Sobre la imaginacion activa

Sobre la imaginación activa

Fragmento extraído de FRANZ, Marie-Louise von: Alquimia. Introducción al simbolismo, Luciérnaga, 2ª reimp., Barcelona, 1999, pp.199-211. Traducción de Marta I. Guastavino.
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En el libro “Alquimia” de Marie-Lousie von Franz, se reúnen las conferencias que ella pronunció en el Instituto C.G. Jung, de Zurich, en 1959, acerca de la Alquimia. El fragmento que a continuación reproducimos pertenece a la quinta conferencia titulada “La alquimia árabe”. Uno de los presentes a la conferencia comenta a von Franz que no todos entienden qué es la imaginación activa a la que acaba de hacer referencia.

Comentario: No todos entendemos qué es la imaginación activa.

M. L. von Franz: Lamentablemente la psicologia junguiana es tan enmarañada que cada experiencia analítica se vincula con todas las demás. Dicho en pocas palabras, la imaginación activa consiste en hacer una fantasía referente a un impulso cuando uno se enfrenta con él. Ahora no puedo entrar en la cuestión de cómo fantasear, pero hay algunos aspectos técnicos que se han de observar porque son importantes. Supongamos que usted está enamorado de una hermosa mujer y, como no puede tenerla, se pone a fantasear o a soñar con ella. Entonces puede continuar su sueño encontrándose y hablando con ella en su imaginación.

Mediante este procedimiento se le aclara a uno el significado de muchas cosas. Entiende por qué se enamoró de esa desconocida, y que gran parte del asunto le pertenece; es parte de su pauta y tiene significado para uno, y entonces, porque ahora ya lo entiende, puede ser que deje de lado la fantasía. Pero generalmente aparece el problema que mencioné antes, y uno se pregunta si quizá no debería telefonear a la mujer de carne y hueso. Después de todo, ¡ella originó toda la fantasía! Uno puede decir que no es mis clue curiosidad, pero la gente es curiosa: ¿por qué fue esa mujer en particular?

Lo que así habla es el azufre rojo. Pero ahora ya tienes la opción entre dos cosas, ya sea telefonear a la mujer y precipitarte en el mundo de abajo, o telefonearle en imaginación activa y decirle que ella es tu anima, que te has dado cuenta de eso, ya sabes que ella está dentro de ti, pero algo todavía sigue fastidiándote y te gustaría tener un encuentro con ella en forma concreta. ¿Qué tiene que decir ella al respecto? Y entonces dejas que el anima imaginada se enfrente con el problema concreto.

Eso sería mantener la escisión en el aspecto espiritual, planteando también el problema concreto, porque incorporar el conflicto a tu imaginación activa significa espiritualizarlo más aún. Si el azufre rojo gana, y tú te vas a telefonear en la vida real y llamas a la mujer, entonces caes en el mundo de abajo, en el mundus inferior, la tierra corruptible, que es la realidad, la realidad concreta, y naturalmente todo el drama comienza allí.

Comentario: Lo que usted le pide a su imaginación que haga es…

M. L. von Franz: ¡Usted no pide nada! Siempre hay dos posibilidades.

Pregunta: ¿Uno debe hallar en su imaginación lo que le dirá esa persona?

M. L. von Franz: Sí, si uno sigue el camino ascendente, entonces eleva su conflicto concreto preguntando a la mujer interior qué debe hacer con su deseo de algo más concreto, y entonces tiene que escuchar lo que ella tenga que decirle sobre su conflicto, y eso es algo muy difícil de hacer.

Muchas personas no pueden hacerlo porque no pueden escuchar lo que dice la figura interior; en vez de escuchar realmente, se limitan a imaginarse ellos algo. Esto requiere mucha práctica,pero de esa manera se puede trasponer el conflicto y seguir analizándolo en otro nivel, y eso sería enfrentarlo desde adentro. Entonces la fantasía se convierte en un conflicto y, en el intento de aclararlo, uno combate con la figura interior en un nivel psicológico. Tomemos el monje que se masturba, y les ruego que disculpen lo burdo del ejemplo, pero también hay que dar cabida al mundo inferior. Supongamos que el hombre viene a verme y me dice que todo eso de la sophia y el anima interior está muy bien, pero me cuenta que de cuando en cuando el diablo se le insinúa diciéndole que de todas maneras le sigue faltando algo en el nivel real, y me pregunta qué puede hacer al respecto. ¡Yo le respondería que debe preguntárselo a la sophia interior!

Comentario: Al conocimiento interior.

M. L. von Franz: No, sophia es mucho más que eso. Sophia es el conocimiento de Dios. Lo mismo se le podría decir que le pregunte a Dios. Yo no puedo resolver el problema del analizando; él debe hablar con la imagen de la Divinidad que hay dentro de él, decir que algo sigue preocupándole y preguntar qué puede hacer al respecto. Y después debe escuchar, tras lo cual pueden suceder un montón de cosas; una de las más frecuentes es que se dé cuenta de que Dios tiene dos manos, y de que fue Él mismo quien originó el conflicto.

