El camino de la espada

Citas y resumen del tercer libro de la bio de Musashi.

38 Commentsto El camino de la espada

  1. Banned Chipola dice:

    Ahora que todo había terminado, Musashi se dijo: «¡Qué gran lástima! Ojalá no hubiera tenido que hacerlo». Y oró en su corazón por Seijüró, para que la herida sanara pronto.
    Pero su misión había terminado, y no era propio de un guerrero maduro sentirse deprimido por cosas pasadas.
    Pág. 20.

  2. Banned Chipola dice:

    Musashi pensó que dibujar no debía de ser tan fácil como parecía. Su hastío remitió y contempló las pinceladas de Kóetsu con fascinación. Se dijo que Kóetsu debía de sentir algo muy parecido a lo que él experimentaba cuando se enfrentaba a un enemigo y entre los dos mediaban las hojas de sus espadas. En cierto momento se elevaba por encima de sí mismo y tenía la sensación de haberse fundido con la naturaleza, aunque ésa no era la palabra correcta, puesto que toda sensación quedaba eliminada en el momento en que la espada atravesaba a su adversario. Ese mágico instante de trascendencia lo era todo.
    «Koetsu aún está mirando al agua como si fuese un enemigo -pensó-. Por ese motivo no puede dibujarla. Tiene que fusionarse con ella para vencer.»
    Pág. 26.

    Un poco de té después de la lucha sienta bien, o por lo menos así lo afirma el señor Maeda, y también Ieyasu. El té es bueno para el espíritu. Dudo de que haya algo mejor. A mi modo de ver, la acción nace de la quietud.
    Pág. 26.

  3. Banned Chipola dice:

    Musashi sabía que existían unas reglas de etiqueta para servir el té, del mismo modo que las había para el manejo de la espada, y mientras observaba a Myoshu admiró su maestría. Juzgándola según las normas de la esgrima, se dijo que era perfecta, que no dejaba ningún cabo suelto. En los movimientos de la mujer al preparar el té percibía la misma pericia que se observa en un diestro espadachín que se apresta a atacar. «Es el Camino —se dijo—, la esencia del arte. Es preciso dominarlo para ser perfecto en cualquier cosa.»
    Pág. 28.

  4. Banned Chipola dice:

    —No tiene ninguna importancia, querido. En el acto de tomar el té no debe haber nada sofisticado o esotérico. Si eres un chico del campo, entonces bébelo como lo harías en el campo.
    —¿No importa de veras?
    —Claro que no. Los modales no son una cuestión de reglas, sino que provienen del corazón. Lo mismo sucede con la esgrima, ¿no es cierto?
    —Planteado de esa manera, sí.
    —Si te sientes inseguro sobre el modo correcto de beber, no disfrutarás del té. Cuando usas una espada, no puedes permitir que tu cuerpo se ponga demasiado tenso, pues eso quebraría la armonía entre la espada y tu espíritu. ¿Me equivoco?
    —No, señora. —Musashi inclinó sin darse cuenta la cabeza y aguardó a que la anciana monja prosiguiera la lección.
    Ella soltó una risita cantarína.
    —¡Hay que ver! Aquí me tienes hablando de esgrima cuando no sé una sola palabra de eso.
    Pág. 29.

  5. Banned Chipola dice:

    Sin embargo, lo que le afectaba más que la versatilidad artística del hombre era la profundidad humana que encerraba aquel cuenco de té aparentemente sencillo. Le turbaba un poco reconocer la extensión de los recursos espirituales de Koetsu. Estaba acostumbrado a medir a los hombres según su pericia con la espada, y de pronto comprendió que esa vara de medir era demasiado corta.
    Pág. 31.

  6. Banned Chipola dice:

    -Hay muchos budistas así en este mundo, a los que llaman fieles. Hacen algo que no deberían, van al templo y rezan a Amida. Parecen idear hechos diabólicos para que Amida les perdone. Pueden matar alegremente a un hombre, con la absoluta confianza en que si luego visitan a Amida sus pecados les serán perdonados y cuando mueran irán al Paraíso Occidental. Esas buenas gentes constituyen un problema.
    Pág. 93.

  7. Banned Chipola dice:

    Quédatelo si quieres. La verdad es que no lo necesito. Las pinturas deben pertenecer a quienes las aman y aprecian de veras. Estoy seguro de que eso es lo que desearía el artista.
    Pág. 103.

    A tu edad, probablemente ni siquiera tienes necesidad de una casa propia, pero creo que todo hombre debería tener un sitio al que pudiera considerar su hogar, aunque no sea más que un pequeño chamizo. Si una perso­na carece de casa, se siente solitaria…, perdida en cierto modo.
    Pág. 103.

