El camino del samurai.

Musashi 1.
El camino del samurai.
A cien pies por debajo de él, las aguas que se unían para formar el río Aida fluían estrepitosamente entre los cantos ro­dados. El fragor llegó al monje, le llenó los oídos y penetró en todo su ser. Mientras orinaba, miró el cielo como si contara las estrellas.
—¡Ah, qué deliciosa sensación! —dijo, exultante—. ¿Soy uno con el universo o es el universo uno conmigo?
—¿Todavía no has terminado, Takuan? —le llamó Otsü—. ¿Cuánto tiempo necesitas?
Finalmente el monje regresó y explicó a su acompañante:
—Mientras estaba en ello, he consultado el Libro de los Cambios, y ahora sé exactamente cómo vamos a actuar. Lo veo todo claro.
—¿El Libro de los Cambios? No me digas que te has traído un libro.
—No el escrito, tonta, sino el que llevo dentro de mí. Mi propio y original Libro de los Cambios, que llevo en el corazón o el vientre o alguna otra parte. Cuando estaba allí de pie, examiné la disposición de la tierra, el aspecto del agua y el estado del cielo. Entonces cerré los ojos y, cuando volví a abrirlos, algo me dijo: «Ve a esa montaña de ahí». —Señaló un pico cercano.
Pág. 104

12 Commentsto El camino del samurai.

  1. Banned Chipola dice:

    -Si tiendes redes, puedes coger pájaros al vuelo sin necesi­dad de que tú también vueles.
    -No hemos tendido ninguna red. ¿Estás seguro de que no te ha poseído el espíritu de un zorro o algo así?
    -Entonces encendamos una fogata. Los zorros temen el fuego, por lo que pronto quedaré exorcizado.
    Pág. 105

  2. Banned Chipola dice:

    -¿Has cometido ese único error, Takezo? ¿Acaso no ha sido erróneo de uno u otro modo todo lo que has hecho y dicho? Mientras descansas ahí arriba, ¿por qué no tratas de reflexionar un poco en el pasado?
    -¡Ah cállate, hipócrita! ¡No estoy avergonzado! La madre de Matahachi puede llamarme lo que le venga en gana, pero él es mi amigo, mi mejor amigo. Consideré que tenía la responsabilidad de venir y decirle a esa vieja bruja lo que le había ocurrido a su hijo, ¿y qué hace ella? ¡Trata de incitar a esa chusma para que me torturen! Traerle noticias de su precioso hijo fue el único motivo por el que atravesé la barrera y vine aquí. ¿Es ésa una violación del código del guerrero?
    -¡No se trata de eso, imbécil! Tu problema es que ni siquiera sabes cómo pensar pareces tener la idea errónea de que si llevas a cabo una hazaña valerosa eso basta por sí solo para convertirte en un samurai. ¡Pues no es cierto! Dejas que ese único acto de lealtad te convenza de tu rectitud, y cuanto más convencido estás, más daño te causas a ti mismo y a todos los demás. ¿Y dónde te encuentras ahora? ¡Atrapado en una trampa que tú mismo te has tendido, ahí es donde estás! -Hizo una pausa y añadió-: Por cierto, ¿cómo es el panorama desde ahí arriba, Takezo?
    Pág. 130.

  3. Banned Chipola dice:

    -A la larga, Takezo, no hay ninguna diferencia. Te vencí con mi ingenio y mi capacidad persuasiva, en vez de hacerlo con los puños. Una vez te han derrotado, derrotado estás. Y tanto si te gusta como si no, estoy sentado en esta roca mientras que tú cuelgas ahí arriba, impotente. ¿Es que no puedes ver la diferencia entre tú y yo?
    -Sí, peleas sucio, eres un embustero y un cobarde.
    -Habría estado loco si hubiera intentado prenderte a la fuerza. Físicamente eres demasiado fuerte. Un ser humano no tiene muchas posibilidades si pelea con un tigre. Por suerte no suele tener que hacerlo, ya que es el más inteligente de los dos. Pocas personas discutirán el hecho de que los tigres son inferiores a los seres humanos.
    Pág. 141.

