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Terminator 4 ¨Salvation¨

Aqui estan algunos datos curiosos de la producción y al final esta un trailer nuevo con un poco mas de informacion de la historia.

[url=http://movies.yahoo.com/feature/need-to-know-terminator-salvation.html]http://movies.yahoo.com/feature/need-to-kn…-salvation.html[/url]

un correo sobre el silencio interior

Mensaje 1 de 1 en la discusión

De: The_dark_crow_v301 (Mensaje original)
Enviado: 22/07/2005 11:45

silencio interior
saludos Carlos

Dices estar preocupado porque no logras detenr tu diálogo interno. No sé si lo sabes, pero el consejo que te dio tu amigo, casi con toda seguridad, proviene de lo que don Juan le enseñó a Carlos Castaneda. El brujo, o como quieras llamarlo, le recomendó caminar durante horas con la vista ligeramente levantada sobre el horizonte, sin concentrar su atención en ningún objeto en particular, simplemente intentando abarcar todo de un golpe de vista. Al hacer esto todo tu atención queda concentrada en la tarea, impidiendo que te concentres en tus propios pensamientos, como solemos hacer. Solemos estar absortos con nuestras imágens internas, con nuestras pequeñas interminables discusiones absurdas, mientras nos perdemos lo que está ocurriendo alrededor.

He estado practicando esta técnica durante varios años ya. No es necesario ir al campo para hacerlo, ni siquiera caminar. Suelo hacerlo cuando viajo en autobus desde mi casa a mi lugar de trabajo, que es un trayecto bastante largo, de más de una hora. En ocasiones, por unos segundos tal vez, dejo de estar valorándolo todo en términos de recuerdos, es decir, dejo de asociar mis recuerdos a los objetos o situaciones que veo. también dejo de valorarlo todo en términos dicotómicos como bueno-malo, agradable-desagradable, atractivo-repelente, etc.. Cuando eso ocurre siento una leve presión en las sienes que se desaplza luego al interior de mi cabeza. es como si la cabeza se me hinchara. No duele, simplemente siento que se me hincha un poco.

Cuando bajo del autobus y he alcanzado aquella sensación, me siento más liviano. Mi cuerpo no pesa tanto.Durante el tiempo que mi diálogo interno disminuye en intensidad, no creo que haya alcanzado plenamente el silencio interior, el mundo se expande tremendamente. Cantidades de detalles aparecen ante mi campo perceptivo. No sólo visual, sino también auditivo, olfativo y táctil. Pequeños destellos luminosos, refeljos en los cristales, leves movieminetos de las personas o de los objetos, sonidos sutiles que parecían estar escondidos detrás de los más ruidosos, el contacto de mi ropa con la piel, mis respiración y mi rítmo cardiáco, todo esto emerge de golpe. El gran esfuerzo es no iniciar el díalogo nuevamente sobre los detalles que aparecen, sino tratar de percibirlo todo al mismo tiempo.

El mundo se percibe literalmente más amplio, más extenso cuando disminuye ese ruido constante que llevamos en la cabeza. Incluso adquiere otro sentido. No sé explicarlo, pero es como si el cielo, los edificios, la gente, los coches, todo se impregnara de otro color, otro carácter. Es algo sutil. A veces todo parece absurdo, otras como que la tierra siguiera su camino a pesar del ajetreo de la ciudad. No sé como explicar algo que se siente cuando no estás concentrado en las palabras que se repiten sin parar en tu mente.

Al describirlo necesariamente tengo que dividirlo, compartimentarlo, decirlo por partes, una palabra tras otra. Cuando se vive es todo al mismo tiempo. El lenguaje es muy lento y cargoso. La experiencia es inmediata, completa. El lenguaje no hace más que analizar, dividir, ralentizar la experiencia.

Si en algún tiempo los hombres vivían sin estar tan ocupados consigo mismos, seguro que eran hombres pacíficos y serenos.