    Me gustaría mucho viajar a lugares lejanos, ir al extremo de Kyushu y ver cómo vive la gente bajo la influencia de los extranjeros en Nagasaki. Y estoy deseoso de ver la nueva capital que el shogun está levantando en Edo y las grandes montañas y ríos en el norte de Honshu. Puede que en el fondo no sea más que un vagabundo.
    -No eres el único, ni mucho menos. Eso es del todo natural, pero deberías evitar la tentación de creer que tus sueños sólo pueden realizarse en algún lugar remoto. Si piensas así, no aprovecharás las posibilidades que ofrece tu entorno inmediato. Me temo que la mayoría de la gente lo hace, y el resultado es que sus vidas no les satisfacen.
    Pág. 103.

  8. Banned Chipola dice:

    -Si te preocupa que beber obstaculice tus estudios, o te haga perder el equilibrio, o debilite tu fuerza de voluntad, o te impida labrarte un nombre, entonces es que no tienes el coraje necesario para ser un luchador.
    -Oh, no se trata de eso. Sólo hay un pequeño problema.
    -¿Cuál es?
    -La bebida me da sueño.
    Pág. 113.

  9. Banned Chipola dice:

    Existía una diferencia entre la idea que tenía Musashi de la preparación y la de su contrario. Aunque estaba físicamente preparado, Denshichiro sólo había empezado a dominarse espiritualmente, mientras que Musashi había iniciado la lucha mucho antes de presentarse ante su enemigo. Para él, el combate entraba ahora en su fase segunda y central. En el santuario de Gion había visto las huellas de pisadas en la nieve, y en aquel momento se había despertado su instinto de lucha.
    Pág. 128.

    Cuando se presentó ante su adversario lo hizo de manera brusca y desde la seguridad relativa de la terraza. Llevaba la iniciativa.
    Pág. 128.

    Una manera de luchar sería acceder a lo que le pedía, mientras que la otra sería ignorarlo y buscar por su cuenta la mejor posición. La cautela era necesaria, pues en un caso como aquél la victoria era como la luna reflejada en un lago. Si uno salta hacia ella impulsivamente, podría ahogarse.
    Pág. 128.

  10. Banned Chipola dice:

    Veía a Denshichiro como una roca gigantesca, una presencia abrumadora. El nombre de Hachiman, el dios de la guerra, cruzó por su mente.
    «Su técnica es mejor que la mía», se dijo Musashi sinceramente. Había experimentado la misma sensación de inferioridad en el castillo de Koyagyü, cuando le rodearon los cuatro espadachines más diestros de la escuela Yagyü. Siempre ocurría lo mismo cuando se enfrentaba a espadachines de las escuelas ortodoxas, pues su propia técnica carecía de forma o razón, no era, en realidad, más que un método basado en el lema «actúa o muere».
    Pág. 131.

  11. Banned Chipola dice:

    Musashi ponía sumo cuidado en no hacer ningún movimiento innecesario. Su táctica primitiva se negaba a entrar en juego, y le sorprendía comprobar hasta qué punto sus brazos se rebelaban, negándose a extenderse. Lo mejor que podía hacer era mantener una postura conservadora, defensiva, y esperar. Sus ojos enrojecieron mientras escrutaban en busca de una oportunidad, y rogó a Hachiman que le diera la victoria.
    Pág. 132.

    La creciente excitación hizo que se le acelerase el corazón. De haber sido un hombre ordinario, podría haberse visto arrastrado a un torbellino de confusión y habría sucumbido. Sin embargo, se mantuvo firme, sacudiéndose de encima la sensación de insuficiencia, como si no fuese más que nieve en su manga. Su capacidad para dominar esa nueva sensación regocijante era el resultado de haber sobrevivido ya a varios roces con la muerte. Ahora su espíritu estaba despierto del todo, como si le hubieran quitado un velo que tenía ante sus ojos.
    Pág. 132.

    Musashi ya no veía una gran roca delante de él. Él mismo ya no existía como una persona individual. Había olvidado la voluntad de ganar. Veía la blancura de la nieve que caía entre él y su adversario, y el espíritu de la nieve era tan ligero como el suyo propio. Ahora el espacio parecía una extensión de su propio cuerpo. Se había convertido en el universo, o bien había sucedido al revés. Estaba allí y al mismo tiempo no estaba.
    Pág. 132.

  12. Banned Chipola dice:

    Aunque estaba de espaldas a ella, Yoshino se daba cuenta de que todo su cuerpo estaba tenso como una armadura de acero. Una expresión de simpatía apareció en el rostro de la mujer.
    -Musashi.
    -¿Qué?
    -¿Contra quién estás en guardia?
    -Contra nadie, tan sólo estoy intentando no relajarme demasiado.
    -¿A causa de tus enemigos?
    -Naturalmente.
    -En el estado en que te encuentras, si te atacaran de improviso en masa, morirías en el acto. Estoy segura de ello, y eso me entristece.
    Pág. 155.

    -Una mujer como yo no sabe nada del arte de la guerra, pero después de observarte esta noche tengo la terrible sensación de que he visto a un hombre que pronto será vencido. De algún modo te envuelve la sombra de la muerte. En tales condiciones, ¿está seguro un guerrero que en cualquier momento puede tener que enfrentarse a una docena de espadas? ¿Puede un hombre así confiar en que saldrá victorioso?
    Pág. 155.

