Lobología

Lobología

Vae te debo una.

IZZI, MASSIMO. ; Diccionario Ilustrado de los Monstruos, ed. José de Olañeta, Palma de Mallorca/Barcelona, 2000, p. 295.

Licántropos La creencia de que algunos hombres voluntariamente, por medio de ciertas practicas mágicas, o involuntariamente, por influjos no controlados pueden transformarse en animales feroces, está extendida por todo el mundo. Cuando se habla de licantropía cabría pensar que hay que limitarse a las transformaciones en lobo (lykos en griego) pero esta interpretación es excesivamente reductiva. En efecto, el conjunto mítico de la metamorfosi también permanece estructuralmente invariado cuando ésta no se refiere a los lobos, por tanto, con este nombre me refiero a la casuística metamórfica en su sentido mas amplio prescindiendo del animal elegido este animal varia de hecho según las zonas geográficas, escogido siempre entre los que tienen una particular importancia simbólica en el ámbito cultural considerado.

Así, mientras en la Europa meridional y en buena parte de Asia es el lobo el que encarna los valores de mayor significado, en la Europa del Norte, en cambio a veces, se elige al oso.

En el África septentrional encontramos por lo general a la hiena que, si vamos más al sur, cede lugar al león, al leopardo, al cocodrilo e incluso al elefante.

En el Asia oriental el animal favorito es la zorra (kitsune), mientras que en el área india goza de cierta popularidad el tigre, en América septentrional encontramos el lobo y el oso, mientras que en la zona meridional el jaguar. La transformación puede ser inducida, voluntaria o espontánea. La transformación inducida es la obrada por un mago o por un brujo en alguien que puede estar de acuerdo y haberla pedido expresamente, o ser victima inconsciente de la magia (este ultimo caso, por ejemplo, de los compañeros de Ulises transformados en cerdos por Circe).

La transformación voluntaria es la operada por el licántropo mismo, se puede obtener por varios medios : las brujas acudían al aquelarre transformadas en animales, untándose ciertos ungüentos. En muchos casos, en cambio, desempeña un papel fundamental en la transformación el vestido: hay que despojarse de las ropas humanas y revestir la piel del animal elegido para la transformación, recubrirse de la apariencia de un animal significa adoptar sus características y participar de su naturaleza (pensemos en los Berserkr, en Heracles, en los aniotos). La transformación espontánea en realidad es siempre una transformación inducida, o sea causada por una fuerza agente exterior a la victima y desconocida por ésta, pero en este caso ya no se trata de una voluntad humana que actúa sino de un inflijo natural, generalmente identificable con la luna.

En realidad este papel de la luna en la licantropía se basa en un doble equívoco; en primer lugar, una confusión entre la palabra griega que significa “lobo” y la que significa “luz”, que ha hecho conjeturar que durante el periodo nocturno de máxima luz, el plenilunio, pueden producirse estas metamorfosis (mientras que en realidad mas bien habría que pensar que se producen durante la luna nueva, puesto que los animales de presa, como el lobo, mas bien están relacionados con la oscuridad que con la luz ). En segundo lugar, en una identificación entre una enfermedad mental, ya reconocida como tal por Galeno en el s II de nuestra era, que se manifiesta con el vagar de noche bajo la luna gritando y lamentándose y la verdadera y propia transformación en animales. En las distintas lenguas el fenómeno de la licantropía ha tomado denominaciones multiformes entre cuyas etimologías se pueden descubrir detalles interesantes para ahondar mas en el tema. El inglés werewolf deriva de wer hombre (véase el latín “vir” y el sánscrito “viras”) y de wolf, que antes de significar lobo significaba “ladrón”. Por lo demás, también en el Rigveda ladrón es= un epíteto referido al lobo y, por lo demás, antaño, cuando se ahorcaba a un ladrón junto con el se ahorcaba también un lobo. Esta consecuencia de significados entronca con el hecho que el lobo siempre ha sido el símbolo de los fugitivos y de los exiliados. Según las leyes de Eduardo el Confesor, los proscritos tenían que llevar una mascara de lobo. El francés loup garou no es sino una tautología : deriva en efecto de luop garwolf(werewolf) y significa por consiguiente “lobo hombre- lobo”. Hace poco, sin embargo, se ha propuesto una hipótesis de que garou no sea una deformación de werewolf, sino que derive en cambio del céltico garo, cruel. En este caso el loup garou es un lobo malo, hay que observar sin embargo que en esta segunda hipótesis se pierde cualquier referencia a la participación humana en la estructura del monstruo, participación que es fundamental en el mito.

