La Diosa Blanca

now browsing by category

 

Más sobre el Mito del Matriarcado

[url=http://encrucijadasylaberintos.blogspot.com/2008/02/anotaciones-sobre-el-matriarcado.html]http://encrucijadasylaberintos.blogspot.co…atriarcado.html[/url]

Anotaciones sobre el Matriarcado

Ya sabéis, después de todo lo que he escrito, que soy por naturaleza enemiga de absolutos y de maniqueísmos. Por eso, entre otros motivos, siempre me han resultado molestas las interpretaciones históricas que tratan de retratar un mundo más como les gustaría a quienes lo describen que hubiera sido, que como fue en realidad. La historia enseña muchas lecciones, y no es la más pequeña de ellas el hecho de los datos pueden ser escogidos y retorcidos al servicio de las ideologías. Por eso siempre hay que contrastar, rebuscar, y leer más de un libro, y más de dos.
Con esto en mente, me gustaría compartir con vosotros parte de un interesante artículo sobre el mito del matriarcado que leí el otro día. Que lo disfrutéis.

[…] Ahora bien, la práctica totalidad de las máximas que se erigen como pilares de esta teoría son en la práctica indemostrables. La evidencia arqueológica no puede corroborar la existencia de sociedades matriarcales en el Paleolítico, como tampoco en otros periodos históricos posteriores. Es igualmente imposible llegar a la conclusión, a través de la etnología, de que todas las sociedades han pasado alguna vez por un estadio matriarcal. Las Venus paleolíticas indican la existencia de algún tipo de código repetitivo compartido por pueblos repartidos en una gran extensión de terreno, además de la importancia de los caracteres fértiles de la mujer; pero concluir que son la muestra inequívoca de un culto a la Diosa Madre es imposible, en primer lugar por que ningún dato lo corrobora, y en segundo lugar porque se está proyectando sobre la Prehistoria un tipo de religiosidad típicamente clásica y mediterránea. La teoría conspiratoria que viene a decir que a lo largo de la Historia las muestras de un poder matriarcal anterior fueron borradas, pretendidamente para suprimir la posibilidad de que algo similar volviese a ocurrir, tampoco encuentra refrendo científico. De hecho, en muchas culturas se han dado casos de poder femenino evidente e incluso oficial sin tratarse de sociedades matriarcales.

Puede decirse, en definitiva, que el matriarcado como realidad histórica no puede ser demostrado. Debe asumirse que el matriarcado populista es una idealización fabulosa que obedece a los problemas políticos del del pasado más reciente y del mundo actual, en la que subyace una evidente carga de legitimación o deslegitimación. Cuando se discute acerca de la oposición binaria entre matriarcado y patriarcado, lo que se está haciendo realmente es imbricar en la Historia dos corrientes de pensamiento como el machismo político y el feminismo político, que de esta forma distorsionan el pasado de la humanidad en beneficio de sus propios fines. Es hora de comprender que cada sociedad se mueve por su propia dinámica, fruto de la época en la que se desarrolla, de su propia cultura y de la interacción de un complejo conjunto de factores inherentes a sí misma. De este modo, aunque pueda considerarse muy acertadamente que las sociedades de nuestros antepasados eran machistas, hay que entender que actualmente se cuenta con la ventaja de la perspectiva histórica. Llevar a tiempos pasados las visiones actuales no ayuda a solucionar los problemas que, aunque puedan venir de largo, son inherentes a este tiempo. Es necesario abrir los ojos y darnos cuenta de que no necesitamos entroncar históricamente con ninguna realidad anterior para reivindicar algo que, por justicia, debe existir en la sociedad: la igualdad total entre sexos.

