Animales de Fuerza

40. Animales de Fuerza

En mi vida he notado que todos los seres humanos tienen preferencia por un determinado animal, árbol, planta o pedazo de tierra. Si las personas prestaran más atención a estas preferencias y buscaran qué pueden hacer para hacerse dignas de aquello que les atrae, tendrían sueños con los que purificar su vida.
Que un hombre decida cuál es su animal favorito y que se anime a estudiarlo y aprender de su comportamiento inocente. Que aprenda a entender sus sonidos y movimientos. Los animales quieren comunicarse con los hombres, pero Wakan Tanka no pretende que lo hagan directamente: es un camino que le corresponde al ser humano recorrer.

Búfalo Bravo, Sioux Tetón
Francis Amalfi, Oceano Ambar, Barcelona 2007. Pág. 90.

Gracias Tatanka

One Commentto Animales de Fuerza

  1. Vaelia dice:

    [url=http://dionisa.lacoctelera.net/post/2009/02/22/otra-version-caperucita-roja]http://dionisa.lacoctelera.net/post/2009/0…caperucita-roja[/url]

    “El hombre ha depositado todas sus lacras en el lobo: la venganza, la crueldad, la agresividad. Sin darse cuenta que el lobo para sus propios congéneres, para los miembros de su clan, es el animal más benefactor, es el animal más paciente, más cooperativo, más amable que existe”. Félix Rodríguez de la Fuente.

    Los niños tienen una afinidad natural por los animales y a no ser que se vean sorprendidos por algún movimiento o ruido impredecible, tampoco les tienen miedo. Sin embargo, esa falta de miedo tiene una duración limitada, pues los padres y los otros adultos inculcan a los niños el ser cuidadoso y miedoso ante los animales extraños.

    Los investigadores de la conducta infantil afirman que entre los 4 y 7 años un niño sueña más a menudo con animales que los adultos y no precisamente con animales domésticos, sino salvajes. Se ha sugerido que los niños sienten atracción natural por los animales a diferencia de los adultos, un animal no es ambiguo sino que es directo, honesto y franco. Los animales no mienten, no decepcionan, no hacen trampas.

    Cuando niños “fingimos” que somos esos animales, que somos caballos o ciervos que corren por los prados, nos transfiguramos de una forma consciente. En tanto que animales, no tenemos que jugar a los ambiguos juegos adultos. Sabemos quiénes somos y sabemos qué debemos hacer. Y lo hacemos.

    Los niños aman las historias de animales y parecen necesitar representaciones de ellos a su alrededor: fotos en las paredes de su habitación, huellas de adorno en sus sábanas, animales de peluche o de madera. Los dibujos animados o los cómics generan un gran impacto en la imaginación infantil. Una película de dibujos animados sobre animales es una tentación difícil de resistir. Conforme los niños crecen, les contamos historias de animales antropomórficos para, irónicamente ¡darles clases de cómo se comportan los seres humanos! Descubrimos las debilidades y locuras de la conducta humana en cuentros de animales semihumanos.

    Incluso aunque la civilización moderna parezca haber superado la dependencia de los animales en muchos aspectos y la naturaleza sea maltratada año tras año, todavía no hemos podido aislarnos completamente del reino animal. La tranquila autoconfianza de los animales, y su hábito ininterrumpido de vivir de acuerdo con las leyes de la naturaleza, en armonía y equilibrio con su entorno, surgen como modelo para los seres humanos, nos proporcionan un paradigma, un recordatorio de las leyes naturales.

    Es por ello, que desde la más tierna infancia debemos inculcar a los niños los valores de los animales en concordancia con las leyes naturales y su armonía de vivir en la Tierra, en vez de demonizar, por ejemplo a los carnívoros, como en este caso el lobo, atribuyéndole males que sólo el hombre se ha dado a sí mismo, con los anticuados y tontos clásicos cuentos infantiles.