  13. Banned Chipola dice:

    -Como puedes ver -le dijo ella-, el interior del laúd es casi completamente hueco. Todas las variaciones proceden de esta única pieza transversal cerca del centro. Esta sola pieza equivale a los huesos, los órganos vitales, el corazón del instrumento. Si fuese totalmente recto y rígido, el sonido sería monótono, pero ha sido desbastado hasta darle una forma curva. Esto, por sí solo, no podría crear la variedad infinita del laúd, la cual se consigue dando a la pieza transversal cierto margen para que vibre en cada extremo. Por decirlo de otra manera, la riqueza tonal se debe a que existe cierta libertad de movimiento, cierta relajación, en los extremos del núcleo.
    Pág. 158.

    »Lo mismo sucede con las personas. Debemos tener flexibilidad, nuestro espíritu ha de ser capaz de moverse libremente. Si uno está demasiado tenso y rígido, es quebradizo y no tiene capacidad de reacción.
    Pág. 158.

    -Esto debería ser evidente para todo el mundo, pero ¿no es una característica de la gente volverse rígida? Con un solo toque del plectro puedo hacer que las cuatro cuerdas del laúd suenen como una lanza, una espada, una nube que se rasga, debido al sutil equilibrio entre firmeza y flexibilidad en el núcleo de madera. Esta noche, cuando te vi por primera vez, no percibí en ti ni un ápice de flexibilidad…, sólo tensión, una rigidez inflexible. Si la pieza transversal del laúd estuviera tan tirante y rígida como tú, un solo toque del plectro rompería una cuerda, tal vez incluso la misma caja de resonancia. Es posible que fuese presuntuosa al decirte lo que te dije, pero estaba preocupada por ti. No bromeaba ni me reía de ti. ¿Lo comprendes?
    Pág. 158.

  14. Banned Chipola dice:

    -No pretendo comprenderla, como tampoco comprendo a Otsü. Claro que, en realidad, no comprendo a las mujeres en general. Todas me parecen un poco enfermas. En cuanto a Musashi, supongo que es hora de que llegue a la primavera de la vida. Ahora es cuando comienza su verdadero adiestramiento, y confiemos en que le entre en la cabeza que las mujeres son más peligrosas que las espadas. No obstante, nadie puede resolverle sus problemas, y no creo que pueda hacer más que dejarle solo.
    Pág. 166.

  15. Banned Chipola dice:

    Musashi reflexionó en que estar apartado del mundo exterior había sido beneficioso para él, pues hasta entonces su cuerpo y su mente habían sido como hielo, una masa espesa, fría e insensible a la belleza de la luna, que no prestaba atención a las flores ni le importaba el sol. No tenía ninguna duda sobre la rectitud de la vida ascética que llevaba, pero ahora podía ver cómo las carencias que se había impuesto podían traducirse en estrechez de miras y testarudez.
    Años atrás Takuan le había dicho que su fuerza no se diferenciaba de la de una bestia salvaje.
    Nikkan le había puesto en guardia contra su exceso de fortaleza.
    Después de la lucha con Denshichiró, su cuerpo y su espíritu habían estado demasiado tensos y rígidos.
    En los dos últimos días se había relajado, permitiéndose una expansión espiritual. Había bebido un poco, dormitado cuando le apetecía, leído, dibujado algo, por torpe y superficialmente que fuera, bostezado y estirado sus miembros a placer. Tomarse un descanso había sido algo de un valor inmenso. Había llegado a la conclusión de que era importante y seguiría siéndolo gozar de vez en cuando dos o tres días de ocio totalmente libre de cuidados.
    Pág. 177.

  16. Banned Chipola dice:

    -Por eso tienes que darle mi mensaje. Dile que vernos no nos hará ningún bien mientras todavía esté adiestrándome como guerrero. He elegido un camino de disciplina, el cual requiere que supere mis sentimientos y lleve una vida estoica llena de penurias. Si no lo hago así, nunca encontraré la luz que busco. Piénsalo, Jótaró. También tú tendrás que seguir ese camino, pues de lo contrario nunca llegarás a ser un guerrero digno.
    Pág. 191.

    -Uno nunca sabe cuándo terminará el Camino del Samurai.
    Pág. 191.

  17. Banned Chipola dice:

    -No hay ningún motivo para que camine con tanta rapidez -dijo en voz alta, al tiempo que aflojaba el paso-. Supongo que ésta será mi última noche en el mundo de los vivos.
    Esto último no era ni una exclamación ni un lamento, sino una mera afirmación que afloró espontáneamente a sus labios. Aún no tenía la sensación de estar mirando cara a cara a la muerte.
    Se había pasado el día anterior meditando bajo un pino en el templo interior de Kurama, confiando en alcanzar ese estado de beatitud en el que el cuerpo y el espíritu ya no importan. Su esfuerzo por librarse de la idea de la muerte fue inútil, y ahora estaba avergonzado por haber perdido el tiempo.
    Pág. 214.