Texto extraído del artículo
El Matriarcado. Ecos del poder de las mujeres, firmado por A. L.
Publicado en la revista Memoria: La Historia de cerca, nº VIII, Enero de 2008

El encuentro con la Diosa

Fuente : Joseph Campbell, “El Héroe de las Mil caras”, Ed.Fondo de Cultura Econónima, México D.F., 2000. pp.107-113

La figura mitológica de la Madre Universal imputa al cosmos los atributos femeninos de la primera presencia, nutritiva y protectora. La fantasía es en principio espontánea, porque existe una correspondencia obvia y estrecha entre la actitud del niño hacia su madre y la del adulto hacia el mundo material que lo rodea. Pero también ha habido en numerosas tradiciones religiosas un uso pedagógico conscientemente controlado de esta imagen arquetípica con la finalidad de purgar, equilibrar e iniciar a la mente en la naturaleza del mundo visible.

En los libros tántricos de la India medieval y la moderna (…) La diosa es roja por el fuego de la vida; la Tierra, el sistema solar, las galaxias de los espacios mayores, están dentro de su vientre. Porque ella es la creadora del mundo, siempre madre y siempre virgen. Ella circunda lo circundante, nutre a los que alimentan y es la vida de todo lo que vive.

También es la muerte de todo lo que muere. Todo el proceso de existencia queda comprendido dentro de su poder, desde el nacimiento, la adolescencia, la madurez, la ancianidad y la tumba. Es el vientre y la tumba, la puerca que come a sus lechones. Así reúne el “bien” y el “mal” exhibiendo las dos formas de la madre recordada, no sólo la personal sino la universal. Se espera que el devoto contemple a las dos con ecuanimidad. A través de este ejercicio su espíritu queda purgado de sus sentimentalismos y resentimientos infantiles e inapropiados y su menta abierta a la inescrutable presencia que existe como ley e imagen de la naturaleza del ser, y no primariamente como el “bien” y el “mal”, como el bienestar y la desesperación con respecto a su conveniencia humana infantil.

(…)

Sólo los genios capaces de las más altas realizaciones pueden soportar la revelación completa de la sublimidad de esta diosa. Para los hombres de menores alcances, ella reduce sus fulgores y se permite aparecer en formas concordantes con las fuerzas no desarrolladas. Contemplarla en su plenitud sería yb terrible accidente para cualquier persona que no estuviera espiritualmente preparada. Como testigo queda el desgraciado caso del joven y vigoroso ciervo Acteón. Él no era un santo, sino un cazador impreparado para la revelación de la forma que debe contemplarse sin las excitaciones y depresiones humanas normales (infantiles) del deseo, la sorpresa y del temor.

La mujer, en el lenguaje fráfico de la mitología, representa la totalidad de lo que puede conocerse. El héroe es el que llega a conocerlo. Mientras progresa en la lenta iniciación que es la vida, la forma de la diosa adopta para él una serie de transformaciones; nunca puede ser mayor que él mismo, pero siempre puede prometer más de lo que él es capaz de comprender. Ella lo atrae, lo guía, lo incita a romper sus trabas. Y si él puede emparejar su significado, los dos, el conocedor y el conocido, serán libertados de toda limitación. La mujer es la guía a la cima sublime de la aventura sensorial. Los ojos deficientes la reducen a estados inferiores; el ojo malvado de la ignorancia la empuja a la banalidad y a la fealdad. Pero es redimida por los ojos del entendimiento. El héroe que puede tomarla como es, sin reacciones indebidas, con la seguridad y la bondad que ella requiere, es potencialmente el rey, el dios encarnado, en la creación del mundo de ella.