Alcanzar la interrupción del diálogo interno requiere de un largo y sostenido esfuerzo. No es necesario encontrar las condiciones ideales para intentarlo. La vida diara es la vida. La vida no está en niguna otra parte. lentamente pequeños cambios empiezan a ocurrir. Pequeñas cosas cambian. No sé como decirlo. Lo que se siente cuando no hay palabras no se puede transformar en palabras.

Pedro Arias

Tacticas

Mensaje 1 de 1 en la discusión

De: The_dark_crow_v301 (Mensaje original)
Enviado: 31/07/2005 7:42

Tácticas.
Estrategias a tener en cuenta en un enfrentamiento
Asegurarse de dar combate en terreno que se conoce, generalmente es el terreno propio donde se es fortalecido.
Espera a que si no se conoce el plan del enemigo, que este inicie el juego solo en el caso de que no se tenga idea de cuál es el objetivo.
Si se conoce aunque sea en forma general el objetivo del enemigo, iniciar el juego procurando sólo hacerse evidente cuando el enemigo no tenga oportunidad de contraatacar.
Siempre procurar tener tres planes alternativos:
1- Si sales victorioso.
2- Si las fuerzas logran un equilibrio.
3- Si sales derrotado.
Procura lealtad entre tus seguidores por medio de tres acciones:
1- La bondad y la piedad.
2- La nobleza y el ejemplo.
3- La tiranía y el dolor.
Tus Generales deben tener las siguientes virtudes:
1- Lealtad.
2- Honradez.
3- Inteligencia.
4- Compasión.
5- Credibilidad.
6- Capacidad de lo contrario.
En la lucha se debe tener la suficiente “?”como para dar importancia a los pequeños detalles.
Cuida a tus hombres como te cuidarías a tí mismo, pero también impone las penas como tú te las impondrás.
Delega el mando a quien sabes que entiende tus objetivos.
Jamás busques innovar durante el combate si estás ganando.
Antes de un ataque evalúa las pérdidas, pero no desistas, el objetivo debe ser esencial.
Haz alianzas pero jamás entregues el poder, aún si te aseguran el total éxito.
No hay malas o buenas estrategias, solo hay buenos o malos resultados, y buenos o malos ejecutores.
El destino raras veces da dos oportunidades. No juegues con tu suerte.
Vive la vida de tu enemigo, de esa manera sabrás cuales son sus fortalezas y cuales sus debilidades.
No subestimes nada, puedes ser sorprendido. Si sobreestimas solo habrás gastado tiempo.
Si piensas, hazlo en grande cuando batalles, de esa forma aseguras la victoria para ti y tus generaciones.
No descartes ningún rumor pero no te obsesiones con ello.
Si tomas algo, quédatelo todo. De esa manera puedes negociar lo que quieras.
Busca siempre algo que te dé ventaja en la negociación. La humildad, el idealismo son para los débiles de carácter y para aquellos que no están dispuestos a cambiar su lugar aunque éste sea incómodo. En tiempo de lucha destina tus máximos esfuerzos y recursos a salir victorioso.
En tiempos de calma dedícate a construir.
Observa que la naturaleza siempra da ventaja a:
1- El más fuerte.
2- El más sagaz.
3- El más veloz.
4- El más astuto.
5- El más inteligente.

(autor desconocido)
Lo halle entre mis archivos.

El camino del conocimiento tiene que ser clandestino?

Mensaje 1 de 1 en la discusión

De: The_dark_crow_v301 (Mensaje original)
Enviado: 16/10/2005 14:20

Publicado originalmente en Ojos Abiertos por Ariel:

Para aquellos que tratan de mantener los ojos abiertos –
[url=http://www.angelfire.com/id/diogia/]http://www.angelfire.com/id/diogia/[/url]
>Una duda que tengo hace tiempo es la siguiente:
>Es correcto que un guerrero reconozca su actitud ante la gente o debe
permanecer oculto?
> .·.

