Rebajar la edad de votar de 18 a 5 años no altera el resultado de las elecciones

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Publicado por emulenews en Febrero 27, 2009

En España sólo pueden votar los mayores de edad, es decir, los mayores de 18 años. ¿Qué pasaría si en las elecciones estatales y autonómicas pudieran votar los menores de edad? Nada cambiaría en los resultados para los dos grandes partidos. Se han presentado fotos de políticos tanto a adultos como a niños. Las fotos eran de políticos franceses, desconocidos tanto para los adultos como para los niños. Los adultos tenían que elegir al político más competente. Los niños tenían que elegir el mejor capitán de un “hipotético” barco para un juego por ordenador. Sorprendentemente, los resultados de adultos y niños coinciden entre sí y con los resultados electorales de las elecciones a las que se han presentado dichos políticos. Así lo han demostrado los suizos John Antonakis y Olaf Dalgas de la Universidad de Lausana en el estudio publicado hoy en Science, “Predicting Elections: Child’s Play!“). ¡A qué cosas se dedican los suizos mientras contemplan las bellas vista del lago Lemán! Irles bien, les ha ido bien, ya que lo han publicado en Science.

En “La República”, Platón afirma que “… Imagínese un barco en el que hay un capitán que es más alto y más fuerte que cualquiera de la tripulación, pero es un poco sordo, tiene problemas de visión y poco conocimiento de navegación.” Platón afirma que la tripulación (es decir, los votantes) es incapaz de elegir un capitán competente (es decir, un gobernante), porque les engañan las apariencias. Platón utiliza esta parábola para sugerir que los votantes carecen de facultades y conocimiento racional a la hora de elegir a sus gobernantes.

En la democracia ideal, los políticos son elegidos por su competencia. Pero la realidad está muy alejada del caso ideal. ¿Cómo si no han sido presidentes Reagan o los Bush? O en el caso andaluz, Chaves, o en el venezolano, Chávez. Factores como la apariencia física y los rasgos faciales son mucho más importantes que la competencia (inteligencia y capacidad de liderazgo). En la vida diaria estamos acostumbrados a “valorar” a una persona por su aspecto físico y aplicamos la misma regla en las elecciones a políticos. Sin embargo, está demostrado que la inteligencia de los adultos no se puede predecir a partir de su apariencia física. De hecho, existe una gran variación en la competencia de los políticos. ¿Votamos los adultos en gran parte como votaría un niño?

En un experimento, 684 adultos suizos tuvieron que elegir entre pares fotos de políticos franceses (elegidos entre 57 de los que se presentaron a las elecciones parlamentarias en 2002) el más competente como gobernante. El 72% de las veces eligieron al que realmente ganó las elecciones. En un segundo experimento, 841 menores, de los cuales 681 eran niños entre 5 y 13 años, jugaron a un juego por ordenador en el que tenían que viajar en barco desde Troya a Ithaca. Debían elegir un capitán para su barco entre los mismos pares de fotos de políticos franceses que se ofrecieron a los adultos. El 71% de las veces eligieron al que realmente ganó las elecciones. El resultado no cambia si se separan los menores en dos tramos de edad, por un lado los 160 mayores de 13 y por otro el resto.

Un estudio de la correlación entre ambos resultados estadístico muestra que es imposible saber si un resultado electoral ha sido votado sólo por adultos, sólo por niños, o por adultos y niños.

2 Commentsto Rebajar la edad de votar de 18 a 5 años no altera el resultado de las elecciones

  1. yusuf dice:

    esto es excelente….implica que los adultos….votamos como si fueramos niños !!!!…hay que sentarse a pensar en esto, y a donde nos ha llevado como sociedad.

  2. Vaelia dice:

    Otra en la misma línea: Las urnas indultan a los corruptos Me recordó una frase de Homer Simpson “Lo importante es que no recibí mi merecido, y que nunca lo haré“. Pero, al mismo tiempo, me hace pensar en los modos que tienen los medios de comunicación de hacernos sentir impotentes, como que nada va a cambiar.

    La copio entera para que no se pierda. Aunque es de un periódico español creo que puede ser de aplicación general.

    [url=http://www.publico.es/espana/209708/urnas/indultan/corruptos]http://www.publico.es/espana/209708/urnas/indultan/corruptos[/url]

    Los candidatos sospechosos pierden votos, pero mantienen el poder. La crisis dispara la sensibilidad crítica de los electores.

    MIGUEL ÁNGEL MARFULL – MADRID – 15/03/2009 08:00

    El 28 de mayo de 2007, horas después de que el PP revalidara su mayoría en Castellón en las últimas elecciones municipales, el presidente de la Diputación Provincial, Carlos Fabra, celebró los resultados con una sentencia tan jactanciosa como reveladora: \”El juicio popular nos ha absuelto con un sobresaliente\”.

    Fabra, imputado desde hace años por varios delitos contra la Administración y la Hacienda Pública, hacía suya una impresión extendida: las sospechas de corrupción no se cobran obligadamente su factura en las urnas.