Por ejemplo se cuenta la historia de los cinco hijos del rey irlandés Eochaid; de cómo, un día que fueron de cacería, se encontraron perdidos, cercados por todas partes. Como estaban sedientos, partieron uno por uno en busca de agua. Fergus fue el primero “y llegó a una fuente en donde encontró a una anciana de pie. (…) Toda la descripción de la dama era de hecho asquerosa. “Así eres ¿No es verdad?”, dijo el muchacho. “Así mismo soy”, contestó ella. “¿Es verdad que estás cuidando de la fuente?”, preguntó él, y ella dijo “Es verdad”. “¿Me das permiso de llevarme un poco de agua?” “Te lo doy – consintió ella-, pero primero has de besarme en la mejilla”. “De ningún modo”, dijo él. “Entonces no te he de conceder el agua”. “Te doy mi palabra – dijo él- , de que prefieroperecer de sed antes que darte un beso”. Entonces el joven regresó al lugar donde estaban sus hermanos y les dijo que no había podido conseguir el agua.
Olioll, Brian y Fiachra de la misma manera fueron en su busca e igualmente llegaron a la misma fuente. Cada uno de ellos pidió el agua a la vieja, pero le negó el beso.
Finalmente fue Niall y llegó a la misma fuente. “¡Déjame tomar agua, mujer!”, le gritó. “Te la daré – dijo ella- si me das un beso”. Él contestó: “No sólo te daré un beso sino que te abrazaré”. Entonces se inclinó a abrazarla y le dio un beso. Cuando terminó dicha operación y él la miró, no había en el mundo entero una joven de porte más gracioso, ni universalmente más hermosa que ella (….). “Esto, mujer, es un conjunto de encantos”, dijo el joven. “Eso es verdad”. “Y ¿quién eres tu?”, insistió él. “El Poder Real soy yo”, y pronunció lo siguiente:
“Rey de Tara. Yo soy el Poder Real…”
“Ve ahora – dijo ella- a tus hermanos y lleva contigo el agua; de hoy en adelante, para ti y para tus hijos ha de ser para siempre el reinado y la fuerza suprema… Y así como primero me has visto fea, brutal y repugnante, y al final hermosa, así es el poder real: porque sin batallas, sin feroces conflictos no puede ganarse; pero al final, quel que es rey no importa de qué, se muestra siempre gentil y hermoso”.

¿Así es el poder real? Así es la vida misma. La diosa guardiana de la fuerza inagotable, ya sea descubierta por Fergus, o por Acteón, o por el príncipe de la Isala Solitaria, requiere que el héroe esté dotado con aquello que los trovadores y los juglares llamaban un “corazón gentil”. No por el deseo animal de un Acteón, ni por el desdeñoso rechazo de un Fergus, puede ser la diosa comprendida y servida debidamente, sólo con gentileza: awaré (simpatía gentil) se llama en la poesía romántica cortesana del Japón de los siglos décimo a duodécimo.

(…)

El encuentro con la diosa (encarnada en cada mujer) es la prueba final del talento del héroe para ganar el don del amor (caridad: amor fati), que es la vida en sí misma, que se disfruta como estuche de la eternidad.

Y cuando el aventurero, desde este punto de vista, no es un joven sino una doncella, ella es quien, por medio de sus cualidades, su belleza o su deseo, está destinada a convertirse en la consorte de un ser inmortal. Entonces el marico celeste desciende sobre ella y la conduce a su lecho, ya sea que ella lo quiera o no. Si ella lo rechaza, se ciega para siempre; si lo busca, su deseo encuentra la paz.
La muchacha arapaho que siguió al puerco espín por el árbol que crecía a medida que avanzaban, mereció un sitio junto al pueblo del cielo, donde se convirtió en la esposa de un mancebo celeste. Fue él quien bajo la forma del puero espín la sedujo para llevarla a su hogar sobrenatural. (…)
(…) Cuando Psique hubo llevado al cabo todos los difíciles trabajos, Júpiter mismo le concedió el elixir de la inmortalidad; de manera que para siempre estuvo unida a Cupido, su amado, en el paraíso de la forma perfecta. (…)