  18. Banned Chipola dice:

    -Bien, ésa es la situación. ¿De veras pretendes ir solo o tienes seguidores que van por otra ruta?
    -Tendré un solo compañero.
    -¿Ah, sí? ¿Dónde está ahora?
    -¡Aquí mismo! -Musashi señaló su sombra y se echó a reír. Sus dientes brillaron a la luz de la luna.
    Pág. 217.

    -¿Crees que el gran santo Shinran bromeaba cuando dijo que todo creyente tiene la fuerza de dos, porque Buda Amida camina a su lado?
    Pág. 217.

  19. Banned Chipola dice:

    Sin duda supones que me derrotarán, pero te ruego que no te preocupes por mí. Si supusiera que disponen de diez hombres y llevara diez hombres conmigo, ¿qué ocurriría? Ellos serían veinte en vez de diez. Y si llevara veinte, aumentarían su número hasta treinta o cuarenta, y el combate crearía aún más desorden público. Muchos morirían o caerían heridos. El resultado sería una grave infracción contra los principios del gobierno, sin ningún avance compensatorio para la causa de la esgrima. En otras palabras, si yo pidiera ayuda habría mucho que perder y poco que ganar.
    Pág. 218.

    -Por cierto que eso sea, no está acorde con el arte de la guerra emprender un combate sabiendo que vas a perder.
    -Hay ocasiones en que es necesario.
    -¡No! No lo es según el arte de la guerra. Llevar a cabo una acción temeraria es un asunto totalmente distinto.
    -Tanto si mi método es acorde con el arte de la guerra como si no, sé lo que es necesario para mí.
    -Estás infringiendo todas las reglas.
    Musashi se rió.
    -Si insistes en ir contra las reglas -argumentó Kojiro-, ¿por qué no eliges por lo menos una línea de acción que te dé una oportunidad de seguir viviendo?
    -Para mí, el camino que estoy siguiendo es el camino hacia una vida más plena.
    Pág. 218.

    -Pudiera ser que este río fuese el río de tres brazos que corre por el infierno; este camino podría ser el camino de la perdición, que tiene una milla de largo; la colina por la que pronto subiré, podría ser la montaña de agujas donde empalan a los condenados. Sin embargo, éste es el único camino hacia la verdadera vida.
    -Tal como hablas, es posible que ya estés poseído por el dios de la muerte.
    -Piensa como gustes. Hay personas que mueren permaneciendo vivas y otras que alcanzan la vida al morir.
    Pág. 218.

  20. Banned Chipola dice:

    Con una sonrisa en los labios, Musashi salió de detrás de un árbol y permaneció en el lugar donde Kojiró había estado. Se alegraba de haberse desembarazado de él. Le desagradaba un hombre que se complacía en ver morir al prójimo, que observaba impasible mientras otros arriesgaban sus vidas por causas que eran importantes para ellos. Kojiró no era un espectador inocente, motivado tan sólo por el deseo de aprender, sino un entrometido engañoso e intrigante, siempre dispuesto a congraciarse con ambos bandos, siempre presentándose como el tipo espléndido que quiere ayudar a todo el mundo.
    Pág. 220.

    No es que hubiera olvidado la lección que le enseñó Takuan: el hombre realmente valiente es el que ama la vida y la estima como un tesoro que, una vez perdido, jamás puede ser recuperado. Sabía muy bien que vivir significaba algo más que limitarse a sobrevivir. El problema consistía en impregnar su vida de significado, en asegurar que su vida lanzara un brillante rayo de luz en el futuro, aun cuando resultara necesario entregar esa vida por una causa. Si lograba hacerlo, la duración de su vida, tanto si eran veinte años como setenta, sería lo de menos. Una vida humana no era más que un intervalo insignificante en el flujo interminable del tiempo.
    Pág. 220.

    Según la manera de pensar de Musashi, había una clase de vida para la gente ordinaria y otra para el guerrero. Era vitalmente importante para él vivir y morir como un samurai. No podía desandar el camino que había elegido. Aunque le descuartizaran, el enemigo no podría borrar el hecho de que había reaccionado sin temor y honestamente al desafío.
    Pág. 220.

  21. Banned Chipola dice:

    Musashi apresuró el paso. Directamente bajo sus pies, vislumbró el tejado de un templo, y pensó que su destino ya no estaba lejos. Alzó la vista y reflexionó que dentro de muy poco su espíritu se uniría a las nubes en su vuelo hacia el cielo. Para el universo, la muerte de un solo hombre apenas tendría más importancia que la de una mariposa, pero en la esfera humana una sola muerte podía afectarlo todo, para bien o para mal. Ahora la única preocupación de Musashi era cómo morir con nobleza.Pág. 242.

  22. Banned Chipola dice:

    Pero no podía perder más tiempo. Si llegaba tarde, no sólo habría roto su promesa sino que estaría en considerable desventaja. Suponía que el momento ideal para un guerrero solitario que quisiera atacar a un ejército de adversarios sería el breve intervalo después de que la luna se hubiera puesto pero antes de que el cielo estuviera totalmente iluminado. Recordó el antiguo proverbio: «Es fácil aplastar a un enemigo que está fuera de uno mismo, pero imposible derrotar a un enemigo interior».
    Pág. 243.

