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Otros cánidos
#3

Septiembre 8 de 2007

Perros salvajes en Bogotá cazan como lobos y viven en los humedales
de la ciudad

'Punti' es un perro de pelaje negro y orejas puntudas, que fue
bautizado por los biólogos del grupo Bioethos. Ellos le hacen
seguimiento a su jauría desde hace seis meses en el humedal de La
Conejera.

Dos perras salvajes, que habitan en el humedal de Córdoba, a cinco
cuadras de Bulevar Niza, descansan antes de empezar la caza.
Agazapado en la hierba, 'Punti', uno de esos animales, espera que un
roedor aparezca para empezar la cacería.

No pasa mucho hasta que una especie de cui sabanero asoma sus bigotes
e interrumpe uno de los largos bostezos de 'Punti'. El perro se
prepara para atacar, cierra el hocico y deja una pata en el aire,
lista, para darle impulso a su embestida.

Enrique Zerda, Biólogo de la Universidad Nacional, describe a estos
animales como perros que pierden el contacto con los humanos y
regresan a su condición natural, conformando jaurías similares a las
de los lobos, en los humedales de Bogotá.

"Escapan -dice el biólogo- a una vida donde no tienen que soportar el
maltrato de las personas, ni meter el hocico en la basura para
conseguir comida".

Los nueve perros que habitan en el humedal de La Conejera de Suba
junto a 'Punti', acostumbran cazar en grupo. Su menú son ratones,
ratas y cuis propios de la Sabana de Bogotá. Las aves están fuera de
su alcance.

Como en toda historia de vida salvaje, la jauría de la Conejera tiene
un líder. En este caso, una hembra llamada 'Blanca' que,
como 'Punti', fue bautizada por los investigadores de Bioethos, un
grupo de universitarios, que estudia el comportamiento de estos
animales.

Su interés, por ahora, es analizar las consecuencias de la existencia
de estos perros -llamados ferales- para los humedales de Bogotá.
Básicamente: establecer si estos animales son dañinos para el
ecosistema o si por el contrario ayudan a controlar la población de
roedores.

Un fenómeno mundial

Andrés García, líder de Bioethos cuenta que: "otra cosa sucede en
Chingaza, donde se sabe que los perros cazan venados. En realidad el
fenómeno es mundial y en muchos países los perros son perseguidos
porque matan al ganado y causan enormes pérdidas".

García ha estudiado perros ferales de otros humedales de la ciudad,
como el de Córdoba, donde, según cuenta, habitan dos jaurías. "Por el
momento -asegura- no se sabe cuántos perros salvajes hay en Bogotá,
pero todos los humedales son potenciales lugares para su
asentamiento" .

Mientras que sus compañeros aún se desperezan, 'Punti', que siempre
les toma ventaja, espera el momento justo para actuar. Y no despega
la mirada del roedor que vio salir de su guarida. En total, pasan 15
minutos antes de que el cui, que parece un blanco fácil, sea atacado.

Herido y derrotado

Sin embargo, y a pesar del sigilo y la paciencia invertida
por 'Punti', el roedor escapa sin mucho esfuerzo y se refugia en un
arbusto de espinas.

Desesperado, y en un último esfuerzo por alimentarse, el perro
intenta meter su hocico entre las intrincadas espinas hasta que se
lastima y aúlla, para luego darse por vencido.

'Punti' le da una última mirada a su presa y se aleja del lugar para
unirse a la jauría, que ya se prepara para cazar en grupo.

Aunque los cuis que habitan en los humedales son muy lentos, solo el
50 por ciento de los ataques de los perros salvajes son exitosos,
según cálculos de Bioethos.

"El alimento no es muy fácil de conseguir -explica García-. De hecho
entre los cachorros que nacen en los humedales hay una mortalidad del
65 por ciento, básicamente por el hambre y el frío".

La jauría de perros comienza su caza y luego de unas cuantas batidas
atrapan a dos grandes roedores. 'Blanca' es la primera en comer,
seguida por las hembras de la jauría.

Luego llega el turno de 'Punti', que disfruta la comida. Aunque no
tanto como cuando caza solo, pues cuentan los biólogos que tras
capturar y comerse una presa en solitario se pone tan contento, que
se dedica a jugar con los otros perros salvajes de su humedal durante
horas.

No atacan a los seres humanos

Según José Navarrete, director de Zoonosis en el Distrito, los perros
que habitan en estos humedales no son vacunados porque la entidad que
dirige solo hace operativos en el perímetro urbano de Bogotá. "Los
humedales deben ser aislados para que allí no ingresen los animales a
dañar la fauna", aseguró.

Sin embargo, los biólogos que investigan a los perros ferales piensan
que estos animales deberían vacunarse pues en ocasiones se relacionan
con los perros de la calle y les pasan enfermedades. Los biólogos
aclararon que los perros no atacan a las personas, siempre y cuando
no se sientan amenazados por ellas.

MAURICIO JARAMILLO Q.
REDACTOR DE EL TIEMPO
mauqui@eltiempo. com.co
http://www.eltiempo .com/bogota/ 2007-09-09/ ARTICULO- WEB-NOTA_ INTERIOR-
3714932.html

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
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