Notas sobre la figura femenina

La viejecita servicial y el hada madrina son personajes familiares al reino de las hadas europeo; en las leyendas cristianas de los santos ese papel lo representa generalmente la Virgen. La Virgen puede interceder para ganar la merced del Padre. La Mujer Araña con su tela puede dominar los movimientos del Sol. El héroe que llega bajo la protección de la Madre Cósmica no puede ser dañado. El ovillo de Ariadna devolvió a Teseo sano y salvo de la aventura del laberinto. Esta es la fuerza guía que corre por la obra de Dante en las figuras femeninas de Beatriz y la Virgen, y que aparece en el Fausto de Goethe sucesivamente como Gretchen, Helena de Troya y la Virgen. “Eres… vivo manantial de esperanza – reza Dante al final del feliz pasaje a través de los peligros de los Tres Mundos-. Eres tan grande, señora, y tanto vales, que todo el que desea alcanzar alguna gracia y no recurre a ti, quiere que su deseo vuele sin alas. Tu benignidad no sólo socorre al que te implora, sino que muchas veces se anticipa espontáneamente a la súplica. En ti se reúnen la misericordia, la piedad, la magnificencia, y todo cuanto bueno existe en la criatura”. [ Dante, “Paraíso”, XXXIII,12-21]

Joseph Campbell, El Héroe de las Mil Caras, pp.72

Inanna / Ishtar / Astarté

El propósito de hablar de Inanna/Ishtar/Astarté es porque esta Diosa, (con relaciones lunares pero no restringida por las mismas), es el orígen de muchos mitos que se repiten en diferentes culturas y tiempos ( desde el Diluvio “universal” al Descenso a los Infiernos). Al mismo tiempo, muchas divinidades femeninas de aparición posterior presentan como principal alguno de sus atributos y sólo ahondando en estas figuras míticas (en sus historias secundarias) se alcanza a ver el nivel de complejidad que de entrada tiene Inanna, a quien la historia ha tenido a bien conservar como una figura más completa.

La cultura mesopotámica reúne varios pueblos, a través de un periodo de tiempo de aproximadamente 3000 años; acadios, babilonios, casetas y asirios, por lo que existen múltiples variaciones en los parentescos y jerarquías de los dioses del panteón.
Cabe señalar que, para los Mesopotámicos, “la Luna” es masculina, es Sin/Nannar o Nanna. Gobernaba el paso de los meses, con sus cambios de fase resultaba un dios misterioso y era aquel “cuyo corazón profundísimo ningún dios podía penetrar”, al final del mes los demás dioses venían a consultarle y escuchar sus decisiones y consejos. Se le representaba como una anciano de larga barba blanca color lapislázuli y cubierto con un turbante, su símbolo era la luna creciente. Se le emparejaba con Ningal o Nigal (la gran señora).

Ishtar, llega a ser Diosa del Cielo, la Tierra y el Inframundo, y sin duda es la divinidad femenina de mayor importancia de todo el panteón tanto sumerio como semita. Hija de Sin o de Anu, es la representación del planeta Venus. Su nombre sumerio es Inanna. Es la diosa de la sensualidad/sexualidad y de la guerra; los dos primeros atributos se resaltaban cuando se la mostraba como hija de Anu o An (Dios Celeste, a la cabeza del panteón) y el tercero lo recibía más a menudo como hija de Sin (Dios Luna, hijo padre de Shamash -dios sol-, así como de Nusku, dios del fuego). Se la ha situado como esposa de Ashur al que acompañaba en las campañas militares.
Se la representaba en un carro tirado por siete leones (su animal sagrado) y llevando un arco en la mano. Sus amantes eran múltiples y era implacable con ellos, existen numerosos mitos a este respecto (…). Como diosa guerrera se la adoraba en Nínive, sin embargo en Erech era adorada como diosa del amor y de la voluptuosidad, apareciéndose con un cortejo de “cortesanas, muchachas de placer y prostitutas”, también se le rendía culto en Uruk, Agade, Kish y Arba´il.

Está relacionada con Afrodita/Venus ( relacionada con el planeta que lleva su nombre), también con Rhea/Gea, madre (y mítica antecedente) de Deméter/Ceres (todas ellas diosas de la tierra), pero por sus atributos “violentos” puede relacionarse de varias formas con Artemis/Diana (ahora sí, diosa lunar). No es una diosa “maternal”, sin embargo, es de ella de quien depende la fecundidad de los vivientes.