    Había jurado expulsar a Otsü de sus pensamientos, e incluso se lo había dicho así con franqueza cuando ella se aferraba a su manga. No obstante, parecía incapaz de eliminar de su mente la voz de la muchacha. Soltó una maldición entre dientes, y se dijo: «Estoy actuando como una mujer. ¡Un hombre con una misión de hombre no tiene que pensar en frivolidades como el amor!».
    Pág. 243.

  23. Banned Chipola dice:

    A Musashi le consoló la idea de que tenía un poderoso aliado, que si se lanzaba al ataque el dios de la guerra iría tras él. Sabía que los dioses siempre se inclinaban por el bando al que asistía la razón. Recordó que el gran Nobunaga, cuando se dirigía a la batalla de Okehazama, se detuvo para presentar sus respetos en el santuario de Atsuta. El descubrimiento de aquel lugar sagrado parecía realmente oportuno. Pág. 244.

  24. Banned Chipola dice:

    «¿Qué estoy haciendo?», se dijo, horrorizado. La cuerda, trenzada con hebras de algodón blancas y rojas, parecía invitarle a sujetarla y hacer sonar el gong para elevar su súplica. La miró fijamente. «¿Qué iba a pedir? —se preguntó—. «¿Para qué necesito la ayuda de los dioses? ¿No estoy ya fundido con el universo? ¿No me he adiestrado para enfrentarme a la muerte con calma y confianza?»
    Pág. 245.
    Estaba consternado. Sin pensarlo, sin recordar sus años de adiestramiento y autodisciplina, había estado a punto de rogar por la ayuda sobrenatural. Era una actitud errónea, pues sabía en lo más hondo que el verdadero aliado de un samurai no eran los dioses sino la misma muerte.
    Pág. 245.

    «¡Qué idiota soy! Creía haber alcanzado la pureza y la iluminación, pero dentro de mí hay todavía un anhelo de seguir viviendo, una ilusión que me hace pensar en Otsu o mi hermana, una falsa esperanza que me lleva a aferrarme a un clavo ardiendo, un ansia diabólica, que es la causa del olvido de mí mismo y me tienta a implorar la ayuda de los dioses.» Estaba disgustado, exasperado con su cuerpo y su alma, por su incapacidad para dominar el Camino. Las lágrimas que había retenido en presencia de Otsu brotaron de sus ojos.
    Pág. 245.

  25. Banned Chipola dice:

    «Todo ha sido inconsciente. No tenía ninguna intención de rezar, ni siquiera había pensado en el objetivo de mi plegaria. Pero si hago las cosas inconscientemente, eso las empeora aún más.»
    Pág. 246.
    Atormentado por las dudas, se sentía estúpido e inadecuado. En primer lugar, ¿había tenido alguna vez la capacidad necesaria para llegar a ser un guerrero? De haber alcanzado el estado de serenidad al que aspiraba, no habría tenido ninguna necesidad, ni siquiera inconsciente, de plegarias o súplicas. En un momento demoledor, sólo unos minutos antes del combate, había descubierto en su corazón las verdaderas semillas de la derrota. ¡Ahora le resultaba imposible considerar su muerte inminente como la culminación de la vida de un samurai!
    Pág. 246.
    Un instante después experimentó una profunda gratitud. La presencia y magnanimidad de la deidad le envolvió. La batalla aún no había dado comienzo, la prueba real todavía estaba por llegar. Había sido advertido a tiempo. Al reconocer su error, lo había superado. La duda se desvaneció y comprendió que la deidad le había guiado hasta allí para impartirle aquella enseñanza.
    Pág. 246.
    Aunque creía sinceramente en los dioses, no consideraba que solicitar su ayuda formara parte del Camino del Samurai. El Camino era una verdad esencial que trascendía a los dioses y Budas. Retrocedió un paso, juntó las manos y, en vez de pedir protección, agradeció a los dioses que le hubieran ayudado a tiempo.
    Pág. 246.

  26. Banned Chipola dice:

    Musashi utilizaba su arma de una manera distinta a la del espadachín ordinario de su época. Según las técnicas normales, si el primer golpe no entraba en contacto con el objetivo, la fuerza de la espada se perdía en el aire y era necesario echar la hoja atrás antes de golpear de nuevo. Este sistema era demasiado lento para Musashi, y cada vez que golpeaba lateralmente, había un golpe de retorno. Un tajo a la derecha iba seguido, esencialmente en el mismo movimiento, por un golpe de retorno a la izquierda. Su hoja creaba dos fajas de luz, con una pauta muy similar a las de dos agujas de pino unidas por un extremo.
    Pág. 250.

