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Textos Budistas
#1

El Sonido que escuchó la Liebre
Jataka No. 322

Una mañana, mientras algunos bhikshus hacían sus rondas de limosnas en Savatthi, pasaron a algunos ascetas de diferentes sectas que practicaban austeridades. Algunos de ellos estaban desnudos y yaciendo sobre púas. Otros se sentaban bajo el Sol abrazador alrededor de un ardiente fuego. Más tarde, mientras los monjes estaban discutiendo acerca del ascetismo, preguntaron a Buddha: Señor. Hay alguna virtud en esas duras prácticas ascéticas?.

Buddha contestó: No, monjes. No hay ninguna virtud o mérito especial en ellas. Cuando ellos son examinados y probados, son como un camino sobre un estercolero o como el sonido que escuchó la liebre.

Los monjes dijeron confundidos: Señor. Nosotros no conocemos acerca de ese sonido. Por favor, díganos cómo era. A causa de su requerimiento, Buddha les contó esta historia del pasado distante.

Hace mucho, mucho tiempo, cuando Brahmadatta reinaba en Baranasi, el Bodhisattva nació como un león en un bosque cercano al Océano Occidental. En una parte de ese bosque había un bosquecillo de palmas mezclado con arboles belli (un tipo de membrillo bengalí).

En ese bosquecillo vivía una liebre, bajo un joven árbol de palma, al pie de un árbol belli. Un día, la liebre se tumbó bajo el joven árbol de palma y ociosamente pensó: Si esta tierra fuera destruida, ¿qué sería de mí?.

En ese mismo momento una fruta madura de árbol belli comenzó a caerse y pegó en una hoja de palma haciendo un "ruido" fuerte. Sobresaltada por ese sonido, la liebre brincó sobre sus pies y gritó: La tierra está derrumbándose!. Luego huyó inmediatamente, sin mirar hacia atrás.

Otra liebre, viéndola pasar correr como si corriera por su vida, le preguntó: ¿Qué sucede? y también empezó a correr. ¡No preguntes! dijo jadeado la primera. Esto asustó más aún a la segunda liebre y continuó corriendo a toda velocidad. ¿Qué está mal? gritó nuevamente.

Haciendo una pausa por un momento, la primera liebre gritó: La tierra está separándose!. A esto, las dos escaparon juntas. Su miedo era contagioso y otras liebres se les unieron hasta que todas las liebres de ese bosque estaban huyendo juntas. Cuando otros animales vieron la conmoción y preguntaron lo que estaba pasando, jadeando les dijeron: ¡La tierra está separándose!. Y ellos también empezaron a correr por sus vidas.

De esta manera, pronto se les unieron a las liebres, manadas de ciervos, jabalíes, alces, búfalos, bueyes salvajes y rinocerontes; una familia de tigres y algunos elefantes. Cuando el león vio esa precipitada estampida de animales y oyó la causa de su huída, pensó: Ciertamente la tierra no está acabándose.

Debe de haber habido algún sonido que interpretaron mal. Si yo no actúo rápidamente, se matarán. ¡Debo salvarlos!. Entonces, tan rápido como sólo él podia correr, se puso delante de ellos y rugió tres veces. Al sonido de su poderosa voz, todos los animales se detuvieron en su camino. Jadeando se agruparon unidos por el miedo.

El león se acercó y preguntó por qué estaban corriendo. La tierra está derrumbándose todos ellos contestaron. ¿Quién la vio derrumbarse? preguntó.

Los elefantes saben todo sobre eso contestaron algunos animales. Cuando preguntó a los elefantes, ellos dijeron: Nosotros no lo sabemos. Los tigres lo saben. Los tigres dijeron: Los rinocerontes saben. Los rinocerontes dijeron: Los bueyes salvajes saben. Los bueyes salvajes dijeron: Los bufalos saben. Los bufalos dijeron: El alce sabe. El alce dijo: Los jabalíes saben. Los jabalíes dijeron: Los ciervos saben. Los ciervos dijeron: Nosotros no sabemos. Las liebres lo saben. Cuando preguntó a las liebres, ellas apuntaron a una liebre en particular y dijeron: Ésta nos lo dijo.

