La coherencia

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La Coherencia

23/may/99

Es domingo. Apenas ayer subí las páginas, y estoy escribiendo por razones varias; digamos que a veces uno sabe debe hacer ciertas cosas, y a veces uno sabe que debe quedarse quieto. Escribo porque hay algo que decir que no se que es, y sin embargo es coherente. Quizá debo hablar sobre la coherencia.

Estoy en una de esas etapas de la vida que crean o destruyen, de esas etapas en que uno decide si sobrevive o se rinde, y donde no hay regreso. Pero la misma inercia del entrenamiento, y estar en un modo de vida determinado, contesta la pregunta, si alguna vez existió. Pasar a la batalla.

Hace unos dos años estaba en un Sanborns ( tienda con cafetería y revistas y libros ), esperando a que llegara una persona que solicitaba mi ayuda. Como suelo llegar temprano, una media hora antes a todos mis compromisos, laborales o no, me puse a hojear una revista. Recibí un beeper cancelando la reunión, y estando ahí, tome una revista que me conmovió por una escena tonta ( de esos finales felices cursis a mas no poder ) y quedé hasta el borde de las lágrimas, y en ese momento algo me obligó a pensar, quien te crees que eres?? Alguien te necesita. Eres el campeón: así no puedes servirle a nada ni a nadie. Y la presión en el pecho desapareció. Salí a la calle, algo me hizo caminar, hasta que llegué a un lugar donde pasaba una manifestación de dizque estudiantes, con sus máscaras y sprays de pintura; una señora empezó a llorar al ver que le iban a pintar su negocio, y unos niños miraban mientras habían dejado en el piso su equipo de béisbol.

Me acerqué y tomé el bat. Nadie se acercó siquiera al negocio de la señora, y después me invitó un café. En ese momento me di cuenta que a lo largo de los años, a veces uno se encuentra en situaciones que no tienen nada que ofrecer, y es cuando viene el desánimo. De entre todas las alternativas, siempre hay un camino con corazón; quizá no es el más fácil, pero es aquel que hace salir la risa en los ojos, y que nos hace pensar a ver de a como nos toca.

Pero a veces es difícil verlo aunque este ahí. Cuando uno se encuentra en una de esas situaciones que no tienen nada que ofrecer, donde nada tiene sentido, es cuestión de esperar; no mucho pero esperar, y en el momento en que debe ser, ya sea la luz del sol o un rayo de luna, iluminan el principio de un camino.

Mientras escribo, sabiendo que quería escribir sobre la coherencia, veo que no estoy siendo muy coherente. Las acciones de las personas se rigen por muchas cosas, pero solemos entender la coherencia como el ganar mas batallas.

NO.

UN PERDEDOR PUEDE GANAR MAS BATALLAS QUE UN GANADOR; PERO NO HAY SINCRONIA; NO HAY RITMO; Y POR LO TANTO; NO HAY COHERENCIA.

Hay gentes que piensan que ganar es ganar mas batallas. Pero no, no sirve de nada ganar una batalla contra el mal, si en el punto decisivo le damos la victoria por default, al no estar peleando en las batallas correctas.

Las batallas de un perdedor son aisladas, las batallas de un ganador son parte de la guerra que empezó con el hombre. Para un ganador hay victorias que son derrotas, y derrotas gloriosas.

Un guerrero hace del lugar donde esta su campo de batalla. A veces uno sabe a donde va, sabe que el corazón quiere ir a un lugar, pero… a veces el lugar ya no tiene nada que ofrecer por el momento. No sirve de nada hacer un viaje de miles de kilómetros si no se espera encontrar algo que justifique el viaje; y cuando se llega a un lugar, donde no hay nadie esperando, es solo un lugar de paso, donde no existe la magia, y donde solo se encuentra la derrota para el lobo y para el hombre.

Hay batallas que no deben pelearse a menos que cambien las circunstancias. Lo contrario es suicida. Si el corazón dice ve, que debemos hacer? Es cuestión de cada quien.

Dicen que lo emocional es mas evolucionado que lo físico, y que la mente cuando se conjunta al corazón ve las cosas como son; hay un momento en que los sentidos son como la verdad y el fuego, pueden purificar o destruir.