  4. Banned Chipola dice:

    -Lo mismo sucede con eso que consideras tu valor. Tu comportamiento hasta ahora no demuestra que sea algo más que valor animal, de ése que carece de respeto por los valores y la vida humanos. No es la clase de valor propio de un samurai. El verdadero valor conoce el miedo. Las personas honestas valoran la vida apasionadamente, se aferran a ella como si fuese una joya preciosa, y eligen el momento y el lugar apropiados para entregarla, para morir con dignidad.
    Pág. 142.

    -A eso me refería cuando he dicho que es una lástima lo que ocurre contigo. Naciste con fuerza y valor físicos, pero te falta conocimiento y sabiduría. Si bien lograste dominar algunos de los aspectos más desafortunados del camino del samurai, no hiciste el menor esfuerzo por adquirir sabiduría ni virtud. La gente habla de combinar el camino del aprendizaje con el camino del samurai, pero cuando están adecuadamente combinados no son dos sino uno solo. Hay un único camino, Takezo.
    Pág. 142.

  5. Banned Chipola dice:

    Takezó recorrió velozmente la garganta, y mientras corría fragmentos de las enseñanzas de Takuan pasaban por su mente: «Aprende a temer lo que es temible… La fuerza bruta es un juego de niños, la fuerza inconsciente de las bestias… Ten la fuerza del verdadero guerrero…, el auténtico valor… La vida es preciosa».
    Pág. 159.

  6. Banned Chipola dice:

    La sección sobre topografía del Arte de la guerra de Sun-tzu estaba abierta sobre la mesa baja, ante él. Sun-tzu dijo:
    Entre los aspectos topográficos, los hay que son transitables. Los hay que están suspendidos. Los hay que confinan. Los hay que son empinados. Los hay que son lejanos.
    Cada vez que llegaba a un pasaje que le atraía de una manera especial, como éste, lo leía en voz alta una y otra vez, como si fuese un cántico.

    Quien conoce el arte del guerrero no se confunde en sus movimientos. Actúa y no está confinado. En consecuencia, Sun-tzu dijo: «Quien se conoce a sí mismo y conoce a su enemigo vence sin peligro. Quien conoce los cielos y la tierra vence sobre todos».
    Pág. 165.

  7. Banned Chipola dice:

    «Ahora sólo tengo esta espada -se dijo-. La única cosa en el mundo en la que puedo confiar.» Apoyó la mano en la empuñadura y se prometió: «Viviré de acuerdo con sus principios la consideraré como mi alma y, al aprender a dominarla, me esforzaré por mejorar, por convertirme en un ser humano mejor y más juicioso Takuan sigue el camino del zen, yo seguiré el de la espada. Debo convertirme en un hombre aún mejor que él».
    Pág. 171.

  8. Banned Chipola dice:

    Cierta vez había leído que en el siglo X dos rebeldes llamados Taira-no-Masakado y Fujiwara-no-Sumitomo, ambos ambiciosos en extremo, se unieron y tomaron la decisión de que si salían victoriosos de las guerras, se repartirían Japón entre ellos. De entrada la historia era probablemente apócrifa, pero Musashi recordó que al leerla pensó en lo estúpido y poco realista por parte de aquellos hombres que habría sido creer en que podrían llevar a cabo un plan tan grandioso. Ahora, sin embargo, ya no le parecía ridículo. Aunque su propio sueño era de una clase diferente, existían ciertas similitudes. Si los jóvenes no pueden abrigar grandes sueños en sus almas, ¿quién puede hacerlo? En aquellos momentos Musashi imaginaba cómo podría crearse un lugar propio en el mundo.
    Pensó en Oda Nobunaga y Toyotomi Hideyoshi, en sus visiones de la unificación del país y en las numerosas batallas que habían librado con ese fin. Pero era evidente que el camino hacia la grandeza ya no consistía en ganar batallas. Ahora el pueblo sólo quería la paz que había ansiado durante tanto tiempo. Y mientras Musashi consideraba la larguísima lucha que hubo de librar Tokugawa Ieyasu para convertir su deseo en realidad, comprendió una vez más lo difícil que era aferrarse al propio ideal.
    «Ésta es una nueva era —se dijo—. Tengo toda la vida por delante. He nacido demasiado tarde para seguir los pasos de Nobunaga o Hideyoshi, pero aún puedo soñar en la conquista de mi propio mundo. Nadie puede impedírmelo. Incluso ese porteador de palanquín debe de tener alguna clase de sueño.»
    Pág. 216.