El león le preguntó: Es verdad que la tierra está quebrándose?.

Sí, señor. Yo lo vi -dijo la liebre.

¿Dónde estaba usted cuándo lo vio?

En el bosque; en un bosquecillo de palmas mezcladas con árboles belli. Estaba descansando allí bajo una palma, al pie de un árbol belli, pensando: Si esta tierra fuera destruida, qué sería de mí?'. En ese mismo momento yo oí el sonido de la tierra que se separa y huí.

De esta explicación, el león comprendió exactamente lo que realmente había sucedido, pero quiso verificar sus conclusiones y demostrar la verdad a los otros animales. Suavemente calmó a los animales y dijo: Llevaré a la liebre e iré a averiguar si la tierra está acabándose o no, donde ella dice. Hasta que nosotros volvamos, quédense aquí.

Puso a la liebre sobre su lomo leonado y corrió a gran velocidad a ese bosquecillo. Entonces soltó a la liebre y le dijo: Vamos, muéstrame el lugar que me has dicho.

"Yo no me atrevo; mi señor dijo la liebre. No tengas miedo dijo el león. La liebre se estremeció de miedo y no se arriesgó a acercarse al árbol belli. Sólo podía señalar y decir: Señor. Allí es el lugar del terrible sonido. El león fue al lugar que indicó la liebre. Él distinguió el césped donde la liebre había estado yaciendo y vio la fruta belli madura que había caído en la hoja de la palma. Habiendo determinado cuidadosamente que la tierra no estaba separándose, puso a la liebre de nuevo en su lomo y volvió adonde lo esperaban los animales. Entonces les contó lo que había encontrado y dijo: No tengan miedo.

Tranquilizados, todos los animales volvieron a sus lugares usuales y reasumieron sus rutinas. Esos animales se habían puesto en gran peligro porque escucharon los rumores y los miedos infundados en lugar de intentar averiguar por sí mismos la verdad . Realmente, si no hubiera sido por el león, esas bestias se habrían precipitado en el mar y habrían perecido. Sólo escaparon de la muerte gracias a la sabiduría y compasión del Bodhisattva. En la conclusión de la historia, el Buddha identificó el nacimiento: En ese momento, yo era el león.

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Existen un comer sensual y un comer sabio. Cuando el cuerpo sufre las punzadas del hambre y por ello le proporcionáis comida, sin avidez, a eso se le llama comer sabio. Por otra parte, si glotonamente os deleitáis en la pureza y el sabor del alimento, estáis permitiendo las distinciones que nacen del pensamiento erróneo. Cuando se trata simplemente de gratificar el sentido del gusto sin darse cuenta de cuándo se ha tomado suficiente, ese es el comer sensual.

Con amor,
* Benito Carral
* Fundador y director de Baolin.org:
www.baolin.org

no todos los budistas somos vegetarianos.
Para tomar un ejemplo conocido por todos, el actual Dalai Lama no es vegetariano, trató de serlo durante un tiempo pero su salud se resintió, así que los médicos le recomendaron que tomara algo de carne. Yo tampoco soy vegetariano, ya que el alimento me es ofrecido,
y no puedo elegir siempre el menú. Incluso el mismo Buda, cuando le ofrecían carne, también la tomaba. En la actualidad hay escuelas budistas que recomiendan en ser vegetariano, como el chan o el theravada, y escuelas que no lo recomiendan, como el shin o algunas ramas tibetanas.

Lo más importante en este asunto, como en casi todos, es nuestra actitud y evitar la mayor cantidad de sufrimiento innecesario posible.
Por ejemplo, los pollos que se crían para el consumo humano suelen ser tratados de forma muy cruel, yo no puedo comer esta clase de carne sabiendo cómo se obtiene y el sufrimiento que implica. Por eso, cuando en mi casa se come pollo, siempre se trata de «pollo feliz», de pollos criados en la naturaleza con alimentación natural. Sí, es un poco más caro, pero es mucho más humano. Lo mismo que sucede con los pollos podemos aplicarlo al resto de nuestra alimentación.