El caso es imaginario, pero supongamos que el monje ha tomado conciencia de la sophia interior, y sabe que es la sabiduría de Dios en una forma que él encuentra dentro de su propia alma. Más tarde el azufre rojo lo mueve a decir que no se trata de eso, o que eso no es todo, que todavía debe tener también la experiencia real. A lo cual yo sólo puedo decir que debería preguntárselo a su figura interior, preguntarle a la sophia que hay dentro de él. No digo que siempre sea así, pero con frecuencia la figura interior responde con paradojas.

Dice que en cierto modo es verdad que debe acceder a la realidad, que es cierto que se está perdiendo algo, y al mismo tiempo dice que todo es psicológico. La respuesta es algo así, y el pobre hombre dirá que él ya no puede más, porque ésa no es una respuesta clara, es paradójica.

Si es capaz de entenderlo, se dará cuenta de que ése es el doble juego del Uno, de que el conflicto es necesario y buscado, y no se lo debe resolver racionalmente. La única forma en que puede manifestarse el Sí mismo es mediante el conflicto: encontrar el propio conflicto insoluble y eterno es encontrarse con Dios, lo cual sería el fin del ego con toda su verborrea. Ése es el momento de la entrega, el momento en que Job dice que se cubrirá la boca con la mano y no discutirá acerca de Dios. Es la conciencia la que crea la escisión y dice: “Una cosa o la otra”.

He visto con bastante frecuencia en esos casos que la sophia -o alguna otra figura divina, o el anciano sabio- responde: si uno lo considera con ánimo negativo, en forma evasiva, y si lo ve positivamente,en forma de paradoja. Entonces la paradoja del factor psicológico, o de la realidad psíquica, afecta a la calidad de la conciencia, que siempre quiere plantear disyuntivas y hablar de ellas, y cuando aparece el Sí mismo, ahí se acaba el hablar. Entonces el conflicto ya no está en la cabeza.

Es el momento en que el conflicto trasciende la discusión verbal y se convierte en una vivencia intuitiva de la Unidad detrás de la dualidad. Uno está entre la mano derecha y la izquierda; algo es secretamente uno, y sin embargo quiere que lo desgarren, quiere sufrir, hasta que sucede algo que es muy difícil de captar y entonces se produce un cambio a otro nivel. Si uno se deja desgarrar en el conflicto, entonces repentinamente uno cambia, cambia desde las raíces más profundas de su ser, y toda la cosa tiene otro aspecto. Es come si uno torturase tanto a un animal que éste se elevara de un salto a un nivel superior de realización, y eso puede suceder en formas muy diferentes. Se puede decir que es un aspecto del símbolo de la cruz, que uno tiene que ser totalmente crucificado y decir, como dijo Cristo en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Y entonces sucede algo que supera el conflicto, lo deja atrás.

Comentario: Si el monje va a mantener sus votos, tiene que dejar de masturbarse.

M. L. von Franz: Mi hipótesis es que hace tiempo que ya lo ha hecho, desde que tuvo su fantasía, pero el diablo es mucho más listo y le dice, bueno, que ahora está curado y todo está bien, y así en ese tono, pero aun así, ¿no tendría que abandonar el monasterio para tener una experiencia “auténtica”? ¿Acaso no ha evolucionado lo suficiente como para hacer incluso eso? Por ejemplo, en la Edad Media se decía: “Ubi spiritus, ibi libertas”. Esto es de san Pablo, que dice: “Donde está: el espíritu del Señior hay libertad”, II Corintios 3, 17. Entonces el diablo le podría preguntar si, ahora que ha resuelto su conflicto, no es libre de vivir.

Comentario: Bueno, yo creo que sí.

M. L. von Franz: Ésa es su opinión, pero para la situación de él no viene al caso. Él tiene que esperar hasta que Dios le diga qué hacer; no es usted quien tiene que decirle lo que está bien. “Sí, está bien, creo que tienes que seguir adelante”, le diría usted, con su espontaneidad de extravertido, pero yo no le diría eso, le diría que debe preguntárselo a Dios.

Pregunta: Supongamos que el monje tiene una intuición muy débil, y tiene que buscar su respuesta en alguna otra parte. ¿De dónde le vendría?

M. L. von Franz: Depende de a qué se refiera usted al decir eso. Si se refiere a que así es como suele suceder, tiene razón, pero si lo que quiere decir es que debe ser así, se equivoca.

Comentario: Usted dijo antes que la respuesta sobrevendría de forma intuitiva, pero no todo el mundo es capaz de obtenerla intuitivamente.

M. L. von Franz: Ahora usted trae a colación el problema de los tipos, y eso es una cosa diferente. En términos generales, el introvertido necesita una experiencia concreta, una experiencia externa, para sentir que él está completo y que las cosas son totales, pero el extravertido no. Y eso significa que si el monje es un introvertido debe tener cierta experiencia, en general.

Pregunta: ¿Experiencia sexual? ¿Con eso se refiere usted a lo que Freud entendía por sexo?

M. L. von Franz: Me refiero muy simple y concretamente a contacto con un ser terrestre y humano, una mujer.

Pregunta: ¿Se refiere al contacto sexual?

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