La ciudad de Alan Watts

La ciudad de Alan Watts

Todo está interconectado y es interdependiente en el Universo, el cual es un un conjunto orgánico en perpetua fluencia que se autoregula a sí mismo, sin necesidad de intervención de una supravoluntad ajena al mismo. El ser humano es parte de este proceso y cualesquiera sea su quehacer en este frágil entramado, puede adaptarse sutilmente a él generando armonía y bienestar, o por el contrario, contradecir el curso de las cosas (el Tao), produciendo en este último caso, resultados nefastos. Este enunciado podría ser una aproximación a la concepción Taoista de los procesos cósmico- naturales y del lugar del hombre en los mismos.

En su narración breve La Lotería en Babilonia, Jorge Luis Borges, con sutileza y maestría muestra los profundos efectos que pueden tener sucesos aparentemente inocuos, como el retirar o agregar un grano de arena de una playa, soltar un pájaro desde una torre o cualquier evento que considerariamos intrascendente en sus consecuencias. Borges reflexiona finalmente que su construcción (¿el Universo?), no es más que “un infinito juego de azares”. Pero sea cual sea la explicación o el agente de este “infinito juego”, lo destacable es que todo evento es solidario con todos los otros en el Cosmos.

Alan Watts ha intentado demostrar que el taoísmo es fundamentalmente un arte de vivir y no un “sistema de ideas”. Y para ello invoca uno de sus principios fundamentales: el wu wei que traduce como sin esfuerzo, lo que significa no hacer las cosas contrariando el curso natural de su fluir o diseño. Si navegamos es conveniente hacerlo siguiendo la dirección natural de las corrientes y del viento, si cortamos madera hacerlo en el sentido de las vetas y así en todo nuestro accionar en el mundo, incluyendo las relaciones humanas.

Para complementar estas nociones, Watts introduce otro concepto que es el de Li y que traduce siguiendo al sinólogo Needham como patrón orgánico. El ejemplo paradigmático serian las olas, éstas tienen Li. Tienen un orden intrínseco, pero son irregulares, asimétricas. Nunca se repiten en su forma o diseño pero conllevan un patrón implícito. Podríamos explicar esta idea señalando lo que no tiene Li. Por ejemplo: los jardines franceses de Le-Nôtre no tienen Li. El jardín naturalista británico tiene esta cualidad. El grupo de rocas y arena del jardín Zen de Ryoan-ji tiene Li.

Ahora podemos preguntarnos: las ciudades en las que habitamos siguen estos principios? En muchas de ellas se ha modificado profundamente el diseño natural, rectificando las sinuosidades del terreno, eliminando lo que se considera irregular. Es más, vistas desde las estaciones espaciales que orbitan nuestro planeta, tienen forma de retículo cuadriculado que en nada respeta las características del territorio sobre la que se asientan. Se ha desforestado, aplanado y alterado el entorno natural hasta tornarlo irreconocible.

Han sido construidas contrariando el terreno que las sustenta, no respetando el principio del Wu wei sino por el contrario desplegando una enorme violencia e intrusión en el ecosistema para modificarlo arbitrariamente. En lugar de aprovechar las características del terreno, siguiendo sus vetas y sus irregularidades y moldeando las construcciones de acuerdo a las mismas, se han producido verdaderas deformidades de acero, cemento y vidrio absolutamente artificiosas e innecesarias.

Acaso nuestras ciudades tienen la cualidad del Li? El (e)lector sin duda puede responder por si mismo. Que distinta es la morada y el entorno taoista, en el que las viviendas y construcciones se adaptan como un guante al medio natural acompañándolo sin violentarlo! Como los kuan en la montaña. Eludiendo todo gigantismo, la ciudad taoista es un componente entre otros en la naturaleza. No es el único ni el más importante y mucho menos un intruso violento como las actuales.

Observemos nuestras ciudades por un momento. Imaginemos nuestras viviendas, no como cajas rectangulares simétricas y angulosas, sino como diseños estilizados, donde la la irregularidad y la asimetría predominen. Imaginémoslas adaptadas al territorio donde las construimos. Por ejemplo como una roca más de una colina, como una brizna más de un valle, como el nido de un ave en la montaña. Proporcionadas. Intimas. Fluentes. La imagen que lentamente comienza a formarse en su mente, es la de una ciudad taoista, la ciudad de Alan Watts….

Carlos Fleitas

Escrito en Memoria de Alan Watts.

Este trabajo es nada más que una reflexión acerca del extraordinario aporte de Alan Watts
a un tema fundamental de nuestra era. He consultado las siguientes obras.
Alan Watts: “Hablando de Zen” Editorial Sirio S.A. Málaga 1996
Alan Watts: Las filosofías de Asia Ed.Edaf/Madrid 1996
Alan Watts: El Camino del Tao
Otro pensador no menos lúcido e intenso ha agregado su maestría a estas “disquisiciones”:
Jorge Luis Borges: “La lotería en Babilonia” narración breve que se encuentra en su obra “Ficciones”
Emecé Editores Colección Piragua Sexta Edición 1966.
Para ver las imágenes tomadas por los Shuttle de nuestro planeta y de muchas de sus ciudades,
el (e)lector puede visitar el siguiente sitio Web: Nasa’s Earth from Space

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