Hace rato recibí un correo donde me dicen lo siguiente:

Con respecto a la diferencia entre Chamanismo y Nagualismo
pienso que te refieres a la zona de influencia de Mexico donde se dan
ciertas particularidades ,en la que el Chamanismo debido a la fuerza brutal
de la Evangelización Católica de los Españoles “pinches tirano” recibe un
choque adicional que le obliga a cambiar de octaba al Chamanismo ” que en
cierta medida era la religión del Imperio Inca” convirtiendose en Nagualismo
” que es obligado a entrar en la clandestinidad”, pasando de brujo “en
cierta medida un sacerdote”a Hombre de Conocimiento “un buscador de la
Verdad, o la Mentira”. Me gustaria saber que opinas de esto y la pregunta
seria :
¿El camino del conocimiento tiene que ser clandestino.?

Deseandote lo mejor y esperando que me conteste cuando tengas
tiempo me despido. luis genaro

La pregunta sería, ¿El camino del conocimiento tiene que ser clandestino?

Castaneda menciona repetidamente que un guerrero no se pone al frente de
nada, esto se refiere a que un guerrero solo se pone al frente cuando esta
en una batalla. La clandestinidad es necesaria hasta cierto punto, porque
hay labores que se hacen mejor en secreto, porque un guerrero trata de
HACER, y eso despierta tres cosas en las personas que no son guerreros:
Rencor, miedo, o codicia.

La clandestinidad, permanecer atrás es necesaria para poder ejercer presión
y como un símbolo. He hablado de los arquetipos, y el mejor que se me ocurre
para describir esto son los héroes de revistas y su identidad secreta.
Supermán necesita a Clark Kent. Si las personas supieran quien es, le
pedirian que hiciera cosas que los beneficien, podrían poner en peligro a
sus familiares, o demás. Por otra parte, contrataría alguien a Superman como
reportero, sabiendo que de repente va a salir volando? La clandestinidad es
necesaria por lo mismo para simplificar ciertos procesos, la interacción con
otras personas debe siempre regirse por lo que es correcto, porque de no ser
así no se pueden establecer los lazos correctos, sino solo los que genere la
codicia, el rencor, o el miedo. Al respecto sugiero leer una pagina que se
llama “hablar o no hablar”, y que se encuentra en
www.angelfire.com/id/diogia/hablar.html

Trampas en el camino: el miedo y la claridad

Mensaje 1 de 1 en la discusión

De: The_dark_crow_v301 (Mensaje original)
Enviado: 11/01/2006 17:13

“Cuando me disponía a partir, decidí preguntarle una vez más por los enemigos de un hombre de conocimiento. Aduje que no podría regresar en algún tiempo y sería buena idea escribir lo que él dijese y meditar en ello mientras estaba fuera.
Titubeó un rato, pero luego comenzó a hablar.
-Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es deficiente; su intención es vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender.
‘Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más. Y sus pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que uno se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se convierte en un campo de batalla.
Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡el miedo! Un enemigo terrible: traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del camino, acechando, esperando. Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda.’
-¿Qué le pasa al hombre si corre por miedo?
-Nada le pasa, sólo que jamás aprenderá. Nunca llegará a ser hombre de conocimiento. Llegará a ser un maleante, o un cobarde cualquiera, un hombre inofensivo, asustado; de cualquier modo, será un hombre vencido. Su primer enemigo habrá puesto fin a sus ansias.
-¿Y qué puede hacer para superar el miedo?
-La respuesta es muy sencilla. No debe correr. Debe desafiar a su miedo, y pese a él debe dar el siguiente paso en su aprendizaje, y el siguiente, y el siguiente. Debe estar lleno de miedo, pero no debe detenerse. ¡Esa es la regla! Y llega un momento en que su primer enemigo se retira. El hombre empieza a sentirse seguro de si. Su propósito se fortalece. Aprender no es ya una tarea aterradora.
‘Cuando llega ese momento gozoso, el hombre puede decir sin duda que ha vencido a su primer enemigo natural.’
-¿Ocurre de golpe, don Juan, o poco a poco?
-Ocurre poco a poco, y sin embargo el miedo se conquista rápido y de repente.
-¿Pero no volverá el hombre a tener miedo si algo nuevo le pasa?
-No. Una vez que un hombre ha conquistado el miedo, está libre de él por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad: una claridad de mente que borra el miedo. Para entonces, un hombre conoce sus deseos; sabe cómo satisfacer esos deseos. Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje, y una claridad nítida lo rodea todo. El hombre siente que nada está oculto,
‘Y así ha encontrado a su segundo enemigo: ¡la claridad! Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega.
‘Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto se le antoje, porque todo lo que ve lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y no se detiene en nada porque tiene claridad. Pero todo eso es un error; es como si viera algo claro pero incompleto. Si el hombre se rinde a esa ilusión. de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando debía ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse. Y tonteará con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más.
-¿Qué pasa con un hombre derrotado en esa forma, don Juan? ¿Muere en consecuencia?
-No, no muere. Su segundo enemigo nomás ha parado en seco sus intentos de hacerse hombre de conocimiento; en vez de eso, el hombre puede volverse un guerrero impetuoso, o un payaso. Pero la claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad y miedo. Será claro mientras viva, pero ya no aprenderá ni ansiará nada.
-Pero ¿qué tiene que hacer para evitar la derrota?
-Debe hacer lo que hizo con el miedo: debe desafiar su claridad y usarla sólo para ver, y esperar con paciencia y medir con tiento antes de dar otros pasos; debe pensar, sobre todo, que su claridad es casi un error. Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad era sólo un punto delante de sus ojos. Y así habrá vencido a su segundo enemigo…..’ ”

