09-02-2007, 04:35 PM
Sobre los mitos:
pp.24-25
Parte del estímulo y hasta del goce que uno halla en el estudio de la cuestión radica en el nexo que guarda con todas las áreas del esfuerzo humano, en especial la posible interacción de los conocimientos obtenidos del estudio de la fisiología del cerebro con las percepciones derivadas de la introspección humana. Por suerte, existe un cuantioso legado de éstas últimas. En un pasado remoto, las más ricas, intrincadas y profundas de tales percepciones se denominaban mitos. Los mitos son hechos jamás acaecidos pero siempre presentes dijo Salustrio en el siglo IV. En los diálogos platónicos, y también el La República, observamos que cada vez que se aborda un punto de vital importancia, Sócrates echa mano de un mito (recuérdese la parábola de la cueva, por aducir el ejemplo más conocido). Y conste que no me refiero aquí al vocablo mito entendido en el sentido que normalmente se le otorga, como un hecho que aún siendo contrario a la realidad natural goza de amplia aceptación en el seno de una colectividad, sino que lo utilizo en su acepción primigenia de metáfora sutil referida a una cuestión que no puede explicarse de otro modo. En consonancia con lo dicho, el lector hallará, entremezclados con las disquisiciones objeto de estas páginas, alusiones esporádicas a mitos antiguos y modernos. Incluso el título de esta obra se debe a la sorprendente idoneidad de diversos mitos tradicionales y contemporáneos.
pp.24-25
Parte del estímulo y hasta del goce que uno halla en el estudio de la cuestión radica en el nexo que guarda con todas las áreas del esfuerzo humano, en especial la posible interacción de los conocimientos obtenidos del estudio de la fisiología del cerebro con las percepciones derivadas de la introspección humana. Por suerte, existe un cuantioso legado de éstas últimas. En un pasado remoto, las más ricas, intrincadas y profundas de tales percepciones se denominaban mitos. Los mitos son hechos jamás acaecidos pero siempre presentes dijo Salustrio en el siglo IV. En los diálogos platónicos, y también el La República, observamos que cada vez que se aborda un punto de vital importancia, Sócrates echa mano de un mito (recuérdese la parábola de la cueva, por aducir el ejemplo más conocido). Y conste que no me refiero aquí al vocablo mito entendido en el sentido que normalmente se le otorga, como un hecho que aún siendo contrario a la realidad natural goza de amplia aceptación en el seno de una colectividad, sino que lo utilizo en su acepción primigenia de metáfora sutil referida a una cuestión que no puede explicarse de otro modo. En consonancia con lo dicho, el lector hallará, entremezclados con las disquisiciones objeto de estas páginas, alusiones esporádicas a mitos antiguos y modernos. Incluso el título de esta obra se debe a la sorprendente idoneidad de diversos mitos tradicionales y contemporáneos.
El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)

