05-04-2009, 07:12 AM
Fuente: Mitología Aymara-Khechua, por María Frontaura Argandeña. Universidad Mayor de San Andrés de Bolivia.
La obra completa puede encontarse aquí: http://www.comunidadandina.org/BDA/docs/BO-CA-0002.pdf
p.5
El alma pura y salvaje de las bestias con sus manifestaciones de coraje; de nobleza, de elegancia, de invariabilidad, de perseverancia y lealtad, ha sido recurso de aproximación del alma india a los planos ignotos de lo inexplicable. Así en el vuelo y la majestad del
Cóndor ha encontrado un soplo divino, de realeza, de libertad y de poder. Y todas sus interpretaciones de superioridad ha simbolizado en la fuerza subyugante de este hermoso ser, tan autónomo y tan digno como ningún otro. El Puma y la Llama, la Vicuña, el Zorro son abstracciones a la vez, de sus concepciones metafísicas. (...)
p.43
Mitología del zorro (Khamakhe en aymara; atoj en khechua)
El zorro es personaje importante en la Mitología Andina. Actúa con mayor insistencia que cualquier otro. Su personalidad, unas veces, es ridícula. Otras veces, es picaresca. Gusta del buen humor y de la broma. Los mitólogos harán deducciones de los siguientes pasajes que se han desenvuelto desde tiempos remotos alrededor de la figura universal del zorro.
I. KhamakheOrigen aymara. Es uno de los más importantes mitos que se conocen del zorro, el cóndor y el toro.
El cielo se abría una vez al finalizar cada duodécimo zodiaco. Y entraban todos a adorar a Inti. Aun los súbditos más humildes.
Los ayllus, los achachilas eran los anfitriones. Tres lunas de regocijos!. Los banquetes eran de proporciones inconmensurables.
Presidía el Cóndor Mallku. Vivía el Cóndor en el Illimani. Cuando preparaba su viaje al cielo, se le presentó un personaje insólito el zorro.
Oh, Poderoso!, le dijo, acepta este corderito que lo he escogido para ti, entre los mejores de aquí a 100 topos a la redonda; pertenece a os rebaños del kollana Chacachi... Sírvete y llévame al cielo. Quiero comer los huesos que Inti arroje bajo la
mesa.
No te atrevas!, contestó el Cóndor, piensa que el camino es largo y nevado.
Acá tienes, si quieres, la carne de mis muslos; peor, llévame, Cóndor, al banquete, y allá no te olvides de mi.
Transcurrían las fiestas. El zorro había encontrado ambiente familiar en la cocina... antes que los mayores haciendo uso de sus uñas, se comía lo mejor, y, luego, hacia el amor a todas las jóvenes. Al finalizar la tercera luna, Cóndor Mallku se dispuso a retornar.
Cógete de mis alas, dijo al zorro.
Cómo? Pensar en eso? Jamás, le respondió. Ni en retornar ni en mi cola larga... Por algo te he dado un pedazo de mi carne, exponiéndome todavía al frío de las nieves. El Cóndor bajó solo. Rabiaba contra esa conducta indigna... Qué estarían diciendo en el
cielo...
El zorro era ladrón. Cuando llegó la hora de su regreso robó en su atado unas semillas menuditas que tanto le habían gustado entre todos los potajes. Eran redondas, más grande que los granos de las arenas de Uru. Muy sabrosas. Cómo satisfacían!. Pero... un problema: cómo bajar? Tubo que hacer un cordel de wichhu para descolgarse.
En medio camino se encontró con el loro. Lleno de suficiencia, comenzó a insultarlo. Aunque el loro optó por no parar mientes en sus dicterios, no pudo menos que ir a quejarse al Cóndor. Le hizo saber, además, que zorro había robado algo del cielo. El Cóndor se indignó. Ordenó al loro que la cortara el wichhu en el que se descolgaba del cielo. Y salió en su busca. Lo encontró en el suelo, comático.
-Mentecato -le dijo-, cómo te has conducido! Nunca debías haber robado esta semilla. No era aún hora de que los dioses la dieran a los hombres. Más, ahora, que está en la tierra, que tiene su cometido! Que produzca para los hombres y que les dé vida, ya que
procede del cielo! Se llamará Kihuna! Pero tu, debes expiar, y tu pecado debe perdurar!: te convertirá en yerba venenosa del
mismo tipo que la kihuna con semillas negras... Donde crezca, envenenará y presagiara mal! Y se fue.
El viento puneño dispersó la kihuna en el Altiplano cuán extenso es. Las lluvias fertilizaron los campos. Y el hombre, desde entonces, se alimenta del bocado de los dioses... Cuando cree la kihuna del otro tipo, la segan inmediatamente, profiriendo:
Suaj kihunan!
