09-27-2007, 04:03 AM
[color=#FFCC00]Nunca más el mundo sin los Pueblos Indígenas
Jesus González Pazos.- El pasado día 13 de septiembre se ha convertido en un día histórico para, aproximadamente, 350 millones de mujeres y hombres. En ese día, y tras más de 20 años de un proceso largo y extremadamente dificultoso, la Asamblea General de las Naciones Unidas, ha aprobado la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Al hilo de los procesos en los últimos años respecto a la llamada guerra contra el terrorismo que han traído una paulatina reducción del ejercicio de los derechos humanos, además de declaraciones de guerra unilaterales (Irak), este organismo internacional no atraviesa precisamente uno de sus momentos de mayor fortaleza. Sin embargo, la declaración recién aprobada, aunque no tiene un carácter vinculante para los estados, tiene toda su legitimidad en la fuerza moral que supone y en que proporciona principios y derechos a la labor de organizaciones, instituciones y sistemas de protección de los derechos humanos, yendo dirigida a esos propios estados. Por lo tanto, establece y reconoce una nueva relación entre los estados y los pueblos indígenas, basada en el respeto de los derechos individuales y colectivos, así como en la convivencia pacífica.
Como señalábamos al principio, el proceso ha sido arduo teniendo sus inicios en el año 1982. Desde entonces, los pueblos indígenas han tomado parte del mismo, en el sentimiento de que, si bien los derechos indígenas no son negociables por su carácter de inalienables, era importante establecer un marco internacional sobre esos derechos que deben de respetar y cumplir los estados. La forma de aprobación de esta declaración retrata, una vez más, las actitudes de algunos países con respecto a los derechos humanos. Podría haberse aprobado por consenso, pero éste no ha sido posible y al final han sido 143 votos a favor, 11 abstenciones y 4 votos en contra. Estos últimos, reflejando la postura de Nueva Zelanda, Australia, Canadá y los EE.UU. Los pueblos indígenas son sabedores de que el abrumador respaldo no supondrá automáticamente el respeto e implementación de los derechos reconocidos, pero son también conscientes del importante paso dado y de lo que supone la oposición frontal de los países que han votado abiertamente en contra de ese reconocimiento.
La Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas, en un análisis inmediato, destaca varias cuestiones. De una parte, el importante trabajo llevado adelante en estos largos años de presión y negociación política, lo que supone una admitida interlocución política, de los pueblos indígenas como sujetos activos en la defensa de sus derechos. Y todo ello en unas evidentes condiciones de desigualdad de medios, principalmente económicos y de comunicación, para un colectivo que representa a unos 5000 pueblos en el mundo, frente a las maquinarias negociadoras de los estados. Nunca más el mundo, sin los pueblos indígenas como protagonistas de su presente y su futuro.
Fuente: www.rebelion.org/noticia.php?id=56700
Jesus González Pazos.- El pasado día 13 de septiembre se ha convertido en un día histórico para, aproximadamente, 350 millones de mujeres y hombres. En ese día, y tras más de 20 años de un proceso largo y extremadamente dificultoso, la Asamblea General de las Naciones Unidas, ha aprobado la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Al hilo de los procesos en los últimos años respecto a la llamada guerra contra el terrorismo que han traído una paulatina reducción del ejercicio de los derechos humanos, además de declaraciones de guerra unilaterales (Irak), este organismo internacional no atraviesa precisamente uno de sus momentos de mayor fortaleza. Sin embargo, la declaración recién aprobada, aunque no tiene un carácter vinculante para los estados, tiene toda su legitimidad en la fuerza moral que supone y en que proporciona principios y derechos a la labor de organizaciones, instituciones y sistemas de protección de los derechos humanos, yendo dirigida a esos propios estados. Por lo tanto, establece y reconoce una nueva relación entre los estados y los pueblos indígenas, basada en el respeto de los derechos individuales y colectivos, así como en la convivencia pacífica.
Como señalábamos al principio, el proceso ha sido arduo teniendo sus inicios en el año 1982. Desde entonces, los pueblos indígenas han tomado parte del mismo, en el sentimiento de que, si bien los derechos indígenas no son negociables por su carácter de inalienables, era importante establecer un marco internacional sobre esos derechos que deben de respetar y cumplir los estados. La forma de aprobación de esta declaración retrata, una vez más, las actitudes de algunos países con respecto a los derechos humanos. Podría haberse aprobado por consenso, pero éste no ha sido posible y al final han sido 143 votos a favor, 11 abstenciones y 4 votos en contra. Estos últimos, reflejando la postura de Nueva Zelanda, Australia, Canadá y los EE.UU. Los pueblos indígenas son sabedores de que el abrumador respaldo no supondrá automáticamente el respeto e implementación de los derechos reconocidos, pero son también conscientes del importante paso dado y de lo que supone la oposición frontal de los países que han votado abiertamente en contra de ese reconocimiento.
La Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas, en un análisis inmediato, destaca varias cuestiones. De una parte, el importante trabajo llevado adelante en estos largos años de presión y negociación política, lo que supone una admitida interlocución política, de los pueblos indígenas como sujetos activos en la defensa de sus derechos. Y todo ello en unas evidentes condiciones de desigualdad de medios, principalmente económicos y de comunicación, para un colectivo que representa a unos 5000 pueblos en el mundo, frente a las maquinarias negociadoras de los estados. Nunca más el mundo, sin los pueblos indígenas como protagonistas de su presente y su futuro.
Fuente: www.rebelion.org/noticia.php?id=56700
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