  9. Banned Chipola dice:

    Ahora Musashi habría dicho: «Si un samurai muere con una plegaria por la victoria de su señor en los labios, ha hecho algo bueno y significativo». Pero en la época de la batalla, ni él ni Matahachi habían tenido sentido alguno de la lealtad. Lo que habían anhelado era la fama y la gloria, y más concretamente un medio de ganarse la vida sin dar nada de sí mismos.
    Era curioso que lo hubieran considerado de esa manera. Desde que Takuan le enseñó que la vida es una joya que debe ser muy apreciada, Musashi sabía que lejos de no dar nada, él y Matahachi habían ofrecido sin proponérselo su posesión más preciada. Cada uno había arriesgado cuanto tenía con la esperanza de recibir un miserable estipendio como samurai. Se preguntó cómo habían podido ser tan idiotas.
    Pág. 231.

    fin de la reseña del primer libro.

  10. Banned Chipola dice:

    Resumen del libro, atencion si no has leido el libro este resumen puede quitarle el factor sorpresa a la novela.
    Si aun asi quieres continuar leyendo, adelante.

    1. El camino del Samurai

    Takezo y Matahachi, dos jóvenes con aspiraciones de con­vertirse en samurais, recobran el conocimiento en el desolado escenario de la batalla de Sekigahara, en la que el ejército del que formaban parte ha resultado derrotado y Tokugawa Ieyasu se ha impuesto como nuevo shogun de Japón.
    Temerosos de ser hechos prisioneros, ambos jóvenes se re­fugian en casa de una viuda llamada Oko y de su hija Akemi, a quien conocen cuando ésta roba despojos del campo de ba­talla. Tras un altercado con un grupo de rufianes locales, Take­zo despierta, para descubrir que Matahachi, seducido por Oko, le ha abandonado y se ha marchado con las dos
    mujeres.
    Takezo regresa a su Miyamoto natal y, debido a su carácter violento, se ve convertido en un forajido a quien una guarni­ción local intenta dar caza. Otsu, la prometida de Matahachi, que no ha dejado de esperar a su amado, sufre una gran decep­ción cuando recibe una carta suya en la que rompe su com­promiso. Osugi, la madre de Matahachi, culpa a Takezo de la pérdida de su hijo y hace lo que puede para que éste, no demasiado popular entre los suyos, sea capturado. Pese a todo, Takezo resiste los intentos de captura y se vuelve cada vez más violento, llegando casi a aterrorizar la comarca.

    Takezo es finalmente capturado por un pintoresco perso­naje: Takuan, un monje budista cuya afilada lengua consigue lo que no ha podido la fuerza bruta. El monje cuelga a Takezó de un árbol, teóricamente para que muera en presencia de todo el pueblo, pero buscando en realidad hacerle reflexionar sobre la forma en que ha condicionado su existencia. Otsu no puede evitar sentir pena por él y le libera, deseando unir su vida a la suya y huyendo de Miyamoto en su compañía. Por su parte, Osugi considera que el honor de su familia ha sido mancillado por Takezó y, jurando venganza, emprende su persecución en compañía del tío Gon.

