Las dos trampas (08 – nov – 99)

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Las dos trampas (08 – nov – 99)

Con el paso del tiempo he entendido a que se refería un principio del Nagualismo de mi rama, que no menciona para nada Castaneda. El tema es sencillo. Como hay muy pocos oponentes dignos, al no existir estos la naturaleza se las ingenia para enfocar en uno su aspecto destructor sin gastar recursos. Dicho de otro modo, cuando no hay adversarios dignos, las personas suelen crearlos e imponerse obstáculos antiguos. Desgraciadamente, la mayoría de los buscadores de la verdad, caen en un temor malsano ante el espejo, y empiezan a ver las cosas a su conveniencia, poniéndose solos una trampa.

Cuando me contó el Nagual Andrés estas dos trampas, me las contó con una historia del Nagual Federico que no relataré aquí, pero como seguí sin entender, él me dijo que las dos trampas eran sumamente reales, pero por lo general, a los hombres les tocaba caer en una trampa, y a las mujeres en otra, aunque es perfectamente posible caer en las dos. Estas trampas son tan seguras como un campo minado: Una vez que se entra en esos terrenos, se necesita demasiado autocontrol, pero, si se hace de la manera adecuada, estas trampas pueden crear un escudo que aleje del mundo; aunque no es deseable.

En ocasiones uno va a dar a lugares donde uno no tiene nada que hacer, pero del que no es posible salir por equis circunstancia, y es cuando sirve el haber vencido a las dos trampas. Generalizando mucho, podemos decir que las dos trampas deben esquivarse siempre para salir de una situación donde nos encontramos, pero lo más importante es darnos cuenta que estamos a punto de caer en la trampa, o que ya caímos.

1. La trampa del héroe

Cuando era miembro del equipo estatal de ajedrez, me di cuenta que muchas personas perdían los juegos no por tontos, sino por ver las jugadas obvias, sin analizarlas por un orgullo y autoconfianza mal entendido.

La trampa del héroe es simplemente EL ORGULLO. Cuando existe el orgullo, se pierde la visión y el poder.

Puedo decir mas, pero esto es lo importante.

2. La trampa de la dama joven

Hace poco vi a una muchacha que trataba mal a un pretendiente suyo, y como el mono de Tres historias de chamanes. Simplemente no suelta los cacahuetes.

Mejor ejemplo que ese no hay.

La trampa de la dama joven es simplemente, LA CODICIA. Al buscar una utilidad, se pierde el desapego.

Curiosamente, estar consciente de estas dos trampas crea automáticamente un código de conducta. No es raro que me pregunte a mí mismo porqué estoy donde estoy en un momento determinado, pero siempre es una situación desagradable, normalmente me encuentro ahí por haber caído temporalmente en una de las dos trampas. Como dice Gurdjieff, en el momento que podemos decir “lo que me está ocurriendo” estamos a salvo.

Nótese que el nombre dado a las trampas es muy claro, pero no por eso solo una dama joven puede caer en la segunda trampa. También una persona que juega juegos de apuesta, o aquel hombre de negocios que no quiere despedir a un empleado ineficaz. El joven que no deja de ver a la muchacha que le hace daño y lo lastima, son ejemplos de esta trampa.

Y Ejemplos de la trampa del héroe pues… los que se embarcan en compras a crédito que no pueden pagar, los que compran libros y libros para su biblioteca, y que cuando ven una realmente grande preguntan ¿los has leído todos?, Y los hombres que confunden su potencia sexual con la velocidad que alcanza el automóvil.

Realmente estas dos trampas son demasiado frecuentes en nuestras vidas, en nuestros actos y en los ajenos. Por eso es importante vigilarse a uno mismo constantemente en pensamiento, palabra y obra para no caer en ellas. Sin embargo, un caso en el que se aplican de manera extraordinaria es en el miedo al amor; en las personas que huyen de mundo, y en las personas que no demuestran sus sentimientos. Siempre se dice que equis tipo de personas se retiran del mundo para no ser lastimados, sin embargo, creo que el orgullo es el problema, creerse capaces de poder estar siempre contra el mundo, y la codicia porque pueden atesorar esa sensación de soledad y desamparo.

Por otro lado, existe el extremo de las personas que quieren a los que los maltratan, desde los que golpean a las esposas (y ellas siguen ahí), hasta los hombres que soportan a mujeres que se las pasan poniéndoles humillaciones.

He dicho antes que el sacrificio voluntario es el único que importa, el sacrificio involuntario no cuenta, por razones obvias. Sin embargo, he dicho también que la voluntad es todo aquello que es no deseado y no autoiniciado por el organismo y que a la vez no es autodestructivo; es decir, en el caso que nos ocupa, no existe sacrificio porque hay autodestrucción; y las dos únicas razones porque se permanece en esas situaciones son las dos trampas. En el primer caso, el hombre golpea a la mujer por machismo y orgullo, y la mujer se siente mártir, cayendo en el orgullo también, aunque no es raro que se junte con la codicia y el ansia de seguridad en alguna de las dos partes.

En el caso dos, el hombre es el que se siente mártir, además de tener la idea por orgullo de pensar que puede cambiar a la mujer (o por la codicia de tenerla), y la mujer lo maltrata por orgullo.

Obviamente cualquiera de las dos trampas a la larga y a la corta desemboca en una estupidez, porque no pueden verse al espejo ni publicarse libremente. Estoy seguro que los ejemplos parecen extremistas y que algunos lo pueden justificar con amor. Pero… Repito otra vez, en el verdadero amor nadie manda, obedecen los dos.
Alfonso Orozco – Noviembre 1999
ICQ 41907900

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