(Las Enseñanzas de don Juan, C. Castaneda)

Nudos en la cuerda

Mensaje 1 de 1 en la discusión

De: The_dark_crow_v301 (Mensaje original)
Enviado: 11/01/2006 17:14

Viernes, 23 de junio, 1961
-¿Me va usted a enseñar, don Juan?
-¿Por qué quieres emprender un aprendizaje así?
-Quiero, de veras que me enseñe usted lo que se hace con el peyote. ¿No es buena razón nada más que querer saber?
-¡No! Debes buscar en tu corazón y descubrir por qué un joven como tú quiere emprender tamaña tarea de aprendizaje.
-¿Por qué aprendió usted, don Juan?
-¿Por qué preguntas eso?
-Quizá los dos tenemos las mismas razones,
-Lo dudo. Yo soy indio. No andamos por los mismos caminos.
-Mi única razón es que quiero aprender, sólo por saber. Pero le aseguro, don Juan, que mis intenciones no son malas.
-Te creo. Te he fumado.
-¿Cómo dice?
-No importa ya. Conozco tus intenciones.
-¿Quiere usted decir que vio a través de mí?
-Puedes decirlo así.
-¿Entonces me enseñará?
-¡No!
-¿Porque no soy indio?
-No. Porque no conoces tu corazón. Lo importante es que sepas exactamente por qué quieres comprometerte.
(Las Enseñanzas de don Juan, C. Castaneda)