  11. Banned Chipola dice:

    Tras un infructuoso intento de rescatar a su hermana, que había sido detenida para presionarle, Takezo se dirige al casti­llo de Himeji, donde el señor local deja su juicio en manos de Takuan. Éste le condena a permanecer aislado y Takezo lo está por espacio de tres años, durante los cuales se dedica a la lectura y la reflexión. Al ser liberado decide consagrarse a aprender el Camino de la Espada y perfeccionarse como per­sona, recibiendo el nombre de Miyamoto Musashi como sím­bolo de su renacimiento.
    Takezo había quedado de acuerdo para reunirse con Otsu en el puente Hanada antes de su encierro y descubre que ella le ha estado esperando todo ese tiempo. Sin embargo, no quiere que le estorbe en su periplo y la abandona pidiéndole dis­culpas.
    Takezo, ahora Musashi, viaja entregado al estudio del Ca­mino de la Espada. Tiempo después, aparece en la famosa es­cuela Yoshioka de Kyoto y desafía a su maestro Seijuro a un duelo. Luego de vencer a los estudiantes más aventajados, Mu­sashi espera el regreso de Seijuro, que se encuentra ausente.
    Seijuro, en compañía de su hombre de confianza Toji, ha pasado la noche en casa de Oko, instalada ahora junto con Akemi y Matahachi en un barrio de dudosa reputación de la capital. Matahachi, por su parte, lleno de resentimiento por el desprecio de que le hace objeto Oko, decide seguir su propio camino.

    De regreso a la escuela, el grupo intenta tender una trampa a Musashi, pero este la elude. Musashi tiene seguidamente un encuentro con la vieja Osugi, ante cuyo desafío no encuentra otra salida que huir, pues se siente incapaz de usar su espada contra ella.
    A continuación se dirige a Nara, deseando aprender de los luchadores de lanza del templo Hozoin. Un joven deslenguado llamado Jotaro decide entretanto convertirse en su pupilo, pese a no considerarle un guerrero demasiado excepcional. Musashi sabe por el joven que Matahachi intenta encontrarse con él y le envía hacia Kyoto con un mensaje para su amigo y un desafío formal para Seijüró y la escuela Yoshioka.
    Jotaro entrega ambos mensajes y en el camino de vuelta conoce a Otsu, que se gana la vida tocando la flauta mientras sigue buscando a Musashi, y a Shoda Kizaemon, un samurai al servicio de Yagyu Muneyoshi, señor de Koyagyu.

  12. Banned Chipola dice:

    Kizaemon convence a Otsu de que acepte su invitación para ir a Koyagyu, y poco después ambos se despiden de Jotaro, sin que Otsu lle­gue a sospechar que el maestro del que habla éste es en reali­dad Musashi.
    Musashi llega al templo Hozoin, donde la presencia de va­gabundos que desean recibir una lección de los maestros de la lanza resulta bastante habitual. Musashi se enfrenta a uno de los discípulos y le mata durante el duelo. Nikkan, abad del tem­plo adyacente de Ozoin, interroga a Musashi y le previene de su propia fuerza, indicándole que no tiene nada que aprender en Hozoin y que si quiere aprender más le mire a los ojos. Mu­sashi descubre que no es capaz de sostener la mirada de Nik­kan y siente que ha resultado perdedor de un duelo que no ha logrado comprender.
    Entonces se hospeda en casa de una viuda para esperar la llegada de Jotaro. Su presencia en la localidad suscita gran ex­pectación, dada su reputación después del incidente en Ho­zoin. Es contactado por varios ronin del lugar, que pretenden sacar provecho de su destreza en duelos con apuestas, pero se niega de plano y les ofende. Jotaro le entrega la respuesta de la escuela Yoshioka, que acepta un segundo duelo para dentro de un año.

    Cuando Musashi está dispuesto a partir, le llegan rumores de que han aparecido carteles firmados por él en los que se burla de las habilidades marciales del Hozoin y que, en conse­cuencia, los monjes buscan vengarse de él y le esperan en la planicie de Hannya. El conflicto ha sido instigado por el grupo de ronin ofendidos, que intentan unir sus fuerzas a las de los monjes para acabar con él. Cuando se produce el encuentro, descubre que los monjes no tienen en realidad intención algu­na de enfrentarse a él y que han utilizado la situación como subterfugio para acabar con el grave problema que suponía la presencia de los rónin incontrolados en la zona. Jotaro, por su parte, se da cuenta de que su maestro no es el debilucho que él había imaginado.

    Tras las explicaciones que siguen al incidente, Musashi pide de nuevo a Nikkan que le aconseje. Éste le repite que no debe enorgullecerse de su fuerza, y que de seguir comportándose como lo ha hecho ese día, no vivirá para cumplir los treinta.