Fuente de consultas varias; [url=http://html.rincondelvago.com/mitologia-mesopotamica.html]http://html.rincondelvago.com/mitologia-mesopotamica.html[/url]

Edito: correcciones al texto

La lectura de los mitos

IV. El Drama Sagrado de Eleusis.

(…)La mitología griega agita ante nuestros ojos el velo ondulante de Maya, en el que están tejidos todos los seres, monstruos, hombres y dioses. Ella nos deja presentir las fuerzas ocultas de la Naturaleza, bajo sus juegos múltiples, combates y metamorfosis.

(…) Sin embargo tras el velo multicolor de la epopeya, aparece de cuando en cuando la doctrina secreta de la Gran Madre, de su hija, la diosa de los muertos, y del Dios que sufre. Los misterios de Deméter, Perséfona y Dionisos resumían desde los tiempos antiguos, para los iniciados, la historia del Alma del mundo, del Alma humana y del Espíritu viviente que evoluciona en el universo. Había tres maneras de comprender el mito: en el sentido natural, en el humano y en el divino. La primera era para la multitud; la segunda, para los hombres educados; la tercera, para un pequeño número de elegidos.

Cada significado era verdadero en su esfera y correspondía a un grado de comprensión. La segunda explicaba la primera, y la tercera justificaba las otras dos, sintetizándolas. Así es como Deméter se podía concebir materialmente como la Tierra-Madre, que da nacimiento a todos los seres corporales; intelectualmente como la providencia que enseña la agricultura y la civilización a los hombres ; y espiritualmente, como la luz inmaterial, inteligente e inteligible, madre de las almas, que inicia a los hombres en las verdades últimas. Perséfona y Dionisos tenían, igualmente, tres significados. Los misterios se habían hecho para revelarlos sucesivamente a quienes podían comprenderlos, y para abrir el sentido de la visión intensa que ve el interior de las cosas tras su apariencia engañosa, y percibe su unidad en la multiplicidad de sus fenómenos. Pero como la mayor parte de los hombres son poco aptos para elevarse a las cosas santas, ya que en seguida se sienten inclinados a tergiversarlas y arrastrarlas por el fango, para rebajarlas a su nivel, el juramento de silencio se imponía a los antiguos iniciados bajo pena de muerte.

SCHURÉ, Eduardo. La Grecia heroica y sagrada. Serie Santuarios de Oriente, joyas espirituales. ed.Kier, Buenos Aires, 1976.

Duda

Bueno, es que no tengo el libro de Graves, q es difícilisimo de encontrar por aquí
¿Alguien me puede decir si habla por algún lado en él de Inanna/Astarté/Ishtar ?

La rama dorada

La rama dorada

La rama dorada, magia y religión (The Golden Bough: A Study in Magic and Religion). Obra principal del antropólogo escocés sir James George Frazer, publicada por primera vez en 1890 en dos volúmenes, cuya segunda versión (1907-1915) aumentó el número de volúmenes hasta doce y que fue reducido por el autor hasta uno solo en 1922.

El título es tomado de una obra del pintor inglés Joseph Mallord William Turner, quien en su obra homónima pinta el lago del bosque de Nemi al que en la antigüedad se le llamaba “El espejo de Diana”, a su vez el pintor siguió la leyenda de la rama dorada citada por el poeta latino Virgilio en uno de sus poemas.

Objetivo de la Obra
El motivo de la obra es esclarecer los orígenes primitivos de una vieja leyenda acerca de un sacerdote de Diana armado con una espada, nombrado como “rey del bosque”, que habitaba dentro de las raíces de un viejo árbol en el bosque de Nemi en Italia, cuyo puesto solo podría ser tomado si el postulante lograba asesinar al antecesor.

De la leyenda anterior, el autor realiza una entretejida investigación de los diferentes aspectos constitutivos del mito, mediante la comparación de los diferentes cultos, leyendas y tradiciones de distintas regiones del mundo en semejanza con el fundamento de la obra.

Esta obra influyo enormemente en la mentalidad antropológica de las posteriores décadas, llegando a formar parte de las principales obras de antropología jamás escritas.

