticuario, como se ve en el libro publicado en 1668 por J. Praetorius La cuestión del Blockes-Berg . En este libro se inspiró Goethe para la escena de Fausto. En 1688 el pastor luterano P.C. Hilscher discutía en las aulas de la universidad de Leipzig las creencias de brujería, que junto a las procesiones de las ánimas, aseguraba que eran entidades ficticias imaginadas por los escolásticos. Finalmente, Jakob Grimm trazó en su Deutsche Mythologie (1835) el inventario de una tradición mítica. Los temas del viaje al más allá, el éxtasis fueron considerados como meras fábulas fantásticas, relatos folclóricos. Sin embargo, Grimm vio como el elemento unificador de estas fantasías al éxtasis producido por la catalepsia. Los investigadores, en general, observaron que en los textos literarios de origen germánico habían temas de origen chamánico. El dios germánico Odín, cuyo nombre procede de un vocablo, ódr, que viene a significar furia, éxtasis, sabiduría mágica e inspirada, presenta evidentes rasgos chamánicos de carácter muy intensos. Entre sus poderes se halla el cambiar de forma y viajar por todos los mundos. En el mito odínico, se mezclan la guerra, la caza y el poder chamánico, sobre todo en la figura de la "Cacería salvaje", una tremenda y estruendosa partida de caza contra las fuerzas del mal encabezada por Odín, montado sobre Sleipnir, su caballo de ocho patas, y seguido por las doncellas guerreras, las valkyrjur; los muertos caídos en combate, los einherjar; y una multitud de lobos y seres sobrenaturales.
El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)