Otro punto interesante es: ¿comemos lo que necesitamos o comemos más de la cuenta? Muchas personas en nuestra sociedad sufren problemas de sobrepeso, y en la mayor parte de los casos esto se debe a que comen más de lo necesario y a que no realizan ningún tipo de ejercicio físico. Deberíamos entender la comida como una medicina, como el
combustible que nos permite seguir vivos y recorrer el camino, no como una finalidad en sí misma, no como un objeto sensual cuya única función consiste en deleitar nuestros sentidos.

Deberíamos observar nuestro cuerpo con atención y determinar qué es lo que realmente necesita. Por ejemplo, yo me tomo un vaso de zumo y unos pocos cereales para desayunar; y no ceno más que un vaso de gazpacho. La comida del mediodía no la escojo, así que tomo lo que me den, pero nunca como más de lo que me parece necesario. Con esta
alimentación tengo la vitalidad necesaria para llevar a cabo todas mis actividades y disfrutar de la vida, si comiera más, estaría comiendo en exceso con todo lo que eso conlleva: sobre explotación de la tierra, despilfarro de recursos, problemas de salud, etc. En todo caso siempre deberíamos estar agradecidos por los alimentos que recibimos, ser conscientes de todo el esfuerzo y sufrimiento que nos permiten seguir viviendo. Si realmente somos conscientes de esto, no podemos sino sentirnos resposanbles de nuestra vida y actuar de modo que ayudemos a reparar nuestra deuda de gratitud hacia todo el cosmos.

Cada uno debemos determinar qué nos es necesario y actuar de forma consecuente según nuestras circunstancias. Recordad, sobre todo, que la idea es fomentar el bienestar de todos los seres y ayudar a evitar el sufrimiento innecesario.
Con amor,

* Benito Carral
* Fundador y director de Baolin.org:
www.baolin.org

SERMÓN DE JOSHU


No pongáis un Buda de bronce en el horno.

No pongáis un Buda de madera en el fuego.

No pongáis un Buda de arcilla en el agua.



El buda auténtico está dentro de vuestro espíritu. Lo que llamáis sabiduría o nirvana solo es una traba que ata vuestro cuerpo. Las considero como suciedades. No me preguntéis nada. Cuando ya no hay interrogación, ya no hay mancha.



Desde el punto de vista de Buda, nada os ata, y cuando dejáis pasar los pensamientos ningún error es posible.



Si practicáis zazen durante 20 ó 30 años, realizaréis el Dharma de Buda; si fracasáis, os autorizó a cortarme la cabeza y a mearos en mi cráneo.



Todo es como un sueño y correr tras fantasmas es una ocupación totalmente ridícula: En el momento en que dejéis de errar, todo irá bien para vosotros.



¿Para qué sirve ser como un cordero que mete el hocico por todas partes y junta todo tipo de basura con la boca?



Cuando estaba yo junto a Sekito, este decía a quien le preguntaba algo: cierra la boca, no ladres como un perro. Yo sigo su ejemplo y digo: cierra la boca no ladres como un perro.



Hay mancha cuando hay apego al ego. Hay pureza cuando olvidáis este ego. Si sois como un perro que busca siempre algo para meterse en el hocico, ¿cómo podréis comprender el budismo?



Todos los seres humanos buscan la Vía, y sin embargo entre ellos, no hay ningún hombre sincero. Si deseáis realmente ser un discípulo de Buda, no os volváis enfermos de vuestro propio espíritu.



La aparición de nuestro mundo no hizo crecer el Dharma; su desaparición no lo hará decrecer.



Desde que encontré a este viejo (él mismo), nunca deja de ser otro que yo mismo, no hay ningún beneficio en buscar a este hombre verdadero en el exterior. Existe aquí y ahora.

Sobre todo, no dejéis de encontrarlo.

lux
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