Contenido
Con esta obra, el autor pretende demostrar que todas las religiones primitivas tienen características en común, por lo que la justificación de los principios de determinadas costumbres mágicas o religiosas servirán igualmente para la comprensión del origen y significado de otras formas religiosas análogas.

Uno de los primeros postulados que esta obra pone en claro es la división de las prácticas mágicas según el principio que trata de seguir la mente salvaje así, la magia podrá ser homeopática si trata de que “lo semejante produzca lo semejante”; o simpatética (en el orginal inglés “simpatic” textualmente se traduciría simpática) o contaminante, si sigue el principio de que las cosas que alguna vez estuvieron juntas, al separarse, tienen tal relación mágica que lo que se le haga a una sufrirá la otra.

Siguiendo la línea antropológica evolucionista del autor, se declara que todas las culturas del mundo han seguido un proceso semejante en su evolución religiosa, siempre empezando en las actividades mágicas y derivando en religiones bien establecidas, diferenciándose la primera de la segunda en que esta a última busca propiciarse a entidades superiores o deidades, mietras que la primera solo busca alcanzar el efecto necesario o “lógico” de la naturaleza. Esto último resulta, según Frazer, de un entendimiento equivocado de las leyes naturales de causa y efecto y de un presupuesto necesario de un medio entre el acto mágico y el efecto, algo “a semejanza del éter de la física moderna” (Frazer 1922, III, 3).

Obtenido de “http://es.wikipedia.org/wiki/La_rama_dorada”

James George Frazer

James George Frazer (Glasgow, 1 de enero de 1854 – Cambridge, 7 de mayo de 1941), antropólogo escocés.

Sus obras comprenden Totemism (1887), en la que se basó el famoso estudio de Sigmund Freud titulado Tótem y tabú; Totemism and Exogamy (1910), The Scapegoat (1913), The Fear of the Dead in Primitive Religion (El temor a la muerte en la religión primitiva, 3 vols., 1933–36) y Antología antropológica (4 vols., 1938–39). Su obra principal fue The Golden Bough (La rama dorada), publicada en dos volúmenes en 1890 y que se incrementó hasta alcanzar doce volúmenes, que su propio autor redujo a uno, como síntesis, en 1922. Cuestionada y alabada, esta obra es un hito de los estudios sobre magia y religión e influyó en las obras de importantes escritores, como T. S. Eliot, W. B. Yeats y James Joyce.

Frazer llevó una vida aislada y tranquila, y pese a la ceguera que padeció desde 1930, esa rutina le permitió escribir una impresionante cantidad de estudios, mientras ejercía la docencia. Recibió el título de sir y fue miembro de la Royal Society.

El mayor cuestionamiento a La rama dorada es que su tesis no está suficientemente probada, pese a lo cual impresiona la capacidad de Frazer de relacionar distintos mitos y rituales de diversas culturas que parecen abonar muy seriamente la idea de que magia, ciencia y religión no marchan por caminos distintos.

Desde un pequeño problema, cual era el de explicar la norma que regulaba la sucesión del sacerdocio de la diosa Diana en Aricia, Italia, la obra se multiplicó y ramificó, abarcando los mitos y dioses agrícolas, los mitos de la vegetación, las víctimas propiciatorias, la magia, los alucinógenos, los ritos de fertilidad, el temor a los muertos en el nacimiento de las religiones, y la religión misma.

Su tesis de que las fallas de la magia condujeron a las religiones, y que la ciencia no procede de modo muy distinto en sus ideas generales, fueron el centro de la controversia, que no invalida la idea de que percepciones y temores parecidos crearon parecidos mitos en todas las culturas; y que todas las culturas encerraron en sus mitos una similar intuición sobre el universo y un mismo sentimiento sobre su carácter sagrado, más allá del entendimiento.

Pese a todo la obra de Frazer adolece de los inconvenientes típicos del pensamiento decimonónico. La idea darwiniana de evolución que tanto influyó a todos los pensadores de su época iba siempre emparejada a la idea de progreso. Por ello Frazer toma por evidentes dos supuestos indemostrados, a saber: que la historia de la humanidad refleja dicha evolución y progresión; que la sociedad occidental es la cúspide de dicho proceso de desarrollo.

