El romance del Conde Arnaldos

El Romancero español es un grupo de cortos poemas narrativos de origen medieval desgajados de los cantares de gesta castellanos a partir del siglo XIV y transmitidos de forma oral hasta el siglo XX. El Romance del Conde Arnaldos es una pieza excepcional dentro de la compilación. Y yo estaba pensando en escribir un artículo sobre el tema para el blog, pero veo que se me han adelantado, así que como no creo que supere lo que ya hay escrito, mejor lo doy a conocer, tal como está (bueno, un poco resumido, que es largo).

¡Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el infante Arnaldos
la mañana de San Juan!

Andando a buscar la caza
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar;

las velas trae de sedas,
la ejarcia de oro torzal,
áncoras tiene de plata,
tablas de fino coral.

Marinero que la guía,
diciendo viene un Cantar,
que la mar ponía en calma,
los vientos hace amainar;

los peces que andan al hondo,
arriba los hace andar;
las aves que van volando,
al mástil vienen posar.

Allí habló el infante Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
-Por tu vida, el marinero,
dígasme ora ese cantar.

Respondióle el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
-Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va.

[url=http://santuario.blogia.com/2005/041302-romance-del-conde-arnaldos.php]http://santuario.blogia.com/2005/041302-ro…de-arnaldos.php[/url]

El último verso ha dado pie a muchas discusiones sobre si el romance acababa así originalmente o si es un corte. En la primera postura, Menéndez-Pidal piensa que es un final abierto a propósito, de forma que constituye una suerte de hallazgo poético de la tradición del Romancero, en virtud de la cual muchos romances como éste habrían conseguido \”saber callar a tiempo\”. En la postura opuesta, algunos opinan que en ciertos romances truncos el corte podría deberse, por ejemplo, a que fueron impresos en pliegos sueltos y los impresores, poco cuidadosos con esta clase de publicaciones populares, no habrían dudado en cortar los textos.

Sea ese final original o no, creo que es un final perfecto. ¿Qué podría esperarse tras el verso 13? ¿Acaso la misteriosa canción del marinero? La cosa queda bien clara: ese mágico cantar que calma la mar, amaina los vientos, hace salir a la superficie a los peces que nadan en las profundidades y atrae a las aves al mástil de la nave, es un misterio que sólo puede conocer quien acompaña al marinero. Luego es de entender que para nosotros, en tanto que no demos el paso crucial de andar el camino o echarnos a la mar, la canción será incomprensible. El romance es pues, en el fondo, de contenido iniciático.

En mi opinión, estamos ante un poema tradicional que bebe de la fuente de la sabiduría que vivifica las civilizaciones, las artes (no podría ser de otra forma por ser tradicional) y habla con el lenguaje del símbolo. A menudo la poesía \”popular\” conservaba una memoria acaso antiquísima que se iba revistiendo con las formas exteriores de cada época. Aquí, el hombre que espera en la orilla se llama Arnaldos, un héroe surgido de la imaginería popular medieval para luchar contra los invasores franceses de Roldán; simboliza al hombre que, viviendo en el mundo, recibe una llamada, percibe algo más que lo visible en este mundo; también podría decise que es una imagen del aspirante a iniciado, el hombre que va a andar un camino. ¿Quién es el marinero que viene navegando envuelto en el misterio? Es una imagen de esa luz que somos en el fondo y que nos guía en la oscuridad; es también el maestro que inicia al discípulo en el camino interior de descubrimiento de sí mismo; es, en lenguaje cristiano, el Cristo, la luz que viene a salvarnos.

El hecho se desarrolla en el día de san Juan, una jornada mágica en torno al solsticio en la que el mundo sobrenatural está muy cerca del corriente. Arnaldos, se nos dice, iba a cazar, y esto simboliza el andar el camino iniciático. En cuanto a los efectos mágicos de la canción del marinero, indican el poder de esa luz que nos llama en lo más profundo de nuestro ser; esa luz sana, vivifica, regenera, hace renacer como un hombre nuevo. En el proceso, hace emerger los \”peces\” que pululan en nuestras profundidades, calma el embravecido mar de nuestra alma, los vientos dejan de llevarnos de un lado para otro, las aves que surcan los cielos (símbolos de los estados superiores del ser, como los ángeles) anidan en nuestra nave. Para conocer la canción del marinero, para ser el marinero, hace falta ir con él. Andar el camino, hacerse a la mar. Todo un símbolo del camino iniciático en un romance popular. Qué maravilla.