  27. Banned Chipola dice:

    Pero a pesar de todos sus cambios y maniobras ágiles, Musashi se aferraba a una sola estrategia básica. Nunca atacaba a un grupo por delante o un lado, sino siempre oblicuamente en un ángulo expuesto. Cada vez que una batería de samurais se le aproximaba de frente, él se las arreglaba de algún modo para desplazarse con la velocidad del rayo a un extremo de su formación, desde donde sólo podía enfrentarse a uno o dos hombres a la vez. De esta manera lograba mantenerlos esencialmente en la misma posición.
    Pág. 254.
    Pero al final sería inevitable su agotamiento, como también parecía lógico que al final sus adversarios encontrarían una manera de frustrar su método de ataque. Para ello tendrían que dividirse en dos grandes grupos, uno delante y otro detrás de él. Entonces Musashi correría un peligro todavía mayor. Tenía que poner en juego todos sus recursos para evitar que sucediera tal cosa.
    Pág. 254.
    En un momento determinado, Musashi sacó su espada más pequeña y empezó a luchar con ambas manos. Mientras que la espada mayor en su mano derecha estaba embadurnada de sangre hasta la empuñadura y el puño que la sostenía, la espada pequeña en la mano izquierda estaba limpia. Y aunque arrancó un poco de carne la primera vez que la usó, siguió centelleando, ávida de sangre. El mismo Musashi ni siquiera era consciente de que la había retirado del obi, aun cuando la blandía con la misma destreza que la espada mayor.
    Pág. 254.

  28. Banned Chipola dice:

    Cuando no golpeaba, sostenía la espada izquierda de manera que apuntara directamente a los ojos de su contrario. La espada derecha, extendida al lado, formaba un ancho arco horizontal con el codo y el hombro, y estaba en gran parte fuera del ángulo de visión del enemigo. Si éste pasaba a la derecha de Musashi, él podía utilizar la espada derecha. Si el atacante se movía al otro lado, Musashi podía mover la espada pequeña en su mano izquierda y atraparlo entre las dos espadas. Lanzándose adelante, podía inmovilizar al hombre en un lugar con la espada pequeña y, antes de que tuviera tiempo de esquivar, atacarle con la espada mayor. En años posteriores este método llegaría a ser formalmente conocido como la «técnica de las dos espadas contra una gran fuerza», pero en aquel momento Musashi la empleaba por puro instinto.
    Pág. 255.

    Según todas las normas aceptadas, Musashi no era un gran técnico de la espada. Escuelas, estilos, teorías, tradiciones… nada de eso significaba nada para él. Su manera de luchar era absolutamente pragmática. Lo que sabía era tan sólo lo que había aprendido por experiencia. No llevaba la teoría a la prác­tica, sino que luchaba primero y teorizaba después. Pág. 255.

    A pesar de que eran unos luchadores muy entrenados y altamente disciplinados, no tenían manera de evaluar a un espadachín como Musashi, el cual había pasado una época viviendo como un asceta en las montañas, exponiéndose a los peligros presentados por la naturaleza con tanta frecuencia como a los presentados por el hombre. Para los hombres de Yoshioka era incomprensible que Musashi, con la respiración tan errática, el rostro ceniciento, los ojos empañados por el sudor y el cuerpo cubierto de sangre, fuese todavía capaz de blandir dos espadas y amenazar con poner fin instantáneo a cualquiera que se le acercara demasiado. Pero lo cierto era que seguía luchando como un dios de fuego y furia. Ellos mismos estaban extenuados, y sus intentos de inmovilizar a aquel espectro ensangrentado se estaban volviendo histéricos.
    Pág. 255.

  29. Banned Chipola dice:

    -Te diré por qué. Lo hacen porque al pintar o tallar una imagen del Buda se acercan más a él. Un espadachín puede purificar su espíritu de la misma manera. Todos los seres humanos contemplamos la misma luna, pero hay muchos caminos que podemos recorrer para alcanzar la cumbre de la montaña más cercana. A veces, cuando perdemos nuestro camino, decidimos probar con el de otro, pero el objetivo final es conseguir la plenitud en la vida.
    Pág. 260.

    Musashi leyó las palabras talladas en la piedra cubierta de musgo:
    El agua de la Ley
    pronto correrá somera.
    Cuando llegue el fin
    un frío y crudo viento soplará
    en los yermos picos de Hiei.
    Pág. 260.

  30. Banned Chipola dice:

    »¡Ahora vete de aquí, Miyamoto Musashi! ¡Vete lo antes posible! ¡El monte Hiei te rechaza!
    Tras haber dado rienda suelta a su cólera, los sacerdotes se marcharon.
    Aunque hubiera soportado en silencio la última andanada de insultos, no era porque no tuviese ninguna respuesta a sus acusaciones. «Digan lo que digan, hice bien -pensó-, hice lo único que podía hacer para proteger mis convicciones, que no son erróneas.»
    Creía sinceramente en la validez de sus principios y en la necesidad de defenderlos.
    Pág. 264.