Influenciado por estas ideas Frazer traza un reducido esquema evolutivo del pensamiento a lo largo de la Historia de la humanidad según el cual en los estadios primeros de civilización se daría la Magia, que progresivamente sería sustituida por la Religión. Ésta por último sería reemplazada por la Ciencia, que es un conocimiento más verdadero, en un estadio superior de desarrollo del pensamiento y el conocimiento humanos. Noténse todas las connotaciones etnocéntricas e ideológicas que esto implica.

Posibles relaciones

Flor de la luna, posible simbolo de la dama blanca.

Caperucita roja, diosa blanca con una tunica roja posible analogia en diosa blanca modalidad alterna.

Flor de la luna, florece con la luz de la luna.

Su olor atrae a los lobos.

3 lobos mas la flor de la luna mas la luna llena hacen un cambio.

El mito del Matriarcado

Básicamente lo escribí en base a los apuntes de “Género y Memoria en las Sociedades de la Antigua Mediterránea”, a cargo de la profesora M.D. Molas, Universidad de Barcelona, 2003.

El Mito del Matriarcado

A menudo, la noción del “matriarcado” ha sido empleada como si se tratara de una realidad compacta, indiscutible, que en los últimos siglos fuera rescatada de la memoria incierta de los orígenes. Esta misma noción del “matriarcado” ha servido para reforzar la idea del culto a la Diosa Madre, llenando muchas páginas en manuales de historia (sin ir más lejos, encontramos ejemplos en los libros de primaria y secundaria que todos conocemos) que han contribuido a popularizar estos términos. Indudablemente, el paganismo actual (entendiendo por actual todo lo posterior al 1900) se ha hecho eco de este fenómeno historiográfico de modo que en buena parte de las tradiciones podemos seguir el rastro de esta idea.

Ahora bien, cuando nos acercamos al tema con espíritu indagador este “matriarcado” deja de ser esa “realidad compacta” y aceptada en general para desgranarse en una serie de cuestiones obvias de las que no obtendremos respuesta inmediata. ¿Qué es exactamente el matriarcado? ¿Cuál fue su origen? ¿Cuál su final? ¿Cómo se desarrolló? ¿Hubo realmente pervivencias en épocas posteriores?… Tal vez incluso, con algo de espíritu crítico, nos preguntemos ¿cómo y porqué – si es que hubo motivo- fue rescatado?

Para empezar a aclarar términos podemos recurrir a la Historiografía; la historia de los historiadores; una especie de diario íntimo de Clío en el que quedan registradas todas las obras de sus protegidos y, con ellas, los puntos de vista y las circunstancias que les dieron origen y hálito para pasar, siempre cambiantes, de una a otra generación.

Pero para explicar el “matriarcado” antes se debe hablar del patriarcado. Éste puede definirse cómo un orden social, un sistema, en el que se institucionaliza el dominio masculino sobre las mujeres y niños, de modo que los varones tienen el control de las instituciones consideradas esenciales por el mismo sistema; política, guerra, economía de mercado, y religión. Ahora bien, si se trata de un sistema social, una creación cultural y no natural, es lícito preguntarse en qué momento y cómo fue instaurado y consolidado.

La noción de “matriarcado” nace para la historia a partir de la segunda mitad del siglo XIX, con los trabajos del etnógrafo L.Morgan y la publicación de Das Mutterrecht ( El derecho materno) de Bachofen[1]. Este autor tenía una concepción darvinista de la historia, describía diversos estadios en la evolución de la sociedad, que irían de la barbarie a la civilización. Se “veía el ascenso del sistema patriarcal en la civilización occidental como el triunfo de un pensamiento y una organización religiosa y política superiores”[2]. El historiador Friedrich Engels, en su obra The Origin of the Family, Private Property and the Estate defendía la existencia de sociedades anteriores igualitarias, en relación con una organización familiar no patriarcal, haciendo hincapié en el modo cómo la evolución de estas estructuras familiares pudo incidir en la aparición de la propiedad privada.

