01-11-2008, 10:48 PM
Atreyu se pierde y pierde el amuleto, y acaba en un lugar bastante tenebroso.
Nota interesante sobre el Auryn.
Nota interesante sobre el Auryn.
Por primera vez sintió claramente cuánto necesitaba el amuleto de la Emperatriz Infantil y qué desvalido estaba sin él. No era realmente por la protección que le había dado -todos los esfuerzos y privaciones, todos los miedos y soledades había tenido que soportarlos con sus propias fuerzas-, pero, mientras había llevado el Signo, nunca se había sentido inseguro sobre lo que tenía que hacer. Como una brújula misteriosa, el Signo había dirigido su voluntad y sus decisiones en la dirección adecuada. Ahora en cambio era distinto: ya no había ninguna fuerza secreta que lo guiara.
Sólo para no quedarse paralizado, se obligó a sí mismo a seguir a la comitiva de espectros, cuyo sordo tamborileo podía oírse aún en la lejanía.
Y entonces vio Atreyu lo que miraban en una especie de éxtasis horrible: al otro lado del campo estaba la Nada. (...)llenaba el paisaje entero, era gigantesca y se acercaba lenta, muy lentamente, pero sin pausa.
Atreyu vio que las figuras espectrales del campo que había ante él comenzaban a estremecerse, retorcían sus miembros, como acometidas por calambres, y tenían la boca
abierta, como si quisieran gritar o reír, aunque reinaba un silencio de muerte. Y entonces -como si fueran hojas secas arrastradas por un golpe de viento- todas se precipitaron al mismo tiempo hacia la Nada y cayeron, se desplomaron o saltaron dentro de ella.
Apenas había desaparecido el último de aquel tropel espectral, en silencio y sin dejar rastro, Atreyu vio con espanto que también su cuerpo comenzaba a moverse, con pequeñas sacudidas, hacia la Nada. Un deseo irresistible de precipitarse igualmente en ella quiso apoderarse de él. Atreyu puso en juego toda su fuerza de voluntad y resistió. Se forzó a permanecer inmóvil. Lenta, muy lentamente, consiguió volverse y abrirse camino hacia adelante, paso a paso, como si luchara contra una poderosa corriente invisible. La resaca se hizo más débil y Atreyu corrió, corrió tan deprisa como pudo sobre el irregular empedrado del camino. Se resbaló, cayó, se levantó otra vez y siguió corriendo, sin pensar a dónde lo llevaría aquel camino entre la niebla.
El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)