  31. Banned Chipola dice:

    Se sintió apabullado por su propia pequeñez, entristecido al pensar en su insignificancia en la vastedad del universo. Desde su victoria en el pino de ancha copa, se había atrevido en secreto a pensar que eran pocos, o ninguno, los hombres tan bien calificados como lo estaba él para ser considerados grandes espadachines. Su vida en la tierra era corta, limitada, pero la belleza y el esplendor del monte Fuji eran eternos. Irritado y un poco deprimido, se preguntó cómo podía dar alguna importancia a sus logros con la espada.
    Pág. 341.

    Pero incluso mientras estaba arrodillado, distintos pensamientos se agolparon en su mente. ¿Qué le había hecho pensar que el hombre era pequeño? ¿Acaso la misma naturaleza no era grande solamente cuando se reflejaba en los ojos humanos? ¿No existían los mismos dioses sólo cuando se comunicaban con los corazones de los mortales? Los hombres, espíritus vivos, no rocas inertes, llevaban a cabo las acciones más grandes de todas.
    «Como hombre no estoy tan alejado de los dioses y el universo -se dijo-. Puedo tocarlos con mi espada de tres pies. Pero no es así cuando siento que hay una distinción entre la naturaleza y la humanidad, mientras permanezca alejado del mundo del verdadero experto, del hombre plenamente desarrollado.»
    Pág. 341.

  32. Banned Chipola dice:

    Los dos hombres, que se miraban fijamente sin hacer el menor movimiento, no parecieron oírla. El bastón de Gonnosuke esperaba bajo su brazo la oportunidad de golpear, como si hubiera aspirado todo el aire de la meseta y estuviera a punto de exhalarlo en un gran golpe silbante. Musashi tenía la mano en la parte inferior de la empuñadura de su espada y sus ojos parecían perforar el cuerpo de su contrario. Interiormente, el combate ya había dado comienzo, pues el ojo puede dañar a un hombre más gravemente que la espada o el bastón. Cuando el ojo ha hecho el corte inicial, la espada o el palo penetran por él sin esfuerzo.
    Pág. 345.

    -¡Esperad! -gritó la madre de nuevo.
    -¿Qué ocurre? -le preguntó Musashi, retrocediendo de un salto cuatro o cinco pies a una posición más segura.
    -¿Estás luchando con una espada real?
    -Tal como yo peleo, que use una espada de madera o una real no supone la menor diferencia.
    -No estoy tratando de detenerte.
    -Quiero asegurarme de que lo comprendes. La espada, de madera o de acero, es absoluta. En un combate real, no hay medidas intermedias. La única manera de evitar el riesgo es huir.
    Pág. 345.

  33. Banned Chipola dice:

    -Se dice que nuestro antepasado remoto fue Kakumyo, que luchó bajo el estandarte del gran guerrero de Kiso, Minamoto no Yoshinaka. Después de la muerte de Yoshinaka, Kakumyo se hizo fiel del santo Honen, y es posible que seamos de la misma familia que él. A lo largo de los siglos, nuestros antepasados han vivido en esta zona, pero en la generación de mi padre sufrieron una deshonra que no voy a mencionar. Mi madre y yo, llenos de congoja, fuimos al santuario de Ontake y juramos por escrito que yo restauraría nuestro buen nombre siguiendo el Camino del Samurai. Ante el dios del santuario de Ontake adquirí mi técnica para usar el bastón. Lo llamo el estilo Muso, es decir, el estilo de la Visión, pues lo recibí como revelación en el santuario. La gente me llama Muso Gonnosuke.
    Pág. 346.

    -Mi familia desciende de Hirata Shógen, cuya casa era una rama de los Akamatsu de Harima. Soy el hijo único de Shimmen Munisai, que vivió en el pueblo de Miyamoto en Mi-masaka. He recibido el nombre de Miyamoto Musashi. No tengo parientes cercanos y he dedicado mi vida al Camino de la Espada. Si cayera ante tu bastón, no hay necesidad de que te molestes por mis restos.
    Pág. 346.

  34. Banned Chipola dice:

    Mientras los dos hombres se enfrentaban en silencio, los restos de la niebla matinal se disiparon. Un pájaro voló con indolencia entre ellos y las nebulosas montañas a lo lejos. Entonces, de improviso, un grito hendió el aire, como si el pájaro se hubiera desplomado al suelo. Era imposible saber si el sonido procedía de la espada o del bastón. Era irreal, como el aplauso con una sola mano del que hablan los seguidores del zen.
    Pág. 347.

    El golpe de Gonnosuke había fallado. Musashi había invertido a la defensiva su antebrazo y golpeado hacia arriba, desde cerca del costado de Gonnosuke hasta un punto por encima de su cabeza, y a punto estuvo de alcanzarle el hombro derecho y la sien. Entonces Musashi empleó su magistral golpe de retorno, el que había causado la aflicción de todos sus oponentes hasta entonces, pero Gonnosuke, agarrando el bastón con ambas manos cerca de los extremos, paró la espada por encima de su cabeza.
    Pág. 347.