    \”Los escándalos tienen un efecto no despreciable sobre el voto, aunque tal impacto no suele dar lugar a un fuerte descenso del apoyo electoral al candidato afectado por el caso y, en muchas ocasiones, no supone su derrota\”. Con esta introducción arranca el trabajo firmado por los profesores Miguel Caínzos y Fernando Jiménez sobre los efectos de la corrupción en el voto. Su estudio, La repercusión electoral de los escándalos políticos (Revista Española de Ciencia Política, abril 2004), sigue siendo hoy una de las referencias obligadas para analizar esta cuestión.

    \”No hay un efecto inmediato\”

    \”A nadie le gusta oír hablar de corrupción, pero no hay un efecto inmediato en el voto\”, explica Jiménez a Público. Este profesor de Ciencia Política de la Universidad de Murcia asegura que la fórmula \”escándalo de corrupción igual a candidato perjudicado\” no siempre se cumple, aunque sus investigaciones han demostrado que la impunidad tampoco es siempre la única consecuencia de esta ecuación.

    \”Si penalizar es perder votos, sí hay penalización si el castigo es perder el poder; en la mayoría de los casos, esto no ocurre\”, argumenta Ignacio Urquizu, politólogo y subdirector de estudios de la Fundación Alternativas. Este laboratorio de análisis político investigó en 2008 a 133 alcaldes sobre los que recaían sospechas de corrupción. El 70% mantuvo su poder tras las elecciones municipales celebradas un año antes (Informe sobre la democracia en España 2008. Fundación Alternativas).

    La decisión que se esconde detrás de cada voto es un combinación de elementos variable hasta el infinito. \”No hay un único factor que te diga por qué vota la gente. Con una papeleta, tienes que decir tantas cosas al mismo tiempo que el elector está obligado a priorizar\”, justifica Urquizu para hacer más accesible un principio enunciado por los investigadores norteamericanos Dobratzy Whitfield en 1992: \”Aunque algunos podrían sugerir que idealmente los escándalos por sí solos pueden derribar gobiernos, a la hora de depositar su voto los electores tienen en mente probablemente más de una sola cuestión\”.

    La factura de la crisis

    Cada caso es único, pero en todos pesa siempre el contexto político y social en el que nace un escándalo. En el actual, la coyuntura de crisis económica hará que se dispare la sensibilidad pública, advierte Jiménez. \”No es lo mismo la disponibilidad para castigar a un corrupto cuando a todo el mundo le va bien que en una época de crisis. La corrupción se personaliza y se tiene más disposición hacia el castigo\”, explica.

    Hay, sin embargo, ejemplos de lo contrario es representativa la reelección de Menem en 1995 en una Argentina asediada por la hiperinflación y con las instituciones carcomidas por un castillo de irregularidades. En estos casos, los electores priorizan la solvencia de los candidatos. \”Pelear contra un corrupto sólo con honestidad es peligroso defiende Jiménez porque no te asegura ninguna victoria\”.

    Es necesaria, además, la presencia de un líder sólido que capitalice la debilidad de un adversario en horas bajas. \”Primero decidimos a quién elegimos y después buscamos argumentos para justificar nuestro voto\”, sostiene Urquizu. Los medios de comunicación juegan un papel relevante. \”Suministran armamento ideológico a unos votantes que no saben a quién tienen enfrente\”. Aun así, el consumo de opinión publicada está ligado también a la ideología, por eso \”elegimos a los que nos cuentan lo que queremos oír\”, reconoce.

    Las teorías que intentan explicar la trastienda del voto y su comportamiento ante la corrupción no determinan qué conductas irregulares generan más rechazo. \”Qué es peor, ¿recalificar de forma ilegal o que te regalen un Jaguar?\”, se pregunta Urquizu a golpe de titulares. Tampoco aclaran qué votante izquierdas o derechas es más crítico. \”Hay muy poca diferencia\”, responde este investigador. \”No hay datos para ser concluyentes\”, se excusa Jiménez, que desliza una impresión personal: \”Hay mayor rechazo en la izquierda que en la derecha, que comparte cierta mentalidad casi empresarial, capaz de disculpar determinados comportamientos\”.

    Cínicos frente a idealistas

    El diputado socialista José Andrés Torres Mora, titular de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, sostiene que no hay diferencias automáticas aunque, a su juicio, \”es más fácil encontrar posiciones cínicas en la derecha que también existen en la izquierda y posiciones más idealistas en el electorado de izquierdas\”.

    José María Lassalle, parlamentario del PP y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos, tampoco encuentra reacciones distantes entre los dos grandes electorados: \”Los ciudadanos reaccionan por igual ante la corrupción; la ciudadanía democrática exige de sus políticos ejemplaridad, con independencia del color político en el que se sientan ubicados\”.

    Lassalle sostiene que la influencia de la corrupción en el voto está asociada \”al grado de implicación generalizado que puedan tener los escándalos en un partido\”. Esa impresión generalizada pesó en la derrota de Felipe González en 1996.

    Una formación cuajada de escándalos \”aumenta la probabilidad\” de que pague una factura en las urnas, pero \”no es algo directo ni mecánico\”, concluye Torres Mora, quien advierte a quienes depositen sus esperanzas de victoria en la corrupción del adversario político: \”Los defectos del contrario no me benefician a mí; me benefician mis virtudes\”.