02-05-2008, 06:26 AM
No erraron quienes vieron en el relevo en Gobernación -en que dejó el cargo el rústico represor Ramírez Acuña y lo asumió el negociante hispano Mouriño Terrazo- el designio anti nacional de Felipe Calderón de cambiar la posesión real de la empresa petrolera, segunda en el mundo por sus utilidades, naturalmente antes de impuestos fiscales, que lo son del 40 por ciento a favor del gobierno, o sea, su gran arca proveedora de recursos. Apenas llegó Mouriño a esa cartera, se puso en movimiento una más estruendosa campaña de hostigamiento en la opinión pública para hacer ver la inevitabilidad de ese cambio de posesión.
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La propuesta calderoniana-mouriñana consiste entregar la propiedad de la nación, los yacimientos petroleros, y ponerla en copropiedad con empresas extranjeras, para así repartirse las ganancias petroleras. Y si este Plan A no es posible, por la intensa repulsa nacional ya anunciada que provocaría un acto expropiatorio al revés -privatizador pues- está el Plan B: manipular las utilidades de Pemex a través de diversos mecanismos: adquisición de tecnología a las trasnacionales con asociación de ganancias bajo el supuesto de los riesgos; bursatilización de las utilidades de Pemex; etc.
fuente: www.argenpress.info/nota.asp?num=051668&Parte=0
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