  35. Banned Chipola dice:

    Si la hoja no hubiera entrado en contacto oblicuamente con la madera, sin duda habría partido en dos el bastón. Al cambiar de posición, Gonnosuke había dirigido el codo izquierdo adelante y alzado el codo derecho, con la intención de golpear a Musashi en el plexo solar, pero en el que debería haber sido el momento del impacto, el extremo del bastón estaba todavía una fracción de pulgada separado del cuerpo de Musashi.
    Pág. 348.

    Aunque la posición era análoga a la de un punto muerto en que las espadas están trabadas por las guardas, Musashi era consciente de las importantes diferencias que existen entre una espada y un bastón. Evidentemente, un bastón no tiene guarda ni hoja ni empuñadura ni punta. Pero en las manos de un experto como Gonnosuke, cualquier parte del arma de cuatro pies de longitud podía ser hoja, punta o empuñadura. Así pues, el bastón era mucho más versátil que la espada, e incluso podía ser usado como una lanza corta.
    Pág. 348.

  36. Banned Chipola dice:

    Había parecido que la espada y el bastón permanecerían trabados hasta que los luchadores se convirtieran en piedra. Al oír el grito de la anciana, se separaron con una fuerza más estremecedora que la que un momento antes les había llevado a trabarse.
    Musashi golpeó el suelo con los talones, saltó hacia atrás una distancia de siete pies. El bastón de Gonnosuke cubrió de inmediato el espacio que había ocupado Musashi, el cual apenas había tenido tiempo de esquivarlo.
    Frustrado su ataque letal, Gonnosuke perdió el equilibrio y cayó hacia adelante, exponiendo la espalda. Musashi se movió con la rapidez de un halcón peregrino y un delgado destello luminoso entró en contacto con los músculos dorsales de su adversario, el cual, con el balido de una ternera aterrada, cayó de bruces en el suelo. Musashi se sentó pesadamente en la hierba, llevándose una mano al estómago.
    Pág. 349.

  37. Banned Chipola dice:

    -Bueno, no soy experta en estas cosas, pero mientras le veía emplear toda su fuerza para tener tu espada a raya, me pareció que estaba perdiendo una oportunidad. No podía avanzar ni retroceder, y estaba demasiado excitado. Pero vi que si se limitaba a bajar las caderas, manteniendo las manos como estaban, el extremo del bastón te golpearía naturalmente el pecho. Todo ocurrió en un instante. En aquel momento, yo no era realmente consciente de lo que decía.
    Pág. 350.

    En años posteriores, cuando Gonnosuke estableció su propio estilo y llegó a ser muy célebre, recordaba la técnica que su madre descubrió en aquella ocasión. Aunque escribió con detalle sobre la abnegación de su madre y su encuentro con Musashi, se abstuvo de decir que había ganado. Al contrario, durante el resto de su vida dijo a la gente que había perdido y que la derrota había constituido una lección inapreciable para él.
    Pág. 350.

  38. Banned Chipola dice:

    Resumen del libro, atencion si no has leido el libro este resumen puede quitarle el factor sorpresa a la novela.
    Si aun asi quieres continuar leyendo, adelante.

    3. El camino de la espada.

    Un joven de la provincia de Miyamoto, llamado Takezo y conocido por el nombre de Musashi, aspira a convertirse en samurai y vive día a día intensamente entregado al Camino de la Espada. Ha derrotado, tanto en duelo como enfrentándose a un numeroso grupo, a los dirigentes de la renombrada escuela Yoshioka, siendo conocido como un temible adversario.
    Su habilidad con la espada y el ímpetu irreflexivo que poco a poco ha conseguido ir dominando le han granjeado asimismo gran número de enemigos. Entre éstos se cuenta en particular otro gran luchador, Sasaki Kojiro, que no duda en poner en entredicho la reputación de Musashi siempre que se presenta la ocasión.
    Musashi sufre una profunda contradicción, debido al amor que siente por la joven Otsu y su convicción de que tal sentimiento es incompatible con las exigencias de su entrenamiento. Otsu, por su parte, ha decidido seguir a Musashi a dondequiera que vaya. Tras un encuentro en el que los dos jóvenes se confiesan sus sentimientos, la torpeza de Musashi asusta a Otsu y ambos prosiguen su camino a cierta distancia.
    Mientras Otsu es acompañada por Jotaro, discípulo de Musashi, aparece en escena Matahachi, que, víctima de un cúmulo de circunstancias, rapta a la joven movido por el despecho. Matahachi, amigo de la infancia de Musashi, estaba originalmente prometido a Otsu, pero rompió su compromiso al fugarse con Oko, una viuda a cuyo lado acabó sintiéndose cada vez más miserable.
    Como consecuencia del rapto de Otsu, Musashi tiene un encuentro con Gonnosuke, un joven que viaja en compañía de su madre y es especialista en el manejo del bastón. Gonnosuke, obligado por las circunstancias y por un rígido código de honor, desafía a Musashi a un duelo singular. La espada se enfrenta al bastón y, por fortuna, no se produce ninguna víctima mortal, aunque ambos jóvenes consideran haber perdido el encuentro y sienten una profunda admiración mutua.