Pensar en uno mismo

Mensaje 1 de 1 en la discusión

De: The_dark_crow_v301 (Mensaje original)
Enviado: 11/01/2006 17:18

-¿A poco crees que conoces el mundo que te rodea? -preguntó don Juan.
-Conozco de todo -dije.
-Quiero decir, ¿sientes el mundo que te rodea?
-Siento el mundo que me rodea tanto como puedo.
-Eso no basta. Debes sentirlo todo; de otra manera el mundo pierde su sentido.
Formulé el clásico argumento de que no era necesario probar la sopa para conocer la receta, ni recibir un choque eléctrico para saber de la electricidad.
-Ya transformaste todo en una estupidez -dijo-. Ya veo que quieres agarrarte de tus razones a pesar de que no te dan nada; quieres seguir siendo el mismo aún a costa de tu bienestar.
-No sé de qué habla usted.
-Hablo del hecho de que no estás completo. No tienes paz.
La aserción me molestó. Me sentí ofendido. Pensé que don Juan no estaba calificado en modo alguno para juzgar mis actos ni mi personalidad.
-Estás lleno de problemas -dijo-. ¿Por qué?
-Sólo soy un hombre, don Juan -repuse malhumorado.
Hice la afirmación en la misma vena en que mi padre solía hacerla. Cada vez que decía ser sólo un hombre, implicaba que era débil e indefenso y su frase, como la mía, rebosaba un esencial sentido de desesperanza.
Don Juan me escudriñó como el día en que nos conocimos.
-Piensas demasiado en ti mismo -dijo sonriendo-. Y eso te da una fatiga extraña que te hace cerrarte al mundo que te rodea y agarrarte a tus razones. Por eso tienes solamente problemas. Yo también soy sólo un hombre, pero no lo digo como tu lo dices.
-¿Cómo lo dice usted?
-Yo me he salido de todos mis problemas. Qué lástima que mi vida sea tan corta y no me permita aferrarme de todas las cosas que quisiera. Pero eso no es un problema, ni punto de discusión; es sólo una lástima.
(Una realidad aparte, C. Castaneda)

Los niños mendigo

De: The_dark_crow_v301 (Mensaje original)
Enviado: 11/01/2006 17:19

Durante el tiempo que permanecí en el hotel, descubrí que había un acuerdo entre los niños y el administrador del restaurante; a los muchachos se les permitía rondar el local para ganar algún dinero con los clientes, y asimismo comer las sobras, siempre y cuando no molestaran a nadie ni rompieran nada. Había once niños en total, y sus edades iban de cinco a doce años; sin embargo, al mayor se le mantenía a distancia del resto del grupo. Lo discriminaban deliberadamente, mofándose de él con una cantinela de que ya tenía vello púbico y era demasiado viejo para andar entre ellos.
Después de tres días de verlos lanzarse como buitres sobre las más escasas sobras, me deprimí verdaderamente, y salí de aquella ciudad sintiendo que no había esperanza para aquellos niños cuyo mundo ya estaba moldeado por su diaria pugna por migajas.
-¿Les tienes lástima? -exclamó don Juan en tono interrogante.
-Claro que sí -dije.
-¿Por qué?
-Porque me preocupa el bienestar de mis semejantes. Esos son niños y su mundo es feo y vulgar.
-¡Espera! ¡Espera! ¿Cómo puedes decir que su mundo es feo y vulgar? -dijo don Juan, remedándome con burla-. A lo mejor crees tú que estás mejor, ¿no?
Dije que eso creía, y me preguntó por qué, y le dije que, en comparación con el mundo de aquellos niños, el mío era infinitamente más variado, más rico en experiencias y en oportunidades para la satisfacción y el desarrollo personal. La risa de don Juan fue amistosa y sincera. Dijo que yo no me fijaba en lo que decía, que no tenía manera alguna de saber qué riqueza ni qué oportunidades había en el mundo de esos niños.
Pensé que don Juan se estaba poniendo terco. Creía realmente que sólo me contradecía por molestarme. Me parecía sinceramente que aquellos niños no tenían la menor oportunidad de ningún desarrollo intelectual.
Discutí mi punto de vista un rato más, y luego don Juan me preguntó abruptamente:
-¿No me dijiste una vez que, en tu opinión, lo más grande que alguien podía lograr era llegar a ser hombre de conocimiento?
Lo había dicho, y repetí de nuevo que, en mi opinión, convertirse en hombre de conocimiento era uno de los mayores triunfos intelectuales.
-¿Crees que tu riquísimo mundo podría ayudarte a llegar a ser un hombre de conocimiento? -preguntó don Juan con leve sarcasmo.
No respondí, y él entonces formuló la misma pregunta en otras palabras, algo que yo siempre le hago cuando creo que no entiende.
-En otras palabras -dijo, sonriendo con franqueza, obviamente al tanto de que yo tenía conciencia de su ardid-, ¿pueden tu libertad y tus oportunidades ayudarte a ser hombre de conocimiento?
-¡No! -dije enfáticamente.
-¿Entonces cómo pudiste tener lástima de esos niños? -dijo con seriedad-. Cualquiera de ellos podría llegar a ser un hombre de conocimiento. Todos los hombres de conocimiento que yo conozco fueron muchachos como ésos que tu viste comiendo sobras y lamiendo mesas.
El argumento de don Juan me produjo una sensación incómoda. Yo no había tenido lástima de aquellos niños subprivilegiados porque no tuvieran suficiente de comer, sino porque en mis términos su mundo ya los había condenado a la insuficiencia intelectual. Y sin embargo, en los términos de don Juan, cualquiera de ellos podía lograr lo que yo consideraba el pináculo de la hazaña intelectual humana: la meta de convertirse en hombre de conocimiento. Mi razón para compadecerlos era incongruente. Don Juan me había atrapado en forma impecable.
-Quizá tenga usted razón -dije-. ¿Pero cómo evitar el deseo de ayudar a nuestros semejantes?
-¿Cómo crees que podamos ayudarlos?
-Aliviando su carga. Lo menos que uno puede hacer por sus semejantes es tratar de cambiarlos. Usted mismo se ocupa de eso. ¿O no?
-No. No sé qué cosa quieres cambiar ni por qué cambiar cualquier cosa en mis semejantes.
-¿Y yo, don Juan? ¿No me estaba usted enseñando para que pudiera cambiar?
-No, no estoy tratando de cambiarte. Puede suceder que un día llegues a ser un hombre de conocimiento, no hay manera de saberlo, pero no te cambiará. Tal vez algún día puedas ver a los hombres de otro modo, y entonces te darás cuenta de que no hay manera de cambiarles nada.
(Una realidad aparte, C. Castaneda)