El término hombre lobo desciende del medio latín Lupus Hominarius en latín clásico en cambio, el licántropo se llamaba versipellis, “el que cambia de piel”. El ruso volkodlak deriva de volk “lobo”, y dlak “pelo” con referencia a una de las características clave de los licántropos: su vellosidad, que se evidenciaba también en su aspecto humano por las gruesas cejas o por los pelos en la palma de la mano. Por lo demás, en el medievo se creía que el licántropo, bajo piel humana, tenía piel de lobo. Entre los vascos encontramos el nombre giznochoa que es una traducción literal de hombre lobo. En el folclore letón, el nombre se convierte en vilkacis y en lituano vilkatas, los escandinavos lo llaman vargulfr o varulf ; los portugueses lobarras o lobis homem . El griego burculacas o brucolacas corresponde al eslavo volkodlak o al serbio vulkodlak, por que la beta inicial griega se pronunciaba como la “v”. En este nuevo paso del eslavo al griego se produce también un desplazamiento de significado; el que para los eslavos era todavía un licántropo en Grecia se convierte en un vampiro. Por último en Rumania tenemos los pryccolitchs que para transformarse voluntariamente en lobos no deben hacer otra cosa que girar tres veces sobre si mismos. Muchos pueblos se precian de descender de los lobos y conservan huella de ello en el nombre mismo (no hablo de tribus como los lobos negros etc) los Dacios (del frigio daos, lobo), los Hircanos del mar Caspio (del iránico vehrka, lobo) los Orkas frigios (de la misma raíz) los Licaones de la Arcádia, los Lucanos de la Italia meridional, los Lucenses españoles (todos ellos del griego lycos) los Irpinos itálicos (del samnita hirpus, lobo). Tanta convergencia de significado en los pueblos antiguos tiene que ver con lo que hemos dicho respecto al significado simbólico del lobo como proscrito o fugitivo. Estos pueblos derivaban evidentemente de emigraciones forzadas de otros territorios próximos: muchos pueblos antiguos se precian de orígenes semejantes. Los proscritos para sobrevivir, se organizaban como bandas de guerreros o como hermandades militares. Sabemos que estas sociedades guerreras requerían una forma de iniciación que, a menudo, consistía= en la metamorfosis ritual del iniciado en el animal. Ésta llevaba a un acceso de verdadero furor agresivo y de crueldad animal que hacia invencible al guerrero, típico caso de los Berserkr.

Y no hay que olvidar que en África semejantes tipos de iniciación llevan a la constitución de sociedades secretas, basadas en el uso de las mascaras animales y en la agresividad salvaje. Revestirse con pieles de animal servia para que el iniciado participase realmente de la naturaleza de la fiera, hasta el punto de creerse transformado. Los pueblos con nombre de lobo, por tanto, eran antiguas hermandades de guerreros licántropos inicialmente expulsados de otros territorios. Sabemos luego que también los pueblos cazadores dicen a menudo que descienden de animales de presa, por que existe una estrecha conexión entre el cazador y el animal feroz, también cazador. De modo que detrás de la caza, de la guerra, de la invasión de un territorio por parte de inmigrados y del comportamiento de los fugitivos, se percibe una estructura mítica idéntica en la que la disgregación de un mundo anterior se opone una reconstitución, mediante la fuerza, de un nuevo orden. El licántropo, por tanto, es un desarraigado, un rechazado; un excluido pero no vencido. Mediante una fuerza interior invencible que, como las fieras, lo convierte en parte integrante de la naturaleza, encuentra su legitimación siempre que haya sabido salir de las trampas del aislamiento.

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