Huelga decir que esta lectura simbólica y espiritual, que aunque torpemente expresada en mis palabras está clara cuando uno lee el romance con una mirada profunda (algunos académicos se han acercado a esta visión aludiendo a la nave como Iglesia-Cristo y a Arnaldos como Hombre), es ignorada por los profesores en la Universidad, que prefieren abundar en la anecdótica polémica de si el verso 13 es el final original o un corte. Pero ahí está, brillando como una lámpara, la frase final, definitiva, el umbral del conocimiento-gnosis: \”Yo no digo esta canción / sino a quien comigo va.\”. Quien emprende el camino para descubrir el ser humano que es en el fondo y es fiel a ello, aprende la canción de labios del maestro.

Hasta ahí el post de Logan, ahora vienen los comentarios de Toni Martínez

(…) La búsqueda por parte de los eruditos de las raíces del personaje protagonista, Arnaldos, ha resultado ardua, pero son dos las principales hipótesis -particularmente me parecen bastante convincentes ambas-: la figura del Comte Arnau catalán y la del \”filii Hernaudi\” o \”Arnoldi\”, de origen culto -que en el Medievo europeo es lo mismo que decir clerical-.

Si no se conoce al comte Arnau, aclaro que es un legendario conde catalán cuya existencia real, que de serlo lo habría sido en la Alta Edad Media, es bastante polémica. Vive, aún, en el folclore catalán -y mallorquín, convertido en el \”Comte Mal\”-, siendo siempre estereotipo del aristócrata malvado condenado por Dios a la existencia \”espectral\”. Un Draculilla a lo ibérico, pero que no chupa sangre -a diferencia de su paisano y casi contemporáneo el Comte Estruch, pero eso ya es otra historia-.

En cuanto a \”Hernaudi\” o \”Arnoldi\”, aparece en distintos manuscritos europeos del siglo XII mencionado como un caballero también condenado a vagar después de la muerte, esta vez como guía, o al menos miembro, de una \”hueste antigua\”, o \”estantigua\”, o \”santa compaña\”, o como queramos llamarla: es decir, una procesión de ánimas errantes.

Con todo esto sobre la mesa, comparto tu visión, Dani, en cuanto a la intención \”iniciática\” de este romance, cristiana o pagana. Y teniendo en cuenta el resto de elementos del romance, creo que la iniciación lo es en los misterios de la muerte. Y es que en este romance tenemos:

– Como bien dices, la mañana de San Juan. Sabida es la importancia simbólica de esta fecha para la trascendencia \”más allá\”.

– El hecho de que, al principio del poema, Arnaldos se disponga a marchar de cacería. Nos pueden venir a la memoria los típicos cuentos británicos de la caza de ciervas blancas y jabalíes -animales con gran contenido simbólico en el paganismo como guías de ultratumba-, protagonizados por personajes que terminan teniendo una especie de visión \”infernal\” -en el sentido no de \”satánico\”, sino de \”más allá de la muerte\”-, o las mismas andanzas del Comte Arnau, el Comte Mal, y tantos otros fantasmas de la tradición popular paneuropea que andan de cacerías fantasmales en las noches… de San Juan casi siempre, y precisamente.

– La galera y su marinero, todo un barquero Charon, que precisamente es el que pronuncia los misteriosos versos finales. Y el mar, su Styx.

– Mencionas los peces y las aves. En cuanto a ellos, es interesante, a parte de la lectura que haces, el hecho de que se presenten mediante la fórmula del \”mundo al revés\”: es muy propio de los viajes iniciáticos, sobre todo en la tradición céltica, de la que creo que este romance bebe en un cierto grado pues no en vano elige las aguas, y no una caverna o una montaña, como vía hacia el Más Allá: acordémonos del Tir Nan Og, el Hy Brazil, o la isla de San Brandán.

Yo creo que el romance es un caso típico medieval de \”cuento iniciático\” que mezcla fuentes diversas: grecolatinas y célticas, sobre todo. Lo fascinante, como tú dices, es que esto nos haya llegado a través no de la literatura culta, sino de un romance popular.

One Commentto El romance del Conde Arnaldos

  1. Dark Crow dice:

    of de of?