Sobre el dialogo interno

Mensaje 1 de 1 en la discusión

De: The_dark_crow_v301 (Mensaje original)
Enviado: 11/01/2006 17:28

Don Juan, durante años he tratado realmente de vivir de acuerdo con sus enseñanzas -dije-. Por lo visto no he sabido hacerlo. ¿Cómo puedo mejorar ahora?
-Piensas y hablas demasiado. Debes dejar de hablar contigo mismo.
-¿Qué quiere usted decir?
-Hablas demasiado contigo mismo. No eres único en eso. Cada uno de nosotros lo hace. Sostenemos una conversación interna. Piensa en eso. ¿Qué es lo que siempre haces cuando estás solo?
-Hablo conmigo mismo.
-¿De qué te hablas?
-No sé; de cualquier cosa, supongo.
-Te voy a decir de qué nos hablamos. Nos hablamos de nuestro mundo. Es más, mantenemos nuestro mundo con nuestra conversación interna.
-¿Cómo es eso?
-Cuando terminamos de hablar con nosotros mismos, el mundo es siempre como debería ser. Lo renovamos, lo encendemos de vida, lo sostenemos con nuestra conversación interna. No sólo eso, sino que también escogemos nuestros caminos al hablarnos a nosotros mismos. De allí que repetimos las mismas preferencias una y otra vez hasta el día en que morimos, porque seguimos repitiendo la misma conversación interna una y otra vez hasta el día en que morimos.
-¿Cómo puedo dejar de hablar conmigo mismo?
-Antes que nada debes usar tus oídos a fin de quitar a tus ojos parte de la carga. Desde que nacimos hemos estado usando los ojos para juzgar el mundo. Hablamos a los demás, y nos hablamos a nosotros mismos, acerca de lo que vemos.
-El mundo es asi-y-así o así-y-asá sólo porque nos decimos a nosotros mismos que esa es su forma. Si dejamos de decirnos que el mundo es así-y-asá, el mundo deja de ser así-y-asá. En este momento no creo que estés listo para un golpe tan enorme; por eso debes empezar despacio a deshacer el mundo.
-¡Palabra que no le entiendo!
-Tu problema es que confundes el mundo con lo que la gente hace. Pero tampoco en eso eres el único. Todos lo hacemos. Las cosas que la gente hace son los resguardos contra las fuerzas que nos rodean; lo que hacemos como gente nos da consuelo y nos hace sentirnos seguros; lo que la gente hace es por cierto muy importante, pero sólo como resguardo. Nunca aprendemos que las cosas que hacemos como gente son sólo resguardos, y dejamos que dominen y derriben nuestras vidas. De hecho, podría decir que para la humanidad, lo que la gente hace es más grande y más importante que el mundo mismo.
-¿A qué llama usted el mundo?
-El mundo es todo lo que está encajado aquí -dijo, y pateó el suelo-. La vida, la muerte, la gente, los aliados y todo lo demás que nos rodea. El mundo es incomprensible. Jamás lo entenderemos; jamás desenredaremos sus secretos. Por eso, debemos tratarlo como lo que es: ¡un absoluto misterio!
“Pero un hombre corriente no hace esto. El mundo nunca es un misterio para él, y cuando llega a viejo está convencido de que no tiene nada más por qué vivir. Un viejo no ha agotado el mundo. Sólo ha agotado lo que la gente hace. Pero en su estúpida confusión cree que el mundo ya no tiene misterios para él. ¡Qué precio tan calamitoso pagamos por nuestros resguardos!
(Una realidad aparte, C. Castaneda)