La obra completa puede encontarse aquí: http://www.comunidadandina.org/BDA/docs/BO-CA-0002.pdf
p.5
El alma pura y salvaje de las bestias con sus manifestaciones de coraje; de nobleza, de elegancia, de invariabilidad, de perseverancia y lealtad, ha sido recurso de aproximación del alma india a los planos ignotos de lo inexplicable. Así en el vuelo y la majestad del
Cóndor ha encontrado un soplo divino, de realeza, de libertad y de poder. Y todas sus interpretaciones de superioridad ha simbolizado en la fuerza subyugante de este hermoso ser, tan autónomo y tan digno como ningún otro. El Puma y la Llama, la Vicuña, el Zorro son abstracciones a la vez, de sus concepciones metafísicas. (...)
p.43
Mitología del zorro (Khamakhe en aymara; atoj en khechua)
El zorro es personaje importante en la Mitología Andina. Actúa con mayor insistencia que cualquier otro. Su personalidad, unas veces, es ridícula. Otras veces, es picaresca. Gusta del buen humor y de la broma. Los mitólogos harán deducciones de los siguientes pasajes que se han desenvuelto desde tiempos remotos alrededor de la figura universal del zorro.
I. KhamakheOrigen aymara. Es uno de los más importantes mitos que se conocen del zorro, el cóndor y el toro.
El cielo se abría una vez al finalizar cada duodécimo zodiaco. Y entraban todos a adorar a Inti. Aun los súbditos más humildes.
Los ayllus, los achachilas eran los anfitriones. Tres lunas de regocijos!. Los banquetes eran de proporciones inconmensurables.
Presidía el Cóndor Mallku. Vivía el Cóndor en el Illimani. Cuando preparaba su viaje al cielo, se le presentó un personaje insólito el zorro.
Oh, Poderoso!, le dijo, acepta este corderito que lo he escogido para ti, entre los mejores de aquí a 100 topos a la redonda; pertenece a os rebaños del kollana Chacachi... Sírvete y llévame al cielo. Quiero comer los huesos que Inti arroje bajo la
mesa.
No te atrevas!, contestó el Cóndor, piensa que el camino es largo y nevado.
Acá tienes, si quieres, la carne de mis muslos; peor, llévame, Cóndor, al banquete, y allá no te olvides de mi.
Transcurrían las fiestas. El zorro había encontrado ambiente familiar en la cocina... antes que los mayores haciendo uso de sus uñas, se comía lo mejor, y, luego, hacia el amor a todas las jóvenes. Al finalizar la tercera luna, Cóndor Mallku se dispuso a retornar.
Cógete de mis alas, dijo al zorro.
Cómo? Pensar en eso? Jamás, le respondió. Ni en retornar ni en mi cola larga... Por algo te he dado un pedazo de mi carne, exponiéndome todavía al frío de las nieves. El Cóndor bajó solo. Rabiaba contra esa conducta indigna... Qué estarían diciendo en el
cielo...
El zorro era ladrón. Cuando llegó la hora de su regreso robó en su atado unas semillas menuditas que tanto le habían gustado entre todos los potajes. Eran redondas, más grande que los granos de las arenas de Uru. Muy sabrosas. Cómo satisfacían!. Pero... un problema: cómo bajar? Tubo que hacer un cordel de wichhu para descolgarse.
En medio camino se encontró con el loro. Lleno de suficiencia, comenzó a insultarlo. Aunque el loro optó por no parar mientes en sus dicterios, no pudo menos que ir a quejarse al Cóndor. Le hizo saber, además, que zorro había robado algo del cielo. El Cóndor se indignó. Ordenó al loro que la cortara el wichhu en el que se descolgaba del cielo. Y salió en su busca. Lo encontró en el suelo, comático.
-Mentecato -le dijo-, cómo te has conducido! Nunca debías haber robado esta semilla. No era aún hora de que los dioses la dieran a los hombres. Más, ahora, que está en la tierra, que tiene su cometido! Que produzca para los hombres y que les dé vida, ya que
procede del cielo! Se llamará Kihuna! Pero tu, debes expiar, y tu pecado debe perdurar!: te convertirá en yerba venenosa del
mismo tipo que la kihuna con semillas negras... Donde crezca, envenenará y presagiara mal! Y se fue.
El viento puneño dispersó la kihuna en el Altiplano cuán extenso es. Las lluvias fertilizaron los campos. Y el hombre, desde entonces, se alimenta del bocado de los dioses... Cuando cree la kihuna del otro tipo, la segan inmediatamente, profiriendo:
Suaj kihunan!
El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)