En esta época, se empiezan a estudiar culturas primitivas, y al tiempo existe una voluntad de interpretar mitos antiguos como el “recuerdo” de un orden anterior; el “matriarcado”. Con el inicio de la arqueología Evans excava los yacimientos cretenses, en los que aparecen muchas representaciones femeninas, que se interpretan como prueba física de la existencia de ese Matriarcado como una etapa primitiva y universal de la sociedad. Se forja el mito contemporáneo de la Gran Diosa Madre, interpretándose en la misma línea las estatuillas femeninas del Neolítico, las “Venus” prehistóricas.

Señalaremos aquí el mito de las Amazonas, recogido entre otros por Diodoro Sículo (s. I. a.n.e.). Las amazonas se presentan como una raza de mujeres bárbaras, que en un momento dado inviertes los roles de género; controlando las esferas del poder patriarcal (política, guerra…) y subyugando a los hombres. Esto no puede configurar un sistema diferente al patriarcal; las amazonas, tal como aquí se nos presentan, son los agentes dominadores de un patriarcado en femenino. Existe una inversión de géneros, pero no un cambio estructural. Cabe decir, sin embargo, que posible que el mito tenga resonancias históricas, pues entre los Saurómatas (pueblo bárbaro, antecedente de Escitas y Sármatas) se documenta que las mujeres jóvenes luchaban a caballo al lado de los hombres y eran enterradas con armas.

Del mismo modo, los datos etnográficos en los que se basaban Bachofen, y Engels, han sido rebatidos, o superados. El matriarcado no se reconoce como un fenómeno universal, puesto que cada sociedad tiene una evolución propia, de igual modo no se ha podido demostrar que existiera en ningún momento un patriarcado en femenino, un dominio de las mujeres sobre los hombres. Sin embargo estas propuestas acabarían confirmando la existencia de unas sociedades en las que existió la matrilinealidad (el nombre y la herencia se transmiten por vía femenina) y el matrilocalismo (tipo de matrimonio en el que el hombre deja su hogar para integrarse en el de la mujer).

Etnográficamente encontramos también datos de sociedades que, sin ser patriarcales, no tienen porqué estar controladas completamente por el sexo femenino. Así, las representaciones pictóricas, líticas y escultóricas halladas en las excavaciones cretenses de época Minoica dan a entender que las mujeres tuvieron reconocida autoridad en áreas de la vida pública, especialmente en el religioso. De igual modo a lo largo del tiempo y la geografía van apareciendo sociedades en las que las mujeres detentan un estatus similar al de los hombres, sino en todas, en algunas áreas de poder.

El problema de la interpretación de los hallazgos de carácter simbólico es siempre uno y el mismo; son representaciones. No podemos consultar a los que las crearon para que nos expliquen el mensaje que encierran, sólo podemos imaginarlo. Si vemos una mujer en un trono, y otra en actitud suplicante a sus pies, podemos interpretarla como una diosa, pero también como una reina. Figuras femeninas, sin duda, pero ¿quién puede diferenciar si se trata de diosas, reinas, brujas o simplemente mujeres idealizadas? Y, en todo caso, qué grado de correspondencia tienen estas representaciones con la realidad del momento en el que fueron creadas? La Gran Diosa, de nuestros días es posiblemente la concentración en una sola entidad de panteones femeninos de otras épocas. Desde nuestra óptica podemos ver que ella es “una y todas”, lo cual no significa que en el pasado esta concentración ideal tuviera lugar en las mentes de los pueblos que nos precedieron. Y cuanto más retrocedemos en el tiempo más difícil será entender lo que sentían esas gentes y comunicaban con su obra.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

NOTAS:
[1] Johann Jakob Bachofen (1815-1887) Jurisconsulto e historiador suizo. En su obra «Derecho materno» (1861) inició los estudios sobre la historia de la familia, en especial sobre el problema del matriarcado.
[2] LERNER, Gerda; La creación del patriarcado, p.50