Y a veces, esos sentidos, y lo que podría llamar el sexto sentido, el corazón de lobo, nos piden no ir a algún lugar, no bajar al bosque, sino quedarnos en el cerro, pensando, esperando que cambien las circunstancias, y si no cambian, será el momento de buscar nuevos bosques. Me viene a la mente El Rey de la montaña, el padre de Bambi de Walt Disney.

Bajar de la montaña al bosque es solo por dos razones, para proteger o para comer. Y solo se comerá cuando todo este bien, porque comer en tiempos de hambre solo es comer cuando lo necesita alguien para quien no es posible cambiar de montaña; porque algunos encuentran hierba hasta en la montaña, y otros pueden morir de hambre si no comen de la hierba que hay donde eligieron o les tocó vivir.

Me viene a la mente una historia completamente brutal, de la muerte del Nagual Andrés. Por favor, a menos que este dispuesto a llorar toda la tarde, o la noche, brínquela. Cada vez que pienso en esa muerte, los ojos se me llenan de lágrimas, y entiendo lo que el llamaba “la bendición que atormenta”. Si decide leerla, es bajo su propio riesgo, quizá olvide el resto de la página, pero su muerte, nunca será olvidada. Está entre “<**>“, y repito, por su propio bien, no la lea si no es capaz de soportar el dolor.

<**>

En una excursión por la sierra, el Nagual Andrés se llevó a una persona del grupo que quería aprender de las hierbas curativas y demás. Salieron de la casa de Tonalá a eso de las 8 de la mañana, iban nada mas esta persona, su bebé de entre dos y cuatro meses, y el Nagual.

La madre del niño era una mujer débil físicamente; y el Nagual pensó que el aire de la sierra le podría ayudar. Al regreso, a eso de las 16 horas, ella se resbaló en una pendiente, y sin querer empujó al Nagual, que llevaba al niño cargando, y el cayó de lo alto del cerro, hecho bolita, protegiendo al niño.

Cuando la madre empezó a bajar, el Nagual le dijo que no, pero ella siguió adelante, y provocó un deslave, o derrumbamiento de una parte del cerro, cuando la nube de polvo desapareció, no había nada en la parte baja del cerro, faltaban árboles, y el Nagual.

Ella se fue por ayuda, pero en la noche nadie pudo dar con el cerro. En la madrugada prosiguió la búsqueda, y al final, Adriana, una joven de 16 que luego sería parte de mi grupo, lo encontró. El Nagual alcanzó a ver el deslave, y se metió con el niño a una pequeña cueva, a pesar de tener una pierna rota, y de sus años (como 80 aprox ).

Lo raro es que todos estaban mas preocupados por el bebé, que por el; será porque a sus 80 años tenía la fuerza y agilidad de un hombre de 50. Cuando lo encontraron, se dieron cuenta que el cerro lo sepultó vivo. El llevaba siempre consigo lápiz y papel. Y junto a su cadáver se encontró esta nota.

“Quiero que sepan que no morí del golpe. Estoy en una cueva, y mi reloj dice que son las once de la noche, la que llamamos la hora del lobo. He cometido un error terrible; no consideré que el aire no es suficiente para dos personas; y a pesar que hice cosas para bajar mi respiración, el niño no puede hacerlo, y las reservas de aire son bajas. Se que ustedes llegarán y lo sacarán de aquí, pero la coherencia me obliga a irme, el corazón del lobo solo obedece al espíritu del hombre.”

Y se tragó la lengua, muriendo de asfixia para que el bebé viviera.

<**>

Entonces.. a pesar que a veces el corazón y el cuerpo pidan otra cosa, a veces no es el momento. Y ese es el momento en que aparece el camino con corazón. Por eso hay viajes que deben hacerse en un momento, y no hacerse en otros, pero llegará el momento en que las barreras de la distancia caigan porque no tienen razón de ser, pero a lo mejor, la distancia no está para proteger al Nagual, sino al puerto de llegada, a la bahía.

Sé que el Nagual Andrés fue a reunirse con su amada, y se que en su momento llegaré a mi bahía, y si hace falta, moriré en mi propia montaña.

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Alfonso Orozco – Mayo 1999
ICQ 41907900

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