Aliados, plantas de poder, mezcalito, etc.

Mensaje 1 de 1 en la discusión

De: The_dark_crow_v301 (Mensaje original)
Enviado: 11/01/2006 17:29

En la época en que se produjeron los hechos que se describen en Las Enseñanzas de don Juan, don Juan hablaba mucho de aliados, de plantas de poder, de Mescalito, del humito, del viento, de los espíritus de los ríos y los montes, del espíritu del chaparral, etcétera. Cuando más adelante le recordé la importancia que había dado a aquellos elementos y le pregunté que por qué no hablaba ya de ellos, admitió sin rubor que me había soltado toda aquella palabrería pseudoindia al principio de mi aprendizaje por mi bien.
Me quedé estupefacto. Me pregunté cómo podía afirmar tal cosa que, obviamente, era falsa. Resultaba evidente que lo decía con sinceridad, y si había alguien capacitado para juzgar la veracidad de sus palabras y de sus estados de ánimo, ése era yo.
-No te lo tomes tan en serio -dijo, riendo-. Disfruté mucho contándote todas esas bobadas, y aún disfruté más porque sabía que lo hacía por tu bien.
-¿Por mi bien, don Juan? ¿Qué aberración es ésta?
-Sí, por tu bien. Te engañé dirigiendo tu atención sobre elementos de tu mundo que te provocaban una profunda fascinación, y tú te tragaste el anzuelo, el sedal y la plomada.
»Lo único que me hacía falta era captar toda tu atención. Pero ¿cómo podría haberlo hecho cuando tenías un espíritu tan poco disciplinado? Tú mismo me repetías una y otra vez que permanecías conmigo porque encontrabas fascinante lo que yo decía sobre el mundo. Lo que no sabías expresar era que la fascinación que sentías se debía a que apenas reconocías vagamente cada elemento del que te hablaba. Por supuesto, pensabas que aquella vaguedad era chamanismo, y te atrajo, lo que quiere decir que te quedaste.
-¿Le hace eso a todos, don Juan?
-No a todos, porque no todos vienen a mí y, sobre todo, porque no me intereso por cualquiera. Estuve y estoy interesado en ti, sólo en ti. Mi maestro, el nagual Julián, me engañó de un modo similar. Me engañó a causa de mi sensualidad y mi avaricia. Me prometió conseguirme todas las mujeres bonitas que lo rodeaban y me prometió cubrirme de oro. Me prometió una fortuna, y caí en la trampa. Todos los chamanes de mi linaje han sido engañados de ese modo desde tiempo inmemorial. Los chamanes de mi linaje no son maestros o gurús. Les importa un comino enseñar su conocimiento. Quieren herederos para su conocimiento, no gente vagamente interesada en su conocimiento por razones intelectuales.
(La rueda del tiempo, C. Castaneda)